Torrelodones primaveral y polifacética

Ruta realizada el Domingo 10/04/2022

Dificultad Física
Dificultad Técnica
29.9 km
364 m
28 Km Distancia Madrid
4h16'
2h45'
Características Terreno Suelo duro (pueden ser de roca o pedregoso), 15% de trialeras, con tres o mas obstáculos, sin limitaciones de temperatura, 150 metros no ciclable, con algunas fincas privadas, zona de fotografía interesante, muchas puertas

Participantes: Félix, Juanlu, Pepe

Mas detalle ruta

Descarga ruta: Torrelodones-Villalba.gpx
Reproductor audio crónica:

Ya está aquí. Ya llegó. Le ha costado; pero ha explotado. Aún no en su esplendor, es verdad, aunque habrá que estar atentos porque ya sabemos que por estos lugares en un pispás te plantas en los 35º.

Hoy Pepe nos ha elegido una ruta nueva de Nano Flojo. ¿Y por qué digo polifacética? Pues porque ya sabemos como se las gasta nuestro admirado Nano eligiendo trialeras, aunque en este caso lo ha alternado con numerosos recorridos entre edificaciones y no carentes de asfalto; aderezado con algunas pistas y caminos carreteros para que haya de todo.

Así pues salimos desde la estación del tren donde se han presentado sólo Pepe (está sin coche esta semana) y Juanlu (por solidaridad). Al acercarnos al Puente de la Alcanzorla nos hemos encontrado con Ramón. Un simpático señor que ataviado de fotógrafo nos ha preguntado por el famosillo puente, mientras de reojo ya lo había divisado. Decidimos acompañarle para hacernos unas fotos y mientras bajamos, Juanlu se da cuenta de que no había estado ahí nunca. Intercambiamos unas palabras y le pedimos que nos haga unas fotos con su magnífica Sony que amablemente nos ha remitido. Nos intercambiamos una serie de disparos con los móviles y le contamos muy brevemente nuestra excelsa web que a buen seguro ya habrá visitado cuando esté leyendo estas líneas.

Apremiados por el tiempo allí dedicado y el extenso tramo que habremos de recorrer, salimos de allí con bastante desatino, lo que nos hace retroceder unos metros para ascender empujando la bici por una de las intransitables trialeras iniciales, hasta coger cierta altura donde un sendero muy técnico serpentea por la ladera. Este es uno de los varios tramos donde practicamos con ahínco con la e-bike. No es que lleváramos bicicletas eléctricas como ya sabéis. E-bike es la contracción de Empuja-bike en inglés, que suena más fino. Aprovecho para indicar que esta ruta no debe intentarse con bici eléctrica, a menos que acredites la fuerza de un albañil que te permita elevar los 25 kgrs con cierta soltura.

Yendo hacia La Navata vamos sorteando pedruscos con distinta suerte, maestría y arte, de modo que en no pocos lugares descabalgamos para superar algunos escalones que nuestra pericia no puede solventar exitosamente sin riesgo de costalada. Atrás ya, la extensa zona urbanizada atravesamos una valla de piedra porque hay una puerta con candado que nos impide progresar. No hay cartel de prohibido el paso, lo que nos plantea la duda de si ese paso no debería estar abierto. Pepe recuerda una ruta con Domingo en la que llegaron a este mismo punto.

Llegamos al embalse de las Nieves y de nuevo el terreno se empeña en que vayamos excesivamente lentos para el espacio recorrido. Apenas 12 kms y son las 12:15. Aviso a Pepe para que vaya buscando un acortamiento de la ruta porque no tengo intención de que mi santa esposa me espere para merendar juntos. Vamos orillando el embalse que tiene un aspecto infame con unas aguas turbias y malolientes aunque abundantes, sólo por las circunstanciales lluvias de los anteriores días. Una pareja se lamenta del espectáculo. Nos comenta que el olor emana de una central de depuración de aguas próxima, que obviamente está sobrepasada. Nos reiteran las continuas quejas que han presentado a varios organismos que se limitan a pasar la responsabilidad de unos a otros.

Salimos finalmente de la ribera del embalse que nos ha obligado en muchos puntos a practicar la e-bike, para llegar a otra urbanización de la miríada que hay por aquí. Se trata del Parque de la Coruña en Villalba. Allí donde comimos por primera vez y que fue la última antes de comenzar el confinamiento por el dichos virus. Recordamos que el camarero nos dijo que su jefe había hablado con el Ayuntamiento y le dijo que fuera despachando el material porque no habría reposición hasta nueva orden.

Aunque la ruta ya discurre con normalidad por zonas rápidas y sin desnivel, decidimos el acortamiento de la ruta por la zona del embalse de Valmayor.

Así que después de unas fotos en la ermita de la Virgen del Cerrillo, enfilamos hacia Galapagar. Ramón nos había dicho dos horas antes que un señor del pueblo le comentó que el origen del topónimo era debido a la existencia por la zona de tal reptil.

Paramos un ratito para ver de cerca el Canto del Peso y hacernos las correspondientes fotos.

Más urbanizaciones. Más asfalto. Otro tramo de campo. Otra Urbanización… y así hasta el final. En los huecos donde no nos abruma el ladrillo, se deja ver la belleza del campo en explosión. Las florecillas amarillas sobre el verde del hinojo, el cielo azul cuajado de nubes algodonosas en su gama de blancos y grises, las ancestrales vallas de piedra… nos recuerda la persistencia de la vida a pesar de lo difícil que se lo ponemos. Eso me recuerda la conversación con la pareja que se quejaba del olor del Guadarrama. Si tuviera la perspectiva adecuada y viera como hemos colonizado los alrededores… ¿Cómo no va a oler si hay millón y medio de culos cagando a la vez? Y todo va vertido sobre el río. ¿Qué queremos? Disfrutar de la naturaleza y vivimos todos juntitos. Pues ahí lo tenemos.

Ya sólo nos queda llegar a la estación de Torrelodones para que mis compañeros cojan el tren. Llegamos a un punto sin salida en la propia estación. Pepe con su diplomacia lo resuelve y el empleado de la taquilla amablemente nos abre la puerta para que yo me escape hasta mi coche mientras ellos se montarán en el tren que los deja cerca de casa.

Señores, la primavera está aquí. No podemos perder ni un instante de disfrute que nuestra decadente forma física nos permita.

