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San Lorenzo de el Escorial-Robledondo-Zarzalejo Cumbres borrascosas

Ruta realizada el Jueves 29/09/2022

Dificultad Física
Dificultad Técnica
42.1 km
952 m
41 Km Distancia Madrid
5h23'
3h14'
Características Terreno Suelo duro (pueden ser de roca o pedregoso), 15% de trialeras, sin obstáculos, no adecuado para temperaturas altas, zona de fotografía interesante

Participantes: Domingo, Pepe, Rufi, Raquel

Mas detalle ruta

Temperatura media: 10.3
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Reproductor audio crónica:

Llevábamos una semana con un tiempo espectacular, soleado y con la temperatura justa, cuando, hete aquí, que el pronostico nos pinta un jueves apocalíptico. Pero no nos arredramos, que para eso hemos hecho la mili (más o menos…). Mi e-wife tenía fiesta en su trabajo y aprovechando que teníamos que acercarnos al Escorial, plantee al grupo una ruta por la zona. Así de paso Raquel, que lo estaba deseando, se podía venir con nosotros en su montura eléctrica. Buscando, buscando elegí una vieja conocida para disfrutar de las vistas desde el Malagón. La última vez que el grupo abordó esta zona fue un desastre porque triscamos lo que no está escrito gracias al track de un tipo al que pusimos como nombre en clave «el tarado» y que nos llevó por todas las tapias y vallas que había en la zona de Zarzalejo. Por eso, para evitar hacer salto de vallas, he optado por tirar hacia Robledo.

Después de un intercambio de mensajes en la mañana del jueves, llenos de desconfianza sobre las nubes que cubrían la sierra norte de Madrid, quedamos a las 10 en la urbanización Felipe II. Salimos con un ligero retraso y pronto abordamos las cuestas del Tomillar. Ya sabíamos que nos íbamos a tirar así la próxima hora y media. Pepe y yo con calma, Fernando y Raquel, charlando de lo divino y lo humano y cada vez más por delante de nosotros.

Pepe recargó pilas en la Penosilla gracias a una llamada relacionada con la obra que está acometiendo en su casa. Este tipo de comunicaciones generalmente te ponen de una mala lecha que viene muy bien para subir cuestas. De esta guisa, una vez pasado el Arboreto, nos enfrentamos con la parte más desafiante y disruptiva de la ruta, como se diría ahora en cualquier reunión de trabajo. Siguiendo con la nueva nomenclatura, yo diría que, claramente estábamos saliendo de nuestra zona de confort.

Pero todo lo bueno se acaba y finalmente llegamos al Alto de Malagón, unos antes y otros después. Allí nos tomamos el refrigerio, escondidos detrás de unos arbustos, que corría un aire que se llevaba hasta los pensamientos (sólo los buenos, que los malos pesan más). Vagos por naturaleza como somos, aprovechamos que unos cazadores abrían la valla para seguir subiendo, que lo anterior nos había sabido a poco. Cuando llegamos a lo alto del Cerro de la Cabeza se acabó definitivamente el disfrute. ¡Qué faena, ahora todo era bajada!

Esta zona tiene unas vistas espectaculares que hacen la bajada muy disfrutona aunque había que tener cuidado porque el estado el terreno la hacía bastante resbaladiza. En Robledondo tomamos la carretera M-505 para llegar al Puerto de la Cruz Verde que atravesamos en dirección a Zarzalejo por la M-533, dejando el teatro de la Mina a la derecha. Dejamos la carretera y giramos a la derecha para bajar por el Barranco del Santo. Con el nombre está todo dicho. Podría decirse que es una pista, aunque no puede estar más rota y llena de escalones, con un terreno muy resbaladizo. Vamos, el trazado que le gusta a Fernando, que se perdió rápidamente en lontananza. La cosa no mejoró hasta un poco más abajo, que por algo se llama La Quebrada. Cómo esta pista enfila hacia Robledo, se puede apreciar perfectamente el desastre del último incendio en las laderas que se encuentran enfrente.

A la altura del Prado Pellejero (cuanta poesía hay en estos campos…) volvemos a hacer un quiebro para dirigirnos directos a Zarzalejo. Aquí se puede coger el de la izquierda, que nos lleva paralelo al tren por una trialera derrampante estrecha, o por la derecha, que baja a tumba abierta a la pista que une Robledo con Zarzalejo. Nosotros, como somos así, cogimos la de la izquierda y cambiamos de opinión 200 m. después, porque nos gusta el campo a través.

Al salir de Zarzalejo-estación, nos desviamos hacia la izquierda por la pista que lleva a la Silla de Felipe II. A la altura de la Colada (una zona con mucha piedra, donde se ve el origen de una calzada) nos desviamos a la derecha, rodando por senderos entre arboles de lo más agradable.

Después de un canchal, tras un sendero entre vallas, desembocamos a la conocida bajada con escalones de piedras, donde Fernando nos hizo una master class mientras nosotros bajamos a pata. Aún recuperándonos de semejante humillación, tomamos el camino a la Herrería. Nos resistimos pero al final nos tuvimos que poner los chubasqueros aunque la cosa tampoco fue a más.

Estábamos a menos de un kilómetro del final cuando pasamos al lado del restaurante El Tomillar y decidimos que era un buen sitio para comer. La sobremesa la hicimos en la terraza de mi casa, con cafés y tés a discreción. Como siempre, un día estupendo con gente estupenda. Mereció la pena jugárnosla con el tiempo. Luego por la tarde, cayó la del pulpo, pero ésa les pillaría a otros.

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Miraflores, Morcuera, Canencia estación

Ruta realizada el Sábado 24/09/2022

Dificultad Física
Dificultad Técnica
39.5 km
914 m
44 Km Distancia Madrid
3h53'
3h03'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), 15% de trialeras, sin obstáculos, sin limitaciones de temperatura, zona de fotografía interesante

Participantes: Alfredo, Juan, Miki, Pepe, Rufi

Mas detalle ruta

Temperatura media: 16.7
Descarga ruta: Miraflores-Morcuera-Canencia-Estacion-20220924.gpx
Reproductor audio crónica:

La primera de este otoño.

