Alpedrete de la Sierra-Torrecilla-Atazar

Ruta realizada el Sábado 08/01/2005

Dificultad Física
Dificultad Técnica
47.9 km
1387 m
60 Km Distancia Madrid
5h26'
3h59'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Alfredo, Félix, Pepe, Jesús, Julio

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Empezamos otro año, y ya van unos cuantos. Hay veces que me da pereza salir a la sierra, cuesta madrugar, las rutas se me hacen largas y se que estaré toda la tarde dolorido, quizá estoy perdiendo la ilusión por la bici; pero no, todo cambia una vez que paras el coche, con el frío de la mañana, los abrazos de bienvenida de todos, las bromas, los preparativos, la pista por delante y todo el campo alrededor. ¡Qué coño! ¡Esto mola!

En un alarde de condescendencia con los dormilones, hemos quedado a las 9h en Alpedrete, nosotros y todos los cazadores de diseño que hay en la provincia de Madrid. Llegan en un montón de todoterrenos cargados de gordos y de viejos, incluso en alguno de los individuos coinciden ambos factores.

Nos ponemos en marcha con mucho frío, con dirección a Valdepeñas, pero enseguida nos desviamos por la pista del canal que sale a la izquierda, que viene a ser la continuación de la que sale del Pontón de la Oliva. Un poco de páramo y entramos en la zona boscosa del arroyo de la Concha. Aquí empieza la subida, suave pero continua. Hay algún repecho con más pendiente, que hace que se nos pase todo el frío que traíamos. A la vez que nosotros cogemos altura, el sol va también accediendo a puntos más bajos, con lo que pronto vamos pedaleando protegidos del Norte y con un sol brillante.

Hace tiempo que no hacíamos este ascenso y es uno de los que me gustan, no hay demasiado bosque y las zonas arbóreas son casi todo pino, pero hay unas vistas del valle increíbles.

Nos vamos dando cera, cada cual a la medida de sus posibilidades, pero las diferencias arriba no son tantas. No hacemos más que parar nosotros en la cumbre y llegan los coches de los cazadores, que se han debido estar poniendo hasta el culo en el bar del pueblo, venga cazalla y platos de migas.

Encontramos el sendero por el que debemos hacer el descenso y verdaderamente, tiene un aspecto bastante difícil, pero se distingue claramente el tratado en todo lo que nos alcanza la vista. AL menos parece que no habría que improvisar.

El problema es que ha llegado también el guarda forestal que acompaña a la cacería. En el pueblo tragó cuando le dijimos que íbamos a coger la pista hacia arriba, pero aquí ya no traga y dice que de salirnos de la pista nada, que se trata de una cacería autorizada y regulada y que no quieren accidentes (nuestros, que los de los jabalís no les importan).

Han enviado más de cien perros por el otro lado del cerro, con sus ayudantes. Ahora un chaval del pueblo se encarga de ir bajando a los gordos e irlos repartiendo por los puestos que hay en la ladera, donde se sentarán cara al sol, bien resguardados, a dormitar el almuerzo hasta que les pongan los gorrinos por delante y tiren de escopeta, a ser posible sin mover el culo del asiento.

No hay opción, hay que seguir por la pista hacia Alpedrete, bueno opción si que hay… Nos cogemos el camino que cambia de vertiente y tiramos hacia el Atazar, para adornar un poco la ruta. Pero como estamos aventureros, nos metemos además por la primera pista de la izquierda, que desciende en buena dirección, sobre un firme de pizarra suelta. Desciende más y más, hasta meternos en uno de los barrancos de la zona, por donde no debe haber pasado más cristiano que Lucas, que es el nombre que lleva por aquí la cuerda de la sierra.

No hay más remedio, hay que dar la vuelta y remontar el pedregal. Empujamos la bici un poco, otro poco montamos, hasta volver al camino principal y hacernos la bajada vertiginosa hasta el pie del Atazar.  Desde aquí cogemos la pista ya conocida que se dirige al collado del Santo, conocida pero no tanto, porque también hay otro despiste que nos regala una subidita innecesaria, que tendremos que desandar para coger, ahora si, la pista definitiva.

Ahora ya si que estamos en camino, solo que una hora y media más tarde de lo que debiera ser, y lo que más me jode es que no puedo echar la culpa a Félix, no puedo llamarle torpe, no puedo decir que no tiene ni idea de usar el gps (que en cualquier caso no la tiene), pues todos los errores de hoy me corresponden, he sido yo solito el que ha sugerido adornar la ruta, el que estaba de acuerdo en coger la pista de pizarra y el que ha dudado también en la segunda pista.

Llegamos al pueblo casi a las tres, así que de perdidos al río, nos tomamos unas cañas con unas pocas migas de las que han dejado los cazadores y nos vamos para casa ¡que ya está bien!

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El Molar-Canal YII-Pedrezuela

Ruta realizada el Sábado 20/11/2004

Dificultad Física
Dificultad Técnica
45.8 km
822 m
36 Km Distancia Madrid
3h56'
3h04'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Félix, Juan, Pepe, Jesús, Santi, Julio

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Unas cañitas, un rato de cháchara, lo mejor para terminar una ruta tranquila y rápida. Hemos llegado a El Molar después de 47 kms al sol, con un tiempo estupendo y a una hora record: las 12:30h. Creo que después de las anteriores, lo hemos agradecido todos nosotros y también nuestras respectivas.

