PN del Alto Ebro y Rudrón-Orbaneja-Cascada del Tobazo

Ruta realizada el Miércoles 26/05/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
53.2 km
630 m
265 Km Distancia Madrid
9h02'
4h51'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Juanlu, Pepe

Mas detalle ruta

Temperatura media: 19.2
Descarga ruta: 2021-05-26-Parque-Natural-del-Alto-Ebrov2.gpx
Reproductor audio crónica:

Para que las rutas salgan perfectas es muy importante elegir bien la zona, conocer a los compañeros, calcular los esfuerzos necesarios y la dificultad técnica. Pero también los horarios para alcanzar los sitios donde poder almorzar convenientemente. Se puede comer a media ruta si la distancia y los desniveles no son importantes. Dar pedales después de una copiosa comida es un tormento. Y no hemos venido a sufrir. Encontrar un restaurante abierto y con garantías, en esta época de Covid y entresemana no será tarea fácil, por lo que hay que buscar poblaciones de cierta relevancia. La materialización de las reservas será una ingrata labor que Domingo ha solventado con mucha eficacia.

Verdaderamente no puedo dejar de alabar la colaboración de todos los intervinientes. Tradicionalmente me he encargado de toda la logística de estos viajes que afortunadamente siempre salieron a pedir de boca. Sin embargo, desde hace algún tiempo he decidido que nos repartamos las tareas.

Así pues, yo me he encargado de realizar el Plan de Viaje, buscar, seleccionar y adaptar las rutas de bici; Pepe se ha encargado de repasar las rutas definitivas y el Plan de Viaje, así como de las reserva de alojamiento. Y lo ha hecho con gran acierto. Juanlu, nuestro entrañable agregado cultural, se ha encargado de buscar, escudriñar y relatar la parte histórica, artística y peculiar de cada zona. Y lo ha hecho con nota. Alfredo, se ha encargado de la selección de la malograda ruta de senderismo, como nos contará en su correspondiente crónica. Ahí es cuando Juanlu nos sorprendió con su alternativa que nos salvaría el día muy meritoriamente. Pero Alfredo también se encarga de gran parte de la creación de material gráfico, no sólo con su móvil y su cámara compacta, sino con el dron (Retortijón como le llamamos, por aquello del botón Return to home), que lleva a su espalda durante todo el camino y que ya maneja con gran destreza. Gracias a esas escenas, junto con las fotos que Domingo va tenaz y regularmente haciendo, más las tomas de vídeo que yo añado, podré construir un vídeo que atestigüe nuestro viaje para disfrute de todo aquel que se asome a esta magnífica Web de la que tanto nos enorgullecemos, en la que todos colaboramos y que Alfredo nos construyó con nuestras sugerencias y su gran conocimiento técnico.

Una vez más todo ha salido a la perfección. Somos un grupo muy disciplinado y muy unido. Son muchos años juntos y no es casualidad que seamos tan diferentes y a la vez, que nos llevemos tan bien. Bueno, después de todo este rollo vamos a la crónica.

Hoy es el tercer día por Las Merindades. Tengo muchas esperanzas puestas en esta ruta desde el día que descubrí esta escarpada zona trasteando con el Land y las rutas que recopiló Domingo, más aquellas que yo iba añadiendo de Wikiloc. Al ver en el mapa «Parque Natural de…», se me encendieron los ojos. Finalmente me salió un track-Frankenstein, compendio de varias rutas en las que he tenido que quitar kilómetros, trialeras y retornos por las alturas de los desfiladeros, para quedarnos con la esencia del recorrido y adaptarlo a nuestras características. Había que tener en cuenta que a estas alturas de semana ya llevaríamos unos cuantos kilómetros en las piernas y que en estos viajes se trata de disfrutar del entorno y de los detalles, lo que implica un ritmo más lento de lo habitual. El cañón prometía por lo accidentado del terreno, la exuberante vegetación y la compañía de uno de nuestros más emblemáticos ríos. Así que decidí que la vuelta se hiciera por la misma vía. Analicé la posibilidad de recorrer el otro río que da nombre al Parque Natural porque su cañón promete mucho interés, sin embargo se separa bastante de dos de los puntos más interesantes de la ruta: Orbaneja del Castillo y la cascada del Tobazo, como veremos más adelante.

Después del copioso desayuno a base de tostadas con tomate y aceite (también con mantequilla y mermelada) que Ana Mari nos ofrecía en tandas y que Alfredo engullía con solvencia, diligencia y manifiesta rapidez; cogemos los coches durante 40 minutos hasta Pesquera del Ebro, un pueblito a orillas del río con robustas casas de piedra bien conservadas por los escasos 50 habitantes habituales y los propietarios de casas vacacionales. Hacemos las primeras fotos del magnífico puente sobre el Ebro.

Cogemos un camino donde han hecho una deforestación de chopos brutal debido a que estaban podridos, como nos contó Víctor -suponemos que era el alcalde- a la vuelta de la ruta. Sorteando ramas caídas salimos a un sendero completamente llano y a contracorriente de las aguas entre la verde vegetación. Un verdadero placer que vamos disfrutando a la par que vemos correr el río y los altos paredones del desfiladero. Hermosos ejemplares de árboles de distintas especies nos amenizan el paseo. En ocasiones las ramas de los arbustos pasan muy cerca de la cabeza y de las manos que llevamos sobre el manillar. Alfredo que lleva pantalón corto, se acerca más de la cuenta a las ortigas y prueba sus defensas anti-intrusos.

Salimos a un camino carretero que tras algunos kilómetros nos conduce a una central hidroeléctrica. Nos cruzamos con un nutrido grupo de senderistas de mayor edad a la nuestra. Son gente a los que la Seguridad Social les paga la fiesta como a Juanlu y a mí, que se muestran felices -al menos, los primeros de la larga fila-. Detrás van varios descolgados algunos con cara más compungida.

Poco más adelante nos encontramos con la ermita de Nuestra Señora del Ebro donde Alfredo hace el primer vuelo del Retortijón.

**** ATENCIÓN no existe el video DJI_1107.MP4 en el álbum de Google de la crónica
Desvío para seguir el desfiladero del río Rudrón que no recorrimos

A poco más de un kilómetro y a la izquierda se une el río Rudrón que viene de Valdelateja. Lo ignoramos y seguimos a buen ritmo de nuevo por un sendero paralelo y muy cercano al río. Durante un buen rato no volvemos a ver a nadie hasta que en las cercanías de Quintanilla-Escalada nos cruzamos en varias ocasiones con un grupo de jubiletas senderistas. Entramos en el pueblo. Está en obras y no tiene nada que destacar salvo la iglesia que parece haberse sujetado después de un terremoto.

El siguiente pueblo es Escalada. Su iglesia tiene un pórtico con las figuras y las pinturas bien conservadas.

El padre Félix dando el sermón de la montaña

Nos comemos el plátano junto a la mesa de pin-pón antes de seguir en dirección a Orbaneja por un sendero delicioso. La temperatura sigue siendo fresca y agradable. Afortunadamente este frescor evita que proliferen los mosquitos salvo en escasos puntos. En unos días, en cuanto suba la temperatura esto se va a convertir en un verdadero infierno de bichos.

Llegamos a Orbaneja y lo pasamos de largo para acercarnos a la cascada de El Tobazo. El sendero no puede ser más bonito. Además de la vegetación habitual, llevamos algunos kilómetros donde se mezclan los típicos árboles de ribera con robles, cerezos, nogales, álamos negros, avellanos y hayas de gran porte que van dominando en número.