Ha sido un verano para olvidar, seco y caluroso, cabreante y desagradable como no conocimos otro. La consecuencia era evidente, tenemos cotos privados de pedal secos, con mucha tierra suelta y una vegetación pobre y arrugada. Me llamó la atención ver una gran extensión de helechos totalmente seca, color latón, muertos. Los robles con la hoja pobre, sin fruto prácticamente, hasta sus habituales moscas tienen otro sabor, tragué unas cuantas en la subida y su tacto es pellejoso, los muslos sin chicha y el gusto como a polvo de yeso. Hacedme caso, no las comais, no merece la pena.

Nos vemos en la cuesta, dejando el coche a distintas alturas, en función del orden de llegada, que ya sabemos lo que joden esos pocos metros a la vuelta. Alfredo y yo tomamos café, los demás estaban a sus cosas. Acicalados y saludados nos ponemos en marcha mientras actualizamos noticias, pues hace tiempo que no coincidíamos y hay chicha que contar. Además de los temas de los que hablarían todos en cualquier charla de bar, nosotros incluimos las zapas nuevas de Juanito y su brillante gps: molón, multifunción, pequeñito, se ve bien en el manillar pero yo no veo lo que pone, ni el mapa ni na. Fernando está con la vista en la carretera: que si no le motiva el campo, que si necesita más caña, que tiene echado el ojo a un superaparato (comparte foto, please). Alfredo ya vuela en tabla como Odín o Namor y con Miki hablamos de obras, chapuzas y cosas del Manolo… nosotros nos entendemos.

Llegamos a la valla primera y presento mi primera queja: esto no se hace a un señor mayor, no se sube a este ritmo, no me jodáis. Bueno, pues se ve que hizo efecto, porque ya no paramos hasta coronar Morcuera, ni en el desvío de la Hoya, ni en el llano al dejar el bosque, ni en la valla de salir al asfalto, que cuando llegué Miki ya había salido a por el premio de la montaña, Juan debía llevar ya un rato arriba para entregárselo.

Plátano en el puerto y tiramos para donde siempre. En el prado Toril vacilamos sobre el camino a seguir y vacilamos a dos ciclistas para que nos retraten. La primera la resolvemos eligiendo la ruta del valle en lugar de subir los picos y la segunda nos dejó bonita foto de nuestra apolínea figura.

Otorgamos nueva parada para que nos inmortalice Sara y de ahí vamos rápido a Canencia que, para un momento que aflojamos, Juan dice que “ya vale de gastar pastillas de freno”.

Bajadita de asfalto hasta el sendero y un buen rato de disfrute hasta la estación. Como tardo unos segundos en quitarme la chaqueta después del arroyo, nos separamos en un punto en el que sigo trazado rigurosamente y los de delante continúan por el single-track hasta el puentecillo nuevo.

En la estación ya sabemos todos lo que toca: adoquín hasta el pueblo. Avisé de que había opción, a la altura del camping y también vi que hay una calle paralela como a mitad de cuesta, pero Juan quería adoquines y nos los hicimos todos, ligeritos. Boqueando como una carpa gorda llego al coche deseando colgar la bici y aliviar el último sofoco.

Estuvo bien, una ruta más para incluir en esa, nuestra memoria, que poco a poco las va mezclando, confundiendo fechas y participantes sobre un repetido trazado que convierte todas las rutas en una y cada uno de sus instantes en diferente ¡bendito Alzheimer!

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El Boalo-Navacerrada-Mataelpino

Ruta realizada el Martes 20/09/2022

Dificultad Física
Dificultad Técnica
31.7 km
759 m
39 Km Distancia Madrid
3h55'
3h02'
Características Terreno Suelo duro (pueden ser de roca o pedregoso), 15% de trialeras, sin obstáculos, no adecuado para temperaturas altas, 50 metros no ciclable, zona de cazadores, zona de fotografía interesante

Participantes: Domingo, Félix

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No sabía que hacer, la verdad. Por un lado me apetecía salir pero por otro existía el riesgo de perderme alguno de los fastos del funeral de mi querida Isabel II. Porque si hay alguien que se merece este despliegue es ella. Sin su presencia este mundo habría sido mucho peor. Y no voy a empezar a enumerar la inmensa cantidad de aportaciones que ha regalado a la humanidad porque ya empiezan las lágrimas a fluir, haciendo que vea borroso el monitor. ¡What a loss, Virgin of Beautiful Love!

Pero voy a dejar a un lado mi lado más emotivo y vamos al tema. Nos pusimos en ruta a las 10:35:00 desde el chalet de Felix, atravesando el pueblo del Boalo en dirección a Cerceda. Son curiosos los nombres de los prados de esta zona: el Matasenderos o el Descansadero de la Pamplina.

La salida de Cerceda es una vieja conocida nuestra y transcurre por una pista muy agradable hasta que se joroba con un cuestón de los de antología que nos lleva directos y sin anestesia al Mirador de la Dehesa de Arriba (su propio nombre lo dice, que el pueblo es sabio). Por suerte, las lluvias del día anterior hacían el trazado mucho más agradable y seguro. Con el piso seco, estos caminos se convierten en una pista de patinaje.

Después vino la merecida bajada y la travesía del laberinto que conforman las urbanizaciones de Moralzarzal. Y otra vez a subir, por las laderas de Matarrubia, hacía el pico Martillo. Como siempre, el encuentro con una pista de hormigón no presagiaba nada bueno. Resignación cristiana…

Después de la subida, nos metemos por una estrecha vereda que rodea las laderas de Matarrubia, con una espléndida vista de la Sierra de Hoyo de Manzanares, con Moralzarzal a nuestros pies.

Después de atravesar un bosquecillo, nos dirigimos hacia Navacerrada «disfrutando» de otra agradable ascensión bastante rota y con la duración suficiente para dejarse el bofe. Por suerte, después el camino se hizo más tendido y pronto llegamos al embalse de Navacerrada, que no estaba en sus mejores momentos.

Por esta vez, desechamos la subida que nos llevaría de bajada al Mini-Angliru y nos dirigimos hacia la M-607, que atravesamos y donde cogimos una trialera que nos llevaría hasta Mataelpino.

Esta parte del recorrido es especialmente disfrutona. Me sorprendieron los tramos hasta Mataelpino y desde aquí a El Boalo, preciosos y muy divertidos.

