The Bosch Boys in action: El Castañar de El Tiemblo por Casillas

Ruta realizada el Viernes 17/11/2023

Dificultad Física
Dificultad Técnica
40.9 km
1281 m
67 Km Distancia Madrid
4h09'
3h26'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), 15% de trialeras, sin obstáculos, sin limitaciones de temperatura, 50 metros no ciclable, zona de fotografía interesante

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix

Mas detalle ruta

Temperatura media: 13.3
Descarga ruta: El-Tiemblo-Casillas-20231117.gpx
Reproductor audio crónica:

Se trata de una de las rutas más bonitas del año que repetimos otoño tras otoño. La noche anterior dejé la bici metida en el coche para abreviar la salida. Salgo a las 7:25 de mi casa. El día se levanta con niebla lo que presagia un atasco monumental por las carreteras. A la hora convenida llegamos The Bosch Boys con apenas cinco minutos de diferencia. Al llegar a El Tiemblo el cielo ha abierto y está soleado aunque fresco sin llegar a hacer frío. Comenzamos la ruta del gran Nano Flojo y Nieves Blade Runner cortesía una vez más de Mario, que siempre nos deleita con sus acertadas selecciones. Hoy no viene con nosotros porque se reserva para salir el finde con su grupeta «Cicloglotones» por esta misma zona.

Bajamos hasta el primer embalse del Alberche llamado El Charco del Cura, sorteando el divertido sendero que recorre la orilla donde sólo un obstáculo de piedra impide la continuidad.

Me confundo de camino y bajo en dirección a la presa. Paro para ver el paisaje y veo salir a unos 50 metros un ciervo macho y cuatro hembras corriendo hacia el embalse. Rectifico mi camino metiendo el Turbo para alcanzar a mis compañeros. ¡Qué lujo eso de subir como un cohete sin apenas esfuerzo!

Más allá cruzamos el Embalse del Burguillo por su puente para observar que a pesar de las lluvias está escaso de aguas. Recorremos su ribera hasta alcanzar el brazo por donde discurre el arroyo de la Iruela que da nombre al valle de esta reserva natural tan verde como bella.

Subimos a buen ritmo (14 km/hora) tirando de motor y piernas en partes iguales, hasta que ya sudando decidimos que podemos reducir la velocidad porque nos va a sobrar tiempo para llegar a comer. La cosa se pone algo más dura cuando el asfalto se torna pista y las cuestas suben de inclinación.

Llegamos al puerto de Casillas sin apenas parar para alguna foto o aflojar la presión de la vejiga. Recordamos como era subir hasta aquí con las bicis normales y nos tomamos el plátano mientras celebramos, una vez más, la decisión de la compra de la e-bike.

Empezamos la bajada a Casillas por una pista en buen estado, pero enseguida nos metemos en un largo pedregal con mucha inclinación y piedra suelta que requiere mucha atención para no terminar descabalgados. Los brazos y los dedos gordos soportan todo el peso del cuerpo a pesar de bajar el sillín. Me duelen mucho y decido descansar en los sitios más técnicos. Domingo baja bastante bien y Alfredo como un cohete se queda esperando impaciente.

Aquí empieza lo mejor. En Casillas tomamos una cuesta ligera entre hermosos robles que han tapizado el suelo con sus hojas ocres mientras en el árbol aún se mantiene una buena parte de ellas. Más adelante se truecan en castaños inmensos y preciosos. Sus hojas tienen un color más vívido de distintas tonalidades de marrón. Es un paisaje digno de contemplar. .

Enseguida coronamos en la Cruz del Tornero y comienza un descenso suave entre estos enormes árboles. Los caminos definitivamente se han perdido debajo de un manto de hojas que los alfombran. Algún canto escondido entre el follaje, te pega un sobresalto y me recuerda que he de seguir atento por donde meto la rueda delantera. Foto va y foto viene. Llegamos al mayor castaño del bosque denominado » El abuelo», donde se acumulan los pocos senderistas que hoy se han acercado a la zona.

Seguimos ruta por el sendero que hace un par de años conocimos gracias a Mario y donde Alfredo nos deleitó con una magnífica voltereta donde el casco le libró de mayores consecuencias. La verdad es que es una preciosidad y sólo unos pocos metros son no ciclables para los comunes mortales.

Salimos a la pista principal donde bajamos a velocidades importantes. De repente un frenazo brutal de Alfredo nos hace patinar a Domingo y a mi. Subidón de adrenalina. Casi me como a Domingo. Protesto y le pregunto a qué se debe. «Es que me he pasado el desvío, pero he frenado despacio» -dice Alfredo. Me recuerda una de las mayores hostias que me he dado en mi vida donde salí volando, me destrocé el traje de ciclista, me dejé la piel de brazo y pierna, me salió un enorme cardenal de cadera a rodilla y se llegó a doblar la llanta delantera de la bici. Juanito se acordará porque lo vio en primer plano. Mismo motivo, mismo argumento y mismo protagonista. Me muerdo la lengua, echando humo y por no cagarme en todos sus ancestros, decido bajar por la carretera hasta el coche.

Limpio la bici para meterla en el coche antes de entrar a un infame restaurante llamado «El Castañar». Las sillas tiene el respaldo que recuerda la tapa del wáter, preludio de lo que nos espera. Me ahorro describir la bazofia y el servicio. Baste decir que Alfredo dejó el segundo plato casi sin tocar. Inaudito e increíble, ¿verdad? Pues imaginaos.

Aquí os dejo un breve video con lo mejor de la ruta. A disfrutarlo

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Los chulillos barrancos de Chulilla

Ruta realizada el Martes 31/10/2023

Dificultad Física
Dificultad Técnica
16.4 km
346 m
254 Km Distancia Madrid
4h49'
3h41'
Características Terreno Suelo duro (pueden ser de roca o pedregoso), mas de 40% de trialeras, con tres o mas obstáculos, sin limitaciones de temperatura, 6000 metros no ciclable, con algunas fincas privadas, zona de fotografía interesante

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix

Mas detalle ruta

Descarga ruta: Chulilla-Senderismo20231031.gpx
Reproductor audio crónica:

Dos días seguidos de MTB no son nada si las herramientas están debidamente electrificadas. Sin embargo, más por tradición que por descanso, decidimos hacer esta ruta de senderismo que es sin duda la estrella que atrae al turismo en esta zona.

A Chulilla ya fuimos la primera noche en busca de un restaurante donde cenar y de paso, literalmente perdernos por sus estrechas y empinadas calles. Esta vez vamos de día y aparcamos la «fragoneta de los maracatones» en un parking a las afueras del pueblo, donde se acumulan las caravanas de los escaladores que acuden al barranco a suspenderse en sus verticales paredes. Al poco de avanzar por el sendero señalizado que sale frente al aparcamiento se puede admirar el surco que el río y los muchos miles de años han ido horadando.

Hace un día magnífico. Nublado aunque a veces se deja ver el sol y con una temperatura que ronda los 20 grados.

Después de avanzar alrededor de un kilómetro y doblando el sentido para seguir el curso caprichoso del barranco del Río Turia, nos sorprende un pequeño chamizo donde se venden bebidas y otros artículos. Dentro hay un señor de grandes proporciones que nos invita a pagar un euro si queremos seguir disfrutando del paseo. Parece ser que el mantenimiento de los puentes colgantes y de las barandillas son un negocio particular. Por apenas dos días, y se lo hago saber, debo pagar mi correspondiente cuota ya que los 65 años aún no los tengo cumplidos, edad a partir de la cual parece que mi pago pecuniario se va a reducir en algunos ámbitos, éste incluido.

