Los senderos malditos de Perales del Tajuña

Ruta realizada el Jueves 21/10/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
42.6 km
618 m
37 Km Distancia Madrid
4h45'
3h29'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Mario

Mas detalle ruta

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Reproductor audio crónica:

Ya sabemos que las rutas que elige Mario con tanto esmero, no nos van a decepcionar. Y esta vez de nuevo nos sorprende. La zona es bastante árida y completamente desaconsejable en los meses de calor. Combina un terreno arcilloso y por lo tanto imposible de recorrer cuando haya llovido recientemente, con zonas pedregosas calizas y otras cuajadas de yesos relucientes al sol.

Salimos con una temperatura inesperadamente baja. Al poco de comenzar, Alfredo se da cuenta de que le falta el móvil y en previsión de que a la vuelta ya no esté en su sitio decide volver al coche. Mario le acompaña mientras Domingo y yo iniciamos una larga cuesta que nos quita el resuello y el frío simultáneamente.

Llevo las ruedas más hinchadas de lo habitual y en las bajadas siento la bicicleta muy nerviosa en un terreno seco y de piedras sueltas que me hacen tomar precauciones. En una pronunciada pendiente de bajada me hace un extraño en la rueda de atrás que a pesar de ser su estreno no ha podido sostener la posición debido a la elevada presión y por lo tanto, menor superficie de contacto. El resultado es un doloroso golpe en la gónada izquierda que me hace retorcerme mientras Domingo me alcanza.

Llegamos a una pequeña finca donde habita un variopinto conglomerado de fauna donde nos recibe un coro de irritantes ladridos. Hay un cerdo vietnamita o similar, más parecido a un jabalí enano que a un cerdo doméstico, unas cuantas cabras enanas, gallinas enanas y un nutrido grupo de perros histéricos que se lanzan contra la valla mientras se desgañitan y que no nos dejan apenas oír las explicaciones de su dueña. Se trata de una muchacha de aspecto algo hippie que amablemente nos contesta a mi solicitud de hacerle una foto al cerdo-microjabalí, mientras el animal parece darse por aludido y se esconde. Nos explica que los insólitos animales son enanos -como su extraña casita según sus propias palabras- y que su único objetivo es tener compañía y darles cariño puesto que son veganos. Yo me sorprendo de tan exigua utilidad y no puedo dejar de imaginar uno de esos cabritos al horno con patatas panaderas.

Continuamos la marcha hasta llegar aun arroyo donde cogemos una cuesta de asfalto que facilita el ascenso. Hace la temperatura suficiente como para quitarnos ropa. Al poco se oye por detrás a Alfredo que nos da unas voces. Juntos ya los cuatro vamos llaneando por un curso que en otro tiempo fuera un vía de tren y ahora se ha reconvertido en vía verde. Nos desviamos por unas bajadas donde vuelvo a sentir que me falta control con la bici. Un tanto descontrolado y con los pies fuera de las calas, sorteo una caída. Domingo no tiene tanta suerte y quizás por verme en situación tan despendolada y comprometida pierde la confianza en su técnica. Oigo por detrás un ruido junto a un lamento que más tarde me confirma Domingo que ha sido por una caída leve con sanguinolentas consecuencias para su rodilla izquierda. Eso me convence de que debo quitar algo de aire a las cubiertas y efectivamente la conducción mejora ostensiblemente. Esto es otra cosa.

Recorremos estrechos senderos bordeados de vegetación que no dan tregua al despiste. La pendiente, las piedras y la estrechez dificulta el precioso recorrido por los pequeños barrancos. Algunos tramos más llanos están llenos de una verde y amarilla vegetación que recoge la humedad que se descuelga de las paredes del barranco. En una nueva bajada técnica, Domingo decide que le ha sabido a poco la caída anterior. De nuevo hace un escorzo con tirabuzón y desaparece de mi vista con una voltereta en la que sólo logro advertir la rueda trasera en la lontananza. Nuevos reproches y lamentos, pero sin graves consecuencias . Eso sí, otro pequeño raspón en la rodilla derecha da una imagen de homogeneidad que antes no tenía. ¡Vaya día que llevamos!

Llegamos a la sorpresa del día que tan misteriosamente nos anunciaba Mario. Se trata de un atrezzo de piscinas ubicadas en el fondo del barranco que según nos cuenta, montó un avispado aristócrata con la aviesa intención de engañar a los crédulos futuros compradores de un terreno superior en una urbanización que nunca se construyó. Aún siguen reclamando el dinero. Pobres y engañados, son una buena muestra de las víctimas que a lo largo de la historia han ido dejando los arrimados al poder que seguirán impunes. Ya sabemos que la justicia está hecha para los robagallinas.

En uno de estos barrancos pedregosos y en ligero ascenso tenemos que poner pie en diversos puntos. Y es aquí donde de nuevo se parte la patilla del cambio recién estrenada.

Vuelvo a desmontar el cambio y a quitar la cadena ayudado por Domingo, mientras Mario ha regresado a ver que sucede. Ambos subimos empujando las bicis hasta donde se encuentra Alfredo. Afortunadamente estamos cerca de una carretera a la que decidimos acudir. Mario y Domingo se van en sus bicis a recoger mi coche y el de Mario, mientras Alfredo y yo nos dejamos caer hasta la carretera. En los tramos llanos me agarro al hombro de Alfredo y me arrastra con su potente pedaleo.

Estamos cerca de un pueblo, así que decidimos que allí los esperaremos. Es Morata de Tajuña y al buscar un lugar donde tomar una cerveza descubrimos el magnífico restaurante El Mesón del Cid. Tiene terrazas, salones, piscinas y aparcamiento además de un sobrio menú por 10 euros. Allí nos tomamos unas voluminosas jarras de cervezas mientras esperamos a los sufridos pedaleantes. El hambre va haciendo mella en Alfredo y así se lo hacemos saber a la predispuesta camarera que nos pone un aperitivo con un abundante plato de aceitunas y un posterior plato de queso con curritos de pan que hacen más llevadera la espera.

Aprovecho para llamar a Mibicio. Le explico lo ocurrido con el cambio y quedamos en que le lleve la bici. Le pido que me ponga un cambio nuevo SLX o XT, una cadena, los cables y fundas; y por supuesto la patilla. Me va a costar otros 150 euros como mínimo, a añadir los 45 del día anterior. Y que le vamos a hacer. Sarna con gusto, no pica. Al menos podré ir a Ezcaray el próximo lunes.

A los tres cuartos de hora llegan Domingo y Mario.

Finalmente comemos un cumplido menú sin alaracas, pero en un sitio agradable donde ponemos el punto final a la jornada. Mario se va en su coche mientras subimos las bicis a mi coche para ir al punto de inicio en Perales del Tajuña.

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De El Boalo al Presidio en tren

Ruta realizada el Martes 21/09/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
46.9 km
440 m
39 Km Distancia Madrid
5h02'
3h29'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Domingo, Félix

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Una vez pasado el calor y empezar la temporada otoñal tenía que ir a El Boalo para recoger el router y dar de baja la línea de internet. Así que mi propuesta era salir de allí teniendo en cuenta que hoy el tiempo es excepcionalmente agradable para dar pedales. Con las bajas de los que andan de vacaciones o jugando al golf y los que andan de médicos sólo responde Domingo con el pero de que está sin coche por un fallo de los que no es aconsejable ignorar. Por lo tanto, me acerco a recogerle.

