Ruta realizada el Domingo 28/02/2021






Participantes: Alfredo, Félix, Juan, Miki, Rufi
Reproductor audio crónica:
Parecía que este domingo no habría excursión, hasta que el Prior de la Residencia El Nido del Cuco, padre Alfredo nos convocó a una ruta por Patones con el reclamo de no ser una excursión para nenazas. Apenas 20 kms con 800 y pico metros de desnivel. ¡Humm, algo no me cuadra! pensé, mientras me trasegaba una Voll-Damm.
Los residentes andaban un tanto remisos porque ya saben que por esa zona abundan las trialeras y los desniveles matadores. Y un servidor que no recuerda una sola vez de las múltiples que hemos ido por esa zona, que no haya tenido al menos una caída, ando con las orejas levantadas como un lince cuando oye Patones. Con meticulosidad anduve analizando la propuesta del sr. Prior y descubrí que además de estar pintada a la inversa, el IBP era de 93 con algún repecho del 26% de ascenso y más de 6h de trayecto. Hecha mi aclaración pública por WhatsApp, el resto de residentes parecían darse mus. Pero ahí, estuvo fino el padre Alfredo al incitar al pecado con la alusión de su cercano cumpleaños y la promesa de unas migas al llegar a Patones, como es tradicional desde hace tiempos inmemoriales.
Dicho y hecho. Como saliendo de la ultratumba el paciente Juan que ha estado varias semanas desaparecido contestó con un lacónico, «pásame la ruta». Inmediatamente y como un resorte, Miki contesta que también quiere migas. El resto de nenazas, se excusaron con variados motivos. Que si la familia, que si un golpe en el fistro duodenal, que si haciendo ejercicios espirituales en el Escorial…

Así pues nos encontramos ya subiendo y compartiendo la carretera con numerosos coches y motoristas ruidosos hacia Patones de Arriba. No son las 10:00 y encontramos el pueblo petado de paletos de Madrid. Mi conclusión es inmediata: no podremos tomar las gustosas migas con este aluvión de turistas de grandes coches, medio pelo y baja estopa.

Por las pistas del Canal nos encontramos con un grupo de ciclistas similar al nuestro, pero con mayores muestras de indecisión ante las distintas alternativas. Así que sigilosamente nos van siguiendo y deciden adelantarnos cuando se creen que ya han enfilado correctamente. Al rato los perdemos de vista lo que me hace pensar que han derivado al canal bajo y tendrán que subir de nuevo si quieren ir a la Presa de Parra, que presupongo es su destino.
Llegamos al tramo más empinado del recorrido. No lo recordaba, pero es conocido y doloroso, aunque no tanto como sospechaba ya que se trata de una pista ancha y bien conservada. La alternativa de ir por la carretera hasta el Poblado, la desestimo ante la afluencia de molestas motos y coches.
Bajamos a hacernos unas fotos al Poblado de Patones y de nuevo subidón hasta llegar a la carretera y tomar un sendero entre pinos donde coronar la parte mas alta de la ruta.

Si no hago esta aclaración, el Prior me condena sin postre en la Residencia. La ha subido a la primera. Juan a la segunda y Rufi a la tercera. Miki y yo a la primera con el uno-uno (un pie detrás del otro)
Ya sólo queda bajar, aunque lejos de ser ser fácil siempre es más agradable. Parece que el Prior anda con prisas y nos lleva por lo peor. Los abundantes charcos se van convirtiendo en profundas roderas de varias trayectorias todas malas de pasar, aderezadas con vegetación hostil que araña y golpea con sañuda frecuencia el casco de Miki. Mientras sorteamos numerosos grupos y parejas sueltas de paletos de Madrid, podemos observar la cara de incredulidad que ponen cuando nos ven a ratos montados y a ratos chapoteando con la bici al hombro. Se cruzan unos frikis con bicis y cascos de descenso y se dirigen en sentido contrario, es decir en subida. Se van a hinchar a empujar, pienso para mis adentros. Lástima que los tramos más bellos y fotogénicos no queden registrados por las ansias. Siempre nos pasa igual. Parece que nos ponen un cohete en el culo a ver quien corre más por las trialeras.

Esto parece San Lúcar en verano. Se nota que la peña necesita aire limpio y disfrutar del campo. Es imposible que haya sitio para comer para tanta gente. Está hasta la bandera y la entrada al pueblo la realizamos esquivando al aturullado personal.

Con la eficacia que caracteriza al Prior, en breves instantes tenemos las cervezas en la mano y dos raciones de suculentas migas en una mesa que acaban de abandonar unas chicas. Fotos para chinchar a los ausentes y salida apresurada de este antaño reducto de paz convertido en un pasacalles parecido a la Calle del Laurel de Logroño. Y aquí termina nuestra ruta de hoy. Quedamos a la espera de la del jueves que no será más y mejor, porque no se puede. Bienvenidos de nuevo a los enclaustrados Miki y Juan que parece que hubieran estado entrenando en su confinamiento.
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