Cortesía de Ramón Somoano (Fotógrafo)

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Una de trialeras por Colmenar Viejo

Ruta realizada el Domingo 27/03/2022

Dificultad Física
Dificultad Técnica
34.3 km
562 m
26 Km Distancia Madrid
3h24'
3h00'
Características Terreno Suelo duro (pueden ser de roca o pedregoso), mas de 40% de trialeras, con un obstáculo, no adecuado para temperaturas altas, 50 metros no ciclable, zona de fotografía interesante

Participantes: Alfredo, Félix

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Temperatura media: 12.3
Descarga ruta: Colmenar-Viejo-Manzanares-el-Real20220327.gpx
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De nuevo ha habido espantada general. Sólo Alfredo y Félix haremos este divertido recorrido. Comentamos con jocosidad si el resto estarán usando el Mocho-kit descrito en la última crónica de Alfredo. Por otro lado, los echamos de menos y nos hubiera gustado que estuvieran con nosotros disfrutando de este magnífico día. El inicio de esta primavera está siendo muy lluvioso. Nadie lo podía prever a la vista de un enero y febrero alarmantemente secos, además de soleados. El terreno al estar húmedo de los quince días que lleva lloviendo ligeramente con apenas interrupciones, nos permitirá solventar mis carencias técnicas para recorrer esta ruta tan divertida como interesante. Todos sabemos que cuando el terreno está seco, los tacos no clavan con la intensidad debida y hay que estar sumamente atento para conservar la verticalidad.

La ruta la rescatamos de la Rutoteca con fecha de realización de noviembre del 2013. Salimos de la estación de tren y recorremos literalmente las vías. El camino está bastante encharcado por lo que nos acercamos a las vías que están ligeramente elevadas con respecto al camino adyacente lleno de charcos.

Ponemos atención por si el tren se nos acercase, cosa que no ocurre pues en apenas dos kilómetros accedemos al primer tramo de trialeras, en bajada suave. El día está húmedo con una temperatura fresca, pero no desagradable. Los primeros lances los hacemos muy toreros. Sigo la estela de Alfredo que tiene un ojo especial para meter la rueda delantera por el sitio adecuado. Alguna vez se me aleja aunque apenas tiene que esperar porque a pesar de ser un terreno bastante técnico, la bici se comporta muy noblemente.

Terminamos el primer tramo de trialeras al llegar al puente medieval de la carretera que va a Navacerrada. Observamos un grupo de ciclistas muy ataviados de endureros haciendo unas tímidas bajadas por grandes piedras. Más cerca observamos que el desnivel y la dificultad no corresponde con los sofisticados atavíos y la expectación de unos con respectos a los otros. Se trata de un grupo de globeros que están aprendiendo los primeros pasos de como bajar piedras, seguramente con algún guía contratado para el evento.

Tomamos la pista que nos lleva en dirección a Cerceda que con su suave; pero persistente desnivel de subida nos hace sudar. Antes de llegar al pueblo, tomamos un desvío que nos orienta hacia Manzanares el Real por un sendero llano y muy divertido. Las vistas hacia la sierra nublada, el valle y el embalse son estupendas.

Salimos a una pista que sube del valle. Hemos decidido que vamos a acortar la ruta original ya que baja hasta el río Navacerrada y entra en Manzanares para luego de cruzar el puente del embalse para subir por la pista que tantos sudores nos ha provocado en otras ocasiones. Este terreno es harto conocido así que conectamos con la pista de sube del embalse y nos lleva de retorno por el mismo camino hasta el puente medieval. La bajada la hacemos a mucha velocidad. Plato grande, piñón pequeño y dale pedales. Mucho mejor de bajada.

Cogemos el sendero trialero que recorre el río Manzanares y nos cruzamos con dos ciclistas vitaminados con MTB eléctricas. Se trata de un señor de considerables dimensiones abdominales, poco estético, y una supuesta niña no más atractiva por ser fémina que suponemos hija suya. Luego descubriremos que se trata de una señora que frisaba los cincuenta años.

Pasa el padre delante lo que agrada poco a Alfredo que inmediatamente los identifica como adversarios y que se frustra al comprobar como la «niña» le adelanta en una cuesta de considerable pendiente. La espeta con el comentario habitual de «claro con eléctrica…» a lo que le contesta que «pero pesa un montón». En los tramos complicados la señora da muestras de que sabe montar a pesar de su aspecto poco deportivo. Los perdemos de vista aunque no andan lejos. La zona no permite coger velocidades. Cuando el terreno se pone escarpado con escalones, nosotros solventamos el problema a base de empuja-bike y bici-al-hombro. Pero ellos no pueden con esos cacharros tan pesados y los perdemos de vista ahora dejándolos atrás. Nos cruzamos con dos motos de trial que nos atufan con sus gases. Les hago indicaciones de que por aquí no pueden ir y el gilipollas de atrás, me contesta que nosotros tampoco. Lástima de no haber estado más rápido de mente y haber hecho lo mismo que el Castañar de El Tiemblo donde falsamente les dije que había una patrulla de forestales en la dirección que iban por lo que se tuvieron que dar la vuelta.

Recorremos el tramo del río hasta la Hidroeléctrica de Navallar donde cogemos ya pista de retorno hasta el coche para después de lavar ambas bicis con mi práctico caza-fantasmas damos por concluida la divertida ruta.

Os dejo con una música sublime que he ido silbando toda la mañana. La Danza de los Caballeros del Romeo y Julieta de Serguei Prokofiev.

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El Cuadrón y vuelta al embalse de Riosequillo

Ruta realizada el Domingo 06/03/2022

Dificultad Física
Dificultad Técnica
38.1 km
739 m
58 Km Distancia Madrid
4h11'
3h11'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), sin trialeras, con tres o mas obstáculos, no adecuado para temperaturas bajas, con algunas fincas privadas, zona de fotografía interesante

Participantes: Félix, Juan, Miki, Rufi

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Descarga ruta: 2022-03-06-El-Cuadron.gpx
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Para este domingo hemos decidido coger una de las 6 rutas propuestas por la magnífica App que recientemente nos ha desarrollado Alfredo (¡Ojo!, con nuestras magistrales especificaciones) y que dentro de la pestaña Rutateca, ha llamado «Recomendación de la Semana«. Yo le habría llamado «Cagarrutas«, que a riesgo de parecer un nombre despectivo, está lejos de mi intención. Pero es que además de ser un nombre muy descriptivo, resulta más abreviado y acorde con el talante del grupo.

El caso es que esta ruta la hicimos por primera vez en el 2004, cuando diseñarlas requería un buen rato de estudio de los mapas de la zona para coger caminos ciclables con pendientes asequibles, sin meternos en barrancos insufribles de los que tenemos amplia experiencia adquirida principalmente en esa época. Entonces no existía Wikiloc (2006) y menos aun Cicloide.

Llevaríamos dos años ya trasteando con los GPS. Aquellos novedosos cacharros que Alfredo nos enseñó en el 2001. Recuerdo mis dos primeros Garmin (Etrex y Legend) que aún no disponían de mapa, que se limitaban a guiarte mediante una línea (track) que debías seguir a pies juntillas y que diseñábamos con Oziexplorer o Mapsource con más voluntad que conocimiento, sobre unos mapas del Ejercito, IGN o de la Tienda Verde que previamente habíamos escaneado y calibrado. Si al error del escaneo-calibrado le añadías la falta de rigor de los mapas de la Tienda Verde, los recorridos que nos salían eran bastante aventurados. Eso sí, un nivel muy superior por encima de cuando salíamos a pecho descubierto con plano y brújula, lo que no nos libraba de percances que se salvaban a base de tesón, afición y músculo para llevar la bici al hombro. ¡Qué tiempos! Y cuántas luchas teníamos con el resto del grupo cuando las cosas se ponían difíciles y empezaban las dudas. ¿Seguro que es por aquí? Alfredo y yo nos mirábamos casi con las mismas interrogantes. Como quedarse parados no era una opción, tirábamos para adelante y el resto nos seguían sin mucho convencimiento. Unos cuantos años tardaron en creer en los GPS y más aún en agenciarse uno.