Antes de llegar a la cascada cruzamos algunos pequeños charcos y piedras que son la única dificultad de todo el recorrido. En uno de ellos, un despiste de Domingo se convierte en una voltereta lateral en pendiente y dirección al río sin consecuencias físicas. Esto es fruto de lo que Rufi define como la Maldición Surroca. Lo peor de todo es que Alfredo iba grabando con su GoPro y queda registrado como aporte para la sección de Videos de Primera en la web. Queda constancia una vez más, de que uno de los mayores riesgos que se puede correr en estas rutas es ir delante de Alfredo y detrás de Pepe.

Cascada de El Tobazo

La cascada nos ofrece un espectáculo a pesar de su escaso aporte de agua. Otro paseo de Retortijón nos dejarán imágenes para el recuerdo. Fotos por aquí y por allá. Es hora de ir acercándonos de nuevo a Orbaneja para saciar el voraz apetito de Alfredo, antes de que corramos serio peligro de ser canibalizados.

¡Qué gran sorpresa! Una copiosa y blanca cascada con remansos de color verde esmeralda discurre por la pendiente que baja del pueblo hasta el valle donde se juntará con el Ebro. ¡Qué bonito! Fotos y más fotos. Un voluntario nos hace una foto de grupo y observa a considerable distancia que en las ramas de un árbol hay enredado un dron. Reconoce que es un Parrot. Debe ser un experto además de tener la vista de un lince. Efectivamente comprobamos con el zoom que ha acertado.

En el pueblo nos espera la mesa preparada que diligentemente Domingo había reservado el día anterior. Comemos en una placita resguardada a la sombra. La comida bien y abundante con extensa variedad en el menú. Seremos servidos por contundentes y amables camareras. En particular una morena de gran alzada y rotundas formas carentes de aristas, que trata de resaltar con unas mayas negras bien ajustadas. Parece que le hace ojitos a nuestro ilustre filósofo cuando se dirige él con especial amabilidad.

Hay un perro de raza carlino junto a su dueño al que sospechosamente se parece y a quien pregunto qué se puede ver en el pueblo. Me dice que la cueva está cerrada, pero que hay unas vistas estupendas por el sendero que sube en vertical por el pueblo hasta unos chozos. Levantamos la vista y vemos una bandera a unos 80 o 100 m de altura sobre nuestra cabeza. Un sudor frío nos recorre el cuerpo. Los garbanzos con callos se rebelan. La fabada pega apretones y punzadas. El filete se alía con el arroz con leche para hacernos desistir de la descabellada propuesta de ese tío tan amable como carlino. Con las fuerzas que nos da la curiosidad nos lanzamos cuesta arriba sin mucho entusiasmo, pero las vistas de las paredes verticales de la otra parte del barranco son cautivadoras.

Se puede observar una extraña formación rocosa que tiene una forma muy reconocible similar a África.

Al tran tran subimos extasiados hasta la inalcanzable bandera. Alfredo y yo decidimos ver los chozos para lo que debemos seguir subiendo otro tramo, mientras el resto más juiciosos deciden bajar hasta el verde que se ofrece en la cercanía de la cueva y esperarnos desparramados.

Visto los chozos, bajamos con bastante más soltura que subimos. Allí encontramos en trance somnoliento a los tres.

Pepe fundido en el césped en estado de coma

No le sienta bien el despertar y decide hacer la vuelta por el mismo sitio en completa soledad, primero por detrás del grupo y luego por delante. No sabemos si está o no cabreado ni el porqué, hasta que llegamos a Pesquera del Ebro dos horas después. Hemos saboreado de nuevo el sendero, pero esta vez sin tantas paradas.

A la entrada del pueblo nos da una charla el supuesto alcalde -Víctor-. Nos cuenta las infinitas posibilidades de la zona, haciendo hincapié deliberadamente en aquellas partes que no hemos visitado. Domingo se percata de que las supuestas singularidades responden a su afán de que volvamos a saciar nuestra curiosidad haciendo uso de su hostal. Luego pasamos con el coche por alguna de ellas. Compruebo sobre el mapa que a priori no son comparables al recorrido que hemos elegido.

Antes de llegar al aparcamiento está el hostal del alcalde. Preguntamos si quedan folletos de recorridos de la zona siguiendo instrucciones de Víctor. No hay. Llegan Alfredo y Pepe al que parece habérsele pasado el supuesto enfado. Nos indican que hay un mirador a un kilómetro y medio donde podemos ver una gran extensión del cañón. Nos acercamos en el coche. Espectacular. Comienza la discusión de si es o no por el que hemos ciclado anteriormente. Para mi es evidente. Tengo el mapa en la cabeza que tanto he estudiado para elegir las rutas. Domingo y Pepe no están convencidos hasta que Alfredo carga el track en la web y les saca de su confusión.

Y ya solo queda retornar al hostal. Entre pitos y flautas llegamos a las 20:45. Ducha y a las 21:30 estamos anhelantes de que Ana Mari nos sorprenda con uno de sus magníficos guisos y con su maternal amabilidad. Juanlu no cesa de decirle lo bien que se come en su casa y ella se lo agradece. No saben ambos que se debe a que no ha venido Rufi, y a que sólo se come mal cuando nuestro querido camarada nos acompaña. Veremos en el siguiente capítulo que también existe la Maldición Domingo.

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Los Yayos se van a Aranjuez

Ruta realizada el Martes 11/05/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
83.3 km
176 m
8 Km Distancia Madrid
8h53'
5h17'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Domingo, Félix, Pepe, Leo, Paco Díaz

Mas detalle ruta

Descarga ruta: 2021-05-11-Aranjuez.gpx
Reproductor audio crónica:

La primavera está que revienta. Ahora está en pleno esplendor porque se han sucedido lluvias alternadas y ligeras, que no sólo no embarran los caminos; sino que además ayudan a que la floración sea más abundante, exuberante y alargada en el tiempo. Hay que aprovecharla porque apenas dura un mes por el sureste de Madrid.

Desde 2018 andaba Pepe avisando de las posibilidades de esta ruta en primavera y otoño. Y sistemáticamente me resistía a dedicar un día a hacer recorridos por lo que pensaba que sería un secarral sin interés. Sin embargo, el hecho de establecer un tercer día a la semana con perspectivas bastante menos exigentes físicamente, es decir lo que venimos a denominar el día de los Yayos, me ha permitido salir de mi grave error al despreciar esta zona. Después de más de 20 años recorriendo asiduamente la zona norte de la Comunidad, descubro que también hay un sur.

Después de la sorpresa de las anteriores rutas por estos lares, tenía muchas ganas de conocer las lagunas del sureste. En ausencia de mi bici, que parece encontrarse muy confortable en el mecánico y otra vez por culpa de un rodamiento, me presento en casa de Pepe para que me preste la bici de su hijo Carlos. Una Mérida de carbono muy ligera y de tamaño considerable, acorde con el 1,90 del vástago. Me sorprende la buena sensación que me da y por el enorme manillar que porta. Cambiamos el sillín por el mío de Specialized porque preveo que mis posaderas se van a resentir ante el extenso kilometraje que nos espera y por la falta de suspensión trasera. Y no me equivoco. También extraño los puños y la postura de las manos que me produce un dolor en los pulgares.

Bajamos por la Casa de Campo bien abrigados con pantalón largo, guantes largos y windstopper para recoger a Leo que allí está a la hora prevista quejándose de la mala noche que ha pasado por algunos problemas digestivos por lo que a punto ha estado de no venir. Avanzamos por Madrid Río hasta llegar a la Caja Mágica donde encontramos a Domingo. Poco después se incorpora Paco que se había quedado algo más atrás. Tras los correspondientes saludos, salimos de la parte más concurrida de público para adentrarnos en los caminos que nos llevan paralelos al Manzanares.