Una vez en su casa antes de lo convenido, observo en el móvil que el fóllón en la M-30 es de consideración y Google Map me avisa de que hay un accidente en la M-40 por lo que la retención es de 25 minutos para llegar a El Boalo. Como no tenemos prisa ni quién nos la meta, decidimos pasar la hora punta tomando un café. Pasada media hora decidimos coger la M-40 siguiendo el consejo de Waze y de Google map.

A las 10:20 llegamos a la puerta de la urbanización y en 10 minutos estamos en marcha camino de Manzanares El Real por la cañada. Bordeando el embalse Santillana, la pituitaria nos anuncia la cercanía de la estación de depuración de aguas residuales (EDAR), donde tomamos el camino hacia el norte que te lleva a la Hoya de San Blas. Antes de llegar al depósito de Soto del Real nos desviamos hacia el pueblo. Cómo la ruta que llevo en el GPS se nos iba a los 53 kms, decidimos que de ahora en adelante vamos improvisando acortando para aligerar el kilometraje que aunque es muy llano, hoy hemos venido en plan paseíto mañanero aprovechando que hace un tiempo espectacular.

Saliendo de Soto, cogemos un camino asfaltado, pero con poca circulación que bordea El Rebollar y que siguiendo la dirección de la ruta original nos encamina por la vía del tren que tantas veces nos hemos encontrado por distintos puntos de la sierra madrileña. Viene de Colmenar Viejo y pasando por Soto y Miraflores se adentra en el valle de Lozoya pasando por Braojos, Buitrago, Gascones… etc., para cruzar por el túnel del Alto de Somosierra antes de conectar con la provincia de Segovia. Es la antigua vía de Madrid-Burgos que se construyó en 1968 y que debido a los derrumbes en 2011 del túnel de Somosierra, Adif decidió dejar de dar el servicio dado el escaso número de viajeros. Durante algún tiempo estuvo infrautilizada para el transporte de mercancías hasta que definitivamente quedó en desuso. Aquí os dejo un enlace para más información.

El camino por el lateral de la vía férrea es muy agradable. Tiene tramos que te encuentras encañonado por los muros de piedra que tuvieron que excavar para mantener la ligera pendiente que permite este tipo de vías.

Sin embargo, otras partes del recorrido nos permite ir viendo por el oeste el Cerro de San Pedro y por el noreste, desde el Pico de la Miel en La Cabrera; toda la Pedriza, el Embalse de Santillana, La Maliciosa y La Bola del Mundo o alto de las Guarramillas. El cielo está nítido y azul.

En uno de los claros podemos observar una torre de estilo dieciochesco que me recuerda la Torre de Belem de Lisboa

Al principio sospechamos que es una propiedad privada de alto standing, hasta que nos damos cuenta de que lo que parece el muro de una fortaleza es el dique del embalse de Santillana.

Salimos de la vía del tren para empalmar con la trialera que viene de Colmenar y que nos lleva hasta el Puente Medieval que cruza el Manzanares.

Allí cogemos el archiconocido camino que nos retorna a Cerceda en un ligero y constante ascenso. Llegamos al pueblo donde nos acordamos que comimos muy decorosamente en la terraza de El Ibón, así que decidimos repetir. Y de nuevo acertamos. Coincidimos que de primero será las Verdinas con Marisco. Muy buenas. El postre también es objeto de coincidencia pues ambos pedimos el Hojaldre de nata y crema (sorprendentemente es nata de verdad y no el odioso chantilly). Para que no me pese en la sandía y la conciencia, el café con leche será endulzado con sacarina.

Subirse de nuevo a la bici para acabar los escasos kilómetros que nos quedan, nos parece totalmente superfluo, pero no existe alternativa.

Así pues, llegamos a nuestro punto de partida donde recogemos el router y enfilamos la carretera para casita con la satisfacción de haber hecho un recorrido sin mucho esfuerzo y muy agradable para esta época del año.

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Collado Villalba-La Jarosa

Ruta realizada el Jueves 02/09/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
44.3 km
899 m
37 Km Distancia Madrid
5h18'
4h21'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Domingo, Félix, Pepe

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Reproductor audio crónica:

Música dedicada a Pepe, coplero como un servidor:

La rosa de Pepe Marchena, maestro de maestros del cante flamenco

Llevamos una racha nefasta entre calores tórridos y lluvias torrenciales, que ahora se llaman DANA según los meteorólogos. DANA debe ser el acrónimo de Diluvia Agua como Nunca Antes. ¡Qué se lo digan a los de los pueblos de Toledo que vieron como el agua se llevaba sus coches calle abajo!

El caso es que ayer tuvimos que cancelar porque cayó una tromba de madrugada. Y menos mal que cancelamos porque se montó un monumental atasco. Luego abrió y quedó una mañana magnífica. Hoy la cosa parecía mucho más factible, así que de nuevo ponemos los despertadores. Cuando estoy subiendo la bici al coche a eso de las 8AM, suena un trueno ensordecedor y empieza a llover como el día anterior. Ya no hay vuelta atrás.

Un cuarto de hora antes de lo convenido ya estamos los tres en el punto convenido de Collado Villalba. Entre las vacaciones y compromisos varios, echamos de menos a Juanlu, Rufi, Mario y Alfredo, destacados e ilustres jubiletas. El resto de miembros laborales parece que tienen la noble misión de evitar que las exhaustas arcas de la Seg. Social toquen fondo y finalmente tengamos de nuevo que ponernos a programar COBOL, 40 años después.

El cielo se ha ido abriendo. Unas blancas esponjosas nubes destacan en el azul del cielo, pero no amenazan lluvia. Cruzamos el pueblo llaneando unos kilómetros con una temperatura muy agradable que contrasta con los rigurosos calores sufridos en las últimas semanas. En suave pendiente vamos cruzando Alpedrete hasta rozar las últimas urbanizaciones de Guadarrama para llegar hasta Los Molinos. Muchísimas construcciones han degradado enormemente la sierra. No es de extrañar los interminables atascos que se montan en la A6 de entrada a Madrid.

Algunos charcos se cruzan por los caminos. Busco una alternativa para no hundirme en uno de ellos y entro por un estrecho sendero, donde me engancho con el manillar en las ramas de un arbusto que me empuja en dirección contraria hacia las ramas de una pequeña encina, que se ensaña con mi brazo produciéndome lesiones de diversa consideración. De nuevo, tendré que explicar que no me he follado al gato.

Llegamos al embalse de los Irrios, -aquél que hace poco visitamos en dirección contraria-, y su característico bocado. Empezamos a bajar por unos senderos cómodos en paralelo a la autopista hasta cruzar por un oscuro túnel donde empieza la verdadera subida de la mañana.

Por el cerro del Horcajo en pronunciado ascenso, admiramos el hermoso cielo azul y las cargadas nubes blancas. Al llegar al Cerro del Cebo del Lobo dejamos la pista para coger una intransitable y descarnada trialera llena de piedras sueltas con raíces húmedas a causa de las violentas lluvias de estos días. Sin pensarlo mucho, vemos una estupenda oportunidad para bajarnos de la bici dando un respiro al maltratado culo que va dando síntomas de gangrena.

Aquí es donde nuestros compañeros más avezados hubieran hecho algunos de sus valientes alardes. Un friki con ebike de enduro y casco nos pasa con soltura con ruedas de al menos 2,60″. Yo ya tengo bastante por hoy con el rasguño. Domingo y Pepe lo tienen igual de claro.

