Colores de Otoño. Desde Tortuero al Monasterio de Bonaval

Ruta realizada el Jueves 21/11/2024

Dificultad Física
Dificultad Técnica
41.5 km
926 m
65 Km Distancia Madrid
3h56'
3h00'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), sin trialeras, sin obstáculos, sin limitaciones de temperatura, 15 metros no ciclable, zona de fotografía interesante

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix

Mas detalle ruta

Temperatura media: 12.8
Descarga ruta: Tortuero-el-vado-Retiendas20241121.gpx
Reproductor audio crónica:

Muchos años han transcurrido desde que vimos estos parajes por última vez. Demasiados. Ya no se tarda como antes, porque han mejorado notoriamente las carreteras. Esta zona un tanto alejada de Madrid, la descubrimos Pepe y yo a través de los mapas de la Tienda Verde a finales del siglo XX y principios del XXI (suena histórico, bíblico e incluso epopéyico).

Con ese afán de descubrir nuevos destinos los viernes en la oficina a última hora preparábamos las rutas que íbamos a recorrer durante el fin de semana. En mi mesa desplegábamos el mapa y buscábamos las estrellitas. Hay que explicar que éstos tan descriptivos como inexactos mapas, se limitan a zonas muy seleccionadas de España y que los sitios más emblemáticos los marcaban con unas estrellitas. Elegida la estrella y por lo tanto la zona, había que elegir el trayecto a recorrer analizando a «grosso modo» las dificultades orográficas así como el kilometraje. Podéis suponer que con estos materiales de análisis y nuestra aún escasa experiencia, el margen de error era bastante alto, lo que en varias ocasiones se traducía en situaciones comprometidas: inclemencias, desmedidos esfuerzos, desproporcionados cansancios, rutas interminables…, pero también golpes y arañazos, averías, hambre, frío, calor y sed. Pero a cambio nos aportaba nuevas sensaciones que nunca olvidaremos. «Sarna con gusto no pica» que dice el refrán.

Fueron muchas las veces que recorrimos esas zonas desconocidas de Guadalajara donde rara vez encontrábamos gente. A una de estas rutas Pepe, se trajo  por primera vez a Alfredo. Un extraño «móvil» que llevaba en el manillar me llamó la atención. Resultó ser el primer GPS que veía y que tan útil nos ha sido posteriormente.

Hecha esta solemne introducción vamos con la ruta de hoy. Antes de llegar al pueblo de Tortuero me sorprendió la nueva carretera. La recordaba de tierra o al menos de gravilla salpicada con algo de asfalto, e innumerables baches. Pues ahora es magnífica. Salimos de Tortuero a las 9:10 en dirección sur a través de la carretera. El día está medio nublado e inicialmente fresco. La velocidad que se adquiere en este tramo hace sentir el frío en las orejas sin llegar a ser muy desagradable. Se agradecen los tramos en los que sale el sol y el efecto colorido que produce en las amarillas hojas de los árboles.

La variedad de colores es majestuosa. Al amarillo y ocre de las hojas en suelo y árboles, hay que añadir el verde de algunos prados, el azul del cielo y el blanco algodonoso de las nubes.

Llama la atención las sólidas construcciones del Canal de YII que salpican el camino del Canal Alto del Jarama. Llegamos al Sifón de Tortuero donde podemos contemplar las vistas de los alrededores.

Seguimos por carretera asfaltada hasta llegar al cruce con la carretera de Valdesotos. De las tres opciones, elegimos la que nos lleva hacia el embalse de El Vado,  que tras una breve e intensa subida nos permite ver el colorido y frondoso bosque que acompaña el curso del Jarama que queda debajo nuestro. Adivinamos una extraña construcción al otro margen del río que nos sorprende por tener un arco ojival, pero combinado con materiales que no corresponden a la época del arco. Resultará ser el Monasterio de Bonaval que más tarde veremos torpemente «restaurado».

Tras un puñado de kilómetros con ligeras subidas y bajadas,  llegamos al Embalse de El Vado. Recuerdo el día que descubrimos a unos obreros eliminando los símbolos franquistas. Era en 2008. Ya ha llovido.

Dejamos el embalse y nos vamos acercando a un pequeño pueblo llamado Retiendas de escaso interés. Hacemos un tímido acercamiento por si nos apetece tomar un café, pero lo desestimamos.

Enfilamos el precioso camino hacia el Monasterio de Bonaval donde soltamos a Retortijín, ese simpático minidrón que tan útil nos está resultando. 

Allí sigue impertérrito; pero con muletas metálicas y vallado. Al parecer hacen visitas guiadas, a dos euros por cabeza, ya que hay una caseta e indicadores de entrada y salida. Sin embargo, lo interesante está en el exterior.

Abandonamos el lugar no sin antes comprobar que sigue sin reconstruirse el puente que cruzaba el Jarama y donde Pepe y yo, quedamos tan sorprendidos cuando llegamos allí por primera vez al ver truncada nuestra ruta planificada.  Ello nos permitió conocer sin duda uno de los senderos más bonitos que recuerdo. Recorrer las hoces del Jarama de apenas un kilómetro y medio, nos deleita con un paisaje encerrado en un frondoso y profundo barranco.

Al llegar a la carretera nos detenemos ante un pequeño y escondido puente donde hacemos varias fotos antes de emprender la vuelta.  

Camino  ya de Tortuero nos desviamos por un sendero que nos lleva directos a los coches. Este sendero es el que descubrimos gracias al GPS, el día que Alfredo vino por primera vez. Pepe y yo, tratamos varias veces de encontrarlo porque recortaba mucho el recorrido, pero con el mapa como única herramienta siempre nos lo pasábamos de largo.  Cuando Alfredo me explicó para que servía ese invento, a modo de reto le pedí que hallara el desvío, para lo cual introdujo las coordenadas más cercanas en base al plano de papel que llevábamos. Yo estaba tan escéptico como expectante. Y lo encontró. Acto seguido, le pedí a mi esposa que para mi cumpleaños me regalara mi primer Garmin.   

De vuelta al coche tras una básica limpieza de la bici, ya que no presentaba grandes manchas de barro, decidimos ir a comer a Torrelaguna donde nos apretamos un cumplidito cocido de menú por el módico precio de diez euros incluido pan, bebida y postre o café. A ver quien lo supera. Si quieres saber el nombre del restaurante, tendrás que buscarlo en nuestra Base de Datos o bicheando en nuestra Web.    

