Desde Losa del Obispo por las Hoces del Turia escapando de las lluvias

Ruta realizada el Domingo 29/10/2023

Dificultad Física
Dificultad Técnica
53.4 km
1243 m
254 Km Distancia Madrid
5h29'
3h52'
Características Terreno Suelo duro (pueden ser de roca o pedregoso), sin trialeras, sin obstáculos, no adecuado para temperaturas altas, zona de fotografía interesante

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix

Mas detalle ruta

Temperatura media: 20.2
Descarga ruta: Losa-del-Obispo-Hoces-del-Turia-Balneario-de-Verche-Cerro-Castellano20231029.gpx
Reproductor audio crónica:

Como viene siendo tradición, después de haber echado un buen número de horas buscando rutas, alojamientos y restaurantes en la zona cántabra de Bárcena Mayor, tuvimos que cambiar de destino. El tren de borrascas (porque ahora ya no son una, son varias y tienen nombres propios, que acojona más…) no nos dio opción y tuvimos que echar mano de las alternativas que teníamos ya en la manga, por si las moscas, esas que nos acabaron comiendo.

Hace años estuve con un grupo de amigos en la zona de Chulilla (Xulella en catalán, perdón, en valenciano, que en esta web no vamos a ser menos que en el congreso). Me gustó mucho la zona, con sus cañones y cárcavas. Así que buscamos posibles rutas por la zona, que a priori, me pareció bastante dura. Cuando vimos que aquello estaba lleno de caminos, sendas y trialeras, decidimos lanzarnos a la aventura. Y es que, en esta ocasión, los desniveles y pendientes no eran un problema porque los tres intrépidos ciclonautas que nos íbamos a aventurar por estos lares estrenábamos tres nuevas monturas electrificadas que se suponía que nos librarían de nuestras ataduras gravitatorias. Eso, si no nos estampábamos contra un árbol, nos despeñábamos por algún acantilado o nos electrocutábamos al pasar un rio, pensamientos que a uno le pueden rondar cuando no conoce estos tratos.

Esta vez, innovadores como nunca, alquilamos una furgoneta para llevar las bicicletas, no muy aquilatada en tamaño, la verdad sea dicha. Parecíamos los Heredia llegando al pueblo para vender melones. Con semejante tarugo, podríamos habernos alojado en ella sin ningún problema, pero eso ya era demasiado radical y optamos por una casa en el pueblo de Losa del Obispo. El día de la llegada no hicimos ruta pero tuvimos que pasar la prueba de subir las bicis por una empinadísima y todavía más estrecha escalera, mientras nos acordábamos, de forma detallada y minuciosa, de la familia del dueño de la casa, que no nos comentó nada de semejante particularidad. En casa Anselmo, mientras cenábamos, empezamos a hablar de que ruta a realizar al día siguiente. Por primera vez, no llevábamos TODO cerrado desde Madrid. Me había traído el ordenador y decidimos hacer una sencillita para ver que tal se nos daban la e-bikes.

El domingo empezamos la ruta bajando las bicis por la infernal escalera. La salida era desde el mismo pueblo, en dirección a Chulilla.

La ruta no llegaba a este pueblo, y pronto nos adentramos en la zona de las hoces del rio Turia, rodeándolas y viéndolas desde arriba.

Empezamos una subida de unos 500 m. en 10 kms. donde pudimos comprobar como subían las nuevas bicicletas. Al principio cuesta un poco compaginar asistencia, cambios, pulsaciones y ritmos pero, como somos superespabilados, producto de la nueva era, pronto nos hicimos con la e-técnica (tontaa de palabra que me acabo de inventar).

Uno de esos momentos…

Al final, acabamos subiendo el cerro Castellano y enfilando el cerro del Aire, la zona más alta de la ruta y muy bien ventilada. A partir de ahí empezó una bajada suave y disfrutona.

De camino encontramos con una mina abandonada de caolita y arcilla, la primera de muchas que vimos por la zona, y que había dado lugar a una lagunilla donde aprovechamos para sacar «nuestro» dron.

