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PN del Alto Ebro y Rudrón-Orbaneja-Cascada del Tobazo

Ruta realizada el Miércoles 26/05/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
53.2 km
630 m
265 Km Distancia Madrid
9h02'
4h51'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Juanlu, Pepe

Mas detalle ruta

Temperatura media: 19.2
Descarga ruta: 2021-05-26-Parque-Natural-del-Alto-Ebrov2.gpx
Reproductor audio crónica:

Para que las rutas salgan perfectas es muy importante elegir bien la zona, conocer a los compañeros, calcular los esfuerzos necesarios y la dificultad técnica. Pero también los horarios para alcanzar los sitios donde poder almorzar convenientemente. Se puede comer a media ruta si la distancia y los desniveles no son importantes. Dar pedales después de una copiosa comida es un tormento. Y no hemos venido a sufrir. Encontrar un restaurante abierto y con garantías, en esta época de Covid y entresemana no será tarea fácil, por lo que hay que buscar poblaciones de cierta relevancia. La materialización de las reservas será una ingrata labor que Domingo ha solventado con mucha eficacia.

Verdaderamente no puedo dejar de alabar la colaboración de todos los intervinientes. Tradicionalmente me he encargado de toda la logística de estos viajes que afortunadamente siempre salieron a pedir de boca. Sin embargo, desde hace algún tiempo he decidido que nos repartamos las tareas.

Así pues, yo me he encargado de realizar el Plan de Viaje, buscar, seleccionar y adaptar las rutas de bici; Pepe se ha encargado de repasar las rutas definitivas y el Plan de Viaje, así como de las reserva de alojamiento. Y lo ha hecho con gran acierto. Juanlu, nuestro entrañable agregado cultural, se ha encargado de buscar, escudriñar y relatar la parte histórica, artística y peculiar de cada zona. Y lo ha hecho con nota. Alfredo, se ha encargado de la selección de la malograda ruta de senderismo, como nos contará en su correspondiente crónica. Ahí es cuando Juanlu nos sorprendió con su alternativa que nos salvaría el día muy meritoriamente. Pero Alfredo también se encarga de gran parte de la creación de material gráfico, no sólo con su móvil y su cámara compacta, sino con el dron (Retortijón como le llamamos, por aquello del botón Return to home), que lleva a su espalda durante todo el camino y que ya maneja con gran destreza. Gracias a esas escenas, junto con las fotos que Domingo va tenaz y regularmente haciendo, más las tomas de vídeo que yo añado, podré construir un vídeo que atestigüe nuestro viaje para disfrute de todo aquel que se asome a esta magnífica Web de la que tanto nos enorgullecemos, en la que todos colaboramos y que Alfredo nos construyó con nuestras sugerencias y su gran conocimiento técnico.

Una vez más todo ha salido a la perfección. Somos un grupo muy disciplinado y muy unido. Son muchos años juntos y no es casualidad que seamos tan diferentes y a la vez, que nos llevemos tan bien. Bueno, después de todo este rollo vamos a la crónica.

Hoy es el tercer día por Las Merindades. Tengo muchas esperanzas puestas en esta ruta desde el día que descubrí esta escarpada zona trasteando con el Land y las rutas que recopiló Domingo, más aquellas que yo iba añadiendo de Wikiloc. Al ver en el mapa «Parque Natural de…», se me encendieron los ojos. Finalmente me salió un track-Frankenstein, compendio de varias rutas en las que he tenido que quitar kilómetros, trialeras y retornos por las alturas de los desfiladeros, para quedarnos con la esencia del recorrido y adaptarlo a nuestras características. Había que tener en cuenta que a estas alturas de semana ya llevaríamos unos cuantos kilómetros en las piernas y que en estos viajes se trata de disfrutar del entorno y de los detalles, lo que implica un ritmo más lento de lo habitual. El cañón prometía por lo accidentado del terreno, la exuberante vegetación y la compañía de uno de nuestros más emblemáticos ríos. Así que decidí que la vuelta se hiciera por la misma vía. Analicé la posibilidad de recorrer el otro río que da nombre al Parque Natural porque su cañón promete mucho interés, sin embargo se separa bastante de dos de los puntos más interesantes de la ruta: Orbaneja del Castillo y la cascada del Tobazo, como veremos más adelante.

Después del copioso desayuno a base de tostadas con tomate y aceite (también con mantequilla y mermelada) que Ana Mari nos ofrecía en tandas y que Alfredo engullía con solvencia, diligencia y manifiesta rapidez; cogemos los coches durante 40 minutos hasta Pesquera del Ebro, un pueblito a orillas del río con robustas casas de piedra bien conservadas por los escasos 50 habitantes habituales y los propietarios de casas vacacionales. Hacemos las primeras fotos del magnífico puente sobre el Ebro.

Cogemos un camino donde han hecho una deforestación de chopos brutal debido a que estaban podridos, como nos contó Víctor -suponemos que era el alcalde- a la vuelta de la ruta. Sorteando ramas caídas salimos a un sendero completamente llano y a contracorriente de las aguas entre la verde vegetación. Un verdadero placer que vamos disfrutando a la par que vemos correr el río y los altos paredones del desfiladero. Hermosos ejemplares de árboles de distintas especies nos amenizan el paseo. En ocasiones las ramas de los arbustos pasan muy cerca de la cabeza y de las manos que llevamos sobre el manillar. Alfredo que lleva pantalón corto, se acerca más de la cuenta a las ortigas y prueba sus defensas anti-intrusos.

Salimos a un camino carretero que tras algunos kilómetros nos conduce a una central hidroeléctrica. Nos cruzamos con un nutrido grupo de senderistas de mayor edad a la nuestra. Son gente a los que la Seguridad Social les paga la fiesta como a Juanlu y a mí, que se muestran felices -al menos, los primeros de la larga fila-. Detrás van varios descolgados algunos con cara más compungida.

Poco más adelante nos encontramos con la ermita de Nuestra Señora del Ebro donde Alfredo hace el primer vuelo del Retortijón.

**** ATENCIÓN no existe el video DJI_1107.MP4 en el álbum de Google de la crónica
Desvío para seguir el desfiladero del río Rudrón que no recorrimos

A poco más de un kilómetro y a la izquierda se une el río Rudrón que viene de Valdelateja. Lo ignoramos y seguimos a buen ritmo de nuevo por un sendero paralelo y muy cercano al río. Durante un buen rato no volvemos a ver a nadie hasta que en las cercanías de Quintanilla-Escalada nos cruzamos en varias ocasiones con un grupo de jubiletas senderistas. Entramos en el pueblo. Está en obras y no tiene nada que destacar salvo la iglesia que parece haberse sujetado después de un terremoto.

El siguiente pueblo es Escalada. Su iglesia tiene un pórtico con las figuras y las pinturas bien conservadas.

El padre Félix dando el sermón de la montaña

Nos comemos el plátano junto a la mesa de pin-pón antes de seguir en dirección a Orbaneja por un sendero delicioso. La temperatura sigue siendo fresca y agradable. Afortunadamente este frescor evita que proliferen los mosquitos salvo en escasos puntos. En unos días, en cuanto suba la temperatura esto se va a convertir en un verdadero infierno de bichos.

Llegamos a Orbaneja y lo pasamos de largo para acercarnos a la cascada de El Tobazo. El sendero no puede ser más bonito. Además de la vegetación habitual, llevamos algunos kilómetros donde se mezclan los típicos árboles de ribera con robles, cerezos, nogales, álamos negros, avellanos y hayas de gran porte que van dominando en número.

Antes de llegar a la cascada cruzamos algunos pequeños charcos y piedras que son la única dificultad de todo el recorrido. En uno de ellos, un despiste de Domingo se convierte en una voltereta lateral en pendiente y dirección al río sin consecuencias físicas. Esto es fruto de lo que Rufi define como la Maldición Surroca. Lo peor de todo es que Alfredo iba grabando con su GoPro y queda registrado como aporte para la sección de Videos de Primera en la web. Queda constancia una vez más, de que uno de los mayores riesgos que se puede correr en estas rutas es ir delante de Alfredo y detrás de Pepe.

