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Patones y el poder de las migas

Ruta realizada el Domingo 28/02/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
23.4 km
770 m
52 Km Distancia Madrid
3h35'
2h31'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Alfredo, Félix, Juan, Miki, Rufi

Mas detalle ruta

Temperatura media: 12.2
Descarga ruta: Patones-2021-02-28.gpx
Reproductor audio crónica:

Parecía que este domingo no habría excursión, hasta que el Prior de la Residencia El Nido del Cuco, padre Alfredo nos convocó a una ruta por Patones con el reclamo de no ser una excursión para nenazas. Apenas 20 kms con 800 y pico metros de desnivel. ¡Humm, algo no me cuadra! pensé, mientras me trasegaba una Voll-Damm.

Los residentes andaban un tanto remisos porque ya saben que por esa zona abundan las trialeras y los desniveles matadores. Y un servidor que no recuerda una sola vez de las múltiples que hemos ido por esa zona, que no haya tenido al menos una caída, ando con las orejas levantadas como un lince cuando oye Patones. Con meticulosidad anduve analizando la propuesta del sr. Prior y descubrí que además de estar pintada a la inversa, el IBP era de 93 con algún repecho del 26% de ascenso y más de 6h de trayecto. Hecha mi aclaración pública por WhatsApp, el resto de residentes parecían darse mus. Pero ahí, estuvo fino el padre Alfredo al incitar al pecado con la alusión de su cercano cumpleaños y la promesa de unas migas al llegar a Patones, como es tradicional desde hace tiempos inmemoriales.

Dicho y hecho. Como saliendo de la ultratumba el paciente Juan que ha estado varias semanas desaparecido contestó con un lacónico, «pásame la ruta». Inmediatamente y como un resorte, Miki contesta que también quiere migas. El resto de nenazas, se excusaron con variados motivos. Que si la familia, que si un golpe en el fistro duodenal, que si haciendo ejercicios espirituales en el Escorial…

Así pues nos encontramos ya subiendo y compartiendo la carretera con numerosos coches y motoristas ruidosos hacia Patones de Arriba. No son las 10:00 y encontramos el pueblo petado de paletos de Madrid. Mi conclusión es inmediata: no podremos tomar las gustosas migas con este aluvión de turistas de grandes coches, medio pelo y baja estopa.

Por las pistas del Canal nos encontramos con un grupo de ciclistas similar al nuestro, pero con mayores muestras de indecisión ante las distintas alternativas. Así que sigilosamente nos van siguiendo y deciden adelantarnos cuando se creen que ya han enfilado correctamente. Al rato los perdemos de vista lo que me hace pensar que han derivado al canal bajo y tendrán que subir de nuevo si quieren ir a la Presa de Parra, que presupongo es su destino.

Llegamos al tramo más empinado del recorrido. No lo recordaba, pero es conocido y doloroso, aunque no tanto como sospechaba ya que se trata de una pista ancha y bien conservada. La alternativa de ir por la carretera hasta el Poblado, la desestimo ante la afluencia de molestas motos y coches.

Bajamos a hacernos unas fotos al Poblado de Patones y de nuevo subidón hasta llegar a la carretera y tomar un sendero entre pinos donde coronar la parte mas alta de la ruta.

**** ATENCIÓN no existe el video VID_20210228_115255.mp4 en el álbum de Google de la crónica

Si no hago esta aclaración, el Prior me condena sin postre en la Residencia. La ha subido a la primera. Juan a la segunda y Rufi a la tercera. Miki y yo a la primera con el uno-uno (un pie detrás del otro)

Ya sólo queda bajar, aunque lejos de ser ser fácil siempre es más agradable. Parece que el Prior anda con prisas y nos lleva por lo peor. Los abundantes charcos se van convirtiendo en profundas roderas de varias trayectorias todas malas de pasar, aderezadas con vegetación hostil que araña y golpea con sañuda frecuencia el casco de Miki. Mientras sorteamos numerosos grupos y parejas sueltas de paletos de Madrid, podemos observar la cara de incredulidad que ponen cuando nos ven a ratos montados y a ratos chapoteando con la bici al hombro. Se cruzan unos frikis con bicis y cascos de descenso y se dirigen en sentido contrario, es decir en subida. Se van a hinchar a empujar, pienso para mis adentros. Lástima que los tramos más bellos y fotogénicos no queden registrados por las ansias. Siempre nos pasa igual. Parece que nos ponen un cohete en el culo a ver quien corre más por las trialeras.

Esto parece San Lúcar en verano. Se nota que la peña necesita aire limpio y disfrutar del campo. Es imposible que haya sitio para comer para tanta gente. Está hasta la bandera y la entrada al pueblo la realizamos esquivando al aturullado personal.

Con la eficacia que caracteriza al Prior, en breves instantes tenemos las cervezas en la mano y dos raciones de suculentas migas en una mesa que acaban de abandonar unas chicas. Fotos para chinchar a los ausentes y salida apresurada de este antaño reducto de paz convertido en un pasacalles parecido a la Calle del Laurel de Logroño. Y aquí termina nuestra ruta de hoy. Quedamos a la espera de la del jueves que no será más y mejor, porque no se puede. Bienvenidos de nuevo a los enclaustrados Miki y Juan que parece que hubieran estado entrenando en su confinamiento.

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Canencia-Pinilla del Valle, la primavera invernal

Ruta realizada el Jueves 25/02/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
36.6 km
484 m
54 Km Distancia Madrid
4h00'
2h55'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Juanlu, Rufi

Mas detalle ruta

Temperatura media: 8.9
Descarga ruta: Canencia-Pinilla-del-Valle-2021-02-25.gpx
Reproductor audio crónica:

No había muchas ganas de grandes gestas ni cuestones de impresión, porque de todos es sabido que la «juventud» es especialmente sensible a la astenia primaveral. Así que escogimos esta ruta tranquila y bonita que tantas veces hemos realizado.