Ahí empieza el descenso al cañón y se divisa el puente más alto. Nos sigue de cerca «la familia Sobrasada», así bautizada por Domingo cuando nos dicen que vienen de Menorca. Van varios adultos con varios niños y tres perros. Entre los adultos va un fotógrafo cargado con dos cámaras, un gimbal y un dron. Nos hacemos las fotos mutuas y les dejamos pasar para volar nuestro querido dron «Retortijón», en la más estricta intimidad, no vaya a ser que ávidos guardas forestales nos tomen la matrícula también en la Comunidad valenciana.

Damos fe de que esta ruta en MTB, no es viable. Dos días antes sobre el plano nos costó un rato convencer a Alfredo de que no es adecuado cargar con las e-bike por aquí. Menos mal que la alternativa que encontramos fue muy divertida, como cuenta en la correspondiente crónica que él mismo ha hecho.

Parece que el comportamiento de «Retortijón» es un poco errático. No acertamos a saber si es debido al accidente acuático que tuvo en el Valle de Ambroz, a la mala cobertura del GPS, al apantallamiento producido por los metales del puente colgante, a que la señal de radio entre las paredes verticales producen ecos,…etc. No obstante, al intrépido Alfredo no le acogota la posibilidad de perder tan estimado artilugio y hace sus piruetas habituales incluyendo pasadas por debajo del puente. (Véase el video -cuando esté disponible)

Llegamos al segundo y más modesto puente donde de nuevo hacemos las fotos de rigor. La «familia Sobrasada» nos precede y sólo un señor con su probable hija nos sigue de cerca. Es un lujo ver esto sin cientos de personas que es la tónica general en festivos y fechas más veraniegas, según nos informa Domingo que ya ha estado anteriormente.

Otro cartel avisa que el que quiera pasar deberá abonar la cuota establecida. Observo que quien regenta esta taquilla es un clon del anterior y deduzco que son hermanos gemelos. Suponemos que se van turnando en los puestos de pago, pues distan bastante.

Avanzamos por el margen del río en suaves subibajas. Llegamos hasta un puente metálico sobre una estructura de hormigón.

Poco más adelante finaliza el recorrido del cañón en una carretera. Ahí decidimos que dar la vuelta hasta Chulilla por el track previsto no aporta nada más que andar por un monte salpicado de pinos ralos y jóvenes, carentes de interés. Así pues, subimos hasta el Embalse de Loriguilla que Domingo conoce de su anterior viaje y retornamos por el mismo camino donde están de nuevo «los Sobrasada» volando su dron.

La vuelta la hacemos del tirón. Nos cruzamos aguerridos escaladores y algunos más paseantes que no son tan madrugadores como nosotros. Hoy los rotundos gemelos apenas van a sacar para pagarse un menú en el pueblo.

Cogemos la furgo y nos desplazamos un kilómetro hasta un parking de pago que está en la entrada del pueblo. Cuatro euros por aparcar. Da igual si estás media hora o el día completo. El problema es que el pago con tarjeta no funciona. Llamo al ayuntamiento y me dicen que ahora se acerca el responsable. Menos mal que llega un extraño señor que tiene monedas y Alfredo le cambia un billete de cinco euros por cuatro monedas que es todo lo que tiene. Sorprendido por tal negocio se va tan contento. Me llaman del ayuntamiento y me dice que el problema es que sacamos la tarjeta antes de tiempo, a lo que le respondo que no, y que nos lo ponen tan difícil que nos vamos a comer a otro pueblo por dejarle con mala conciencia.

Sin embargo, lo que hacemos es descender por un sendero que sale junto al aparcamiento en dirección al río. Abajo hay unas vistas estupendas del cañón.

El Charco Azul es muy peculiar. Con esas maderas que se adentran en un remanso de agua donde el barranco muestra sus paredes verticales y en el frente se adivina un pequeño azud con su aliviadero por el que da continuidad al Turia.

No hay nadie y podemos disfrutar del entorno para hacer las correspondientes fotos y el rodaje con el vuelo del drón. Salimos del cañón por otro sendero pegado a una de las paredes y observamos las distintas construcciones antiguas para el mantenimiento del curso del agua.

Seguimos la Senda de los Pantaneros hasta llegar a la furgo e irnos a comer a un restaurante del polígono de Villar del Arzobispo donde ya comimos el día anterior con relativo éxito. Es que no hay mucho donde elegir.

El día lo rematamos con una siesta y una cena con horario europeo (a las 20:30) en el Restaurante la Posá otra vez en Villar del Arzobispo donde se apostan los pocos supervivientes que hay en el pueblo porque entre que es la noche de Halloween, el desértico aspecto de sus calles y los disfraces de muertos de la tienda del chino, parece que estamos viviendo un capítulo de Walking Dead.

A dormir a las 22:00 que Alfredo está zombie y ya no conoce.

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Hoy 5 de Octubre del 2023 estreno mi e-bike Cube por Rascafría

Ruta realizada el Jueves 05/10/2023

Dificultad Física
Dificultad Técnica
26.5 km
436 m
56 Km Distancia Madrid
3h18'
2h13'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), 15% de trialeras, sin obstáculos, sin limitaciones de temperatura, zona de fotografía interesante

Participantes: Domingo, Félix, Juanlu, Mario

Mas detalle ruta

Descarga ruta: Rascafria-Guarda-Forestal-Senderos-Angostura-2023-10-05.gpx
Reproductor audio crónica:

Era el 22 de Abril de 2012 cuando estrené mi Top Fuel 9.7. Ya dije entonces que no sabía si esa sería mi última bici; pero que en caso de no serlo, la siguiente sería eléctrica. Y así ha sido. Han sido 11 años y 6 meses gozados con alegría y algunos sufrimientos, incluyendo una fractura de costilla que hace poco me descubrieron en una resonancia magnética. Poco he tardado en venderla. Tan sólo dos días después del estreno de la Cube. Y yo que de sentimental tengo como el cálculo de las probabilidades: entre cero y uno, he sentido un cosquilleo como de nostalgia. Como de despedida de un amigo que se va al otro lado del mundo y al que no vas a volver a ver. En fin, lo que no puedo es seguir almacenando MTB’s que apenas uso y que a partir de ahora por razones físicas y químicas, menos aún.

Requiescat in pace. La música es Lacrimosa del genial Requiem de Mozart

Vamos a lo que vamos ya con la crónica del día. Mario nos propone tres rutas por Rascafría el día anterior. Como no sabía si me iban a entregar la Cube, decidí que la intermedia sería suficiente. Finalmente me la entregan al medio día del miércoles y Mario se encuentra con el asolador panorama de una Moustache y dos Cubes todas con motor Bosch CX4 de 85Nm. Con su Trek con motor cántabro del 61 (más o menos) y sin tapujos se inclina por la ruta de medio pelo.

Después de ímprobos esfuerzos para sacar las pesadas e-bike de los respectivos coches, nos juntamos en la plaza del pueblo. Empiezo a hacer el book fotográfico a mi Cube para dejar un recuerdo imborrable que espero poder volver a ver dentro de otros 11 años y medio.

No sé como se comportan estos cacharros en las cuestas, pues apenas he hecho unos metros con alguna que brevemente me ha prestado algún amigo. Lo que me sigue sorprendiendo son los 25 kg que pesa y estoy deseando saber como se desenvuelve el motor para mitigar el sobrepeso de la e-bike y el mío propio.