La vuelta la empezamos hacia el cañón del Guadalíx, en esa pequeña presa de mampostería escondida dentro de un cañón, que no tiene un uso muy claro, ya que no parece que nunca pudiera haber embalsado una gran cantidad de agua como para abastecer a la población o regular un cauce que nunca debió pasar de exiguo. El caso es que desde aquí se enlaza con un sendero sinuoso, fácil de ciclar, que se refugia del páramo en un cañón donde abunda la hoja caduca, chopos en su mayoría. En algunos tramos está cubierto por escarcha, aunque no hace mucho frío. Vamos jugando por el camino, a veces charlando, otras solo molestándonos unos a otros. Disfrutamos del recorrido hasta salir a una pista del CYII más amplia.

Seguimos por camino asfaltado, que llevaremos casi toda la ruta, hasta la carretera que conduce a San Agustín de Guadalix. Al abrirse el valle se ve la zona industrial del pueblo al fondo. Es un paisaje amplio, abierto, el límite de una dehesa de encina, con tierra de labor y expansión industrial.

Cruzamos la carretera y seguimos por pista del mismo estilo, a ampliar hacia el sur nuestra ruta, por unos tramos de pista que no hemos hecho anteriormente. Es un poco más de lo mismo, aderezado con un par de cueles de Félix con el gps, que nos sirven para subir unas cuestas “de gratis” y reírnos un rato a su consta, y es que hoy el día va de tranqui, buscando más la broma que el desgaste físico. Aún así damos algunos tirones para subir de pulsaciones e ir tocándonos un poco las pelotas unos a otros.

Giramos rumbo norte cuando paramos a comer algo. Ya nos hemos comido más de media ruta y vamos como nuevos. Hacemos algunas fotos del otoño, aunque por aquí la mayoría de los árboles son encinas y sabinas, que disimulan su savia otoñal manteniendo el follaje verde, igual que hace Marujita Díaz a base de cirugía y brocha.

Vemos de vuelta la misma pareja de aves que planeaban a la ida y dejémonos de dudas sobre si son águilas o buitres, pájaros grandes… Ahora vamos paralelos al cañón del Guadalix por el que bajamos antes, pero en sentido contrario. Pasamos por la dehesa de Moncalvillo, un poco más verde y de vegetación más variada que el resto de la zona. Hay algún roble y otras especies que no conocemos, creo que algún alcornoque. Hemos pasado también junto a algarrobos, que ahora están cargados de vainas que desprenden un olor dulzón.

Ya salimos a la carretera y tenemos opción de ir hacia la presa de Pedrezuela o dirigirnos hacia el Molar. Optamos por la opción más corta, así que nos dejamos caer hacia el río, para remontar el cuestón del lado opuesto. Por poner un toque de emoción, rompo cadena y nos toca parar a hacer la ñapa. Menos mal que no me ha cogido subiendo el repecho de pie sobre la bici, porque me podía haber calzado una buena hostia. No son ni diez minutos y ya estamos otra vez en marcha. Coronamos en Pedrezuela y seguimos, ya llaneando hacia El Molar. Ahora es cuando llega lo de las cañas que decía al principio y es que no siempre va a ir de llegar tarde y deslomados.

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El Cardoso-El Cerrón-El Hayedo

Ruta realizada el Sábado 13/11/2004

Dificultad Física
Dificultad Técnica
47.1 km
1193 m
78 Km Distancia Madrid
6h32'
4h42'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Alfredo, Félix, Juan, Pepe

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Mucho mariquita vamos conociendo. Les dices que está lejos, que hay que madrugar, que quizá haya un poquito de nieve y todos los homosexuales de la mountain se rajan como el coño de una parturienta.

Hemos quedado en El Cardoso a las 8 de la mañana. El día está frío y con bastante aire, pero en la plaza del pueblo todavía no se nota. Llegar hasta este punto de la sierra pobre es toda una excursión, a Félix y a mi, que vamos compartiendo coche, nos ha dado tiempo a confesarnos, casi hasta enamorarnos, hasta que suena el móvil y es Alfredo, que ya está allí.

Damos unas cuantas voces en la plaza antes de ponernos en marcha, creo que los cuatro vecinos que haya por aquí deben acordarse de nuestros padres, pero afortunadamente, dejamos el pueblo antes de que abran las ventana y nos vacíen el orinal en la cabeza.

Salimos por carretera y encima con un poco de bajada, con lo que el frío se deja sentir en las orejas y en la punta de los dedos. Es bajada hasta cruzar el río Berbellido, luego empieza la subida y el desvío hacia Bocígano. Seguimos por carretera y casi se agradece el repecho para entrar un poco en calor. El cauce del río está marcado por robles que, con el traje de otoño brillan de amarillo (toma cursi).

Volvemos a cruzar sobre el Berbellido y enfilamos la última subida hacia el pueblo, donde nos encontramos con un buen rebaño de vacas, que llevan bastantes chotos jóvenes para la época del año en la que estamos. Hace un aire infame, cuando entre las vacas descubrimos una pareja de viejos.

Pepe, melancólico, enamorado o cansado.

Paramos junto a él, un hombre de mucho pelo y muy blanco, con los ojos claros y más vitalidad que fuerza. Nos explica que las vacas son suyas, que los terneros le llegaron tarde porque no las retiró la guía ¡a saber que cochinada es eso!, así ya no le valen lo que le tenían que pagar, también dice que los cerros de alrededor son el Cerrón, el Santuy y el Ocejón de Majaelrrayo. Las cabras las tiene en el monte y la hija en la ciudad; a las vacas las resguarda en la nave que construyó cuando tenía 64 años. También nos dice que ayer hizo un día muy malo, de mucho frío y con nieve. Nos despedimos y seguimos ruta ¿cuántos viejos de estos pueden quedar todavía en su pueblo de origen? Creo que nos estamos perdiendo algo importante por no dedicar más tiempo a escucharlos. Juan dice que sería interesante compartir con ellos una sobremesa y estoy de acuerdo.

