Tres Cantos y muchas más cigüeñas

Ruta realizada el Miércoles 12/04/2023

Dificultad Física
Dificultad Técnica
36.1 km
438 m
20 Km Distancia Madrid
3h30'
2h59'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), sin trialeras, sin obstáculos, no adecuado para temperaturas altas

Participantes: Domingo, Félix, Pepe, Tomas

Mas detalle ruta

Descarga ruta: 2023-04-12-Tres-Cantos-Vertedero.gpx
Reproductor audio crónica:

Por tercera vez hacemos esta ruta saliendo de Tres Cantos. La que hicimos el 18 de Abril del 2021 también me tocó contarla. Esa vez estábamos casi al completo. Aquí la dejo

El objetivo de hoy es que Domingo vaya recuperándose de su rodilla, disfrutar de la primavera, pasar un rato y comer con los amigos. Tenemos que aparcar en un descampado frente a un Hotel porque la zona habitual está lleno de los coches de currantes que no tienen ni la suerte ni la edad necesaria para poder librar un miércoles cualquiera.

El día aparece primaveral. A las 10:15h no sabemos si abrigarnos o despelotarnos. Elegimos esto último y acertamos, aunque al final se encapota y sopla el viento lo que hace descender la temperatura y echo de menos la rebequita.

Cogemos el carril bici para bajar junto a la tapia del Soto de Viñuelas. Esta espléndida finca tiene el tamaño de lo edificado en Tres Cantos multiplicado por cinco. Unas 3000 hectáreas. En Wikipedia pone los siguiente: La finca perteneció al señorío del Real de Manzanares, propiedad de la Casa de Mendoza. En el siglo XVI pasó a manos del emperador Carlos I, que se la vendió a Arias Pardo de Saavedra, mariscal de Castilla, por 42 cuentos y 24 572 maravedíes, además de 3.000 de renta anual y 7 corderos al año. Que yo se lo compraba ahora mismo. Maravedíes pues no me quedan, pero cuentos hay en casa bastantes más de 42. Se los daba todos, y 7 corderos pues también. Isabel II posteriormente, la vendió por un millón de pesetas, que tampoco me va mal.

Llegamos a la primera cuesta ligera para coger la pista del Canal y pasar junto a la urbanización ilegal Rondelo. Hacemos comentarios que no son menester de trasladar aquí; pero que nuestros lectores pueden suponer. Este camión se vuelve de la Urbanización pirata Rondelo, porque ya no hay sitio para otro chaletito, según Tomás.

Pista y más pista. Unas ovejas se agrupan a la sombra de un puente del Canal y un pequeño arroyo muestra la escasez de agua de esta primavera.

Las rachas de viento de cara ralentizan la marcha. El cielo se va embotando. El campo está muy seco para el mes de Abril. Las flores salen sin ganas y sólo por obligación. Las jaras tiene flores de pequeño tamaño. Algunos matorrales de negrillos y cantueso dan escaso colorido para la fecha. Una pena.

Ya en el cerro cercano al vertedero nos quedamos atónitos ante la cantidad de aves que nos sobrevuelan. Decenas de cigüeñas planean ante el fuerte viento sin aparente esfuerzo. Milanos y buitres son la mayoría de los que distinguimos. El viento nos evita el fuerte olor que caracteriza la zona.

Sólo queda dejarse caer hasta el restaurante. Callejeamos para llegar a La Churrasquita donde comemos muy bien. Sólo sobran las risotadas maleducadas de los comensales cercanos que en grupo de a 20, parecen que celebran una fiesta de oficina. Se lo perdonamos porque no saben que nos están pagando nuestro menú -en diferido- que diría la Cospedal. Sólo se trata de una comida habitual. Habitual en España, que en Japón dice Alfredo que comen en 20′ y me consta que no hacen mucho ruido, porque ni se hablan.

La vuelta hasta el coche ha sido un tanto extraña. Salimos dirección sur para volver sobre nuestros pasos por la calle paralela. Cosas del alcohol. Al menos hemos pasado por un paseo colorido que nos recuerda en qué mes estamos.

La próxima crónica quizás sea desde Hervás o cercanía.

Os dejo con Nembutal del Krahe cantado por Lichis. Un intelectual y un cachondo, ambos incomprendidos e infravalorados.

Ahí va la letra:

Ella se quita la vida a diario,
no sé por qué
no se convoca a un ilustre notario
para dar fe
de que sin duda es la mayor artista
del desvivir,
no la supera ningún trapecista,
ningún fakir.
Basta que un cerdo le pegue algún chasco
sentimental,
y acto seguido ella toma del frasco
de Nembutal.

Como practica el suicidio a destajo
más pertinaz,
por la mañana antes de ir al trabajo,
voy a La Paz.
Mientras mojamos tortell con microbios
en el café
le repetimos a coro los novios:
anímate,
que la montaña a Mahoma no vaya
es lo normal,
pero a tu alcance está siempre la playa
y es casi igual.

El primer día que llega a la playa
suele pasar,
que ella persiste en tirar la toalla,
tirarse al mar.
Gracias a Dios siempre va en su socorro
algún delfín,
que nos la salva atizándole un porro,
¡ostras Pedrín!

Si por azar le ha tocado la china
de un buen hachís
aplazará su entrevista Alfonsina
su vis a vis.
Porque –esa es otra–, es la literatura,
su otra pasión,
y cuanto más sea contra natura
su defunción
un autor tiene mucha más garra,
más interés:
todos tenemos un póster de Larra,
pues ella tres.
Virginia Woolf nos la vuelve tarumba,
y hasta un jersey
le ha tricotado a la cruz de la tumba
de Hemingway.

Pido perdón por hacer un inciso
tan funeral,
retomo el hilo de aquel paraíso
artificial,
que junto al mar le ayudó, sin embargo,
para que no
atravesara por un trago amargo
de H2O

Pero es inútil. Si se recupera,
cuando está bien
un par de días ya se considera
Matusalén.

Y agarra el coche, que aunque es un cascajo
se pone a mil,
y echa en cualquier curva por el atajo,
rompe el pretil.
Un precipicio le va cantidubi
si es eficaz
para ingresarla de nuevo en la UVI.
Vuelta a La Paz.

Y el traumatólogo le dice: Hola,
cómo te va.
Y ella musita desde la escayola:
ni fu ni fa.

Y en un arranque pueril que revela
su torpe afán
se comerá toda la mortadela
que allí les dan
Con la esperanza de alcanzar su norte
con la ilusión
de darle al mundo un penúltimo corte
de digestión.

Y dado que en cada intento de ésos
sufre un revés
van a sacarla en un libro de excesos
que hay en inglés.

Van a decir que es la mayor artista
del desvivir,
no la supera ningún trapecista,
ningún fakir.
Basta que un cerdo le pegue algún chasco
Sentimental
y acto seguido ella toma del frasco
de Nembutal.

Que se convoque a un ilustre notario
para dar fe
de que se quita la vida a diario,
no sé porqué.
Ella se quita la vida a diario,
no sé porqué.