Enfilamos por el margen del río. En las primeras cuestas percibimos un bienestar indescriptible. El día es impropio de la fecha. Parece que estamos a primeros de Junio (de los de antes). Harán unos 23 grados y el recorrido está verde por las copiosas lluvias de Septiembre, que este año ha sido especialmente tormentoso.

Cuando empieza a picar hacia arriba el camino, tan solo con la marcha Eco la bici se desliza suavemente. Apenas necesito hacer esfuerzo. Supongo que mi cerebro después de 25 años acostumbrado a evaluar las cuestas, no comprende lo que está sucediendo. De repente han desaparecido los 25 kg de lastre. Sube con la sensación de que vas llaneando por una cuesta en tierra que tendrá un 5-6%.

Juanlu está exultante. También está casi de estreno con su Moustache, pues es la segunda vez que monta, pero la primera con cuestas de verdad. Ya no habrá que esperarle en los cruces. Al menos en las subidas. Domingo no demuestra su perplejidad porque ya ha montado otras cuantas veces con la e-bike de Raquel y acompaña a Mario algo más atrás.

Subimos despacio y sólo de vez de cuando pongo las otras marchas durante unos metros para comprobar la sensación que transmiten. Esto es un lujo. «El sufrir se va a acabar». Esta será otra nueva frase famosa del grupo, parafraseando aquella del anuncio televisivo de «El fregar se va a acabar». También propongo la frase de «Pedalear es de pobres», pero para añadirla al catálogo, habrá que esperar a que el resto de compañeros amorticen sus «musculares» y anacrónicas MTB’s.

Llegamos en un «sin sufrir» por la GR10-1 al monumento del Guarda forestal. He de decir que siempre los hemos mirado con respeto y agradecimiento por su labor; sin embargo desde que nos multaron en el Cañón del Río Lobos por volar el dron para hacer unas fotos, su imagen se ha deteriorado. No hacíamos nada en contra de la naturaleza y un imbécil se empeñó en jodernos el día. En su recuerdo, echo una meada en el monolito.

Mario nos sorprende con sus inagotables conocimientos sobre todo aquello que tenga que ver con las MTB’s. Un gran aporte al grupo, sin duda.

Tras otras cuestas sin que las piernas lo acusen, llegamos al puente sobre el río de la Angostura donde empieza el descenso. Voy a comprobar como se comportan estas ruedas de 2,60 con horquilla Fox de 140mm. Tras comprobar que los frenos no responden adecuadamente por estar aún nuevos, decido no coger grandes riesgos hasta que se marquen en el disco. Vamos cogiendo velocidad hasta llegar al Puente de La Angostura donde empiezan las divertidas trialeras.

Es una verdadera gozada. Las piedras se las come, literalmente. Sorprende la maniobrabilidad y la seguridad que transmite. Es muy noble y las trazadas son perfectas. Las ruedas que llevo no están tubelizadas y están más infladas de lo que estoy acostumbrado. Sin embargo, no percibo rebotes incómodos. Sólo en las bajadas extremas, me corto y me bajo de la bici porque aún no soy consciente de que llevo una tija telescópica. Prefiero ir descubriendo poco a poco los límites de mi técnica con la nueva adquisición.

Cuando llegamos al pedregal que precede a la presa de Pradillo compruebo el funcionamiento de la marcha Walk. Menos mal que a los señores de Bosch se les iluminó el cerebro porque ahí volvemos a comprobar que son 25 kg de metales varios y otros componentes. Tras un breve descanso, descubre Domingo que se ha dejado la mochila con «toda su vida» según palabras literales, en el último descanso. Parte raudo y azorado en pos de hallar su vida antes de que algún desalmado se la lleve, mientras hago unas fotos, como no, de las nuevas MTB’s, que quedarán como nueva imagen de la web que Alfredo nos está mejorando.

Vuelve Domingo con mejor cara diez minutos después con su preciada carga.

Nos dejamos llevar por la gravedad y las trialeras hasta Las Presillas y enseguida a Rascafría. Allí elegimos erróneamente un restaurante llamado El Río, que Mario conocía de sus anteriores dueños que sin duda lo llevaban bastante mejor que los actuales. La terraza junto al río está muy bien. No nos dejan sentarnos a pesar de que hay mesas libres. Los dueños son extranjeros, quizás rumanos y aún no se han enterado de que va esto porque están agobiados. Mientras nos apretamos unas cervezas celebrando el estreno. Cuando ya nos cansamos de esperar nos sentamos para descubrir que varios de los platos del menú se han acabado. Comemos regular, pero no empaña una mañana fantástica.

Durante la sobremesa comentamos lo felices que nos haría Alfredo añadiendo en la app Aquihayquevenirllorao del móvil, ese botón «Return to home» que tantas veces le reclamo y que ni siquiera con el auge de la AI es capaz de desarrollar.

Nos despedimos y ahora lo más duro es meter la bici en el coche (yo creo que he gastado más energía que pedaleando) y los 90 kms hasta casa.

Os dejo con un video de la ruta que ha hecho Mario y que está muy bien porque sale el relieve en 3D

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Estrenamos la Orbea Rise H20 por San Agustín de Guadalix

Ruta realizada el Domingo 01/10/2023

Dificultad Física
Dificultad Técnica
22 km
311 m
31 Km Distancia Madrid
3h11'
2h12'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), sin trialeras, sin obstáculos, sin limitaciones de temperatura, zona de fotografía interesante

Participantes: Félix, Marisa, Pedro

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Descarga ruta: Azud-del-Mesto.gpx
Reproductor audio crónica:

Como dice el encabezado, hoy vamos de estreno. Marisa se ha comprado una pedazo de bici eléctrica de luxe y hay que probar si ambas se llevan bien. Y para ello lo mejor es hacer una ruta por el campo con un recorrido sencillo y a la vez divertido. Así que les cito a las 9:00 en el polígono de El Raso.

A las 9:00 estamos aparcados los dos coches en el sitio acordado. Esto es una norma no escrita de todos aquellos que se suman a este grupo aunque sea esporádicamente. Es que eso de esperar… no lo llevamos bien y Pedro sabe que la puntualidad es una de nuestras características.

Llevo dos rutas en el GPS porque no sé cuanto entusiasmo tiene Marisa por derrochar con la nueva adquisición. Una de 22 kms y poco más de 300 m de desnivel y otra de 42 kms y 530m de desnivel. Pregunta: ¿Cúal os apetece hacer? Marisa responde por los dos interpelados y la respuesta es tan contundente y rápida como innegociable. La de 22. El sillín ya le hizo estragos ayer en un breve paseo. Y es que los sillines de serie son cojonudos, pero no son los más cómodos para entrepiernas profanas y menos aún femeninas.

Descargamos las bicis de ambos coches y nos encaminamos a la senda paralela al río Guadalix hasta llegar a la escalera que nos baja a la cascada de El Hervidero. Pedro decide que se queda al cuidado de nuestras queridas bicis y bajamos Marisa y yo.

No esperaba que llevara tanto agua, pero pensándolo bien es lógico. Al fin y al cabo es un río de pequeño caudal, pero que no es fácil que se seque, y su cascada tampoco es que requiera el caudal del Orinoco. Es pronto y aún no ha salido el grueso del personal dominguero. Nos hacemos unas fotos y descubrimos en un rincón una pareja sentada en unas rocas. Subimos la escalera de piedra para seguir nuestra breve ruta en dirección al Azud del Mesto.