El esplendor de la flora es descomunal. El día está fresquito. El cielo de azul saturado cuajado de cuantiosas y algodonosas nubes blancas. Los pájaros alborotados por su afán reproductivo, nos obsequian con sus variados trinos. Se alternan los intensos verdes de los cultivos de cereales con los amarillos de los campos extensos de colza, las abundantes amapolas rojas, sus hermanas y más escasas blancas, los cardos morados, las margaritas blancas y amarillas en ramilletes menudos y copiosos, las malvas… y un sinfín de árboles de rivera con sus hojas recién estrenadas de un verde chillón. Ni que decir tiene, la sorprendente cantidad de milanos negros, cigüeñas, patos, conejos… que adornan la jornada. Una explosión de vida.

Después de atravesar un puente y una canalización nos encontramos en las estribaciones del poblado de la Cañada Real. Poco después de pasar cerca de la vivienda de Poli, que recientemente han detenido en Canarias, nos desviamos a la derecha en dirección a la Marañosa. Vemos un espléndido pinar en la lejanía que deberemos investigar en otra ocasión. De nuevo estamos cerca del río Manzanares y de la laguna de Soto de las Juntas, llamada así porque muy cerca se funden el Manzanares y el Jarama. Aquí empieza una sucesión de colinas de extrañas formas erosionadas a nuestra derecha. Son de aspecto arcilloso y numerosos puntos brillan por los rayos de sol que inciden en los cristales de yeso que declaran su formación. De escasa altura, pero muy cercanas al camino parecen a punto de desplomarse sobre nosotros. Numerosas grietas que resquebrajan las rocas amenazan su derrumbe, tal como un cartel anuncia en la entrada del cañón.

Unos pocos kilómetros donde dejamos numerosas imágenes. Fantásticos contrastes de colores: ocres de la tierra, verdes, amarillos, morados y rojos en los cultivos, azules en el cielo y blancos grisáceos en las nubes. Estamos extasiados de naturaleza.

Las aguas fluyen por el río con mayor intensidad que en otras épocas del año. La escasa pureza es variable en función de la distancia a las grandes poblaciones y proporcional a la distancia de las múltiples EDAR (Estación depuradora de aguas residuales).

Abandonamos la zona de colinas y avanzamos en paralelo a un canal de riego, cuyo diseño inicial era más ambicioso pues pretendía ser navegable. Nos hacemos unas fotos en una curiosa construcción que Domingo identifica con ayuda del Lens como la Real Acequia del Jarama.

Algún mísero poblacho se intercala por los abundantes maizales que se riegan con las aguas del canal. Entramos en uno de ellos buscando restos de un antiguo reducto del siglo XV del que Pepe nos ilustra. Nada ha quedado. Conversamos brevemente con un agricultor que nos cuenta que son esparragueras lo que cuida, y cuyo fruto alguno de nosotros posteriormente comerá de primer plato en el Real Sitio de Aranjuez.

Poco más adelante la ruta pierde gran arte de su encanto por lo que nos limitamos a dar pedales con tan enconado ímpetu, como ganas de llegar para dejar el insufrible dolor del culo. Empiezo a notar el tormento de la falta de suspensión trasera. Paco va acusando los kilómetros y canturrea irónicamente algo donde se oye reiteradamente la palabra Aranjuez. Como le conozco muy requetebién, sé que masculla maldiciones contra el cansancio y el tiempo que queda de pedaleo. La ruta es llana, pero tantas horas subidos a un sillín cansa las posaderas y también las piernas tras los 80 kms. que llevamos.

Sin más llegamos a eso de las tres de la tarde. Atravesamos la población buscando el restaurante donde Pepe ha decidido llevarnos pues fue una recomendación de mi amigo Juan Carlos y donde comió bien la vez que se vino solo. Está cerrado. Buscamos sin mucho afán donde nos den de comer. Acertamos en un bulevar donde una terraza nos hace guiños. Comemos bien y muy cómodamente hacemos tertulia hasta que una vez descansados y reconfortados decidimos que es hora de acercarse a la estación de tren para volver a Madrid.

Unas fotos en la plaza y en la entrada del Palacio para poner punto y final a una magnífica jornada primaveral. Estos paseos de Yayos nos dejan un regusto muy positivo. No todo van a ser ascensos de 1000m de desnivel acumulado y dificultades técnicas a veces extremas. Sí que tengo claro que el reto que ronda en la cabeza de Juan, Alfredo y Rufi de hacer 120kms y 2500m de desnivel por la Sierra de Guadarrama no va conmigo.

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Río Manzanares-Laguna del Campillo

Ruta realizada el Martes 20/04/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
70.7 km
89 m
3 Km Distancia Madrid
8h47'
5h04'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Félix, Juanlu, Pepe, Leo, Paco Díaz

Mas detalle ruta

Descarga ruta: Manzanares-20-de-Abril.gpx
Reproductor audio crónica:

Hoy 20 de Abril, pero no del 90 como dice la canción; sino del 2021. Es decir, algo más mayores, contentos y disfrutones nos vamos de excursión por el Manzanares abajo. En el Lago de la Casa de Campo hemos quedado. Leo y yo vamos con el coche. Pepe y Juanlu se acercan con sus bicis, y Paco nos espera en el tramo del río más adelante que le pilla cerca de casa. Los primeros kilómetros los hacemos muy lentos y disfrutando de la mañana sorteando algunos viandantes por el paseo que nos lleva hasta donde está Paco.

El río está de dulce. La vegetación recién salida tiene un verde fosforito que deslumbra. La mañana, con buena temperatura, incluso algo fresca y encapotada a veces, lo que se agradece entrado el medio día. A ratos con unas nubes algodonosas que Juanlu define como cirros acuíferos o algo así; pero que resultan ser cúmulos. Juanlu, que lo tuyo son las aves.

Abandonamos la ciudad y la muchedumbre de paseantes por Madrid Río, con la pregunta que nos corroe a todos: ¿quién va a pagar mi pensión, si aquí no trabaja ni dios?

Cogemos el Camino de Uclés que tan señalizado aparece por todos lados. Me pregunto qué tendrá tanto interés que justifique poner tanto cartelito. Claramente es un intento de llevar más peregrinos para Santiago y que fluya el negocio. La cosa está muy mal para la iglesia. E iría peor si no fuera por lo diversificado de sus negocios terrenales.

Llegamos hasta un precioso campo de trigo y al lado otro de colza que está exuberante. El cielo azul y las nubes blancas terminan de rematar la colorida composición.

Vamos en paralelo al frente del Jarama que durante la Guerra Civil defendió del asedio de Madrid. Numerosos fosos de ametralladoras bordean el camino. Dudo que esos búnker hechos en la tierra y yeso propios de la zona, aguantaran un cañonazo siquiera de un calibre menor. Me imagino los sacos terreros ocultando el hueco por donde asoma la ametralladora y las dos gorrillas caquis de los asustados soldadillos helados de frío y aburridos, mientras rezan porque no les pegase el proyectil de un obús proveniente de alguna batería de los «fachas» allende la otra orilla.

Numerosas aves surcan el cielo. Juanlu nos indica que son águilas y luego rectifica cuando más cerca, observa que se tratan de milanos negros. La cola característica en forma de uve es menos angulada y más plana, así como su plumaje algo más oscuro con manchas jaspeadas. Más adelante nos encontramos gran cantidad de cigüeñas que han puesto sus nidos en las copas de chopos rotos y secos. Okupas plumíferos.

Numerosos gazapillos se nos cruzan constantemente por el camino. Algunos no superan el tamaño de un puño. Siempre me alegra verles y me encantaría poder acariciar alguno. Dan pequeñas carreras donde se pierden entre la vegetación o se meten en su madriguera. Otras veces, simplemente se quedan inmóviles como diciendo: ¡qué no me vea, que no me vea! Seguro que las rapaces de la zona no pasan hambre.