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Barranquismo por Torres de la Alameda

Ruta realizada el Domingo 26/03/2023

Dificultad Física
Dificultad Técnica
23.1 km
462 m
29 Km Distancia Madrid
3h38'
2h23'
Características Terreno Suelo arcilloso (problemático con lluvia), 15% de trialeras, con un obstáculo, no adecuado para temperaturas altas, 60 metros no ciclable, con algunas fincas privadas

Participantes: Félix, Mario, Otros

Mas detalle ruta

Descarga ruta: Torres-de-la-Ala.gpx
Reproductor audio crónica:

El equipo sigue disperso. Entre los que parece que han perdido la afición, los que tienen reuniones familiares, los lesionados y los que están de vacaciones allende los mares, me encuentro solateras. Así que me uno a Mario y su equipo de Biciglotones para hacer una mini-ruta que tiene su gracia.

A las 9:45 hora oficial, porque esta noche se cambiaron los relojes al horario de verano, nos encontramos en la Plaza de Toros; Mario, JuanMa, María José, Willy y un servidor. Como no estamos adecuadamente vestidos para faenas taurinas y más bien parecemos ciclistas (sólo lo parecemos por los atavíos, que no por la silueta) cogemos nuestras mochilas y demás enseres incluida la MTB y enfilamos por un camino hacia el noreste.

Torres de la Alameda es un pueblo agrícola del este de Madrid al que nunca he visitado ni con bici ni sin ella. No es una maravilla, pero tampoco está mal. Al menos limpio si me lo pareció y es que la zona tampoco da para más. Es una planicie árida donde supuestos arroyos labraron surcos a modo de barranquitos por donde el agua debe correr en muy escasas ocasiones. El terreno es muy similar al de Chinchón, es decir yesos y arcillas que se van turnando y que advierten que en estado húmedo has de esquivar si no quieres quedar atrapado.

La ruta propuesta por Mario es de un tal David 3C que cuelga rutas en Wikiloc y al que debemos seguir a partir de ahora al igual que a Nano Flojo, porque promete.

Nada más salir nos encontramos en procesión a un centenar largo de personas que nos impiden el paso. El coche de apoyo de Protección Civil nos avisa que no podemos adelantarlos si no es a pie. La fila es de más de doscientos metros. Calculo que a pie y con las zapatillas con calas vamos a tardar más de media hora en adelantarlos. Estaba yo pensando en eso. Así que no queda más narices que hacer una de las de Alfredo con la Autoridad Incompetente, o lo que es lo mismo: anda y que te den.

En cuanto veo un resquicio por el lateral avanzo hasta que las tierras de labor lo impiden. Para entonces ya estamos suficientemente lejos del coche de Protección Civil. Avanzamos sorteando paseantes con mucho cuidado y dando los buenos días. Llevan una camiseta con el eslogan de la marcha, pero no me acuerdo que ponía. Sólo que era roja y que iban muy calladitos. Para mi que no era sobre temas de apariciones de vírgenes y otras zarandajas de la multinacional con sede en Roma.

Al fin los adelantamos a todos y nos metemos por un primer barranquito estrecho, pedregoso y seco. Sólo vamos Willy con su E-Bike de Cube y yo. Por cierto, me la ha dejado un rato por los alrededores de la Plaza de Toros y os aseguro que ya estamos perdiendo el tiempo y sufriendo innecesariamente.

(Aviso a navegantes: me quedan ocho meses para los 65 añitos y por lo tanto, para lograr la «Patente de yayo» que me permita la compra de una e-Bike sin que ello represente mofa, retranca, escarnio y recochineo del resto de malandrines de este grupo).

Me llama Mario por el móvil para decirnos que nos demos la vuelta. Y le digo que se peine. !Otra vez vamos a sortear viandantes y cruzarnos con el coche para que nos eche la chapa! Le digo que ya nos encontraremos, si dios quiere. Sin embargo, al poco rato nos cruzamos por el barranquito. Media vuelta, porque nos habíamos columpiado Willy y yo. La ruta va por encima del barranco.

Llegamos a una árida zona con muchos toboganes. Algunos por la sequedad del terreno nos amaga y los bajamos a pinrel. La parranda de senderistas pasan cerca y no es plan de darles un espectáculo gratis.

Una alambrada de gallinero de apenas 80 cms nos impide ir por un senderito y nos obliga a ir por terreno labrado. El chusquero del dueño de la parcela, ha arado y sembrado un metro más de lo que le pertenece para después vallar el camino, con tan mala leche de arar otro metro más y evitar que circulemos cerca de la inservible alambrada. Se ha dejado unos cuartos porque la alambrada gallinera tiene muchos metros. Finalmente en vista de que nos va alejando de la ruta original, decidimos aplastar la alambrada y saltarla para seguir nuestra dirección.

Apenas llevamos 12 kms y dos horas desde que salimos del pueblo. Un pinar por la derecha nos permite ver algo de arbolado y lo recorremos bordeándolo hasta que nos internamos en la única subida de apenas kilómetro y medio. Arriba oímos las motos de un circuito cercano donde practican motocross mientras nosotros nos apretamos el plátano.

Al salir del pinar nos adentramos en la tundra. Esto es un secarral que en Julio puede derretir la sesera de los camellos que sin duda por aquí deberían sustituir a los asnos de antaño. Ahora tiene un pase porque estamos en el principio de la primavera y hay atisbos de verde. Me temo que las cosechas de cereales por aquí tienen pocas posibilidades de granar como no se encadenen unas improbables lluvias de aquí a Mayo.

Engañoso verdor primaveral

De nuevo nos adentramos en otra interesante zona: el barranco de la Fuentecilla. Un estrecho sendero pedregoso; pero fácil de ciclar. Aun así, has de estar atento para no comerte alguna piedra con un pedal y dar con los huesos en el pedregal. Son las 13:15h y aquí surge la pregunta: ¿y si acortamos? Mario ha previsto dos atajos porque su experiencia le decía que en estos terrenos se enreda más de la cuenta. Yo lo tengo muy claro y no quiero llegar a casa a la hora de la merienda, así que mientras los demás piensan lo mismo que yo y no lo dicen, propongo ir al pueblo por el sitio más cercano para tomar una cerveza. Vítores y aplausos contenidos. Enfilamos para Torres de la Alameda en busca de una terraza. Después del primer intento fallido por estar al completo, nos acercamos a otra terraza cerca de los coches que resulta ser un Kebad. No hay nadie. Por algo será. El olor a esas carnes de dudosa procedencia, me repele. Un señor de aspecto moruno se afana en limpiarse los dientes junto a la puerta del local. Me recuerda el mercado de Marrakech y se me quita hasta la sed. Más aún cuando me asomo por la ventana y veo el interior de la cocina. Atufa a especias para disimular la veteranía de las carnes «sabe dios» que forman ese rulo tan peculiar. Pregunto con desgana si podemos tomar una cerveza y me contesta que sin alcohol. De puta madre, ya tengo la excusa para salir de allí pitando.

Callejeando llegamos a la plaza del Chalet del Cura que luce muy aparente y bien apañado recientemente. Allí nos invita Willy a una cerveza mientras establecemos una tertulia hasta las dos y media. A él le dedico la música de AC/DC «Highway to Hell» que seguro que lleva en su peculiar radio que monta en su manillar.

Por cierto, ¿sabéis por qué se llama el conjunto AC/DC? Buscadlo que es una anécdota curiosa.

Chalet del Cura

Ha sido un placer conocer a estos Biciglotones a los que invito a que se acerquen a nuestra web y que escarben en ella para recorrer sus entresijos. Nos vemos.