Como es habitual, acabamos comiendo en Don Baco, que no nos defraudo una vez más. Un día estupendo, disfrutando de una ruta preciosa. No se puede pedir más (bueno, si: que no haya cuestas tan cabronas, pero eso…).

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De Madrid a Tres Cantos por el Jarama

Ruta realizada el Domingo 11/09/2022

Dificultad Física
Dificultad Técnica
60 km
410 m
6 Km Distancia Madrid
4h33'
3h45'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), sin trialeras, sin obstáculos, no adecuado para temperaturas altas

Participantes: Félix, Mario

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Reproductor audio crónica:

El sábado me encontré a Mario en el gimnasio dando pedales como un poseso y sudando como un reo en galeras. Así que le pregunté cuando reanudaría sus salidas en MTB y me contestó: mañana. Pues me apunto, le contesté. ¿Dónde vamos? A las 9 en mi casa. Dicho y hecho.

Con la puntualidad que caracteriza al grupo, salimos por el Parque del Conde de Orgaz camino de la Alameda de Osuna, para coger el carril bici en dirección sur. La mañana está agradable, de momento. Salimos al polígono de las Mercedes para llegar por carretera hasta la pista que recorre la rivera del Jarama. A buen ritmo vamos charlando. Le voy contando las batallitas de cuando en el Banco éramos un grupo muy animado de amigos que nos hacíamos bromas un tanto elaboradas.

Llegamos al punto donde la pista tiene un cartel que indica hacia Torrelaguna. Por ahí nunca he ido. Por aquí disminuye el tráfico de globeros. Avanzamos algo más para empezar a ir hacia el oeste y en una alameda donde pasa el arroyo de Viñuelas-casi seco-, nos tomamos el plátano.

Reanudamos la marcha con un calor aplastante. Salimos a la valla del Soto de Viñuelas con su cuestita a pleno sol que nos empieza a tocar las narices. Seguimos en paralelo al carril bici hasta llegar a la Dehesa Boyal de San Sebastián de los Reyes donde pasamos muy cerca de la casa de Miki. Más solazo hasta llegar a Valdelatas. Salimos y en una explanada veo a los lejos una especie de dron que se hunde en la vaguada. Al acercarnos podemos comprobar como un señor porta en su brazo un halcón peregrino. Le pido permiso para acercarnos y muy amablemente nos cuenta que es un pollo de apenas un año al que está entrenando. Se dedica a su cría y venta para aeropuertos. También para los árabes que pagan muy bien. A razón de unos 3000 euros por ave. Los aparatos que lleva el pájaro son dos transmisores GPS para controlar sus movimientos. Nos dice que uno de ellos es de un satélite exclusivo de los árabes para estos menesteres. Se lo pueden permitir. Nos hacemos unas fotos y le dejamos con su cría de halcón.

Ya sólo queda volver cuanto antes porque el calor nos revienta. Llegamos a las 13:25 a la puerta de mi casa después de 60 kms a buen ritmo y con el culo como un mandril. Tanto tiempo dando pedales y sentado en un incómodo sillín, no le sientan bien a mis delicadas posaderas.

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Lozoya-La Horizontal-Puerto de Navafría Esperando el otoño

Ruta realizada el Jueves 08/09/2022

Dificultad Física
Dificultad Técnica
37.4 km
941 m
59 Km Distancia Madrid
5h38'
4h00'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), 15% de trialeras, con dos obstáculos, no adecuado para temperaturas bajas, zona de fotografía interesante

Participantes: Domingo, Félix, Pepe

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Reproductor audio crónica:

Nuestro grupo, cada vez más menguado, se tomó un descanso la semana pasada, escapando a latitudes más frescas. Los más chulos a Islandia y los demás a Cantabria, que sí, que es infinita, pero no tanto. Así que teníamos ganas de empalizarnos otra vez y de llenarnos de bosque. ¡Qué le vamos a hacer si tenemos esa mania tan rara! A otros les da por morder esquinas.

Buscando, buscando, me encontré con esta rutita que transcurría por zonas yo nunca había visitado aunque la mayoría del grupo si había estado anteriormente por estos lares. Pintaba pero que muy bien y parecía ideal para estos momentos en los que todavía uno no se puede fiar mucho del astro rey (en general, no te puedes fiar de ningún rey, pero ese esa es otra historia, jajaja…).

Dejamos los coches en el parking de Lozoya (https://maps.app.goo.gl/axP8ZbYMvyDxMZmM7), gratuito entre semana, pero con un coste de 3 € en festivo o fin de semana, siguiendo el espíritu depredador que se ha extendido por la comarca. La llegada lloviendo enfrió un tanto nuestro ardor guerrero. Como es habitual en nuestras escapadas, salimos forrados del pueblo, para quitarnos ropa en los primeras primeras subidas. Esta ruta tiene la característica de empezar con un ascenso que no se detiene hasta la Horizontal de Navafría, lo que supone una bonita subida de más de una hora del tirón. Como punto positivo, te comes casi todo el desnivel al principio. Curiosamente, el negativo es el mismo. ¡Qué cosas!

Dada nuestra avanzada edad, este tipo de subidas conllevan la continua declamación de historias relacionadas con anteriores expediciones heroicas por la zona, siguiendo el modelo narrativo abuelo Cebolleta. En esta ocasión el tema fue el Nevero, el descenso al pueblo de Navafría y no sé si algún hecho relevante de la Guerra Civil o la Iliada, que ya no tengo la memoria de antes. Mientras tanto, como quien no quiere la cosa, subíamos y subíamos, dejando a un lado el Collado del Aguado, el Sestillón de la Gutierra (a saber que hizo allí la tal Gutierra), la Porqueriza (no sé si tiene relación con la susodicha Gutierra) y el Reajo Sastre. Poco después, alcanzamos la Horizontal, que ya era hora.

Si la subida transcurría por un bosque muy agradable, esta parte del recorrido era aún más bonita, seguramente por motivos subjetivos relacionados en la pendiente y otros aspectos de índole gravitatoria. Para disfrutar del entorno, bajamos nuestra velocidad, que no era cuestión de desplegar todo nuestro potencial con semejante paisaje.

Pero todo llega, y alcanzamos el puerto de Navafría, con sus 1774 m. El descenso lo realizamos por un sendero en dirección a Majalvir. Poco después la pista se transforma en un sendero con bastante pendiente y tramos de piedra suelta, recomendado para gente con elevadas capacidades MTB. Vamos, que los pedregales me los hice a pie, aunque solo fueron unos pocos metros.