Cascada de El Tobazo

La cascada nos ofrece un espectáculo a pesar de su escaso aporte de agua. Otro paseo de Retortijón nos dejarán imágenes para el recuerdo. Fotos por aquí y por allá. Es hora de ir acercándonos de nuevo a Orbaneja para saciar el voraz apetito de Alfredo, antes de que corramos serio peligro de ser canibalizados.

¡Qué gran sorpresa! Una copiosa y blanca cascada con remansos de color verde esmeralda discurre por la pendiente que baja del pueblo hasta el valle donde se juntará con el Ebro. ¡Qué bonito! Fotos y más fotos. Un voluntario nos hace una foto de grupo y observa a considerable distancia que en las ramas de un árbol hay enredado un dron. Reconoce que es un Parrot. Debe ser un experto además de tener la vista de un lince. Efectivamente comprobamos con el zoom que ha acertado.

En el pueblo nos espera la mesa preparada que diligentemente Domingo había reservado el día anterior. Comemos en una placita resguardada a la sombra. La comida bien y abundante con extensa variedad en el menú. Seremos servidos por contundentes y amables camareras. En particular una morena de gran alzada y rotundas formas carentes de aristas, que trata de resaltar con unas mayas negras bien ajustadas. Parece que le hace ojitos a nuestro ilustre filósofo cuando se dirige él con especial amabilidad.

Hay un perro de raza carlino junto a su dueño al que sospechosamente se parece y a quien pregunto qué se puede ver en el pueblo. Me dice que la cueva está cerrada, pero que hay unas vistas estupendas por el sendero que sube en vertical por el pueblo hasta unos chozos. Levantamos la vista y vemos una bandera a unos 80 o 100 m de altura sobre nuestra cabeza. Un sudor frío nos recorre el cuerpo. Los garbanzos con callos se rebelan. La fabada pega apretones y punzadas. El filete se alía con el arroz con leche para hacernos desistir de la descabellada propuesta de ese tío tan amable como carlino. Con las fuerzas que nos da la curiosidad nos lanzamos cuesta arriba sin mucho entusiasmo, pero las vistas de las paredes verticales de la otra parte del barranco son cautivadoras.

Se puede observar una extraña formación rocosa que tiene una forma muy reconocible similar a África.

Al tran tran subimos extasiados hasta la inalcanzable bandera. Alfredo y yo decidimos ver los chozos para lo que debemos seguir subiendo otro tramo, mientras el resto más juiciosos deciden bajar hasta el verde que se ofrece en la cercanía de la cueva y esperarnos desparramados.

Visto los chozos, bajamos con bastante más soltura que subimos. Allí encontramos en trance somnoliento a los tres.

Pepe fundido en el césped en estado de coma

No le sienta bien el despertar y decide hacer la vuelta por el mismo sitio en completa soledad, primero por detrás del grupo y luego por delante. No sabemos si está o no cabreado ni el porqué, hasta que llegamos a Pesquera del Ebro dos horas después. Hemos saboreado de nuevo el sendero, pero esta vez sin tantas paradas.

A la entrada del pueblo nos da una charla el supuesto alcalde -Víctor-. Nos cuenta las infinitas posibilidades de la zona, haciendo hincapié deliberadamente en aquellas partes que no hemos visitado. Domingo se percata de que las supuestas singularidades responden a su afán de que volvamos a saciar nuestra curiosidad haciendo uso de su hostal. Luego pasamos con el coche por alguna de ellas. Compruebo sobre el mapa que a priori no son comparables al recorrido que hemos elegido.

Antes de llegar al aparcamiento está el hostal del alcalde. Preguntamos si quedan folletos de recorridos de la zona siguiendo instrucciones de Víctor. No hay. Llegan Alfredo y Pepe al que parece habérsele pasado el supuesto enfado. Nos indican que hay un mirador a un kilómetro y medio donde podemos ver una gran extensión del cañón. Nos acercamos en el coche. Espectacular. Comienza la discusión de si es o no por el que hemos ciclado anteriormente. Para mi es evidente. Tengo el mapa en la cabeza que tanto he estudiado para elegir las rutas. Domingo y Pepe no están convencidos hasta que Alfredo carga el track en la web y les saca de su confusión.

Y ya solo queda retornar al hostal. Entre pitos y flautas llegamos a las 20:45. Ducha y a las 21:30 estamos anhelantes de que Ana Mari nos sorprenda con uno de sus magníficos guisos y con su maternal amabilidad. Juanlu no cesa de decirle lo bien que se come en su casa y ella se lo agradece. No saben ambos que se debe a que no ha venido Rufi, y a que sólo se come mal cuando nuestro querido camarada nos acompaña. Veremos en el siguiente capítulo que también existe la Maldición Domingo.

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Cidad de Ebro

Ruta realizada el Martes 25/05/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
27.3 km
532 m
275 Km Distancia Madrid
3h35'
2h26'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Juanlu, Pepe

Mas detalle ruta

Temperatura media: 16.9
Descarga ruta: 2021-05-25-Cidad-del-Ebro-Villanueva-Rampalay-Desfiladero-Palancas.gpx
Reproductor audio crónica:

Hemos dormido bien, a pesar de la copiosa cena a base de alubias rojas. Lo que cada intestino deparase en su habitación no trascendió, al menos con detalle.

Cruzas a desayunar desde el edificio donde dormimos y te das cuenta que esto es otra tierra, que hace un frío de pelotas a estas horas y no te va a sobrar nada de lo que te pongas. Tenemos alrededor de cuatro grados con humedad, a las ocho de la mañana.

El desayuno es simple, muy simple, pero abundante. Tostadas -hoy de pan de molde- ¡no volverá a pasar! Y mantequilla-mermelada o aceite-tomate, a gustos. Hay quien gusta de todo y mucho, así que tenemos a la simpática anfitriona haciendo viajes continuos a la cocina para traernos pan sin descanso.

Una vez saciados rematamos preparativos, cargamos bicis y salimos directos a Cidad de Ebro, que es donde parte nuestra ruta de hoy y no hay tiempo que perder.

Bonito pueblo, como todos, al que llegamos por una carretera curiosa, estrecha, que te mete en el centro por un puente sin barandilla ni protecciones, en el que el coche no va muy sobrado. Peligroso no, pero el acceso me llama la atención.

Aparcamos en una pequeña plaza de hierba, con nogal, fuente y perro. Nos indican que allí está bien, que no molestamos. Salimos sin más.

Nos ajustamos al margen del río por un camino estrecho y frondoso, algún sube y baja, lo justo para que no de distraigas con el sonido del agua que te va acompañando.

Llegamos frente al alto de los Tornos y se te quita el frío de repente, en caso de que te quedara algo. El sendero se estrecha y serpentea entre quejigos, encina y matorral. Enseguida cambiamos la postura y pasamos a acompañar la bici en lugar de cabalgarla –todos. No way-

Desde arriba buenas vistas sobre el barranco. El cauce queda al fondo, muy al fondo y Retortijón se da su primer paseo para mostrarnos lo que no nos dejan ver las rocas.

La bajada también se empuja enterita –todos- Se puede hacer la “tontá” como que te subes, pero no, es un trazado sinuoso, estrecho, con el firme de piedra suelta e irregular. Eso sí, adornado de flores como si fuera un jardín.

Seguimos sendero hasta alcanzar las antiguas huertas con bancales de Tudanca de Ebro. Ahora ya no las cuida nadie, aunque las visita diariamente José Luís Estrada, el muchacho de 92 años que nos cuenta alguna cosa del pueblo, la riada del 41, que marcó su tio-abuelo en el muro. La casa más antigua del pueblo. Algo con pinta de palacio, que compró su padre ya con uso de corral y granero. Lo de la mili en Pamplona, enseñando a leer a andaluces y vascos de caserío… Corta, que ya vale, Vamos a dejar alguna historia para que se la cuente a los siguientes.

Seguimos con el río desde una carretera sin tráfico que se aprieta entre dos masas rocosas para dejarnos alcanzar Tubilleja de Ebro. No recuerdo que aquí nos entretuviéramos, ni tampoco en los campos verdes que siguen. Basta con pasar y disfrutarlo.

En Quintanilla cambiamos el sentido de la marcha y cruzamos el Ebro por el puente viejo. Más antiguo y pintón que el de los coches. Más fotos y mamoneo antes de empezar la subida, tampoco tanta, pero contrasta que lo que llevábamos hasta ahora.