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Cabanillas trialeras de maravilla

Ruta realizada el Domingo 19/03/2023

Dificultad Física
Dificultad Técnica
28.8 km
681 m
45 Km Distancia Madrid
3h30'
2h36'
Características Terreno Suelo duro (pueden ser de roca o pedregoso), mas de 40% de trialeras, sin obstáculos, no adecuado para temperaturas altas, 20 metros no ciclable, zona de cazadores, zona de fotografía interesante

Participantes: Félix, Otros

Mas detalle ruta

Descarga ruta: Cabanillas-trialeras-de-mar.gpx
Reproductor audio crónica:

De nuevo nos acercamos a Cabanillas para recorrer sus vericuetos. Esta ruta la hemos comentado en diversas ocasiones. Desde que la descubrimos hace ya cuatro años, la hemos repetido y siempre con gran satisfacción porque tiene unos rincones verdaderamente bellos, y más aún en primavera.

Salimos con algo de fresquito; pero enseguida se entra en calor gracias a una breve e intensa subida por un callejón verde que a veces se encuentra lleno de maleza. En esta ocasión está limpio de hierbas, aunque olvidaron eliminar las ramas laterales que sobresalen de las paredes de piedra y que amenazan con golpearnos e incluso tirarnos del manillar.

Vamos subiendo en dirección a Valdemanco por praderas y monte bajo. Los senderos a veces se estrechan y en sus constantes subi-bajas, con diversas dificultades técnicas, hacen que disfrutemos con delicia de la bici. El cielo azul, la piedra gris, las nubes algodonosas blancas y el verde de la hierba; nos recuerda que la primavera estar por llegar de un momento a otro.

Un pequeño desliz y ya te has follado al gato

Llegamos a Valdemanco que dejamos a la derecha sin acercarnos a la población. Continuamos hasta la estación de Bustarviejo en suave llaneo, no exento de dificultades técnicas por senderos pedregosos y estrechos.

Tratamos de buscar un desvío a la izquierda del puente del tren para evitarnos la subida hasta el penal, pero no es viable. La altura desaconseja triscar por una vertiente tan abrupta.

El penal está abierto. Así que después del platanito, nos metemos a ver el Destacamento penal de Bustarviejo. Sobran los comentarios. Ya os puse un link en otra crónica que explica con detalle como se las gastaban los golpistas, mal llamados «nacionales», en este establecimiento donde se ensañaban con los que legalmente votaron la democracia, y que despectivamente llamaban «rojos».

5 MENTARIOS

Bajamos por esas trialeras de granito tan conocidas y divertidas que terminan debajo del puente del tren. Recuerdo que en octubre del año pasado, Rufi tuvo un incidente aquí, que acabó en el hospital.

Ahora empieza la parte más divertida. Tras cruzar la carretera se toma un camino que se va tornando en sendero. Más adelante, tras pasar una cantera se convierte en una delicia de paseo con ligera cuesta abajo a la ribera del arroyo Albalá. Esta zona es sumamente bonita. Lástima que sea tan corta. No dejamos constancia fotográfica porque vamos tan embelesados que se nos olvida siempre.

Ya queda subir la última cuesta importante bordeando otra cantera, para dejarnos caer por los preciosos senderos de la Senda ecológica de Cabanillas.

Y poco más. Llegamos al coche tras disfrutar de la incipiente primavera que ya está aquí. Una magnífica forma de pasar la mañana del Día del Padre.

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El Pontón de la Oliva y las Cárcavas

Ruta realizada el Domingo 26/02/2023

Dificultad Física
Dificultad Técnica
24.5 km
631 m
56 Km Distancia Madrid
2h45'
2h26'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), sin trialeras, sin obstáculos, sin limitaciones de temperatura, 25 metros no ciclable, zona de fotografía interesante

Participantes: Alfredo, Félix

Mas detalle ruta

Temperatura media: 8.7
Descarga ruta: Ponton-de-la-Oliva-Carcavas20230226.gpx
Reproductor audio crónica:

Nuevamente nos encontramos Alfredo y yo. Sólos ante el frío. El grupo sigue diezmado por las lesiones y por la pereza. Así que los irreductibles nos plantamos en el Pontón de la Oliva a las 9:30, con más grados de temperatura de la prevista porque según los agoreros de la AEMET, se preveía una desalentadora mañana de -3º cuando la realidad fue que hacían +6º.

Me temía que el parking siguiera con la entrada llena de baches y que se repitiera la historia del año anterior cuando nos dejaron encerrados. Pero no. Está arreglada y además pudimos aparcar en una de las últimas plazas disponibles de la primera terraza.

Agua para Madrid

Agradeciendo el ascenso por la carretera que nos ayuda a entrar en calor, llegamos a la entrada de la Cueva del Reguerillo jadeantes. Cogemos el camino que nos ofrece las vistas del recorrido final apreciando las cárcavas que luego visitaremos en detalle. A lo largo del camino nos encontramos carteles con avisos de «Abejas trabajando», que me hacen sonreír porque con estas temperaturas, las laboriosas abejas estarán a buen recaudo y las imagino apretujadas en las colmenas en espera de la llegada de la primavera.

Los almendros en plena floración salpican el recorrido con sus flores de color blanco o rosa, según la variedad, mientras recorremos la tortuosa ribera del Lozoya. Sorprende ver la cantidad de árboles vencidos y tronchados probablemente fruto de la pasada Filomena. Podría ser de vientos, pero aquí estamos muy protegidos al estar rodeados de altos paredones de piedra.

El pequeño azud de Navarejos me recuerda aquella vez que Pepe no pudo contenerse al ver a dos muchachos intentado pescar y les dijo: «todos los peces que cojáis me los como crudos», dejando perplejos a los inexpertos aprendices de pescador.

¿Cuántas veces habremos recorrido estos parajes? Hace veintitantos años que Pepe y yo, la hicimos por primera vez. ¡Qué barbaridad! Si me hubiesen dicho que después de tantos años seguiríamos juntos disfrutando de este entorno, hubiese dudado y contestado: ¡ojala!

Llegamos a la presa de la Parra. Sus aguas procedentes de la hermana mayor de El Atazar, fluyen con generosidad. El puente metálico y peatonal avisa que no está permitido el paso. Comprendemos que es la forma de quitarse la responsabilidad del Canal de YII ante cualquier accidente, ya que carece de sentido que corten aquí el paso, de las rutas habituales de la zona y del único puente que cruza el río.

Dos kilómetros de subida por un pinar nos hace entrar en calor nuevamente. El jadeo y aspirar por la boca, me dejará una ligera faringitis que arrastro en estos momentos mientras escribo esta crónica.

Descendemos rápidamente con el cielo ya totalmente despejado hasta las ruinas de esa casa con estupendas vistas donde habitualmente paramos a comer el plátano y contemplamos las roderas de motos por la vertiente norte que en algunas ocasiones hemos bajado. Recuerdo que la primera fue por culpa de una cacería que nos varió la ruta y nos llevó a esta escarpada bajada que en buena parte hicimos a pie.

Nueva subida hasta Alpedrete de la Sierra por una pista que han ensanchado casi al doble de la original. Se han llevado de por medio aquellos árboles que anduvieran al ras del camino, siendo algunos de ellos almendros de buen porte.