Damos un rulito por el pueblo y volvemos a por la pista que se dirige a la sierra. La primera parte es muy agradable, sube con poca pendiente y hay bastantes robles centenarios, paramos un poco en los corrales de las Canalejas y luego ya seguimos a tomar la subida seria. Enseguida se me pone el corazón a tope, aunque no parece que el esfuerzo sea para tanto. La pista es un pedregal y yo voy sin suspensión, porque se me ha debido joder el cartucho de aire, así que resignación y paciencia.

Juan también empujaba a ratos

No tardamos mucho en encontrar las primeras nieves, que se vuelven hielo en las partes del camino por donde ha corrido el agua. Hay que echar el pie a tierra muchas veces, en una de las placas, Alfredo casi echa también el culo.

La subida es bastante penosa y cada vez que nos quedamos desguarnecidos del viento, éste sopla hasta casi tirarnos de la bici. La subida hasta el collado del Santuy la remato a pie. Creo que Juan es el que más aguanta sobre la montura y Alfredo también lo intenta con ahínco, a mi me vale con dar unas pedaladas lo justo para la foto, encima se ve a Félix que viene por detrás ¿qué más se puede pedir?

Pepe, me parece que quien iba detrás eras tú.

Seguimos ruta sin hacer sufrir la próstata, pues continuamos empujando más que pedaleando. En el collado de la Hortigosa nos hacemos unas fotos contra el aire, de esas que parece que el aire te sujeta. Nos cuesta pasar la bici, en algunos momentos te tienes que estar quieto, sujetarte con fuerza y avanzar sólo entre las rachas de aire.

Por fin llegamos al Cerrón, son 2030 m. está todo nevado y el aire levanta placas de hielo que arroja contra la cerca que discurre junto al camino, los matorrales están cubiertos por carámbanos y en el suelo hay algunas placas de hielo. Hemos coronado y no parece que haya mucha gente por aquí, tan solo las huellas de un animal ¿perro, zorro, lobo? Que ha ido marcando el camino un rato antes que nosotros.

El aire me sujeta completamente inclinado hacia delante

Hay un momento que el aire es tan fuerte que nos da miedo porque la sensación térmica es muy baja y perdemos calor con rapidez. Coronamos lo más rápido posible para guarecernos del fortísimo viento que lanza trocitos de hielo que levanta del suelo y nos impacta dolorosamente en la cara.

Cannondale, un bicicletón para la época

Empieza la bajada. Parece increíble, pero hay que dar pedales también cuesta abajo, en un desarrollo corto, con el sillín bajado y poniendo el pie en tierra continuamente, vamos descendiendo por unas zetas con mucha pendiente. Los pocos tramos del camino que deja ver la nieve muestran una pista infame, un auténtico pedregal que tiene que ser un infierno incluso en verano.

El viento levanta el hielo que se fija en el brezo

Paramos en una cascada helada a hacer unas fotos, es el primer contacto con el río Ermito, que seguiremos en bajada ya mas suave, por un valle bastante abrupto y salpicado de roble, hay incluso algún haya, que debe venir de Montejo, huyendo de los turistas que las asedian continuamente.

Pasamos junto a las ruinas de la Casa del Tío Agustín y a los restos de los corrales antiguos. Aquí ya nos cruzamos con algunos excursionistas andando, que llevan una cara de frío horrible ¡qué sabrán ellos!

Vamos ya castigaditos y es muy tarde, pero no nos vamos a quedar sin pasar por el valle del Hayedo. Llevo ya dos años con ganas de meterme por este tramo del Jarama y no me lo quiero perder, así que iniciamos otra vez la subida, que aunque suave, las piernas la reciben con desgana. El valle es ciertamente lo que prometía, más frondoso y más bonito que el de el Ermito, con una magnífica perspectiva del hayedo, lástima que ya está muy pobre de hoja y la mayor parte del color rojo característico haya que observarlo en el suelo, en lugar de en las ramas.

Hayedo de Montejo visto desde arriba

Coronamos la excursión en unas ruinas y nos dejamos caer suavemente hasta la carretera bueno, también hay repechos.

Ya en el asfalto sólo hay que rodar unos pocos kilómetros, cuesta arriba, cómo no, para llegar a El Cardoso.

Derrotados, con calambres en ascenso y todos juntos ¿qué creéis que podía pasar? Bueno, eso que lo cuente Alfredo si tiene huevos, que luego dicen que hay mucha prensa amarilla.

Con esta ruta decidimos dar por cerrada la temporada de los dosmiles hasta la próxima primavera y además prometemos quedarnos un poco más cerca de casa, para no comer a las cinco ¡a ver si lo cumplimos!

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Somosierra –Acebeda de Robregordo

Ruta realizada el Sábado 06/11/2004

Dificultad Física
Dificultad Técnica
41.3 km
1287 m
80 Km Distancia Madrid
5h45'
4h00'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Félix, Miki, Pepe, Julio

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Hoy vamos de grupo pequeño y es que Jesús anda trabajando, Juan de mudanza, Ángel de vago y a Alfredo no le toca. Ellos se lo pierden, porque nos ha salido un día magnífico, cerca de 20ºC y una luz que molesta a los ojos.

A pesar de que Julito llega tarde, nos presentamos todos allí antes de la hora prevista y en un momento estamos listos. Félix estrena guardabarros y yo camiseta, aunque no sea más.

¿A que no sabéis como empezamos? Efectivamente, cuesta arriba, pero muy cuesta arriba. Se sale del pueblo de Somosierra por una pista a la derecha de la antigua carretera nacional, sobre la que han tenido que echar hormigón en algunos tramos, para que no sea más barranco que pista. No se trata de una rampita, no es un repecho, es una jodida cuesta que nos lleva de 1.440m. a 1700 de altitud en 2 kilómetros, con desniveles desiguales que deben superar el 20% en algún punto. Aún con el 1:1, doy un máximo de 176 pulsaciones, saliendo en frío y Julio tiene un amago de arcada por el ácido láctico y se le cara blanca como el culo de Blancanieves.