Nos acercamos a la Cañada Real y al asentamiento donde la Presidenta ha decidido que si no pagan la luz, que no se lo paguemos el resto de madrileños. Esperaba que el lugar fuera más peligroso. Apenas se ven unas destartaladas casuchas. Más adelante empiezan unos lodos sospechosos que traen aguas fecales de las infraviviendas superiores y donde pueden observarse unos paramecios del tamaño de zapatillas y unas amebas del tamaño de la palma de una oca. Aquí el Covid no tiene nada que hacer. Las vacunas se las pueden ahorrar. Los supervivientes están inmunizados contra todo.

Voy saltando con mi bici como puedo y pisando en los lugares menos blandos o profundos. Hubiera agradecido que dios en su infinita misericordia, hubiera decidido que los humanos pudiéramos volar. Por no pisar semejantes miserias, pagaría para que unas hermosas ninfas porteadoras me alzasen en parihuelas. ¡Puagg! El olor también ayuda a salir de allí a toda máquina.

A los pocos metros de la zona fangosa, la mala suerte quiere protagonismo en la mañana cuando Paco pincha y a Leo se le destalona la rueda delantera de forma misteriosa. Algo más de media hora para solucionar ambos eventos. Salimos de allí, sin las prisas que sin duda nos habría metido Mr. Ankagua, disfrutando de cada pedalada y de unas vistas magníficas allá por donde mires. ¡Qué bonita es la primavera! Este año no nos roba nadie el mes de Abril.

Puente de ladrillo

Sin prisas seguimos avanzando. Pasamos puentes de hierro sobre el Manzanares hasta llegar a las cercanías de la laguna del Campillo. La bordeamos por el exterior donde un bosque bajo y una alambrada nos obstaculiza y requiere de toda nuestra atención para no acabar en el suelo descabalgados.

Llegamos a otro puente para el tren, mayor que los anteriores, que está cerrado al tráfico. Nos damos la vuelta hasta la entrada a la laguna, para darle la vuelta.

Nos encontramos a unos chavales que andan buscando donde echar la caña de pescar. Amablemente en el lenguaje coloquial de la zona, les pido que nos hagan unas fotos. El más voluntarioso nos hace 20 fotos sonriente y contento. No obstante, Pepe cree que mis modales nos son los adecuados para hacer la solicitud y han de ser pulidos. Claramente no habla el idioma de barrio por más que nos cuente que en su adolescencia ha sido un delincuente

Damos la vuelta a la preciosa laguna con algo de rapidez pues la hora de la comida se echa encima y aún no sabemos donde comer.

Nos acercamos a Rivas y en el ayuntamiento Leo pregunta a una señora, a lo que yo añado: que qué tiene hoy, por si fuera de nuestro agrado. No se ha enterado. Nos indica un restaurante con terraza, donde nada más sentarnos empieza a levantarse algo de viento premonitorio de unas gotas de lluvia cada vez más copiosas. Ya lo adelantó Pepe. Siguiendo sus instrucciones precisas en cuanto a mi relación con los camareros, me abstengo de preguntar o solicitar cosa alguna, no vaya a empeorar la situación. Comemos dentro. Bajo techado. Bien. Abundante y bueno.

Levantamos vuelo después de habernos evitado la tormenta durante el periodo de la comida. Esto es planificación. Y al tran tran, nos volvemos a casa. Juanlu va acusando el dolor de ojal de tanto tiempo con el sillín oprimiendo el óculo inferior. Le damos instrucciones respecto a la higiene adecuada de semejante parte innoble, pero esencial. Imagínate que se cierra durante una semana. ¿Te parece irrelevante su función? Pues prueba.

Después de despedir a Paco, llegamos a la puerta del Rey donde nos hacemos las últimas fotos y video con el placer de haber pasado una magnífica jornada.

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Tres Cantos-¿Monfragüe?

Ruta realizada el Domingo 18/04/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
35.7 km
571 m
20 Km Distancia Madrid
2h51'
2h23'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Alfredo, Félix, Juan, Miki, Pepe, Rufi

Mas detalle ruta

Temperatura media: 14.1
Descarga ruta: Tres-Cantos-Vertedero-20210418.gpx
Reproductor audio crónica:

La ruta de hoy sale de Tres Cantos del sitio habitual. A las 9:15, llego con 15 minutos de adelanto quizás por las ansias de volver a montar en bici después de 20 días y 5 rutas perdidas por una avería en mi vetusta; pero adorable bici.

Allí está Pepe ya, estrenando corte de pelo militar que le queda bastante bien y le da una aire de veterano sargento de los Boina Verdes. No tarda mucho en aparecer Alfredo y al poco Rufi, que nos avisa que Juan tardará un rato largo porque ha decidido que viene desde su casa en bici porque la ruta le parece un poco laxa. Miki llega inmediatamente y me da un cariñoso abrazo de vuelta al grupo que agradezco. No tarda más de cinto minutos Juan. Ya estamos el sexteto. Todos preparados para arrancar en una mañana fría con no más de cinco grados y cielo despejado que engaña los sentidos.

La ruta transcurre por pistas anchas y sin dificultad técnica alguna. Inicialmente llana lo que impide que entremos en calor. Aunque el ritmo me parece rápido, hace tanto que no monto que no me atrevo a decirlo. Es Pepe quien nos grita que no es necesario correr tanto porque llega de sobra a su casa para comer.

Un aluvión de ciclistas han salido a hacer el mismo recorrido y nos adelantan inmisericordes como si no hubiera un mañana por los estrechos senderos de bajada que bordean el Soto de Viñuelas. No hace tanto que estos caminos sólo eran recorridos por algunos chalados aguerridos como nosotros con aquellos cacharros sin suspensiones, ni frenos de disco, ni tijas pijas, ni tubeless… La pandemia parece haber afectado las neuronas de un gran número de bípedos que han decidido alterar el equilibrio ciclista con eBikes, lo que democratiza el disfrute de caminos, antaño vedados a los más mayores y pesados que preferían la lectura del dominical y tomarse unas cervezas con patatas y aceitunas, a la espera de una copiosa comida que ensanchara aún más su perímetro abdominal. Y no es que estorben, es que nos tememos que cuando irremediablemente nos pasemos a las eléctricas, seremos tanta gente que las autoridades nos van a limitar su uso por buena parte de la sierra. Como pasara tiempo ha con las motos.

Iniciamos una subida larga y con algunos tramos empinados que nos recuerda que por aquí ya hemos pasado; pero bajando, y que nos quita momentáneamente el frío. Ya no vemos ciclistas por estos sitios algo más rebuscados.

Llegamos a la parte peculiar de la ruta: el vertedero de Colmenar. Un verdadero espectáculo formado por distintos tipos de aves que entre todos intentamos identificar.

Cigüeñas a decenas, buitres leonados en número similar, más escasos buitres negros, milanos, águilas, cuervos… Debatimos como si fuéramos expertos, sobre un pequeño buitre que vuela alto con alas de color negro delante y blanco detrás. Yo creo que es un alimoche, pero que visto tan de lejos no puedo estar seguro al no distinguir su cabeza y su característico pico de color amarillo anaranjado. Es un ave infrecuente en Madrid, pero también lo es, la aglomeración que hay. Echamos en falta la abundancia de gaviotas que solían poblar estos lugares y que muy probablemente anden en algunos de los embalses cercanos, como el de Santillana, devorando peces de agua dulce. A falta de pan…

Propongo entrar en el vertedero para ver el espectáculo en primera línea, pero no tengo éxito. No es necesario ir a Monfragüe para ver buitres en el Salto del Gitano. Aquí los tenemos en mayor cantidad si bien el entorno no es el más adecuado.