Ya quedaba poco para llegar a Villar del Arzobispo cuando nos encontramos con Vicente, un pastor de cabras, cuyo rebaño hizo las delicias de Félix, el amigo de los animales (por eso debe ir con nosotros…)

En Villar intentamos comer, pero nos ignoraron, ningunearon y pasaron ampliamente de nuestras personas, así que optamos por volver a nuestro querido pueblo de Losa

Zona de salto en parapente a la salida de Villar del Arzobispo. Félix listo para el despegue.

En Losa conseguimos comer en casa Anselmo por los pelos. Con esto ya vimos que comer por la zona no es tarea fácil, como siempre nos ocurre en las salidas por nuestra España vaciada.

Por la tarde, después de una dura lucha por decidir que ruta hacíamos al día siguiente, nos acercamos a Chulilla, con idea de cenar allí. Pues nos costó, a pesar de estar el pueblo lleno de guiris y ser el centro turístico de la comarca. Finalmente lo conseguimos a la salida del pueblo, en una terraza alternativa, por las pintas que no por el precio.

Y así terminamos este estupendo primer día de nuestras andanzas por tierras «chulescas».

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San Agustin de Guadalix -Moncalvillo: despúes de la DANA

Ruta realizada el Miércoles 06/09/2023

Dificultad Física
Dificultad Técnica
31.9 km
523 m
30 Km Distancia Madrid
4h12'
2h58'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), sin trialeras, sin obstáculos, no adecuado para temperaturas altas, con algunas fincas privadas, muchas puertas

Participantes: Domingo, Félix

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Descarga ruta: San-Agustin-Moncalvillo-20230906-1.gpx
Reproductor audio crónica:

Por fin hago una salida seria desde que empezó el verano. Y lo echaba de menos. Dar pedales, los amigos, la sensación de estar dentro de la naturaleza, te hace sentirte más vivo.

Como, por desgracia, viene siendo frecuente últimamente, estábamos en cuadro. Félix y yo quedamos directamente en el restaurante La Kedada y desde allí empezamos la ruta.

Es una vieja conocida que solemos hacer cuando las lluvias no aconsejan enfrentarse al barro. En este caso, con lo que había caído, no era cuestión de romper la tradición.

Dejamos el polígono del Raso a la derecha, bordeando el rio Guadalix, para salir a la subida que cogemos habitualmente. Sin embargo, han cerrado el camino que marcaba el track original, por lo que rodeamos la dichosa finca, acabando en la pista de siempre sin mayor problema.

Lo bueno de esta rutita es que la principal subida está al principio. Y cómo quien no quiere la cosa, hablando de lo divino y lo humano (más de lo primero), nos plantamos en Moncalvillo.

En una de sus dehesas, un montón de osamentas destacaban en el terreno y Félix no se pudo resistir y sacó al actor que lleva dentro, representando una escena de «2023, una Odisea iendo despacio» . Menos mal que no nos vio nadie.

Seguimos cerrando uno de los ochos que tiene esta ruta, pasando finalmente cerca de Montenebro, donde empezamos el descenso.

El día era espectacular para montar en bici. La temperatura era ideal y el firme estaba húmedo, con muy pocas zonas con barro. Lo íbamos comentando, disfrutando de lo lindo. Ya no quedaba mucho para acabar, estábamos cerca de una granja llamada La Sima, cuando nos encontramos cerca del camino una vaca muerta, con un único buitre que estaba a su lado, mirándola. Nos detuvimos, curiosos y extrañados, con cuidado de no hacer mucho ruido y debajo de una carrasca. Ya en el cielo había 3 buitres dando vueltas y no queríamos espantarlos.

Ya empezaban a arremolinarse gran número de buitres, cuando, sin esperarlo, el tiempo se detiene y el espectro de Félix Rodríguez de la Fuente entra en nuestro Félix, prestándole su voz. Es difícil explicar lo que ocurrió. Es mejor verlo en el vídeo que a continuación anexo. Son una de esas cosas paranormales que nos ocurren tantas veces en nuestras salidas por esos mundos de dios (bueno, Dios, no sea…).