De Villanueva de Rampalay a Gallejones y de ahí una pista ancha en ascenso, que nos lleva a Báscones de Zamanzas. Alfredo y yo vamos delante, charlando, hasta que nos interrumpe un mastín enorme que cuida unas cabras. No hace más que ruido y no se acerca mucho, pero recorre un rato del camino a nuestro lado y no me mola nada

.

Paramos frente al pueblo, también bonito, también casi vacío. Queda en la ladera de enfrente y Alfredo se encapricha en verlo. Uno que es más de reposo, le espera junto al camino hasta que lleguen el resto. Él solito se come un par de cuestas y casi se le comen tres perros, además de un baño de ortigas en ambas piernas. No hay nada como el turismo de aventura.

Ya estamos todos y seguimos nuestra subida por pista. Este pueblo no tiene acceso asfaltado, aunque en el mapa sí que lo llaman “carretera”. No deja de ser un modo de dar el servicio sin incurrir en el coste que conlleva…

Vamos rodeados de paredes de roca y no se ve cómo saldremos de este agujero. El mapa dice que sí, pero levantas la vista y no se ve escape hasta que superas Fortaleza de Arreba y alcanzas el Portillo del Castillo, un roto en la muralla natural que permite que cambiemos de ladera y nos dejemos caer rápidos a San Miguel de Cornezuelo y Cidad de Ebro.

Recogemos bártulos y volvemos pitando al hotel, a por el menú de Ana Mari, que tenemos la tarde comprometida.

Ducha, cambio de ropa y nos vamos a la cueva Palomera. Hay un buen tramo en coche y llegamos con diez minutos de margen sobre la hora que nos habían fijado. Aparcamos y bajamos a la entrada, donde está la ermita de San Bernabé. Una fachada pintona que se hunde en la roca. Está cerrada y no es motivo de esta visita, pero parece que tiene pinturas curiosas y un pequeño acceso al completo cárstico subterráneo de Ojo Guareña.

Iniciamos la visita con una explicación sencilla de lo que hay, lo que vamos a ver y por qué se ha formado. Provistos de casco y frontal nuestro guía nos conduce a la entrada de la cueva, donde pasamos algo más de hora y media.

Es de las más grandes de Europa y no está totalmente explorada. Fue habitada desde el paleolítico y tiene restos de pinturas y huellas –que no se pueden visitar- desde los neandertales. Las formaciones rocosas quizá no sean tan llamativas como El Drach o El Soplao, pero como te lo explican en detalle y te hacen ver las características de cada punto, la visita es interesante. Un poco más soso es la faceta biológica de los habitantes de la sima. Unos miserables gusanos con patas que el guía se empeña en señalizar con triángulos reflectantes y nos ruega encarecidamente que los respetemos.

Después de la cueva hacemos una pequeña parada para ver el sumidero del Guareña, un rincón frondoso por donde se cuela al complejo de cavernas uno de los cauces de agua que lo alimentan.

Rematamos la tarde con visita a Medina de Pomar. Es un pueblo pintón, con unas torres medievales enormes que lo caracterizan. También tiene una calle Real bien conservada en cuanto a edificios y comercio típico. Una plaza con soportales y mirador sobre el campo. Rincones coquetos y una exposición de pinturas permanentes que te van acompañando durante toda la vista.

Tomamos una cerveza en un local de esos de hace 50 años, pero no encontramos sitio que nos acomode para cenar. La comarca entera está todavía adormecida por el COVID y no hay ni público, ni oferta. Todo bastante vacío, lo que para algunas cosas se agradece y para otras se sufre.

Volvemos entonces a nuestro hotel y entramos al comedor de cabeza, buscando con avidez a Ana Mari para ver qué nos ofrece de cena. Ya hace frío y después de la cena, mucho. Menos de diez minutos de paseo y corriendo al catre, que el día dio para todo, pero ya se acabó.

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Villarcayo-Cascada de la Mea-Puentedey

Ruta realizada el Lunes 24/05/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
35.4 km
322 m
281 Km Distancia Madrid
6h35'
3h12'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Juanlu, Pepe

Mas detalle ruta

Temperatura media: 13.6
Descarga ruta: 2021-05-24-Villarcayo-Cascada-de-la-Mea-Puentedey.gpx
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Ésta es la primera crónica de nuestra escapada a las Merindades. Cómo siempre, salimos con puntualidad germánica y nos encontramos a mitad de camino para desayunar. Estamos de maniobras no de viaje turístico, leches. Esta expedición va «full equipped«, con navegante y diseñador de tracks, asesor cultural, relaciones publicas, analista de restauración, gadget assistant,… Vamos, que no ha faltado detalle. Por tener, nuestro grupito de ciclismo incluso tiene hasta fenómenos paranormales. Ya es bien conocido el síndrome Rufi (un caso de gafe gastrónómico) y había firmes sospechas de la existencia de la maldición Surroca (confirmada en este viaje, como se puede apreciar en la tercera crónica del mismo). Pero ahora ha aparecido la SRR (Sunday Revenge Reaction) y hay sospechas de la existencia del Efecto Cola de Montalvo y del Juanlu’s Watermelon Gravitational Attractor. Pero basta ya de temas científicos y vamos a empezar con la ruta.

Llegamos 2 minutos antes de lo previsto a Cigüenza y ocupamos la plaza. Nos quedamos gratamente sorprendidos ante la calidad del alojamiento y la amabilidad de la gente de lo llevaba, con Ana Mari a la cabeza. Nada que ver con mi familia de Burgos capital, doy fe. Nos cambiamos y salimos echando leches para enfrentarnos a nuestra primera ruta en las Merindades, acompañados por una fina lluvia que nos obligó a ponernos los chubasqueros.

La ruta original transcurría por una carretera supuestamente poco transitada. Pronto comprobamos que no era así y, además, la lluvia no facilitaba las cosas. Por suerte Pepe había buscado y encontrado una alternativa que transitaba por un bosque paralelo a la carretera y que conectaba con una vía verde.

Fue todo un acierto porque el camino era precioso, transcurriendo por un bosque de ribera que nos acompañó hasta que alcanzamos la vía verde.

Al cabo de unos kilómetros desembocamos en la Vía Verde Santander Mediterráneo, un proyecto todavía en ejecución como pudimos ver, que va a permitir unir en bicicleta prácticamente el centro de Burgos (desde Quintanilla de Vivar) con Santelices en la Merindad de Valdeporres. Cuando finalice, serán más de 100 km de vía exclusiva para ciclistas y peatones atravesando el Valle del Río Ubierna, La Bureba, Poza de la Sal, Oña, el Desfiladero de la Horadada, Trespaderne, Nofuentes, Medina de Pomar, Villarcayo, Puentedey, el río Nela, las espectaculares merindades de Sotoscueva y Valdeporres.

Al pasar por la estación de Escaño, abandonamos la vía verde en una suave ascensión entre cultivos en dirección a Nela. Por suerte, dejó definitivamente de llover, aunque se mantuvo la amenaza hasta mediodía.

En el horizonte se adivinaba la zona hacia la que nos dirigíamos. Los pueblos estaban muy cuidados, manteniendo el aspecto rural que han perdido tantos lugares de nuestra geografía.

Una zona de pendientes pronunciadas nos sacó de nuestro circulo de confort pero fue una falsa alarma. Pronto volvimos a nuestra ruta facilona, ya enfilando el siguiente pueblo, Sobrepeña.

Y de aquí, en menos de lo que tardo en contarlo, saltamos a Quintanilla Valdebodres, donde visitamos el Pozo del Infierno, un manantial con más de 100 metros de profundidad.

Y un poquito más abajo, se encuentra un antiguo molino harinero que aprovechaba su agua.

Cerca de la salida de este bonito pueblo se encuentra la Cascada de Mea, con un precioso cuestón entre quejigos y encinas, que hicimos en parte montado pero que pronto se impuso a nuestras aptitudes y actitudes. Sacamos el dron e hicimos un poco el payaso, como es característico de nuestra idiosincrasia.

**** ATENCIÓN no existe el video DJI_1055.MP4 en el álbum de Google de la crónica

Puentedey estaba a tiro de piedra, así que llegamos enseguida. Un pueblo impresionantes. El río Nela ha excavado a lo largo de millones de años un fantástico arco natural a través de la roca. Lo que el río hizo para continuar su camino hacia el Ebro, las gentes del lugar lo aprovecharon para quedarse allí. De paso, los Brizuela se construyeron una torre-palacio y la Iglesia, que no iba a ser menos, San Pelayo, románica a tope.