Tras unos breves consejos de como se deben manejar los cambios y las distintas marchas que ofrece en motor Shimano EP8 RS, Marisa descubre el modo correcto de usar el Turbo en una cuesta que pica hacia arriba y se desmelena a toda caña, mientras Pedro y yo nos desgañitamos para avisarle que no es por ahí. Esto nos lo hace en otras dos ocasiones. Y es que se le van las piernas como alma que lleva el diablo en cuanto ve una cuesta donde mojarnos la oreja. Pedro y yo adivinamos la sonrisa que no vemos; pero intuimos que sustituye a una mano elevada con el dedo corazón erecto. Mohínos y con las orejas gachas damos pedales soportando el caloruzo impropio de estas fechas. Son 32 grados y esto ya no hay quien lo pare.

Recorremos el barranco por el camino paralelo al río Guadalix. Su nombre de origen árabe, significa “el río de los alisos” por la abundancia de estos árboles en las inmediaciones de su ribera. Es una delicia. Vamos a la sombra de las rocas, puesto que el sol todavía no está vertical, y con una temperatura suave de alrededor de los 20 grados. El terreno está limpio en su mayor parte y apenas hay dificultad para ciclar. Es la idea principal para que Marisa pueda probar la bici. Sólo en dos puntos nos descabalgamos para pasar un pedregal descarnado que tiene cierta dificultad a la que no queremos tentar.

Llegamos al final del barranco donde el Azud de Mesto nos presta su imagen para unas fotos. Cuento el objetivo y fecha de construcción de la obra según me acuerdo de lo que leí en una exposición que hizo el Canal de YII en su sede de la Plaza de Castilla hará 8 o 10 años. Hay mucha información en internet al respecto para los más cafeteros.

Deshacemos el mismo camino hasta las cercanías de la Cascada de El Hervidero que ya hace honor a su nombre por el número de personas, que ahora sí, nos vamos cruzando. Y es que ya nos acercamos a las 11 de la mañana, la hora del marqués.

Cogemos una de las pistas que se adentra en la dehesa de Moncalvillo. Damos un rulo circular con algunas pendientes sin más dificultad que la moderada física en las que Marisa nos demuestra su superioridad debido al dopaje eléctrico. Más tarde mientras tomamos una cerveza, nos cuenta Pedro que según el monitor del reloj Garmin su corazón se ha puesto a 193 pulsaciones. Y yo le digo que ojalá llegase a esa cantidad con casi 60 tacos. Ha debido sumar las pulsaciones de ambos.

Finalmente llegamos a una barrera que preludia una bajada técnica por pedregal suelto y terreno muy seco. Tras mis pertinentes instrucciones de que sigan mi trazada, observo que no me hacen el menor caso pues a pesar de que voy extremadamente lento, han decidido elegir su trayectoria. Cuando la cosa se pone algo más fea, aconsejo a Marisa que sigan andando. Sólo se baja cuando le digo que esa parte Gustavo se la hace a pata, a lo que me contesta que si se lo llego a decir antes, se habría bajado desde el principio.

Y poco más. Nos dejamos llevar por la gravedad hasta cerca del coche donde nos desviamos hacia La Kedada para tomar una merecida cerveza en la terraza mientras comentamos lo divertido que este deporte y lo contenta que está Marisa con su nueva máquina.

Pedro ya está evaluando si le vale la talla.

Os dejo con Peter Frampton y su Signed Sealed Delivered I’m Yours. Que os guste.

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Los sufridores de Miraflores

Ruta realizada el Jueves 31/08/2023

Dificultad Física
Dificultad Técnica
40.9 km
1068 m
44 Km Distancia Madrid
4h42'
3h47'
Características Terreno Suelo duro (pueden ser de roca o pedregoso), 15% de trialeras, sin obstáculos, sin limitaciones de temperatura, zona de cazadores, zona de fotografía interesante

Participantes: Félix, Mario

Mas detalle ruta

Descarga ruta: 2023-08-31-Miraflores-Canencia.gpx
Reproductor audio crónica:

¡Ya está bien! Que llevamos sin publicar desde Mayo. El calor nos amilana cada vez más. Vale que hemos salido varias veces a andar. Incluso por la noche dos veces a ver la luna llena. Y me consta que todos hemos hecho rutas de bici solos en los distintos destinos vacacionales. También acompañados. Pero que no hagamos crónicas desde Mayo, me cruje. ¿Qué van a pensar nuestros miles de fans que esperan ansiosamente nuestras crónicas y peripecias? No, esto no se ha acabado y aquí está la muestra.

Recién vuelto de mi destino habitual en estas fechas que como sabéis es la Sierra de Gata, y después de algunas salidas tan esporádicas como cortas debido a las altas temperaturas que también allí nos han azotado, heme aquí de nuevo. Un respiro para final de Agosto nos permite a Mario y a mi hacer una ruta clásica por la sierra madrileña: Miraflores-Morcuera-Canencia-Miraflores.

Son las 8:30 y me recoge de casa para llegar a las 9:30h a la salida. Enseguida salimos por la Fuente del Cura donde dos hambrientos senderistas ya está zampando. La subida es fresquita y agradable por la sombra de los pinos mientras hablamos de variedad de temas, incluído de Rubiales. ¿Se habrá suicidado ya?

Llegamos al puerto de Morcuera bastante cansados. Yo hacía meses que no acometía una ruta de más de 40 kms y unos 1000 m de desnivel. Mario no está tirando y confiesa que no está fino. Yo me encuentro vago y sin ganas de sufrir pensando en los pocos malos ratos que me quedan. Quizás sea esta la última vez que suba estas pendientes con una MTB sin ayudas. La e-MTB está ya muy cerca. Me quedan sólo dos meses y dos días para los 65 años, fecha objetivo a partir de la cual ya la tengo más que muy merecida.

Paramos en la fuente del Cossío. Comento que esta fuente quizás esté dedicada al escritor José María de Cossío que tiene un monumento en Tudanca y famoso por el mayor tratado de toros que jamás se escribió. Me dice Mario que en el paseo Pereda de Santander tiene una estatua. Por lo que ahora he leído, era de Valladolid; pero estuvo muy vinculado a Cantabria donde murió en su casa de Tudanca, que yo visité hace unos años. Pero no. Es otro: Manuel Bartolomé Cossío profesor de la Institución Libre de Enseñanza y maestro de Julián Besteiro. Leed la info sobre la fuente si os apetece en el enlace.

Tras el correspondiente platanito, seguimos ruta por la pista que nos lleva al puerto de Canencia. Paramos en varios de los lugares con mejores vistas a hacernos unas fotos.

Ya en el puerto nos dejamos caer por la carretera hasta el desvío que nos lleva a ese caminito que transcurre entre robles y por lo tanto sus dichosas «mosquitas cojoneras». No pierden ocasión de rechupetearnos los sudores en aquellos puntos donde la dura cuesta ascendente nos obliga a reducir la velocidad. ¡Hay que ver lo listas que son! ¡Cómo se ponen en los sitios claves donde saben que no podemos apartarlas o perderlas de vista! Yo me lo tomo con guasa y pretendo que sus vuelos alrededor de mis ojos tienen como objetivo animarme para hacer que la cuesta sea más llevadera. Parezco oír sus pequeñas voces de ánimo: «Vamos chaval», «ya estás arriba», «estás hecho una bestia»…

El calor va apretando en las zonas donde las sombras desaparecen. Llegamos a la carretera que baja de Bustarviejo y subimos en busca de un camino que nos una a la pista que lleva directo a la estación de Miraflores. Tenemos que atravesar literalmente un merendero con una sombra magnífica que han situado en medio de la pista forestal. Lo hacemos educadamente descabalgados. Han tirado un chopo aún verde para que corte el sendero original y evitar que los ciclistas circulen por ahí. Eso nos cabrea y lamentamos tanta educación malgastada. Tras saltar el árbol, estamos a punto de quedarnos a comer pues son las 13:15 y ya vamos derrotados. La escapatoria es muy interesante pues después de comer te dejas caer hasta Miraflores por la carretera y llegas en un periquete. Nos lo pensamos y desistimos por la faena del chopo. Otro día.

