Trialeras a cascoporro por La Cabrera y Bustarviejo

Ruta realizada el Domingo 19/02/2023

Dificultad Física
Dificultad Técnica
37.1 km
721 m
50 Km Distancia Madrid
3h38'
3h07'
Características Terreno Suelo duro (pueden ser de roca o pedregoso), 30% de trialeras, sin obstáculos, sin limitaciones de temperatura, 100 metros no ciclable, zona de cazadores, zona de fotografía interesante

Participantes: Alfredo, Félix

Mas detalle ruta

Temperatura media: 15
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Reproductor audio crónica:

Por segunda ruta consecutiva salimos hoy Alfredo y yo solateras. Parece que un mal de ojo se ha apoderado del grupo. Los compañeros que sostienen las exiguas arcas de la Seguridad Social con su trabajo diario, parece que no tienen ganas de someterse al madrugón y duro invierno. Pepe se ha roto de la manera más estúpida posible. Mientras hacía una prueba de esfuerzo se ha roto algún músculo del grupo gemelar, probablemente el soleo. Domingo está recién operado de una rodilla por el dichoso menisco y Juanlu, sigue convaleciente de su esguince de tobillo o con excusas familiares. Rufi, mantiene el misterio de si viene o no, para decantarse por la bici de carretera en el último momento. Pero ahí están los dos aguerridos incombustibles Alfredo y Félix para desafiar a las adversidades.

Sorprendentemente la mañana está más cálida de lo esperado. La calima oculta parcialmente el sol que apenas se deja ver. La luz resultante es amarilla y grisácea a la vez. Arrancamos de La Cabrera en dirección sur hacia Cabanillas y Navalafuente por unas trialeras en bajada muy divertidas y sencillas. Alfredo como es habitual, va a un ritmo que apenas puedo seguir. Llevamos 7,5 kms de descenso. Enseguida me quedo sin baterías por lo que dependo de mi compañero que como veremos va esperando de vez en cuando con aviesas intenciones.

Preparándose para el apareamiento

Se acabaron las bajadas y ahora comienza el ascenso. Hay que quitarse ropa porque la temperatura es muy suave. Tomamos el plátano en el prado habitual. La subida es intermitente. A veces dura y compleja por las piedras de las trialeras. Pasado Navalafuente cogemos el camino de las Viñas en dirección a Miraflores hasta llegar al puente del ferrocarril donde ascendemos por la GR10 Cañada Real Segoviana hasta Bustarviejo dejando el Valle de Canencia a la izquierda. La cuesta es larga y vamos notando los 17 kms de ascenso.

Al fin alcanzamos ese pinar de Bustarviejo que es tan delicioso de recorrer. Alfredo desaparece y ya supongo que estará apostado en esa bajada trialera de cierta dificultad donde a veces la bajo en la bici y en otras ocasiones, andando. Ya sabéis que Alfredo siempre está dispuesto a recoger con la cámara el testimonio gráfico de las piruetas de sus compañeros o en su defecto, dejar constancia del rehúse para vanagloria propia mientras grita su famoso «nenazas». En esta ocasión decido que no quede registrado un posible doble mortal con tirabuzón. Humillo para escarnio y recochineo de mi preocupado colega que no deja de animarme a que baje por donde no lo veo nada claro. Guarda su móvil con decepción y continuamos por las trialeras que tanto gustan a Rufi, con amplias lanchas de piedra de granito y que terminan en la carretera que pasa por debajo de un puente que sujeta las vías del tren. Cada vez que el terreno se pone proclive a que haya reportaje gráfico con pirueta aérea, allí se encuentra Alfredo preparado para recoger el posible acontecimiento. Y yo, que no estoy por la labor de comer sin sal, me bajo convenientemente de la bici cada vez que le veo esperándome porque ya supongo que no es precisamente porque se preocupe de que me pierda.

Cogemos el camino en ligero ascenso que lleva a la estación de Bustarviejo-Valdemanco para poco después divisar la horrorosa urbanización de «Los Pitufos» que parece tan triste y abandonada como siempre en medio de un páramo sin atractivo alguno.

Nos adentramos hasta unas trialeras cada vez más complicadas mientras siento que unos endureros me acechan. Los dejo pasar pues su ritmo de descenso es muy rápido e inalcanzable para mi. Alcanzan a Alfredo quien echa la bronca al primero que llega, por llevar e-bike y no subir por lugar que según él, debería haberlo hecho. El damnificado masculla algo mientras Alfredo se aguanta el consiguiente «nenaza».

Nos metemos por un terreno imposible de ciclar que bajamos a duras penas. Ojo, que esta parte con eléctricas sería imposible por el peso y lo escarpado de la bajada. Hay que buscar alternativas más asequibles. Salimos al camino y tras cruzar la carretera de valdemanco a Cabanillas, seguimos por unos senderos divertidos hasta alcanzar la carretera que nos lleva directamente a La Cabrera donde llegamos a las 13:00.

Sin percances y bien zurrados después de un día con agradable temperatura, llegamos a casa a la hora de comer.

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De pendoneo por Miraflores

Ruta realizada el Sábado 21/01/2023

Dificultad Física
Dificultad Técnica
28.6 km
613 m
43 Km Distancia Madrid
3h07'
2h40'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), 15% de trialeras, sin obstáculos, sin limitaciones de temperatura, zona de fotografía interesante

Participantes: Alfredo, Félix, Mario

Mas detalle ruta

Temperatura media: 8.5
Descarga ruta: Miraflores-Bustarviejo-20230121.gpx
Reproductor audio crónica:

Dice el refrán: «En Enero, días de caballero». Después de unas lluvias, nieves, vientos y fríos se abría la ventana de un día templado y soleado.

Las predicciones meteorológicas eran propicias para el sábado y no podía dejar escapar un día tan espectacular, aunque no estoy en mi mejor momento. Esta semana salgo de un Covid-Gripe que me ha tenido doblado ocho días dejándome flojito y cabreado. El lunes empecé en el nuevo gimnasio. El Ciclo me vino bien, pero el Bodypump me proporcionó unas dolorosas agujetas incrementadas por el Bodycombat que me han durado hasta hoy. Por si fuera poco, anoche jugué un partido de pádel de hora y media.

Hacía tres semanas que no tocaba la MTB. La ruta «mariana» que me propuso Mario durante un café el viernes, no debería ser muy exigente. Apenas 30 kms y 600 de desnivel parecía muy razonable. Daremos la vuelta el cerro Pendón, de ahí el título de la crónica. Pues vamos.