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Colores por Montejo y Sierra Cebollera

Ruta realizada el Jueves 07/11/2024

Dificultad Física
Dificultad Técnica
46.8 km
1261 m
73 Km Distancia Madrid
4h04'
3h21'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), sin trialeras, sin obstáculos, sin limitaciones de temperatura, zona de cazadores, con algunas fincas privadas, zona de fotografía interesante, muchas puertas

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix

Mas detalle ruta

Temperatura media: 12.3
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Reproductor audio crónica:

Hace mucho que no hacemos una ruta por esta zona. Y la verdad es que en otoño es una de las más bonitas porque el contraste del colorido de los abedules, hayas blancas y selváticas, robles, álamos negros, chopos, acebos, pinos, avellanos… etc. merecen la pena.

Alfredo, desde el principio muestra su malestar por la hora (15:00) en que Domingo ha hecho la reserva en el restaurante El Hayedo de Montejo, ya conocido de varias veces. A lo largo de la ruta propone insistentemente que adelantemos la reserva.

Salimos de Montejo a las 9:10 en dirección al famoso hayedo. Ya en la carretera vemos a un nutrido grupo de veteranos jubiletas esperando en el puesto de control esperando a que les lleven y les guíen por el mismo. Menos mal que hace una mañana espléndida y apenas hace frío. No lo he visitado -de manera oficial-, si bien hace años dejamos las bicis cerca de la valla pasado el Puerto de El Cardoso y nos internamos unos metros para ver esa supuesta maravilla. Bueno, después de tantos años viendo enormes hayedos por Navarra, León, Asturias, Cantabria…, la verdad es que nos pareció una insignificancia.

Salimos de la carretera que sube al Puerto del Cardoso, poco antes de la entrada al hayedo y empieza una larga y empinada cuesta que nuestras piernas con la ayuda inestimable de las e-bike, solventan como si nada. ¡Qué gran invento! En las primeras praderas no puedo dejar pasar un par de rodales de hermosas setas de cardo (Pleurotus Eryngii) y las recojo con esmero. A pesar de ir en la pequeña mochila han llegado a casa bastante bien, así que esta noche discurrirán por el garguero en un revuelto.

Según vamos cogiendo altura, dejamos el hayedo a la derecha y nos internamos en un pinar que nos lleva al Collado del Mosquito. Se va echando encima una niebla que nos impide observar algunos tramos, pero que también tiene su gracia al vernos envueltos en las nubes.

Según bajamos en dirección Sureste y rodeamos la Cebollera Nueva los caminos se van poblando de la hoja caída principalmente de roble. Todo este tramo es conocido.

En dirección Norte nos acercamos a la Cascada de Litueros, pero antes bajamos por una pista de pendiente muy pronunciada que me ha traído recuerdos. Hará 20 años, quizás más, que salimos desde el Puerto de Somosierra y subimos por esta horrible pendiente. Julito y yo en cabeza. Picados desde el inicio. En aquella época no había una cuesta que no provocara distintos piques. Constantemente nos íbamos tanteando con objeto de ver quien estaba más y mejor entrenado. Entonces yo estaba muy en forma y el reto, era ver quién me podía superar en al menos una cima. No fue en esta ocasión. Recuerdo llegar y Julito tirarse al suelo profundamente mareado. Hay que decir que me superaba fácilmente en 15 kgr, pero eso no le importaba a este bravo compañero. Amigo, si lees esto que sepas que aún te echamos de menos.

En vista de que vamos muy bien de hora, Domingo cede a las pretensiones de que comamos antes y reserva a las 13:45, siguiendo los cálculos efectuados por el nuevo GPS de Alfredo.

Pasamos por El Puerto de Somosierra y su ermita donde está la placa conmemorativa a los soldados de la caballería polaca caídos que acompañaron al ejército de Napoleón, con él incluido, en su entrada en Madrid. Mejor se hubieran quedado en su país y les habíamos enviado con gusto a Carlos IV, Fernando VII y su parentela para que no volvieran más. Pero ya sabemos que los Borbones siempre vuelven y repiten comportamientos.

Bajamos por la carretera antigua y cogemos un camino a la izquierda. Es tan precioso como desconocido. Se llama Prado de la Horca y el tramo más espectacular termina al cruzar el arroyo de La Pinilla que nace en la Cebollera Nueva.

Se divisa un bosque muy colorido mirando hacia abajo en dirección a Horcajuelo. Tenemos que investigar caminos por ese bosque. En El Gamonoso vemos un camino que baja con pronunciada pendiente, pero seguimos nuestro track. Alfredo entra en «modo Putansia» y nos lleva al galope tendido para llegar a comer antes de la hora prevista.

Nos tiramos por la PR-23 a tumba abierta mientras de soslayo vemos los preciosos paisajes de la zona. Así llegamos a Horcajuelo y poco después a Montejo a las 13:30h.

Como es habitual, mientras apenas empezamos a limpiar las bicis Domingo y yo, Alfredo ya la ha limpiado y metido en el coche. Deprisa se encamina al restaurante donde tendrá que esperar 20 minutos a que llegue yo y poco después Domingo. Ya se ha comido la cesta de pan y me recibe cabreado como una mona. Todo se le pasa cuando le traen un exquisito plato de níscalos con patatas que se come en cero-coma. Ya recobrada la normalidad, hace lo propio con un bacalao Dorada. Es de bien comer. Y lo mejor es que no engorda.

Y el lunes nos vamos tres días a Sotillo de la Adrada a continuar disfrutando del otoño.

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Basta ya. Vamos a Cercedilla y un precioso otoño húmedo.

Ruta realizada el Sábado 19/10/2024

Dificultad Física
Dificultad Técnica
43.1 km
1024 m
47 Km Distancia Madrid
3h31'
2h51'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), 15% de trialeras, con dos obstáculos, no adecuado para temperaturas bajas, zona de fotografía interesante

Participantes: Alfredo, Félix

Mas detalle ruta

Temperatura media: 11.6
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Basta ya. Hacía un mes justo desde la última vez que salimos juntos. Por unas cosas u otras no coincidimos, así es que Alfredo y yo decidimos aprovechar un intervalo sin lluvia para ir a disfrutar del encanto del húmedo otoño. Esos cielos con nubes de distintos colores que con la luz del sol sesgado por el amanecer hace caprichosas formas.

A la hora exacta llego al punto de partida donde encuentro a Alfredo ya pertrechado y listo para salir. Mientras me preparo me va contando las nuevas adquisiciones que renovarán sus aparejos porque ya se le están quedando anticuados. A saber: super-reloj con GPS Garmin, el novísimo GPS Garmin para la bici, la GoPro con estabilizador de imagen, el mini dron DJI superligero autónomo y el super dron que sustituirá próximamente al irrompible Retortijón.