Así que seguimos en descenso por el camino de Bustarviejo a la estación abandonada de Miraflores de la Sierra. El terreno está extremadamente seco y por lo tanto peligroso. Además llevo las ruedas más hinchadas de lo habitual por lo que ando con mucho cuidado sobre todo en los profusos arenales. Mario se me escapa y espera de vez en cuando.

Finalmente llegamos a la estación y no os cuento lo cabreante que es la soleada subida hasta el pueblo por esa calzada de bloques de granito tan agradable para el maltrecho culo. Lo tengo más irritado y rojo que el de un mandril.

Nos bajamos a Soto a comer un menú en La Perola. La jarra de cerveza me sabe a gloria.

Besos a todos. ¿Un piquito? Vale

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Por el bosque de castaños del Duque en Hervás

Ruta realizada el Martes 25/04/2023

Dificultad Física
Dificultad Técnica
14.6 km
522 m
184 Km Distancia Madrid
8h05'
3h21'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), sin trialeras, sin obstáculos, sin limitaciones de temperatura, zona de fotografía interesante

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Pepe, Tomas

Mas detalle ruta

Temperatura media: 24.3
Descarga ruta: 2023-04-25-Senderismo-Hervas-Castanar-del-Duque.gpx
Reproductor audio crónica:

Hoy toca andar. No es que hayan sido duras la rutas anteriores, pero siempre es un lujo recorrer un castañar y disfrutarlo a pie. Además, no sabíamos si la ruta es ciclable porque había lío con las alturas en los tracks que nos bajamos de Wikiloc.

El día amanece soleado y alarmantemente caluroso para la época del año. Este abril es el preludio de un verano que puede ser catastrófico en muchos aspectos. Los incendios pueden devastar entre otros, este hermoso paraje.

Salimos del modesto aunque cómodo hostal, a la hora prevista tras un escueto desayuno con zumo de naranja que ni siquiera el conformista alimenticio Alfredo, ha podido ingerir. Ahí lo dejo. El resto lo tomamos. Yo mantengo la esperanza de que ejerza su labor laxante que mitigue la falta de fibra vegetal de anteriores ingestas que tanto castigan mi aparato digestivo. Ni siquiera. Sólo el color anaranjado de ese sospechoso y translúcido líquido, aparenta lo que sólo la camarera trata como si de zumo se tratara.

Con buen criterio Alfredo acerca el coche más allá del empiece del track, evitando tres kilómetros que nada aporta al recorrido. Compro agua en la tienda más cercana y emprendemos el paseo que enseguida se interna en un robledal de hoja verde fosforito propio de su reciente nacimiento.

El robledal se va convirtiendo en castañar. La ruta discurre por una pista forestal bien cuidada y amplia. Vamos observando que salvo pequeños tramos empinados, es perfectamente ciclable. Voy dejando fe por los sitios más bonitos gracias a mi nuevo Insta360 Flow que espero nos haya dejado unas escenas bien estabilizadas para emplearlos en el video final que próximamente haré.

Domingo y Pepe caminan lentamente disfrutando del paisaje y la temperatura, hasta que llegamos al pueblo de Gargantilla que nos recibe con un puñado de vecinos de avanzada edad. Es tan pronto que variamos la intención de comprar víveres para comer en el bosque y decidimos comer como «dios manda». Tras un brevísimo paseo se nos muestra la torre campanario cercana a una humilde iglesia como único atractivo de esta aldea típica extremeña.

Recorremos una cuesta antes de adentrarnos de nuevo en el bosque. Esta sí que tiene miga de haberse hecho en bici. La variación de las alturas en el track original se debe a una mala recepción del GPS que marca puntos con aberración a ambos lados de la marcha y como es un terreno escalonado varía ostensiblemente la altitud de esos puntos.

El resto de la ruta es de retorno por una pista más alta y similar. Sin descansos y a un ritmo tranquilo, nos presentamos en el coche antes de las 14:00. Decidimos ir a Baños a comer en el comedor del alojamiento donde se sirve un chuletón con el que lleva soñando Alfredo desde ayer, por tan sólo 25 euros. Tomás y él deciden compartirlo. El resto nos decantamos por el más atractivo y seguro menú del día (12 euros con postre y café) que resulta estar razonablemente bien elaborado y con mantel de tela, como a mí me gusta. Lo aderezamos con un Ramón Bilbao de crianza por 16 euros que cumple sin resultar gran cosa, pero al menos te evita el caldo que se incluye con el menú que es de los joden la gaseosa. El silencio del casi vacío salón, resulta muy agradable y nos permite tener una conversación relajada, antes de acudir a las habitaciones hasta las 18:00. Aprovecho para ducharme y echarme un siestuca muy merecida.

Por la tarde, nos acercamos a Candelario. Se trata de un turístico pueblo rodeado de buenas vistas a la sierra y bosque. Algunas de sus callejas mantienen el sabor tradicional de las casas rústicas así como rincones con arquitectura ecléctica que se podría definir como: «si me sale con barba San Antón y si no, la Purísima Concepción».

Domingo nos cuenta el porqué de unas extrañas puertas que subsisten en las casas mejor conservadas y que servían de agarre-escudo para sacrificar al animal de turno que habría de sofocar las hambres de la familia durante todo el año.

En vista de que todos los bares están cerrados por ser martes, nos vamos a Hervás a visitar su famoso barrio judío. Nada queda de un rastro que pueda diferenciar sus viviendas de las del resto de comunidades religiosas. Salvo unas estrellas de David y carteles que lo anuncian como un reclamo turístico, puede pasar por uno más.

Para cenar decidimos que hay que repetir en El Mirador. Esta vez, unos platos combinados para los que mejor digieren, zorongollos para los prudentes y una ensalada mixta para un servidor.

Tras la vuelta al alojamiento, acostamos a Alfredo que tiene por costumbre encamarse a las 22:00 y se le ponen ojitos de sueño tras atravesar esa frontera. Tomás se vuelve con su casa a cuestas como un caracol, a su sitio de reposo, y Domingo y yo acompañamos a Pepe para que se fume su purito mientras conversamos sobre literatura, política, economía, familia, obras domésticas y otros temas propios de los yayos. Ni de deportes ni de mujeres. ¡Qué mal augurio!

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Tres Cantos y muchas más cigüeñas

Ruta realizada el Miércoles 12/04/2023

Dificultad Física
Dificultad Técnica
36.1 km
438 m
20 Km Distancia Madrid
3h30'
2h59'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), sin trialeras, sin obstáculos, no adecuado para temperaturas altas

Participantes: Domingo, Félix, Pepe, Tomas

Mas detalle ruta

Descarga ruta: 2023-04-12-Tres-Cantos-Vertedero.gpx
Reproductor audio crónica:

Por tercera vez hacemos esta ruta saliendo de Tres Cantos. La que hicimos el 18 de Abril del 2021 también me tocó contarla. Esa vez estábamos casi al completo. Aquí la dejo

El objetivo de hoy es que Domingo vaya recuperándose de su rodilla, disfrutar de la primavera, pasar un rato y comer con los amigos. Tenemos que aparcar en un descampado frente a un Hotel porque la zona habitual está lleno de los coches de currantes que no tienen ni la suerte ni la edad necesaria para poder librar un miércoles cualquiera.