Quedamos en la estación de Miraflores. Un lugar desamparado cuya casa parece haber sido ocupado recientemente y que hemos elegido como punto de partida, por evitarnos la tediosa subida hasta el pueblo por ese adoquinado que tanto se atraganta. Nada más aparcar empiezan a pasar cerca unos individuos que nos levantan sospechas de posibles hurtos. No es que lleve cosas valiosas en los coches, pero son mías y además es un incordio que te rompan un cristal. En estas estamos cuando llegan más coches de ciclistas. Entablo conversación con ellos y uno, comenta que hay un refugio cerca de «menas», lo que explica el pelaje de los transeúntes. Al llegar Mario, le saludan a coro por su nombre ante el asombro del mismo.

Salimos en dirección Este, para seguir las vías del tren hasta un senderito por que el hemos entrado en sentido inverso innumerables veces. El terreno está salpicado de charcos de anchura y profundidad variable que me recuerdan que mi primera decisión del día, al respecto de si debería llevar o no las botrancas, ha sido más que acertada.

Al poco, hemos tenido que parar para cambiarnos de guantes y quitarnos ropa porque la subida y el sol ha calentado nuestros cuerpos serranos. Alfredo que volvió de esquiar sin esquiar por un Covid, tira del grupo como si no hubiera un mañana. Hasta que no se desbrava, nos lleva con el gancho. Mario le sigue bien, pero yo voy arrastrándome como puedo hasta conectar con el camino de Las Viñas que parece que nos da un respiro.

Allí nos comemos el plátano en una mesa con vistas a las canteras donde un día ya lejano, nos colamos para que nos enseñaran como se cortaban esos inmensos bloques de granito, pero nos echaron de inmediato sin más explicaciones. El paisaje es espléndido. Echamos en falta un pequeño chiringuito donde tomar un chocolate con churros. Y es que los alcaldes de estos pueblos serranos, no cuidan los detalles.

Seguimos subiendo dejando atrás uno de los penales que las huestes fascistas, entre 1939 y 1944 crearon para que los presos defensores de la República, purgaran sus penas con un trabajo tan duro como denigrante y esclavizante. En España había al menos 300 campos de concentración diseminados por todo el territorio. Aquí os dejo el enlace para informarse más en detalle.

Llegamos al agradable pinar que nos da entrada a Bustarviejo, salvo que esta vez lo hacemos a la inversa por lo que debemos seguir dando pedales y empujando en algún punto. Me planteo si dejarme caer por el GR10 hasta el coche, pero se me pasa enseguida. Salimos a la carretera para coger el camino que lleva a la mina de plata que visitamos hace un porrón de años cuando vino por primera vez Agustín Tajuelo. Recuerdo que tuvimos cachondeo, sobre todo Juanito, porque vino con zapatillas de fútbol sala e iba pisando nieve en varios tramos. ¡Qué tiempos!

El camino propuesto en la ruta, no pasa por la puerta de la mina, sino que la bordea. Es un camino espectacular llano en su mayoría, que no conocíamos y que se hace muy agradable. Llega hasta la carretera que baja del puerto de Canencia y empalma con el sendero clásico que nos lleva por el valle hacia el camping para terminar en la estación. Vamos disfrutando como chiquillos sorteando los innumerables charcos y piedras que en algún punto hacen bajarme de la bici.

Admiramos a Alfredo viendo como pasa por varios puentes de piedra en los que Mario y yo, lo hacemos a pie. Ahí, un error y ese día comes sin sal (en el hospital). Noto que llevo tiempo sin montar y he perdido pericia. Incluso en un punto, cerca de Bustarviejo al intentar bajarme, se me ha quedado el pie enganchado en el pedal y he dado un revolcón por unas matas de cantueso. Sin consecuencias más allá de levantar un suave olor a romero que sólo Mario y yo hemos disfrutado, porque Alfredo iba ya con la clásica «putansia» de las 13:00.

Y nada más. Llegamos a la estación para comprobar que a los «menas» los habíamos prejuzgado erróneamente y después de lavar las bicis nos volvemos a Madrid no sin antes tragarnos un atasco por obras en la carretera de Colmenar. Día estupendo con buena temperatura para esta época del año y bonito paseo para ir tomando el pulso al nuevo reto del 2023.

Os dejo con el gran Sinatra y su Fly Me To The Moon.

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Tres Cantos y cuatro jinetes

Ruta realizada el Sábado 10/12/2022

Dificultad Física
Dificultad Técnica
34.9 km
532 m
20 Km Distancia Madrid
2h38'
2h18'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), sin trialeras, sin obstáculos, sin limitaciones de temperatura, con algunas fincas privadas

Participantes: Alfredo, Félix, Pepe, Rufi

Mas detalle ruta

Temperatura media: 9.4
Descarga ruta: Tres-Cantos-Vertedero-20221210.gpx
Reproductor audio crónica:

Hacía un mes que no salía a montar con los colegas. Entre la fractura del brazo de mi chica, un viaje, la baja del gimnasio y las lluvias pertinaces, las mantecas se acumularon como las de la pularda que me había zampado dos días antes. Hay que salir como sea y aprovechar la ventana de anticiclón que se aproximaba para el sábado. La noche anterior ha llovido con intensidad y las probabilidades de encontrar charcos y mucho barro son altas. Después de barajar distintas opciones decidimos hacer una sencilla y con mucha pista e incluso asfalto. Además está cerca por si el parte meteorológico sale rana. Así que a Tres Cantos.

Me despierto a las 6:30. Desayuno y me pongo a hacer bricolaje con un cajón de la cocina que se ha roto. Hago tiempo revisando también la bici. Salgo demasiado pronto. Estoy llegando con más de un cuarto de hora de antelación al punto de recogida de Alfredo. Me paro en el semáforo de Manuel Becerra y con el móvil pongo un whatsapp para avisarle. Me pita un coche que está en paralelo y es la Policía Municipal. Me sonríe con gesto de «pero que haces con el móvil conduciendo». Le hago un saludo con la mano abierta con cara de inocente. Se sonríe más. Suelto el móvil y vuelvo a pedir excusas con la mano. Creo que les ha llamado la atención la bici que va en la baca. En general, se puede decir que la Policía Municipal y la Nacional son personas muy educadas, condescendientes y amables. A veces demasiado con quienes no se lo merecen. Yo no valdría para ese trabajo.

Aparece Alfredo con cara de sueño casi inmediatamente. Llegamos veinte minutos antes y como hace buena temperatura aprovecho para limpiar la cadena y engrasarla. Llega Rufi a quien suponía de viaje. Al poco Pepe reclamando: «que sea la última vez que llegáis antes que yo».

Decidimos hacer la ruta a la inversa para evitar la bajada inicial que siendo de poco desnivel podría suponer un extra de frío. Y de paso, lo vemos con otra perspectiva. El paisaje está muy verde y húmedo. El olor a campo mojado nos agrada. Unas vacas con sus terneritos dan color a un campo vallado y Pepe me reclama la primera de las fotos.