Subimos por la carretera de la República con nuestras e-bike que aligeran notablemente el esfuerzo y que no dejan de maravillarnos. Hacemos un alto en el mirador de Vicente Aleixandre donde comemos el platanito y me enseña el minidrón. Es una pocholada. Tiene múltiples funciones automáticas además de poderlo manejar con el móvil o con el mando. Pero lo mejor es que permite hacer grabaciones autónomas es decir sin intervención de operador lo que nos facilitará hacer videos en movimiento por ejemplo bajando trialeras. Preveo que nos va a dar mucho juego.

El día no puede estar más bonito. Subiendo la cuesta, nos parece que la temperatura es ideal. Cuando llegamos al puerto de la Fuenfría, hay muy poca gente y hacemos una par de fotos.

Cogemos el Collado de Marichiva bajando a buena velocidad. Hacemos una nueva prueba del minidrón.

Al llegar al desvío para bajar al río Moros vemos que han puesto un cierre que desde fuera parece inexpugnable. Como además hay un cartel que prohíbe expresamente la circulación en bici, decidimos darnos la vuelta y subir hasta la Camorca. Sin embargo, observamos a unos seteros al otro lado de la valla que al vernos dudar nos preguntan si todo va bien. Les decimos que queremos pasar la puerta; pero está cerrada. Nos sacan del error. Desde su parte se ve que se puede abrir sin problema y nos abren. Una breve conversación sobre las setas recolectadas y Alfredo ya ha desaparecido. Al llegar al río Moros saca el minidrón y hacemos pruebas de seguimiento para ver hasta que velocidad aguanta la persecución. Me quedo detrás y compruebo que alrededor de 30 km/h se planta en el sitio con desdén como diciendo: ATPC, ya no corro más. Le enseño mi mano amiga. Desciende mansa y dócilmente.

Esta época tiene algo especial. Ese olor a tierra mojada y el nuevo verdor en las plantas como un renacer primaveral, nos da un gran placer.

Con la humedad de los últimos días las setas proliferan casi tanto como los seteros. Se ven extraordinariamente enormes Macrolepiotas Proceras que no deben ser muy conocidas para el vulgar setero. Son excelentes comestibles y por un momento me dan ganas de coger algunas, pero son muy frágiles y en la mochila se van a hacer migas por lo que desisto. Las dejo en paz para que esporulen y así, en mejor ocasión pueda recoger o al menos volver a verlas. Eso si no las recolecta algún setero que las conozca.

Llegamos al final de la pista y comienza una dura cuesta, bastante técnica y muy pedregosa. Aquí es donde la e-bike demuestra su poderío. Coser y cantar. Donde con las MTB normales habríamos empujado un buen rato, vamos subiendo buscando la mejor trayectoria y sin echar el corazón por la boca. Las ruedas de 2,60, la doble suspensión con 140mm de recorrido y ese motor de 85 Nm hacen su trabajo. Nosotros ponemos el resto sin ese sufrimiento innecesario.

Cruzamos el puerto de El León sin tocar asfalto y por unas trialeras muy divertidas hasta enganchar con la pista que lleva a Los Molinos y en breve a Cercedilla.

Ya en el coche me pongo a limpiar la bici para quitar el poco barro que ha cogido y en un pispás Alfredo ya ha limpiado la suya, la ha metido en el coche, se ha cambiado de calzado y está listo para volver a casa. Es asombroso la rapidez con la que hace todo.

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Aguilar de Campoo y Senda de Ursi

Ruta realizada el Jueves 30/05/2024

Dificultad Física
Dificultad Técnica
46 km
913 m
269 Km Distancia Madrid
4h16'
3h16'
Características Terreno Suelo arcilloso (problemático con lluvia), 15% de trialeras, con tres o mas obstáculos, no adecuado para temperaturas altas, con algunas fincas privadas, zona de fotografía interesante, muchas puertas

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix

Mas detalle ruta

Temperatura media: 22.1
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Reproductor audio crónica:

Hoy quedamos unos minutos antes para preparar el desplazamiento hasta Aguilar de Campoo. Tenemos que cargar las bicis y las maletas antes del copioso desayuno, que como todos los días es a las 8:30. Hace frío. El día se ha levantado nublado y llovizneando. Menos mal que salimos a hacer la cuarta y última ruta hacia el sur donde esperamos mejor tiempo. Hemos tenido una suerte inmensa con el tiempo, porque lo habitual en el PN de Saja-Besaya es nublado y lluvia. Este año además llevan todo el mes de Mayo lloviendo, tal como nos comentó la camarera de La Montañesa en Los Tojos. Por eso está tan exuberante (la zona).

Pagamos el alojamiento y nos despedimos de dueña de La Colodra que resulta ser una madrileña del barrio de Canillejas afincada en Los Tojos desde hace 17 años. Curiosamente estuvimos trabajando en el el mismo edificio de la calle San Romualdo, 26 durante el mismo periodo aunque en distintas empresas. El alojamiento es majo. Por 59 euros la habitación sencilla y sin alaracas, pero tranquila y limpia. Los desayunos abundantes y variados. Más que suficiente para unos sufridos espartanos como nosotros.

Tomamos la carretera con algo de lluvia fina y no es hasta que salimos de Cantabria cuando empezamos a perder de vista los nubarrones y a ver cielo azul. Aguilar de Campoo es un señor pueblo de Palencia. Es «el pueblo de las galletas». El de las marías de Fontaneda de nuestra infancia que ahora es del Grupo Gullón. Nada menos que 2000 habitantes de los 7000, viven de las galletas que aquí se fabrican.

Dejamos los coches en la puerta del restaurante que Alfredo con gran criterio ha elegido para despedirnos de este viaje. Se trata del Restaurante Posada Santa María la Real. La ruta empieza llaneando por caminos arcillosos que nos mosquean cuando atravesamos charcos que casi siempre somos capaces de bordear. Un largo pinar se alterna con fincas de labor antes de llegar a un aeródromo de ultraligeros (según nos explica Domingo) en Cillamayor. Poco después llegamos a Villabellaco, vaya nombre, donde hay un museo de Herminio Revilla que si hubiésemos tenido tiempo quizás habríamos visitado, si bien es cierto que es un arte que no nos ofrece mucho interés por lo poco que se divisa en la puerta y a través de la valla.

Aquí empezamos a subir y a justificar a las e-Bikes pues comienza la Senda de Ursi. Para llegar al Mirador de la Umbría tenemos que empujar las pesadas máquinas por la escalinata que lo precede. Allí nos encontramos a dos matrimonios de nuestra edad con los que entablamos una breve conversación y nos hacen unas fotos antes de sacar el dron para inmortalizar las vistas.

Seguimos el camino ignorando las supuestas obras de arte que salpican los robledales. A mí esta moda de los últimos 25 o 30 años no me agrada. Generalmente son patochadas del «artista local» carentes de encanto y dudoso gusto que ensucia un entorno natural de mucha belleza rompiendo la armonía y la ilusión de estar en zonas donde la mano del sapiens apenas se aprecia.