Y después de esta retrospectiva, vamos al lío. Llegamos puntuales como siempre al punto de partida. Le recuerdo a Juan que en ese mismo punto se quedó «en tierra» hace muchos años por llegar tarde (no más de 15 minutos) al no disponer de móviles aún. Rufi afirma que aquí también fue donde le saquearon el coche a Pepe. Le saco de su error. Fue en el embalse de Picadas. La memoria de este equipo es frágil como veremos a lo largo de esta crónica.

Iniciamos la cuesta en dirección sur hacia el Mondalindo. Hace muchos años que no subimos a este duro pico. La cuesta se empina en algunos puntos hasta un 15% según el GPS de Juan. Ya va sobrando ropa cuando cambiamos de vertiente y oteamos el valle con las cumbres nevadas.

Cruzamos Garganta de los Montes mientras me pregunta Rufi que pueblo es, a lo que contesto con desgana porque acababa de responder a Miki erróneamente que Canencia. Yo también sufro en silencio la demencia senil.

También es cierto que haciendo un alarde memorable les recuerdo a mis queridos colegas los embalses que retienen agua del Lozoya como comentaba en mi anterior crónica. Una vez más demuestran el deterioro cognitivo cuando les comento una anécdota sobre el Azud del Mesto y me dicen que no saben donde está. ¡Jodeeerrrrr, que hemos estado decenas de veces!

Aviso que llega una nueva pendiente. Son otros 2,5 kms, y esta vez con un tramo del 19%. Afortunadamente han arreglado el camino que recordábamos muy pedregoso y técnico. Hacemos otro cambio de vertiente para dejarnos caer hacia Canencia por un sendero muy divertido y unas vistas espectaculares a la sierra que nos separa de Segovia con las cumbres nevadas y algunos claros.

Cruzamos el arroyo Canencia por el puente Canto donde nos hacemos la correspondiente foto.

Enfilamos por pista forestal hacia el río Lozoya para cruzar por el otro puente emblemático de la zona: puente Congosto, donde encontramos un nutrido grupo de senderistas y donde decidimos comer el plátano a orilla del río que discurre con fuerza con el agua que libera el embalse de Pinilla, que se encuentra a un km. más al oeste.

Volvemos en paralelo a la carretera de Lozoya en dirección a Pinilla hasta salirnos en un camino que nos lleva a un pequeño cementerio donde un par de cigüeñas han anidado en la espadaña en ruinas de su antiguo campanario donde ya quitaron las campanas. ¡Qué magnífica foto que habríamos hecho si Juan y Miki no se hubieran acercado tanto como para asustar a las aves! Si queréis ver dicha foto, no tenéis más que buscar la Crónica que relató Pepe en el 2004 y aunque no serán las mismas aves nos hacemos una idea.

Avanzamos por la Cañada de la Cerrada de Garay con bastantes puntos embarrados que los caballos han estropeado aún más. Al llegar al embalse de Ríosequillo nos salimos del camino y saltamos una valla por seguir al GPS. En este punto siempre nos entra la duda. Nos adentramos en la finca de la Retuerta con el sigilo propio de saber que como nos crucemos con el propietario nos va a regañar. Vemos tres corzos que asustados huyen y pasan a otra finca entre alambres de espino roñosos. Seguro que se han hecho cortes porque se han enganchado. Hacemos lo propio por otro lado de la valla, pero con más cuidado. Nuestra piel es más delicada y nuestro equipo más caro. Salimos a un camino que de no habernos desviado, habríamos encontrado sin dificultad. Seguro que dentro de unos años cometeremos el mismo error por seguir el GPS con fe inquebrantable. Y es que nuestra memoria es efímera como decía al principio.

Cruzamos el puente sobre el embalse de Riosequillo y comento aquella vez que vimos con gran sorpresa, como un águila pescadora hacía un vuelo rasante a nuestro lado y sacaba un pez. Afirmo sin temor a equivocarme que era tal, no por mis exiguos conocimientos ornitológicos, sino por su demostración de habilidad. Juan se ha acordado aunque pensaba que ello ocurrió en el embalse de Valmayor. El que está mayor es su cerebro, que no sus piernas como nos ha demostrado en la cuesta final.

Esos cinco últimos kilómetros se me han atragantado y como mi memoria sigue estando intacta para los malos ratos, recordaba un camino pedregoso con mucho calor y pendiente. Así que he subido al tran-tran, a pesar de que este camino también ha sido mejorado y no es tan odioso como lo recordaba.

Y poco más. Limpieza somera de bicis junto a un par de almendros en flor de los que dejo cumplida imagen.

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Cervera de Buitrago. El interior del Atazar

Ruta realizada el Jueves 24/02/2022

Dificultad Física
Dificultad Técnica
35.7 km
738 m
58 Km Distancia Madrid
3h33'
3h33'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), sin trialeras, sin obstáculos, no adecuado para temperaturas altas, muchas puertas

Participantes: Domingo, Félix, Juanlu, Pepe

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Descarga ruta: 2022-02-24-Cervera-de-Buitrago.gpx
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Nunca habíamos estado en este pueblo tan alejado del mundanal ruido. Su ubicación no pilla de paso de parte alguna, por lo que has de ir intencionadamente a conocer la zona. La forma de «U» de la presa del Atazar, parece proteger su pequeño casco urbano de la afluencia turística madrileña. Hacía tiempo que quería conocer este rincón y me aseguré de que aquí no habíamos hecho rutas a lo largo de los veintitantos años que llevamos dando pedales por los alrededores de Madrid.

Aparcamos junto al restaurante El Lago donde nos esperan ya preparados Juanlu y Pepe. Mientras nos vamos aviando Domingo y yo, un señor mayor sentado en la puerta del bar nos observa con ganas de iniciar una conversación que amaine su aburrimiento matutino. A la menor oportunidad nos cuenta la penosa situación del campo agravada por la pertinaz sequía de este año y la invasión de topillos ratoneros, ratones topillos,… (o algo así) que han sido introducidos, según él, con la maliciosa intención de destruir las pocas huertas que permanecen en la zona. Eso sí, no concreta quién ha sido el que con maquiavélica maldad trata de de joderles la exigua cosecha familiar. Esta actitud es observable en las zonas rurales. Y es que muchos de aquellos que han vivido la dureza de arrancar al campo sus frutos, siguen apesadumbrados, ya que la siguiente generación descuida una tierra que tantas hambres les mitigara en «mejor» época. No han asimilado que ya dejaron de ser rentables tantos esfuerzos y que hay otros medios más cómodos, seguros y sencillos de ganarse el sustento. Ver sus tierras abandonadas después de años de tanto trabajo les produce una nostalgia que descargan en todo aquel que se muestre interesado o no, como es nuestro caso, que le dejamos con la palabra en la boca para salir pitando que ya se hace tarde.

