«Carabaña, legaña…»

Ruta realizada el Jueves 29/02/2024

Dificultad Física
Dificultad Técnica
47.1 km
570 m
44 Km Distancia Madrid
3h26'
3h03'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), 15% de trialeras, sin obstáculos, no adecuado para temperaturas altas

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix

Mas detalle ruta

Temperatura media: 16.1
Descarga ruta: Carabanas20240229.gpx
Reproductor audio crónica:

«Paréceme, Sancho, que no hay refrán que no sea verdadero, porque todas son sentencias sacadas de la mesma experiencia, madre de las ciencias todas « decía el ínclito manco, que no lo era, ya que mantenía el brazo, eso sí tan maltrecho como inútil de un arcabuzazo que le dieron por ir a buscar fortuna allá donde Felipe II fue a encontrarse con el turco.

Carabaña

Así empieza el refrán y la mañana: «Carabaña, legaña…». Me quito la legaña antes de desayunar frugalmente, a ver si me deshago de algún molesto gramo de panículo adiposo. Las noticias empiezan con el caso Koldo (otra legaña y la primera arcada). Enfilo la N-III y a las 10:20 llego al parking de Carabaña. Saco la bici del coche y llega Alfredo. La mañana está fría aunque ligeramente para ser aún febrero. Llega Domingo dentro del horario establecido. Empezamos la ruta y al rato pasamos por una de las magníficas haciendas de los Rato (otra legaña más y segunda arcada). Sólo tiene 112 inmuebles, fruto de su excelso trabajo en Bankia, entre otros porque «de casta le viene al galgo ser rabicorto y patilargo». Más que las patas, tiene las manos muy, muy largas toda esta familia. Para los más cafeteros aquí les dejo información de esta saga de delincuentes que deja a Koldo y compañía como unos simples aficionados.

A buena marcha avanzamos por el valle del Tajuña pasando por «…Orusco, pestes…» que así sigue el refrán. Nada que destacar más que los almendros están en flor, los campos muy verdes y que Alfredo nos cuenta que ha hecho la Prueba de Concepto para incluir en esta web algo de Inteligencia Artificial, que la natural ya va escaseando.

… «y si te acercas a Ambite, peor gente». Así concluye el refrán que alguien con muy mala leche le dedicó a este entorno de pueblos. Desconocemos el carácter de los pobladores de Ambite, pero podemos asegurar que la cuesta que nos lleva al altiplano tiene muy mala hostia.

Después del plátano, habitual compañero de fatigas, seguimos el camino aunque con una pequeña variación para eliminar el recorrido por los arcillosos campos que nos acechan. No es plan de quedarnos atrapados. Rodeamos Olmeda de las Fuentes sin llegar a ser conscientes de ello y llegamos al sorprendente Nuevo Baztán. La entrada al Palacio de Goyeneche es muy bonita. Cuando estoy investigando sobre esta zona descubro con estupor que está edificado sobre un bosque de acebos (otra legaña y última arcada). Y no sólo eso, sino que la energía para la industria de la zona se obtuvo en parte de la madera de estos árboles. La madre que parió a Goyeneche.

Empieza la zona más bonita de la ruta. Seguimos la trayectoria del «tren de los cuarenta días» , y 500 noches que diría Sabina, que nos acerca a Villar del Olmo primero y a Orusco después. Es una secuencia interminable de sendero estrecho en subibaja donde debes estar atento a las piedras, roderas, charcos y ramas; todo ello confabulado para tirarte de la bici.

Las subidas de gran desnivel es el mayor reto. Otra de las características de las e-bike es que suben por sitios que no te imaginas. Eso sí, hay que estar muy rápido para elegir la trazada, la asistencia del motor, la corona del cambio, la cadencia de la pedalada y la velocidad, para no salirte de la trazada buena o comerte al colega de delante. Muchos temas a la vez. A mí se me hacen bola en tres de los puntos más complejos, pero mis compañeros sortean con maña y soltura.

Aquí es donde Leo nos deleitó con una caída hacia atrás con su recién estrenada Cube. En esa ocasión íbamos siete mosqueteros. He aquí la crónica.

Sin más, salimos a la carretera en Orusco para retornar de nuevo por ribera del Tajuña con más velocidad, pues la putansia de Alfredo ya ha hecho acto de presencia. Comemos en La Tropicana que está enfrente del parking y es lo único que está abierto. En un alarde de valentía e imprudencia de mis compañeros, me dejan ir a preguntar si podemos comer en la terraza a lo que se niegan. A la vuelta, Domingo con la cara desencajada me pregunta y le aseguro que nos darán de comer a pesar de mi conversación con el dueño.

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Una respuesta a “«Carabaña, legaña…»”

  1. Jajaja, buena y floreada crónica Félix. Pues si, la ruta estaba bien, sobre todo la última parte, aunque hay que andarse con ojo, que es de ésas que te descuidas y de voltean las luces y las ideas, que diría un cervantino.

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