Eso sí, en cuanto empalmamos con la pista que faldea por encima del 1.700, el camino se vuelve muy cómo, con buenas, llaneando o bajando un poco incluso, alrededor de La Cebollera Nueva ¡vaya nombre para un pico! La vegetación es principalmente de matorral, aunque también atravesamos un pinar de explotación maderera. Las vistas sobre el valle quedan un poco ensombrecidas por la autopista que hay al fondo y por el ruido que produce, que a pesar de la distancia, nos acompaña durante gran parte del camino ¡para que luego digan que no hay impacto ambiental.

A la vuelta de una curva nos encontramos con dos buitres sobre una piedra, que levantan el vuelo a muy poca distancia de nosotros. Parecen los buitres andaluces de El Libro de la Selva, con su acento andaluz y cubano.

El llaneo termina en el arroyo de La Garita, que empina la pista hasta casi 1.800m, en el cruce con la que va al collado del Mosquito. Nos esperábamos un repecho peor.

Empezamos la bajada hacia Horcajuelo, por una pista que cada vez es más bonita, porque empieza a aumentar la vegetación hasta discurrir junto a unos robles de buen porte, en el segundo cruce con el arroyo de La Garita. Vamos deprisa y en una de las zanjas tengo un sustillo, porque estoy haciendo la bajada con una cala que no encaja bien y en un amago de salto me quedo un poco de medio lado. Creo que Julio también ha hecho una filigrana parecida.

En los 1.200m, antes de llegar al pueblo, giramos a la derecha y nos ponemos de nuevo cuesta arriba. Es una pendiente bastante fuerte, que nos lleva otra vez a los 1.500m y llegamos ya curraditos. Aprieta el sol a pesar de la fecha y nos sobra el pantalón largo, los guantes y todo el pertrecho de invierno.

Afortunadamente ya viene la bajada, en dirección a la autovía, por una ladera frondosa y con ejemplares de acebo y roble de buen tamaño.

En la salida a la autovía, cruzando en dirección a Robregordo, nos encontramos con tres excursionistas, que están perdidas. Les regalamos el plano y seguimos ruta hacia los acebos. A estas alturas ya tenemos decidido que no vamos a subir hasta la horizontal, como teníamos previsto, incluso yo propongo perdonar los acebos e ir directamente a Somosierra, pero la verdad es que, después de estar aquí, da pena perdérselo.

Otra tiradita hasta el bosque de acebos y un pequeño paseo por su interior para disfrutar de zonas umbrías, junto a explanadas de luz cegadora, canto de pájaros, junto al ruido de la autovía.

Muy bonito, muy bucólico, pero vámonos que se está haciendo tardísimo. Félix se queda un poco más, para seguir recorriendo el parque, pero Miguel, Julio y yo nos vamos al coche, donde llegamos con 40 kilómetros recorridos y muchos más cansados de lo que cabría esperar para esta etapa. 

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Navafría-Cascada del Chorro

Ruta realizada el Domingo 31/10/2004

Dificultad Física
Dificultad Técnica
38.8 km
1188 m
64 Km Distancia Madrid
4h21'
3h08'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Alfredo, Félix, Juan, Miki, Pepe, Jesús, José Ángel, Julio, Gustavo

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Hemos previsto una ruta de día entero, que hace mucho que no lo hacemos y para eso tenemos tres días de fin de semana.

La opción ha sido una ruta por la cara norte de Navafría, antes de que haga todavía más frío del que ya hace.

Quedamos a las 8:30h en el puerto. No es mucho madrugar, pues el cambio de hora nos ha dado un cierto margen.

Salimos bien abrigados a coger el camino que sale a al izquierda de la carretera. Ya hemos estado otras veces por aquí y la primera parte es muy conocida. Vamos todos animados y con ganas de broma. Tenemos todo un día por delante. La primera parada es en el mirador, que con la niebla del valle no deja ver nada, pero es igual, aprovechamos para echar un trago de vino de la bota de Jesús. Aquí ya pisamos algunos restos de nieve sobre la terraza del refugio.

Jesús, lleva una bota de vino bueno

Enseguida empezamos la subida que no es demasiado dura hasta que nos metemos de lleno en la nieve. Rodamos sobre nieve virgen durante un buen rato y acabamos pisándola, porque llega un momento que no hay quien de pedales. Coronamos un 2000 y paramos un poco, pero enseguida empezamos a notar frío y hay que empezar la bajada sin demora. Bajar sobre nieve da incierto respeto, pero siempre hay quien se tira a saco y Alfredo y Jesús no lo dudan. Hay algún susto y algún derrape, pero sin consecuencias.

Después de bajar un rato, volvemos a coger altura y nos metemos otra vez en nieve. Ya nos ha chispeado un poco y vamos llevando el culo mojado. El valle está precioso y la sensación de humedad le hace más bonito que en verano. Otra vez estamos pisando nieve en la segunda subida que, aunque no es tan dura como la primera, va pasando factura.

Ahora si que si, la bajada es larga, muy larga, tanto que nos saltamos la pista que teníamos pensado coger y le quitamos a la ruta casi 10 kilómetros.

Ojo al termo que llevaba Félix

Nos damos cuenta abajo, pero ya no nos quedan ganas de volver a subir, así que bajamos más todavía hasta situarnos por debajo del pueblo de Navafría, al que entramos por carretera. Ya que estamos aquí, reservamos para comer en el restaurante y seguimos camino hacia El Chorro.