Aquí empezó su negocio un tal Caronte con una sola barca y ya veis que ha prosperado el negocio, moneda a moneda.

Bajamos hacia el embalse del Atazar por su brazo occidental que recoge las aguas del río Lozoya; que dejan escapar del embalse del Villar, que a su vez vienen del embalse de Puentes Viejas; que a su vez dejan escapar del embalse de Riosequillo y que finalmente dejan escapar del embalse de Pinilla. Y es que las necesidades del preciado líquido de Madrid, ha ido en aumento logarítmico desde el siglo XIX cuando apenas era una villa de 200.000 almas.

El fiasco de la Presa del Pontón de la Oliva por la permeabilidad del terreno, obligó a retener las escasas aguas del río Guadalix mediante el asombroso Azud del Mesto para dar agua temporalmente, mientras se construía la Presa del Villar. Todo ello bajo el reinado de la fondona Isabel II que mientras daba rienda suelta a sus instintos carnales y nos proveía de numerosos herederos (hasta doce partos debidos a distintos sementales, todos ellos ajenos a su supuesto padre), sus ministros y allegados se forraban los bolsillos con la imprescindible construcción del Canal que inmerecidamente lleva aún su nombre.

Aún es objeto dicho Canal, de oscuras e intencionadas operaciones por parte del partido político heredero directo de sus tan siniestros como corruptos antecesores, muchos de ellos familiares directos. Ya sabemos quien construyó el mayor embalse de Madrid. Dejo al veredicto e imaginación del lector si la ancestral trayectoria corrupta cambió en esa etapa y sólo les condujo la intención de solventar las necesidades futuras de la gran urbe. Vamos a lo nuestro.

Las vistas del embalse son bellas y a la vez desoladoras. La sequía es manifiesta al ver un puñado de barcas en medio de la ladera que debiera estar cubierta por el agua. Es febrero y todo apunta que vamos a tener un verano de sequía y temperaturas extremadamente altas.

El terreno es de pista forestal en perfecto estado. Tras un tramo por carretera nos adentramos en el pinar de Casasola. Esta zona ya nos es conocida. En vez de tirar directamente hacia Robledillo de la Jara que es el trayecto habitual, cogemos un camino carretero ancho que nos lleva hacia el norte. Por tramos podemos divisar el largo brazo del embalse del Villar. A mí no me suena haber pasado por esta parte, sin embargo, Pepe y Domingo creen lo contrario sobre todo al llegar a varias de las numerosas puertas de cortan el tránsito de coches y también de bicicletas e incluso de caminantes. Los propietarios de terrenos colindantes han decidido cerrar concienzudamente los pasos laterales a las puertas con cuerdas y alambres, suponemos para que sus reses puedan moverse con relativa libertad. Somos más cívicos que ellos y cerramos las puertas para evitar que el ganado, que debiera estar en cercados, se disperse.

Pasamos por un pueblito llamado Serrada de la Fuente donde observo un centenar de ovejas. Mi experiencia me pone en guardia ante el posible perraco mastín que no tarda en aparecer con sus aspavientos y quejumbroso ladrido. Mueve el rabo y el ladrido no es más que un aviso de que está de guardia, pero al aproximarse observo que ha erizado el pelo del lomo y se envalentona. Al pasar a su lado se acerca tanto a Juanlu por detrás, que prefiero hacerle frente para que se acojone. Ya sabemos que pasa si el animal cree que huyes.

Continuamos por el camino hacia Berzosa del Lozoya, pueblo de mayor porte. Aquí me quedo sin batería en el GPS. Seguimos con los demás GPS,s que no van grabando la ruta por economía de medios. Eso me obligará a simular el track mediante el Land.

En vez de seguir el camino que marca el track, hemos llegado por carretera. La entrada está lleno de aparatos nuevos que el Ayuntamiento ha puesto para que sus vecinos hagan gimnasia al aire libre.

Camino de Robledillo de la Jara, recuerdo haber visto en mis desvelos nocturnos, un programa en Telemadrid que se llama Ruta 169 sobre los pueblos de la zona. El programa no estaría mal si no fuera por el empeño de los presentadores de mostrarse sorprendidos por cualquier memez, a la par de querer ser graciosos y falsamente campechanos con las gentes de estos pueblos a los que se dirigen con un irritante volumen de voz, como si todos fueran profundamente sordos.

En dirección sur por pistas y caminos vamos acercándonos al alto de Matachines y su visible antena, que aún siendo uno de los puntos más altos, se llega con relativa facilidad por la carretera de asfalto. Desde ahí observamos buenas vistas del brazo oriental del embalse del Atazar. Ya sólo quedan algunos trechos alternando subidas y bajadas suaves que se atragantan en algunas partes. Nos parece que Cervera está más cerca de lo que realmente lo está. Juanlu ya va acusando el dolor de la muñeca debido a la caída reciente esquiando.

Finalmente llegamos al restaurante donde por unanimidad comemos todos lo mismo. Resulta mejor calidad de lo que esperábamos y sólo nos quedamos con ganas de probar unas migas que han cocinado, pero para venderlas el fin de semana a los turistas que se acerquen por allí. Una torrija compartida y unos cafés amenizan la conversación relajada en la terraza del local donde hemos comido completamente sólos. Muy agradable la tertulia. Cada vez apreciamos más este rato reponedor y de descanso, con una animada charla.

Os dejo una deliciosa música de Dmitri Shostakóvich, que ser ruso no es sinónimo de negativo. Mi admirado Kubrick la incluyó en su última película de 1999, Eyes Wide Shut.

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Un safari por Villa del Prado

Ruta realizada el Jueves 10/02/2022

Dificultad Física
Dificultad Técnica
30.8 km
491 m
53 Km Distancia Madrid
3h31'
2h41'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Pepe

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Temperatura media: 13.7
Descarga ruta: Safari-Park20220210.gpx
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Hoy nos vamos de safari por el sudoeste madrileño. Hace mucho que no paseamos por aquí, así que he rescatado una ruta de hace años que salía de Aldea del Fresno, pero que tenía un tramo desagradable por carretera y he buscado en Cicloide una alternativa saliendo de Villa del Prado. La ruta es cortita y sólo tiene una dificultad física moderada que es la cuesta inicial, pero que nos sirve para ir calentando los motores ya que al llegar al pueblo marca -2º.

El día es fabuloso. Soleado y sin viento, pronto alcanzaremos los 19 grados. Como dice Pepe, esas diferencias térmicas en pocas horas son propias de las zonas desérticas y lleva razón. Este año se presenta caluroso y seco. Estamos en la primera quincena de febrero y lleva sin llover dos meses, pero a pesar de todo el campo está verde, las yemas de los árboles empiezan a asomar y los almendros están en plena flor al menos quince días antes de lo habitual. Verás qué Julio nos espera.