El terreno es llano salvo algún que otro resalte, que me hace recordar que no estoy en mi mejor forma. Me duele el cuerpo del pádel del día anterior y de unos estiramientos que hice hace un par de días. ¡Qué desagradecido es el organismo! Basta que dejes la rutina de ejercicio por un breve espacio de tiempo para que retrocedas vertiginosamente.

Llegamos al vertedero y me sorprende la baja densidad de aves. Dice Pepe que los buitres no han salido porque hay niebla. Yo lo dudo. Más bien pienso que se debe a que no ha habido tanta recogida de basuras por los festivos de esta semana y están desabastecidos de alimentos. Apenas hay unas pocas cigüeñas en sus nidos y atalayas, algunos milanos y garzas. Lo que sí hay es un olor a mierda que aturde y que se acumula en la zona de subida. Me lo trago con la boca abierta como una trucha fuera del agua. Rufi propone que bajemos de nuevo y nos comamos allí el plátano o que salgamos echando hostias. Por unanimidad aprobamos esta segunda opción.

Lo que queda es básicamente llaneo y bajadas. Vamos conversando sobre lo humano y lo divino haciendo suposiciones sobre quienes harán mejor papel en el Mundial de fútbol de Catar. Nadie apunta que Marruecos puede eliminar a Portugal, como sucedió unas horas más tarde. Lo que está nítido y manifiesto es que como espectáculo, se va pervirtiendo y cada vez más, aburre el dichoso tiki-taka que tanto éxito dio a Guardiola. Luis Enrique «Aburrique» ha tratado de copiarlo desastrosamente con unos jugadores que no tienen ni de lejos la calidad del Barça de entonces. El resultado es que nos ha aburrido hasta el letargo y su merecida destitución la celebramos aquellos que nos gusta el espectáculo más que el mero resultado.

Sólo queda subir hasta el tanatorio de Tres Cantos y coger el carril bici para llegar a las 12:20 al coche.

Proponemos tomar una cerveza; pero Alfredo y Rufi declinan, así que limpio el barro de la bici y para casa. Hoy Alfredo come a su hora habitual.

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Vuelta completa al P. Natural de Izki desde Urturi

Ruta realizada el Martes 25/10/2022

Dificultad Física
Dificultad Técnica
50.1 km
991 m
268 Km Distancia Madrid
5h59'
4h39'
Características Terreno Suelo arcilloso (problemático con lluvia), sin trialeras, sin obstáculos, sin limitaciones de temperatura, zona de cazadores, zona de fotografía interesante

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Pepe

Mas detalle ruta

Temperatura media: 17.8
Descarga ruta: Urturi-via-verde-20221025.gpx
Reproductor audio crónica:

A las 7:30 se toca diana en el Cuartel de Aquihayquevenirllorao. A las 8:00 clavadas estamos todos en el salón de la casa Rural La Atalaya en Meano. Pasamos lista y comentamos que no sólo las habitaciones están limpias y bien equipadas, sino que la cocina tiene todo los enseres necesarios. Hacemos un café e iniciamos la mañana con un copioso desayuno que nos preparamos nosotros mismos ante la imposibilidad de encontrar un triste bar por la zona. El día anterior hicimos la compra en un súper de Logroño para proveernos convenientemente. Tras el correspondiente lavado de dientes y la visita al señor Roca, aquellos que no lo hicieron con anterioridad, montamos los bártulos en los coches, no sin antes haber lavado los cacharros, barrido y recogido la cocina. ¿Alguna duda de que esto es un equipo organizado? Como dice Domingo, «parecemos un comando israelí».

La segunda ruta del paseo otoñal, es la Etapa Reina según consta en varias consultas en wikiloc, así que estamos todos de acuerdo de que es la que hay que hacer. Partimos hacia Urturi y aparcamos a las 9:15 según el horario rigurosamente planificado, en el aparcamiento del Club de Golf diseñado por Seve Ballesteros. Quince minutos para acicalarse y estamos en marcha. El sargento-semana Alfredo nos lleva achuchando con su clásico, -¡Vamos nenazas!- desde hace un rato, y es que a él le sobran diez de los quince minutos. Ya sabemos que Alfredo vive a otra velocidad en todo. Vive dos vidas mientras que los demás, sólo una. Y está muy bien, el problema es que luego no se acuerda de ninguna de las dos.

Salimos en ligera pendiente de bajada y enseguida nos adentramos en un bosque mixto donde se alternan principalmente robles, pero también hayas, acebos, avellanos y algún nogal. El sendero es una preciosidad sin dificultad técnica. El suelo está tapizado de hojas ocres y hay que ir pendiente de no meter la rueda en huecos que puedan desequilibrar la bici y nos haga ver las hojas demasiado cerca.

Tras retozar por estos paraje unos kilómetros, vemos en una tablilla el anuncio del Roble Gordo al que nos acercamos a conocer. Es un ejemplar soberbio.

El Roble Gordo

Lo retratamos para enseguida continuar la marcha e iniciar la primera de las cuestas ascendentes que nos lleva a Korres. Es un pequeño pueblín sin atractivo que apenas tiene vida. En medio del ascenso sobresale una ermita con algunas vistas a las tierras de labor circundantes.

Al finalizar la empinada cuesta entre árboles y por un hermoso sendero, llegamos a un mirador a escasos metros del sendero.

Tras la bajada por otro bosque nos vamos acercando a Antoñana donde empieza la vía verde de un tren a la ribera del río Erreka.

Lo cruzamos en varias ocasiones antes de llegar al pueblo de Maeztu donde se acaba el cachondeo porque el viento en la planicie nos va frenando. Nos sorprende la limpieza de sus calles y sus grandes caserones de piedra. Da sensación de tristeza porque no se ve prácticamente a nadie y eso que hace una temperatura excelente para esta época del año. Sólo vemos un restaurante en la salida del pueblo, cerca de la carretera. No me imagino vivir aquí todo el año. Además estas gentes no son muy alegres. Carecen de chispa y parecen enfadados. Poco amigables de entrada. Es como si te dijeran con la mirada: «cuidado no te acerques demasiado que voy yo». Se ve mucho «Pecho Paloma» y «Macho Alfa» que diría mi admirado Félix Rodríguez de la Fuente. Vamos, que no me los imagino celebrando los carnavales de Cádiz.