El día aparece primaveral. A las 10:15h no sabemos si abrigarnos o despelotarnos. Elegimos esto último y acertamos, aunque al final se encapota y sopla el viento lo que hace descender la temperatura y echo de menos la rebequita.

Cogemos el carril bici para bajar junto a la tapia del Soto de Viñuelas. Esta espléndida finca tiene el tamaño de lo edificado en Tres Cantos multiplicado por cinco. Unas 3000 hectáreas. En Wikipedia pone los siguiente: La finca perteneció al señorío del Real de Manzanares, propiedad de la Casa de Mendoza. En el siglo XVI pasó a manos del emperador Carlos I, que se la vendió a Arias Pardo de Saavedra, mariscal de Castilla, por 42 cuentos y 24 572 maravedíes, además de 3.000 de renta anual y 7 corderos al año. Que yo se lo compraba ahora mismo. Maravedíes pues no me quedan, pero cuentos hay en casa bastantes más de 42. Se los daba todos, y 7 corderos pues también. Isabel II posteriormente, la vendió por un millón de pesetas, que tampoco me va mal.

Llegamos a la primera cuesta ligera para coger la pista del Canal y pasar junto a la urbanización ilegal Rondelo. Hacemos comentarios que no son menester de trasladar aquí; pero que nuestros lectores pueden suponer. Este camión se vuelve de la Urbanización pirata Rondelo, porque ya no hay sitio para otro chaletito, según Tomás.

Pista y más pista. Unas ovejas se agrupan a la sombra de un puente del Canal y un pequeño arroyo muestra la escasez de agua de esta primavera.

Las rachas de viento de cara ralentizan la marcha. El cielo se va embotando. El campo está muy seco para el mes de Abril. Las flores salen sin ganas y sólo por obligación. Las jaras tiene flores de pequeño tamaño. Algunos matorrales de negrillos y cantueso dan escaso colorido para la fecha. Una pena.

Ya en el cerro cercano al vertedero nos quedamos atónitos ante la cantidad de aves que nos sobrevuelan. Decenas de cigüeñas planean ante el fuerte viento sin aparente esfuerzo. Milanos y buitres son la mayoría de los que distinguimos. El viento nos evita el fuerte olor que caracteriza la zona.

Sólo queda dejarse caer hasta el restaurante. Callejeamos para llegar a La Churrasquita donde comemos muy bien. Sólo sobran las risotadas maleducadas de los comensales cercanos que en grupo de a 20, parecen que celebran una fiesta de oficina. Se lo perdonamos porque no saben que nos están pagando nuestro menú -en diferido- que diría la Cospedal. Sólo se trata de una comida habitual. Habitual en España, que en Japón dice Alfredo que comen en 20′ y me consta que no hacen mucho ruido, porque ni se hablan.

La vuelta hasta el coche ha sido un tanto extraña. Salimos dirección sur para volver sobre nuestros pasos por la calle paralela. Cosas del alcohol. Al menos hemos pasado por un paseo colorido que nos recuerda en qué mes estamos.

La próxima crónica quizás sea desde Hervás o cercanía.

Os dejo con Nembutal del Krahe cantado por Lichis. Un intelectual y un cachondo, ambos incomprendidos e infravalorados.

Ahí va la letra:

Ella se quita la vida a diario,
no sé por qué
no se convoca a un ilustre notario
para dar fe
de que sin duda es la mayor artista
del desvivir,
no la supera ningún trapecista,
ningún fakir.
Basta que un cerdo le pegue algún chasco
sentimental,
y acto seguido ella toma del frasco
de Nembutal.

Como practica el suicidio a destajo
más pertinaz,
por la mañana antes de ir al trabajo,
voy a La Paz.
Mientras mojamos tortell con microbios
en el café
le repetimos a coro los novios:
anímate,
que la montaña a Mahoma no vaya
es lo normal,
pero a tu alcance está siempre la playa
y es casi igual.

El primer día que llega a la playa
suele pasar,
que ella persiste en tirar la toalla,
tirarse al mar.
Gracias a Dios siempre va en su socorro
algún delfín,
que nos la salva atizándole un porro,
¡ostras Pedrín!

Si por azar le ha tocado la china
de un buen hachís
aplazará su entrevista Alfonsina
su vis a vis.
Porque –esa es otra–, es la literatura,
su otra pasión,
y cuanto más sea contra natura
su defunción
un autor tiene mucha más garra,
más interés:
todos tenemos un póster de Larra,
pues ella tres.
Virginia Woolf nos la vuelve tarumba,
y hasta un jersey
le ha tricotado a la cruz de la tumba
de Hemingway.

Pido perdón por hacer un inciso
tan funeral,
retomo el hilo de aquel paraíso
artificial,
que junto al mar le ayudó, sin embargo,
para que no
atravesara por un trago amargo
de H2O

Pero es inútil. Si se recupera,
cuando está bien
un par de días ya se considera
Matusalén.

Y agarra el coche, que aunque es un cascajo
se pone a mil,
y echa en cualquier curva por el atajo,
rompe el pretil.
Un precipicio le va cantidubi
si es eficaz
para ingresarla de nuevo en la UVI.
Vuelta a La Paz.

Y el traumatólogo le dice: Hola,
cómo te va.
Y ella musita desde la escayola:
ni fu ni fa.

Y en un arranque pueril que revela
su torpe afán
se comerá toda la mortadela
que allí les dan
Con la esperanza de alcanzar su norte
con la ilusión
de darle al mundo un penúltimo corte
de digestión.

Y dado que en cada intento de ésos
sufre un revés
van a sacarla en un libro de excesos
que hay en inglés.

Van a decir que es la mayor artista
del desvivir,
no la supera ningún trapecista,
ningún fakir.
Basta que un cerdo le pegue algún chasco
Sentimental
y acto seguido ella toma del frasco
de Nembutal.

Que se convoque a un ilustre notario
para dar fe
de que se quita la vida a diario,
no sé porqué.
Ella se quita la vida a diario,
no sé porqué.

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Barranquismo por Torres de la Alameda

Ruta realizada el Domingo 26/03/2023

Dificultad Física
Dificultad Técnica
23.1 km
462 m
29 Km Distancia Madrid
3h38'
2h23'
Características Terreno Suelo arcilloso (problemático con lluvia), 15% de trialeras, con un obstáculo, no adecuado para temperaturas altas, 60 metros no ciclable, con algunas fincas privadas

Participantes: Félix, Mario, Otros

Mas detalle ruta

Descarga ruta: Torres-de-la-Ala.gpx
Reproductor audio crónica:

El equipo sigue disperso. Entre los que parece que han perdido la afición, los que tienen reuniones familiares, los lesionados y los que están de vacaciones allende los mares, me encuentro solateras. Así que me uno a Mario y su equipo de Biciglotones para hacer una mini-ruta que tiene su gracia.

A las 9:45 hora oficial, porque esta noche se cambiaron los relojes al horario de verano, nos encontramos en la Plaza de Toros; Mario, JuanMa, María José, Willy y un servidor. Como no estamos adecuadamente vestidos para faenas taurinas y más bien parecemos ciclistas (sólo lo parecemos por los atavíos, que no por la silueta) cogemos nuestras mochilas y demás enseres incluida la MTB y enfilamos por un camino hacia el noreste.