Alcanzamos la pista que nos lleva de un tirón al embalse de La Jarosa que rodeamos y donde se observa la colosal Cruz del Valle de los Caídos entre los azules del embalse de la Jarosa, los verdes de la vegetación y un cielo espectacular. De ahí en un pis-pas de nuevo en Guadarrama para empalmar con el mismo camino que nos trajo.

El restaurante propuesto por Mario está cerrado. Deben haberse hecho un lío, porque en la puerta tienen un cartel que dice que los lunes se cierra. Si hubiera llevado un boli les habría puesto un mensaje aclarando que hoy es jueves. Así que después de unas consultas al Gran Oráculo Google, encontramos un restaurante de nombre bastante pretencioso: «Esencias de España – Gourmet Experience», del que no esperamos más que nos quite el hambre con modesta vianda. Gran equivocación.

Pepe impide que me dirija al dueño, pues es consciente de mi innata capacidad para cabrear al gremio y ante la tesitura de tener que buscar otro restaurante, negocia personal e infructuosamente la custodia de las bicis. Le ofrece un rincón en el exterior del bar fuera de nuestra vista. Pero zanja el ofrecimiento con un rotundo: «Ya, a 5000 euros la bici…» complementado con un gesto que le indica claramente que se pire. Con las mismas, decide ir a buscar el cable gordo y el supercandado al coche, mientras el dueño del restaurante nos reserva una mesa desde donde divisaremos a duras penas las bicis. Domingo y yo nos tomamos mientras una cerveza.

Y así terminamos la jornada con una agradable comida bien elaborada antes de despedirnos temporalmente porque tanto Domingo como yo, nos vamos la semana próxima de vacaciones.

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Hoyo de Manzanares-Moralzarzal Bis

Ruta realizada el Sábado 07/08/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
41.4 km
564 m
28 Km Distancia Madrid
3h13'
2h59'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Domingo, Félix, Pepe

Mas detalle ruta

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Reproductor audio crónica:

Me despierto con un sobresalto y un «me cago en to» al que mi esposa en su duermevela responde con un «¿Qué pasa, ¿qué pasa ?» El móvil marca las 8:15 y hemos quedado a las 9. Eso de tener dos alarmas, una para los días laborables y otra para los findes está bien, pero el problema es que los jubiletas perdemos pronto la capacidad de diferenciar ambos. Pongo un whatsapp para que sepan que llegaré a las 9:30. Mientras desayuno con prisas, recibo la lacónica respuesta de Pepe: «déjalo, luego te la contamos». Me dan ganas de mandarle ATPC y darme mus, si no fuera porque le conozco como si lo hubiera parido y sobre todo porque me pilla vestido.

Enfilo la carretera y al llegar 10 minutos antes de lo anunciado. Les llamo para preguntar irónicamente si tengo que esperar mucho. Salgo a buscarles y ahí andan en una terracita tomando café. Empieza el camino por sendas trialeras y sospecho que a Pepe le están haciendo poca o nula gracia.

El caso es que se empieza a distanciar mientras que Domingo y yo dialogamos pausadamente sobre los libros que andamos leyendo, la mecánica cuántica que tanto nos asombra y sobre las series que vemos para rellenar el natural asueto del que disponemos el esforzado y poco valorado grupo de pensionistas.

En una de estas entretenidas conversaciones nos desviamos de la ruta. Yo no llevo el GPS porque con las prisas no he descargado el track. Domingo no lleva encendido GPS del móvil. Mientras lo arranca pasan unos instantes que serían decisivos. Pepe a lo suyo, sigue avanzando.

Al llegar a la Lancha de los Machos, le distingo entre la vegetación empujando allá a los lejos con su inconfundible casco rojo . Un avezado ciclista de los de verdad, nos adelanta como si no hubiera un mañana. Observo que es un 30-30. Es decir, 30 años más joven y 30 kgrs más ligero que nosotros. Rápidamente Domingo hace la cuenta y llega a la conclusión de que según la cuarta Ley de Newton tiene un empuje 900 veces superior al nuestro. Y así lo demuestra cuando sube la Lancha como el que va comiendo pipas por la calle.

Llegamos a Moralzarzal y sin rastro de Pepe. No sabemos si está mosqueado porque la ruta es algo trialera o es que está en uno de esos momentos místicos en los que desea estar sólo con su otro yo. Concluímos que ya no le veremos.

El Yelmo o Peña del Diezmo (debe su nombre a que sólo uno de cada diez que intenta subir, lo consigue)

Pasado Cerceda propongo comernos el plátano en la zona más alta de la Cañada Real Segoviana a la sombra de una extraña construcción en la que un furtivo pintor de bote en mano, ha dejado plasmada su habitual cagada colorido-alfabética incluyendo la firma a modo de homenaje a «El Muelle». El difunto precursor de esta molesta manifestación pseudoartística en nada se parece a lo que hace Bansky. Lo recordamos con un adjetivo que no puedo plasmar en esta crónica por respeto a nuestros lectores más pequeños.

Tras unos kilómetros de bajada agradable, fresca y rápida por la cañada, llegamos al puente del Batán sobre el Manzanares. Empieza una subida suave y sin dificultad que nos va señalando la creciente temperatura. Tras unos pocos kilómetros llegamos a la carretera de Colmenar a Hoyo que nos lleva a la entrada del cuartel de Ingenieros donde Domingo cumplió con el deber hacia su patria.

Como el calor va apretando, los esfuerzos van haciendo mella y suponiendo que Pepe sigue muy por delante, propongo terminar el periplo siguiendo la carretera y hacer caso omiso del desvío que el GPS nos ofrece. Domingo acepta gustoso. Me recuerda que el tramo acortado tiene dos cuestas relevantes y alguna dificultad técnica como demostrase el hecho de que ahí, Alfredo se pegó un leñazo en uno de sus malabares malogrados. Y así llegamos al coche donde vemos a Pepe quitándose las zapatillas.

Nos explica que se ha perdido en varios puntos,-al igual que nosotros-, que ha hecho el track tal cual y que pensaba que íbamos delante. Aclarado el entuerto, les invito a unas cervezas que aceptan de buen gusto y que nos echamos al coleto en una coqueta terraza junto al aparcamiento con vistas a las bicis.

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Cercedilla: Las Trek viejas and The Watermelon Team

Ruta realizada el Martes 20/07/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
32.7 km
814 m
46 Km Distancia Madrid
5h04'
3h13'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix

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Temperatura media: 25.8
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Como si de un conjunto de Rock trasnochado haciendo giras veraniegas se tratase, henos aquí los tres con algún kilito de más, desentrenados y muchos días después de la última ruta, pero dispuestos a darlo todo. ¡Qué no se diga¡ ¡A por todas! Este entusiasmo nos ha durado 500m. En la primera cuesta ya estamos preguntando internamente si en la piscina leyendo un libro, no se estará mejor.

Alfredo viene con ganas. Que tanto mar y tanto golf mola, pero la MTB se echa de menos. He elegido la ruta para que sea fresca y sin demasiado desnivel. Un desengrase, que se podría decir. El título del track en nuestra Rutoteca decía algo de Senderos y Trialeras. Quité del título esta explicación tan descriptiva para que Pepe no se diera mus. Pero se las huele. Así que nos da excusas de que si le duele el ojal, que si nos va a costar 600 euros la multa por saltarnos las prohibiciones, que si mejor hacemos senderismo, que si luego me acerco y como con vosotros… Vamos, que no viene.