Ejemplar de Cigüeña Caterpillar

Llegamos al coche hacia las 12:35h. Hoy Pepe llega a comer de sobra. Alfredo no ha dado muestras de su habitual putansia y es que le sobreviene minutos más tarde de las 13:00h.

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Navalcarnero, una excusa para comer bien

Ruta realizada el Jueves 25/03/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
42.9 km
458 m
29 Km Distancia Madrid
3h26'
2h40'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix

Mas detalle ruta

Temperatura media: 23.7
Descarga ruta: Navalcarnero-20210325.gpx
Reproductor audio crónica:

Hoy es el cumple de nuestro querido Miki. A los 53 añitos se encuentra en lo mejor de la vida. Sólo le falta un pequeño detalle que obvio decir. Sólo diré que la perfección la habría alcanzado si hubiera formado parte de esta crónica como protagonista. De cualquier forma, MUCHAS FELICIDADES. Te queremos, amigo.

Los tres intrépidos de hoy han echado de menos al resto del equipo que por diversas circunstancias no han aparecido por estas tierras de cereales y vitivinícola. Un día con más calma deberíamos visitar el casco antiguo. Es muy interesante conocer las cuevas que horadan gran parte de las casas antiguas y que se comunican como el alcantarillado, pero con la más grata función de conservar alimentos de las furibundas temperaturas veraniegas que se gastan por estos lares.

La ruta es la repetición de la que hicimos en enero del 2020 y que nos contó Juanlu. La diferencia fundamental es que el campo en primavera otorga otros colores, olores, sensaciones…etc, que hacen más agradable su visita. Aunque larga, se hace con mucha soltura debido al escaso desnivel y que no es nada exigente técnicamente. Así que hemos ido como flechas y sólo parando para las fotos esporádicas y el inevitable plátano.

Domingo es ungido con un rayo cósmico de sabiduría mientras admira el chopo de Sacedón

Lo más interesante viene al final. El restaurante Senderuela ya nos dejó un buen recuerdo y en esta ocasión se ha ratificado. Y si no, que se lo digan a Alfredo que con su habitual voracidad, ha comido en un abrir y cerrar de ojos, los dos platos y el postre de hojaldre con nata y chocolate fundido, al que no nos ha permitido acercar la cuchara.

Y para terminar, una muestra de la inteligencia de nuestros políticos. He aquí la obra maestra del urbanismo de Navalcarnero con un diseño vanguardista de un carril bici de 50m que se adentra en el futuro, en la cuarta dimensión o en algún multiverso paralelo de la metafísica (que diría M. Rajoy).

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Azud del Mesto y Dehesa de Moncalvillo

Ruta realizada el Martes 16/03/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
22.7 km
287 m
31 Km Distancia Madrid
3h15'
2h08'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Domingo, Félix, Leo, Paco Díaz

Mas detalle ruta

Descarga ruta: Azud-del-Mesto-2021-03-16.gpx

Hay que aprovechar estos primeros días primaverales y tiempo fresco que es ideal para pedalear. Que no nos pase como el año pasado que por culpa del virus, nos dejaron encerrados durante la parte más bonita del año. Así que este año me pienso resarcir y aprovechar hasta el tuétano de esta primavera que promete estar tan bonita como la humedad y las lluvias se lo facilite.

Como los martes los golfistas andan dando golpes a la bola y yo aún no me atrevo a ir al gimnasio, he decidido que hay que salir al campo otro día más a la semana, es decir tres. Leo y Paco se apuntan a un bombardeo por segundo martes consecutivo, así que les preparo una ruta saliendo de El Raso en San Agustín de Guadalix. A última hora, se apunta Domingo que recién llegado de La Palma está con ganas de bici. Pepe estaba invitado, pero tenía otra cita con un amigo.

Salimos poco más tarde de las 10:45 después de los correspondientes saludos y parabienes. Por el margen del río Guadalix de espaldas al polígono industrial, nos vamos acercando a las pistas del Canal y al desvío que nos baja a la cascada del Hervidero. Hoy no es un hervidero de gente como los fines de semana. Sólo encontramos a una moza de espléndidas hechuras y magníficas caderas, sin duda hechas para pecar. Enseguida se presta a mi casta solicitud de que nos saque una foto y mientras distraídamente posamos, le hacemos una radiografía, por no decir mamografía, de cuerpo presente. Se quita la mascarilla y pierde un poco de encanto. No es tan moza, ya que frisa los cuarenta y… lo que no impide la observación meticulosa de esa curvas generosas en las que se adivinan unas carnes prietas, cinceladas por el tiempo en duras jornadas de gimnasio. Tras un poco de conversación sobre el posible recorrido de la zona, sin otro interés de un servidor de que «la ninfa de la cascada» disfrute la mañana como sin duda se merece, continuamos sin comentarios aunque relamiéndonos, ascendiendo por la calzada con la intención de salir al Canal del Mesto.

El recorrido está espectacular. Nos encontramos con dos grupos de quinceañeros con su profesor al que adivinamos explicando el origen de las piedras del lugar. Afortunadamente apenas encontramos otros paseantes. Llegamos hasta el azud donde les cuento la historia de la pequeña presa, que ese es el significado en árabe, realizada en el último cuarto del siglo XIX con la mano de obra de presos, para corregir el error de la construcción de la Presa del Pontón de la Oliva que como sabemos quedó en desuso tras su inauguración por la permeabilidad de su suelo. Creo recordar que la presa del Villar se construyó, para sustituir la presa del Pontón y mientras, el azud del Guadalix mantenía con su escaso caudal, las cada vez más importantes necesidades de agua de Madrid que ya rondaba los 700.000 habitantes. Los arroyos del Abroñigal, el de la Dehesa de la Villa y otro que no recuerdo, apenas aportaban el mínimo imprescindible de caudal y por ello, los ingenieros comenzaron a reconducir las apreciadas aguas del Lozoya, mientras que las aguas del más cercano Manzanares se usaban para el regadío, que no para beber por su insalubridad.

Me enrollo. Volvemos sobre nuestros pasos y tras unas dudas de por donde hemos de seguir, enfilamos una cuesta donde los diversos ropajes nos van sobrando. Paramos tras pasar una valla que nos avisa que nos adentramos en la Dehesa de Moncalvillo. Nos quitamos ropa y damos cuenta de los plátanos. Leo, no. Ha venido como Santi, el de la semana pasada. Sin mochila, sin agua, sin plátano… Vamos a tener que hacer un casting riguroso antes de empezar las rutas.

Rodamos un poco más y tras alguna pendiente sin mayor relevancia, comenzamos el retorno a través de bellos y verdes senderos que nos llevan de nuevo a las salida de la dehesa, no sin antes sortear algunas vacas. Una de ellas, lanza una coz sin mucho convencimiento, al verse acosada por esos extraños seres sobre ruedas. O sea, nosotros.

Bajamos una zona un poco trialera, donde Paco decide que mejor se baja por si las moscas. Cogemos el asfalto irregular de unas de las pistas hasta la desviación donde cogemos un senderito en suave descenso que hace las delicias de los cuatro. Nuevamente las vacas interrumpen nuestro camino y nosotros, su quehacer alimenticio con las tiernas y verdes hierbas.

Llegamos a la carretera donde subimos hasta el restaurante La Kedada donde hemos comido en la terraza, un menú muy cumplidito y bien presentado con postre y café por 13 euros. Apenas sobremesa porque se está levantando un poco de corriente que tiene a Leo mosqueado no vaya a ser que esto termine con una dolorosa e inoportuna lumbalgia. Así que volvemos hasta los coches y allí nos despedimos con la intención de repetir el próximo Martes; bien senderismo o bien de bici. Si el tiempo lo permite.