Torres de la Alameda es un pueblo agrícola del este de Madrid al que nunca he visitado ni con bici ni sin ella. No es una maravilla, pero tampoco está mal. Al menos limpio si me lo pareció y es que la zona tampoco da para más. Es una planicie árida donde supuestos arroyos labraron surcos a modo de barranquitos por donde el agua debe correr en muy escasas ocasiones. El terreno es muy similar al de Chinchón, es decir yesos y arcillas que se van turnando y que advierten que en estado húmedo has de esquivar si no quieres quedar atrapado.

La ruta propuesta por Mario es de un tal David 3C que cuelga rutas en Wikiloc y al que debemos seguir a partir de ahora al igual que a Nano Flojo, porque promete.

Nada más salir nos encontramos en procesión a un centenar largo de personas que nos impiden el paso. El coche de apoyo de Protección Civil nos avisa que no podemos adelantarlos si no es a pie. La fila es de más de doscientos metros. Calculo que a pie y con las zapatillas con calas vamos a tardar más de media hora en adelantarlos. Estaba yo pensando en eso. Así que no queda más narices que hacer una de las de Alfredo con la Autoridad Incompetente, o lo que es lo mismo: anda y que te den.

En cuanto veo un resquicio por el lateral avanzo hasta que las tierras de labor lo impiden. Para entonces ya estamos suficientemente lejos del coche de Protección Civil. Avanzamos sorteando paseantes con mucho cuidado y dando los buenos días. Llevan una camiseta con el eslogan de la marcha, pero no me acuerdo que ponía. Sólo que era roja y que iban muy calladitos. Para mi que no era sobre temas de apariciones de vírgenes y otras zarandajas de la multinacional con sede en Roma.

Al fin los adelantamos a todos y nos metemos por un primer barranquito estrecho, pedregoso y seco. Sólo vamos Willy con su E-Bike de Cube y yo. Por cierto, me la ha dejado un rato por los alrededores de la Plaza de Toros y os aseguro que ya estamos perdiendo el tiempo y sufriendo innecesariamente.

(Aviso a navegantes: me quedan ocho meses para los 65 añitos y por lo tanto, para lograr la «Patente de yayo» que me permita la compra de una e-Bike sin que ello represente mofa, retranca, escarnio y recochineo del resto de malandrines de este grupo).

Me llama Mario por el móvil para decirnos que nos demos la vuelta. Y le digo que se peine. !Otra vez vamos a sortear viandantes y cruzarnos con el coche para que nos eche la chapa! Le digo que ya nos encontraremos, si dios quiere. Sin embargo, al poco rato nos cruzamos por el barranquito. Media vuelta, porque nos habíamos columpiado Willy y yo. La ruta va por encima del barranco.

Llegamos a una árida zona con muchos toboganes. Algunos por la sequedad del terreno nos amaga y los bajamos a pinrel. La parranda de senderistas pasan cerca y no es plan de darles un espectáculo gratis.

Una alambrada de gallinero de apenas 80 cms nos impide ir por un senderito y nos obliga a ir por terreno labrado. El chusquero del dueño de la parcela, ha arado y sembrado un metro más de lo que le pertenece para después vallar el camino, con tan mala leche de arar otro metro más y evitar que circulemos cerca de la inservible alambrada. Se ha dejado unos cuartos porque la alambrada gallinera tiene muchos metros. Finalmente en vista de que nos va alejando de la ruta original, decidimos aplastar la alambrada y saltarla para seguir nuestra dirección.

Apenas llevamos 12 kms y dos horas desde que salimos del pueblo. Un pinar por la derecha nos permite ver algo de arbolado y lo recorremos bordeándolo hasta que nos internamos en la única subida de apenas kilómetro y medio. Arriba oímos las motos de un circuito cercano donde practican motocross mientras nosotros nos apretamos el plátano.

Al salir del pinar nos adentramos en la tundra. Esto es un secarral que en Julio puede derretir la sesera de los camellos que sin duda por aquí deberían sustituir a los asnos de antaño. Ahora tiene un pase porque estamos en el principio de la primavera y hay atisbos de verde. Me temo que las cosechas de cereales por aquí tienen pocas posibilidades de granar como no se encadenen unas improbables lluvias de aquí a Mayo.

Engañoso verdor primaveral

De nuevo nos adentramos en otra interesante zona: el barranco de la Fuentecilla. Un estrecho sendero pedregoso; pero fácil de ciclar. Aun así, has de estar atento para no comerte alguna piedra con un pedal y dar con los huesos en el pedregal. Son las 13:15h y aquí surge la pregunta: ¿y si acortamos? Mario ha previsto dos atajos porque su experiencia le decía que en estos terrenos se enreda más de la cuenta. Yo lo tengo muy claro y no quiero llegar a casa a la hora de la merienda, así que mientras los demás piensan lo mismo que yo y no lo dicen, propongo ir al pueblo por el sitio más cercano para tomar una cerveza. Vítores y aplausos contenidos. Enfilamos para Torres de la Alameda en busca de una terraza. Después del primer intento fallido por estar al completo, nos acercamos a otra terraza cerca de los coches que resulta ser un Kebad. No hay nadie. Por algo será. El olor a esas carnes de dudosa procedencia, me repele. Un señor de aspecto moruno se afana en limpiarse los dientes junto a la puerta del local. Me recuerda el mercado de Marrakech y se me quita hasta la sed. Más aún cuando me asomo por la ventana y veo el interior de la cocina. Atufa a especias para disimular la veteranía de las carnes «sabe dios» que forman ese rulo tan peculiar. Pregunto con desgana si podemos tomar una cerveza y me contesta que sin alcohol. De puta madre, ya tengo la excusa para salir de allí pitando.

Callejeando llegamos a la plaza del Chalet del Cura que luce muy aparente y bien apañado recientemente. Allí nos invita Willy a una cerveza mientras establecemos una tertulia hasta las dos y media. A él le dedico la música de AC/DC «Highway to Hell» que seguro que lleva en su peculiar radio que monta en su manillar.

Por cierto, ¿sabéis por qué se llama el conjunto AC/DC? Buscadlo que es una anécdota curiosa.

Chalet del Cura

Ha sido un placer conocer a estos Biciglotones a los que invito a que se acerquen a nuestra web y que escarben en ella para recorrer sus entresijos. Nos vemos.

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Cabanillas trialeras de maravilla

Ruta realizada el Domingo 19/03/2023

Dificultad Física
Dificultad Técnica
28.8 km
681 m
45 Km Distancia Madrid
3h30'
2h36'
Características Terreno Suelo duro (pueden ser de roca o pedregoso), mas de 40% de trialeras, sin obstáculos, no adecuado para temperaturas altas, 20 metros no ciclable, zona de cazadores, zona de fotografía interesante

Participantes: Félix, Otros

Mas detalle ruta

Descarga ruta: Cabanillas-trialeras-de-mar.gpx
Reproductor audio crónica:

De nuevo nos acercamos a Cabanillas para recorrer sus vericuetos. Esta ruta la hemos comentado en diversas ocasiones. Desde que la descubrimos hace ya cuatro años, la hemos repetido y siempre con gran satisfacción porque tiene unos rincones verdaderamente bellos, y más aún en primavera.

Salimos con algo de fresquito; pero enseguida se entra en calor gracias a una breve e intensa subida por un callejón verde que a veces se encuentra lleno de maleza. En esta ocasión está limpio de hierbas, aunque olvidaron eliminar las ramas laterales que sobresalen de las paredes de piedra y que amenazan con golpearnos e incluso tirarnos del manillar.