La primera y única cuesta nos llevará una hora sortearla hasta llegar al Cerro Rojo. Nos quitamos el exceso de ropa y vamos admirando la vegetación de pino, algunos ejemplares de tamaño considerable, y encina joven. La pista es ancha y limpia lo que nos facilita su ascenso. El sol nos acaricia en la mayor parte de la trayectoria, lo que agradecemos porque en las umbrías se nota que hace rasca.

En la lenta bajada podemos divisar El Pantano de San Juan que antecede al Embalse de Picadas. Aquí dejo el enlace para quien tenga curiosidad sobre su historia Monasterio de Pelayos que podemos apreciar su estructura en ruinas desde la lejanía.

Al llegar al cruce de la carretera de San Martín de Valdeiglesias nos damos cuenta de lo peligroso que es recorrer el escaso recorrido para ver el monasterio de Pelayos de la Presa y desistimos de visitarlo. Decidimos comer el plátano junto a unas ocas oportunistas que buscan algún trozo de pan que no les ofrecemos por carecer de él.

Recorremos plácidamente el tranquilo y sorprendentemente repleto de agua embalse Picadas haciendo fotos a sus espejadas aguas. Sólo Alfredo parece tener prisa y es que la putansia se le adelanta como la primavera. Enfilamos la última cuesta del día para salir de las cercanías del embalse y tomar una carretera en bajada que nos lleva a las estribaciones del Safari Park.

Allí observamos y fotografiamos a distintos animales que pacen sin más. Sólo los papiones parecen estar más agitados. Doy varios golpes en la valla para que se acerquen y que Alfredo los deleite con el plátano que ha traído de reserva. Enseguida llegan atraídos por la curiosidad y la golosina. Sólo el más fuerte monopoliza el plátano a pesar de que Alfredo lo trocea y trata de distribuirlo entre los asistentes.

Ya sólo queda matar el hambre y tener una charla distendida. Una vez más elogiamos la vida del jubilado y la ordinariez de salir a dar pedales los fines de semana como el resto de los mortales que aún cargan con la maldición bíblica del trabajo. Mientras nos apretamos un cocido muy cumplidor y otras viandas de lo más aconsejables en el Mesón El Molino, con un vinito de la tierra acorde a la calidad de la comida, nos acordamos de Mario y su reciente desgraciada caída. Quedamos en hacerle una videollamada a los postres, pero se nos olvida finalmente.

Los Papiones Grandes os saludan

Pepe propone hablar con Juan y Miki, únicos especímenes laborales del grupo, para que se aclaren si van a salir los findes a montar ya que se alarga su ausencia últimamente. Verdaderamente la propuesta de Pepe de cambiar la salida del finde por otro laborable es muy digna de ser meditada por sus múltiples ventajas.

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Estrenamos 2022 por Cabanillas de la Sierra

Ruta realizada el Domingo 02/01/2022

Dificultad Física
Dificultad Técnica
30.2 km
712 m
45 Km Distancia Madrid
3h51'
2h48'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Félix, Mario

Mas detalle ruta

Descarga ruta: 2022-01-02-Cabanillas-de-la-Sierra.gpx
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A diferencia del año 2021 y su Filomena, el 2022 se presenta muy caluroso inicialmente. Mario me dijo el día de Nochevieja que si pensábamos salir, que contara con él que se apuntaba. Así que planteo la pregunta, pero sin éxito. Que si esquiando, que si en la playa, que si recién vacunado… Y los que no responden, que si pasando el mocho. El caso es que nos vamos Mario y yo a disfrutar de una mañana espléndida y primaveral.

La ruta es de nuestro admirado Nano Flojo, lo que es garantía de diversión. La hemos hecho en varias ocasiones y siempre salimos encantados. Predominan las trialeras por senderos estrechos y con distintos grados de dificultad que hacen nuestras delicias. La humedad de la última lluvia hace que el terreno esté hoy en su punto exacto para que los tacos de las ruedas se agarren y nos permitan ciertas alegrías impensables con el terreno seco.

En el punto de encuentro hay un nutrido grupo de ciclistas donde se impone la madurez. La edad media de este deporte empieza a ser similar a la de la petanca, la brisca y el dominó. Cabalgando e-Bike, eso sí. Sólo un muchacho que podría ser hijo de alguno de los restantes, lleva MTB «muscular» como se dice ahora. Mario se encuentra a varios conocidos y yo me pongo a charlar con uno de ellos. Es el dueño de la tienda de SanFerbike en San Agustín de Guadalix que es donde llevó Domingo a arreglar el carbono de su bici. Saca de su furgoneta una Orbea Rise inmaculada y preciosa, pero que pesa más que un mal matrimonio. Me cuenta muchas cosas interesantes como que se han dado cuenta los fabricantes de que las full-power (así llaman a las más potentes y pesadas e-bikes), son más bien para los enduros y que resultan demasiado heavy para los que venimos de las «musculares» que hacemos más Cross-country con algo de dignidad y cierta forma física. Por ello, se han planteado este otro tipo de MTB más ligeras (aunque a mi me parecen troncos), donde hay que pedalear de vez en cuando. Lo que no sé es como resuelven lo de subir al portabicis los veintitantos kilos. Desde luego me da que saltan pocas vallas y no se comen tantos barrancos como nosotros. De eso estoy seguro.

(Perdón por tanto anglicismo que me repugna. Entre los términos de las bicis, los títulos de las pelis y series en plataformas tipo HBO, Netflix… etc y los gimnasios donde los nombres (Basic Fit, Silver Body, McFit, Anytime Fitness…) y las actividades que está todo en inglés: Bobypump, Cicling, GXR, XCO, Body Combat… hay mucha tontería y va en aumento, inversamente proporcional a la edad de los asistentes. Como decía una tía en la tele cuando le preguntó el monitor del gimnasio cual era su primer objetivo y le respondió: aprender inglés para ver si me entero de algo)

La ruta la conocéis aunque no la ubiquéis a priori. Muy divertida. Poco desnivel y muy técnica pero sin ser peligrosa. En algún punto hay que echar pie a tierra. A destacar los tramos llegando a Valdemanco, el tramo posterior al presidio que baja por unas lanchas de granito, el camino paralelo al Arroyo Albalá y el sendero que sale a la finca de los toros. La hemos hecho varias veces aunque Alfredo diría aquello de: «por aquí no hemos venido nunca».

Aquí os dejo unas fotos.

Un pequeño traspiés y Mario no me ayuda

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Yayada fin de temporada en Casa de Campo

Ruta realizada el Jueves 30/12/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
22.5 km
171 m
3 Km Distancia Madrid
2h36'
2h00'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Félix, Juanlu, Pepe, Leo, Paco Díaz

Mas detalle ruta

Descarga ruta: 2021-12-30-Casa-de-Campo.gpx
Reproductor audio crónica:

Andaba con ganas de salir a que me diera el aire y el miércoles mando un WhatsApp preguntando que si salimos a dar un rulito el jueves 30 de diciembre. Sabía que Pepe tenía interés, así que nos ponemos en contacto por teléfono. Acordamos llamar a los antiguos compañeros de trabajo Paco y Leo, por si se animan. Así que junto a Juanlu, emprendemos la Yayada matinal fin de temporada 2021.

