Por El Boalo al Mini-Anglirú y gorilas en la niebla

Ruta realizada el Jueves 08/02/2024

Dificultad Física
Dificultad Técnica
35.1 km
1112 m
38 Km Distancia Madrid
3h28'
2h42'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), 30% de trialeras, con tres o mas obstáculos, sin limitaciones de temperatura, zona de fotografía interesante, muchas puertas

Participantes: Domingo, Félix

Mas detalle ruta

Descarga ruta: 2024-02-08-Boalo-MiniAngliru-La-Barranca.gpx
Reproductor audio crónica:

Llevaba varias semanas con ganas de hacer esta ruta para comprobar como se comporta la CUBE en la cuesta más inclinada de la zona de Madrid que conocemos. Por unas cosas u otras, llevo varias jornadas sin salir con el grupo aunque sí que he salido sólo o acompañado. De repente, me doy cuenta que no he recargado la batería de la bici y que está al 65%. La pongo a cargar un ratito antes de salir de casa y llega hasta el 70%. Más vale que me dure.

Al fin Domingo y yo nos plantamos en El Boalo en un día nublado y fresco que según avanzaba se convertirá en frío ante la llegada de la borrasca Carlota. Juanlu estaba invitado, pero su Moustache le está dando sustos eléctricos y no se ha decidido a venir. Seguro que es simplemente una conexión de un cable, pero no viene por si tuviera que empujar.

No es cuestión de madrugar y perder media hora en la M30 por el tráfico que provocan los mortales que aún no han descubierto que trabajar es cansado y menos divertido que el tiempo libre. A pesar de ello, Domingo llega tarde por un accidente en la M40. Cerca de las 11:00 nos ponemos en marcha y enfilamos hacia Mataelpino por una pista ancha. Me empiezan a doler los oídos por el frío y la humedad así que saco mi pañuelo para protegerme. Llegamos a la base del Mini-Anglirú que es como bautizamos a esa cuesta infernal con un máximo del 22% de pendiente que sube a un depósito de agua y que nos recuerda al Anglirú de Asturias que allá por el año 2008 subimos Jesús, Alfredo, Pepe y yo.

La Maliciosa está enterrada por la niebla y apenas es reconocible. Mientras enfilo la cuesta me viene a la memoria que Alfredo anda en Tanzania subiendo el Kilimanjaro y sus 5895 m. Os recuerdo que Ernest Hemingway escribió Las nieves del Kilimanjaro que publicó en 1936 y que dio pie a la película que protagonizaron Gregory Peck, Ava Gardner y Susan Hayward en 1952. Me temo que esas nieves y glaciares se han reducido drásticamente en este puñado de años. Como llevamos unos días sin noticias de la pareja exploradora, se me pasa por la mente la imagen de ambos dentro de una perola enorme mientras un negro da vueltas a las verduritas con un cucharón. Allí les veo rodeados de hambrientos caníbales esperando que se ablanden sus carnes. Veo a Alfredo atado con las manos por detrás porque se comía las patatitas, que ya le conocemos.

La experiencia de subir esta empinada cuesta nada tiene que ver con ese sufrimiento que antaño nos suponía. Recuerdo que en algunos tramos debíamos apoyar el culo en el borde del sillín y dar las pedaladas muy redonditas, sin bruscos empujes porque la rueda de delante se levantaba, Eso podía provocar que tuviésemos que poner pie en tierra lo que implicaba que el resto de la cuesta se tenía que hacer a pata y empujando pues era muy difícil conseguir la inercia para subirnos de nuevo.

Pues con la e-bike, olvídate. Se sube del tirón en la posición Tour que es la segunda menos potente después de la Eco. Es decir, nos quedan otras dos marchas aún más potentes. Es una delicia subir sin echar el bofe por la boca.

Con las mismas nos vamos acercando a La Barranca cuando nos encontramos a los bomberos haciendo prácticas de rescate en el mismo sitio que la otra vez que pasamos por aquí.

Tras las fotos iniciamos la subida por la pista que nos lleva al mirador de La Barranca donde la niebla nos impide ver La Bola del Mundo y la Maliciosa al otro lado del valle.

Me acuerdo de aquellas dos simpáticas chicas que aquí conocimos y nos acompañaron por la senda Ortiz haciendo senderismo un día del verano. Se me olvidó sus nombres. Quizás lean estas líneas, ya que les enseñamos la web y quieran comentar algo.

Bajamos por la senda Ortiz y nos cruzamos con poca gente, pero me llama la atención la cara de una fea señora que me mira con desdén, a la que saludo y no me devuelve los buenos días. Sin duda cree que ese sendero no es para bicis. Pero se equivoca.

Volvemos a salir a la pista y bajamos a toda leche hasta coger un desvío que nos lleva por un sendero trialero y entre jaras. Me llevo un par de sustos al engancharse el manillar en las ramas. La batería está al 20%, pero no me preocupa porque quedan pocas cuestas. Más adelante, llegamos al valle que discurre junto a la carretera que va para Cerceda. Recuerdo a Jesús a cuatro patas enterrado de medio cuerpo en una mezcla de barro y estiércol después de una caída. Miki y yo, nos quedamos tan paralizados como sorprendidos porque no sabíamos si podría salir o se estaba hundiendo en el barrizal. Al fin, una carcajada de Jesús nos sacó de dudas. En un pequeño reguero le ayudamos a lavarse porque el barro le cubría hasta la cara. ¡Qué grande era Jesús! Seguro que seguiría con nosotros dando pedales. Le echamos de menos.

Llegamos a Mataelpino y como era tarde, le digo a Domingo que mejor nos dejamos caer por carretera hasta El Boalo. Hace bastante más frío que esta mañana y con la velocidad se incrementa. Ya estamos en Don Baco para comer y descongelar nuestras manos al calor de la estufa. Zampamos bien y contundentemente como es menester. Sólo queda lo peor: lavar las bicis, meterlas en el coche y emprender la vuelta para casa.

Otras fotos: Link Álbum

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2 comentarios en “Por El Boalo al Mini-Anglirú y gorilas en la niebla”

  1. Un disfrute de ruta. Bien descrito en la crónica de Félix. Echaba de menos salir por la montaña y aunque hizo frío, mereció la pena. La bajada por la Senda de Ortiz me sigue dando respeto, y no por la señora esa precisamente…

  2. Yo estaba ese día, cuando Jesús se hundió, y me acuerdo de su risa, un tío grande si Señor. Si me hubiera pasado a mi, no tendría la misma cara que puso el, que le dio por reírse de si mismo. Allá donde estés, te recordamos con cariño

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