Quedamos inusualmente pronto, a las nueve, para que Fernando pudiera asistir por la tarde a 4 horas de ópera ininterrumpidas, una nibelungada de Wagner que a cualquier otro provocaría unas ansias irrefrenables de invadir Polonia, pero que Rufi seguro que digiere como si tal cosa.

Como hay ganas de primavera y en Madrid hacía una temperatura estupenda pensé en ponerme el modelito de pantalón corto pero mi ancestral prudencia lo evitó, plantándome mi malla larga ligera y los botones de rigor, aunque tenía la secreta esperanza de encontrarme el campo bucólico y sin charcos.

Pues no señor, en Canencia hacia una estupendos 4 graditos. Habíamos escogido este lugar sobre todo para dar gusto a Alfredo que tenía localizado un restaurante donde comer cabrito, un sueño recurrente de nuestro webmaster. Pues tampoco era el día porque el susodicho restaurante estaba cerrado. Ni empezamos a las 9 porque tuvimos que poner a punto el Cencerro Digital (new release v3) a Juanlu que, extrañamente, tenía problemas de índole técnica. También se olvidó las botas, pero esa es otra historia.

Así que salimos tarde y helados en dirección a nuestro primer objetivo, el embalse de la Pinilla, recorriendo lugares sobradamente conocidos pero que siempre te sorprenden agradablemente. Incluso una vaca avileña cuerniafilada que no se quitaba del camino nos hizo gracia.

Pero, últimamente, siempre tenemos que tener algún problema técnico y esta vez el agraciado fue un servidor, que rompió la cadena. Tardamos más en desenredar la cadena del plato que en arreglarla pero pronto seguimos con nuestra ruta.

El recorrido por los alrededores del embalse son tan agradables como siempre aunque con mucho más barro del esperado. Definitivamente he hecho bien trayendo los botones.

Yacimiento del Calvero

Esta vez no nos detuvimos en el yacimiento arqueológico. Ya bastante neandertales somos, hay que reconocerlo, y además, el recibimiento que tuvimos la última vez por parte del vigilante no fue muy agradable.

Definitivamente estamos muy vagos. Con la excusa de que Fernando no se pierda la Wagner Jazz Session, pasamos olímpicamente del ramal que nos llevaría a Alameda del Valle y seguimos bordeando el embalse. A la salida de la Pinilla nos tomamos el platanito, todavía con un poco de frio.

Vamos confiados. La ruta es sencilla y nada parece interponerse entre nosotros y Canencia. Y es que no aprendemos y la ruta, claro, nos pone en nuestro sitio.

De repente el camino se vuelve una secuencia de charcos gigantes, uno tras otro. Hacía poco que alguien había mandado un video de un tío, que en una circunstancia parecida, rodando atravesando arroyos acababa hundiéndose totalmente en una poza, como si de el submarino de El Octubre Rojo se tratase. Según iba por los charcos, no me quitaba esa imagen de la cabeza y tuve que recurrir a pensamientos sexuales para intentar olvidarla y seguir adelante, que si no Alfredo me llamaba nenaza.

Cuando salimos de esta zona, nos perdimos en el único punto donde había un bifurcación a pesar de llevar tracks, navegadores, satélites, aceleradores de hadrones y la madre que nos parió. Tenemos menos orientación que un mejillón.

Cuando nos aclaramos, enfilamos una pista que pensabamos que nos llevaría rápidamente a Canencia. Íbamos charlando tranquilamente, ajenos a lo que nos deparaba el cruel destino, cuando apareció el cuestón. Al principio no parecía que fuese para tanto, pero claro, un cuarto de hora después cambias de opinión. El Colladillo se llama, que digo yo que será irónicamente…

Lo peor es que al llegar arriba uno descubre que ha subido para volver a bajar. Eso me agradó especialmente y bajé maldiciendo por lo bajini. Y así llegamos a Canencia de nuevo. Allí decidimos irnos al Caudrón a comer, después de despedirnos de Fernando haciendo el paso de la oca.

No había cabrito pero se estaba muy bien en la terraza del restaurante. Mientras esperábamos nos entretuvimos viendo como Félix se aplicaba en la limpieza de su bici con su nueva bomba de agua hiperbolic megaflux special . En pocos minutos la lavó, enceró y abrillantó. No sé si en el coche tendría a la vez un rumba, limpiándole el polvo. Después nos metimos entre pecho y espalda una fabes y unas carrilladas (más o menos). El resultado final de la escapada a nivel calórico es claramente positivo, pero bueno, la próxima vez lo arreglaremos. Como siempre, un placer salir y compartir. Hasta la próxima.

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San Agustín de Guadalix

Ruta realizada el Domingo 21/02/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
39.2 km
600 m
31 Km Distancia Madrid
4h08'
3h05'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Félix, Pepe, Rufi

Mas detalle ruta

Descarga ruta: 2021-02-21-San-Agustin-de-Guadalix.gpx
Reproductor audio crónica:

No sabía si sumarme a la salida o no, es que eso de la lluvia acochina mucho, si no, ¡que lo digan los ausentes! También influye que salí ayer y dos días seguidos pesan.

Finalmente no sé por qué, pero aquí estoy, haciendo bulto con estos dos, que después de haber mostrado y compartido sus recelos en el chat, se suman a una idea común: quedarse en casa es peor.

Un buen encuadre y un paisaje que no valoramos bastante

Nublado y con buena temperatura, nos saltamos las bandas plásticas de la poli poniendo puertas al campo y nos tiramos por donde casi siempre, pista arriba a rodear cañones y barrancos.

Poco hay que comentar sobre este sobado recorrido, así que usamos la húmeda para contar de nuestras vidas y pesares. Que si los pisos no bajan, que la economía no sube, que el cabrón de mi niño me quitó el cargador del móvil y…¡coño! Qué bonitos están los almendros. Flor blanca, manto de fondo verde y olor dulzón en la nariz, certificando que estamos sanos.