Enfilamos las subidas con menos calor del que a priori se podía esperar y celebramos las sombras que nos acompañan buena parte del recorrido. Sin ser exigente la ruta, algunas partes nos recuerdan el lastre de las lorzas almacenadas consecuencia de las siestas que culminan los espléndidos ágapes veraniegos.

Recorremos buena parte del camino protegidos por los pinos y por verdes senderos apenas de un metro que intercalan traicioneras zarzas con frescos helechos. Algún que otro enganchón nos deja huellas sangrientas. Unas trialeras en descenso nos hace poner más atención de lo habitual para no salir de boca. Las piedras y las raíces se alían para poner dificultad al camino. Algún que otro derrape y algunas situaciones comprometidas que solventamos con bajadas de la bici cuando el instinto lo aconseja. Alfredo se para, cámara en ristre, en los sitios donde comprende que puede haber voltereta y así inmortalizar el momento. Hoy sin suerte.

Subiendo por la carretera, detrás nuestro viene el coche de la autoridad. En el aparcamiento de Casa Cirilo vemos que el coche de los municipales o forestales cruzan una valla para continuar por una pista. Tiene toda la pinta de que van a poner la red para cazar incautos ciclistas. Así que seguimos subiendo hacia la Fuenfría con la consigna de que ya hemos quebrantado la ley por hoy haciendo bastante sendero y que a partir de ese momento no vamos a tentar la suerte no vaya a ser que le tengamos que dar la razón a Pepe.

Paramos en el mirador del Vicente Aleixandre, que dicho sea de paso es un poeta incomprensible al menos para mi. Intenté leer Espadas como labios cuando yo apenas tenía veinte años. Imposible. Hago unas fotos y vuelta para Cercedilla. Nos bajamos por la pista mirando de soslayo el sendero trialero y muy divertido que cerca de allí sale a nuestra izquierda y que en otra época no hubiéramos dudado en tomar.

Bajamos muy despacio Domingo y yo. Charlando. Alfredo desbocado, nos espera en un par de puntos y de repente nos pasa un colega. Alfredo no puede más. Eso que le adelante alguien en ascenso ya le calienta la sangre, pero que le adelanten también de bajada no lo soporta y se lanza como un poseso para darle su merecido, mientras Domingo y yo le achuchamos con júbilo.

No desviamos por otros senderos que conocemos de cuando se subimos por el Puricheli y tentando la suerte salimos al asfalto justo cuando pasa la Guardia Civil que no se percata de nuestra presencia.

Ya estamos en el Maya. Son las 13:15 y comemos en la misma mesa de la última vez sin perder de vista las bicis que no hemos podido atar porque aún nuestro artesano Pepe, no nos ha regalado uno de esos cables que fabrica con acierto y esmero.

Misión cumplida. Alfredo llegará de sobra para que le vacunen de la alergia y de paso nos quitamos las horas de mayor calor que empiezan en ese momento.

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Tórrido Boalo

Ruta realizada el Jueves 01/07/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
32.7 km
625 m
38 Km Distancia Madrid
3h46'
2h40'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Félix, Rufi

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Descarga ruta: Boalo-Pedriza-Trialera-2021-07-01-09-51-15.gpx
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Como el martes no hubo paseo de yayos había que salir el jueves a pesar de que el pronóstico del tiempo no era muy halagüeño. Con casi todo el equipo de vacaciones o de asuntos varios, quedamos solo Rufi y un servidor para subirnos las Zetas de la Pedriza. Pepe que anda al fresquito en Galicia nos propone el día anterior la subida a la Nava con el argumento de que han mejorado el firme.

En un principio, había propuesto quedar a las 10:30, pero Rufi sensatamente decidió que a las 9:30 era mucho más oportuno a la vista de los calores rigurosos que se anticipaban. A la hora convenida en la urbanización ya rondamos los 27 grados. Así que enfilamos a la Sierra de Los Porrones por un terreno extremadamente seco y amarillo donde el verde de algunas matas y árboles es la excepción.

Tomamos la antigua carretera que sube de la entrada de la Pedriza a la que le quedan pequeños retazos de un exiguo asfalto mientras charlamos de nuestro agradable y sencillo quehacer diario. Mientras mascullamos en silencio el próximo calor que se nos va echando encima, va tomando forma la idea de que subir la Nava no va suceder hoy. Poco más adelante se ofrece la alternativa de seguir hacia las Zetas o bien bajar por la fresquita trialera que nos lleva a Cantocochinos.

Avisado Rufi de la infracción que vamos a cometer, decidimos que es más prudente bajar por la trialera disfrutona y dejar el sufrimiento innecesario para otros momentos. Bajamos con cuidado y apurando la técnica que cada uno atesora a base de tantos años mirando concienzudamente al suelo y valorando cada piedra, raíz y estado de la tierra para elegir la alternativa más segura que nos evite un aterrizaje forzoso y a veces doloroso.

Un par de pasos complicados, hacia el final, me hace poner pie a tierra. Llegamos a Cantocochinos que es el lugar más proclive a una posible sanción en caso de encontrarnos con algún forestal. Apenas encontramos gente. Decidimos subir por la carretera y al poco de coronar tomamos el desvío de la derecha donde un espléndido pedregal se extiende ante nosotros. Lo sorteamos con más facilidad de la prevista y salimos del Parque para acercarnos al embalse de Santillana que nos sorprende con la cantidad de agua que almacena. Recorremos su orilla y hacemos algunas fotos del castillo en un enclave formidable.

La cuesta infernal e insufrible nos espera con el látigo del calor dispuesto para hacer un swing magistral que golpea nuestras espaldas con sañuda displicencia. Al trantran llegamos a la cima y llaneando con ligera ascendiente nos acercamos a Cerceda con un ligero viento que nos refresca y agradecemos. Cruzamos sin mucho apremio el resto del camino que nos lleva hasta El Boalo. Allí nos espera una cerveza en Don Baco que Rufi se trasiega en un abrir y cerrar de ojos. Volvemos a la urbanización donde tenemos los coches y quitamos el polvo de las máquinas con mi pulverizador cazafantasmas antes de dar por concluida la jornada de MTB. Mucho calor pero salir a dar un rulo siempre es mucho mejor que no hacerlo.

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PN del Alto Ebro y Rudrón-Orbaneja-Cascada del Tobazo

Ruta realizada el Miércoles 26/05/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
53.2 km
630 m
265 Km Distancia Madrid
9h02'
4h51'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Juanlu, Pepe

Mas detalle ruta

Temperatura media: 19.2
Descarga ruta: 2021-05-26-Parque-Natural-del-Alto-Ebrov2.gpx
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Para que las rutas salgan perfectas es muy importante elegir bien la zona, conocer a los compañeros, calcular los esfuerzos necesarios y la dificultad técnica. Pero también los horarios para alcanzar los sitios donde poder almorzar convenientemente. Se puede comer a media ruta si la distancia y los desniveles no son importantes. Dar pedales después de una copiosa comida es un tormento. Y no hemos venido a sufrir. Encontrar un restaurante abierto y con garantías, en esta época de Covid y entresemana no será tarea fácil, por lo que hay que buscar poblaciones de cierta relevancia. La materialización de las reservas será una ingrata labor que Domingo ha solventado con mucha eficacia.

Verdaderamente no puedo dejar de alabar la colaboración de todos los intervinientes. Tradicionalmente me he encargado de toda la logística de estos viajes que afortunadamente siempre salieron a pedir de boca. Sin embargo, desde hace algún tiempo he decidido que nos repartamos las tareas.