Llegamos a una zona recreativa llamaba el Mirador desde la que no se podía mirar nada y desde allí comenzamos una vertiginosa bajada entre bosques de roble, muchos de los cuales ya se habían desprendido de sus hojas, dándole al bosque un aspecto totalmente otoñal.

Atravesamos la M-604 como una exhalación y bordeamos Pinilla del Valle para empezar a rodear el embalse. Esta ruta es una vieja conocida, aunque la solemos hacer en el sentido contrario. Después de dejar la zona arqueológica de los Calveros, nos ceñimos más a la orilla del embalse. Este camino está cada vez más deteriorado pero sigue siendo una gozada ciclar por la margen el pantano, con sus playitas llenas de troncos que le dan un aire de isla de naufrago.

Pintaba mal el cielo, así que en la última parte del recorrido, aumentamos más la velocidad si cabe (que sí que cabía…), no fuese que al final la liáramos.

En Lozoya hicimos un intenso análisis de sus capacidades en restauración y finalmente nos metimos en el restaurante Fernando, con una hermosa terraza y apartado de la carretera, donde comimos bastante bien y disfrutamos de una agradable sobremesa.

Como siempre, un día genial. Una ruta sorprendente, muy agradable y con un paisaje precioso, que te deja ganas de volver a visitar en otoño e invierno.

PD: al gpx le falta un pequeño tramo por un tema de pilas.

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De El Boalo a la tormenta imperfecta

Ruta realizada el Jueves 25/08/2022

Dificultad Física
Dificultad Técnica
40.4 km
1130 m
39 Km Distancia Madrid
4h40'
3h41'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), sin trialeras, con un obstáculo, sin limitaciones de temperatura, zona de fotografía interesante

Participantes: Domingo, Félix, Pepe

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Reproductor audio crónica:

Las del alba serían cuando me levanto dispuesto a una etapa más en este, tórrido hasta la desesperación, verano de mieeeerda. Dicho con mucha moderación, que estas crónicas me consta que son seguidas por personas de corta edad e incluso de entendederas.

Tres en uno (como la Santísima Trinidad-adivina quién es el palomo-), enfilamos desde el parking del pueblo hacia la Sierra de los Porrones que esquivamos para entrar una cerca, donde numerosas vacas, aún adormecidas ni se inmutan ante los valerosos ciclistas. Nuestro objetivo es «circunciclar» el circo de La Pedriza a lomos de las Trek viejas, que diría el artesano-mecánico José de Mibicio y una Orbea de 29″ megaguay. Nos enciscamos pedal va y pedal viene, mientras los calores empiezan a sacar los primeros sudores de agonía.

Llegamos al aparcamiento de Canto Cochinos tras una «frescurita y disfrutona» bajada por el asfalto. Apenas hay coches aún. Tras ese breve descanso, comienza el ininterrumpido ascenso en sentido inverso al del reloj (levógiro, para los cultos).

Dos manadas de vacas han decidido coger la cuesta abajo, por llevarnos la contraria. Sin duda van a tomar café el chiringuito de abajo que está a punto de abrir. Sus culos bamboleantes de inciertas trayectorias, nos hacen dudar si van para la izquierda o para la derecha. Mientras hago alguna foto, mis aguerridos acompañantes me han cogido unos metros de ventaja y consiguen que en ambas ocasiones se pongan de acuerdo los astados hacia donde ha de apartarse. Sin embargo, tres vacas retrasadas tanto en el espacio como en la mente, al ponerse a mi altura chocan entre ellas y se enzarzan en empujones e imprevistos giros, en medio del camino. Por un momento, me encuentro unos cuernos a escasos 50 centímetros. El susto ha sido mutuo. Me ha salido un grito gutural poco parecido a ese que practica con tanto éxito Alfredo (Cuuuusaaahh) en semejantes situaciones y que al parecer funciona. Ha faltado muy poco. Casi me tengo que tirar por la empinada cuesta lateral para evitar ser arrollado o embestido.

Los calores y los sudores se van haciendo más manifiestos y ascienden al son de las alturas que vamos superando. Llegado el punto de ebullición del agua del bidón, empiezan a aparecer las temidas moscas cojoneras. Soplando y haciendo malabares con una mano, trato de que se alejen de mí. Acelero el paso porque de todos es sabido que las moscas en vuelo invertido hacia atrás, a unos centímetros de las gafas no pueden alcanzar una velocidad superior a los 12 km/h. Con tal ahínco pedaleo, que me distancio de mis compañeros. Tengo la esperanza de que me dejen en paz los dichosos dípteros y decidan ir a por mis acompañantes, sin duda más jugosos por bien sudados. Comento con Domingo que he llegado a la conclusión de que las puñeteras moscas hacen relevos cada 100 metros con el malvado fin de martirizarnos el mayor tiempo posible.

En una de las infinitas curvas observo un cartel que debe prohibir algo, lo que levanta mis orejas de can de modo automático. Me acerco para ver las vistas del barranco al Manzanares y llega Domingo. Le pregunto por Pepe y me asegura que va detrás a escasos metros y que nos verá, pues las bicis están cerca del camino. Pues no. Hacemos unas fotos y emprendemos la persecución. Las moscas le hacen apretar el ojal a Pepe de modo que ya nos nos volveremos a ver hasta el bar en el pueblo. Trato de avisarle dos veces, pero no hay cobertura. Le dejo un mensaje que convenientemente ignora pues con las orejeras bien ceñidas, sigue pensando que vamos por delante y no se le ocurre tirar de móvil.

Llegamos a las Buitreras, antaño comedero de estos feos pajarracos y convertido en una amarilla planicie descansadero-cagadero de vacas. Ligera bajada que se agradece antes de comenzar una nueva subida que se me hace muy pesada y larga. Mi nivel de glucosa ha descendido y el sabio cuerpo me avisa que debo ingerir algo. Vemos el camino que asciende hacia el Ventisquero de la Condesa. Unas gotas de agua me caen en los brazos que hago notar a Domingo quien aún no las ha percibido. Pronto será muy distinto. Hago un llamamiento a mi virtual amigo Anselmo de la AEMET, a quien invoco en momentos claves, en este caso para solicitarle un poco de lluvia que mitigue nuestro calor y sudor. Al parecer está de vacaciones y el recado lo ha cogido un becario. La madre que lo parió.