Sorbiendo miel de almendro, con cara de vender cupones

Seguimos dando pedales sin prisa, rezongones, más por decir que hemos salido que otra cosa. En esto llegamos a la carretera San Agustín-Colmenar y aprovechamos para dar un trasquilón a la ruta sin dudarlo un instante.

Cambiamos la orientación de la marcha y empezamos a rodear el barranco en dirección NE. Una gentil guardesa o forestal o vigilanta nos indica que no podemos pasar, que hay cacería, que imposible. Como tiene la voz dulce y las tetas generosas, la damos coba un rato, preguntamos por alternativas, nos enseña el mapa sobre sobre su móvil. Para no ser menos la enseñamos también el mapa sobre el nuestro y llega ella solita a la conclusión de que vamos bien, que no hay peligro, que sigamos adelante. Creo que nos despide con pena ¡pero la obligación es la obligación!

Otra carretera, esta vez la que une Montenebro con Pedrezuela. Hay que bajar por asfalto y hacer una subida de un kilómetro que da perezón, así que para ahorrarla, nos damos la vuelta hasta la presa, nos comemos unos repechos significativos y alcanzamos Pedrezuela con 10 kilómetros más ¡somos así!

A Félix le gusta su bici (inexplicablemente)

Recto hasta las cercanías de El Molar, bajada al canal y tramo por el barranco, visita al Hervidero y gente, mucha gente, más que en Sigfredo. Increíble, como bien comenta Félix, el daño que está haciendo el wikiloc. Mira que está vallado por la policía, que el pueblo está confinado, el día lluvioso, pues aun así. Hay hordas de paseantes por todos lados, de esos que llevan el perro suelto, que se sorprenden de verte y paran en mitad del camino cerrándote el paso con sus culos desparramados.

Comienza a lloviznar, pero ya estamos llegando al coche. Un rulo de los de siempre, con un par de tramos cortos que quizá no hicimos antes.

(relato amenizado por Peggy Lee con Iggy Pop)

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Carabaña – Mondéjar

Ruta realizada el Sábado 20/02/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
47.3 km
285 m
44 Km Distancia Madrid
4h59'
3h27'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Pepe, Otros

Mas detalle ruta

Descarga ruta: Carabana-Mondejar2021-02-20-0858__20210220_0858.gpx
Reproductor audio crónica:

By José María Castellón

Son las 9:00. Tal como acordamos el día anterior, Pepe, Enrique y José María (este modesto cronista) nos encontramos en un parking muy apropiado en el pueblo de Carabaña. Nos preparamos rápidamente, incluyendo la tecnología que algunos necesitamos para orientarnos, seguir la ruta y, sobre todo, inmortalizar digitalmente nuestros esfuerzos; otros, como Pepe, se orientan en base a vivencias históricas y otros, como Enrique, a golpe de intuición. A las 9:20 los tres estamos pedaleando en busca de la ruta, algo alejada del parking, para lo que tenemos que recorrer algún kilómetro por la carretera que divide el pueblo y atravesar un puente de piedra sobre el río Tajuña. A continuación seguimos un carril bici (autopista para ciclistas, diría yo), con el río Tajuña a nuestra izquierda, así como la carretera que une Carabaña con Orusco.

La orografía es de una pendiente muy suave, manteniendo una velocidad media cercana a los 20 km/h. Paisaje ondulado, con matorrales y encinas. Al cabo de algunos kilómetros, ya a la altura de Orusco, empezamos a tener algunas dificultades menores que nos recuerdan a la borrasca Filomena, con árboles caídos que obligan a dar algún rodeo. Nada que nos impida continuar fácilmente nuestra marcha por el sendero hacia el pueblo de Ambite, que queda al otro lado del río y de la carretera.

En una breve parada nos fijamos en el Palacio de Ambite colgado en una ladera un poco más allá del pueblo del mismo nombre, cuya milenaria y gigantesca encina tiene una romántica leyenda sobre una bella princesa cautiva cuyas lágrimas, en espera del caballero que amaba, hicieron germinar una bellota que se convirtió en la gran encina. La princesa esperaba a su amado al lado de la encina y si comía una bellota dulce significaba que aquél volvería. Pepe nos cuenta que ha quedado la costumbre de que los novios acudan al lugar antes de casarse a comer una bellota; si es amarga el matrimonio tendrá un futuro difícil, pero Pepe nos aclara en ese momento pre-nupcial ninguna pareja encuentra amarga la fruta. ¡Cosas del amor!. Pepe es un archivo de base orgánica, con nada que envidiar a los basados en silicio, que mantiene multitud de datos sobre lugares, eventos y anécdotas que amenizan cualquier ruta.

A partir de ese momento la pendiente va aumentando, no demasiado, las encinas y matorrales  empiezan a invadir el camino y, sobre todo, empiezan a abundar las piedras de roca caliza en la senda, dificultando el rodaje de las bicis (a uno más que a otros). La ruta es cada vez más estrecha, con un lecho de piedras de todas las formas posibles que dificultan el equilibrio. En algún momento, incluso los más avezados ciclistas tienen que poner pie a tierra para superar algún obstáculo o dificultad. Llega el momento en el que este cronista ya no puede volver a mantener el equilibrio, salvo en algunos tramos cortos. Sin embargo, los aguerridos Pepe y Enrique continúan pedaleando bravamente sobre sus monturas en el tercer piñón. Ya en ese momento José María, pie en tierra, anda dificultosamente con sus calas sobre las piedras del camino. Esa zona se nos hace interminable, sobre todo al cronista, aunque probablemente no fueron más de 3 kilómetros. Pese a la dificultad de este tramo y para compensar, al tomar altura se aprecia mejor el paisaje sobre la vega. En un punto de espera Enrique le explica a José María que es una cuestión de pericia y arrojo, pero éste reflexiona que, tal vez, va un poco corto de ambos atributos.