**** ATENCIÓN no existe el video DJI_1082.MP4 en el álbum de Google de la crónica

Aprovechando que el tiempo aguantaba, comimos en la terraza de uno de los 2 restaurantes que había en el pueblo. Fue un simple plato combinado pero nos supo a gloria. Después de esto, exploramos la parte baja del pueblo, dirigiéndonos hacia el rio Nela.

**** ATENCIÓN no existe el video DJI_1093.MP4 en el álbum de Google de la crónica

Con el buche lleno decidimos tomar el camino fácil, es decir, la vía verde que habíamos tomado al principio de la ruta. En esta parte no estaba acabada del todo y en algunos lugares nos comimos un ratito de balastro.

En Brizuela nos salimos de la vía a la altura de su estación para echar un vistazo al pueblo y a su iglesia dedicada a San Cristóbal.

Ya nos quedaba poco para llegar a nuestro hotel, pero por el camino pensamos que, dado que no era muy tarde y teníamos luz, quizás no sería mala idea ver Villarcayo en bici. Pues dicho y hecho, seguimos por la vía hasta el susodicho pueblo, que resultó ser una castaña pilonga, por lo que hicimos muy bien. Lo que más nos gustó fue una locomotora abandonada en un parque, una Mikado 141, un maquinón ingles de los 50. Con eso está todo dicho…

Y con esto acabamos nuestra primera ruta por las Merindades. Nos esperaba una habitación de lujo y una cena que no se la saltaba un galgo. De hecho, algunos pedimos alubias rojas de primero… Una ruta y un día estupendos, pero no serían los únicos, no.

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Guadarrama Cercedilla Navacerrada Bola. El Doble Calvario

Ruta realizada el Sábado 22/05/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
48.5 km
1408 m
44 Km Distancia Madrid
5h04'
4h04'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Juan, Miki, Rufi

Mas detalle ruta

Descarga ruta: Guadarrama-Calvario-Bola-2021-05-22.gpx
Reproductor audio crónica:

Esta es la clásica de Bola que el año pasado, por las razones que todos sabemos, no pudimos hacer.

Objetivo a la vista

Esta ruta siempre la patrocina Juanito, y en esta ocasión sólo hemos acudido a la cita Fer y yo. Tengo la sensación que en próximas convocatorias no habrá muchos voluntarios más, bueno, confío en que Alfredo se apunte.

El primer objetivo claro era intentar convencer a Juanito, cuando llegásemos al Puerto de Navacerrada, de no subir a Bola, pero como podéis imaginaros Juanito es inalterable.

Empezamos en la Urbanización de mi casa de Guadarrama, y rápido llegamos al camino paralelo de la carretera de los Molinos.  El plan era llegar hasta Cercedilla conservando todo lo que pudiéramos, y por estos caminos tan llanitos era fácil cumplirlo.

Atravesamos los Molinos y enseguida, por la carretera siempre tranquila del camino viejo del Escorial, alcanzamos el Término Municipal de Cercedilla. Nos desviamos hacia el cementerio, pasando por una pequeña senda, que nos recordó a Asturias, y siempre picando hacia arriba nos acercamos a la Plaza de Toros donde aparcamos habitualmente.

Sendita Asturiana

Aquí aprovechó Fer para preguntar ¿y por qué coño no hemos empezado aquí? Fer, si fuera así, no sería la clásica de Bola.

En Cercedilla pasamos cerca del bar donde nuestros amigos los cagones hicieron una parada en la última visita al Pueblo.

Por fin tocamos el camino del calvario hasta llegar al Embalse de Navalmedio. En este punto empezó el segundo calvario para mí, las primeras camisetas del Atleti habían salido de los armarios, y me iban a dar la mañana.

A medio camino, a la altura del Pino de la Cadena, vimos a una caminante con unos pantalones más ajustados de lo que es recomendable. Juanito se quiso dar la vuelta para comprobar que lo que había visto era real, y casi se mata.

En el camino del calvario Juanito y Fer hicieron toda la subida sin poner el pie, para dejar a nuestro grupo en buen lugar.  En pleno esfuerzo un paseante nos vio con cara de sufrimiento y sabiamente nos dijo: “pero sabéis que ya existen bicis eléctricas, ¿no?”

El siguiente paso es terminar la subida por carretera hasta el puerto de Navacerrada. En este punto Fer y yo nos miramos las caritas para intentar, por última vez, convencer a Juanito de abandonar la subida a Bola. Ni nos atrevimos a abrir la boca.

Esta es la carita que se pone cuando estás resignado

Ya conocéis la subida a Bola, en este caso el refrán “QUE CADA PERRO SE LAMA SU PIJOes perfecto.

Juanito y Fer empezaron juntos la subida, yo decidí mantener una distancia prudencial para que no se me escape nada a la hora de hacer la crónica. En realidad, no podía ni con los calzones.

Tras varias curvas de porcentajes bestiales y rectas interminables, pude comprobar que, contra todo pronóstico, Fer se ponía en cabeza y llegaba el primero a Bola. Desde la distancia ya sabía que Juanito tenía problemas de calambres, porque no era normal como le veía sufrir.

Por fin llegamos todos a la cima y este simple echo, nos hizo muy felices. Nos conformamos con poca cosa.

Parece que una vez llegado a Bola todo había terminado, pero nada más lejos de la realidad, la bajada también nos exige mucha fuerza y concentración.

En la bajada de Bola los frenos no dan de sí, y en un par de curvas nos tenemos que abrir más de lo debido. Es el momento de hacernos la foto del día con las mejores vistas.

Bajamos al Puerto de Navacerrada y hacemos la segunda foto al reloj de la Venta Arias, para saber cuánto hemos tardado entre la subida y la bajada, al final una hora.

Rápido llegamos a la parte de arriba del camino del calvario y, en una abrir y cerrar de ojos, Juan suelta los frenos y le perdemos de vista.

En esta ocasión sí decidimos parar en el Pino de la Cadena, para conocer su historia de 190 años. Nos tiramos hasta abajo y llegamos de nuevo al Embalse de Navalmedio.

«A su querida memoria»

Tenía por costumbre Urgoitiz pasear por el pinar rumbo al arroyo de Navalmedio y la pradera de las Cortes. También descansar a la sombra de un frondoso pino situado a la vera del camino. Precisamente allí fue donde le llevaron la mala nueva de la muerte de su padre.

Conmocionado, quiso Urgoitiz rendir homenaje a la memoria de su progenitor, ocurriéndosele la idea de cinchar la base del gigante vegetal donde recibió aquel mazazo con una cadena con la inscripción: «A su querida memoria, 1840-1924». Antes tuvo que comprar el árbol a un maderero que lo tenía marcado para convertirlo en tablones.

Seguimos el camino del calvario a sus inicios, y en cualquier pequeña cuesta las piernas pican que da gusto.

Atravesamos Cercedilla de nuevo por la carretera del camino viejo del Escorial, los caminos de los Molinos, en esta ocasión sin carreras, y llegada a Guadarrama.

Terminamos vacíos de energía. Aprovecho la ocasión para felicitar anticipadamente a los Atléticos por la Liga, y nos vamos muy orgullosos.

P.D:- La próxima ruta a Bola espero que la hagamos todos, aunque sea con eléctricas.

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Pontón – Alpedrete

Ruta realizada el Jueves 20/05/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
26.7 km
646 m
56 Km Distancia Madrid
3h55'
2h00'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Domingo, Félix, Pepe, Jesús

Mas detalle ruta

Descarga ruta: 2021-05-20-Ponton-de-la-Oliva-v1.gpx
Reproductor audio crónica:

Cada vez tardamos más en decidirnos, apuramos tiempos y voluntades para concretar dónde vamos. Luego está el “quienes”. Esta vez no se apuntó Fernando, que es el que primero inquiere; ni Alfredo, que estaba de acompañante sanitario… ¡ni Juanlu! que sí salió el martes. El caso es que pensamos ir al Lozoya, pero Félix dijo que la ruta no tenía tramos nuevos. Pues nos vamos a ver al Globero (esa sí que es nueva…)

El caso es que allí estamos, en el Pontón, a las 10:30h, con un sol que promete dorarnos a los cuatro como unos l’ast chiken.