Tras una breve bajada, enfilamos la subida que nos acercará a las cárcavas. También han arreglado y ensanchado la pista. El paisaje es demoledor. Todo está quemado y negro. Por algo se llama el Cerro de Mingo Negro. Ni un ápice de vegetación. Todas las jaras están peladas y las ramas ennegrecidas. La extensión quemada es importante y debió ser un fuego duro porque sabemos que la jara es resistente a él. Parece que va a tardar en reponerse siquiera de vegetación de monte bajo.

Llegamos a las Cárcavas. Hay multitud de gente subiendo desde El Pontón a pesar de que el día no prometía buen tiempo. Hacemos y nos hacen varias fotos en este paisaje fantasmagórico y bien cincelado mezcla de arcilla y roca sedimentaria. En otro tiempo o los más fantásticos dirán que es fruto del zarpazo de una gran bestia mitológica. La naturaleza es caprichosa y la erosión deja aquí unas pintorescas formas con escarpadas agujas que sorprenden, tanto por su altura como por su contrastado color rojizo, frente al resto del paisaje.

Decidimos cambiar la ruta y bajar por la parte difícil. Una pareja se sorprende que bajemos por ahí. En algunos puntos las roderas y escalones son imposibles de sortear, además el terreno está bastante seco. Así que para no dar espectáculo y evitar las risas de los paseantes, decidimos patear las zonas más abruptas.

Y acabamos en el parking que está hasta la bandera. Un día más que aprovechamos y que nos deja un recuerdo a través de esta crónica que espero haya sido de vuestra satisfacción. Quizás dentro de otros veintitantos años la podamos leer, porque dudo que la vivamos en primera persona siquiera con e-bike.

Os dejo con Hugo Díaz y un tangazo en homenaje a Carlos Gardel.

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Trialeras a cascoporro por La Cabrera y Bustarviejo

Ruta realizada el Domingo 19/02/2023

Dificultad Física
Dificultad Técnica
37.1 km
721 m
50 Km Distancia Madrid
3h38'
3h07'
Características Terreno Suelo duro (pueden ser de roca o pedregoso), 30% de trialeras, sin obstáculos, sin limitaciones de temperatura, 100 metros no ciclable, zona de cazadores, zona de fotografía interesante

Participantes: Alfredo, Félix

Mas detalle ruta

Temperatura media: 15
Descarga ruta: Cabrera-Bustarviejo20230219.gpx
Reproductor audio crónica:

Por segunda ruta consecutiva salimos hoy Alfredo y yo solateras. Parece que un mal de ojo se ha apoderado del grupo. Los compañeros que sostienen las exiguas arcas de la Seguridad Social con su trabajo diario, parece que no tienen ganas de someterse al madrugón y duro invierno. Pepe se ha roto de la manera más estúpida posible. Mientras hacía una prueba de esfuerzo se ha roto algún músculo del grupo gemelar, probablemente el soleo. Domingo está recién operado de una rodilla por el dichoso menisco y Juanlu, sigue convaleciente de su esguince de tobillo o con excusas familiares. Rufi, mantiene el misterio de si viene o no, para decantarse por la bici de carretera en el último momento. Pero ahí están los dos aguerridos incombustibles Alfredo y Félix para desafiar a las adversidades.

Sorprendentemente la mañana está más cálida de lo esperado. La calima oculta parcialmente el sol que apenas se deja ver. La luz resultante es amarilla y grisácea a la vez. Arrancamos de La Cabrera en dirección sur hacia Cabanillas y Navalafuente por unas trialeras en bajada muy divertidas y sencillas. Alfredo como es habitual, va a un ritmo que apenas puedo seguir. Llevamos 7,5 kms de descenso. Enseguida me quedo sin baterías por lo que dependo de mi compañero que como veremos va esperando de vez en cuando con aviesas intenciones.

Preparándose para el apareamiento

Se acabaron las bajadas y ahora comienza el ascenso. Hay que quitarse ropa porque la temperatura es muy suave. Tomamos el plátano en el prado habitual. La subida es intermitente. A veces dura y compleja por las piedras de las trialeras. Pasado Navalafuente cogemos el camino de las Viñas en dirección a Miraflores hasta llegar al puente del ferrocarril donde ascendemos por la GR10 Cañada Real Segoviana hasta Bustarviejo dejando el Valle de Canencia a la izquierda. La cuesta es larga y vamos notando los 17 kms de ascenso.

Al fin alcanzamos ese pinar de Bustarviejo que es tan delicioso de recorrer. Alfredo desaparece y ya supongo que estará apostado en esa bajada trialera de cierta dificultad donde a veces la bajo en la bici y en otras ocasiones, andando. Ya sabéis que Alfredo siempre está dispuesto a recoger con la cámara el testimonio gráfico de las piruetas de sus compañeros o en su defecto, dejar constancia del rehúse para vanagloria propia mientras grita su famoso «nenazas». En esta ocasión decido que no quede registrado un posible doble mortal con tirabuzón. Humillo para escarnio y recochineo de mi preocupado colega que no deja de animarme a que baje por donde no lo veo nada claro. Guarda su móvil con decepción y continuamos por las trialeras que tanto gustan a Rufi, con amplias lanchas de piedra de granito y que terminan en la carretera que pasa por debajo de un puente que sujeta las vías del tren. Cada vez que el terreno se pone proclive a que haya reportaje gráfico con pirueta aérea, allí se encuentra Alfredo preparado para recoger el posible acontecimiento. Y yo, que no estoy por la labor de comer sin sal, me bajo convenientemente de la bici cada vez que le veo esperándome porque ya supongo que no es precisamente porque se preocupe de que me pierda.

Cogemos el camino en ligero ascenso que lleva a la estación de Bustarviejo-Valdemanco para poco después divisar la horrorosa urbanización de «Los Pitufos» que parece tan triste y abandonada como siempre en medio de un páramo sin atractivo alguno.

Nos adentramos hasta unas trialeras cada vez más complicadas mientras siento que unos endureros me acechan. Los dejo pasar pues su ritmo de descenso es muy rápido e inalcanzable para mi. Alcanzan a Alfredo quien echa la bronca al primero que llega, por llevar e-bike y no subir por lugar que según él, debería haberlo hecho. El damnificado masculla algo mientras Alfredo se aguanta el consiguiente «nenaza».

Nos metemos por un terreno imposible de ciclar que bajamos a duras penas. Ojo, que esta parte con eléctricas sería imposible por el peso y lo escarpado de la bajada. Hay que buscar alternativas más asequibles. Salimos al camino y tras cruzar la carretera de valdemanco a Cabanillas, seguimos por unos senderos divertidos hasta alcanzar la carretera que nos lleva directamente a La Cabrera donde llegamos a las 13:00.

Sin percances y bien zurrados después de un día con agradable temperatura, llegamos a casa a la hora de comer.

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De pendoneo por Miraflores

Ruta realizada el Sábado 21/01/2023

Dificultad Física
Dificultad Técnica
28.6 km
613 m
43 Km Distancia Madrid
3h07'
2h40'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), 15% de trialeras, sin obstáculos, sin limitaciones de temperatura, zona de fotografía interesante

Participantes: Alfredo, Félix, Mario

Mas detalle ruta

Temperatura media: 8.5
Descarga ruta: Miraflores-Bustarviejo-20230121.gpx
Reproductor audio crónica:

Dice el refrán: «En Enero, días de caballero». Después de unas lluvias, nieves, vientos y fríos se abría la ventana de un día templado y soleado.