Por fin acaban las piedras, aunque seguimos subiendo sin grandes esfuerzos hacia el pueblo de Mondéjar, punto más lejano de nuestra ruta. Paramos unos minutos en las ruinas del Convento de San Antonio, de finales del S. XV, donde nos hacemos algunas fotos para glosar la jornada. Pepe le pregunta a José María qué le parece, pero a éste le da pena el estado de ruina del convento, del que sobrevive una bonita portada. Continuamos hacia el centro del pueblo, atravesando unas preciosas calles empedradas, y llegando finalmente a la Plaza Mayor donde está la Iglesia de Santa María Magdalena, del S. XVI, ya de estilo renacentista, pero con un aire gótico.

Aprovechamos para sentarnos en una terraza a tomar un café y comentar la ruta. Allí nos encontramos a otros esforzados ciclistas, estos bien dotados de unas cabalgaduras eléctricas que, sin duda, les permiten recorridos que nos están vedados a los demás. Tal vez por ello se estaban “apretando” sendos bocadillos de jamón y lomo con pimientos junto con una jarra de cerveza. Nos cuentan las bondades de la bici eléctrica. Aprovechamos para hablar entre nosotros de la idoneidad de la bici eléctrica en determinados parajes protegidos y de las ventajas de esta tecnología, aunque ninguno de nosotros queda convencido. Por cierto, yo no sabía que las bicis eléctricas no superan por ley los 25 km/h con apoyo de la batería.

A continuación la vuelta, mayoritariamente en descenso. Enrique se adelanta con ímpetu y tiene que corregir cuesta arriba un par de veces, pero no importa porque él no diferencia entre cuesta arriba y cuesta abajo. La primera parte de la vuelta es por el lado contrario de la carretera, ya sin el incómodo tramo de piedras infinitas, pasando previamente por el Lavadero del Pilar, donde antaño se lavaba la ropa sin la comodidad del centrifugado. La bajada es sencilla, aunque de vez en cuando tenemos que llevar la bici en volandas como resultado de Filomena. También hay alguna zona invadida por encinas y matorrales que ni tan siquiera permiten el paso de Pepe sin poner pie a tierra. Pasado el grueso de la bajada nos incorporamos a la carretera, siempre incómoda para el ciclista, durante un kilómetro. En breve llegamos a Ambite y retomamos el fácil camino de ida en su primer tramo. Ahora se nota que, animados por el buen día y ya pasada la hora del Ángelus,  hay bastantes paseantes, algunos de edad avanzada, y otros ciclistas pese a que se ha levantado un viento molesto.

Enrique, incombustible como siempre, tiene otra actividad deportiva a primera hora de la tarde y se despide de nosotros, adelantando camino y tiempo pedalada a pedalada y perdiéndose rápidamente en el horizonte con su energía sin límite. Pepe y yo, ya en camino prácticamente plano, continuamos a menor ritmo hablando de tiempos pasados. Estos últimos kilómetros se hacen algo pesados. El viento, siempre en contra (¿cuándo no lo está?), ralentiza la marcha. Me atreví a aventurar que el viento equivalía a 2º o 3º de gradiente. Tal vez me quedé corto porque la pedalada se hacía dificultosa y lo que era plano cada vez parecía más cuesta arriba. Metro a metro Pepe va adelantándose hasta que Carabaña empieza a pasar a nuestra derecha, al otro lado del río.

Poco a poco llegamos al final del recorrido. De nuevo el puente sobre el río Tajuña, la carretera que atraviesa el pueblo y, por fin, el parking. El coche de Enrique ya no está, dejando la incógnita de cuánto tiempo nos sacó finalmente. Recogida, desmantelamiento de la tecnología, bicis desmontadas dentro de ambos coches y abrazo final, siempre virtual.

Talamanca – Espartal – Vellón

Ruta realizada el Jueves 18/02/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
39.8 km
751 m
40 Km Distancia Madrid
6h28'
3h19'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Pepe, Rufi, Mario

Mas detalle ruta

Temperatura media: 14.4
Descarga ruta: Talamanca-del-Jarama-2021-02-18.gpx
Reproductor audio crónica:

La propuesta fue de Domingo, que últimamente tiene trillado el wikiloc y siempre propone cosas originales. Sobre el papel pinta bien, con un poquito de todo, como para no oír protestar a nadie, vamos. El único miedo es si el camino coge algún bajío de esos en los que se amasa el barro de hacer pucheros, entonces estamos perdidos –mejor, hundidos-

Salimos a las 10h. Bueno, no. A las 10h, más el tiempo de contarnos, decirnos, preguntarnos, observarnos y, si no fuera por el virus, sabe Dios qué más.

Lo cierto es que la ocasión lo merece. Estamos de flamante estreno. Hoy, este honorable grupo sale al campo por primera vez con la versión 1.0 del aclamado “cencerro digital”. Alfredo ha hecho un desarrollo alucinante y no solo eso, ha sido paciente para llevarnos de la mano a cada uno hasta que hemos conseguido que el sw arranque en todos los celulares que portamos. Conociendo a mi amigo y su inclinación al “blending in”, tiene muchísimo más mérito el esfuerzo de lanzarnos a todos al espacio digital que el sortear los trucos y API de cada servicio externo.

Con los ojitos en la pantalla echamos a rodar por caminos bien prensados, algún charco ocasional y sembrados inundados a los lados. Son tierras de cultivo que ahora están bonitas, aunque cabe investigar si hay alguna opción junto al cauce del rio.

A los 8 km de recorrido nos dejamos de llaneo y enfilamos por pista del CYII hacia el Espartal. Ya lo hicimos más veces, pero siempre me sorprende cómo aparece el pueblo de repente, al girar una curva, encaramado a la loma de un baranco.

De ahí seguimos subiendo buscando el techo de la ruta. Con un recorrido por sendero mojado, con rodada estrecha, alguna piedra y aderezo de zarzas. Me empeño duro para superarlo con un mínimo de dignidad y pocos apoyos. Aprovecho que voy solo porque evité una de las paradas y llego a la ermita de San Blas (no confundir con la Miraflores, que esta es seria) como un señor.