En estas que llegamos a Valle de Santullán otro pueblo sin más, donde siguiendo un camino parcialmente embarrado ascendemos hasta el Mirador de San Julián, un espléndido lugar donde sacar de nuevo a Retortijón por última vez para grabar una imágenes muy bonitas.

A partir de aquí es todo bajada, pero no quiere decir que empiece lo fácil. Un sendero boscoso de robles con trampas cenagosas nos espera. Las pisadas de las vacas baten el barrizal y sólo gracias a la potencia de las e-Bikes conseguimos a duras penas no caer en las arenas movedizas.

Salimos finalmente del cenagal para encaminarnos a los manglares. El track recorre la orilla del embalse de Aguilar de Campoo. El problema es que este año está muy crecido y en varias ocasiones el sendero va varios metros dentro del agua. No es que nos dé miedo mojarnos, es que no hemos traído la escafandra.

Alfredo hace oídos sordos, a las indicaciones de Domingo que va buscando alternativas. El caso es que su intuición acierta y nos saca entre matojos y árboles caídos hasta un ansiado camino despejado donde vemos la posibilidad de llegar a comer y no a merendar. El restaurante lo ha reservado a las 14:00 y nos mete presión con su habitual grito «Ankawa» cuando la putansia le hace cosquillas en el estómago. Sin embargo, ya son las 15:05 cuando llegamos a la presa que está soltando agua sobre el Pisuerga.

Tras la fotos de rigor, llegamos al restaurante. Nos adecentamos y preguntamos si aún nos dan de comer. No hay nadie y ya pensaban que hoy no daban ni un menú. Comemos unas magníficas lentejas de primero mientras vigilamos las bicis que Domingo ha atado a un árbol del jardín. Eso de estar en un restaurante y que el servicio sea para nosotros sólo es algo que me pone, y más aún que los manteles sean de hilo.

A las 16:30 salimos del local para limpiar y cargar las ensuciadas bicis. Este viaje se acaba, pero pronto diseñaremos otro para el otoño.

Ya sólo nos queda ver como el Real Madrid gana la 15 Champions.

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Hoces del Riaza y Sabinar de Hornuez

Ruta realizada el Lunes 27/05/2024

Dificultad Física
Dificultad Técnica
44.9 km
797 m
126 Km Distancia Madrid
3h52'
2h52'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), sin trialeras, sin obstáculos, sin limitaciones de temperatura, con algunas fincas privadas, zona de fotografía interesante

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix

Mas detalle ruta

Temperatura media: 21
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Reproductor audio crónica:

El día después de la fiesta de cumpleaños de Marga fue realmente duro. Me pase el día entero con malestar general y sin poder comer debido a la resaca del sábado. Hacía mucho que no bebía lo suficiente para sobrepasar el límite de mi resistencia al alcohol y así pasó, un domingo arrastrándome con el agravante de que por la noche apenas dormí 4 horas. Todo por una buena causa. Así debía afrontar el lunes: madrugón importante con viaje, seguido de una ruta en bici. ¿Quién dijo miedo? También para eso están las e-Bike.

Había que aprovechar al máximo esta espléndida primavera. Ya planeamos esta segunda excursión para finales de Mayo después de Las Batuecas y Sierra de Francia. Al fin y al cabo, no quedan muchas primaveras que podamos disfrutar; pero las que quedan, hay que hacerlo a lo grande y para esta salida el plan era conocer el Parque Natural de Saja Besaya. Como la distancia desde Madrid es larga y la entrada al alojamiento era después de las 16:00, decidimos hacer una escala en las Hoces del Riaza y el Sabinar de Hornuez, para comer en Milagros antes de reemprender la marcha hasta Los Tojos.

Esta zona la recorrimos con las familias allá por el 2007. Obviamente Alfredo no se acordaba. Ya le conocemos. Mientras los demás vivimos a un ritmo, el vive dos vidas; pero no se acuerda de ninguna de las dos.

12 de Octubre de 2007

A las 8:30 estábamos en un coqueto pueblo de Burgos llamado Montejo de la Vega de Serrezuela cuyo nombre es más largo que el propio pueblo. Tras la correspondiente lucha para sacar del coche las pesadas e-Bikes dejándolo todo ordenadito y discreto, salimos finalmente a dar pedales. El inicio es por pistas sin desnivel atravesando tierras de labor donde el verdísimo trigo está salpicado de innumerables amapolas rojas y todo ello acompañado de un mar de flores campestres multicolores, el azul celeste y las nubes blancas algodonosas. Añadimos el canto de los pájaros (sobre todo se oye un cuco en el barranco) y el continuo planear de buitres, para redondear la mañana. Un auténtico placer. Hasta la temperatura se ha aliado con nosotros.

Tras un puñado de kilómetros nos acercamos al Barranco de los Frailes desde donde observamos el cañón del río Riaza y multitud de buitres que anidan en sus paredes.

Entramos en el Parque Natural para lo cual previamente habíamos solicitado un permiso por internet. No sirve para nada porque no nos cruzamos con bípedo alguno, pero ya se sabe. Bajamos hasta la presa de Linares del Arroyo y nos adentramos en las hoces con la perspectiva de recorrerlas desde su interior. El agua del río corre abundantemente y nos sorprende lo nada transparente que va.

Tras poco más de 1500 m llegamos a las ruinas del convento e iglesia de San Martín de Casuar donde hacemos la breve pausa del plátano.

Unas fotos y abandonando la ribera del Riaza salimos hacia Valdevacas de Montejo donde hacemos unas fotos desde el mirador del cerro que plagado de tomillo en flor despide un maravilloso olor según se roza con las ruedas.

Seguimos rodando por otros praderíos florecidos acercándonos a Nuestra Señora de Hornuez. Se trata de una iglesia magníficamente restaurada donde la imagen de la virgen se asienta en el centro de la nave y en su altar está rodeada de una sabina barnizada, sin duda muestra del orgullo que los lugareños tienen por su peculiar bosque de sabinas. Nos extraña la afluencia en la entrada de la iglesia de gente bien ataviada en un lunes. Efectivamente son las fiestas y hoy finaliza.

El campanero nos invita a subir al campanario donde nos hace una demostración de su oficio. Para el escaso tamaño de las campanas, el ruido se me hace insoportable y como parece que se ha entusiasmado en su labor ante los peculiares observadores invitados, salgo por patas antes de que me dañe mis delicados tímpanos.