Las predicciones meteorológicas eran propicias para el sábado y no podía dejar escapar un día tan espectacular, aunque no estoy en mi mejor momento. Esta semana salgo de un Covid-Gripe que me ha tenido doblado ocho días dejándome flojito y cabreado. El lunes empecé en el nuevo gimnasio. El Ciclo me vino bien, pero el Bodypump me proporcionó unas dolorosas agujetas incrementadas por el Bodycombat que me han durado hasta hoy. Por si fuera poco, anoche jugué un partido de pádel de hora y media.

Hacía tres semanas que no tocaba la MTB. La ruta «mariana» que me propuso Mario durante un café el viernes, no debería ser muy exigente. Apenas 30 kms y 600 de desnivel parecía muy razonable. Daremos la vuelta el cerro Pendón, de ahí el título de la crónica. Pues vamos.

Quedamos en la estación de Miraflores. Un lugar desamparado cuya casa parece haber sido ocupado recientemente y que hemos elegido como punto de partida, por evitarnos la tediosa subida hasta el pueblo por ese adoquinado que tanto se atraganta. Nada más aparcar empiezan a pasar cerca unos individuos que nos levantan sospechas de posibles hurtos. No es que lleve cosas valiosas en los coches, pero son mías y además es un incordio que te rompan un cristal. En estas estamos cuando llegan más coches de ciclistas. Entablo conversación con ellos y uno, comenta que hay un refugio cerca de «menas», lo que explica el pelaje de los transeúntes. Al llegar Mario, le saludan a coro por su nombre ante el asombro del mismo.

Salimos en dirección Este, para seguir las vías del tren hasta un senderito por que el hemos entrado en sentido inverso innumerables veces. El terreno está salpicado de charcos de anchura y profundidad variable que me recuerdan que mi primera decisión del día, al respecto de si debería llevar o no las botrancas, ha sido más que acertada.

Al poco, hemos tenido que parar para cambiarnos de guantes y quitarnos ropa porque la subida y el sol ha calentado nuestros cuerpos serranos. Alfredo que volvió de esquiar sin esquiar por un Covid, tira del grupo como si no hubiera un mañana. Hasta que no se desbrava, nos lleva con el gancho. Mario le sigue bien, pero yo voy arrastrándome como puedo hasta conectar con el camino de Las Viñas que parece que nos da un respiro.

Allí nos comemos el plátano en una mesa con vistas a las canteras donde un día ya lejano, nos colamos para que nos enseñaran como se cortaban esos inmensos bloques de granito, pero nos echaron de inmediato sin más explicaciones. El paisaje es espléndido. Echamos en falta un pequeño chiringuito donde tomar un chocolate con churros. Y es que los alcaldes de estos pueblos serranos, no cuidan los detalles.

Seguimos subiendo dejando atrás uno de los penales que las huestes fascistas, entre 1939 y 1944 crearon para que los presos defensores de la República, purgaran sus penas con un trabajo tan duro como denigrante y esclavizante. En España había al menos 300 campos de concentración diseminados por todo el territorio. Aquí os dejo el enlace para informarse más en detalle.

Llegamos al agradable pinar que nos da entrada a Bustarviejo, salvo que esta vez lo hacemos a la inversa por lo que debemos seguir dando pedales y empujando en algún punto. Me planteo si dejarme caer por el GR10 hasta el coche, pero se me pasa enseguida. Salimos a la carretera para coger el camino que lleva a la mina de plata que visitamos hace un porrón de años cuando vino por primera vez Agustín Tajuelo. Recuerdo que tuvimos cachondeo, sobre todo Juanito, porque vino con zapatillas de fútbol sala e iba pisando nieve en varios tramos. ¡Qué tiempos!

El camino propuesto en la ruta, no pasa por la puerta de la mina, sino que la bordea. Es un camino espectacular llano en su mayoría, que no conocíamos y que se hace muy agradable. Llega hasta la carretera que baja del puerto de Canencia y empalma con el sendero clásico que nos lleva por el valle hacia el camping para terminar en la estación. Vamos disfrutando como chiquillos sorteando los innumerables charcos y piedras que en algún punto hacen bajarme de la bici.

Admiramos a Alfredo viendo como pasa por varios puentes de piedra en los que Mario y yo, lo hacemos a pie. Ahí, un error y ese día comes sin sal (en el hospital). Noto que llevo tiempo sin montar y he perdido pericia. Incluso en un punto, cerca de Bustarviejo al intentar bajarme, se me ha quedado el pie enganchado en el pedal y he dado un revolcón por unas matas de cantueso. Sin consecuencias más allá de levantar un suave olor a romero que sólo Mario y yo hemos disfrutado, porque Alfredo iba ya con la clásica «putansia» de las 13:00.

Y nada más. Llegamos a la estación para comprobar que a los «menas» los habíamos prejuzgado erróneamente y después de lavar las bicis nos volvemos a Madrid no sin antes tragarnos un atasco por obras en la carretera de Colmenar. Día estupendo con buena temperatura para esta época del año y bonito paseo para ir tomando el pulso al nuevo reto del 2023.

Os dejo con el gran Sinatra y su Fly Me To The Moon.

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Tres Cantos y cuatro jinetes

Ruta realizada el Sábado 10/12/2022

Dificultad Física
Dificultad Técnica
34.9 km
532 m
20 Km Distancia Madrid
2h38'
2h18'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), sin trialeras, sin obstáculos, sin limitaciones de temperatura, con algunas fincas privadas

Participantes: Alfredo, Félix, Pepe, Rufi

Mas detalle ruta

Temperatura media: 9.4
Descarga ruta: Tres-Cantos-Vertedero-20221210.gpx
Reproductor audio crónica:

Hacía un mes que no salía a montar con los colegas. Entre la fractura del brazo de mi chica, un viaje, la baja del gimnasio y las lluvias pertinaces, las mantecas se acumularon como las de la pularda que me había zampado dos días antes. Hay que salir como sea y aprovechar la ventana de anticiclón que se aproximaba para el sábado. La noche anterior ha llovido con intensidad y las probabilidades de encontrar charcos y mucho barro son altas. Después de barajar distintas opciones decidimos hacer una sencilla y con mucha pista e incluso asfalto. Además está cerca por si el parte meteorológico sale rana. Así que a Tres Cantos.

Me despierto a las 6:30. Desayuno y me pongo a hacer bricolaje con un cajón de la cocina que se ha roto. Hago tiempo revisando también la bici. Salgo demasiado pronto. Estoy llegando con más de un cuarto de hora de antelación al punto de recogida de Alfredo. Me paro en el semáforo de Manuel Becerra y con el móvil pongo un whatsapp para avisarle. Me pita un coche que está en paralelo y es la Policía Municipal. Me sonríe con gesto de «pero que haces con el móvil conduciendo». Le hago un saludo con la mano abierta con cara de inocente. Se sonríe más. Suelto el móvil y vuelvo a pedir excusas con la mano. Creo que les ha llamado la atención la bici que va en la baca. En general, se puede decir que la Policía Municipal y la Nacional son personas muy educadas, condescendientes y amables. A veces demasiado con quienes no se lo merecen. Yo no valdría para ese trabajo.