Nos hacemos la cuesta de carretera para coronar en la entrada del Reguerillo. Para Jesús es todo nuevo, dice que esta zona solo la conoce de turismo de alpargata, que no la había rodado hasta ahora. Así que el vamos contando lo que conocemos, lo más destacado, algunas notas geográficas y otras anecdóticas. Lo de las cárcavas, lo de la presa de los presos que no represa, las abejas, los senderos… así sin darnos cuenta, nos plantamos el plátano en la presa “La Parra” (ole aliteración).

Han puesto carteles nuevos, flamantes, indicando que está vigilado, que no pases. Domingo observa con atino que el “no pasar” coincide con la señal del GR indicando que continúes. En fin esas contrariedades de la señalética a las que nos llevan los conflictos de competencias. Cómo nos va a sorprender lo del lío de vacunas, la posición de España en el exterior o la dificultad de definir en cada pueblo si la cerveza te la tomas dentro o fuera del bar.

Pues sí, fácil de adivinar, nosotros pasamos, pasamos y seguimos, que luego viene la cuesta sombreada y verde que te lleva al collado del Santo. Jesús, va charlando, Félix incluso responde, Domingo mantiene el ritmo y yo me ahogo. Eso sí, arriba llegamos todos ¡no faltaría más!

Pasamos por el pinar de tierra roja e iniciamos la bajada a la casa en ruinas. Me parece que la construyó un fulano con la esposa tuberculosa, para que respirara aires de sierra. Debió ser un señor de posibles, pues es una construcción de buena planta. Sin abundar en motivos o alternativas, digamos que se me ocurren opciones como haber alquilado una celda en el monasterio de Beruela, en el Moncayo, como Becquer, o haber alquilado otra hembra, como tantos…

Nosotros seguimos a lo nuestro, que es cuesta abajo. Pero nada más salir, Jesús se queda sin cambio trasero, una buena faena en el sitio que estamos. Comprobamos que el problema está en el mando y lo desarmamos enterito. Enredando entre todos y metiendo cuatro cascos sobre 3 centímetros cuadrados, conseguimos que aquello enganche y vuelva a actuar. Montamos todo y tiramos millas. Eso sí, no firmaría que todos los tornillos estén en el mismo sitio de origen ¡pero funciona!

Al poco llega la subida a Alpedrete. Pista con piedras, pero yo creo que mejor de lo que estuvo hace tiempo. En una curva Félix se encuentra un pájaro, a día de hoy pendiente de identificar. El bicho se queda quieto y se deja coger, le manoseamos un poco, le hacemos unas fotos y le soltamos ¡resulta que vuela! Nos estaba vacilando. Félix ya nos hizo otra de estas con una perdiz. Su don para las plumas es evidente.

En el pueblo no paramos. Al pasarlo propongo un camino alternativo, por aquello de hacer algo nuevo, pero ya perdimos mucho tiempo y nos quedaríamos sin la visita al Globero. Quizá otra vez.

Al borde del precipicio sigue la placa recordatoria y los cementos que sustentan la entrada al nicho. Al lado, una oquedad libre y oscura parece esperar al próximo. Lagarto, lagarto, tira pa’lante, que estamos llegando.

Para comer nos vamos a Torrelaguna. Como por casualidad paramos en el restaurante “adonde”, justo al pasar el arco de la calle de los civiles. Nos sorprende un menú correcto por los ocho euros que dice el cartel. Añadimos unas cervezas, cortesía de Jesús y completamos un día más al sol. Mucho sol ya para mi gusto. La semana próxima serán los fresquitos burgaleses los que nos acompañen.

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La Cabrera – El Atazar fácil

Ruta realizada el Martes 18/05/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
29.6 km
355 m
52 Km Distancia Madrid
3h38'
2h45'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Domingo, Félix, Juanlu, Pepe, Paco Díaz

Mas detalle ruta

Descarga ruta: 2021-05-18-La-Cabrera-Atazar.gpx
Reproductor audio crónica:

Seguimos aprovechando esta espléndida primavera, así que de nuevo quedamos para hacer una nueva «yayo-ruta» por la zona de La Cabrera, algo no demasiado exigente y que destaque por su entorno.

Quedamos a las 10:30 en el restaurante «El Cancho del Águila«, donde comimos más tarde, un lugar pegadito a la A-1 donde se aparca bien, lleno de camiones de todo los lugares.

Empezamos sin mayor problema a la hora prevista por un camino harto conocido que discurre paralelo a la carretera de Burgos. Pronto atravesamos la autopista, dejando Mazacorta a la derecha. Por esa zona empezamos con los primeros pedregales que nos llevaron de narices a una finca con ganado, donde demostramos nuestro valor y arrojo, tardando un decidir que hacer. Finalmente Pepe, demostrando su origen ibérico, se echó pa’lante espantando a tan peligrosos animales y dejando libre paso al resto de la expedición, que hasta ese momento se mantenía refugiada tras la valla.

Y luego vino el barro porque encontramos agua para aburrir pero gracias a eso estaba el campo como un jardín. Así que ha ensuciarse…

Pero la cosa no llegó a complicarse mucho, no. Ya estaban los barrizales de capa caída y tampoco aquello fue una yincana.

Atravesamos Navas de Buitrago, paramos un momento en su iglesia y nos despedimos del pueblo, que no daba más de sí.

En estas salidas relajadas, quizás por no ir tan pendientes, siempre nos suele ocurrir algo. Esta vez le tocó a Paco, que se despistó un momento y acabó con sus huesos en el suelo al salirse de la pista. Por suerte no pasó nada importante y Paco aprovechó para ver una jara de cerca, de muy cerca.

Cómo quién no quiere la cosa, llegamos a las estribaciones del Atazar y allí aprovechamos las vista para atacar al platanito de rigor.

La vuelta al pantano siempre es un placer. Estas sendas son viejas conocidas y siempre que podemos, nos adentramos por las pequeñas veredas que hay paralelas a la pista.

Subimos la cuesta de rigor hasta el Berrueco, en que no entramos, y pasamos a enfilar una pista que nos devolvió, en continuo pero suave ascenso, hacia La Cabrera. En esta zona, las vistas del Pico de la Miel eran impresionantes.

Rodeando la Dehesa Boyal (una de las 5000 que hay con ese nombre) bordeamos Pradera del Amor, una pequeña concentración de casas, con un nombre que hace sospechar de su origen hippy y sesentero.

Y cómo quién no quiere la cosa, llegamos de nuevo al restaurante donde habíamos dejado los coches, finalizando así este precioso día de dar pedales.

Para comer, nos plantamos en la terraza, por supuesto. La comida fue aceptable, acompañada eso si por un continuo ruido de camiones para arriba y para abajo, a ver quien aparcaba el trailer más largo. Pero pronto dejamos de escucharlo porque se levantó un viento de mil demonios. Casi se nos lleva las tazas de café.

Como siempre, lo mejor del día fue la compañía y el buen humor.

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Buitrago de Lozoya-Fortines

Ruta realizada el Domingo 16/05/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
35.3 km
655 m
64 Km Distancia Madrid
3h54'
2h39'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Félix, Juan, Miki, Rufi

Mas detalle ruta

Descarga ruta: Buitrago-de-Lozoya-Fortines-2021-05-16.gpx
Reproductor audio crónica:

Félix dice que esta ruta ya la había hecho yo antes. Estoy seguro de haber hecho una por la misma zona pero, de muchos de los tramos de ésta, no me acordaba nada.

Hoy ha habido algunas bajas. Alfredo sigue en Estepona, Pepe tiene visita y Domingo ya dijo que las rutas del fin de semana, según le pillen. A Juanlu le seguimos echando de menos en estos lares. El caso es que hoy solo hemos salido los cuatro. Hemos quedado a las 9 de la mañana en un colegio al que deben haber ascendido en el escalafón, porque ha pasado de Santa María del Castillo a «GSD International School Buitrago». Ahí lo dejo.

La primera parte de la ruta es espectacular y más en estos días, donde el campo está verde y reluciente. El track va bordeando el embalse, que no sé si es el de Riosequillo o el de Puentes Viejas (creo que es este último).