Las enormes, escasas y antiquísimas sabinas de este pequeño bosquecillo tienen unas hojas muy similares a las arizónicas. Pregunto a unos paisanos en la puerta de la iglesia, en la que sospecho no van a a entrar, sobre la diferencia entre sabinas y enebros. La contestación es poco resolutiva. Ellos lo llaman enebros aunque confiesan que creen que son sabinas. Constato posteriormente con mi móvil que son sabinas.

Cuando empiezan los cánticos beatíficos de la concurrencia femenina, iniciamos la huida tras un breve paseo entre las verdaderas protagonistas de la zona. Ya sólo queda llegar hasta los coches a través de senderos con ganas de sentarse a comer en el restaurante El Lagar de Milagros que Alfredo ha reservado en un pueblo cercano llamado Milagros. Es un típico y elegante local donde se aprietan vorazmente medio ternasco asado mis compañeros. Me dejan el rabillo y la caña de la pierna del cordero para comprobar que está fantástico. Yo me decido por algo más liviano porque mis entrañas no están para digerir grasas ovinas. Todo regado con límpida agua de manantial.

Después de la merecida hartadera, nos enfrentamos a tres horas de viaje parando sólo para tomar un café que nos despeje. Ya hasta Los Tojos donde llegamos para dejar las pertenencias, guardar las bicis en el garaje pertrechado con su correspondiente toma de electricidad para nuestras e-bike y descansar lo justo para ir a cenar a La Montañesa, local con amplias vistas al valle donde cenaremos en tres ocasiones.

Mañana más y mejor.

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Por varios pueblos del PN de Sierra de Francia

Ruta realizada el Martes 16/04/2024

Dificultad Física
Dificultad Técnica
54.6 km
1202 m
197 Km Distancia Madrid
3h54'
2h16'
Características Terreno Suelo duro (pueden ser de roca o pedregoso), 15% de trialeras, sin obstáculos, sin limitaciones de temperatura, 300 metros no ciclable, zona de fotografía interesante

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Juanlu

Mas detalle ruta

Temperatura media: 25.5
Descarga ruta: D2-PN-de-Las-Batuecas-Sierra-de-Francia.gpx
Reproductor audio crónica:

Hoy es el segundo día en esta Reserva de la Biosfera, que además de serlo desde el 2006, es Espacio Protegido como Parque Natural y Red Natura desde el año 2000. Para recorrerlo, empezamos donde nos alojamos: Sotoserrano. Es el municipio de menor altitud del PN. Eso explica que salgamos en ligero ascenso durante los primeros 25 kms, perfectamente llevaderos gracias a nuestras excelsas monturas.

Por la carretera llegamos a Cepeda. Se trata del primer «Pueblo Mágico» de Salamanca que obtuvo tal calificación. Entenderemos que estas calificaciones tienen el objeto de promocionar el turismo en aquellos pueblos que no han obtenido otra como «Pueblo más bonito de España» o similar; y que gracias a las gestiones de un alcalde espabilado y trabajador hacen destacar su pueblo entre los demás, sin que ello signifique que dicha localidad tenga algo especial o diferenciador a los del resto del entorno. Así lo comprobamos al callejear y encontrar similitud en sus edificaciones con San Martín de Trevejo (Cáceres) y otros muchos pueblos que iremos conociendo posteriormente.

Salimos en dirección norte por una buena pista que se interna en un precioso bosque mixto. Hay partes del camino en que los árboles hacen una cúpula cerrada que le otorgaría un carácter sombrío y hasta truculento si no fuera porque el día es espléndido y soleado. Empezamos a encontrar algunas dificultades técnicas cuando el camino se torna sendero estrecho con abundante piedra gorda, hoja caída y regueros de agua, lo que hace las delicias de Alfredo, pero que al resto nos obliga a pasar al modo empuja-ebike.

El bosque está precioso. Las rocas con musgo verde fosforito y los senderos pedregosos tapizados de hojas de roble y castaño son una delicia, sobre todo en los tramos donde podemos ir montados sobre la bicicleta. Un rumor gutural se oye a los lejos: «Juanluuuu». Es Alfredo que aburrido de esperarnos nos reclama en la lontananza. Hemos enlazado con el famoso Camino del Agua que nos llevará hasta Mogarraz. Cruzamos un puente de piedra sobre el arroyo de Los Milanos de las Tisneras que vierte sus aguas sobre el río Francia un poco más adelante. Escuchamos muchos pajarillos que andan alborotados con esta frondosa primavera.

Ya en Mogarraz podemos contemplar sus calles limpias.

La arquitectura conserva el sabor antiguo de los pueblos de la zona. Sus típicas fachadas están rellenas de cuadros de Francisco Maíllo con las caras de los antiguos vecinos ya fallecidos, lo que por un lado asombra; pero por otro le da un aspecto siniestro y lúgubre. Me imagino lo que será dar un paseo por sus callejas deshabitadas, sin un alma, completamente vacías, en pleno invierno, a media noche con mucho viento helador y escasas luces cetrinas. Todas esas caras mirándote al pasar, necesariamente tienen que producir espanto y escalofríos. Pregunto a un paisano si siguen la tradición de engordar a un cerdo errante por las calles y que luego sortean. Me dice que hace años que ya no. Yo lo vi en el 2013.

Salimos del pueblo otra vez por el precioso Camino del Agua que nos llevará hasta Monforte de la Sierra. De nuevo encontramos tramos de escasa ciclabilidad que nos pone a prueba. Cruzamos otra vez el arroyo de Los Milanos de las Tisneras donde encontramos esculturas de escaso valor estético y gusto, que los aficionados a artistas de la zona se empeñan en colocar en pintorescos lugares donde la naturaleza se sobra con su belleza. Atravesamos Monforte de la Sierra. Es otro pueblo atractivo sin más alicientes. La carretera nos alivia del pedregal y las vistas de los tejados de Mogarraz desde el mirador del Viborero son asombrosas destacando en el frondoso verde del bosque.

Tomamos un precioso sendero que atraviesa un espeso bosque de roble por donde discurre un canal estrecho de piedra musgosa que recoge el agua del arroyo para el pueblo. Muy disfrutona esta parte hasta que llegamos a un punto donde hay que empujar de nuevo para salir de la profundidad y recorrer parte del arroyo por sus aguas.

Nuevas dificultades técnicas nos obligan al empuja-ebike, lo que va mermando nuestra fuerza mientras maldecimos por el peso de nuestras monturas. Por fin, salimos a un camino que se puede ciclar. Llegamos hasta la ermita de Las Majadas Viejas.

En poco tiempo llegamos a La Alberca donde callejeamos para comprobar que a pesar de la época ya empiezan a aparecer algunos turistas, con algunos de cuales establecemos conversación e intercambiamos fotos en la Plaza Mayor.