Así pues, yo me he encargado de realizar el Plan de Viaje, buscar, seleccionar y adaptar las rutas de bici; Pepe se ha encargado de repasar las rutas definitivas y el Plan de Viaje, así como de las reserva de alojamiento. Y lo ha hecho con gran acierto. Juanlu, nuestro entrañable agregado cultural, se ha encargado de buscar, escudriñar y relatar la parte histórica, artística y peculiar de cada zona. Y lo ha hecho con nota. Alfredo, se ha encargado de la selección de la malograda ruta de senderismo, como nos contará en su correspondiente crónica. Ahí es cuando Juanlu nos sorprendió con su alternativa que nos salvaría el día muy meritoriamente. Pero Alfredo también se encarga de gran parte de la creación de material gráfico, no sólo con su móvil y su cámara compacta, sino con el dron (Retortijón como le llamamos, por aquello del botón Return to home), que lleva a su espalda durante todo el camino y que ya maneja con gran destreza. Gracias a esas escenas, junto con las fotos que Domingo va tenaz y regularmente haciendo, más las tomas de vídeo que yo añado, podré construir un vídeo que atestigüe nuestro viaje para disfrute de todo aquel que se asome a esta magnífica Web de la que tanto nos enorgullecemos, en la que todos colaboramos y que Alfredo nos construyó con nuestras sugerencias y su gran conocimiento técnico.

Una vez más todo ha salido a la perfección. Somos un grupo muy disciplinado y muy unido. Son muchos años juntos y no es casualidad que seamos tan diferentes y a la vez, que nos llevemos tan bien. Bueno, después de todo este rollo vamos a la crónica.

Hoy es el tercer día por Las Merindades. Tengo muchas esperanzas puestas en esta ruta desde el día que descubrí esta escarpada zona trasteando con el Land y las rutas que recopiló Domingo, más aquellas que yo iba añadiendo de Wikiloc. Al ver en el mapa «Parque Natural de…», se me encendieron los ojos. Finalmente me salió un track-Frankenstein, compendio de varias rutas en las que he tenido que quitar kilómetros, trialeras y retornos por las alturas de los desfiladeros, para quedarnos con la esencia del recorrido y adaptarlo a nuestras características. Había que tener en cuenta que a estas alturas de semana ya llevaríamos unos cuantos kilómetros en las piernas y que en estos viajes se trata de disfrutar del entorno y de los detalles, lo que implica un ritmo más lento de lo habitual. El cañón prometía por lo accidentado del terreno, la exuberante vegetación y la compañía de uno de nuestros más emblemáticos ríos. Así que decidí que la vuelta se hiciera por la misma vía. Analicé la posibilidad de recorrer el otro río que da nombre al Parque Natural porque su cañón promete mucho interés, sin embargo se separa bastante de dos de los puntos más interesantes de la ruta: Orbaneja del Castillo y la cascada del Tobazo, como veremos más adelante.

Después del copioso desayuno a base de tostadas con tomate y aceite (también con mantequilla y mermelada) que Ana Mari nos ofrecía en tandas y que Alfredo engullía con solvencia, diligencia y manifiesta rapidez; cogemos los coches durante 40 minutos hasta Pesquera del Ebro, un pueblito a orillas del río con robustas casas de piedra bien conservadas por los escasos 50 habitantes habituales y los propietarios de casas vacacionales. Hacemos las primeras fotos del magnífico puente sobre el Ebro.

Cogemos un camino donde han hecho una deforestación de chopos brutal debido a que estaban podridos, como nos contó Víctor -suponemos que era el alcalde- a la vuelta de la ruta. Sorteando ramas caídas salimos a un sendero completamente llano y a contracorriente de las aguas entre la verde vegetación. Un verdadero placer que vamos disfrutando a la par que vemos correr el río y los altos paredones del desfiladero. Hermosos ejemplares de árboles de distintas especies nos amenizan el paseo. En ocasiones las ramas de los arbustos pasan muy cerca de la cabeza y de las manos que llevamos sobre el manillar. Alfredo que lleva pantalón corto, se acerca más de la cuenta a las ortigas y prueba sus defensas anti-intrusos.

Salimos a un camino carretero que tras algunos kilómetros nos conduce a una central hidroeléctrica. Nos cruzamos con un nutrido grupo de senderistas de mayor edad a la nuestra. Son gente a los que la Seguridad Social les paga la fiesta como a Juanlu y a mí, que se muestran felices -al menos, los primeros de la larga fila-. Detrás van varios descolgados algunos con cara más compungida.

Poco más adelante nos encontramos con la ermita de Nuestra Señora del Ebro donde Alfredo hace el primer vuelo del Retortijón.

**** ATENCIÓN no existe el video DJI_1107.MP4 en el álbum de Google de la crónica
Desvío para seguir el desfiladero del río Rudrón que no recorrimos

A poco más de un kilómetro y a la izquierda se une el río Rudrón que viene de Valdelateja. Lo ignoramos y seguimos a buen ritmo de nuevo por un sendero paralelo y muy cercano al río. Durante un buen rato no volvemos a ver a nadie hasta que en las cercanías de Quintanilla-Escalada nos cruzamos en varias ocasiones con un grupo de jubiletas senderistas. Entramos en el pueblo. Está en obras y no tiene nada que destacar salvo la iglesia que parece haberse sujetado después de un terremoto.

El siguiente pueblo es Escalada. Su iglesia tiene un pórtico con las figuras y las pinturas bien conservadas.

El padre Félix dando el sermón de la montaña

Nos comemos el plátano junto a la mesa de pin-pón antes de seguir en dirección a Orbaneja por un sendero delicioso. La temperatura sigue siendo fresca y agradable. Afortunadamente este frescor evita que proliferen los mosquitos salvo en escasos puntos. En unos días, en cuanto suba la temperatura esto se va a convertir en un verdadero infierno de bichos.

Llegamos a Orbaneja y lo pasamos de largo para acercarnos a la cascada de El Tobazo. El sendero no puede ser más bonito. Además de la vegetación habitual, llevamos algunos kilómetros donde se mezclan los típicos árboles de ribera con robles, cerezos, nogales, álamos negros, avellanos y hayas de gran porte que van dominando en número.

Antes de llegar a la cascada cruzamos algunos pequeños charcos y piedras que son la única dificultad de todo el recorrido. En uno de ellos, un despiste de Domingo se convierte en una voltereta lateral en pendiente y dirección al río sin consecuencias físicas. Esto es fruto de lo que Rufi define como la Maldición Surroca. Lo peor de todo es que Alfredo iba grabando con su GoPro y queda registrado como aporte para la sección de Videos de Primera en la web. Queda constancia una vez más, de que uno de los mayores riesgos que se puede correr en estas rutas es ir delante de Alfredo y detrás de Pepe.

Cascada de El Tobazo

La cascada nos ofrece un espectáculo a pesar de su escaso aporte de agua. Otro paseo de Retortijón nos dejarán imágenes para el recuerdo. Fotos por aquí y por allá. Es hora de ir acercándonos de nuevo a Orbaneja para saciar el voraz apetito de Alfredo, antes de que corramos serio peligro de ser canibalizados.

¡Qué gran sorpresa! Una copiosa y blanca cascada con remansos de color verde esmeralda discurre por la pendiente que baja del pueblo hasta el valle donde se juntará con el Ebro. ¡Qué bonito! Fotos y más fotos. Un voluntario nos hace una foto de grupo y observa a considerable distancia que en las ramas de un árbol hay enredado un dron. Reconoce que es un Parrot. Debe ser un experto además de tener la vista de un lince. Efectivamente comprobamos con el zoom que ha acertado.