Al llegar nos sorprende que hay mucha gente en la zona para lo malo que ésta el día. Pronto vemos la razón, están en el parque que han hecho con pasarelas y tirolinas, aquél al que hicimos intención de ir en verano con la familia, pero que nos pareció un poco caro. Damos el paseíto que falta hasta la cascada y allí nos comemos unos bocatas.

Julio y Miguel demostraban poca pericia con la bota de vino

Al iniciar de nuevo el camino notamos el frío en el cuerpo y no empezamos a reaccionar hasta que se inicia la subida del puerto. Este puerto ya nos va sobrando a todos y hay quién insinúa que estaría dispuesto a esperar en el pueblo a que bajáramos a buscarle, pero todos entendemos que es en broma y apretamos el culo y tiramos para arriba.

En la subida se pone a llover, para hacerlo más entretenido. Como vamos justitos de fuerzas, vamos bastante lentos, unos más que otros. Incluso hay algún conato de calambre.

Antes llevábamos guardabarros, pero no valen de nada en estas circunstancias

Para cerrar el día, a los que vamos detrás nos cae una buena granizada cuando estamos a punto de llegar al coche.

Finalmente llegamos y nos cambiamos de ropa ¡que gusto! Nos vamos a comer al pueblo y pasamos un buen rato alrededor de las fuentes de cordero y cochinillo. A todos nos saben a poco, la comida, que de ruta hemos ido sobrados.

Zampando en Navafría

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Rascafría-Cotos

Ruta realizada el Sábado 02/10/2004

Dificultad Física
Dificultad Técnica
48 km
1357 m
56 Km Distancia Madrid
5h32'
3h52'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Alfredo, Félix, Juan, Miki, Pepe, Jesús, Santi, Ángel

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Son las 8:30 y esto es Rascafría, así que hemos llegado. En poco tiempo estamos todos y empezamos los preparativos. Esto se parece cada vez más a la caravana de Marco Polo: ¡He pinchado! (el Glober, cómo no), ¿quién tiene una bomba grande? (Santi, siempre en busca de aires), ¡me roza el freno! (joder Félix, debes tener el freno irritado)… Una vez puesto en orden el material que traemos, discutimos sobre el que no traemos: -yo no he puesto el guardabarros… -pues hay muchos modelos… -a mi me gusta el que es articulado… -ten cuidado al ponerlo en una doble…

Ya casi estamos listos, solo falta echar un vistazo al pedazo cardio que se ha comprado Alfredo y la cámara de fotos de estreno Powershot S70 de Canon. Cogemos agua y nos vamos.

Abandonamos el pueblo al segundo intento, pasando junto a la iglesia, luego la calle de adoquines y después el campo de fútbol, para coger la pista de ascenso al puerto. Enseguida hay que quitarse ropa y quedarse en manga corta.

Como mola la subida al Calderuelas, es ligerita, con buen firme, ni muy plana ni muy empinada, con unas vistas sobre el pantano que son una maravilla. Yo creo que hasta las vacas son de buena familia. Vemos una víbora, que estaba aprovechando los primeros calores del sol en mitad de la pista. Son pequeñajas y flacuchas, pero con mala leche… La dejamos ir tranquila, que ya debe estar buscando refugio donde hibernar. 

Los corrales

Subimos a buen ritmo, pero nos permite incluso hablar un poco. Paramos en los corrales para el primer  avituallamiento y reagrupar el pelotón.

Nuevo empujón hasta la los corrales de más arriba, ya cambiando de sentido y enfilando la pista de bajada. Lo que pasa es que no hemos llegado a los 2000 m. Se ve que lo que es el puerto queda un poquito más alto y no queremos quedarnos con las ganas de ver la otra vertiente de la sierra, así que vuelta y subimos más. Aun así, el gps no llega a marcar los 2000 m, pero se queda lo bastante cerca como para que lo demos por bueno.

La pista de bajada es muy buena y muy rápida –para algunos- pero el firme está seco y resbala cantidad, a poco que fuerces el freno tienes derrapes  de lo más aparentes y vamos dejando una nube de polvo a nuestro paso. Aprovecho para comprobar que en estas circunstancias, es mucho más seguro y eficaz el freno delantero que el trasero, aunque de más miedo.

En el tramo horizontal de la pista que sube paralelo al Lozoya vemos un par de fuentes con mucho agua y cruzamos también algún arroyo. Contrasta ver este paisaje en el momento más seco del año, con la abundancia que hay de agua. Estoy deseando que caigan las primeras lluvias, para verlo más fresco y con color de otoño.

Fuente para el avituallamiento

Hasta las Peñas del Diablo, todo fácil. Luego más bajada todavía, que nos situamos prácticamente sobre El Paular y no debe haber más de 1300 m de altura. Lo malo empieza después, cuando hay que cambiar de pista e iniciar otra vez el ascenso hasta la Sillada.

Estas cuestas ya no son como las de Calderuelas. Aquí las rampas exigen plato pequeño y el firme hace perder tracción con facilidad. Nos desgastamos bastante en el ascenso. Parece que no se acaba nunca, tras cada curva una nueva rampa igual que la anterior, pero que te coge más desgastado. La variedad de vegetación está muy bien, aunque casi no podemos mirarla. Hemos vista los acebos con el fruto maduro, un día de éstos tenemos que acercarnos a ver los de la Fuente de la Reina.

Por fin se termina el asunto y vamos llegando todos al punto de reagrupamiento. Debemos estar prácticamente a la altura de Cotos.