**** ATENCIÓN no existe el video Buitres.mp4 en el álbum de Google de la crónica

La experiencia fue impresionante, otro momento cinematográfico más que bien se podía haber titulado «Bailando con buitres«. Llevábamos un día de los más hollywoodiense.

Lastima que no acabásemos la jornada con «El festín de Babette» para redondear un día de cine, pero la comida tampoco estuvo mal, que La Kedada nunca nos ha fallado y ésta vez no fue la excepción.

Un día excelente, divertido y agradable. A ver si es el primero de un otoño lleno de buenos momentos.

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Hervás – Pista Heidi

Ruta realizada el Lunes 24/04/2023

Dificultad Física
Dificultad Técnica
36.4 km
851 m
184 Km Distancia Madrid
6h23'
3h14'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), sin trialeras, sin obstáculos, no adecuado para temperaturas altas, zona de fotografía interesante

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Pepe, Tomas

Mas detalle ruta

Temperatura media: 22.8
Descarga ruta: Hervas-Pista-Heidi-20230424.gpx
Reproductor audio crónica:

Después de que bajara Tomás con la furgo de su atalaya en las afueras de Baños y con un desayuno «holandés» en el cuerpo (según los criterios gastronómico-viajeros de Félix), nos dirigimos con los coches hacía el punto de partida de la ruta en el pueblo cercano de Hervás. Se trataba de la ruta estrella de nuestra viaje, la que iba a poner a prueba nuestras capacidades.

La salida del pueblo pasaba por la ermita del Sto. Cristo de la Salud, una señal para animarnos. Pronto se adentra en un precioso bosque, en dirección al Castañar de Gallego que transcurre durante una importante parte de este track.

El camino hacia la sierra de Heidi (vaya usted a saber porque le han puesto este nombre…) empieza con una subida aceptable rodeada por una vegetación sorprendente, al menos para nosotros que nos esperábamos menos agua y un entorno mucho más pobre.

Al ganar altura el castañar va quedando atrás dando lugar a un paisaje más abierto, donde nos encontramos varias depósitos de agua y un banco para hacer el payaso.

En todas las referencias a esta ruta, aparecen la chorreras como uno de sus máximos atractivos. Al acercarnos a ellas, empieza a aumentar la pendiente. Tanto para Tomás como para mí, que íbamos con nuestras e-bike, esto no era un problema pero me dio cargo de conciencia ver a Pepe sudarse estas cuestas. No era el Tourmalet pero tenía su pendiente. Nos encontramos a un matrimonio que iba detrás de las famosas chorreras. Les indicamos como llegar, a unos 4 kms. de donde estábamos situados, pero me dio la impresión de que no nos iban a hacer mucho caso. Igual están todavía por allí.

Al cruzamos el arroyo que alimenta está chorrera nos atrajo un estanque cercano con una pequeña cascada, un lugar ideal para descansar y sacar el dron. No nos podíamos imaginar la tragedia que se avecinaba.

Momentos antes de la tragedia, ignorantes de que, en breve, seriamos uno menos

El dron evolucionaba grácilmente cuando una simple rama se llevó por delante semejante prodigio tecnológico. Cayó en espiral, como despidiéndose, a las frías aguas del estanque y Alfredo se tiró al agua para salvar a la niña de su ojos sin que los demás pudiésemos hacer nada para evitarlo, entre otras cosas, porque alguno estaba sacando el móvil para grabar la escena (son los tiempos que corren…).

La criatura todavía funcionaba cuando le sacó del agua. La máquina, como el mítico HAL 9000 de 2001, no quería que se le desconectara pero se le extrajo la batería y la SD. Era por su bien. Lo sacudimos en un intento de eliminar el agua de su interior ya que habíamos cometido la tremenda imprudencia de no haber incluido en nuestras mochilas varios kilos de arroz para secarlo de una forma eficaz.