Aun diría Rufi que no vio dificultad ninguna, que es un sendero muy sencillo, que…¡cómo me joden los chulitos!

Nos comemos el plátano en sagrado y cada uno hace de la cáscara lo que su educación le enseñó.

Nos hacemos una bajadita cómoda y nos acercamos a la subida a la atalaya, o antena, o lo que haya, porque viendo que se trata de un sendero de los de empujar (y no con la tripa), pasamos del ascenso extra y nos vamos directamente a por al siguiente cuesta del recorrido. Empinada como verga de quinto y exigente como su sargento. Ahí nos damos un buen apretón para bordear El Vellón (ole, poeta).

Ya solo nos quedan unos pocos sube y baja, unos pasos sobre el canal para los más lucidos y otro tramo de campo cultivado, desandando lo andado.

Volvemos al pueblo por el mismo puente que salimos, una pasarela colgante sustentada en cables de acero, que a nuestro paso nos deleita con su swing, sobre un Jarama que hoy quiere ser Tajo.

Comida al sol en febrero, con sensación de que es un día robado, de deber algo más de lo que nos cobran y que no estamos pagando.

Para mayor deleite, paseín hasta el puente grande, el romano, donde recorremos la alameda y alguno baña un poco sus zapatillas ¿para quitarlas en barro? No, que las sucias las dejó en el coche.

Recogemos trastos, iniciamos despedidas y abandonamos la explanada sin terminar de ver el espectáculo del bombero torero.

La próxima semana más difícil todavía: la escalera encima de la cabra.

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Cabanillas de la Sierra. 100.000 leguas de viaje submarino

Ruta realizada el Domingo 14/02/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
30.3 km
577 m
46 Km Distancia Madrid
3h26'
2h57'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Alfredo, Félix, Rufi

Mas detalle ruta

Temperatura media: 13.4
Descarga ruta: Cabanillas-2021-02-14v2.gpx
Reproductor audio crónica:

Había varias formas de subtitular esta ruta. Una era «nos han dejado solos a los de…..». Una vez más solo hemos ido tres, Alfredo, Félix y yo. Los demás o están confinados (Juan, alguna vuelta con la de carretera nos estamos dando ¿no?), o no podían, o se les calentó la boca y salieron ayer pero hoy se han rajado (Pepe, va por usted).

La otra forma de subtitularla era «Tu déjate, déjate». Una ruta de treinta y pico kilómetros y unos seiscientos de desnivel parece poca cosa ¿no?. Cualquier ruta que venga de Nano el flojo tiene más trampas que una escopeta de feria y esta no ha faltado a la tradición.

Pero el subtítulo que mejor define hoy a esta ruta es el de 100k leguas de viaje submarino. Mother of the beauty love ¡¡¡qué cantidad de agua y de barro que había!!!. Luego dirán que no, que los pantanos no están llenos y, como dice el jefe, nos subirán el precio de la luz pero, a tenor del agua que hemos tragado hoy, es difícil creerlo.

Y yo, a todo esto, con mi preciosa cadena que me ha costado más que esas que llevan los raperos colgadas del cuello.

La ruta empezaba en Cabanillas de la Sierra, no sé si porque estaba desconfinado o porque al jefe le ha salido de los cojones. El caso es que conozco tanto los pueblos de la zona que cuando se pueda les voy a invitar a casa a cenar. Ahora en serio, la ruta merece mucho la pena. Empieza con una curiosa subida, encajonada entre dos cercas que delimitan dos fincas y que, como no, hoy tenía bastante barro.

Bella estampa del ciclista transitando por la linde

Es una ruta que pasa por muchos sitios conocidos por los que hemos ido en rutas anteriores, pero tiene la particularidad de que la va componiendo de forma que el resultado es muy divertido, te vas encontrando con los lugares de forma «sorprendente» y evitas las grandes pistas esas que no dicen nada y que son muy aburridas.

No tiene ninguna zona especialmente complicada (de ahí que le haya puesto dificultad media), pero si que hay que estar atento y no puedes dejar de dar pedales casi en ningún momento. Mezcla trialeras de subida, no muy exigentes, con bajadas técnicas que secas serán más sencillas de lo que hoy eran.

Hemos pasado por las vías del tren de la ruta de Bustarviejo, por la trialera de piedra de la ruta de la cabrera que tiene enamorado a Alfredo (y hoy no era para menos) y, como no, por la urbanización de los pitufos, que seguimos sin saber si está habitada o no.

También hemos pasado por la cantera de granito donde nos hemos encontrado con un grupo de motoristas que llevaban verdaderas piezas de museo. Una Montesa Enduro H6, una Ossa de las primeras…. Uno de los susodichos era el amigo Marcos de Quinto, otrora presidente de Coca Cola y, si no lo era, era su hermano gemelo.

Los adoquines y los ladrillos. Que cada uno se ponga su apellido

El plátano nos lo hemos comido en el punto más alto de la ruta y, siendo el día que es hoy no podía faltar el corazón que nos ha puesto tiernos y a Alfredo con ganas de volver pronto a casa.

Pero antes de llegar a Cabanillas hemos tenido que hacer algunas subidas más, transitar alguna que otra trialera y, como no, bucear un poco más, dado que todavía no habíamos tenido suficiente agua.

En fin, cómo sería la cosa que, casi llegando al pueblo, ya de vuelta, nos hemos encontrado con una pareja de globeros que nos han dicho aquello de «qué valientes, metiéndoos por el barro». ¿Metiéndonos por el barro? Pero si solo hemos salido del barro para meternos en el agua.

Así hemos llegado a Cabanillas, después de un día magnífico, una ruta exigente pero llevadera y echando de menos a los otros componentes del grupo.

En Cabanillas hemos limpiado «en seco» la bici que, para el que no lo sepa, viene siendo como limpiarse el culo con el dedo. nunca te quedará bien.

Buena ruta y divertida. Félix se la ha apuntado para traer a Mario en cuanto se haya repuesto de sus males. Mario. te lo vas a pasar como un enano.