Llego un pelín antes que Pepe. Ha venido desde casa en bici y se sienta en mi Hondita porque aún faltan 20 minutos para las 10 y hace rasquita. A las 10 en el parking de El Lago apenas hay coches y ya está el «gorrilla» a ver si puede ir sacando el aguinaldo. A la hora convenida llega Paco, mientras Juanlu llama diciendo que dónde estamos. A pesar de las instrucciones claritas de Pepe del día anterior, se ha hecho un lío. Le dice que le estamos esperando en La Cabrera, que en el camping, que donde siempre y que dónde se ha metido él. Imagino la zozobra de Juanlu hasta que le saca de su asombro. Llega Leo y por fin Juanlu exultante de alegría por vernos de nuevo.

Arrancamos por el antiguo Ifema hacia el Parque de Atracciones y pasamos junto al antiguo batán reconvertido en tentadero y escuela de maletillas. El suelo anda embarrado en algunas zonas y se siente como se pegan las ruedas a la arcilla del terreno. Mucha hierba verde recién brotada por las lluvias de los días anteriores, dan colorido al recorrido que alterna caminos estrechos, senderos y alguna pista. No parece que vayamos a tener problemas con forestales y así envalentonados nos vamos metiendo por sitios que sabemos prohibidos.

Paramos en el bonito Puente de la Culebra. Os dejo el enlace por si tenéis curiosidad de su historia. Aquí cogemos un preciosa y corta senda denominada «botánica» que bordea el Arroyo de Meaques y que nos acerca al Zoo.

Tras una pequeña pero intensa subida, cogemos otra senda que bordea el Zoo donde un enorme león parece que quiere marcar el territorio con un rugido potente que suena lastimero y dominante a partes iguales. Presumo que el pobre felino ha visto bastante menos sabana africana que yo.

Soy todo un experto y no es por tirarme el rollo, pero conozco los más importantes Parques Nacionales. Por decir alguno:

Menudas siestas me meto en mi sillón mientras el guepardo le echa una carrerita a la gacela Thompson, las leonas acorralan al feo ñu, los babuínos regañan entre ellos, los hipopótamos bostezan con mi mismo entusiasmo, las cebras esquivan los mordiscos de los cocodrilos en el río Mara y las jirafas comen hojas de las acacias. Pero si los conozco a todos por el nombre.

Llegamos a la valla con Somosaguas y doblamos de nuevo hacia el este. Paco se va quedando con Juanlu y de vez en cuando hay que esperarlos. Hacemos unos cuantos zig zag por el arroyo de la Zorra muy divertidos.

Nos hacemos unas fotos en el puente Garrapata de finales del siglo XIX. puente peatonal sobre el curso del arroyo Antequina .

Paco se va doliendo de su cadera y dice que se da la vuelta porque tiene que volver en bici a su casa y se le está haciendo largo. Así que decidimos tornarnos ya hacia el embarcadero para tomar una cerveza. Hoy es día de disfrute con los colegas y nada de sufrimiento.

Cruzamos la M-30 por un puente y llegamos San Pol de Mar donde nos apretamos unas cervecitas en una terraza al sol que amablemente invita Pepe.

Y así nos despedimos tanto de la ruta como de los compañeros pues cada uno tira para su lado. Pepe y Juanlu con su bici a sus respectivas casas, mientras Leo, Paco y yo a coger el coche a El Lago. Sólo me queda lavar la bici y llevar a Paco a su casa que ya tiene bastante por hoy. Damos por concluída esta temporada.

y por si alguno no se ha dado cuenta:

¡¡¡CAMPEÓN DE LA TEMPORADA 2021!!!

Espero que os haya gustado la hermosa y tierna canción para despedir el año. 😘😘😘

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Venturada de los Cuatro Fantásticos

Ruta realizada el Jueves 16/12/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
35.7 km
579 m
43 Km Distancia Madrid
3h21'
2h46'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Rufi

Mas detalle ruta

Temperatura media: 12.9
Descarga ruta: Venturada-Navalafuente20211216.gpx
Reproductor audio crónica:

Hoy nos hacemos una ruta del Gran Nano Flojo por Venturada. Nos encantan las rutas de Nano porque siempre tienen ese toque técnico que nos hace disfrutar de estrechos senderos escondidos y con mucho encanto. Bien es cierto que la mayor parte del recorrido lo conocemos en profundidad de otras ocasiones; pero aún así, siempre hay alguna trialera que te sorprende. A ver si algún día Mario nos lo presenta y le damos las gracias por su excelente trabajo.

Me ha salido un boked de antología e involuntario

Nada más salir del pueblo cogemos la pista del Canal de YII y como es tradicional nos equivocamos. De nada vale que llevemos varios GPS. Unos por otros y con la charleta, nos vamos por la pista cuando debiéramos ir por los cerros de Redueña -que no por los cerros de Úbeda-. Más adelante empalmamos con la ruta original por la carretera que va a Cabanillas de la Sierra.

Nuevamente hacemos otra de Jaimito. A la salida de un camino y cruzando una carretera, nos encontramos una valla sañudamente cerrada que da acceso a una finca. Le damos varias vueltas a ver como la podemos saltar con resultado infructuoso. Echamos las pertinentes pestes sobre los ganaderos que cierran los caminos vecinales para propio aprovechamiento, mientras Domingo se afana en desenroscar el alambre de la típica angarilla-somier de 80, más que otra cosa por joder al insolidario propietario de la finca.

Tras unos minutos y viendo que la tarea se complica, decidimos saltar la pedregosa valla. Traspasadas bicicletas y personas, no sin esfuerzo, comprobamos que el camino discurre por el otro lado. Abandonamos la finca usurpada con las orejas gachas y con la sensación de que hemos sido bastante injustos con las injurias proferidas.

Saliendo de los alrededores de Cabanillas por un camino angosto muy divertido y muchas veces recorrido, tenemos que parar para dar tiempo a que dos pastores de vacas lleven al ganado a su recinto. Me pregunta Domingo cómo se llama a un conjunto de vacas. Ni idea. Después de consultarlo en Google, he visto que se puede decir vacada. (!) No lo había oído a pesar de ser bastante obvio. Aprovechamos para comer el plátano mientras Rufi ve vídeos obscenos y nos hace algunos comentarios del mismo talante. Él ya se comió el suyo antes de entrar en el periodo de ayuno, cuyo motivo explicaré más adelante.