Pepe, estará por ahí

Justo en el sitio más desarbolado y cuesta arriba, se lía parda. Estamos cerca del Puente de los Manchegos y rompe a llover a cántaros como si no hubiera un mañana. Continúa con un granizo que no alcanza tamaño suficiente para hacer daño; pero que mosquea. Subimos el cuestaco hasta el Mirador de Los Pastores jarreando a cubos. Ahí hacemos unas rápidas fotos antes de empezar la interminable bajada por la cara sur. Sin coger velocidad porque estamos calados hasta los hueVos. Sí, con V.

Sin más cogemos el desvío hacia El Boalo, donde nos cruzamos con un e-ciclista de Enduro que anda perdido buscando a sus colegas. Tras recorrer tres kilometros, por donde no es y delante nuestro, nos pregunta con aviesas intenciones. Sé que no quiere declarar su intención de ir por el sendero que baja a Cantocochinos, ya que está prohibido. Le indico donde está el desvío de caminos que anda buscando y que sus colegas le han dado como referencia del inicio de la trialera. No lleva GPS y no es de la zona. Allá él.

Cerca de la Sierra de Los Porrones llama Mario para avisarnos de que está en la plaza esperando que lleguemos para comer. Le digo que llame a Pepe para avisarle que vamos detrás suyo y que en 30 o 40 minutos estamos con él. Allí nos encontramos según el horario previsto. Caen unas cervecitas, para hacer hambre y nos cambiamos de local para comer un espléndido menú en Don Baco.

Tras los cafés, nos vamos a mi casa a tomar otro café con hielo y pegarnos un baño. Pepe nos deleita con sus lances al agua desde diversas posturas. Nos recuerda a una mítica película sobre una orca.

**** ATENCIÓN no existe el video VID_20220825_171759.mp4 en el álbum de Google de la crónica

Hacemos balance de nuestras gorduras veraniegas sin tapujos porque se ven las lorzas a pleno sol y esplendor. Sigo pesando menos que ninguno, como pudimos comprobar balanza en ristre, lo cual no me enorgullece pues es manifiesto que también soy en más bajo de los cuatro.

De nuevo en casa en animada charla disfrutamos de un buen clima y ambiente cervecero; menos yo que como no tengo que conducir, le doy al agua sin gas. En esto que nos dan las ocho y media de la tarde y levantamos la sesión. Buen rollito y mejor compañía.

Ya estamos deseosos de retomar la compañía de los dispersos Rufi, Juan, Miki, Juanlu y Alfredo.

Os dejo con Krahe y su versión de La Tormenta de George Brassens

Besos amigos.

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Cercedilla – Camorca

Ruta realizada el Jueves 18/08/2022

Dificultad Física
Dificultad Técnica
43 km
996 m
47 Km Distancia Madrid
5h30'
4h14'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), 15% de trialeras, sin obstáculos, sin limitaciones de temperatura

Participantes: Domingo, Félix, Juanlu, Pepe

Mas detalle ruta

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Reproductor audio crónica:

Son casi las 9 y entramos todos en el parking coordinados como una comitiva de presidente americano. Bueno, todos no, que JuanLu decide otro lugar, otra hora, más temprana ésta, más resguardado el otro.

La mañana está fresquita, pero sin más y en un alarde de testosterona decidimos salir en manga corta y dejar modelitos alternativos en el coche. Estos errores no le sucederán a Domingo, que si se lleva una prenda adicional, ni le hubieran sucedido a Fernando, con su completo vestuario perfectamente doblado o a Juanito, que siempre luce acorde y conjuntado.

Nos ponemos en marcha y optamos por una subida por carretera, donde Domingo tira del carro y Félix le sigue. No teníamos prisa, pero parece que dejaron el café sin pagar en el bar.

Enseguida el hospital y la subida de siempre al puerto, todo seguidito, sin mucha pausa pero sin matarnos.

La temperatura, lejos de subir, desciende significativamente, el aire sopla del norte bastante frío y, en lugar de entrar en calor, se me va cerrando el termostato.

Con esto llegamos al mirador, donde todos sabemos que se para, sí o sí. Luego, si quieres miras y si no quieres, pues no. Es ahí donde se me enfría en sudor que llevo en la empapada camiseta y colapso de frío, vamos que pensando en darme la vuelta. Subimos al puerto tratando de generar un aumento de temperatura mediante la quema de energía y la fórmula física no acompaña ¡estoy helado! Y parece que soy el único. Los demás solo declaran un fresco desagradable y Domingo ni siquiera se pone la camiseta que lleva de repuesto.

Bueno, ya estamos aquí. Podría contar la subida, la vegetación, el estado de la pista, las vistas…. Pero cojones, es que ya es como el pasillo de casa, lo tenemos muy visto. JuanLu: a ver si viene otra república y nos hace otra carretera para que cambiemos de perspectiva, aunque te pese. Por cierto, menuda exhibición la tuya de hoy. Nada de esperas prolongadas, nada de quejarse. Con ese melón tipo depósito metanero y subiendo como un campeón a buen ritmo hasta el final ¡felicidades!

Seguimos rodando y bajamos a la fuente. En contra de lo que podía esperarse, la temperatura se eleva y se hace más llevadero, hasta cómodo.

Allí coincidimos con varios ciclistas y enganchamos la hebra. Vienen de Segovia, llevan 25 km, van a bajar hasta el puente de los mosquitos y de ahí, Eresma abajo hasta volver a casa. El más joven (muy joven) va sobradísimo, afilado, perfectamente equipado y con signos de dar un recital al que se le ponga por delante. Los otros dos le siguen como pueden, a pesar de llevar voltios uno de ellos. No conocen el sendero de vuelta a la Camorca y quedan en pensárselo para otra vez. Les damos la dirección de la web y les decimos que podrán ver publicada ahí la ruta y la crónica, por si les ayuda.

compartiendo parada con los ciclistas de Segovia

Echamos a rodar y dudamos si hacerla al derecho o al revés, levógiro o dextrógiro, que también se puede decir. Nos decidimos por la clásica, en sentido contrario al reloj, con su subida cabrona inicial para coger el sendero casi escondido.