Mientras descansamos y nos comemos las últimas provisiones, pasan una manada de caminantes cuesta abajo que van zurraditos. La imagen asemeja a los rebaños de ñus que cruzan el Serengueti, cansados, sudorosos, con gran predominio de hembras sobre los machos, y éstas igual de atractivas que sus compañeras africanas.

Helechos en el pinar

Como ya lo hemos subido todo, solo nos falta el retorno. Bajamos por un sendero hasta salir a la carretera. Aquí es donde nos separamos. A pesar de que han renunciado a subir el puerto de Cotos, como algunos osados pretendían en un principio, yo me vuelvo por carretera, que se me va haciendo tarde. Es una lástima, porque lo que falta es el camino junto al río, donde se disfruta un montón con poco esfuerzo.

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Cercedilla-Fuenfría-Marichiva-Alto del León-Los Molinos

Ruta realizada el Sábado 14/08/2004

Dificultad Física
Dificultad Técnica
42.4 km
1327 m
47 Km Distancia Madrid
4h09'
3h16'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Pepe, Jesús, Julio

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Empezamos a las 8h. en Cercedilla. Hoy recogemos a Julio de sus vacaciones en la playa, donde dice que no ha usado la bici más que para los recados, aunque no ha perdido forma en absoluto, va igual que antes, puede que sufra un poco más. Jesús se une desde su retiro en Talamanca, buscando el fresco y huyendo de los tábanos que nos acribillaban la semana pasada.

Empezamos por el camino Puricheli, como de costumbre, con sus piedras y sus rampas. La primera parte es muy desigual y vamos desagrupados, con tirones y paradas, estamos con el fine tunning que diría un guiri. Cuando cogemos la pista en el hospital, el ritmo se normaliza y empezamos la subida continua y suave. Jesús va mejor que la semana pasada y se ilusiona, incluso en algún punto aprieta a tope y se pone por delante. Está claro que el coco hace la mayor parte del esfuerzo, las piernas sólo le siguen y el corazón es el que lo sufre en silencio.

Ya bien mediada la subida, Julio y yo apretamos duro con nuestro pique de rigor. Esta vez las paso putas, porque no es lo mismo darle un tirón rápido de 200 metros, que aguantarle su ritmo con el aliento en el cogote. Al final llegamos juntos y con la lengua fuera al Mirador del Poeta. Aquí esperamos a Jesús y comemos algo.

Seguimos subiendo ya más tranquilos, recreándonos en el paisaje, que está con nubes por encima y por debajo de nosotros, nos asomamos en cada mirador y disfrutamos de paseo. En un momento nos piden paso a toque de pito una tropa de globeros, todos vestidos iguales y que se creen que van muy fuertes. Tengo que sujetar a Julio para que no se pique y les pase por encima. La verdad es que, para el tramo de subida que nos quedaba, podíamos haberles puesto las pilas sin despeinarnos, pero Julio no se conforma con saberlo, le hubiera gustado demostrarlo.

No paramos en el puerto, porque vamos frescos y apetece seguir hacia el collado Marichiva. Repostamos agua en el pilón que hay de camino y seguimos.

En la bajada por el pedregal, Jesús lo hace casi todo el camino si poner el pie, Julio baja en plan patinete y yo me quedo el último con mucha parsimonia. Cogemos la pista hacia la derecha, que es un poco más largo, pero creo que tiene mejores perspectivas.

Ya avanzado el recorrido por pista nos encontramos con el guarda forestal, que nos pregunta de dónde venimos y adónde vamos –filosofía pura- Salimos del paso diciendo que vamos hacia el puerto de Los Leones y nos deja continuar, indicando que está prohibido acceder a esta parte del valle durante los tres meses de verano.

El tiempo amenaza lluvia, incluso nos caen algunas gotas. En la bajada pasamos frío, lo que contrasta con el bochornazo madrileño.

Salimos del valle por donde dijimos al guarda que lo haríamos, después de haber disfrutado del paraje casi en solitario, porque vemos a otro pollo que también se ha colado y a un jubilado paseando un perrito por encima del muro del estanque.

Llagamos a la N-VI y tenemos que subir un rato por asfalto. Aquí salimos otra vez Julito y yo a por todas, pero cuando le voy echando el aliento en el cogote, esperando que reviente de un momento a otro, me dice que si esperamos a Jesús, que no es bueno subir separados por carretera ¡ese truco también me lo sé yo! Lo que pasa es que le acepto la propuesta, no sea que me ponga chulo y encima me gane.

Enseguida dejamos el asfalto y cogemos la pista que faldea hasta Los Molinos. Paramos un poco a descansar y nos la hacemos seguidita.  Otra vez me pongo vago y me quedo atrás. Julio se emociona en la bajada de piedras y va rápido, eso dice él, que yo llegué más tarde y no lo vi.

Un poco más de camino y llegamos a Cercedilla antes de la una. Se nota un montón el ir poca gente, porque esta es una de las rutas típicas de entretenerse y llegar a casa tarde.

Tomamos un par de cañas frente a la estación y rematamos una jornada veraniega más. Con esto me despido del grupo por una temporada, porque ahora al que le toca desconectar es a mí.

Miraflores – El Espartal – Canencia

Ruta realizada el Domingo 12/09/2004

Dificultad Física
Dificultad Técnica
49 km
1523 m
44 Km Distancia Madrid
6h10'
4h32'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Félix, Juan, Miki, Pepe, Jesús, Julio, Ángel,

Mas detalle ruta

Descarga ruta: Miraflores-Morcuera-Espartal-Pte-Vallito-Pto-Canencia-Bustarviejo.gpx

Vuelta al cole. Esto se va calentando y hemos recuperado hasta a Angel, que ha hecho un papel magnífico. O no hemos mejorado tanto, o éste ha estado entrenando a escondidas. Lo que sí que mantenemos todos son las ganas de cachondeo desde la salida hasta la llegada.