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San Agustín-pistas del canal-Hervidero

Ruta realizada el Sábado 13/02/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
45.4 km
669 m
31 Km Distancia Madrid
5h19'
4h04'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Juanlu, Pepe, Otros

Mas detalle ruta

Descarga ruta: SanAgustinCYII2021-02-13-08-59.gpx

Nos presentamos en San Agustín a las 9h, con un poco de miedo por las restricciones de movilidad. El polígono tiene menos coches que otras veces, pero tampoco hay indicaciones municipales que nos nieguen el acceso.

Allí estamos, Enrique, José María, Juan Luís y yo. Todos puntuales y preparados para disfrutar de un día de lujo (que luego no fue tan cálido, solo al final se notó un ascenso importante de temperatura).

Salimos con intención de rodar por pista principalmente, evitando el barro de las últimas lluvias. Es una ruta conocida que otras veces iniciamos en El Molar, esta vez dejamos el cañón y la cascada para el final.

La subida de inicio, en frío, nos coge un poco por sorpresa y hay que tirar de desarrollo para superarla. Lo demás sería todo más fácil.

Enseguida llegamos al primer acueducto del Canal, con arcos a dos niveles y un escudo que lo fecha en 1854. Estamos cansados de verlo y no ponemos mucha atención, pero es una obra en sillería de caliza que da idea de lo que tuvo que ser la “traída de aguas” en el SXIX.

Seguimos con un rompe-piernas ascendente, que nos va regalando vistas sobre el valle, Tres Cantos y Madrid. Competamos la dirección SO y toca plátano. Parece que estamos en el punto más alejado de la ruta, y así se lo confirmo a Enrique ¡error! Eso sería saliendo desde El Molar, que era el track original, a nosotros nos queda bastante más y vamos muy relajados…

Tomamos rumbo N y vamos disfrutando de un monte muy verde, no propio de esta zona. Queda a nuestra derecha el barranco por el que discurre el Guadalix y tenemos a la vista la pista de regreso.

En un rincón de la dehesa de Moncalvillo, entre los robles sin hoja, vamos una rapaz grande, que por la descripción del plumaje, Juanlu nos dice que sería un águila imperial. Lo busco y, efectivamente, es un bicho de impresión.

Para llegar a Pedrezuela nos toca la bajada y subida por carretera, que se hace pesada. No es larga, pero son rampas exigentes y siempre pendientes del tráfico. La alternativa hubiera sido llegar a cruzar por la presa, pero sería añadir otros 10 km a la ruta.

Luego ya solo nos queda lo fácil, bajada al azud de El Mesto, el cañón del río cuajado de charcos y visita al Hervidero. Intentamos bajar al pie de la cascada, pero está inundado. El agua llega a cubrir los últimos peldaños y nos tenemos que contentar con asomarnos. A cambio, la vista de los dos chorros que la componen y nivel del cauce que nos acompaña todo el camino son excepcionales.

Para llegar al coche por la margen derecha del río nos saltamos el primer puente y tenemos que recorrer el sendero estrecho, que hoy esta embarrado y lleno de árboles caídos. El barro que íbamos evitando toda la ruta nos lo comemos enterito al final ¡Hala! ahora las bicis al coche cubiertas de chocolate, para que no queden dudas de dónde estuvimos.

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Vuelta al Atazar: múltiples alternativas

Ruta realizada el Jueves 11/02/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
43.3 km
861 m
53 Km Distancia Madrid
4h40'
3h20'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Juanlu, Pepe, Rufi, Mario

Mas detalle ruta

Temperatura media: 12.6
Descarga ruta: Vuelta-al-Atazar-2021-02-11.gpx
Reproductor audio crónica:

Hoy han abierto el geriátrico y nos han dejado que salgamos de excursión. El director de «El Nido del Cuco» ha tenido a bien llevarnos al Embalse de El Atazar a los de la planta de «no peligrosos». Sólo a los que nos hemos portado bien. Previa toma de las pastillas relajantes, las enfermeras nos han llevado de la mano hasta El Berrueco con la consigna de que antes de las 14:00 estuviéramos en el Restaurante Los Álamos.

Y ahí, ya se ha liado parda. Alfredo, que no se había tomado la pastilla azul y sin desbravar desde el jueves, ha cogido carrerilla en cuanto le han puesto en la bici y como alma que se lleva el diablo, ha enfilado al camino como si no hubiera un mañana. A mi me recuerda a los perrillos cuando sus dueñas los sacan a la calle después de doce horas sin mear. Como un poseso se ha tirado por la cuesta empinada hacia el pantano, mientras Rufi haciendo aspavientos y dando gritos, le seguía como podía.

Pepe y Mario han cogido la de «villaconejos·». Desde el minuto uno, han salido por otra trayectoria y los hemos encontrado al final del pantano. Allí estaban esperando como diciendo: ¿dónde coño estarán?

Domingo lleva un lío porque ha cargado la ruta que Pepe envió por WhatsApp, pero a su vez hacía referencia a hacer la Vuelta al Atazar que es la que finalmente haremos para evitar el barro. Cuando intenta poner orden una y otra vez, Alfredo le contesta con voz de trueno y un tajante: «¿te digo yo por donde hay que ir cuando vamos a El Escorial? Esta zona me la conozco yo» Así que un tanto mohíno, Domingo masculla, rechina los dientes, se aguanta las ganas de tirarle al agua y se la guarda.

Mientras tanto Juanlu, Domingo y un servidor, mucho más tranquilos por el efecto de las pastillas rojas, verdes y amarillas; vamos degustando el paisaje espectacular de la mañana amanecida con nubes gruesas y oscuras que apenas dejan ver el sol. Me quedo atrás haciendo fotos y cuando les intento alcanzar, me salgo de una de las múltiples opciones acabando al borde del agua. Cuando entiendo que por ahí no es, recibo la llamada de Domingo preguntando si voy por delante o por atrás. Todo un caos. Sin duda el Cencerro Digital que está diseñando Alfredo hoy habría sido de gran utilidad.