En el pueblo nos espera la mesa preparada que diligentemente Domingo había reservado el día anterior. Comemos en una placita resguardada a la sombra. La comida bien y abundante con extensa variedad en el menú. Seremos servidos por contundentes y amables camareras. En particular una morena de gran alzada y rotundas formas carentes de aristas, que trata de resaltar con unas mayas negras bien ajustadas. Parece que le hace ojitos a nuestro ilustre filósofo cuando se dirige él con especial amabilidad.

Hay un perro de raza carlino junto a su dueño al que sospechosamente se parece y a quien pregunto qué se puede ver en el pueblo. Me dice que la cueva está cerrada, pero que hay unas vistas estupendas por el sendero que sube en vertical por el pueblo hasta unos chozos. Levantamos la vista y vemos una bandera a unos 80 o 100 m de altura sobre nuestra cabeza. Un sudor frío nos recorre el cuerpo. Los garbanzos con callos se rebelan. La fabada pega apretones y punzadas. El filete se alía con el arroz con leche para hacernos desistir de la descabellada propuesta de ese tío tan amable como carlino. Con las fuerzas que nos da la curiosidad nos lanzamos cuesta arriba sin mucho entusiasmo, pero las vistas de las paredes verticales de la otra parte del barranco son cautivadoras.

Se puede observar una extraña formación rocosa que tiene una forma muy reconocible similar a África.

Al tran tran subimos extasiados hasta la inalcanzable bandera. Alfredo y yo decidimos ver los chozos para lo que debemos seguir subiendo otro tramo, mientras el resto más juiciosos deciden bajar hasta el verde que se ofrece en la cercanía de la cueva y esperarnos desparramados.

Visto los chozos, bajamos con bastante más soltura que subimos. Allí encontramos en trance somnoliento a los tres.

Pepe fundido en el césped en estado de coma

No le sienta bien el despertar y decide hacer la vuelta por el mismo sitio en completa soledad, primero por detrás del grupo y luego por delante. No sabemos si está o no cabreado ni el porqué, hasta que llegamos a Pesquera del Ebro dos horas después. Hemos saboreado de nuevo el sendero, pero esta vez sin tantas paradas.

A la entrada del pueblo nos da una charla el supuesto alcalde -Víctor-. Nos cuenta las infinitas posibilidades de la zona, haciendo hincapié deliberadamente en aquellas partes que no hemos visitado. Domingo se percata de que las supuestas singularidades responden a su afán de que volvamos a saciar nuestra curiosidad haciendo uso de su hostal. Luego pasamos con el coche por alguna de ellas. Compruebo sobre el mapa que a priori no son comparables al recorrido que hemos elegido.

Antes de llegar al aparcamiento está el hostal del alcalde. Preguntamos si quedan folletos de recorridos de la zona siguiendo instrucciones de Víctor. No hay. Llegan Alfredo y Pepe al que parece habérsele pasado el supuesto enfado. Nos indican que hay un mirador a un kilómetro y medio donde podemos ver una gran extensión del cañón. Nos acercamos en el coche. Espectacular. Comienza la discusión de si es o no por el que hemos ciclado anteriormente. Para mi es evidente. Tengo el mapa en la cabeza que tanto he estudiado para elegir las rutas. Domingo y Pepe no están convencidos hasta que Alfredo carga el track en la web y les saca de su confusión.

Y ya solo queda retornar al hostal. Entre pitos y flautas llegamos a las 20:45. Ducha y a las 21:30 estamos anhelantes de que Ana Mari nos sorprenda con uno de sus magníficos guisos y con su maternal amabilidad. Juanlu no cesa de decirle lo bien que se come en su casa y ella se lo agradece. No saben ambos que se debe a que no ha venido Rufi, y a que sólo se come mal cuando nuestro querido camarada nos acompaña. Veremos en el siguiente capítulo que también existe la Maldición Domingo.

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Los Yayos se van a Aranjuez

Ruta realizada el Martes 11/05/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
83.3 km
176 m
8 Km Distancia Madrid
8h53'
5h17'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Domingo, Félix, Pepe, Leo, Paco Díaz

Mas detalle ruta

Descarga ruta: 2021-05-11-Aranjuez.gpx
Reproductor audio crónica:

La primavera está que revienta. Ahora está en pleno esplendor porque se han sucedido lluvias alternadas y ligeras, que no sólo no embarran los caminos; sino que además ayudan a que la floración sea más abundante, exuberante y alargada en el tiempo. Hay que aprovecharla porque apenas dura un mes por el sureste de Madrid.

Desde 2018 andaba Pepe avisando de las posibilidades de esta ruta en primavera y otoño. Y sistemáticamente me resistía a dedicar un día a hacer recorridos por lo que pensaba que sería un secarral sin interés. Sin embargo, el hecho de establecer un tercer día a la semana con perspectivas bastante menos exigentes físicamente, es decir lo que venimos a denominar el día de los Yayos, me ha permitido salir de mi grave error al despreciar esta zona. Después de más de 20 años recorriendo asiduamente la zona norte de la Comunidad, descubro que también hay un sur.

Después de la sorpresa de las anteriores rutas por estos lares, tenía muchas ganas de conocer las lagunas del sureste. En ausencia de mi bici, que parece encontrarse muy confortable en el mecánico y otra vez por culpa de un rodamiento, me presento en casa de Pepe para que me preste la bici de su hijo Carlos. Una Mérida de carbono muy ligera y de tamaño considerable, acorde con el 1,90 del vástago. Me sorprende la buena sensación que me da y por el enorme manillar que porta. Cambiamos el sillín por el mío de Specialized porque preveo que mis posaderas se van a resentir ante el extenso kilometraje que nos espera y por la falta de suspensión trasera. Y no me equivoco. También extraño los puños y la postura de las manos que me produce un dolor en los pulgares.

Bajamos por la Casa de Campo bien abrigados con pantalón largo, guantes largos y windstopper para recoger a Leo que allí está a la hora prevista quejándose de la mala noche que ha pasado por algunos problemas digestivos por lo que a punto ha estado de no venir. Avanzamos por Madrid Río hasta llegar a la Caja Mágica donde encontramos a Domingo. Poco después se incorpora Paco que se había quedado algo más atrás. Tras los correspondientes saludos, salimos de la parte más concurrida de público para adentrarnos en los caminos que nos llevan paralelos al Manzanares.

El esplendor de la flora es descomunal. El día está fresquito. El cielo de azul saturado cuajado de cuantiosas y algodonosas nubes blancas. Los pájaros alborotados por su afán reproductivo, nos obsequian con sus variados trinos. Se alternan los intensos verdes de los cultivos de cereales con los amarillos de los campos extensos de colza, las abundantes amapolas rojas, sus hermanas y más escasas blancas, los cardos morados, las margaritas blancas y amarillas en ramilletes menudos y copiosos, las malvas… y un sinfín de árboles de rivera con sus hojas recién estrenadas de un verde chillón. Ni que decir tiene, la sorprendente cantidad de milanos negros, cigüeñas, patos, conejos… que adornan la jornada. Una explosión de vida.