Damos la vuelta disfrutando del entorno, del camino abandonado que tanto nos gusta, hasta salir de nuevo a trazado clásico de la calzada, señalizada como camino de Santiago.

Enlazamos con la pradera de inicio, donde nos observan los mismo caballos que a la ida, eso sí, esta vez los retratamos convenientemente. Es una pena ver lo amarillo que está, seco, polvoriento. Aquí que siempre se mantiene un color verde más que aceptable, hoy, la genciana morada salpica el prado con desgana, sin mucho lustre en las flores ¡qué pena de verano!

Como la subida de vuelta al puerto no le gusta a nadie, la hacemos siempre con mala leche, como enfadados, más rápido de lo necesario y con la sensación de andar restregando la próstata por un canchal, pero es así, siempre lo mismo, desde los tiempos de Julito y el Globero, esto se sube a mala leche, con o sin motivo. Diría que hoy también, o a mi me lo pareció.

Es coronar el puerto y otra vez los fríos. Hacemos la eterna bajada sin soltar el freno, para no quedarnos helados. Además, si ya es larga de por sí, bajando despacio se hace inacabable. Ahora ya vemos más público que en la subida, ciclistas, caminantes, ¡vagos en definitiva! Debieran estar todos currando y dejarnos el espacio a los profesionales del ocio, pero eso no se puede decir, que es impopular.

Llegamos al pueblo por Puriceli y nos vamos a comer al Chivo Loco, a sugerencia de Domingo. Comemos en la terraza, bien y con frío, tanto es así, que para postre y café nos movemos de nuestra mesa y ponemos la silla al sol, que a las cuatro de la tarde lo recibimos con gusto en las canillas.

Los jinetes
Sus jumentos

Este mundo está loco. Ni el frío, ni el calor lo hace cuando debe y donde debe.

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Cercedilla-Ventorrillo-Barranca-Navacerrada, deberes de verano

Ruta realizada el Jueves 11/08/2022

Dificultad Física
Dificultad Técnica
26.5 km
675 m
47 Km Distancia Madrid
Sin datos
Sin datos
Características Terreno Suelo duro (pueden ser de roca o pedregoso), 30% de trialeras, sin obstáculos, no adecuado para temperaturas bajas, zona de fotografía interesante

Participantes: Domingo, Félix, Juanlu, Pepe

Mas detalle ruta

Descarga ruta: cercedilla-ventorrillo-barranca-navacerrada-20220811.gpx
Reproductor audio crónica:

Después de Riaño, no habíamos vuelto a realizar ninguna crónica nueva. Y la verdad es que, montar, lo que se dice montar, lo hemos hecho poco. Félix y yo solitos hemos dado alguna vuelta por el Boalo y el Escorial , pero quizás por eso y porque estas rutas están ampliamente reflejadas en nuestra base de datos, decidimos no darle a la pluma. Y es que el calor de esta canícula (con este nombre parece que el verano es más caluroso) te sumerge de lleno en la pereza y ya ni escribir quieres.

Pero hoy la cosa ha cambiado. Hemos conseguido quedar en Cercedilla nada menos que los «cuatro magníficos», alguno un poco acojonado también es verdad, pero dispuesto a darlo todo. Como siempre que quedamos en el parking del centro del pueblo, cada uno se ha ido por un lado, saliéndose de la media ponderada Juanlu que ha dejado el Volvo bajo tierra con una entrada espectacular por dirección contraria, desafiando a la cámara y a la municipalidad en pleno.

Iniciamos la ruta pasadas las nueve con un calor ya bastante respetable. En mi cabeza estaba evaluando las distintas posibilidades para acortar la ruta si ésta se convertía, como parecía previsible, en una tostadora gigante. Pero hete aquí que allí estaba el bosque salvador (eso sí, lleno de puñeteras moscas).

Saliendo del Cercedilla por el barrio de San Antonio, enfilamos el camino del Calvario, que como su nombre anuncia, no era precisamente llano. Eso sí, el bosque amigo hacía más llevadera la subida continua de 5 kms.

El Pino de la Cadena (https://pequenosplanes.com/ruta-pino-cadena-cercedilla/)

Después de disfrutar del path of Calvary, desembocamos en la M-601 durante unos pocos cientos de metros, en un lugar llamado el Ventorrillo, ya nos podemos suponer por qué. Retomamos la pista (y el ascenso, claro). Dejamos a la izquierda la peña Entorcal con sus 1543 m. Pero este hecho nos da igual y en una actitud casi suicida, seguimos subiendo hasta los 1605 m., el punto más alto de toda la ruta. La faena es que este sitio no tiene nombre y esto desmerece la hazaña, pero así son este tipo de gestas.

Una vez hemos encumbrado, se podría decir que la ruta ya estaba hecha. Pero quedaba lo mejor, nuestro viejo conocido el Camino Ortiz (no puedo dejar de asociarlo con las conocidas magdalenas…). Allí estaba esperándonos con sus raíces y escalones de piedra, que lo hacen tan entrañable. Dada la confianza que tengo con él, de tú a tú, no tuvo a mal los continuos pies a tierra que hice para llegar a buen término.

Salimos por el parking de la Barranca en dirección a Navacerrada, con sus 2 embalses, a la izquierda justo antes de la barrera de entrada que tenían un preocupante color marrón nunca antes había visto.

En la última parte nos despistamos un poco. Esta zona, Majalzarzal, parece que es nueva para nosotros y el track se hace confuso por los continuos ochos que tiene. Pero no erramos el tiro. Empieza a hacer calor y ya hay ganas de llegar.

A la una menos cinco ya estamos sentados en un sitio que recordaba Pepe. Llega el momento de los tintos de veranos y de las cervezas. Todo pintaba bien pero nos tiramos 3 horas para comer en un lugar que estaba claro que no esperaba la afluencia de turistas que hubo. Esto tampoco fue un problema, como siempre, charlamos de lo divino y lo humano y disfrutamos de un día estupendo, la verdad.