Salimos de La Alberca por un camino carretero en razonable buen estado para en varios kilómetros de ascenso suave, coger una pista ancha en bajada donde vamos felizmente contemplando un verde y precioso paisaje que recorremos a toda velocidad con un profundo barranco a la izquierda. Antes de llegar a Herguijuela de la Sierra nos desviamos por un sendero bastante inclinado y técnico que se interna en un profundo bosque donde se alternan los pinos, los castaños y los robles.

Nos encontramos una extraña chimenea hecha de anillos de piedra labrada.

Llegamos a Herguijuela y preguntamos donde podemos comer a un señor que se asoma a la puerta de un bar. Nos desanima una y otra vez ante nuestra insistencia de comer, aunque sea un bocadillo. No hay forma. Fuera hay otros dos paisanos que nos dan indicaciones de donde dan de comer y comprobamos que está en la misma dirección que llevamos. Tras varios kilómetros de magnífica pista y carretera en bajada que recorremos a toda máquina llegamos a Rebollosa para poco después de cruzar el río Ladrillar llegar a nuestro destino: Riomalo de Abajo. Allí comeremos en una cómoda terraza al lado del río, un menú cumplidito en el Restaurante del Hostal Riomalo: El Mulero. Nos hacen esperar un buen rato porque no dan de si a pesar de que apenas hay público. Alfredo ya sufre la habitual putansia y comenta la poca efectividad del camarero en sus desplazamientos entre comensales. Al fin nos traen las bebidas cuando estamos al borde de la extenuación hídrica. Ya comidos y sin prisas emprendemos el camino hasta uno de los puntos claves de la ruta.

El Meandro Melero está a varios kilómetros que hacemos sin dificultad por una carretera en leve ascenso que apenas tiene tráfico y que nuestras baterías aportan la fuerza necesaria para que nuestras piernas no sufran lo más mínimo.

Desde el Mirador de la Antigua, el paisaje es cautivador. Se halla el río en su esplendor máximo y el verde del entorno en contraste con el azul del agua y las montañas nevadas de Gredos nos deja perplejos. Juanlu, le repite a Alfredo que no necesita irse a Canadá para ver un espectáculo grandioso y que además se come mejor aquí. De esto último no hay duda, de lo primero sí. A lo que Alfredo contesta que ya lo ha anulado, con cierto retintín. Después de un buen rato admirando el paisaje, hacer innumerables fotos y de rodar unas escenas con el dron, emprendemos el retorno hacia Sotoserrano.

Tras volver a Riomalo de Abajo, recorremos una carretera muy bella a orillas del Río Alagón. La cosa se pone aún más interesante cuando la abandonamos para seguir un sendero por la ribera del río. ¡Qué bonito! Alfredo saca a Retortijón a pasear en modo persecución. Creo que el video resultante va a ser una maravilla.

Poco antes de que las aguas del Río Cuerpo de Hombre vierta las aguas sobre el Alagón, tomamos un sendero en cuesta ascendente suave que nos llevará a Sotoserrano donde llegamos alrededor de las 18:30h.

Una ducha y nos vamos a cenar a La Alberca en el poderoso coche de Juanlu. El restaurante previsto está cerrado, así que improvisamos en un garito llamado El Rincón De Lola, en la Plaza Mayor donde ponen unas tapas sin interés a pesar de haber ganado el primer premio de no sé qué.

Tras un paseo por el pueblo Domingo y yo, compramos un kilo de jamón supuestamente ibérico por 20 euros. Una vez probado en Madrid, puedo decir que, sin ser una 5J’s, está bastante decente. Nos llevamos dos sobres por 10 euros para desayunar con un peso bastante inferior. También picamos en una cara tienda de chocolates para tener un detalle, que nuestras mujeres agradecerán sin duda. Ya dormir que mañana toca senderismo.
Y de música de fondo os pongo a Celtas Cortos y su celebérrimo 20 de Abril, que es la fecha en la que hago la crónica. Puff, se nos escapa el precioso mes de Abril.

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¿Quién coño me ha robado el mes de Abril?

Ruta realizada el Jueves 04/04/2024

Dificultad Física
Dificultad Técnica
40.3 km
761 m
19 Km Distancia Madrid
3h06'
2h48'
Características Terreno Suelo duro (pueden ser de roca o pedregoso), sin trialeras, sin obstáculos, sin limitaciones de temperatura

Participantes: Domingo, Félix

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Reproductor audio crónica:

Este abril se presenta muy interesante. Durante buena parte de Marzo ha estado lloviendo copiosamente y parece que se está manteniendo un clima bondadoso a pesar de que tuvimos un febrero seco y caluroso. Empezó Marzo con la misma tendencia, lo que nos auguraba una sequía y unos calores que asustaban hasta a los saharianos. Afortunadamente una serie de borrascas nos han alejado los temores y han teñido las cumbre de un blanco prometedor para una de las escasas primaveras, que por desgracia, nos quedan por disfrutar.

Así que Domingo y un servidor cogemos las bicis después de dos semanas de intervalo por vacaciones y Semana Santa pasada por agua. Decidimos que salimos por una zona cercana y que no esté demasiado húmeda por las abundantes lluvias de estos últimos días. Así que Domingo propone una ruta conocida por las pistas del canal.

El campo está de dulce. Los prados llenos de flores y los árboles, algunos ya cuajados de hojas contrastan con otros más tardíos que sólo tienen tímidas yemas de lo que serán abundantes verdes hojas en no más tardar de tres semanas.

Poco que contar de esta ruta. Los puentes del Canal de YII son los protagonistas junto a las aguas de los escasos arroyos que cruzamos y la frondosidad del terreno que en no mucho tornarán al amarillo que nos tiene acostumbrados.

Una manada de ovejas es liderada por otra de cabras y a su vez por un Homo Sapiens que haciendo uso de su mayor inteligencia, ha conseguido convencer a un caballo para que le lleve a sus espaldas, mientras que con silbidos y exabruptos hace que un par de perros realice su trabajo para mantener unida y por el camino deseado a tan estúpido séquito que será debidamente explotado llegado el momento. ¿Es listo o no el Sapiens?

Sólo una reflexión más. Hay que aprovechar este precioso, preciado y verdísimo mes. Así que la próxima semana nos vamos Alfredo, Domingo, Juanlu y yo, durante cuatro días a recorrer y disfrutar con nuestras magníficas bicicletas por la Alberca y Las Batuecas para que no nos pase como todos los años que cuando te das cuenta, te haces la pregunta de mi cantautor preferido, Joaquín Sabina: ¿Quién coño me ha robado el mes de Abril?