Después de atravesar un puente y una canalización nos encontramos en las estribaciones del poblado de la Cañada Real. Poco después de pasar cerca de la vivienda de Poli, que recientemente han detenido en Canarias, nos desviamos a la derecha en dirección a la Marañosa. Vemos un espléndido pinar en la lejanía que deberemos investigar en otra ocasión. De nuevo estamos cerca del río Manzanares y de la laguna de Soto de las Juntas, llamada así porque muy cerca se funden el Manzanares y el Jarama. Aquí empieza una sucesión de colinas de extrañas formas erosionadas a nuestra derecha. Son de aspecto arcilloso y numerosos puntos brillan por los rayos de sol que inciden en los cristales de yeso que declaran su formación. De escasa altura, pero muy cercanas al camino parecen a punto de desplomarse sobre nosotros. Numerosas grietas que resquebrajan las rocas amenazan su derrumbe, tal como un cartel anuncia en la entrada del cañón.

Unos pocos kilómetros donde dejamos numerosas imágenes. Fantásticos contrastes de colores: ocres de la tierra, verdes, amarillos, morados y rojos en los cultivos, azules en el cielo y blancos grisáceos en las nubes. Estamos extasiados de naturaleza.

Las aguas fluyen por el río con mayor intensidad que en otras épocas del año. La escasa pureza es variable en función de la distancia a las grandes poblaciones y proporcional a la distancia de las múltiples EDAR (Estación depuradora de aguas residuales).

Abandonamos la zona de colinas y avanzamos en paralelo a un canal de riego, cuyo diseño inicial era más ambicioso pues pretendía ser navegable. Nos hacemos unas fotos en una curiosa construcción que Domingo identifica con ayuda del Lens como la Real Acequia del Jarama.

Algún mísero poblacho se intercala por los abundantes maizales que se riegan con las aguas del canal. Entramos en uno de ellos buscando restos de un antiguo reducto del siglo XV del que Pepe nos ilustra. Nada ha quedado. Conversamos brevemente con un agricultor que nos cuenta que son esparragueras lo que cuida, y cuyo fruto alguno de nosotros posteriormente comerá de primer plato en el Real Sitio de Aranjuez.

Poco más adelante la ruta pierde gran arte de su encanto por lo que nos limitamos a dar pedales con tan enconado ímpetu, como ganas de llegar para dejar el insufrible dolor del culo. Empiezo a notar el tormento de la falta de suspensión trasera. Paco va acusando los kilómetros y canturrea irónicamente algo donde se oye reiteradamente la palabra Aranjuez. Como le conozco muy requetebién, sé que masculla maldiciones contra el cansancio y el tiempo que queda de pedaleo. La ruta es llana, pero tantas horas subidos a un sillín cansa las posaderas y también las piernas tras los 80 kms. que llevamos.

Sin más llegamos a eso de las tres de la tarde. Atravesamos la población buscando el restaurante donde Pepe ha decidido llevarnos pues fue una recomendación de mi amigo Juan Carlos y donde comió bien la vez que se vino solo. Está cerrado. Buscamos sin mucho afán donde nos den de comer. Acertamos en un bulevar donde una terraza nos hace guiños. Comemos bien y muy cómodamente hacemos tertulia hasta que una vez descansados y reconfortados decidimos que es hora de acercarse a la estación de tren para volver a Madrid.

Unas fotos en la plaza y en la entrada del Palacio para poner punto y final a una magnífica jornada primaveral. Estos paseos de Yayos nos dejan un regusto muy positivo. No todo van a ser ascensos de 1000m de desnivel acumulado y dificultades técnicas a veces extremas. Sí que tengo claro que el reto que ronda en la cabeza de Juan, Alfredo y Rufi de hacer 120kms y 2500m de desnivel por la Sierra de Guadarrama no va conmigo.

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Río Manzanares-Laguna del Campillo

Ruta realizada el Martes 20/04/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
70.7 km
89 m
3 Km Distancia Madrid
8h47'
5h04'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Félix, Juanlu, Pepe, Leo, Paco Díaz

Mas detalle ruta

Descarga ruta: Manzanares-20-de-Abril.gpx
Reproductor audio crónica:

Hoy 20 de Abril, pero no del 90 como dice la canción; sino del 2021. Es decir, algo más mayores, contentos y disfrutones nos vamos de excursión por el Manzanares abajo. En el Lago de la Casa de Campo hemos quedado. Leo y yo vamos con el coche. Pepe y Juanlu se acercan con sus bicis, y Paco nos espera en el tramo del río más adelante que le pilla cerca de casa. Los primeros kilómetros los hacemos muy lentos y disfrutando de la mañana sorteando algunos viandantes por el paseo que nos lleva hasta donde está Paco.

El río está de dulce. La vegetación recién salida tiene un verde fosforito que deslumbra. La mañana, con buena temperatura, incluso algo fresca y encapotada a veces, lo que se agradece entrado el medio día. A ratos con unas nubes algodonosas que Juanlu define como cirros acuíferos o algo así; pero que resultan ser cúmulos. Juanlu, que lo tuyo son las aves.

Abandonamos la ciudad y la muchedumbre de paseantes por Madrid Río, con la pregunta que nos corroe a todos: ¿quién va a pagar mi pensión, si aquí no trabaja ni dios?

Cogemos el Camino de Uclés que tan señalizado aparece por todos lados. Me pregunto qué tendrá tanto interés que justifique poner tanto cartelito. Claramente es un intento de llevar más peregrinos para Santiago y que fluya el negocio. La cosa está muy mal para la iglesia. E iría peor si no fuera por lo diversificado de sus negocios terrenales.

Llegamos hasta un precioso campo de trigo y al lado otro de colza que está exuberante. El cielo azul y las nubes blancas terminan de rematar la colorida composición.

Vamos en paralelo al frente del Jarama que durante la Guerra Civil defendió del asedio de Madrid. Numerosos fosos de ametralladoras bordean el camino. Dudo que esos búnker hechos en la tierra y yeso propios de la zona, aguantaran un cañonazo siquiera de un calibre menor. Me imagino los sacos terreros ocultando el hueco por donde asoma la ametralladora y las dos gorrillas caquis de los asustados soldadillos helados de frío y aburridos, mientras rezan porque no les pegase el proyectil de un obús proveniente de alguna batería de los «fachas» allende la otra orilla.

Numerosas aves surcan el cielo. Juanlu nos indica que son águilas y luego rectifica cuando más cerca, observa que se tratan de milanos negros. La cola característica en forma de uve es menos angulada y más plana, así como su plumaje algo más oscuro con manchas jaspeadas. Más adelante nos encontramos gran cantidad de cigüeñas que han puesto sus nidos en las copas de chopos rotos y secos. Okupas plumíferos.

Numerosos gazapillos se nos cruzan constantemente por el camino. Algunos no superan el tamaño de un puño. Siempre me alegra verles y me encantaría poder acariciar alguno. Dan pequeñas carreras donde se pierden entre la vegetación o se meten en su madriguera. Otras veces, simplemente se quedan inmóviles como diciendo: ¡qué no me vea, que no me vea! Seguro que las rapaces de la zona no pasan hambre.

Nos acercamos a la Cañada Real y al asentamiento donde la Presidenta ha decidido que si no pagan la luz, que no se lo paguemos el resto de madrileños. Esperaba que el lugar fuera más peligroso. Apenas se ven unas destartaladas casuchas. Más adelante empiezan unos lodos sospechosos que traen aguas fecales de las infraviviendas superiores y donde pueden observarse unos paramecios del tamaño de zapatillas y unas amebas del tamaño de la palma de una oca. Aquí el Covid no tiene nada que hacer. Las vacunas se las pueden ahorrar. Los supervivientes están inmunizados contra todo.