Esta ruta es muy adecuada para días de calor como ha sido éste. Transcurre por pistas y trialeras, alrededor del 75% bajo arbolado y es perfecta para combatir este sol implacable que nos ha tocado en el verano del 22. Esperemos que sea por la actividad solar que se repite cada 11 años y no por el cambio climático, aunque igual es por los dos motivos, quien sabe…

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En Burón, los yayos sin ayas hallan un bosque de hayas

Ruta realizada el Jueves 09/06/2022

Dificultad Física
Dificultad Técnica
14.7 km
422 m
311 Km Distancia Madrid
3h07'
1h56'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), sin trialeras, con dos obstáculos, no adecuado para temperaturas bajas, 1000 metros no ciclable, zona de fotografía interesante

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Pepe

Mas detalle ruta

Temperatura media: 22.5
Descarga ruta: Buron-Norte-20220609.gpx
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La ruta de hoy es de las más cortas que hemos hecho en la historia de este grupo. Nuestra intención era múltiple: no volver demasiado cansados y que nos dejara un buen regusto después de las andanzas de los tres días anteriores; comer bien y temprano para regresar a casa pronto; y recorrer un bosque de hayas por su interior. Veremos que lo conseguimos todo.

A la hora convenida de las 8:30h estábamos desayunando. Ya habíamos hecho todos las correspondientes maletas e incluso alguno, aliviado sus necesidades fisiológicas. Unos yayos de mayor edad y envergadura nos acompañan en el desayuno. Son seis. De Burgos y vienen todos en una furgo donde meten las e-bike y el equipaje. Nos cuentan que han hecho 80kms y 1800m de desnivel por Posada de Valdeón. Ahora van a coger el teleférico de Fuente Dé y repetir buena parte de la ruta que hicimos en 2011 (Sotres, Bejes y Potes). Les aviso que no salgan al Desfiladero de la Hermida por el peligro de la circulación y que suban por el odioso Collado Pelea. Está claro que debemos ir pensando en cambiar a las bicis eléctricas.

Después de lavarse los dientes y pagar el alojamiento cogemos los coches, metemos las maletas y subimos las bicis para salir destino a Burón. Este pequeño pueblo ya le conocemos del día anterior donde comimos siguiendo indicaciones de Nadia, la camarera del bar Calleja en Maraña. Se encuentra en uno de los brazos del embalse de Riaño en dirección noroeste de Boca de Huérgano y a 18kms de nuestro alojamiento.

Llegamos a las 09:45. Dejamos el coche en la puerta del restaurante vasco Gure-Txoko, donde luego comeremos de nuevo, y enseguida salimos bordeando el embalse que aquí apenas tiene profundidad. Elegimos el sentido de las agujas del reloj porque la ruta tiene un desnivel de apenas 400m; pero concentrados en 2 kilómetros, lo que aconseja que elijamos el sentido con menos pendiente.

Todavía relamiéndose el yayo Alfredo del chuletón que se zampó el día anterior, encabeza la marcha hacia el valle de Mirva en una moderada subida que nos permite disfrutar del entorno mientras nos acercamos al bosque de hayas que observamos con pavor. Hasta ahora casi todo el bosque que hemos visto ha sido lateralmente dado el enorme desnivel en donde se hallan las masas boscosas. Entendemos que los prados han sido anteriormente bosques que antaño fueron talados y que lo que queda es por la gran dificultad que representaba su explotación con los medios de la época que no eran sino acémilas y otros semovientes para el arrastre de madera.

Al llegar al inicio del hayedo se acabó el cachondeo. En el km 4,7 nos recibe un cuestaco imposible de tramos con pendientes superiores al 20%, llegando al 28%. Dudamos que con e-bike se pueda subir. Desde luego con piedras sueltas y con nuestras piernas sólo nos queda que empujar ese kilómetro de la Muerte. Los hombros están cansados de empujar, pero los gemelos me estallan completamente contracturados.

Finalmente llegamos a un prado denominado El Hedo donde sobresale una torre de vigilancia de incendios extrañamente situada, donde nos subimos para hacer unas fotos y volar el Retortijón.

Las calcáreas montañas de Picos de Europa se ven brillar al fondo.

En dirección Este nos internamos en el bosque; pero esta vez en descenso muy pronunciado. Mucho mejor. Las hayas son de tamaño medio, pero la obscuridad se adueña de la luz y la temperatura baja unos grados. En algunos puntos es complicado permanecer en la bici.

Poco después de atravesar una barrera de madera surge un desvío que Alfredo propone seguir y que baja al pueblo de Retuerto. Su objetivo es alargar la ruta. Me lo pienso y decido que no hay necesidad de pegarse otro subidón para enlazar de nuevo con el track original. Arranco e inicio una pendiente que alcanza el 11% que no supone mayor problema después de lo anterior.

Ya fuera del bosque, recorremos el arroyo del Rabanal, donde se ensancha el valle y en ligera pendiente hacia abajo, llegamos a un punto donde nos sorprende un tronco de haya enorme horadado.

Alfredo hace trabajar a Retortijón que para eso carga con él. Lo pone en modo persecución haciendo las delicias de unos senderistas que nos cruzamos.

Seguimos hasta el pueblo donde llegamos pasadas las 13:00h. Nos cambiamos en las inmediaciones del restaurante haciendo un striptease en pleno pueblo aprovechando que no hay gente, salvo un obrero poco interesado en nuestros atributos. Comemos en la agradable terraza un menú muy apañado y después de un breve paseo alrededor de la iglesia cogemos los coches de vuelta a Madrid. Nos despedimos porque seguimos rutas distintas. El Waze nos sugiere seguir los pasos por la N-VI, pero Domingo y yo decidimos volver por donde vinimos para evitar la posible congestión de entrada en Madrid. Y con esto se acaba otra de nuestras divertidas e inolvidables escapadas.

Repetiremos en Octubre para ver los colores otoñales.

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Maraña y Lois

Ruta realizada el Miércoles 08/06/2022

Dificultad Física
Dificultad Técnica
24.6 km
515 m
309 Km Distancia Madrid
Sin datos
Sin datos
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), sin trialeras, sin obstáculos, sin limitaciones de temperatura

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Pepe

Mas detalle ruta

Descarga ruta: Marana-y-Lois.gpx
Reproductor audio crónica:

Hoy vamos a andar, igual que ayer y anteayer, pero hoy no nos llevamos las bicis, nos ahorramos empujarlas.

Desayuno a las 8:30h, horario oficial, que luego tampoco es así exactamente… también es posible adelantarse y tomar posesión de nuestra mesa. Como la señora nos va fichando, lo que hace es que reparte ella el zumo de naranja y las tostadas, limitando la barra libre al bizcocho y la fruta.