A las ocho de la mañana quedamos en Miraflores y poco después ya estamos en marcha, según Juan como si fuéramos una excursión de Mamut, (no sabemos a quién hace alusión)

La subida a la Morcuera por pista es tan conocida, que no admite comentarios. La hacemos ligeritos, pero sin forzarnos. Solo Julio y Juan tienen un rato de acelerón, porque se han quedado atrás al principio y quieren unirse al grupo de cabeza. Jesús hace toda la subida con Félix, para dejar claro que ya no está dispuesto a ir a remolque, que si hay que subir se sube y si la tripa pesa, los cojones mandan.

Al coger el asfalto coincidimos con alguno que sube en bici de carretera y Félix se pone a su lado para gritar al resto que eso de que las bicis de carretera suben mejor no es cierto ¡haciendo amigos!

Al cruzar puerto se ve mucha gente mirando a la Najarra. Hay un equipo de Cruz Roja y Guardia Civil. Posiblemente se trate de una carrera de esas que hacen por toda la Cuerda Larga. Está bien que seamos conscientes de nuestro nivel y de que los hay que van más alto y con pruebas más duras.

Nos reagrupamos en la fuente del Cossio, que ya no lleva agua, con lo que a partir de aquí hay que racionar un poco la que llevamos. Julio ya aprovecha para lanzar el primer puyazo a Jesús: … yo estaba esperando a alguien que no llegaba… Seguimos a la Majada del Cojo y la pista ascendente que nos lleva a El Espartal. Hace tiempo que no subo y en los últimos tramos el camino está más cerrado de pinos pequeños, se ve que no tiene mucho tráfico.

Los gorditos en medio

La vista desde el vértice geodésico es estupenda. Se divisan los pueblos del Valle de Lozoya y los pantanos de Pinilla y Riosequillo.

Desde aquí tenemos que buscar el camino que baja faldeando hacia Canencia, claro que, primero hay que pasar las bicis por una alambrada (Félix por dos) que delimita los términos municipales que coinciden en el pico. El camino se hace de rogar, con lo que acabamos campo traviesa, un poco empujando la bici y otro poco subidos. Cuando ya conseguimos coger la pista de bajada, disfrutamos un montón en un camino pedregoso, por dentro de un robledal, que acaba sacándonos a la carretera de Canencia.

La subida al alto de Canencia podíamos haberla hecho por la Cabeza de la Braña o por el camino del Abedular, pero finalmente la hacemos por carretera. Como tampoco lo conocemos, por una vez vale…

Coronamos Canencia con pocos kilómetros recorridos, pero con bastante desnivel. Miguel llega con cara de cansado, Julio se queja de las piernas, porque salió ayer, Jesús ha tenido que suspender las bravatas y Angel ha resistido el envite.

Desde aquí ya solo queda bajada. Unos eligen la trialera de Bustarviejo, que sale a la estación de Miraflores y otros nos tiramos por carretera, bien sea por la hora, el cansancio o el miedo a caerse (categoría en la que me incluyo).

En la bajada vamos deprisita, primero tiran los que saben y cuando la cosa llanea, aprietan los que pueden. Julio y yo tenemos nuestro pique de rigor dando pedales a tope. Me pasa a traición y sin avisar, pero cosigo recuperarme y llegar delante al coche, pasándole también a traición dentro del pueblo.

Al final hemos pasado una mañana estupenda, tan divertida por el recorrido, como por las bromas y los piques ¡Ah! y algunos no nos hemos caído…

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Lozoya, Chorro de San Mamés y La Horizontal

Ruta realizada el Domingo 11/07/2004

Dificultad Física
Dificultad Técnica
34.4 km
992 m
60 Km Distancia Madrid
4h39'
3h09'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Pepe, Jesús, Santi

Mas detalle ruta

Descarga ruta: Lozoya-Navarredonda-Las-Chorreras-de-San-Mames.gpx

Esta semana cambiamos de tercio. Julito se ha ido a Altea y Jesús se apunta (la semana pasada quedó con los del gimnasio), Juan está pasando el mes en la playa, Miguel anda mariconeando y Alfredo mariacheando (es que se ha ido a México), Félix sigue en Huelva. Esto del verano no es serio, vamos a tener que hacer un cuadro de vacaciones que asegure el equipo ¿os imagináis algo así en el Kelme, en pleno Tour?

Hemos quedado a las 8:30h en Lozoya, ya que queda un poco más lejos que la semana pasada. Nos ponemos en marcha hacia Navarredonda, con unas subiditas que nos hacen entrar en calor enseguida. Es un aperitivo, pero los 200metros de desnivel que superamos nos van desbravando. Salimos a carretera y nos dejamos caer a San Mamés. A media bajada nos cruzamos con un viejo con su perro. Es un mastín, que va suelto y se me arranca de cerca. No es más que el susto, pero que poquita gracia me hacen estas cosas.

Llegamos a San Mamés y seguimos bajando hacia Villavieja de Lozoya ¿No estamos bajando mucho? –dice Jesús- que todavía no se le ha olvidado el repecho a Navarredonda.

Desde Villavieja sale la pista que asciende a la sierra por la falda de la montaña. Primero pasa por una colonia de casas con buen aspecto, amplias, de calidad alguna de ellas, sin masificar. Abandonamos la urbanización y seguimos subiendo hasta cruzar sobre la vía del tren. No está mal esta pista, es una buena variante que discurre por zona de roble, aunque no son ejemplares de mucho porte.  Pasamos junto a un depósito del CYII y seguimos subiendo –craso error- internándonos en el barranco poco a poco. Cuando comprobamos que la falda de monte que llevamos a la izquierda no permitirá un paso fácil, comprobamos el mapa y nos volvemos a buscar la pista buena. Una subidita “de gratis”, ya nos ha pasado otras veces. Efectivamente, la pista buena salía junto al depósito y nos lleva faldeando hasta el camino normal de San Mamés.