El embalse está espectacular. Las luces y sombras de la vegetación con las nubes, el agua, las playas… dejan un colorido que no puedo dejar de retratar.

Nos juntamos por un instante y de nuevo Alfredo arranca como una flecha seguido de su fiel escudero Rufi , que se queja de su brazo derecho. Le digo que practique el onanismo con ambas manos. Llegamos a la presa de El Villar donde han abierto los aliviaderos para soltar el agua en exceso acumulada por las nieves y lluvias de estas semanas pasadas. Es una gozada y ahí nos entretenemos Mario, Domingo y yo dándole cuartelillo a la cámara de fotos.

Cuando miramos a ver al resto, descubrimos que ya han volado. Las pastillas no parecen haber hecho efecto en algunos. Como podemos enfilamos la larga cuesta pasando por Robledillo de la Jara, hacia el puerto de la Puebla donde llegamos ya zurraditos. Miramos en todas direcciones y no hay nadie, así que suponemos que se han ido hasta las antenas. Allí están comiendo el plátano y observando los paisajes nevados.

La Cabrera a un lado, al otro el Mondalindo y allí a su frente, El Cerrón.

Con medio plátano en la boca, de nuevo desaparecen los cagaprisas. Cuando queremos seguirles la pista por una trialera que no encuentro, ya han desaparecido. Así que decidimos bajar por el camino hasta el lecho del río. Discurre el agua del deshielo y la lluvia con fuerza y sobrepasa una pequeña presa que no entendemos su función.

Salimos Domingo y yo al tran-tran charlando. Juanlu y Pepe a su bola. Ahora empieza otro subidón para salir del valle. Antes de llegar al pueblo de El Atazar, Mario ofrece una nueva alternativa que consiste en subir un cerro para dejarse caer hacia la carretera acortando por una trialera. Rufi comenta que se va a lamentar; pero como amigo fiel, sigue a los otros dos kamicazes. Yo que ando dolorido del pádel de ayer, me lo replanteo y rehúso. Tengo que ahorrar fuerzas que mañana tengo otro pádel.

Enseguida enlazamos con fuerte desnivel de bajada que por carretera nos lleva a la presa de El Atazar. En cuanto paro para hacer una foto, una grabación por altavoces nos dice que está prohibido andar por allí y que retrocedamos. ¡Y unos cojones como los del caballo de Espartero! Lo lleva claro el guarda si pretende que nos volvamos por donde hemos bajado.

Mientras el resto de dementes nos observan desde un mirador en las alturas, iniciamos el penoso ascenso por carretera. Las vistas desde la altura no tienen desperdicio.

A Alfredo hace un rato que ya le ha entrado la putansia (por lo regular, le da a eso de las 12:45-13:00). Lleva todo el camino preguntando: ¿qué hay de menú? En cada encuentro, lo mismo. Las enfermeras deben estar que trinan. Son las 14:30h y nos reencontramos en la puerta del único restaurante abierto. No hay opción, así que nos apretamos unas cervezas mientras nos ponen un aperitivo de carne de jabalí muy blanda y jugosa.

Lo demás, ya sabéis… comida descansada con café y vuelta a casa de la mano. Otra vez al Nido del Cuco.

**** ATENCIÓN no existe el video 2021-02-11 El Atazar.mp4 en el álbum de Google de la crónica

A ver fabricantes de mascarillas. Sois unos cabrones. Las orejas las tengo escocidas y tres centímetros más cerca de los ojos que hace un año. Aquí se puede observar claramente ¿Tanto cuesta hacer la goma un poco más larga?

Desde aquí le mandamos un beso a Mario el Joven, que lo está pasando mal en el hospital y que nos sigue a través de estas crónicas. ¡Vamos campeón, que enseguida te tenemos con nosotros bajando trialeras a cascoporro!

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Venturada-Cabrera-Redueña caramba con el confinamiento

Ruta realizada el Domingo 07/02/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
33.4 km
432 m
43 Km Distancia Madrid
3h21'
2h53'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Alfredo, Félix, Rufi

Mas detalle ruta

Temperatura media: 9.2
Descarga ruta: Venturada-Cabrera-20210207v3.gpx
Reproductor audio crónica:

Otro domingo más nos encontramos con el dilema de elegir una salida que no esté confinado el parking. Cada día nos lo ponen mas difícil y este Domingo decidimos salir desde Venturada, un pueblo tan pequeño que el Covid no le merece la pena desplazarse.

La ruta ya la hicimos el año pasado en diciembre, pero aun así merece la pena repetirla. Pepe se nos ha escapado al Pontón de la Oliva con un globero , sólo estamos Rufi, Félix y yo (Alfredo). El resto o esta confinado y le da miedo salir, o no contesta/no sabe.

La verdad es que el día amaneció muy bonito, con la sierra despejada y soleado. En seguida nos pusimos en marcha al Norte hacia Cabanillas de la Sierra con el paisaje de fondo de la sierra de Madrid otra vez nevada.

A falta de Juanito, Rufi no paró de hablar, que si el nuevo curro que le va a hacer millonario, que los hijos, que no estoy aprovechando el tiempo libre, que si me duele aquí, que si los putos chinos,…. Vamos que se desahogó. Luego continuó Félix y yo, que soy medio autista, me limité a escuchar. La verdad es que hicimos una ruta muy relajada con largas conversaciones sobre la vida del jubilado y el futuro.

Nos encontramos con agua en todo el recorrido y como ya sabíamos el tema, todos trajimos nuestros botones acuáticos. Yo tuve la mala suerte de encallarme en un charco y meter la bota hasta el tobillo, el resto viendo el percal dieron un rodeo y se libaron del chapuzón.

Pasado Cabanillas nos dirigimos a La Cabrera para realizar las famosas trialeras sobre granito, que con agua las hacen mas interesantes. Esta vez no hubo ningún traumatismo e incluso Rufi ni se arañó.