Aquí os dejo el video resumen de lo antedicho.

PD: Domingo, lamento que no salgas, pero es que no te he hecho fotos de cerca. Lo siento, amigo.

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Patones y el poder de las migas

Ruta realizada el Domingo 28/02/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
23.4 km
770 m
52 Km Distancia Madrid
3h35'
2h31'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Alfredo, Félix, Juan, Miki, Rufi

Mas detalle ruta

Temperatura media: 12.2
Descarga ruta: Patones-2021-02-28.gpx
Reproductor audio crónica:

Parecía que este domingo no habría excursión, hasta que el Prior de la Residencia El Nido del Cuco, padre Alfredo nos convocó a una ruta por Patones con el reclamo de no ser una excursión para nenazas. Apenas 20 kms con 800 y pico metros de desnivel. ¡Humm, algo no me cuadra! pensé, mientras me trasegaba una Voll-Damm.

Los residentes andaban un tanto remisos porque ya saben que por esa zona abundan las trialeras y los desniveles matadores. Y un servidor que no recuerda una sola vez de las múltiples que hemos ido por esa zona, que no haya tenido al menos una caída, ando con las orejas levantadas como un lince cuando oye Patones. Con meticulosidad anduve analizando la propuesta del sr. Prior y descubrí que además de estar pintada a la inversa, el IBP era de 93 con algún repecho del 26% de ascenso y más de 6h de trayecto. Hecha mi aclaración pública por WhatsApp, el resto de residentes parecían darse mus. Pero ahí, estuvo fino el padre Alfredo al incitar al pecado con la alusión de su cercano cumpleaños y la promesa de unas migas al llegar a Patones, como es tradicional desde hace tiempos inmemoriales.

Dicho y hecho. Como saliendo de la ultratumba el paciente Juan que ha estado varias semanas desaparecido contestó con un lacónico, «pásame la ruta». Inmediatamente y como un resorte, Miki contesta que también quiere migas. El resto de nenazas, se excusaron con variados motivos. Que si la familia, que si un golpe en el fistro duodenal, que si haciendo ejercicios espirituales en el Escorial…

Así pues nos encontramos ya subiendo y compartiendo la carretera con numerosos coches y motoristas ruidosos hacia Patones de Arriba. No son las 10:00 y encontramos el pueblo petado de paletos de Madrid. Mi conclusión es inmediata: no podremos tomar las gustosas migas con este aluvión de turistas de grandes coches, medio pelo y baja estopa.

Por las pistas del Canal nos encontramos con un grupo de ciclistas similar al nuestro, pero con mayores muestras de indecisión ante las distintas alternativas. Así que sigilosamente nos van siguiendo y deciden adelantarnos cuando se creen que ya han enfilado correctamente. Al rato los perdemos de vista lo que me hace pensar que han derivado al canal bajo y tendrán que subir de nuevo si quieren ir a la Presa de Parra, que presupongo es su destino.

Llegamos al tramo más empinado del recorrido. No lo recordaba, pero es conocido y doloroso, aunque no tanto como sospechaba ya que se trata de una pista ancha y bien conservada. La alternativa de ir por la carretera hasta el Poblado, la desestimo ante la afluencia de molestas motos y coches.

Bajamos a hacernos unas fotos al Poblado de Patones y de nuevo subidón hasta llegar a la carretera y tomar un sendero entre pinos donde coronar la parte mas alta de la ruta.

**** ATENCIÓN no existe el video VID_20210228_115255.mp4 en el álbum de Google de la crónica

Si no hago esta aclaración, el Prior me condena sin postre en la Residencia. La ha subido a la primera. Juan a la segunda y Rufi a la tercera. Miki y yo a la primera con el uno-uno (un pie detrás del otro)

Ya sólo queda bajar, aunque lejos de ser ser fácil siempre es más agradable. Parece que el Prior anda con prisas y nos lleva por lo peor. Los abundantes charcos se van convirtiendo en profundas roderas de varias trayectorias todas malas de pasar, aderezadas con vegetación hostil que araña y golpea con sañuda frecuencia el casco de Miki. Mientras sorteamos numerosos grupos y parejas sueltas de paletos de Madrid, podemos observar la cara de incredulidad que ponen cuando nos ven a ratos montados y a ratos chapoteando con la bici al hombro. Se cruzan unos frikis con bicis y cascos de descenso y se dirigen en sentido contrario, es decir en subida. Se van a hinchar a empujar, pienso para mis adentros. Lástima que los tramos más bellos y fotogénicos no queden registrados por las ansias. Siempre nos pasa igual. Parece que nos ponen un cohete en el culo a ver quien corre más por las trialeras.

Esto parece San Lúcar en verano. Se nota que la peña necesita aire limpio y disfrutar del campo. Es imposible que haya sitio para comer para tanta gente. Está hasta la bandera y la entrada al pueblo la realizamos esquivando al aturullado personal.

Con la eficacia que caracteriza al Prior, en breves instantes tenemos las cervezas en la mano y dos raciones de suculentas migas en una mesa que acaban de abandonar unas chicas. Fotos para chinchar a los ausentes y salida apresurada de este antaño reducto de paz convertido en un pasacalles parecido a la Calle del Laurel de Logroño. Y aquí termina nuestra ruta de hoy. Quedamos a la espera de la del jueves que no será más y mejor, porque no se puede. Bienvenidos de nuevo a los enclaustrados Miki y Juan que parece que hubieran estado entrenando en su confinamiento.

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Vuelta al Atazar: múltiples alternativas

Ruta realizada el Jueves 11/02/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
43.3 km
861 m
53 Km Distancia Madrid
4h40'
3h20'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Juanlu, Pepe, Rufi, Mario

Mas detalle ruta

Temperatura media: 12.6
Descarga ruta: Vuelta-al-Atazar-2021-02-11.gpx
Reproductor audio crónica:

Hoy han abierto el geriátrico y nos han dejado que salgamos de excursión. El director de «El Nido del Cuco» ha tenido a bien llevarnos al Embalse de El Atazar a los de la planta de «no peligrosos». Sólo a los que nos hemos portado bien. Previa toma de las pastillas relajantes, las enfermeras nos han llevado de la mano hasta El Berrueco con la consigna de que antes de las 14:00 estuviéramos en el Restaurante Los Álamos.

Y ahí, ya se ha liado parda. Alfredo, que no se había tomado la pastilla azul y sin desbravar desde el jueves, ha cogido carrerilla en cuanto le han puesto en la bici y como alma que se lleva el diablo, ha enfilado al camino como si no hubiera un mañana. A mi me recuerda a los perrillos cuando sus dueñas los sacan a la calle después de doce horas sin mear. Como un poseso se ha tirado por la cuesta empinada hacia el pantano, mientras Rufi haciendo aspavientos y dando gritos, le seguía como podía.

Pepe y Mario han cogido la de «villaconejos·». Desde el minuto uno, han salido por otra trayectoria y los hemos encontrado al final del pantano. Allí estaban esperando como diciendo: ¿dónde coño estarán?

Domingo lleva un lío porque ha cargado la ruta que Pepe envió por WhatsApp, pero a su vez hacía referencia a hacer la Vuelta al Atazar que es la que finalmente haremos para evitar el barro. Cuando intenta poner orden una y otra vez, Alfredo le contesta con voz de trueno y un tajante: «¿te digo yo por donde hay que ir cuando vamos a El Escorial? Esta zona me la conozco yo» Así que un tanto mohíno, Domingo masculla, rechina los dientes, se aguanta las ganas de tirarle al agua y se la guarda.