Además de bonita, esta parte de la ruta es cómoda y poco exigente, lo que te permite disfrutar del paisaje sin dedicar esfuerzo a ninguna otra cosa.

Con un buen ritmo hemos ido avanzando hasta llegar a la presa de Puentes Viejas. Hasta aquí, todo este tramo de la ruta sí que lo recordaba. La última vez que estuve en este sitio tenían las compuertas de la presa abiertas y el espectáculo era mayúsculo. Hoy estaban cerradas pero la vista era también preciosa.

En este punto hemos aprovechado para iniciar una interesante conversación sobre el conflicto Israel-Palestino, iniciado por Juan, que sabe qué teclas tocar para que nos enfrasquemos en animadas charlas. Es un verdadero placer combinar en estas rutas el ejercicio, el paisaje, los amigos y las interesantes lecciones de historia que, normalmente, nos da Félix.

La charla nos ha acompañado hasta que hemos ido llegando a la zona en la que empiezan las fortificaciones de la guerra civil. Ahí nos ha explicado el jefe, y han corroborado los carteles informativos, que se trataba de posiciones defensivas republicanas que pretendían proteger el pantano. Hay que imaginarse la situación de estar metido en uno de esos agujeros con frío, mugre e intercambiando balas con el enemigo.

Después de una bajada bonita, aunque no muy técnica, hemos cogido un tramo de carretera que nos llevaría a Gandullas. Es un tramo largo y con pendiente, donde habremos hecho una buena parte del poco desnivel acumulado que tiene la ruta. El jefe nos ha dado un susto porque algo le ha pasado a su cadena y parecía que se le había desprendido alguna pieza. Afortunadamente no ha sido así, pero Félix ya no sabe qué hacer para jubilar su bici y mudarse a la eléctrica.

En este punto hemos hecho una incursión a una finca en la que se alojan unas antenas que, según Domingo, son de telefonía y que ahora ya están en desuso. Para ello hemos tenido que saltar una tapia y desbrozar un pinar porque no había sendero reconocible. Juan ha hecho alguna apreciación sobre lo que nos podría decir el guardia de turno si nos encuentra metidos en la finca, a nuestra edad.

Para terminar, enfilamos el tramo final que es una subida tendida que nos llevará al mirador desde el que se disfruta de una magnífica vista. En esta subida fue donde Alfredo se picó con un grupo de ciclistas y les amargó la mañana, demostrándoles que las apariencias engañan. Tras ponerles en fila e ir adelantando uno a uno, al final Alfredo llego el primero al mirador. Hoy, por suerte, lo hemos podido hacer más tranquilos, aunque he de decir que a mí se me ha atragantado.

A mitad de subida está la residencia donde pasó algunas temporadas la Beltraneja. Lo cierto es que no elegían mal las parcelas para construirse los chalets esta gente.

Desde el mirador la bajada al pueblo se hace por una pendiente que, siendo técnica, yo recordaba más difícil. O las 29″ te permiten más licencias o el terreno se ha puesto más fácil, pero lo cierto es que el descenso no plantea demasiadas dificultades.

Así hemos llegado al pueblo y a su muralla árabe, reconvertida al cristianismo. En el pueblo no cabía un alma más. Parecía que regalaban algo y, por si acaso, nosotros lo hemos atravesado por si teníamos que participar en algún sorteo.

Al acabar razonablemente pronto, el Jefe nos ha invitado a una cervecita que me ha sabido a gloria, emplazándonos a los atléticos a que paguemos la siguiente ronda en el caso de que el Glorioso se proclame hoy campeón de liga. Siendo el Atlético, esto no será hasta el último momento, con sufrimiento y ansiedad. Si no fuera así, no sería el Atlético. ¡¡¡AUPA ATLETI!!!

Una buena ruta, con un paisaje precioso, y, lo más importante, una excelente compañía.

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Olmeda de las Fuentes – Villar del Olmo

Ruta realizada el Jueves 13/05/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
34.8 km
656 m
41 Km Distancia Madrid
4h15'
3h02'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Domingo, Félix, Rufi, Mario

Mas detalle ruta

Descarga ruta: Olmeda-de-las-Fuentes-Nuevo-Baztan-2021-05-13-10-17-56.gpx
Reproductor audio crónica:

De bien nacido es ser agradecido y esta crónica no puede empezar sin darle las gracias a Mario por haberla elegido y haberla preparado. A mi me saca de la zona del Molar que ya me está resultando un dolor de molares.

Esta es, claramente, una ruta para hacer en esta época del año. En verano debe ser insufrible porque no hay ni una sombra y en otoño e invierno el terreno debe estar bastante impracticable. Sin embargo, en primavera el campo está exultante y en pleno esplendor y, gracias a Mario, lo hemos podido disfrutar.

Hemos salido de Olmeda de las Fuentes, pueblo precioso, de menor fama que Nuevo Baztán, pero, probablemente, más atractivo. A este pueblo hemos llegado a pesar de Google Maps, que estaba empeñado en llevarnos a cualquier otro sitio menos a Olmeda. Tanto será así que a las puertas del pueblo el puto google me estaba mandando en dirección contraria. Menos mal que cerca mío venía Mario que, obviamente, no estaba utilizando el mismo asistente. A Domingo, nuestro amigo Google, le mandó por un descampado, un terraplén y un campo a través, a ver si así desistía de ir a Olmeda. Menos mal que estamos curtidos en mil batallas.

Entre pitos y flautas, salimos a las 10:20, algunos más abrigados que otros. Lo primero que hicimos fue meternos una cuesta para reservar en el restaurante donde comeríamos a las 14:30 y del que hablaré más tarde.

Según nos comentaron Domingo y Mario, Olmeda de las Fuentes es un pueblo donde se concentraron, no sé en qué momento, una serie de escritores y gente de letras. El caso es que le han dedicado tiempo, dinero y cariño a la cosa y han dejado el pueblo muy majo. Merece la pena verlo

No voy a hacer una descripción detallada de la ruta. El que quiera saber en detalle cómo es, que se monte en una bici y siga el track

Dedicada a los paquetes que no vinieron. Estos son de paja, pero los hay de carne y hueso

La primera parte de la ruta es, en esta época del año, una preciosidad. Campos de cultivo verdes y frondosos que, con el viento, producían un efecto de mar verde y rojo (solo se me ocurre algo mejor, que es rojiblanco, pero eso es harina de otro costal)

Mar de trigo y amapolas y confirmación del pronóstico del tiempo realizado por Aemet Surroca

Transitando por estas sendas llegamos a un punto en el que los caminos se hacen más estrechos, avanzar se hacía a veces complicado por los grandes charcos y la vegetación invadía la senda (especialmente ramas con espinas que se agarraban a los brazos y las piernas como si de ello dependiera su salvación). Además, la pendiente empezó a hacerse más fuerte y tuvimos que aplicarnos para subir una potente cuesta que llevaba a las ruinas de una iglesia que, vete tú a saber por qué, se había construido en el medio de la nada. Los designios del Señor son inescrutables, pero construir una iglesia donde estaba esta es, desde luego, una incógnita

Seguimos la ruta, pasando por Nuevo Baztán y por un campo de cultivo de ¿guisantes? ¿garbanzos? ¿alubias?…. El nombre en latín se lo sabe Domingo

Los guisantes en primer plano y Nuevo Baztán en lontananza

Desde Nuevo Baztan seguimos hasta Villar del Olmo por campos de cultivo y viñas. Ahí nos comemos el plátano y Mario se aprieta un compuesto (Félix sic) de «papoya», «mango» y «banana». Si de lo que se come se cría a Mario le van a llamar Sergei Bubka en breve.

Hasta ese momento llevábamos, escasamente, 400 metros de desnivel, pero, a partir de ahí la cosa cambiaba. Saliendo del pueblo nos metemos una cuesta que, durante bastantes metros, se mantiene en el 17% y, en algunos puntos lo sobrepasa de largo. El Garmin tuvo a bien dejar de presentar el porcentaje de pendiente pero, viniendo de donde veníamos, me atrevo a decir que llegaría al 21% o incluso algo más.

El camino nos lleva a lo más alto de la zona, iniciando un camino estrecho y pedregoso que nos conduce, tras algunos errores de navegación, a unas cuevas excavadas en las paredes y un mirador desde el que se ve el pueblo y el valle.