Aparece Alfredo con cara de sueño casi inmediatamente. Llegamos veinte minutos antes y como hace buena temperatura aprovecho para limpiar la cadena y engrasarla. Llega Rufi a quien suponía de viaje. Al poco Pepe reclamando: «que sea la última vez que llegáis antes que yo».

Decidimos hacer la ruta a la inversa para evitar la bajada inicial que siendo de poco desnivel podría suponer un extra de frío. Y de paso, lo vemos con otra perspectiva. El paisaje está muy verde y húmedo. El olor a campo mojado nos agrada. Unas vacas con sus terneritos dan color a un campo vallado y Pepe me reclama la primera de las fotos.

El terreno es llano salvo algún que otro resalte, que me hace recordar que no estoy en mi mejor forma. Me duele el cuerpo del pádel del día anterior y de unos estiramientos que hice hace un par de días. ¡Qué desagradecido es el organismo! Basta que dejes la rutina de ejercicio por un breve espacio de tiempo para que retrocedas vertiginosamente.

Llegamos al vertedero y me sorprende la baja densidad de aves. Dice Pepe que los buitres no han salido porque hay niebla. Yo lo dudo. Más bien pienso que se debe a que no ha habido tanta recogida de basuras por los festivos de esta semana y están desabastecidos de alimentos. Apenas hay unas pocas cigüeñas en sus nidos y atalayas, algunos milanos y garzas. Lo que sí hay es un olor a mierda que aturde y que se acumula en la zona de subida. Me lo trago con la boca abierta como una trucha fuera del agua. Rufi propone que bajemos de nuevo y nos comamos allí el plátano o que salgamos echando hostias. Por unanimidad aprobamos esta segunda opción.

Lo que queda es básicamente llaneo y bajadas. Vamos conversando sobre lo humano y lo divino haciendo suposiciones sobre quienes harán mejor papel en el Mundial de fútbol de Catar. Nadie apunta que Marruecos puede eliminar a Portugal, como sucedió unas horas más tarde. Lo que está nítido y manifiesto es que como espectáculo, se va pervirtiendo y cada vez más, aburre el dichoso tiki-taka que tanto éxito dio a Guardiola. Luis Enrique «Aburrique» ha tratado de copiarlo desastrosamente con unos jugadores que no tienen ni de lejos la calidad del Barça de entonces. El resultado es que nos ha aburrido hasta el letargo y su merecida destitución la celebramos aquellos que nos gusta el espectáculo más que el mero resultado.

Sólo queda subir hasta el tanatorio de Tres Cantos y coger el carril bici para llegar a las 12:20 al coche.

Proponemos tomar una cerveza; pero Alfredo y Rufi declinan, así que limpio el barro de la bici y para casa. Hoy Alfredo come a su hora habitual.

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Vuelta completa al P. Natural de Izki desde Urturi

Ruta realizada el Martes 25/10/2022

Dificultad Física
Dificultad Técnica
50.1 km
991 m
268 Km Distancia Madrid
5h59'
4h39'
Características Terreno Suelo arcilloso (problemático con lluvia), sin trialeras, sin obstáculos, sin limitaciones de temperatura, zona de cazadores, zona de fotografía interesante

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Pepe

Mas detalle ruta

Temperatura media: 17.8
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Reproductor audio crónica:

A las 7:30 se toca diana en el Cuartel de Aquihayquevenirllorao. A las 8:00 clavadas estamos todos en el salón de la casa Rural La Atalaya en Meano. Pasamos lista y comentamos que no sólo las habitaciones están limpias y bien equipadas, sino que la cocina tiene todo los enseres necesarios. Hacemos un café e iniciamos la mañana con un copioso desayuno que nos preparamos nosotros mismos ante la imposibilidad de encontrar un triste bar por la zona. El día anterior hicimos la compra en un súper de Logroño para proveernos convenientemente. Tras el correspondiente lavado de dientes y la visita al señor Roca, aquellos que no lo hicieron con anterioridad, montamos los bártulos en los coches, no sin antes haber lavado los cacharros, barrido y recogido la cocina. ¿Alguna duda de que esto es un equipo organizado? Como dice Domingo, «parecemos un comando israelí».

La segunda ruta del paseo otoñal, es la Etapa Reina según consta en varias consultas en wikiloc, así que estamos todos de acuerdo de que es la que hay que hacer. Partimos hacia Urturi y aparcamos a las 9:15 según el horario rigurosamente planificado, en el aparcamiento del Club de Golf diseñado por Seve Ballesteros. Quince minutos para acicalarse y estamos en marcha. El sargento-semana Alfredo nos lleva achuchando con su clásico, -¡Vamos nenazas!- desde hace un rato, y es que a él le sobran diez de los quince minutos. Ya sabemos que Alfredo vive a otra velocidad en todo. Vive dos vidas mientras que los demás, sólo una. Y está muy bien, el problema es que luego no se acuerda de ninguna de las dos.

Salimos en ligera pendiente de bajada y enseguida nos adentramos en un bosque mixto donde se alternan principalmente robles, pero también hayas, acebos, avellanos y algún nogal. El sendero es una preciosidad sin dificultad técnica. El suelo está tapizado de hojas ocres y hay que ir pendiente de no meter la rueda en huecos que puedan desequilibrar la bici y nos haga ver las hojas demasiado cerca.

Tras retozar por estos paraje unos kilómetros, vemos en una tablilla el anuncio del Roble Gordo al que nos acercamos a conocer. Es un ejemplar soberbio.

El Roble Gordo

Lo retratamos para enseguida continuar la marcha e iniciar la primera de las cuestas ascendentes que nos lleva a Korres. Es un pequeño pueblín sin atractivo que apenas tiene vida. En medio del ascenso sobresale una ermita con algunas vistas a las tierras de labor circundantes.

Al finalizar la empinada cuesta entre árboles y por un hermoso sendero, llegamos a un mirador a escasos metros del sendero.

Tras la bajada por otro bosque nos vamos acercando a Antoñana donde empieza la vía verde de un tren a la ribera del río Erreka.

Lo cruzamos en varias ocasiones antes de llegar al pueblo de Maeztu donde se acaba el cachondeo porque el viento en la planicie nos va frenando. Nos sorprende la limpieza de sus calles y sus grandes caserones de piedra. Da sensación de tristeza porque no se ve prácticamente a nadie y eso que hace una temperatura excelente para esta época del año. Sólo vemos un restaurante en la salida del pueblo, cerca de la carretera. No me imagino vivir aquí todo el año. Además estas gentes no son muy alegres. Carecen de chispa y parecen enfadados. Poco amigables de entrada. Es como si te dijeran con la mirada: «cuidado no te acerques demasiado que voy yo». Se ve mucho «Pecho Paloma» y «Macho Alfa» que diría mi admirado Félix Rodríguez de la Fuente. Vamos, que no me los imagino celebrando los carnavales de Cádiz.

Empieza una cuesta de dos kilómetros por terreno desarbolado hasta Apellaniz. Vamos cada uno a su bola y apretando los dientes. En algún tramo echamos pie a tierra cuando las pulsaciones se ponen al rojo vivo. Cruzamos el pueblito sin interés y nos adentramos en otro bosque con fuerte pendiente donde las moscas del roble nos martirizan durante dos kilómetros más. Estas mosquitas son tan listas como pesadas e insistentes. Se agazapan en las cuestas más empinadas a la espera de incautos ciclistas donde la velocidad nos impide deshacernos de ellas. El cuadro es de risa. Vamos subiendo una cuesta infernal, sudando como pollos, con una mano en el manillar, la otra haciendo aspavientos, dando soplidos para evitar que se nos metan en la boca o lo que sería peor; que en una aspiración profunda, se los cuele hasta el pulmón. Pepe asegura haberse comido unas cuantas moscas y aunque es de buen comer, y come de todo, asegura que carecen de interés culinario.