Mientras tanto Juanlu, Domingo y un servidor, mucho más tranquilos por el efecto de las pastillas rojas, verdes y amarillas; vamos degustando el paisaje espectacular de la mañana amanecida con nubes gruesas y oscuras que apenas dejan ver el sol. Me quedo atrás haciendo fotos y cuando les intento alcanzar, me salgo de una de las múltiples opciones acabando al borde del agua. Cuando entiendo que por ahí no es, recibo la llamada de Domingo preguntando si voy por delante o por atrás. Todo un caos. Sin duda el Cencerro Digital que está diseñando Alfredo hoy habría sido de gran utilidad.

El embalse está espectacular. Las luces y sombras de la vegetación con las nubes, el agua, las playas… dejan un colorido que no puedo dejar de retratar.

Nos juntamos por un instante y de nuevo Alfredo arranca como una flecha seguido de su fiel escudero Rufi , que se queja de su brazo derecho. Le digo que practique el onanismo con ambas manos. Llegamos a la presa de El Villar donde han abierto los aliviaderos para soltar el agua en exceso acumulada por las nieves y lluvias de estas semanas pasadas. Es una gozada y ahí nos entretenemos Mario, Domingo y yo dándole cuartelillo a la cámara de fotos.

Cuando miramos a ver al resto, descubrimos que ya han volado. Las pastillas no parecen haber hecho efecto en algunos. Como podemos enfilamos la larga cuesta pasando por Robledillo de la Jara, hacia el puerto de la Puebla donde llegamos ya zurraditos. Miramos en todas direcciones y no hay nadie, así que suponemos que se han ido hasta las antenas. Allí están comiendo el plátano y observando los paisajes nevados.

La Cabrera a un lado, al otro el Mondalindo y allí a su frente, El Cerrón.

Con medio plátano en la boca, de nuevo desaparecen los cagaprisas. Cuando queremos seguirles la pista por una trialera que no encuentro, ya han desaparecido. Así que decidimos bajar por el camino hasta el lecho del río. Discurre el agua del deshielo y la lluvia con fuerza y sobrepasa una pequeña presa que no entendemos su función.

Salimos Domingo y yo al tran-tran charlando. Juanlu y Pepe a su bola. Ahora empieza otro subidón para salir del valle. Antes de llegar al pueblo de El Atazar, Mario ofrece una nueva alternativa que consiste en subir un cerro para dejarse caer hacia la carretera acortando por una trialera. Rufi comenta que se va a lamentar; pero como amigo fiel, sigue a los otros dos kamicazes. Yo que ando dolorido del pádel de ayer, me lo replanteo y rehúso. Tengo que ahorrar fuerzas que mañana tengo otro pádel.

Enseguida enlazamos con fuerte desnivel de bajada que por carretera nos lleva a la presa de El Atazar. En cuanto paro para hacer una foto, una grabación por altavoces nos dice que está prohibido andar por allí y que retrocedamos. ¡Y unos cojones como los del caballo de Espartero! Lo lleva claro el guarda si pretende que nos volvamos por donde hemos bajado.

Mientras el resto de dementes nos observan desde un mirador en las alturas, iniciamos el penoso ascenso por carretera. Las vistas desde la altura no tienen desperdicio.

A Alfredo hace un rato que ya le ha entrado la putansia (por lo regular, le da a eso de las 12:45-13:00). Lleva todo el camino preguntando: ¿qué hay de menú? En cada encuentro, lo mismo. Las enfermeras deben estar que trinan. Son las 14:30h y nos reencontramos en la puerta del único restaurante abierto. No hay opción, así que nos apretamos unas cervezas mientras nos ponen un aperitivo de carne de jabalí muy blanda y jugosa.

Lo demás, ya sabéis… comida descansada con café y vuelta a casa de la mano. Otra vez al Nido del Cuco.

**** ATENCIÓN no existe el video 2021-02-11 El Atazar.mp4 en el álbum de Google de la crónica

A ver fabricantes de mascarillas. Sois unos cabrones. Las orejas las tengo escocidas y tres centímetros más cerca de los ojos que hace un año. Aquí se puede observar claramente ¿Tanto cuesta hacer la goma un poco más larga?

Desde aquí le mandamos un beso a Mario el Joven, que lo está pasando mal en el hospital y que nos sigue a través de estas crónicas. ¡Vamos campeón, que enseguida te tenemos con nosotros bajando trialeras a cascoporro!

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Colmenar Viejo y Gris

Ruta realizada el Jueves 28/01/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
39.9 km
719 m
29 Km Distancia Madrid
4h23'
3h32'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Pepe, Rufi

Mas detalle ruta

Temperatura media: 9.8
Descarga ruta: Colmenar-Guadalix-20210128.gpx
Reproductor audio crónica:

Los presentadores del tiempo, en la noche anterior, daban un pronóstico de mañana con sol y nubes. A primera hora de hoy indicaban bancos de niebla, un meteoro de nombre un tanto peculiar que nos ha estropeado las vistas a lo largo de la mañana. Lo del sol, debió ser por Canarias.

Para empezar hemos tenido que guardar las gafas porque la niebla meona impregnaba los cristales con finas gotas que no dejaban ver lo poco que se podía ver.

Tenía ganas de ver los viejos estudios de Cine que aún sobreviven en la zona, pero sólo he podido ver el cartel que indica el desvío. Es curioso la cantidad de películas que se rodaron en estos entornos y algunas de gran renombre como Espartaco de Kubrick, una de mis preferidas de todos los tiempos. Aquí dejo el enlace a una web donde dan detalle de las películas que se han rodado en la zona.

Digamos que hemos seguido ciegamente las instrucciones del GPS, porque el paisaje no nos ha orientado mucho. Hemos visto roderas, charcos, agua y niebla. Bueno y al propietario de una finca a la que hemos tenido que saltar por no sumergirnos en un charco donde Rufi ha hecho snorkel y apnea. Me he quedado con la duda, de quien chillaba más y estaba más cabreado: el perro o el tarugo del dueño.

Alfredo a punto de usurpar la finca

La rodera de piedras, barro y agua ha sido muy divertida. Ahí es donde Alfredo ha probado la bici de Pepe y viceversa. Ambos se han deshecho en elogios hacia la bicicleta del otro. Y es que efectivamente la de Alfredo ya sabíamos que debe ser la pera, pero que Alfredo diga que es una maravilla y yendo por donde hemos bajado, dice mucho. Yo también opino lo mismo. En un sitio complejo y siendo la primera vez que la conducía, se nota una nobleza y seguridad prodigiosa. Mis temores de que fuese como la anterior OIZ se han volatilizado. Es una gran bici. Pepe disfrútala.

Después de pasar por Guadalix, donde nos hemos hecho las correspondientes fotos en la plaza del Ayuntamiento que preside la figura de Pepe Isbert, hemos parado para comer el plátano como es habitual y hemos seguido subiendo y subiendo (algo inexplicable).

Toda la mañana nos ha parecido una constante subida. Debe ser un fenómeno asociado a la niebla y el barro. Esto da para un capítulo de Cuarto Milenio.

Y poco más. Mucha subida, más niebla, más charcos y muchas ganas de llegar.

Reunión de Representantes de la Comisión Europea debatiendo sobre cómo es posible que las vacunas se las lleven otros países como UK e Israel.

Yo no me he quedado a comer porque dije en casa que así lo haría. Está la cosa muy malita con el puto bicho. Puedo asegurar que ninguno de los cinco está infectado. La mejor prueba del PCR, es comerse 40 kms con barro. Y os dejo una música de la que hemos hablado durante el platanito. Escuchadla los que no la conozcáis. Se la dedicó Sabina a su mentor Krahe en un disco homenaje que le hicieron sus amigos años antes de su fallecimiento.