El día está claro. Con intervalos donde unas veces tenemos frío y en otros donde tenemos menos frío, básicamente en función de los pequeños desniveles de la ruta. Los senderos nos van llevando a Navalafuente donde poco antes de llegar observamos en la pantalla del GPS un pequeño desvío. Hacemos intención de averiguar de que se trata. A los 40 metros se pone la cosa muy empinada y Rufi que va primero, da orden de retirada. Veo ahora, que el mapa indica que hay un molino. Lo dejamos para otra ocasión.

Cruzamos el pueblo y cogemos una odiosa cuesta archiconocida que tras doblar a la izquierda nos lleva a un lugar muy apropiado para estas fechas: Belén (?). Podíamos haber pasado a saludar a los padres del futuro niño. Como dice Gila: «vaya negocio que han montado y empezaron con un pesebre».

Lo que queda es todo bajada y discurre por la Cañada Real tantas veces usurpada por los ganaderos que se empeñan en poner puertas donde debería no haberlas, para que sus vacadas aprovechen un pasto que no les corresponde. Eso sí, ponen algunos carteles muy graciosos. He aquí una muestra.

PUERTAS CERRAS GANADO GRACIAS

En uno de los pocos arroyos que había que cruzar, nos encontramos a Alfredo con la cámara preparada mientras Rufi y él, nos jaleaban intensamente para que cruzáramos por el centro. Y uno, que lleva ya unos cuantos años conociendo a este par de c****nes, obviamente se ha parado para comprobar que había más de 50 cms de profundidad.

La trampa

Llegamos a los coches a eso de las 13:40h. Rufi se despide porque tiene una de sus múltiples pruebas médicas. Al parecer, así como el Kun Agüero, se le dispara su corazón sobre todo en las cuestas del 18% de desnivel con el plato grande -no tiene otro-. Los demás ponemos el plato pequeño. Si es que los del Atleti…

Los tres restantes nos acercamos a San Agustín de Guadalix a comer el La Kedada donde nos apretamos un menú muy cumplido en la terraza, y a las 15:00 estábamos de vuelta para casa.

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Ríos Jarama y Henares. Entre dos aguas y el Parque Regional del Sureste

Ruta realizada el Jueves 18/11/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
58.4 km
214 m
7 Km Distancia Madrid
7h04'
4h23'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Domingo, Félix, Mario

Mas detalle ruta

Descarga ruta: Puentes-y-Lagunas-del-Parque-Regional-del-Sureste.gpx
Reproductor audio crónica:

El grupo sigue diseminado en labores varias ante lo cual, Domingo y yo planificamos una jornada de paseo rápido en busca de los colores del otoño antes de que el viento se lleve las hojas hasta el siguiente año. Ni siquiera lo publicamos en el grupo de whatsapp. Mario que ha vuelto de su escapada por Europa y que viene con ganas de MTB, lanza la cuestión. Se apunta y quedamos a la hora del marqués: 10:30h, en los aledaños de la casa de Domingo.

Está fría y gris la mañana. Abrigados convenientemente marchamos por las calles hasta Vicálvaro para llegar a Coslada por el único sitio que Domingo encuentra. Recorrido feo y peligroso por ser una carretera que discurre por el polígono industrial hasta cruzar la Cañada Real Galiana que se extiende desde San Fernando de Henares hasta más allá de Rivas-Vaciamadrid llegando al límite del Parque Regional del Sureste donde el Río Jarama lo interrumpe. Unos quince kilómetros de longitud de poblado inconcebible de podredumbre y miseria donde el trapicheo y el submundo de la droga campa a sus anchas para vergüenza de la Comunidad de Madrid. Lugar infestado de gentes que en su mayoría no aportan ingresos a las arcas públicas, que ocupan terrenos que son de todos y usan para su beneficio, que se lucran con negocios fraudulentos e incluso fuera de la ley pero exigen derechos y servicios como el resto de los ciudadanos a los que parasitan desde hacen muchas décadas. ¿Quién le pone el cascabel al gato? ¿Blancanieves?

A lo que vamos. Cruzamos San Fernando de Henares cuyo nombre despista pues el río más cercano es el Jarama. Nos acercamos al Henares y recorremos un espacio donde aún han llegado los interminables bloques de edificios. Cruzamos el puente de Casa Quemada sobre el Jarama. El hedor nos recuerda que hay una estación de depuración cercana.

Las aves deben tener poco olfato

Sorprende el caudal del Henares y la vegetación parcialmente verde y amarilla, sorteada de numerosos tarayes también llamados tamarix (lo he tenido que buscar en Google porque ninguno sabíamos como se llama este arbusto que abunda por la ribera de ambos ríos). Retornamos en un punto donde hay una especie de presa que no sabemos que objeto tiene y que parece que trata de facilitar el ascenso de peces mediante escalones. No me imagino salmones saltando en estas turbias y malolientes aguas contaminadas.

En una mínima cuestita tenemos el percance habitual de las últimas salidas. Unos gritos de Domingo nos alerta de que algo le ha pasado. La cadena se ha salido e incrustado en el cuadro una vez más. Después de varios intentos tan suaves como infructuosos, se pasa a la fuerza bruta y al fin sale la dichosa cadena. Mario revisa el posible motivo de la recurrente avería y determina que el desviador está desplazado. Lo coloca y «mano de santo». Seguimos un sendero nuevo por la ribera del río en busca de algún puente. Y lo encontramos. Pero hundido. No queda otra que salir por el maloliente puente de Casa Quemada.

Seguimos en busca del río cruzando por tierras de labor. Alcanzamos el objetivo y reaparecen los árboles de ribera a veces con hojas y a veces no. Los chopos son los primeros en echar hojas en primavera y en tirarlas en otoño.

Oteamos en el alto la ermita del Cristo de Rivas. Esta parte es muy entretenida y bonita por lo que dedicamos tiempo a pesar de ciclar en algunos tramos a moderada velocidad. La temperatura va subiendo e incluso sale el sol, lo que aprovechamos para aligerarnos de ropa. Llegamos a las Lagunas del Raso y nos sorprende la cantidad de patos, ánades, algunos cormoranes e incluso milanos que vemos por el recorrido. Lástima que las aguas estén aún sucias porque la vida es sumamente persistente y esto podría ser un espectáculo de naturaleza.

Nos vamos dando cuenta de que enredamos y se nos hace tarde para comer. Aceleramos hasta llegar a la Laguna del Campillo sin entrar a rodearla, para llegar al restaurante habitual en Rivas a eso de las tres y media.

La vuelta no tiene historia. Cogemos el camino más rápido cruzando Rivas. Hay una miríada de chalets y bloques de edificios que me sorprende, así como la gran cantidad de autocaravanas que han aparcado en la misma calle. Nos damos prisa para evitar que se nos haga de noche por carreteras transitadas de camiones y sin iluminación. La comida va dando botes en el buche a cada pedalada. Llevo la paella y la carrillada bien agitadas más cerca del esófago que del intestino delgado.

Esto parece el laberinto del Minotauro. Unas veces por orientación, otras por el GPS y otras por experiencias anteriores, nos permite salir hasta una carretera un tanto peligrosa mientras que el sol se va recostando por el oeste. Los rayos del sol van cayendo con el consiguiente riesgo de que algún coche o camión con el parabrisas sucio, se deslumbre y no nos vea a pesar de que mi indumentaria es bastante chillona y de que Mario lleva una tenue luz roja trasera.