Por el camino nos encontramos a un lugareño con un palo alargado , que nos indicó con el palo que pronto venían subidas y que no fuéramos tan felices. En seguida Félix sugirió que se hiciera una PCR con el palo y de paso hiciese un anuncio de Chupa Chups. No encontramos apenas ciclistas por el camino y solo vimos gente paseando su perro, sobre todo en La Cabrera que están confinados.

Pasado La Cabrera, nos dirigimos a Redueña, pero antes subimos por un montículo alargado paralelo al canal Alto donde había una vista estupenda de Torrelaguna y aledaños. Intentamos realizar la bajada en la bici pero el ultimo tramo era impracticable por las roderas y rocas sueltas.

Aquí vemos a Rufi y un servidor bajando con cuidadito la pendiente.

Ya camino de vuelta a Venturada por el Canal Alto, Félix hizo la ultima foto de la ruta con sus consiguientes ajustes post-producción.

Como el cumpleaños de Rufi era en dos días , paramos en una Pulpería del pueblo y nos invitó a unas cervezas junto con una ración de Pulpo que es lo que se estila en la Sierra.

Otro día maravilloso entre amigos, sin mascarilla y respirando aire puro.

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Arganda-Dehesa Carrascal- Morata-Barranco Valdeserrano

Ruta realizada el Jueves 04/02/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
41.1 km
629 m
25 Km Distancia Madrid
4h02'
2h54'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Juanlu, Pepe, Rufi

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Descarga ruta: Arganda-del-Rey-20210201.gpx
Reproductor audio crónica:

El bueno de Domingo puso el punto de encuentro en el parking del metro de Arganda y todos aparecisteis por allí. Mi coche nuevo tiene un dispositivo que busca seguridad y tranquilidad, por lo que tu le pones en su GPS, «parking del metro de Arganda» y él solito, ¡qué maravilla!, busca la Casa Cuartel donde reza en la puerta -TODO POR LA PATRIA-. Como dirían en Andalucía, !Qué facha ma salío el hideputa¡ Luego, comentándolo con Rufi me dijo que a él le pasaba lo mismo. Le buscaba el cuartel y número de aficionados del atleti, que eso ya es la hostia. Así que a la hora de aparcarlo al lado del de Rufi, van a salir a hostias. Con el de Félix y con el de Miki creo que se va a llevar bien.

Despues de aparcar y bajar al parking donde habíamos quedado, el primero con quien me encontré fue con Félix, con quien me salude como siempre efusivamente y después de ponernos al día, pues no lo veía desde la ruta que hicimos por los alrededores del aeropuerto, fuimos al encuentro con los demás para empezar.

Tengo que decir que el recorrido trialero por la dehesa, hay que joderse, siempre es cuesta arriba por lo que tuve que bajarme y empujar unas cuantas veces. No sé que le parecerán a Alfredo estas trialeras, pero estoy seguro que se las subió comiéndose un helado. Cuando haya que proponer rutas con trialeras, que te pregunten Alfredo. Lo digo por no ir.

La zona de pinares a mi no me pareció especialmente deteriorada por Filomena. Sí que es verdad que se ven ramas y algún que otro árbol caído. Nada que el tiempo no arregle, aunque a mi cada vez el tiempo me desarregla más que me arregla; pero en fin es lo que hay.

Bajando hacia Morata y en mitad de la nada había una especie de picadero con tres o cuatro caballos. No había más. Les hicimos las oportunas fotos. ¿A quién se le ocurre venir hasta aquí a montar a caballo? En bici… no sé que pensáis, pero ¡a caballo!

Bueno chavales basta de chanzas. Me he comprado coche nuevo, lo que celebro con todos vosotros desde aquí. Ya lo veréis cuando mi THORITO quiera y haya cuarteles por los alrededores, jejeje.

Después y antes de llegar a Morata, pasamos por la mina cementera o ¿fue que la mina cementera pasó por nosotros? !Cómo me puse de barro¡ La cuesta abajo hacia Las Tres Cruces fue épica. Las ruedas disparaban barro a diestro y siniestro. Cómo sería la cosa, que Félix nos crucifico a todos inmortalizando el dolor de las heridas profundas. ¡Ay, mi bici! ¡Pobrecita!, gritábamos mientras los vecinos de Morata, no daban crédito.

Están clavadas Tres Cruces…

Retomamos la ruta por la Vía verde, ya tranquilamente caminito de Arganda. Una antigua ruta de tren que según el dicho, «pita más que anda». Muy chula, la verdad. Con cruces de antiguas cañadas y trincheras de la guerra civil que no vimos ni Pepe ni yo. No sé si alguno las vería. Y como no, la cementera. Ésta vez con olores que nos acompañaron durante buena parte del final de la ruta, que ya a muerte y de bajada nos llevó hasta el mismísimo Arganda, otra vez.

Antigua calera

Acudimos todos al restaurante El Figón con más hambre que Carpanta. Esto es un clásico. Campeón mundial de no dejar nada: Alfredo. Cómo sería la cosa, que nos estábamos comiendo el segundo plato y Alfredo se paseaba por donde estaba Félix a ver que podía apañarle. Yo pensaba que es que no le habían puesto todavía el segundo, pero que va. ¡Que tío más grande! Es tan bueno comiendo, como subiendo trialeras.

Después de comer observamos que enfrente del restaurante había un sitio donde limpiaban coches. El precio me parecía abultado. Y Rufi y yo nos acercamos muy humildemente, con el no por delante, para ver si podrían limpiarnos las bicis. Yo creo que al principio se mostro reticente , pero luego aquello parecía el perro de tócame Roque. Empezamos a limpiar una bici, luego dos, tres, cuatro, las botas… Y no nos hicieron un sulfatado porque no nos dio por ahí. Y no fueron Pepe y Domingo, que si no, también. La verdad es que fueron muy amables.

Bueno chicos esto no da para más. Ha sido un verdadero placer compartir un día con todos vosotros. La aventura compartida es más aventura, si cabe. Un abrazo desde estas líneas.

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