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El Escorial entre tinieblas

Ruta realizada el Miércoles 23/12/2020

Dificultad Física
Dificultad Técnica
40.4 km
1007 m
41 Km Distancia Madrid
5h05'
3h30'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Domingo, Félix, Mario, Otros

Mas detalle ruta

Descarga ruta: El-Escorial-Malagon-Zarzalejos.gpx
Reproductor audio crónica:

Decidimos que salimos el miércoles porque el jueves es Nochebuena. Y como Domingo está sin bicicleta hasta febrero y tiene que ir a por la Merida a El Escorial, elegimos esa zona para darnos el rulo de los jubiletas.

Tenemos chico nuevo en la ruta. El lunes después del pádel, me pregunta Pedro que lleva algún tiempo con ganas de venir y le digo que esta ruta es facilona en principio.

También se lo digo a Mario durante el desayuno del martes y al otro Mario (el Joven) por la noche, que no duda un momento en anular otro compromiso. Sin embargo, Alfredo decide que se va con Gina a dar un paseo por la Fuenfría, Rufi dice que no puede venir sin más explicaciones, -empiezo a dudar. Para mi que sigue trabajando a escondidas-, y Pepe que está convaleciente de una lumbalgia pasajera y decide no tentar al lomo ya que al día siguiente se va a Tenerife. Se nos olvida que Juan debe haber empezado las vacaciones. No se me ocurre invitarle. Supongo que si hubiera podido, habría preguntado.

Así que a la hora exacta estamos los cinco en la puerta del chalet de Domingo. Ya se han presentado Pedro, Mario y Domingo cuando llego con el coche. Echo un vistazo rápido a la bici de Pedro y me quedo sorprendido de su antigüedad y estado. Sé que físicamente está sobrado, aunque tengo dudas de su técnica ya que no es habitual ciclista.

Sin prisa alguna, empezamos a subir el Malagón entre una niebla espesa y húmeda que nos impregna las gafas por el exterior con minúsculas gotas, mientras que en el interior se acumula el vapor debido al calor que vamos generando según ascendemos. Hace una temperatura razonable para la zona y época del año, así que nos empiezan a sobrar capas de abrigo.

El ascenso es largo. Son 12 kms hasta el Malagón y cada uno a su ritmo vamos subiendo sin posibilidad de ver más allá de 20 metros, debido a la niebla meona. Paramos a reagruparnos varias veces y de paso ver algunos arroyos que debido a las lluvias recientes bajan con fuerza y atraviesan la pista forestal por debajo. Hacemos fotos y seguimos el ascenso mientras charlamos. Va asomando el sol a intervalos y nos surge la posibilidad de ver el mar de nubes cuando lleguemos a la parte más alta de la ruta. Hacemos un alto en el puerto de Malagón para reagruparnos y tras unas fotos nos comemos el plátano. Mario le indica a su homónimo el joven, que los cierres de las ruedas los lleva mal colocados, que si los colocamos, que si le doy aire a una rueda y que si mi rueda de atrás pierde aire, nos pasamos un buen rato hasta reanudar la marcha.

Subimos un breve trecho hasta que al fin nos podemos deleitar con ese mar de nubes que tanto esperábamos. Pasamos por varios puntos donde la foto es obligatoria antes de descender hasta el puerto de la Cruz Verde.

De nuevo mi rueda trasera ha perdido aire. Por algo la app de Alfredo me avisó hace unas semanas de que hay que añadir líquido a las ruedas.

Islotes de tierra donde se crían los gorilas en la niebla

Allí cogemos el primer sendero de la mañana. Un tanto embarrado al principio y un tanto pedregoso el resto. Me doy cuenta que Pedro no lo está pasando bien. Dejo que vayan delante los Mario´s para vigilar de cerca que Pedro no vaya más deprisa de lo que debe. Va muy inseguro con una suspensión que no aporta nada y unos frenos de disco mecánicos que frenan con mucha dificultad. En un reagrupamiento hay una zona de pendiente pedregosa y un pelín compleja. Por no bajarse, como le estoy gritando, pierde el control seguramente al frenar con el delantero. Da unas volteretas cuesta abajo que nos deja perplejos por la cercanía a las rocas y por las posturas que va adoptando en cada vuelta. Sorprendentemente se levanta como una rayo y con una sonrisa, mientras los demás nos quedamos ojipláticos. Varias consultas sobre daños corporales, pero sólo admite daños espirituales más relacionados con el pundonor. Nos suena esa reacción.

Nuevas bajadas intercalando pista, camino, asfalto y sendero. Los Mario’s a su bola bajan a cuchillo, mientras Domingo y yo andamos más pendientes de que no se nos pierda de vista Pedro y que coja confianza. Hace varios amagos de caída que hábilmente supera abandonando la bici a su destino y saliendo en trompicones, pero de pie. Parece que mi rueda se ha estabilizado y deja de perder aire.

En una finca aledaña al camino me asombra ver un perro de descomunal tamaño que al poco salta la valla y se nos tira con malas intenciones. Les grito a Domingo y Pedro que se paren. Ni puto caso, así que me paro para calmar al perraco y evitar que me muerda y/o me tire. Gruñendo y con todo el lomo erizado me observa mientras le planto cara para que no se acerque. Pongo la bici entre medias de ambos. Busco piedras de tamaño medio para lanzárselas, pero no tengo claro si eso empeoraría la situación. No veo ninguna y no quiero perder de vista al canino agachándome. Nos seguimos midiendo las fuerzas mientras le doy varios gritos que le empiezan a amedrentar. Decide darse la vuelta sin mucha convicción y cuando le pierdo de vista por el recodo del camino decido montar de nuevo en la bici. Pero como sé como funcionan los perros en estas ocasiones, no en vano he vivido estas experiencias en varias ocasiones, sé que me lo puedo encontrar detrás mío en un nuevo ataque. Y así es. Oigo las uñas de sus patas al galope. Freno de golpe hasta el punto de que se me levanta ligeramente la rueda trasera y le pego un grito que me sale del alma. Un «me cago en dios» al puro estilo de Bilbao, que frena en seco al perraco cuando lo tenía a dos metros. Vuelta a empezar las observaciones de quien es más peligroso. Viene un corredor ajeno al trance y parece que se distrae. Domingo y Pedro a una prudente distancia se han parado y me indican que vaya hacia ellos, pero no quiero perder de vista a este traicionero depredador canino. Finalmente se le pasa el cabreo y se va a su finca. Seguimos nuestro camino.

Llegamos una zona tan rocosa como conocida. Mario nos espera cámara en ristre para grabarnos nuestros alardes técnicos. Yo ya tengo el cupo hecho de hostiones en este aciago 2020, así que decido que me lo bajo a patita, del mismo modo que Domingo y Pedro. Mario el Joven busca riesgo y decide bajar esta zona tan abrupta de nuevo, mientras su tocayo inmortaliza la escena. Domingo hace una irónica observación: «me gustaría llegar al restaurante sin pasar previamente por Urgencias». Son las tres menos veinte, así que dejamos de moñiguear y aceleramos la bajada. Si Alfredo hubiese venido se estaría desesperando con su putansia.

Y lo demás, lo conocemos bien. Llegamos al restaurante después de llanear por El Escorial a eso de las 15:20h. Comimos muy razonablemente bien con un Roscón de Reyes delicioso de postre y chupito de la casa sin necesidad de pedirlo. Un poco de charleta y después de lavar las bicis con la manguera de Domingo, a casa a descansar.

Os dejo una música de villancico de Louis Armstromg muy apropiada

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