Ya nos había avisado Mario que había una gracia llegados a este punto. Desde el mirador bajamos por una trialera sin demasiada dificultad, pero animada y camuflada por la abundante vegetación.

Una vez completado el descenso enganchamos otro tramo de subida brutal para llegar, desde mi punto de vista, a uno de las partes más bonitas de la ruta por el paisaje del que pudimos disfrutar.

La «joya de la corona» es una encina centenaria que, en medio del campo de cultivo, resulta impresionante

Y los caminos hay que averiguarlos entre los campos de trigo

A las 14:30, como un clavo, nos plantamos en el Mesón el Portón, según habíamos planificado. Según Félix solo comen bien cuando yo no voy. Esto se está cumpliendo al pie de la letra, al menos en lo que a mi corresponde. Ayer elegimos el menú por descarte y, para colmo de males, tuve que comer presenciando una bandera del Real Madrid que, afortunadamente, estaba bien acompañada por otra del Glorioso Atlético. Está claro que estas rutas no se hacen por motivos gastronómicos, vive Dios.

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Los Yayos se van a Aranjuez

Ruta realizada el Martes 11/05/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
83.3 km
176 m
8 Km Distancia Madrid
8h53'
5h17'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Domingo, Félix, Pepe, Leo, Paco Díaz

Mas detalle ruta

Descarga ruta: 2021-05-11-Aranjuez.gpx
Reproductor audio crónica:

La primavera está que revienta. Ahora está en pleno esplendor porque se han sucedido lluvias alternadas y ligeras, que no sólo no embarran los caminos; sino que además ayudan a que la floración sea más abundante, exuberante y alargada en el tiempo. Hay que aprovecharla porque apenas dura un mes por el sureste de Madrid.

Desde 2018 andaba Pepe avisando de las posibilidades de esta ruta en primavera y otoño. Y sistemáticamente me resistía a dedicar un día a hacer recorridos por lo que pensaba que sería un secarral sin interés. Sin embargo, el hecho de establecer un tercer día a la semana con perspectivas bastante menos exigentes físicamente, es decir lo que venimos a denominar el día de los Yayos, me ha permitido salir de mi grave error al despreciar esta zona. Después de más de 20 años recorriendo asiduamente la zona norte de la Comunidad, descubro que también hay un sur.

Después de la sorpresa de las anteriores rutas por estos lares, tenía muchas ganas de conocer las lagunas del sureste. En ausencia de mi bici, que parece encontrarse muy confortable en el mecánico y otra vez por culpa de un rodamiento, me presento en casa de Pepe para que me preste la bici de su hijo Carlos. Una Mérida de carbono muy ligera y de tamaño considerable, acorde con el 1,90 del vástago. Me sorprende la buena sensación que me da y por el enorme manillar que porta. Cambiamos el sillín por el mío de Specialized porque preveo que mis posaderas se van a resentir ante el extenso kilometraje que nos espera y por la falta de suspensión trasera. Y no me equivoco. También extraño los puños y la postura de las manos que me produce un dolor en los pulgares.

Bajamos por la Casa de Campo bien abrigados con pantalón largo, guantes largos y windstopper para recoger a Leo que allí está a la hora prevista quejándose de la mala noche que ha pasado por algunos problemas digestivos por lo que a punto ha estado de no venir. Avanzamos por Madrid Río hasta llegar a la Caja Mágica donde encontramos a Domingo. Poco después se incorpora Paco que se había quedado algo más atrás. Tras los correspondientes saludos, salimos de la parte más concurrida de público para adentrarnos en los caminos que nos llevan paralelos al Manzanares.

El esplendor de la flora es descomunal. El día está fresquito. El cielo de azul saturado cuajado de cuantiosas y algodonosas nubes blancas. Los pájaros alborotados por su afán reproductivo, nos obsequian con sus variados trinos. Se alternan los intensos verdes de los cultivos de cereales con los amarillos de los campos extensos de colza, las abundantes amapolas rojas, sus hermanas y más escasas blancas, los cardos morados, las margaritas blancas y amarillas en ramilletes menudos y copiosos, las malvas… y un sinfín de árboles de rivera con sus hojas recién estrenadas de un verde chillón. Ni que decir tiene, la sorprendente cantidad de milanos negros, cigüeñas, patos, conejos… que adornan la jornada. Una explosión de vida.

Después de atravesar un puente y una canalización nos encontramos en las estribaciones del poblado de la Cañada Real. Poco después de pasar cerca de la vivienda de Poli, que recientemente han detenido en Canarias, nos desviamos a la derecha en dirección a la Marañosa. Vemos un espléndido pinar en la lejanía que deberemos investigar en otra ocasión. De nuevo estamos cerca del río Manzanares y de la laguna de Soto de las Juntas, llamada así porque muy cerca se funden el Manzanares y el Jarama. Aquí empieza una sucesión de colinas de extrañas formas erosionadas a nuestra derecha. Son de aspecto arcilloso y numerosos puntos brillan por los rayos de sol que inciden en los cristales de yeso que declaran su formación. De escasa altura, pero muy cercanas al camino parecen a punto de desplomarse sobre nosotros. Numerosas grietas que resquebrajan las rocas amenazan su derrumbe, tal como un cartel anuncia en la entrada del cañón.

Unos pocos kilómetros donde dejamos numerosas imágenes. Fantásticos contrastes de colores: ocres de la tierra, verdes, amarillos, morados y rojos en los cultivos, azules en el cielo y blancos grisáceos en las nubes. Estamos extasiados de naturaleza.

Las aguas fluyen por el río con mayor intensidad que en otras épocas del año. La escasa pureza es variable en función de la distancia a las grandes poblaciones y proporcional a la distancia de las múltiples EDAR (Estación depuradora de aguas residuales).

Abandonamos la zona de colinas y avanzamos en paralelo a un canal de riego, cuyo diseño inicial era más ambicioso pues pretendía ser navegable. Nos hacemos unas fotos en una curiosa construcción que Domingo identifica con ayuda del Lens como la Real Acequia del Jarama.

Algún mísero poblacho se intercala por los abundantes maizales que se riegan con las aguas del canal. Entramos en uno de ellos buscando restos de un antiguo reducto del siglo XV del que Pepe nos ilustra. Nada ha quedado. Conversamos brevemente con un agricultor que nos cuenta que son esparragueras lo que cuida, y cuyo fruto alguno de nosotros posteriormente comerá de primer plato en el Real Sitio de Aranjuez.

Poco más adelante la ruta pierde gran arte de su encanto por lo que nos limitamos a dar pedales con tan enconado ímpetu, como ganas de llegar para dejar el insufrible dolor del culo. Empiezo a notar el tormento de la falta de suspensión trasera. Paco va acusando los kilómetros y canturrea irónicamente algo donde se oye reiteradamente la palabra Aranjuez. Como le conozco muy requetebién, sé que masculla maldiciones contra el cansancio y el tiempo que queda de pedaleo. La ruta es llana, pero tantas horas subidos a un sillín cansa las posaderas y también las piernas tras los 80 kms. que llevamos.

Sin más llegamos a eso de las tres de la tarde. Atravesamos la población buscando el restaurante donde Pepe ha decidido llevarnos pues fue una recomendación de mi amigo Juan Carlos y donde comió bien la vez que se vino solo. Está cerrado. Buscamos sin mucho afán donde nos den de comer. Acertamos en un bulevar donde una terraza nos hace guiños. Comemos bien y muy cómodamente hacemos tertulia hasta que una vez descansados y reconfortados decidimos que es hora de acercarse a la estación de tren para volver a Madrid.

Unas fotos en la plaza y en la entrada del Palacio para poner punto y final a una magnífica jornada primaveral. Estos paseos de Yayos nos dejan un regusto muy positivo. No todo van a ser ascensos de 1000m de desnivel acumulado y dificultades técnicas a veces extremas. Sí que tengo claro que el reto que ronda en la cabeza de Juan, Alfredo y Rufi de hacer 120kms y 2500m de desnivel por la Sierra de Guadarrama no va conmigo.