Llegamos al destino poco antes de que anochezca dando por concluido el recorrido con casi sesenta kilómetros y un desnivel ridículo. El que más ha sufrido ha sido el culo y es que los sillines de las bicis son inmisericordes. Aún la tecnología no ha avanzado lo suficiente es este aspecto. Hago un llamamiento a nuestro inventor-filósofo Peperistóteles para que invente un sillín que conjugue un peso ligero y con gran comodidad para nuestros veteranos y curtidos culos.

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Ezcaray, el «cólera de dios»

Ruta realizada el Miércoles 27/10/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
22.6 km
242 m
221 Km Distancia Madrid
2h27'
1h55'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix

Mas detalle ruta

Temperatura media: 8
Descarga ruta: 20211027-dia3-Ezcaray-Posadas.gpx
Reproductor audio crónica:

Tercer y por lo que veremos, último día en Ezcaray. Los caparrones (judías pintas) o los pimientos rellenos de engrudo que nos comimos en Valgañón en el restaurante de una desagradable señora mezcla de bruja de Zugarramurdi y Lola Gaos, creo que han sido los responsables. La noche ha comenzado ventosa. A eso de las 2 de la mañana ha empezado el apresurado y tumultuoso desfile al baño. Una semilíquida diarrea de mayor a menor espesor, del color de los caparrones y con olor nauseabundo, se ha ido evacuando de mi ser a lo largo de 4 horas. En seis intentos, de los cuales el cuarto y el último han sido amenizados con vómitos cuan lava volcánica de La Palma, parece que he conseguido eliminar gran parte, si no la totalidad del veneno. No sabré si la responsable ha sido la comida en La Parra, pero sólo por lo desagradable que es la impresentable que atiende, le he puesto un comentario elocuente en Tripadvisor.

Con tan sólo una hora de descanso, me suena el despertador. Continúo con náuseas y muy flojito. Aviso a mis compañeros de que no bajaré a desayunar y que me voy a pensar si ir de ruta o no. Me jode mucho perderme la mañana hecho un ovillo en la cama y además el trastorno que les hago a ellos. Decido que me visto y que sea lo que sea. Saludo a Juan, el amable responsable del Hostal El Trueno (el nombre es elocuente esta noche más que nunca), y me sugiere que si queremos abandonar las habitaciones antes de tiempo, por su parte no hay problema. Es un tipo encantador. También Domingo apunta la posibilidad, lo que agradezco porque en estas circunstancias no estoy para grandes desniveles y la ruta que queda para el jueves es de tomo y lomo.

El día está frío a primera hora, así que me pongo todo el equipamiento sabiendo que vamos a llanear por un cañón al que apenas le entra el sol y donde no cogeremos temperatura. Cruzamos Ezcaray y cogemos la carretera hacia Posadas. Hace un frío de pelotas. Domingo avisa que tampoco se encuentra bien y parece sentir que el «cólera» le está también afectando. Calladitos y dando sufridamente pedales avanzamos por una carretera apenas transitada sorteando peraltas de vaca, sin nada destacable más que el frío y los envidiados rayos del sol que vemos por la ladera derecha. El río Oja está absolutamente seco. Alguna presa más al sur debe estar reteniendo el escaso caudal de agua. Quizás donde la Central Hidroeléctrica que no llegamos a ver.

A la salida de Ezcaray el puente sobre el río Oja

Voy arrepintiéndome de haber salido. Me duele la cabeza, el cuello, los hombros,… y estoy pasando frío. Lo que estamos viendo no justifica tales molestias. Los kilómetros se me están haciendo muy largos a pesar de que llevamos un ritmo bastante rápido. Hemos pasado el desvío a Valdezcaray y sus instalaciones de esquí.

A partir de aquí ya no hay tránsito pues la carretera no tiene salida. Llegamos a Posadas que no tiene nada que ver. Me pongo en un rayito de sol a descongelarme mientras Domingo y Alfredo hacen unas fotos a una antigua empresa serrería.

Apenas hemos cruzado palabras en todo el camino. La vuelta la hacemos por un camino lateral que descubrió Alfredo para hacer senderismo. Muy agradable. Más protegidos del frío, con el sol salpicando entre las hojas de los arces y avellanos la cosa cambia. El camino está tapizado de hojas multicolores y es una delicia. Pasamos varios pueblos sin interés hasta que unas obras nos cortan el paso. Nos indica un obrero que debemos salir a la carretera. Lo sorteamos y hacemos caso omiso a sus voces para saltarnos varias vallas hasta conectar de nuevo con el sendero.

Sólo alguna cuestita se interpone en el camino para recordarme la noche toledana que he pasado. Mis fuerzas están al límite y la avería en la bici de Domingo le obliga a ir en el plato grande, así que nos bajamos un par de veces a empujar en esas pequeñitas cuestas mientras Alfredo no pierde ocasión de rememorar el momento con fotos.

Domingo, jugando con una vaca a que le traiga el palito

Ya muy cerca del pueblo a la vista de otra de las cuestas, decidimos que tomamos la carretera y abandonamos a Alfredo.

Llegamos al Ezcaray y vamos a mirar las famosas mantas que todo el mundo tenemos en casa para ver la tele. Entro en la tienda y un señorita me dice que no todas tienen precio. Dice que las fabrican allí. Pregunto el precio de una que me agrada. 300 euros. Le digo que ya hemos acabado. Intenta mantenerme en la tienda con el sugerente argumento de que en Nueva York o Londres alcanza precios de 500 euros y que hay algunas de mantas de 250 euros. ¿Algo más barato? Las de 100 son de lana de pelo corto muy vulgares. Le digo que tengo mejor forma de gastar 300 euros que en una manta y zanjo la conversación. Recuerdo que hace unos cuantos años compré aquí varias mantas y ya eran caras, pero se les ha ido la cabeza. Entonces ya me dijeron que no las hacían allí, lo cual es lógico. Yo no vi cabras en algún sitio. Recuerdo que hace 30 años trabajaban en un antiguo telar de madera que tienen en la puerta, pero que ya no lo usan. Sospecho que se limitan a comprar en la India (Cachemira) y ponerles la etiqueta.

Nos despedimos de Juan y le digo el nombre de nuestra web. Nos encaminamos hacia Madrid en el Hondita que se porta como un campeón. Alfredo va conduciendo mientras Domingo y yo damos breves cabezadas. Sólo paramos para que coma algo Alfredo que ya sabemos lo pesado que se pone cuando tiene hambre. Llegamos a las 5 a casa. Damos por concluido el viaje otoñal con sabor agridulce aunque sabemos que se borrará y recordaremos solamente los hermosísimos paisajes de estas tierras en ese breve espacio de tiempo que nos regala el otoño.

Os dejo la música Golden Autumn Day de Van Morrison.

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