Ya hemos terminado la cuesta y desde el cerro de San Justi contemplamos las tierras bajas desde un mirador antes de iniciar la bajada pasando por Arluzea camino de Markínez.

Esta parte carece de vegetación ya que es zona de labor, pero rodeado de picorotes de piedras calizas de caprichosas formas. Hacemos un atajo antes de adentrarnos en el bosque.

En ligeros sube y baja, que ya nos parecen menos divertidos que al principio de la mañana, transcurren nueve kilómetros hasta el embalse de El Espinal junto al Club de Golf.

Preguntamos si se puede comer. Lo regenta una argentina fea, viejuna, escuálida y antipática . Me muerdo la lengua cuando me dice que ahí no se pueden dejar las bicicletas. Son las 3:30h y no hay mucho donde elegir. Así que resignados comemos con vistas al campo de prácticas un plato único y sin expectativas.

Equipados y metiendo tripa

Pido los chipirones encebollados. Hieden un poco a cubo de basura y su sabor declaran que han sido recalentados numerosas veces a lo largo de los meses que llevan cocinados. Sólo pido que puedan ser evacuados por su conducto natural sin dejar secuelas en mi organismo.

Abandonamos Urturi para llegar a Meano. Mi ano, afortunadamente sigue sin avisos de necesidad imperiosa de expulsar la bazofia recién absorbida, lo que me tranquiliza. Ducha en el alojamiento y tras breve siesta , cogemos el coche camino de Laguardia. Bonito, elegante y señorial pueblo alavés donde hay algo de vida y varios monumentos religiosos de interés como la Iglesia de Santa María de los Reyes. Copio literalmente de Wikipedia: «La pieza más destacada de la iglesia es el pórtico, que se labró a finales del siglo XIV y fue policromado en el siglo XVII. Es uno de los pocos pórticos policromados que se conservan en España… , se cierra con una capilla que es la que ha permitido la conservación de la pintura.» Y se cierra tan bien, que no pudimos verla a pesar del aviso de Rufi. Hice una foto del cartel exterior para hacer creer a Rufi que lo habíamos podido contemplar y se lo pasé a través de WhatsApp. Se lo tragó.

Cenamos en el restaurante que parecía tener mejor aspecto. El chuletón que se zampan Alfredo y Pepe al alimón, es de su gusto aunque comentan que estaba mejor el de Riaño. Domingo se aprieta unos callos picantes con dos cojones. Al parecer están exquisitos. Y yo me decido por un bacalao de buen aspecto; pero que está saborío. A diferencia de todos los demás, el camarero es amable y sociable. Incluso sonríe ante los comentarios jocosos de Pepe. En resumen, puedo asegurar que de media he comido bastante mejor en otras zonas de España. Y los vinos que nos han puesto, pues tampoco para resaltar, ya que son impropios de la fama que esta zona tiene. Cierto es, que no hemos pedido vinos caros, pero se espera que los vinos de «medio pelo» destaquen algo más. Sigo pensando que el vino que venimos comprando Pepe y yo, desde hace años en Alcobendas, sin etiqueta por ser de excedentes de la Rioja y por sólo dos euros y medio, se caga en la mayoría de los que nos ponen por veinte euros o más, en muchos restaurantes tirándose el rollo.

Y sin más volvemos a casa por esas carreteras oscuras. Alfredo que no bebe se niega a conducir porque pasadas las 10:30h y habiendo cenado ya no es persona, sino zombie. Así que me ofrezco a conducir porque Pepe está más tocado de lo habitual. Ya en Meano, acostamos a Alfredo y el resto nos damos una vuelta por el pueblo fantasma mientras Pepe se fuma un puro. Mañana senderismo.

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De Madrid a Tres Cantos por el Jarama

Ruta realizada el Domingo 11/09/2022

Dificultad Física
Dificultad Técnica
60 km
410 m
6 Km Distancia Madrid
4h33'
3h45'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), sin trialeras, sin obstáculos, no adecuado para temperaturas altas

Participantes: Félix, Mario

Mas detalle ruta

Descarga ruta: 2022-09-11-Madrid-Tres-Cantos.gpx
Reproductor audio crónica:

El sábado me encontré a Mario en el gimnasio dando pedales como un poseso y sudando como un reo en galeras. Así que le pregunté cuando reanudaría sus salidas en MTB y me contestó: mañana. Pues me apunto, le contesté. ¿Dónde vamos? A las 9 en mi casa. Dicho y hecho.

Con la puntualidad que caracteriza al grupo, salimos por el Parque del Conde de Orgaz camino de la Alameda de Osuna, para coger el carril bici en dirección sur. La mañana está agradable, de momento. Salimos al polígono de las Mercedes para llegar por carretera hasta la pista que recorre la rivera del Jarama. A buen ritmo vamos charlando. Le voy contando las batallitas de cuando en el Banco éramos un grupo muy animado de amigos que nos hacíamos bromas un tanto elaboradas.

Llegamos al punto donde la pista tiene un cartel que indica hacia Torrelaguna. Por ahí nunca he ido. Por aquí disminuye el tráfico de globeros. Avanzamos algo más para empezar a ir hacia el oeste y en una alameda donde pasa el arroyo de Viñuelas-casi seco-, nos tomamos el plátano.

Reanudamos la marcha con un calor aplastante. Salimos a la valla del Soto de Viñuelas con su cuestita a pleno sol que nos empieza a tocar las narices. Seguimos en paralelo al carril bici hasta llegar a la Dehesa Boyal de San Sebastián de los Reyes donde pasamos muy cerca de la casa de Miki. Más solazo hasta llegar a Valdelatas. Salimos y en una explanada veo a los lejos una especie de dron que se hunde en la vaguada. Al acercarnos podemos comprobar como un señor porta en su brazo un halcón peregrino. Le pido permiso para acercarnos y muy amablemente nos cuenta que es un pollo de apenas un año al que está entrenando. Se dedica a su cría y venta para aeropuertos. También para los árabes que pagan muy bien. A razón de unos 3000 euros por ave. Los aparatos que lleva el pájaro son dos transmisores GPS para controlar sus movimientos. Nos dice que uno de ellos es de un satélite exclusivo de los árabes para estos menesteres. Se lo pueden permitir. Nos hacemos unas fotos y le dejamos con su cría de halcón.

Ya sólo queda volver cuanto antes porque el calor nos revienta. Llegamos a las 13:25 a la puerta de mi casa después de 60 kms a buen ritmo y con el culo como un mandril. Tanto tiempo dando pedales y sentado en un incómodo sillín, no le sientan bien a mis delicadas posaderas.