Hay un grupo de ciclista de eléctrica, majos, simpáticos, mayores que nosotros. Nos cuentan que han hecho una ruta de 80 Km y 1800 mts de desnivel por picos. A todos se les ponen los dientes largos. A mi no, que sigo obsesionado con el oldway, aunque no pueda ni con mi alma.

Los ingleses también se van dejando ver, algo menos ruidosos que por la noche, pero tampoco es que acusen la espantosa resaca que hubiéramos supuesto después de su copiosa ingesta.

Pues eso, que hoy es senderismo. Un par de paseos de distancia y dificultad moderada, algo que nos deje variar la actividad y siga permitiéndonos disfrutar de maravillosas postales.

Salimos hacia Maraña, con el día algo nublado, que nos dejaría caer algún chaparrón leve, lo justo para jugar a ponerse y quitarse el chubasquero.

Paramos en la plaza, junto al bar que lleva el nombre del aventurero televisivo, un local estupendo en el mejor edificio del pueblo, frente a una plaza muy amplia y bien presentada, sin sabor, pero bonita.

Echamos a andar hacia la laguna de Manpodre, el ascenso nos hace resoplar por la inclinación, ganando metros deprisa. Los primeros 150 mts de desnivel nos los ventilamos ligeritos, cogiendo temperatura. Luego ya subimos más suave (y alguno más ligero de peso) hasta lo que empieza a tomar forma de paisaje glaciar.

Es una altitud muy moderada, ni siquiera llegamos a los 1500 mts, pero el entorno se torna rocoso, con matorral bajo y restos de la morrena del glaciar. Mirando las fotos te puedes tirar le pegote de que estás al doble de altitud. Sorprendente poder observar los restos de un glaciar tan bajo.

Del glaciar queda como resto una pequeña laguna -charco, diría yo- que nos sirve para enredar un rato alrededor y definirlo como meta del recorrido.

En la vuelta variamos un poco el trazado y volvemos hacia el pueblo entre vacas y perros. Unos mastines perezosos hacen amago de acercarse sin ganas, pero yo que no soy de bichos, me alegro de tomar un ligero desvío y azuzarles desde lejos con el dron. Eso sí que los acojona y huyen, ya, pero mejor desde lejos, no vayan a correr hacia el otro lado.

En la entrada al pueblo pegamos la hebra con un señor que sale de un corral de gallinas. Nos habla de la ermita de Riosol, que quedará para otra visita, de que no hay osos allí, pero sí lobos, que por lo que sabe no suelen atacar al ganado, más bien se tiran por las piezas de caza, que hay variedad de rapaces y que esas sí que se animan con las gallinas, si se ponen a tiro.

En la plaza tomamos una cerveza en el bar que ahora regenta Nadia, tinerfeña simpática con la que charlamos y nos hacemos fotos. Nos cuenta que lleva allí poco tiempo, que está cogiendo el pulso a la zona, que tiene mucha ilusión y que con ese local tan bonito y sus recetas seguro que triunfa. Coincidimos todos en deseárselo de corazón. Sabemos hasta sus planes inmediatos, pero no vamos a desvelarlos…de momento respetamos el cartel https://www.lanuevacronica.com/bar-calleja-marana-26422

También visitamos las cabañas patagónicas (sí, en serio, patagónicas). Alojamiento rural puesto con mucho gusto, en un enclave que domina el pueblo y mira a la montaña de enfrente. Nos gustó.

Para romper mañana y tarde, comemos en Burón, restaurante vasco bien decorado y mejor servido. Tanto el menú como el chuletón, que presentan como su especialidad, nos causaron una impresión magnífica. Atención profesional y atenta (a que voy pareciéndome a los de promoción turística de la comarca….)

Cambiamos de zona para la tarde, nos vamos a Lois. Allí está la gran iglesia que llaman la catedral de la montaña. Como soy de creencias diferentes, me reservo la opinión, no sea que en relatando mis impresiones quiera alguno encontrar mi inquina hacia la institución, pero vamos, que allí está cerrado a cal y canto el edificio, “pa quien quiera disfrutarlo”

Subimos por el margen de un arroyo, que a veces lleva agua y a veces no, no sé que hacen con ella en los tramos que falta. El valle magnífico, como todos los visitados. Si por la mañana jugamos con los chubasqueros, por la tarde nos castigó un sol de justicia.

Alcanzamos el collado que limita los valles de Lois y Anciles y bajamos un poco por este último. La pista es amplia, pero el camino se inclina por momentos. Continuamos engañándonos un poco, por ver si llegamos a ver los anunciados bisontes, pero la pendiente continúa tras cada curva y los bóvidos no se presentan. Media vuelta y retorno al coche, que ya hemos cubierto el cupo kilométrico.

Paramos -otra vez- en Riaño. Tomamos cerveza, observamos una clase de baile gimnástico femenino en la plaza ¿zumba?¿aerobic?¿latino?¿bachata?¿gym-hostias? Cualquier coña de esas, que todas me parecen lo mismo. Algún motero, un pardillo con un dron (no era Alfredo) y poco más. No llegamos a sacarle el gusto a este pueblo, es raro, desangelado, con habitantes desangelados, con arquitectura de polígono y un pedazo paisaje alrededor que lo absuelve, lo separa de lo que hubiera sido un barrio dormitorio del sur de Madrid, con factura de los ochenta, cuando aun no se hacían piscinas de comunidad para el proletario.

Venga, que está refrescando y me enredo mucho ¡Vámonos a Huérgamo!

Hoy en la cena arriesgamos. Nuestro hotel está que rebosa de moteros multinacionales de todas las versiones y nos animamos a probar un hostal pequeñajo con bar, con un señor en la barra que anima a huir y una mujer que expresa cualquier cosa menos bienvenida. Pues miren ustedes, la cena correcta, el precio barato y la señora hasta sonrió varias veces, todo estupendo. El puto márketing y la venta de imagen es lo que tiene. La sopa, las judías verdes y la lengua de ternera estofada, cojonudo.

Paseíto corto por el pueblo con el último resplandor del día y a dormir, que mañana remataremos la excusión con otro senderismo, pero nos llevaremos la bici ¡que no se diga!

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