Empieza una cuesta de dos kilómetros por terreno desarbolado hasta Apellaniz. Vamos cada uno a su bola y apretando los dientes. En algún tramo echamos pie a tierra cuando las pulsaciones se ponen al rojo vivo. Cruzamos el pueblito sin interés y nos adentramos en otro bosque con fuerte pendiente donde las moscas del roble nos martirizan durante dos kilómetros más. Estas mosquitas son tan listas como pesadas e insistentes. Se agazapan en las cuestas más empinadas a la espera de incautos ciclistas donde la velocidad nos impide deshacernos de ellas. El cuadro es de risa. Vamos subiendo una cuesta infernal, sudando como pollos, con una mano en el manillar, la otra haciendo aspavientos, dando soplidos para evitar que se nos metan en la boca o lo que sería peor; que en una aspiración profunda, se los cuele hasta el pulmón. Pepe asegura haberse comido unas cuantas moscas y aunque es de buen comer, y come de todo, asegura que carecen de interés culinario.

Ya hemos terminado la cuesta y desde el cerro de San Justi contemplamos las tierras bajas desde un mirador antes de iniciar la bajada pasando por Arluzea camino de Markínez.

Esta parte carece de vegetación ya que es zona de labor, pero rodeado de picorotes de piedras calizas de caprichosas formas. Hacemos un atajo antes de adentrarnos en el bosque.

En ligeros sube y baja, que ya nos parecen menos divertidos que al principio de la mañana, transcurren nueve kilómetros hasta el embalse de El Espinal junto al Club de Golf.

Preguntamos si se puede comer. Lo regenta una argentina fea, viejuna, escuálida y antipática . Me muerdo la lengua cuando me dice que ahí no se pueden dejar las bicicletas. Son las 3:30h y no hay mucho donde elegir. Así que resignados comemos con vistas al campo de prácticas un plato único y sin expectativas.

Equipados y metiendo tripa

Pido los chipirones encebollados. Hieden un poco a cubo de basura y su sabor declaran que han sido recalentados numerosas veces a lo largo de los meses que llevan cocinados. Sólo pido que puedan ser evacuados por su conducto natural sin dejar secuelas en mi organismo.

Abandonamos Urturi para llegar a Meano. Mi ano, afortunadamente sigue sin avisos de necesidad imperiosa de expulsar la bazofia recién absorbida, lo que me tranquiliza. Ducha en el alojamiento y tras breve siesta , cogemos el coche camino de Laguardia. Bonito, elegante y señorial pueblo alavés donde hay algo de vida y varios monumentos religiosos de interés como la Iglesia de Santa María de los Reyes. Copio literalmente de Wikipedia: «La pieza más destacada de la iglesia es el pórtico, que se labró a finales del siglo XIV y fue policromado en el siglo XVII. Es uno de los pocos pórticos policromados que se conservan en España… , se cierra con una capilla que es la que ha permitido la conservación de la pintura.» Y se cierra tan bien, que no pudimos verla a pesar del aviso de Rufi. Hice una foto del cartel exterior para hacer creer a Rufi que lo habíamos podido contemplar y se lo pasé a través de WhatsApp. Se lo tragó.

Cenamos en el restaurante que parecía tener mejor aspecto. El chuletón que se zampan Alfredo y Pepe al alimón, es de su gusto aunque comentan que estaba mejor el de Riaño. Domingo se aprieta unos callos picantes con dos cojones. Al parecer están exquisitos. Y yo me decido por un bacalao de buen aspecto; pero que está saborío. A diferencia de todos los demás, el camarero es amable y sociable. Incluso sonríe ante los comentarios jocosos de Pepe. En resumen, puedo asegurar que de media he comido bastante mejor en otras zonas de España. Y los vinos que nos han puesto, pues tampoco para resaltar, ya que son impropios de la fama que esta zona tiene. Cierto es, que no hemos pedido vinos caros, pero se espera que los vinos de «medio pelo» destaquen algo más. Sigo pensando que el vino que venimos comprando Pepe y yo, desde hace años en Alcobendas, sin etiqueta por ser de excedentes de la Rioja y por sólo dos euros y medio, se caga en la mayoría de los que nos ponen por veinte euros o más, en muchos restaurantes tirándose el rollo.

Y sin más volvemos a casa por esas carreteras oscuras. Alfredo que no bebe se niega a conducir porque pasadas las 10:30h y habiendo cenado ya no es persona, sino zombie. Así que me ofrezco a conducir porque Pepe está más tocado de lo habitual. Ya en Meano, acostamos a Alfredo y el resto nos damos una vuelta por el pueblo fantasma mientras Pepe se fuma un puro. Mañana senderismo.

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De Madrid a Tres Cantos por el Jarama

Ruta realizada el Domingo 11/09/2022

Dificultad Física
Dificultad Técnica
60 km
410 m
6 Km Distancia Madrid
4h33'
3h45'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), sin trialeras, sin obstáculos, no adecuado para temperaturas altas

Participantes: Félix, Mario

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Reproductor audio crónica:

El sábado me encontré a Mario en el gimnasio dando pedales como un poseso y sudando como un reo en galeras. Así que le pregunté cuando reanudaría sus salidas en MTB y me contestó: mañana. Pues me apunto, le contesté. ¿Dónde vamos? A las 9 en mi casa. Dicho y hecho.

Con la puntualidad que caracteriza al grupo, salimos por el Parque del Conde de Orgaz camino de la Alameda de Osuna, para coger el carril bici en dirección sur. La mañana está agradable, de momento. Salimos al polígono de las Mercedes para llegar por carretera hasta la pista que recorre la rivera del Jarama. A buen ritmo vamos charlando. Le voy contando las batallitas de cuando en el Banco éramos un grupo muy animado de amigos que nos hacíamos bromas un tanto elaboradas.

Llegamos al punto donde la pista tiene un cartel que indica hacia Torrelaguna. Por ahí nunca he ido. Por aquí disminuye el tráfico de globeros. Avanzamos algo más para empezar a ir hacia el oeste y en una alameda donde pasa el arroyo de Viñuelas-casi seco-, nos tomamos el plátano.

Reanudamos la marcha con un calor aplastante. Salimos a la valla del Soto de Viñuelas con su cuestita a pleno sol que nos empieza a tocar las narices. Seguimos en paralelo al carril bici hasta llegar a la Dehesa Boyal de San Sebastián de los Reyes donde pasamos muy cerca de la casa de Miki. Más solazo hasta llegar a Valdelatas. Salimos y en una explanada veo a los lejos una especie de dron que se hunde en la vaguada. Al acercarnos podemos comprobar como un señor porta en su brazo un halcón peregrino. Le pido permiso para acercarnos y muy amablemente nos cuenta que es un pollo de apenas un año al que está entrenando. Se dedica a su cría y venta para aeropuertos. También para los árabes que pagan muy bien. A razón de unos 3000 euros por ave. Los aparatos que lleva el pájaro son dos transmisores GPS para controlar sus movimientos. Nos dice que uno de ellos es de un satélite exclusivo de los árabes para estos menesteres. Se lo pueden permitir. Nos hacemos unas fotos y le dejamos con su cría de halcón.