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Lagunas del parque regional del sureste

Ruta realizada el Jueves 06/05/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
73.7 km
210 m
7 Km Distancia Madrid
9h20'
5h11'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Juanlu, Pepe, Mario

Mas detalle ruta

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Últimamente no estamos muy finos con la convocatorias y ésta no fue una excepción: «que si nos vamos a Aranjuez, que lo que mola es Buitrago, que no, que mejor de compras que no tengo fondo de armario….«. Finalmente la sensatez se impuso y se hizo la ruta que yo propuse, saliendo de mi casa, jejeje. Y no es morro, es que no tenía coche y, lo más importante, no nos podíamos ir lejos para que pudiese venir Pepe, que nos tenía pendientes y expectantes con su vacunación en el espectacular Zendal, azote del Covid y refugio de la libertad.

Viendo el desnivel de la ruta me voy a ganar a pulso el sobrenombre de «Yayoflojo» pero es que tenía especial interés en conocer esta zona, tan cercana e ignota, como las Fuentes del Nilo mismamente. Tengo que decir que me sorprendió gratamente, haciendo hincapie en que hay que realizarla en estas fechas, o incluso, unas semanas antes. Bajo ningún concepto hay que intentarlo cuando haya la más mínima sospecha de encontrarnos con barro, porque puede ser un infierno (quizás exagere pero hay que meter dramatismo).

Salimos del Valdebernardo después de agruparnos, puntualmente como siempre, desde los 4 puntos cardinales de Madrid. Alfredo se vino desde la plaza de Roma por la via verde de O’Donnell, Juanlu (el héroe de la jornada) atravesó la city a pelo desde su nido en Moncloa, Pepe vino en coche directo desde su Zendal experience y yo desde mi portal a 100 m.

La salida fue plácida, atravesando el parque de Valdebernardo, donde cayeron las primeras fotos, con los patitos del estanque.

Ya les avisé que no todo iba a ser así y pronto nos adentramos en el polígono de Vicálvaro, rodando a toda leche por la desagradable carretera de Coslada que rodea la explanada donde Renfe prepara los convoyes de mercancías. Fue la parte Mad Max del recorrido. No hay forma de evitarlo debido a que todo son fincas y empresas que crean una especie de muralla infranqueable. Pero pronto, torcimos hacia el sureste con la intención de circunvalar Coslada por los parques que la rodean.

En lontananza se podían apreciar el bosque de grúas que pronostica en lo que se va a convertir esta zona con el paso del tiempo, pero bueno, de momento se puede ir por los lugares que muestran las fotos. Esto acaba en una zona de chalets, aledaña a lo más granado de Coslada y que tiene un cierto parecido a San Blas. Rápidamente salimos de Coslada para dirigirnos hacia San Fernando de Henares, rodenado su hospital universitario y adentrándonos en un bulevar que nos vuelve a sacar del pueblo. Pepe propuso ir a visitar un castillo del siglo XIII pero resultó estar a TPC. Conviene recordar, para otra ocasión, que por esta misma ruta se puede ir al castillo de Aldovea en Torrejón. De hecho, nos adentramos unos kilómetros en su dirección para ver un poco las lagunas del Henares (tramo de ida y vuelta en el desvió del Soto de la Quica). Como el track era corto…

Aquí la marinería se me empezó a revolucionar. Pedían campo, verde, trialeras (Alfredo, claro) y no hacíamos más que atravesar calles (¡vaya rollo!, ¿queda mucho?, ¡vaya mariconada!,…). Pero mi paciencia y mis dotes de político son infinitas, así que les camelé con múltiples razones para que continuaran, e incluso les prometí libertad y cerveza, que no falla. Y así es como salimos de S.F. de Henares.

La entrada al parque regional de sureste tiene un cierto aire a Aranjuez. Esto serenó el espíritu de los expedicionarios, quizás demasiado, porque íbamos a un ritmo lamentable, no sé muy bien porque, como si estuviésemos en Benidorm.

Al acabar este magnifico paseo se encuentra la bifurcación que he comentado con anterioridad y que te lleva directamente a Torrejón de Ardoz, siempre a la vera del Henares.

Entrada al Soto de la Quica. Nadie entendía porqué íbamos por allí, fuera de track. Fue un capricho mío, lo reconozco pero me confirmó que a esta gente se la lía fácilmente. Nadie se había mirado la ruta, ¡ay señor!

¡Leches! ¿Y esto? ¿De dónde habrá salido?

Después de disfrutar de este bosque de ribera y de la amabilidad de un calvo que nos grito por no llevar mascarilla, volvimos al track de nuevo.

¿El personal no quería verde? ¡Pues toma verde! Nos adentramos en un sendero de 2 palmos que estaba tomado por las plantas. Quedaba lo justito para pasar. El problema era que, a veces, las plantas que lo bordeaban eran cardos «king size«. Me recordaba alguna escena de Objetivo Birmania, cuando Errol Flynn le soltaba las granadas a los limones, escondido entre la maleza. Jungla total.

Salimos del bosque y dejamos un oleoducto a un lado y continuamos haciéndonos nuestra buena panzada de kilómetros, eso si, más bien llanitos como se puede apreciar.

Todo iba bien, hasta que en un minúsculo repecho (de los 5 que había en el recorrido), al cambiar, tengo una impresionante chupada de cadena (con perdón) y me quedé clavado. Me temo que realicé el cambio inadecuadamente y eso provocó el incidente. Se había empotrado entre el plato pequeño y el mediano y no había manera de sacarla de tan inoportuna posición. Por suerte estaban allí Mario y Pepe. El primero intento desmontar testicularmente los platos pero no había forma con las herramientas a nuestra disposición. Finalmente, con maña y paciencia, entre los 3 conseguimos liberar la cadena sin daños, pero habíamos perdido media hora al menos. Esta claro que estas yayo-excursiones son de alto riesgo. Y no será el último incidente…

Siempre cerca del Jarama, llegamos finalmente a las Lagunas del Raso. Y allí, nos perdemos un poco, nos ponemos a juguetear con unos pequeños toboganes…

Ermita del Cristo de Rivas

Empalmamos con la Laguna de Rivas, atravesando zonas llenas de flores de todos los colores que despiertan en nosotros el poeta que llevamos dentro. Alfredo ya empieza a tener hambre.

La La Land

Pepe empieza a tener los primeros síntomas de la vacuna: ve elefantes de colores

Y finalmente llegamos a la laguna del Campillo a la que decidimos dar la vuelta, debido principalmente al interés mostrado por Alfredo en verla en profundidad (eran las 13:58 …). Y aquí tuvimos el segundo incidente de la jornada cuando Mario decidió romper una rama con la cabeza. Pudo la rama y se rompió el casco. Por suerte, Mario no se hizo nada importante aunque salió dolorido del encuentro.

Y ya, con los objetivos cumplidos, nos dirigimos hacia el restaurante (El Fogón de Filo), donde nos plantamos y comimos estupendamente. Ante la escasez de codillos, Alfredo tuvo que acosar a la camarera, exigiéndole su firme compromiso de que, al menos, un codillo sería para él exclusivamente. Por lo demás, la comida transcurrió muy agradablemente, aunque había una vocecilla interior que te decía que había que volver.

Uno de los pocos momentos de silencio.

Después de un café y un chupito, a la 5 pasadas decidimos levantarnos. Fue duro, pero cuando eres un ciclista legendario que decides afrontar este tipo de retos exigentes debes asumir estos sacrificios. En vez de ir a lo fácil, fuimos a lo bonito, así que nos dirigimos a la ruta que va paralela al Manzanares, hacía la Caja Mágica.

Cortados y Pico de Coberteras. Debajo, el camino hacia San Martín de la Vega
Nidos de cigüeñas cerca de la Cañada Real
Pedazo peregrino, transido de devoción

Por el Parque del Manzanares, cerca ya del punto donde nos separamos.

Bueno, y esto ya se acaba. En el Parque del Manzanares no dividimos. Alfredo se fue hacia Legazpi para cruzar el Retiro y Juanlu, hacia el Madrid Rio. Los demás, tuvimos que subir, rodeando el parque forestal de Entrevías, continuar por el parque de Palomeras, atravesar el puente sobre la carretera de Valencia, para llegar a Valdebernardo de nuevo. Allí Félix y Mario siguieron por el carril bici, y Pepe y yo nos adentramos en el barrio.

Un día completito, espléndido y divertido. Una ruta bonita y divertida, donde el único sufrimiento es el tiempo que permaneces sobre el sillín y que acabas con el síndrome del mandril. Y como siempre, un gustazo poderlo compartir con los amigos.

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