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«Carabaña, legaña…»

Ruta realizada el Jueves 29/02/2024

Dificultad Física
Dificultad Técnica
47.1 km
570 m
44 Km Distancia Madrid
3h26'
3h03'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), 15% de trialeras, sin obstáculos, no adecuado para temperaturas altas

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix

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Temperatura media: 16.1
Descarga ruta: Carabanas20240229.gpx
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«Paréceme, Sancho, que no hay refrán que no sea verdadero, porque todas son sentencias sacadas de la mesma experiencia, madre de las ciencias todas « decía el ínclito manco, que no lo era, ya que mantenía el brazo, eso sí tan maltrecho como inútil de un arcabuzazo que le dieron por ir a buscar fortuna allá donde Felipe II fue a encontrarse con el turco.

Carabaña

Así empieza el refrán y la mañana: «Carabaña, legaña…». Me quito la legaña antes de desayunar frugalmente, a ver si me deshago de algún molesto gramo de panículo adiposo. Las noticias empiezan con el caso Koldo (otra legaña y la primera arcada). Enfilo la N-III y a las 10:20 llego al parking de Carabaña. Saco la bici del coche y llega Alfredo. La mañana está fría aunque ligeramente para ser aún febrero. Llega Domingo dentro del horario establecido. Empezamos la ruta y al rato pasamos por una de las magníficas haciendas de los Rato (otra legaña más y segunda arcada). Sólo tiene 112 inmuebles, fruto de su excelso trabajo en Bankia, entre otros porque «de casta le viene al galgo ser rabicorto y patilargo». Más que las patas, tiene las manos muy, muy largas toda esta familia. Para los más cafeteros aquí les dejo información de esta saga de delincuentes que deja a Koldo y compañía como unos simples aficionados.

A buena marcha avanzamos por el valle del Tajuña pasando por «…Orusco, pestes…» que así sigue el refrán. Nada que destacar más que los almendros están en flor, los campos muy verdes y que Alfredo nos cuenta que ha hecho la Prueba de Concepto para incluir en esta web algo de Inteligencia Artificial, que la natural ya va escaseando.

… «y si te acercas a Ambite, peor gente». Así concluye el refrán que alguien con muy mala leche le dedicó a este entorno de pueblos. Desconocemos el carácter de los pobladores de Ambite, pero podemos asegurar que la cuesta que nos lleva al altiplano tiene muy mala hostia.

Después del plátano, habitual compañero de fatigas, seguimos el camino aunque con una pequeña variación para eliminar el recorrido por los arcillosos campos que nos acechan. No es plan de quedarnos atrapados. Rodeamos Olmeda de las Fuentes sin llegar a ser conscientes de ello y llegamos al sorprendente Nuevo Baztán. La entrada al Palacio de Goyeneche es muy bonita. Cuando estoy investigando sobre esta zona descubro con estupor que está edificado sobre un bosque de acebos (otra legaña y última arcada). Y no sólo eso, sino que la energía para la industria de la zona se obtuvo en parte de la madera de estos árboles. La madre que parió a Goyeneche.

Empieza la zona más bonita de la ruta. Seguimos la trayectoria del «tren de los cuarenta días» , y 500 noches que diría Sabina, que nos acerca a Villar del Olmo primero y a Orusco después. Es una secuencia interminable de sendero estrecho en subibaja donde debes estar atento a las piedras, roderas, charcos y ramas; todo ello confabulado para tirarte de la bici.

Las subidas de gran desnivel es el mayor reto. Otra de las características de las e-bike es que suben por sitios que no te imaginas. Eso sí, hay que estar muy rápido para elegir la trazada, la asistencia del motor, la corona del cambio, la cadencia de la pedalada y la velocidad, para no salirte de la trazada buena o comerte al colega de delante. Muchos temas a la vez. A mí se me hacen bola en tres de los puntos más complejos, pero mis compañeros sortean con maña y soltura.

Aquí es donde Leo nos deleitó con una caída hacia atrás con su recién estrenada Cube. En esa ocasión íbamos siete mosqueteros. He aquí la crónica.

Sin más, salimos a la carretera en Orusco para retornar de nuevo por ribera del Tajuña con más velocidad, pues la putansia de Alfredo ya ha hecho acto de presencia. Comemos en La Tropicana que está enfrente del parking y es lo único que está abierto. En un alarde de valentía e imprudencia de mis compañeros, me dejan ir a preguntar si podemos comer en la terraza a lo que se niegan. A la vuelta, Domingo con la cara desencajada me pregunta y le aseguro que nos darán de comer a pesar de mi conversación con el dueño.

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Por El Boalo al Mini-Anglirú y gorilas en la niebla

Ruta realizada el Jueves 08/02/2024

Dificultad Física
Dificultad Técnica
35.1 km
1112 m
38 Km Distancia Madrid
3h28'
2h42'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), 30% de trialeras, con tres o mas obstáculos, sin limitaciones de temperatura, zona de fotografía interesante, muchas puertas

Participantes: Domingo, Félix

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Descarga ruta: 2024-02-08-Boalo-MiniAngliru-La-Barranca.gpx
Reproductor audio crónica:

Llevaba varias semanas con ganas de hacer esta ruta para comprobar como se comporta la CUBE en la cuesta más inclinada de la zona de Madrid que conocemos. Por unas cosas u otras, llevo varias jornadas sin salir con el grupo aunque sí que he salido sólo o acompañado. De repente, me doy cuenta que no he recargado la batería de la bici y que está al 65%. La pongo a cargar un ratito antes de salir de casa y llega hasta el 70%. Más vale que me dure.

Al fin Domingo y yo nos plantamos en El Boalo en un día nublado y fresco que según avanzaba se convertirá en frío ante la llegada de la borrasca Carlota. Juanlu estaba invitado, pero su Moustache le está dando sustos eléctricos y no se ha decidido a venir. Seguro que es simplemente una conexión de un cable, pero no viene por si tuviera que empujar.

No es cuestión de madrugar y perder media hora en la M30 por el tráfico que provocan los mortales que aún no han descubierto que trabajar es cansado y menos divertido que el tiempo libre. A pesar de ello, Domingo llega tarde por un accidente en la M40. Cerca de las 11:00 nos ponemos en marcha y enfilamos hacia Mataelpino por una pista ancha. Me empiezan a doler los oídos por el frío y la humedad así que saco mi pañuelo para protegerme. Llegamos a la base del Mini-Anglirú que es como bautizamos a esa cuesta infernal con un máximo del 22% de pendiente que sube a un depósito de agua y que nos recuerda al Anglirú de Asturias que allá por el año 2008 subimos Jesús, Alfredo, Pepe y yo.