Ya sólo queda volver cuanto antes porque el calor nos revienta. Llegamos a las 13:25 a la puerta de mi casa después de 60 kms a buen ritmo y con el culo como un mandril. Tanto tiempo dando pedales y sentado en un incómodo sillín, no le sientan bien a mis delicadas posaderas.

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De El Boalo a la tormenta imperfecta

Ruta realizada el Jueves 25/08/2022

Dificultad Física
Dificultad Técnica
40.4 km
1130 m
39 Km Distancia Madrid
4h40'
3h41'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), sin trialeras, con un obstáculo, sin limitaciones de temperatura, zona de fotografía interesante

Participantes: Domingo, Félix, Pepe

Mas detalle ruta

Descarga ruta: 2022-08-25-El-Boalo-Vuelta-a-La-Pedriza.gpx
Reproductor audio crónica:

Las del alba serían cuando me levanto dispuesto a una etapa más en este, tórrido hasta la desesperación, verano de mieeeerda. Dicho con mucha moderación, que estas crónicas me consta que son seguidas por personas de corta edad e incluso de entendederas.

Tres en uno (como la Santísima Trinidad-adivina quién es el palomo-), enfilamos desde el parking del pueblo hacia la Sierra de los Porrones que esquivamos para entrar una cerca, donde numerosas vacas, aún adormecidas ni se inmutan ante los valerosos ciclistas. Nuestro objetivo es «circunciclar» el circo de La Pedriza a lomos de las Trek viejas, que diría el artesano-mecánico José de Mibicio y una Orbea de 29″ megaguay. Nos enciscamos pedal va y pedal viene, mientras los calores empiezan a sacar los primeros sudores de agonía.

Llegamos al aparcamiento de Canto Cochinos tras una «frescurita y disfrutona» bajada por el asfalto. Apenas hay coches aún. Tras ese breve descanso, comienza el ininterrumpido ascenso en sentido inverso al del reloj (levógiro, para los cultos).

Dos manadas de vacas han decidido coger la cuesta abajo, por llevarnos la contraria. Sin duda van a tomar café el chiringuito de abajo que está a punto de abrir. Sus culos bamboleantes de inciertas trayectorias, nos hacen dudar si van para la izquierda o para la derecha. Mientras hago alguna foto, mis aguerridos acompañantes me han cogido unos metros de ventaja y consiguen que en ambas ocasiones se pongan de acuerdo los astados hacia donde ha de apartarse. Sin embargo, tres vacas retrasadas tanto en el espacio como en la mente, al ponerse a mi altura chocan entre ellas y se enzarzan en empujones e imprevistos giros, en medio del camino. Por un momento, me encuentro unos cuernos a escasos 50 centímetros. El susto ha sido mutuo. Me ha salido un grito gutural poco parecido a ese que practica con tanto éxito Alfredo (Cuuuusaaahh) en semejantes situaciones y que al parecer funciona. Ha faltado muy poco. Casi me tengo que tirar por la empinada cuesta lateral para evitar ser arrollado o embestido.

Los calores y los sudores se van haciendo más manifiestos y ascienden al son de las alturas que vamos superando. Llegado el punto de ebullición del agua del bidón, empiezan a aparecer las temidas moscas cojoneras. Soplando y haciendo malabares con una mano, trato de que se alejen de mí. Acelero el paso porque de todos es sabido que las moscas en vuelo invertido hacia atrás, a unos centímetros de las gafas no pueden alcanzar una velocidad superior a los 12 km/h. Con tal ahínco pedaleo, que me distancio de mis compañeros. Tengo la esperanza de que me dejen en paz los dichosos dípteros y decidan ir a por mis acompañantes, sin duda más jugosos por bien sudados. Comento con Domingo que he llegado a la conclusión de que las puñeteras moscas hacen relevos cada 100 metros con el malvado fin de martirizarnos el mayor tiempo posible.

En una de las infinitas curvas observo un cartel que debe prohibir algo, lo que levanta mis orejas de can de modo automático. Me acerco para ver las vistas del barranco al Manzanares y llega Domingo. Le pregunto por Pepe y me asegura que va detrás a escasos metros y que nos verá, pues las bicis están cerca del camino. Pues no. Hacemos unas fotos y emprendemos la persecución. Las moscas le hacen apretar el ojal a Pepe de modo que ya nos nos volveremos a ver hasta el bar en el pueblo. Trato de avisarle dos veces, pero no hay cobertura. Le dejo un mensaje que convenientemente ignora pues con las orejeras bien ceñidas, sigue pensando que vamos por delante y no se le ocurre tirar de móvil.

Llegamos a las Buitreras, antaño comedero de estos feos pajarracos y convertido en una amarilla planicie descansadero-cagadero de vacas. Ligera bajada que se agradece antes de comenzar una nueva subida que se me hace muy pesada y larga. Mi nivel de glucosa ha descendido y el sabio cuerpo me avisa que debo ingerir algo. Vemos el camino que asciende hacia el Ventisquero de la Condesa. Unas gotas de agua me caen en los brazos que hago notar a Domingo quien aún no las ha percibido. Pronto será muy distinto. Hago un llamamiento a mi virtual amigo Anselmo de la AEMET, a quien invoco en momentos claves, en este caso para solicitarle un poco de lluvia que mitigue nuestro calor y sudor. Al parecer está de vacaciones y el recado lo ha cogido un becario. La madre que lo parió.

Pepe, estará por ahí

Justo en el sitio más desarbolado y cuesta arriba, se lía parda. Estamos cerca del Puente de los Manchegos y rompe a llover a cántaros como si no hubiera un mañana. Continúa con un granizo que no alcanza tamaño suficiente para hacer daño; pero que mosquea. Subimos el cuestaco hasta el Mirador de Los Pastores jarreando a cubos. Ahí hacemos unas rápidas fotos antes de empezar la interminable bajada por la cara sur. Sin coger velocidad porque estamos calados hasta los hueVos. Sí, con V.

Sin más cogemos el desvío hacia El Boalo, donde nos cruzamos con un e-ciclista de Enduro que anda perdido buscando a sus colegas. Tras recorrer tres kilometros, por donde no es y delante nuestro, nos pregunta con aviesas intenciones. Sé que no quiere declarar su intención de ir por el sendero que baja a Cantocochinos, ya que está prohibido. Le indico donde está el desvío de caminos que anda buscando y que sus colegas le han dado como referencia del inicio de la trialera. No lleva GPS y no es de la zona. Allá él.

Cerca de la Sierra de Los Porrones llama Mario para avisarnos de que está en la plaza esperando que lleguemos para comer. Le digo que llame a Pepe para avisarle que vamos detrás suyo y que en 30 o 40 minutos estamos con él. Allí nos encontramos según el horario previsto. Caen unas cervecitas, para hacer hambre y nos cambiamos de local para comer un espléndido menú en Don Baco.