Ya en la pista principal afrontamos unas rampas durillas, que bajo el sol lo parecen más. Nos cuesta llegar hasta la casa forestal donde empieza el bosque. El camino es ahora un poco más suave y sombreado, hasta enlazar con el sendero que va al Chorro.

Chorrera de San Mamés

Llegamos al Chorro andando y dejamos las monturas por el camino, hartos de cargar con ellas al hombro. Todavía baja agua, muy fría, pero no es como en primavera. Con todo, no está mal. Unas fotos y seguimos ruta.

Santi y Pepe

Ahora si que empieza lo bueno. Ya vamos zurrados y hay que subir todavía hasta los 1800 metros. Alguna de las rampas es criminal y nos hace emplearnos a fondo con el plato pequeño. Cuando crees que estás a la altura de la Horizontal, el camino sigue subiendo y hay que apretar el culo.

Por fin coronamos y encontramos la pista que baja a Lozoya. Una pendiente importante que pasa del pinar al robledal en un momento. Nos embalamos (unos más que otros) y nos saltamos el desvío bueno, con lo que acabamos en carretera a 5 kilómetros del pueblo. Ya no es cuestión de volverse, así que nos dejamos caer hasta el coche, llegando pasada la 1:30h.

Pensábamos que la ruta iba a ser más suave que la de la semana pasada, pero al final no tiene nada que envidiar. El desnivel acumulado es, al menos, el mismo. A ver si la semana que viene nos la tomamos más tranquilita.

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La Fuenfría y Pinar de la Acebeda

Ruta realizada el Sábado 03/07/2004

Dificultad Física
Dificultad Técnica
57.5 km
1154 m
47 Km Distancia Madrid
5h14'
4h06'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Pepe, Santi, Julio

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Descarga ruta: Cercedilla-Fuenfría-Acebeda-Cruz-Gallega-Matabueyes-Fte-Reina.gpx

Estamos de verano y nos puede la pereza. Llevo sin salir desde que estuvimos en Asturias (a ver si escribo la crónica) y ya va siendo hora de volver a la acción.

Tenemos la tropa disgregada, así que salimos solos Julito, Santi y yo. Santi llamó con ganas de estrenar su super-Mérida en la montaña y la verdad, es un bicicletón de cojones. Todo acabado en XT y el resto de componentes –sillín, tija, cubiertas…- no desmerecen en absoluto. Lástima esos frenos de zapata, que ya no se llevan.

Hemos quedado a las 8h. en el aparcamiento de Majavilán, en Cercedilla, por aquello de ahorrarnos el camino Puricheli y hacer la ruta un poco más corta.

Empezamos la subida con la fresca. Santi y Julito arrancan con ritmo fuerte y mis piernas se quejan. No en vano llevo tres semanas sin montar.

Subimos solos y con el ambiente fresco, incluso pasamos frío hasta bien iniciado el ascenso. Poco a poco voy cogiendo el tono y ya sufro menos, aunque sigo yendo detrás.

En mitad del camino vemos una salamandra de esas negras y amarillas, como las que aparecían en nuestro libro de ciencias de cuando éramos pequeños. Es la primera que veo fuera del papel impreso. Seguro que están muy protegidas. Es un bicho pequeños, de unos 5 centímetros, y está como amodorrada. La cogemos con cuidado y la dejamos a un lado del camino, a ver si se espabila.

Seguimos subiendo en grupo, hasta coronar la Fuenfría con el pique de rigor poco antes del final (gano yo). Continuamos camino a la Fuente de La Reina, todavía sin gente. Cogemos agua y continuamos ruta hacia la zona de los acebos. Un poco de duda al cruzar los arroyos, como siempre, y un buen apretón de riñones para superar las rampas que siguen al arroyo. El paraje sigue solitario y maravilloso. Santi alucina y le hacemos prometer que no se lo va a enseñar a nadie.

Tras la bajada empinada que nos deja en la carretera, ya aprieta el sol. Hay que empezar a dar pedales iniciando la vuelta.

Santi y Julito siguen delante dando pedales y yo chupando rueda bastante detrás. Se ve que son tíos con espíritu deportivo y que además están fuertes. La subida de Matabueyes nos desgasta bastante al principio, luego ya entre pinos la pendiente se suaviza y nos reagrupamos. Un poco antes de llegar a la fuente, le hago una seña a Santi y supero a Julito que va delante ¡por supuesto que entra al trapo! Pero demasiado tarde. Ya no me coge y le marco el 2 – 0 Hay que joderse que cabrón soy y como me aprovecho en el último momento.

Descansamos un momento en la fuente, que ahora parece una romería, antes de enfrentarnos a la subida pedregosa que nos queda para coronar nuestra última cima de hoy. Esta vez Julio no perdona y sale a muerte desde el primer momento, Santi le sigue a ritmo y yo me quedo descolgado un buen rato. Al cabo de 1 kilómetro, me aburro de restregar el culo por los cascotes y decido meter caña, pero ya están muy lejos. A pesar de emplearme a tope, solo consigo remontar hasta ver llegar a Santi 200 metros por delante y a Julio sentado arriba esperando ¡qué lástima! Si hubiera dado la batalla desde el principio, seguro que habíamos pasado un buen rato (o malo) y gane quien gane tendríamos unas risas al final.

Bajamos la Fuenfría sin dar pedales –yo el último- y llegamos al coche poco antes de la una. Nos tomamos una caña y a casa, a comer a buena hora.