La Maliciosa está enterrada por la niebla y apenas es reconocible. Mientras enfilo la cuesta me viene a la memoria que Alfredo anda en Tanzania subiendo el Kilimanjaro y sus 5895 m. Os recuerdo que Ernest Hemingway escribió Las nieves del Kilimanjaro que publicó en 1936 y que dio pie a la película que protagonizaron Gregory Peck, Ava Gardner y Susan Hayward en 1952. Me temo que esas nieves y glaciares se han reducido drásticamente en este puñado de años. Como llevamos unos días sin noticias de la pareja exploradora, se me pasa por la mente la imagen de ambos dentro de una perola enorme mientras un negro da vueltas a las verduritas con un cucharón. Allí les veo rodeados de hambrientos caníbales esperando que se ablanden sus carnes. Veo a Alfredo atado con las manos por detrás porque se comía las patatitas, que ya le conocemos.

La experiencia de subir esta empinada cuesta nada tiene que ver con ese sufrimiento que antaño nos suponía. Recuerdo que en algunos tramos debíamos apoyar el culo en el borde del sillín y dar las pedaladas muy redonditas, sin bruscos empujes porque la rueda de delante se levantaba, Eso podía provocar que tuviésemos que poner pie en tierra lo que implicaba que el resto de la cuesta se tenía que hacer a pata y empujando pues era muy difícil conseguir la inercia para subirnos de nuevo.

Pues con la e-bike, olvídate. Se sube del tirón en la posición Tour que es la segunda menos potente después de la Eco. Es decir, nos quedan otras dos marchas aún más potentes. Es una delicia subir sin echar el bofe por la boca.

Con las mismas nos vamos acercando a La Barranca cuando nos encontramos a los bomberos haciendo prácticas de rescate en el mismo sitio que la otra vez que pasamos por aquí.

Tras las fotos iniciamos la subida por la pista que nos lleva al mirador de La Barranca donde la niebla nos impide ver La Bola del Mundo y la Maliciosa al otro lado del valle.

Me acuerdo de aquellas dos simpáticas chicas que aquí conocimos y nos acompañaron por la senda Ortiz haciendo senderismo un día del verano. Se me olvidó sus nombres. Quizás lean estas líneas, ya que les enseñamos la web y quieran comentar algo.

Bajamos por la senda Ortiz y nos cruzamos con poca gente, pero me llama la atención la cara de una fea señora que me mira con desdén, a la que saludo y no me devuelve los buenos días. Sin duda cree que ese sendero no es para bicis. Pero se equivoca.

Volvemos a salir a la pista y bajamos a toda leche hasta coger un desvío que nos lleva por un sendero trialero y entre jaras. Me llevo un par de sustos al engancharse el manillar en las ramas. La batería está al 20%, pero no me preocupa porque quedan pocas cuestas. Más adelante, llegamos al valle que discurre junto a la carretera que va para Cerceda. Recuerdo a Jesús a cuatro patas enterrado de medio cuerpo en una mezcla de barro y estiércol después de una caída. Miki y yo, nos quedamos tan paralizados como sorprendidos porque no sabíamos si podría salir o se estaba hundiendo en el barrizal. Al fin, una carcajada de Jesús nos sacó de dudas. En un pequeño reguero le ayudamos a lavarse porque el barro le cubría hasta la cara. ¡Qué grande era Jesús! Seguro que seguiría con nosotros dando pedales. Le echamos de menos.

Llegamos a Mataelpino y como era tarde, le digo a Domingo que mejor nos dejamos caer por carretera hasta El Boalo. Hace bastante más frío que esta mañana y con la velocidad se incrementa. Ya estamos en Don Baco para comer y descongelar nuestras manos al calor de la estufa. Zampamos bien y contundentemente como es menester. Sólo queda lo peor: lavar las bicis, meterlas en el coche y emprender la vuelta para casa.

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A molar y volar por los alrededores de El Molar

Ruta realizada el Domingo 03/12/2023

Dificultad Física
Dificultad Técnica
57.6 km
905 m
37 Km Distancia Madrid
4h04'
3h22'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), sin trialeras, con dos obstáculos, no adecuado para temperaturas altas, zona de cazadores

Participantes: Alfredo, Félix, Miki, Mario

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Temperatura media: 8.4
Descarga ruta: El-Molar-Caminos-del-canal-de-Isabel-II-20231203.gpx
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Un nuevo Bosch Boy se añade a molar con las Ciber-acémilas. Hace meses que no vemos a Miki y por fin se decide a pasar la mañana con sus viejos colegas de correrías y sufrimientos.

Ha hecho falta «digitalizarse» para recobrar las aficiones si no perdidas, al menos atenuadas. Y es que lo de «sufrir se va a acabar» le ha calado y ha comprendido que en la era de la Inteligencia Artificial resulta anacrónico seguir arrastrándose por las pistas. Porque no hay necesidad, que diría Peperistóteles.

Llegamos Mario y yo a la cita con mucha antelación. Después Alfredo y por último Miki un tanto azorado por llegar algo tarde, pero le disculpamos porque ya sabemos lo que significa transportar tan pesada carga y encima estrena el transporte de su e-CUBE en la bola del coche.

La mañana está soleada y a la vez fría. Las primeras pedaladas hacen sentir el biruji matutino en la cara. Así que hay que correr poco a ver si amaina. Las pistas del Canal son tan conocidas que no nos detenemos a hacer fotos, sino que vamos charlando y devorando kilómetros. Mario parece que se ha metido una guindilla por semejante sitio porque nos lleva cuchillo. Los demás hacemos un pacto de no subir del Eco en las respectivas Ciber-MTB’s para no alterar a la bestia que Mario lleva dentro.

Una de los dos obstáculos que serían insalvables sin la colaboración ciudadana.
Uno de los dos obstáculos que serían insalvables sin la colaboración ciudadana.

Como a Alfredo le va el monte, nos ha hecho una par de demostraciones de por donde es capaz de subir para mayor admiración del respetable. Le hemos seguido, pero con la vista.

Llega la hora del plátano con los treinta kms hechos. En el mirador nos paramos a ver la soleada llanura.

Unos kilómetros más adelante cruzamos la presa del embalse de Pedrezuela que recoge las aguas del río Guadalix que como casi nadie sabe, viene de Miraflores de la Sierra después de nacer en el Puerto de la Morcuera. Buena parte de sus aguas son canalizadas para dar agua a los vecinos de Madrid, pero el resto continúa su periplo hasta desaparecer en las fauces del Jarama, allá por donde está el circuito del Jarama después de recorrer sitios tan peculiares como el Azud del Mesto.

Las praderas están verdes para alegría de las vacas que se afanan en comer la hierba junto a sus crías. Ojo, que aquí no se pueden cazar como bien avisa el cartel.

Ya sólo queda seguir la pista hasta llegar a la atalaya de El Molar, en lo que es una desafortunada reconstrucción sin concesiones a la que suponemos hicieron los árabes cuando campaban por estos lares.

Y a casa que hay que comer.

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