Tras los cafés, nos vamos a mi casa a tomar otro café con hielo y pegarnos un baño. Pepe nos deleita con sus lances al agua desde diversas posturas. Nos recuerda a una mítica película sobre una orca.

**** ATENCIÓN no existe el video VID_20220825_171759.mp4 en el álbum de Google de la crónica

Hacemos balance de nuestras gorduras veraniegas sin tapujos porque se ven las lorzas a pleno sol y esplendor. Sigo pesando menos que ninguno, como pudimos comprobar balanza en ristre, lo cual no me enorgullece pues es manifiesto que también soy en más bajo de los cuatro.

De nuevo en casa en animada charla disfrutamos de un buen clima y ambiente cervecero; menos yo que como no tengo que conducir, le doy al agua sin gas. En esto que nos dan las ocho y media de la tarde y levantamos la sesión. Buen rollito y mejor compañía.

Ya estamos deseosos de retomar la compañía de los dispersos Rufi, Juan, Miki, Juanlu y Alfredo.

Os dejo con Krahe y su versión de La Tormenta de George Brassens

Besos amigos.

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En Burón, los yayos sin ayas hallan un bosque de hayas

Ruta realizada el Jueves 09/06/2022

Dificultad Física
Dificultad Técnica
14.7 km
422 m
311 Km Distancia Madrid
3h07'
1h56'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), sin trialeras, con dos obstáculos, no adecuado para temperaturas bajas, 1000 metros no ciclable, zona de fotografía interesante

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Pepe

Mas detalle ruta

Temperatura media: 22.5
Descarga ruta: Buron-Norte-20220609.gpx
Reproductor audio crónica:

La ruta de hoy es de las más cortas que hemos hecho en la historia de este grupo. Nuestra intención era múltiple: no volver demasiado cansados y que nos dejara un buen regusto después de las andanzas de los tres días anteriores; comer bien y temprano para regresar a casa pronto; y recorrer un bosque de hayas por su interior. Veremos que lo conseguimos todo.

A la hora convenida de las 8:30h estábamos desayunando. Ya habíamos hecho todos las correspondientes maletas e incluso alguno, aliviado sus necesidades fisiológicas. Unos yayos de mayor edad y envergadura nos acompañan en el desayuno. Son seis. De Burgos y vienen todos en una furgo donde meten las e-bike y el equipaje. Nos cuentan que han hecho 80kms y 1800m de desnivel por Posada de Valdeón. Ahora van a coger el teleférico de Fuente Dé y repetir buena parte de la ruta que hicimos en 2011 (Sotres, Bejes y Potes). Les aviso que no salgan al Desfiladero de la Hermida por el peligro de la circulación y que suban por el odioso Collado Pelea. Está claro que debemos ir pensando en cambiar a las bicis eléctricas.

Después de lavarse los dientes y pagar el alojamiento cogemos los coches, metemos las maletas y subimos las bicis para salir destino a Burón. Este pequeño pueblo ya le conocemos del día anterior donde comimos siguiendo indicaciones de Nadia, la camarera del bar Calleja en Maraña. Se encuentra en uno de los brazos del embalse de Riaño en dirección noroeste de Boca de Huérgano y a 18kms de nuestro alojamiento.

Llegamos a las 09:45. Dejamos el coche en la puerta del restaurante vasco Gure-Txoko, donde luego comeremos de nuevo, y enseguida salimos bordeando el embalse que aquí apenas tiene profundidad. Elegimos el sentido de las agujas del reloj porque la ruta tiene un desnivel de apenas 400m; pero concentrados en 2 kilómetros, lo que aconseja que elijamos el sentido con menos pendiente.

Todavía relamiéndose el yayo Alfredo del chuletón que se zampó el día anterior, encabeza la marcha hacia el valle de Mirva en una moderada subida que nos permite disfrutar del entorno mientras nos acercamos al bosque de hayas que observamos con pavor. Hasta ahora casi todo el bosque que hemos visto ha sido lateralmente dado el enorme desnivel en donde se hallan las masas boscosas. Entendemos que los prados han sido anteriormente bosques que antaño fueron talados y que lo que queda es por la gran dificultad que representaba su explotación con los medios de la época que no eran sino acémilas y otros semovientes para el arrastre de madera.

Al llegar al inicio del hayedo se acabó el cachondeo. En el km 4,7 nos recibe un cuestaco imposible de tramos con pendientes superiores al 20%, llegando al 28%. Dudamos que con e-bike se pueda subir. Desde luego con piedras sueltas y con nuestras piernas sólo nos queda que empujar ese kilómetro de la Muerte. Los hombros están cansados de empujar, pero los gemelos me estallan completamente contracturados.

Finalmente llegamos a un prado denominado El Hedo donde sobresale una torre de vigilancia de incendios extrañamente situada, donde nos subimos para hacer unas fotos y volar el Retortijón.

Las calcáreas montañas de Picos de Europa se ven brillar al fondo.

En dirección Este nos internamos en el bosque; pero esta vez en descenso muy pronunciado. Mucho mejor. Las hayas son de tamaño medio, pero la obscuridad se adueña de la luz y la temperatura baja unos grados. En algunos puntos es complicado permanecer en la bici.

Poco después de atravesar una barrera de madera surge un desvío que Alfredo propone seguir y que baja al pueblo de Retuerto. Su objetivo es alargar la ruta. Me lo pienso y decido que no hay necesidad de pegarse otro subidón para enlazar de nuevo con el track original. Arranco e inicio una pendiente que alcanza el 11% que no supone mayor problema después de lo anterior.

Ya fuera del bosque, recorremos el arroyo del Rabanal, donde se ensancha el valle y en ligera pendiente hacia abajo, llegamos a un punto donde nos sorprende un tronco de haya enorme horadado.

Alfredo hace trabajar a Retortijón que para eso carga con él. Lo pone en modo persecución haciendo las delicias de unos senderistas que nos cruzamos.

Seguimos hasta el pueblo donde llegamos pasadas las 13:00h. Nos cambiamos en las inmediaciones del restaurante haciendo un striptease en pleno pueblo aprovechando que no hay gente, salvo un obrero poco interesado en nuestros atributos. Comemos en la agradable terraza un menú muy apañado y después de un breve paseo alrededor de la iglesia cogemos los coches de vuelta a Madrid. Nos despedimos porque seguimos rutas distintas. El Waze nos sugiere seguir los pasos por la N-VI, pero Domingo y yo decidimos volver por donde vinimos para evitar la posible congestión de entrada en Madrid. Y con esto se acaba otra de nuestras divertidas e inolvidables escapadas.