Vamos subiendo en dirección a Valdemanco por praderas y monte bajo. Los senderos a veces se estrechan y en sus constantes subi-bajas, con diversas dificultades técnicas, hacen que disfrutemos con delicia de la bici. El cielo azul, la piedra gris, las nubes algodonosas blancas y el verde de la hierba; nos recuerda que la primavera estar por llegar de un momento a otro.

Un pequeño desliz y ya te has follado al gato

Llegamos a Valdemanco que dejamos a la derecha sin acercarnos a la población. Continuamos hasta la estación de Bustarviejo en suave llaneo, no exento de dificultades técnicas por senderos pedregosos y estrechos.

Tratamos de buscar un desvío a la izquierda del puente del tren para evitarnos la subida hasta el penal, pero no es viable. La altura desaconseja triscar por una vertiente tan abrupta.

El penal está abierto. Así que después del platanito, nos metemos a ver el Destacamento penal de Bustarviejo. Sobran los comentarios. Ya os puse un link en otra crónica que explica con detalle como se las gastaban los golpistas, mal llamados «nacionales», en este establecimiento donde se ensañaban con los que legalmente votaron la democracia, y que despectivamente llamaban «rojos».

5 MENTARIOS

Bajamos por esas trialeras de granito tan conocidas y divertidas que terminan debajo del puente del tren. Recuerdo que en octubre del año pasado, Rufi tuvo un incidente aquí, que acabó en el hospital.

Ahora empieza la parte más divertida. Tras cruzar la carretera se toma un camino que se va tornando en sendero. Más adelante, tras pasar una cantera se convierte en una delicia de paseo con ligera cuesta abajo a la ribera del arroyo Albalá. Esta zona es sumamente bonita. Lástima que sea tan corta. No dejamos constancia fotográfica porque vamos tan embelesados que se nos olvida siempre.

Ya queda subir la última cuesta importante bordeando otra cantera, para dejarnos caer por los preciosos senderos de la Senda ecológica de Cabanillas.

Y poco más. Llegamos al coche tras disfrutar de la incipiente primavera que ya está aquí. Una magnífica forma de pasar la mañana del Día del Padre.

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El Pontón de la Oliva y las Cárcavas

Ruta realizada el Domingo 26/02/2023

Dificultad Física
Dificultad Técnica
24.5 km
631 m
56 Km Distancia Madrid
2h45'
2h26'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), sin trialeras, sin obstáculos, sin limitaciones de temperatura, 25 metros no ciclable, zona de fotografía interesante

Participantes: Alfredo, Félix

Mas detalle ruta

Temperatura media: 8.7
Descarga ruta: Ponton-de-la-Oliva-Carcavas20230226.gpx
Reproductor audio crónica:

Nuevamente nos encontramos Alfredo y yo. Sólos ante el frío. El grupo sigue diezmado por las lesiones y por la pereza. Así que los irreductibles nos plantamos en el Pontón de la Oliva a las 9:30, con más grados de temperatura de la prevista porque según los agoreros de la AEMET, se preveía una desalentadora mañana de -3º cuando la realidad fue que hacían +6º.

Me temía que el parking siguiera con la entrada llena de baches y que se repitiera la historia del año anterior cuando nos dejaron encerrados. Pero no. Está arreglada y además pudimos aparcar en una de las últimas plazas disponibles de la primera terraza.

Agua para Madrid

Agradeciendo el ascenso por la carretera que nos ayuda a entrar en calor, llegamos a la entrada de la Cueva del Reguerillo jadeantes. Cogemos el camino que nos ofrece las vistas del recorrido final apreciando las cárcavas que luego visitaremos en detalle. A lo largo del camino nos encontramos carteles con avisos de «Abejas trabajando», que me hacen sonreír porque con estas temperaturas, las laboriosas abejas estarán a buen recaudo y las imagino apretujadas en las colmenas en espera de la llegada de la primavera.

Los almendros en plena floración salpican el recorrido con sus flores de color blanco o rosa, según la variedad, mientras recorremos la tortuosa ribera del Lozoya. Sorprende ver la cantidad de árboles vencidos y tronchados probablemente fruto de la pasada Filomena. Podría ser de vientos, pero aquí estamos muy protegidos al estar rodeados de altos paredones de piedra.

El pequeño azud de Navarejos me recuerda aquella vez que Pepe no pudo contenerse al ver a dos muchachos intentado pescar y les dijo: «todos los peces que cojáis me los como crudos», dejando perplejos a los inexpertos aprendices de pescador.

¿Cuántas veces habremos recorrido estos parajes? Hace veintitantos años que Pepe y yo, la hicimos por primera vez. ¡Qué barbaridad! Si me hubiesen dicho que después de tantos años seguiríamos juntos disfrutando de este entorno, hubiese dudado y contestado: ¡ojala!

Llegamos a la presa de la Parra. Sus aguas procedentes de la hermana mayor de El Atazar, fluyen con generosidad. El puente metálico y peatonal avisa que no está permitido el paso. Comprendemos que es la forma de quitarse la responsabilidad del Canal de YII ante cualquier accidente, ya que carece de sentido que corten aquí el paso, de las rutas habituales de la zona y del único puente que cruza el río.

Dos kilómetros de subida por un pinar nos hace entrar en calor nuevamente. El jadeo y aspirar por la boca, me dejará una ligera faringitis que arrastro en estos momentos mientras escribo esta crónica.

Descendemos rápidamente con el cielo ya totalmente despejado hasta las ruinas de esa casa con estupendas vistas donde habitualmente paramos a comer el plátano y contemplamos las roderas de motos por la vertiente norte que en algunas ocasiones hemos bajado. Recuerdo que la primera fue por culpa de una cacería que nos varió la ruta y nos llevó a esta escarpada bajada que en buena parte hicimos a pie.

Nueva subida hasta Alpedrete de la Sierra por una pista que han ensanchado casi al doble de la original. Se han llevado de por medio aquellos árboles que anduvieran al ras del camino, siendo algunos de ellos almendros de buen porte.

Tras una breve bajada, enfilamos la subida que nos acercará a las cárcavas. También han arreglado y ensanchado la pista. El paisaje es demoledor. Todo está quemado y negro. Por algo se llama el Cerro de Mingo Negro. Ni un ápice de vegetación. Todas las jaras están peladas y las ramas ennegrecidas. La extensión quemada es importante y debió ser un fuego duro porque sabemos que la jara es resistente a él. Parece que va a tardar en reponerse siquiera de vegetación de monte bajo.

Llegamos a las Cárcavas. Hay multitud de gente subiendo desde El Pontón a pesar de que el día no prometía buen tiempo. Hacemos y nos hacen varias fotos en este paisaje fantasmagórico y bien cincelado mezcla de arcilla y roca sedimentaria. En otro tiempo o los más fantásticos dirán que es fruto del zarpazo de una gran bestia mitológica. La naturaleza es caprichosa y la erosión deja aquí unas pintorescas formas con escarpadas agujas que sorprenden, tanto por su altura como por su contrastado color rojizo, frente al resto del paisaje.

Decidimos cambiar la ruta y bajar por la parte difícil. Una pareja se sorprende que bajemos por ahí. En algunos puntos las roderas y escalones son imposibles de sortear, además el terreno está bastante seco. Así que para no dar espectáculo y evitar las risas de los paseantes, decidimos patear las zonas más abruptas.

Y acabamos en el parking que está hasta la bandera. Un día más que aprovechamos y que nos deja un recuerdo a través de esta crónica que espero haya sido de vuestra satisfacción. Quizás dentro de otros veintitantos años la podamos leer, porque dudo que la vivamos en primera persona siquiera con e-bike.

Os dejo con Hugo Díaz y un tangazo en homenaje a Carlos Gardel.

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