Pero la vida continúa y teníamos que seguir la ruta. Afectados por el incidente retomamos el camino en silencio, tanto por las circunstancias como porque era un cuestón de 15 %. Menos mal que finalizaba en un espléndido mirador que nos alivió del trance.

Habíamos llegado a la parte más alta de la ruta. Estábamos satisfechos a pesar del alto precio pagado por ello. Ahora solo quedaba bajar hasta Hervás.

Llegando a Hervás, Tomás tuvo la brillante idea de preguntar a una lugareña por un sitio para comer, antes de que Alfredo nos atacase. Le recomendó, sin dudarlo un instante, «El Mirador» y para allá que fuimos.

Comimos estupendamente. Un lugar muy recomendable. Hasta una camarera, muy simpática y sonriente, nos pregunto que «donde nos ponía los rabos [de toro]». El grupo de viejos rijosos en que nos hemos convertido no perdió la ocasión de entrar al trapo [de lidia, claro] pero la camarera, versada en estas artes, nos dio un pase por chicuelinas y asunto arreglado. ¡Hale, a comer!

Durante la comida, Tomás propuso hacer una cena en su atalaya y a todos nos pareció estupendo. Asi que, después de la minisiesta, nos fuimos a comprar. Este grupo de carácter pseudoprusiano tendría cabida entre los Wagner rusos pero no sirve para comprar… Lo intentamos pero el pueblo tampoco nos puso facilidades y el resultado final fue un truño. Pero no adelantemos acontecimientos…

Entramos al balneario con dos bolsas de compra y sin mascarilla. Eso hizo desconfiar a las funcionarias de tan hidráulica instalación, que podían haber pertenecido a la República Democrática Alemana de los 80 perfectamente, tal era su comportamiento y pose funcionarial. Después de rellenar unos formularios interminables donde intentaban determinar lo cascado que estabas, pudimos acceder a los vestuarios a donde fuimos acompañados, of course, por una funcionaria que, claramente, no se fiaba de nosotros y que miraba nuestras bolsas de la compra con desaprobación.

En la piscina del balneario se nos informó de las normas-restricciones que había que respetar por el hecho de haber ingresado en tan notoria instalación. A pesar de la vigilancia, algunos miembros de este colectivo se comportaron de una forma que parecía indicar que todavía no habían superado la fase anal descrita por Freud en su «Tratado sobre las Fases del Desarrollo Psicosexual y Emocional en la Infancia».

El balneario tiene dentro un pequeño museo, donde se encuentra la terma original, bastante interesante y que me confirma que los romanos eran unos cracks.

Dejamos el balneario estilo belle-époque y sus restos romanos y nos fuimos a cenar a las afueras de Baños, montados los 5 en la furgo de Tomás. Allí comprobamos las posibilidades de su furgoneta camperizada, organizando un merendero en un momento. Pronto constatamos que nos habíamos quedado claramente cortos en la compra (en cantidad/calidad), donde lo único que destacó fueron unos impresionantes mejillones que brillaron con luz propia. Teníamos que haber comprado una lata para cada uno y dejarnos de tonterías, pero nos liamos.

Tomás se quedó arriba y nosotros descendimos a pie, paseando y disfrutando de la noche y las estrellas. Para rematar el día, nos tomamos unas copas en el bar del hotel, atendidos por un camarero repleto de surrealismo rural. Estaba cansado y dormí como un bendito, con la esperanza de que el siguiente día de nuestro viaje fuese tan bueno como éste.

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Navalcarnero-Dehesa de Sacedón

Ruta realizada el Miércoles 05/04/2023

Dificultad Física
Dificultad Técnica
42.2 km
469 m
29 Km Distancia Madrid
3h24'
2h54'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), sin trialeras, sin obstáculos, no adecuado para temperaturas altas

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Pepe

Mas detalle ruta

Temperatura media: 20.1
Descarga ruta: Navalcarnero20230405.gpx
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Más de dos meses que hacía que no daba pedales. Y lo echaba de menos. Sentir el aire, la charleta con los amigos, preparar la ruta, todas esas cosas son la sal de la vida. Con todas las «incidencias» que hemos tenido en el grupo, estabamos bajo mínimos. Primero mi menisco, luego la rotura fibrilar de Pepe y ahora Juanlu… Parece que al grupo le ha mirado un tuerto, aunque no sé si esto es políticamente correcto porque empieza a ser complicado determinar si una expresión se adecúa exactamente a todos los protocolos de esta postmodernidad que nos va envolviendo. De todas maneras, se lo he preguntado a ChapGPT y me ha dado su visto bueno, al menos en esta release.