Repetiremos en Octubre para ver los colores otoñales.

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¡¡¡Y van 14 🏆 Roland Garros!!! El año del 14

Ruta realizada el Domingo 05/06/2022


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Nada hacía presagiar que este año Rafa volviera a estar en lo más alto y morder de nuevo la Copa de Los Mosqueteros. Tan sólo hace cuatro semanas se retiraba del Master de Roma por los intensos dolores que le produce la osteocondritis del escafoides. Juanito nos puede contar mucho de esta lesión que también el tenis le produjo, que si no es lo mismo será algo parecido. Sin embargo, Rafa lo iba a intentar y vaya si lo ha hecho.

El primer partido serio y a la vez el más exigente de todos los disputados, fue en octavos contra el canadiense Félix Auger-Aliassime que casualmente es entrenado por su tío Toni Nadal. Le ganó en cinco set con mucho sufrimiento. No le vi con la soltura de todos estos años atrás. Estaba lento. Parecía demasiado voluminoso para un jugador de tenis. No dominaba los tiempos y si ganó, fue por su experiencia y porque mi homónimo se arrugó en el momento clave de ganar al Rey de la tierra batida. Rafa se va con un palizón en el cuerpo que me hace sospechar que no va a poder seguir este ritmo.

Ya en cuartos se encuentra con su archienemigo Novak Djokovic, Nº 1 de la ATP en estos momentos. Ambos tienen una edad similar (36 Nole y 37 Rafa) así como títulos ganados de Grand Slam. Son 20 para Nole y 21 para Rafa hasta hoy). En tierra batida hay muchas más victorias para Rafa, pero en superficie rápida es Nole quien le aventaja. El partido está muy reñido, pero la capacidad de sufrimiento de Rafa se impone a un Djokovic que se va desquiciando ante el poderío de Nadal. Al final cede en el 4 sets en un Tie-break de infarto. Esta podría y debería haber sido realmente la final.

El siguiente es el ruso Alexander Zverev, Nº3 de la ATP que con sus 1,98m de altura y sus 90 kgrs saca a una velocidad y precisión espeluznante. Ha acabado con Carlos Alcaraz en la ronda anterior en cuatro set muy peleados. Rafa y Zverev están igualadísimos. El primer set se lo lleva Rafa en el Tie-break por 10-8. El segundo set es más de lo mismo, llegando con empate al tie-break donde una tremenda torcedura de tobillo acaba con el ruso que se retuerce en el polvo de arcilla dando gritos de dolor. Mala suerte para él y un peso que Rafa se quita de encima.

Por la parte baja del cuadro llega a la final un desconocido de la escuela del propio Nadal. Un noruego llamado Casper Ruud que ostenta el Nº 5. Sólo le había visto en el partido contra Cilic.

Pero Rafa es mucho jugador. Mucho tenis para este chaval que nada más salir se arruga ante el veterano maestro de maestros. Rafa a lo suyo gana el primer set sin despeinarse. A Ruud se le hace bola cada vez que Rafa se mete en la pista y cruza la pelota de drive o de revés. El segundo set parece que se decanta para el noruego con un 3-1, hasta que Rafa se planta y enseña los dientes. Le casca 5 juegos seguidos.

Y el tercer set, es un paseo militar para Rafa. Es como pegar a una borracha. 6-0 y a tu casa chaval que ya has llegado demasiado lejos. Esto es terreno de inmortales y tu eres un simple mortal. Recoge la bandeja y aplaude a los mayores.

Y Rafa Nadal lo vuelve a hacer.

Este año es el del Nº 14. Y es que Rafa Nadal es del Real Madrid y sentía la obligación de igualar con victorias en Roland Garros, las victorias de su equipo preferido en Champions. Y vaya si lo ha conseguido.

¡¡¡Aupa Rafa y Aupa Real Madrid!!!

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¡¡¡14🏆CHAMPIONS!!! ¿Cómo no te voy a querer?

Ruta realizada el Sábado 28/05/2022


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Mucho nos ha costado llegar hasta aquí. Eliminar al PSG, Chelsea y Manchester City contra todo pronóstico ha sido todo un orgasmo. Tres partidos para ver y disfrutar. Son como esas rutas que empiezan con unas cuestas del 15% de media, con lluvia, barro, frío… y acaban en las mejores trialeras que te dejan un regusto que no olvidarás durante toda la semana. Si fuera posible te quedarías con los últimos 30 minutos. Pues lo mismo.

Y por fin a la Gran Final en París, donde aún están redoloridos por la eliminación. Con Kylian Mbappé incluído. Os lo podéis quedar para siempre, porque no os sirvió para nada. Aquí nos apañaremos con lo que hay que es mucho talento. Y aunque ya se nos están haciendo mayores, todavía tienen calidad para ganar a los mejores.

El Liverpool venía a por todas y se ha llevado un mojón. Mucho músculo, velocidad y varios talentosos en la delantera. Pero al Madrid no le doblegas fácilmente. Ahí está Courtois. Ese portero que ya sabía lo que es perder Champions contra el Madrid y que decidió aplicar aquello de «si no puedes vencer a tu enemigo, únete a él». Grande y poderoso, ha parado lo imparable. MVP del partido con todo merecimiento. Una vez más Florentino acertó cuando dejó ir a Navas al PSG, para hacerse con sus servicios. Y de paso te llevas a un lesionado Ramos, que con el cojo Hazard ya tenemos bastante.

El Madrid agazapado atrás y con muchas dificultades para sacar el balón controlado. Militao sin la calidad del gran Sergio Ramos, no sabe dar pases que aligeren la presión del rival. Se limita a echarle la pelota al portero que da un patadón p´alante rifando la pelota que casi siempre se la lleva el Liverpool. El centro del campo lo domina el Liverpool que una y otra vez nos pone los pelos de punta con las llegadas del egipcio Salah. Carvajal y Alaba hacen bien su papel. Mendy es superado constantemente. Militao por alto saca algunas.

Arriba Benzemá apenas la toca. Vinicius pierde una y otra vez la pelota. Acaba la primera parte con un gol anulado a Karim en una de las pocas ocasiones que llega al área del Liverpool.

La segunda parte se nivela algo el juego, pero la iniciativa sigue del lado inglés. Valverde con mucha fuerza se fuga hacia delante e intenta un tiro rasante a puerta que va desviado. Benzemá deja pasar el balón consciente de que si la toca, le pitarán fuera de juego. Y ahí llega el rapidísimo Vinicius para empujar la pelota a gol. ¡¡¡GOL, GOL, GOOOOOOOOL!!! El Madrid sigue en racha de suerte. Es la suerte de los campeones y es la suerte que se ganan los talentos por mérito.