Voy saltando con mi bici como puedo y pisando en los lugares menos blandos o profundos. Hubiera agradecido que dios en su infinita misericordia, hubiera decidido que los humanos pudiéramos volar. Por no pisar semejantes miserias, pagaría para que unas hermosas ninfas porteadoras me alzasen en parihuelas. ¡Puagg! El olor también ayuda a salir de allí a toda máquina.

A los pocos metros de la zona fangosa, la mala suerte quiere protagonismo en la mañana cuando Paco pincha y a Leo se le destalona la rueda delantera de forma misteriosa. Algo más de media hora para solucionar ambos eventos. Salimos de allí, sin las prisas que sin duda nos habría metido Mr. Ankagua, disfrutando de cada pedalada y de unas vistas magníficas allá por donde mires. ¡Qué bonita es la primavera! Este año no nos roba nadie el mes de Abril.

Puente de ladrillo

Sin prisas seguimos avanzando. Pasamos puentes de hierro sobre el Manzanares hasta llegar a las cercanías de la laguna del Campillo. La bordeamos por el exterior donde un bosque bajo y una alambrada nos obstaculiza y requiere de toda nuestra atención para no acabar en el suelo descabalgados.

Llegamos a otro puente para el tren, mayor que los anteriores, que está cerrado al tráfico. Nos damos la vuelta hasta la entrada a la laguna, para darle la vuelta.

Nos encontramos a unos chavales que andan buscando donde echar la caña de pescar. Amablemente en el lenguaje coloquial de la zona, les pido que nos hagan unas fotos. El más voluntarioso nos hace 20 fotos sonriente y contento. No obstante, Pepe cree que mis modales nos son los adecuados para hacer la solicitud y han de ser pulidos. Claramente no habla el idioma de barrio por más que nos cuente que en su adolescencia ha sido un delincuente

Damos la vuelta a la preciosa laguna con algo de rapidez pues la hora de la comida se echa encima y aún no sabemos donde comer.

Nos acercamos a Rivas y en el ayuntamiento Leo pregunta a una señora, a lo que yo añado: que qué tiene hoy, por si fuera de nuestro agrado. No se ha enterado. Nos indica un restaurante con terraza, donde nada más sentarnos empieza a levantarse algo de viento premonitorio de unas gotas de lluvia cada vez más copiosas. Ya lo adelantó Pepe. Siguiendo sus instrucciones precisas en cuanto a mi relación con los camareros, me abstengo de preguntar o solicitar cosa alguna, no vaya a empeorar la situación. Comemos dentro. Bajo techado. Bien. Abundante y bueno.

Levantamos vuelo después de habernos evitado la tormenta durante el periodo de la comida. Esto es planificación. Y al tran tran, nos volvemos a casa. Juanlu va acusando el dolor de ojal de tanto tiempo con el sillín oprimiendo el óculo inferior. Le damos instrucciones respecto a la higiene adecuada de semejante parte innoble, pero esencial. Imagínate que se cierra durante una semana. ¿Te parece irrelevante su función? Pues prueba.

Después de despedir a Paco, llegamos a la puerta del Rey donde nos hacemos las últimas fotos y video con el placer de haber pasado una magnífica jornada.

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Tres Cantos-¿Monfragüe?

Ruta realizada el Domingo 18/04/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
35.7 km
571 m
20 Km Distancia Madrid
2h51'
2h23'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Alfredo, Félix, Juan, Miki, Pepe, Rufi

Mas detalle ruta

Temperatura media: 14.1
Descarga ruta: Tres-Cantos-Vertedero-20210418.gpx
Reproductor audio crónica:

La ruta de hoy sale de Tres Cantos del sitio habitual. A las 9:15, llego con 15 minutos de adelanto quizás por las ansias de volver a montar en bici después de 20 días y 5 rutas perdidas por una avería en mi vetusta; pero adorable bici.

Allí está Pepe ya, estrenando corte de pelo militar que le queda bastante bien y le da una aire de veterano sargento de los Boina Verdes. No tarda mucho en aparecer Alfredo y al poco Rufi, que nos avisa que Juan tardará un rato largo porque ha decidido que viene desde su casa en bici porque la ruta le parece un poco laxa. Miki llega inmediatamente y me da un cariñoso abrazo de vuelta al grupo que agradezco. No tarda más de cinto minutos Juan. Ya estamos el sexteto. Todos preparados para arrancar en una mañana fría con no más de cinco grados y cielo despejado que engaña los sentidos.

La ruta transcurre por pistas anchas y sin dificultad técnica alguna. Inicialmente llana lo que impide que entremos en calor. Aunque el ritmo me parece rápido, hace tanto que no monto que no me atrevo a decirlo. Es Pepe quien nos grita que no es necesario correr tanto porque llega de sobra a su casa para comer.

Un aluvión de ciclistas han salido a hacer el mismo recorrido y nos adelantan inmisericordes como si no hubiera un mañana por los estrechos senderos de bajada que bordean el Soto de Viñuelas. No hace tanto que estos caminos sólo eran recorridos por algunos chalados aguerridos como nosotros con aquellos cacharros sin suspensiones, ni frenos de disco, ni tijas pijas, ni tubeless… La pandemia parece haber afectado las neuronas de un gran número de bípedos que han decidido alterar el equilibrio ciclista con eBikes, lo que democratiza el disfrute de caminos, antaño vedados a los más mayores y pesados que preferían la lectura del dominical y tomarse unas cervezas con patatas y aceitunas, a la espera de una copiosa comida que ensanchara aún más su perímetro abdominal. Y no es que estorben, es que nos tememos que cuando irremediablemente nos pasemos a las eléctricas, seremos tanta gente que las autoridades nos van a limitar su uso por buena parte de la sierra. Como pasara tiempo ha con las motos.

Iniciamos una subida larga y con algunos tramos empinados que nos recuerda que por aquí ya hemos pasado; pero bajando, y que nos quita momentáneamente el frío. Ya no vemos ciclistas por estos sitios algo más rebuscados.

Llegamos a la parte peculiar de la ruta: el vertedero de Colmenar. Un verdadero espectáculo formado por distintos tipos de aves que entre todos intentamos identificar.

Cigüeñas a decenas, buitres leonados en número similar, más escasos buitres negros, milanos, águilas, cuervos… Debatimos como si fuéramos expertos, sobre un pequeño buitre que vuela alto con alas de color negro delante y blanco detrás. Yo creo que es un alimoche, pero que visto tan de lejos no puedo estar seguro al no distinguir su cabeza y su característico pico de color amarillo anaranjado. Es un ave infrecuente en Madrid, pero también lo es, la aglomeración que hay. Echamos en falta la abundancia de gaviotas que solían poblar estos lugares y que muy probablemente anden en algunos de los embalses cercanos, como el de Santillana, devorando peces de agua dulce. A falta de pan…

Propongo entrar en el vertedero para ver el espectáculo en primera línea, pero no tengo éxito. No es necesario ir a Monfragüe para ver buitres en el Salto del Gitano. Aquí los tenemos en mayor cantidad si bien el entorno no es el más adecuado.

Ejemplar de Cigüeña Caterpillar

Llegamos al coche hacia las 12:35h. Hoy Pepe llega a comer de sobra. Alfredo no ha dado muestras de su habitual putansia y es que le sobreviene minutos más tarde de las 13:00h.

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