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De El Boalo a la tormenta imperfecta

Ruta realizada el Jueves 25/08/2022

Dificultad Física
Dificultad Técnica
40.4 km
1130 m
39 Km Distancia Madrid
4h40'
3h41'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), sin trialeras, con un obstáculo, sin limitaciones de temperatura, zona de fotografía interesante

Participantes: Domingo, Félix, Pepe

Mas detalle ruta

Descarga ruta: 2022-08-25-El-Boalo-Vuelta-a-La-Pedriza.gpx
Reproductor audio crónica:

Las del alba serían cuando me levanto dispuesto a una etapa más en este, tórrido hasta la desesperación, verano de mieeeerda. Dicho con mucha moderación, que estas crónicas me consta que son seguidas por personas de corta edad e incluso de entendederas.

Tres en uno (como la Santísima Trinidad-adivina quién es el palomo-), enfilamos desde el parking del pueblo hacia la Sierra de los Porrones que esquivamos para entrar una cerca, donde numerosas vacas, aún adormecidas ni se inmutan ante los valerosos ciclistas. Nuestro objetivo es «circunciclar» el circo de La Pedriza a lomos de las Trek viejas, que diría el artesano-mecánico José de Mibicio y una Orbea de 29″ megaguay. Nos enciscamos pedal va y pedal viene, mientras los calores empiezan a sacar los primeros sudores de agonía.

Llegamos al aparcamiento de Canto Cochinos tras una «frescurita y disfrutona» bajada por el asfalto. Apenas hay coches aún. Tras ese breve descanso, comienza el ininterrumpido ascenso en sentido inverso al del reloj (levógiro, para los cultos).

Dos manadas de vacas han decidido coger la cuesta abajo, por llevarnos la contraria. Sin duda van a tomar café el chiringuito de abajo que está a punto de abrir. Sus culos bamboleantes de inciertas trayectorias, nos hacen dudar si van para la izquierda o para la derecha. Mientras hago alguna foto, mis aguerridos acompañantes me han cogido unos metros de ventaja y consiguen que en ambas ocasiones se pongan de acuerdo los astados hacia donde ha de apartarse. Sin embargo, tres vacas retrasadas tanto en el espacio como en la mente, al ponerse a mi altura chocan entre ellas y se enzarzan en empujones e imprevistos giros, en medio del camino. Por un momento, me encuentro unos cuernos a escasos 50 centímetros. El susto ha sido mutuo. Me ha salido un grito gutural poco parecido a ese que practica con tanto éxito Alfredo (Cuuuusaaahh) en semejantes situaciones y que al parecer funciona. Ha faltado muy poco. Casi me tengo que tirar por la empinada cuesta lateral para evitar ser arrollado o embestido.

Los calores y los sudores se van haciendo más manifiestos y ascienden al son de las alturas que vamos superando. Llegado el punto de ebullición del agua del bidón, empiezan a aparecer las temidas moscas cojoneras. Soplando y haciendo malabares con una mano, trato de que se alejen de mí. Acelero el paso porque de todos es sabido que las moscas en vuelo invertido hacia atrás, a unos centímetros de las gafas no pueden alcanzar una velocidad superior a los 12 km/h. Con tal ahínco pedaleo, que me distancio de mis compañeros. Tengo la esperanza de que me dejen en paz los dichosos dípteros y decidan ir a por mis acompañantes, sin duda más jugosos por bien sudados. Comento con Domingo que he llegado a la conclusión de que las puñeteras moscas hacen relevos cada 100 metros con el malvado fin de martirizarnos el mayor tiempo posible.

En una de las infinitas curvas observo un cartel que debe prohibir algo, lo que levanta mis orejas de can de modo automático. Me acerco para ver las vistas del barranco al Manzanares y llega Domingo. Le pregunto por Pepe y me asegura que va detrás a escasos metros y que nos verá, pues las bicis están cerca del camino. Pues no. Hacemos unas fotos y emprendemos la persecución. Las moscas le hacen apretar el ojal a Pepe de modo que ya nos nos volveremos a ver hasta el bar en el pueblo. Trato de avisarle dos veces, pero no hay cobertura. Le dejo un mensaje que convenientemente ignora pues con las orejeras bien ceñidas, sigue pensando que vamos por delante y no se le ocurre tirar de móvil.

Llegamos a las Buitreras, antaño comedero de estos feos pajarracos y convertido en una amarilla planicie descansadero-cagadero de vacas. Ligera bajada que se agradece antes de comenzar una nueva subida que se me hace muy pesada y larga. Mi nivel de glucosa ha descendido y el sabio cuerpo me avisa que debo ingerir algo. Vemos el camino que asciende hacia el Ventisquero de la Condesa. Unas gotas de agua me caen en los brazos que hago notar a Domingo quien aún no las ha percibido. Pronto será muy distinto. Hago un llamamiento a mi virtual amigo Anselmo de la AEMET, a quien invoco en momentos claves, en este caso para solicitarle un poco de lluvia que mitigue nuestro calor y sudor. Al parecer está de vacaciones y el recado lo ha cogido un becario. La madre que lo parió.

Pepe, estará por ahí

Justo en el sitio más desarbolado y cuesta arriba, se lía parda. Estamos cerca del Puente de los Manchegos y rompe a llover a cántaros como si no hubiera un mañana. Continúa con un granizo que no alcanza tamaño suficiente para hacer daño; pero que mosquea. Subimos el cuestaco hasta el Mirador de Los Pastores jarreando a cubos. Ahí hacemos unas rápidas fotos antes de empezar la interminable bajada por la cara sur. Sin coger velocidad porque estamos calados hasta los hueVos. Sí, con V.

Sin más cogemos el desvío hacia El Boalo, donde nos cruzamos con un e-ciclista de Enduro que anda perdido buscando a sus colegas. Tras recorrer tres kilometros, por donde no es y delante nuestro, nos pregunta con aviesas intenciones. Sé que no quiere declarar su intención de ir por el sendero que baja a Cantocochinos, ya que está prohibido. Le indico donde está el desvío de caminos que anda buscando y que sus colegas le han dado como referencia del inicio de la trialera. No lleva GPS y no es de la zona. Allá él.

Cerca de la Sierra de Los Porrones llama Mario para avisarnos de que está en la plaza esperando que lleguemos para comer. Le digo que llame a Pepe para avisarle que vamos detrás suyo y que en 30 o 40 minutos estamos con él. Allí nos encontramos según el horario previsto. Caen unas cervecitas, para hacer hambre y nos cambiamos de local para comer un espléndido menú en Don Baco.

Tras los cafés, nos vamos a mi casa a tomar otro café con hielo y pegarnos un baño. Pepe nos deleita con sus lances al agua desde diversas posturas. Nos recuerda a una mítica película sobre una orca.

**** ATENCIÓN no existe el video VID_20220825_171759.mp4 en el álbum de Google de la crónica

Hacemos balance de nuestras gorduras veraniegas sin tapujos porque se ven las lorzas a pleno sol y esplendor. Sigo pesando menos que ninguno, como pudimos comprobar balanza en ristre, lo cual no me enorgullece pues es manifiesto que también soy en más bajo de los cuatro.

De nuevo en casa en animada charla disfrutamos de un buen clima y ambiente cervecero; menos yo que como no tengo que conducir, le doy al agua sin gas. En esto que nos dan las ocho y media de la tarde y levantamos la sesión. Buen rollito y mejor compañía.

Ya estamos deseosos de retomar la compañía de los dispersos Rufi, Juan, Miki, Juanlu y Alfredo.

Os dejo con Krahe y su versión de La Tormenta de George Brassens

Besos amigos.

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