El Liverpool mohíno lo intenta, pero ve la sombra de lo que les pasó en el 2018. Pasan los minutos y el Madrid aplica el catenaccio, ese sistema táctico ultradefensivo inventado por los italianos y que Ancelotti conoce de primera mano.

Y por fin la gloria. Saltos de alegría de los madridistas y lamentos de los ingleses. Otros que no asimilan que el Real Madrid es el mejor de todos los tiempos, se retuercen en el sofá de su casa.

Una vez más a la vitrina la orejona.

La Orejona
Miki, tendrás que hacer otra sala de trofeos más grande porque se nos queda pequeña.

Este año contra todo pronóstico hemos ganado la Supercopa de España, La Liga y la Champions. Los dos primeros trofeos apenas cuentan.

Los madridistas somos más de CHAMPIONS.

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Huyendo del calor por el Valle del Lozoya

Ruta realizada el Jueves 19/05/2022

Dificultad Física
Dificultad Técnica
32 km
846 m
55 Km Distancia Madrid
4h27'
3h13'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), sin trialeras, con un obstáculo, sin limitaciones de temperatura

Participantes: Domingo, Félix, Pepe

Mas detalle ruta

Descarga ruta: Rascafria-Morcuera.gpx
Reproductor audio crónica:

Son las 18:27 y estoy entrando en el garage. Amago con bajarme del coche y una bofetada de calor me desconcierta. Miro la temperatura y 40º. No puede ser. Si tan sólo hace una hora en Rascafría estábamos sentados en la terraza de Casa Juanito a la sombra de un castaño de indias terminando nuestros cafés y estábamos tan a gusto. Tan a gusto, si no tenemos en cuenta los millares de flores que ha estado soltando durante toda la comida y que caían aleatoriamente en los platos y vasos de todos los comensales que estoicamente veíamos como revoloteaban y se entremezclaban con la comida junto a una pléyade de diversas especies de semillas de los árboles contiguos.

Vamos con la ruta. Ante las amenazas cumplidas de los mensajeros del miedo de los telediarios de los últimos días que anunciaban altas temperaturas para estos días, parecía obligatorio que la salida de este jueves fuera por las tierras quizás más fresquitas de la provincia. Así pues, Domingo nos propone dos rutas: una de trazado suave y más kilómetros; y la elegida, algo más exigente con el aliciente de ser propuesta por nuestro admirado Nano Flojo. Elegimos la segunda, que sale de Rascafría.

Llego 10′ antes de la hora convenida, al punto que Pepe nos envía por whatsapp como supuesto aparcamiento amplio y gratuito. Sorpresa. Resulta ser un punto indefinido en medio del pueblo con calles estrechas donde difícilmente se puede aparcar. Continúo y más adelante veo un hueco. Ahí lo planto con serias dudas. Ya sabemos del rigor de Pepe en estos menesteres y por lo tanto llamo para saber donde andan los demás.

Una vez juntos en el extremo opuesto del pueblo, Pepe me explica que hay un aparcamiento a tres euros por coche que aun siendo día laborable y no haber ni uno sólo aparcado, hay un «gorrilla» oficial del ayuntamiento que no duda en querer hacer caja a cuanto turista se precie. Y para invitar a que se utilice ese espacio, unos desalmados le han dicho a Pepe algo así como que donde está aparcado no es un sitio muy recomendable a pesar de estar perfectamente señalizado y legal. Y como el domingo pasado le rajaron una rueda en ese mismo sitio, deciden Pepe y Domingo que deben buscar otro lugar más alejado de semejantes gañanes por si fueran los autores de la miserable acción.

Con unos 22 grados salimos ya en dirección al Paular por un camino verde y frondoso donde aún el ataque del calor no ha hecho mella. Tras siete kms. llegamos a un desvío donde empieza la subida hacia el refugio de la Morcuera. Hace años que no subo esta cuesta y la recordaba mucho peor. Bien es cierto que las veces anteriores, la hacíamos como retorno al punto de partida después de habernos comido la subida desde Miraflores a Morcuera y haber bajado al valle del Lozoya.

Al tran-tran sin prisas ni calores vamos subiendo por el pinar mientras hablamos de nuestras cosas. Echamos en falta el ritmo que impone Alfredo en todas las rutas. Decidimos subir a nuestro aire, que no es necesario sufrir. Yo me encuentro perfectamente a pesar de haber estado contagiado con el dichoso bicho y de hacer tres semanas que no cojo la bici con los colegas.

Casi sin darnos cuenta estamos en el refugio y tiramos hacia la Majada del Cojo. Un recital de adultas ranas surge al paso por la carretera. No me deja de asombrar la persistencia de la vida. Se trata de un menudo charco con apenas agua que rebosa de plantas en flor y donde se amontonan los anfibios. No sé si se pelean o tratan de aparearse. Lo que tengo claro es que les queda apenas 15 días de vida porque ese agua no durará más y ya sabemos que las ranas adultas respiran por los pulmones y la piel, que ha de estar húmeda para poder vivir. Supongo que ese croar tan intenso se debe a la premura que además de servirle para respirar por los pulmones, es para buscar una pareja que perpetúe la especie en el mísero estanque y que el año próximo eclosionen los huevos que han de poner tan rápidamente como les sea posible.

Tras una breve subida, ya sólo queda bajar hasta Alameda del Valle. Pepe propone salir de la ruta de Nano y coger un camino más estrecho y menos cuidado. Yo hace años que no bajo por él y me encanta. Tiene unas vistas estupendas. Llegamos al pueblo y preguntamos a un lugareño con aspecto de comer abundantemente, por un restaurante. No hay más que una tasca. Un vulgar chigre que dirían los asturianos, regentado por una tan sombría señora como el local. Pepe trata de hacerla un par de bromas que no entiende y le deja por imposible. En la puerta, varios aldeanos tratan de mantener una jocosa conversación. Somos la singularidad del día en el pueblo. A falta de Alfredo, asumo su papel y trunco con rotundidad al ver la hora que ya pasa de las dos de la tarde.

Llegamos a Rascafría con intención de comer en Casa Juanito. La terraza está completa y esperamos a que los camareros con escaso interés nos hagan un sitio. Tras un buen rato que aprovecha Domingo y Pepe para echar pestes del poco tacto de los camareros, recuerdan las anteriores ocasiones en que se repitieron las mismas circunstancias. Así pues, determinamos que nunca más pararemos a comer en esta población.

Finalmente nos sirven, después de una larga espera, una comida muy vulgar y con poca capacidad de elección. Sin embargo, comprobamos que los camareros son agradables. Lo mejor es la sobremesa y a eso de las cinco de la tarde emprendemos la vuelta donde ya tenemos algo de atasco garantizado.

Un Magnum para acabar endulzados. Ninguno de los tres es asiduo comedor de helados, pero hoy hemos hecho una excepción

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