La ruta de hoy es una vieja conocida que realizamos en primavera, cuando no queremos darnos una paliza, ni irnos muy lejos. Es agradable y llevadera, sin más. Ideal para un convaleciente como yo, con la ventaja añadida de que tiene la posibilidad de acortarla drásticamente si las cosas no van como uno espera.

Como siempre salimos de la zona de aparcamiento que se encuentra enfrente del restaurante Senderuela, a la hora prevista, como buenos ciclistas prusianos. En piloto automático, empezamos a preguntar a Alfredo por su aventura nipona, haciéndonos los primeros kilómetros de lo más llevaderos. Pronto nos enfrentamos a los primeros areneros, lo más «peligroso» de esta ruta. No recordaba que tuviera tanta arena pero ésta fue una constante en todo el trazado.

Sin darme ni cuenta, llegamos a orillas del rio Guadarrama. Ahí estaba el punto donde había que decidir si seguía u optaba por acortar la ruta, pero me sentía bien (no voy a decir poderoso porque mentiría…), así que subimos por una linde que nos dirigió hacia la dehesa de Sacedón.

En una zona de arbolado paramos para tomar nuestro habitual piscolabis a base de plátano. Como somos así de sencillos, Pepe planteó la problemática de espacio como concepto, desde un punto de vista conceptual, saliéndose así de los habituales planteamientos constreñidos por los modelos de la física relativista.

Continuamos rodeando la dehesa, sin tener muy claro en que dimensión nos encontrábamos, pero esto no afectó a nuestra evolución en el continuo espacio-tiempo. Por el interior del bosquecillo que dejamos a la derecha transcurre, entre barrancos, el arroyo Brunete que desemboca en el Guadarrama. Y como quien no quiere la cosa, nos acercamos mucho a Villaviciosa de Odón y a la Dehesa del Sotillo, aunque de esto ni nos enteramos, tan enfrascados que estábamos en nuestros pensamientos.

Paralelos al Guadarrama, nos dirigimos hacia el Parque Coímbra. Toda esta zona del camino está atravesada por pequeños arroyos que desembocan en el rio. Me sorprendió que éste llevara agua, a pesar de los meses que llevamos sin lluvia. Incluso en algunas zonas, había zonas embalsadas repletas de vegetación. Así, atravesando trigales echados a perder por la falta de agua, nos encontramos con un precioso y enorme árbol singular, viejo conocido de esta ruta y que nos anunciaba que se acababa lo bueno y empezaba una zona de viviendas y fincas ilegales que me recordaron la cañada Real Galiana.

Pepe se quedó deslumbrado ante una finca que debía ser propiedad de un chatarrero y que lucía unas impresionantes verjas y esculturas hechas con todo tipos de aparatos y elementos de hierro. Otra finca aledaña con los restos de un circo ambulante anunciaba el inminente desvío a la derecha que nos enfilaba directamente a Navalcarnero con una bonita subida que me supo a cuerno quemado.

Poco después llegamos a la dehesa de Marimartín, que ha sustituido los árboles por unos chalets horrorosos. Por suerte las casa no han invadido todo y, continuamos por un parque hasta llegar al barrio de la Dehesa (otra «dehesa», esta vez de bloques de pisos), nuestro destino final en Navalcarnero. Allí esperándonos estaba Juanlu, que nos había hecho el honor de venir para comer con nosotros, a pesar de su rodilla hinchada.

La comida en el Senderuela no nos defraudo, como tampoco lo hizo la sobremesa. La salida me sentó genial. A veces la vuelta a la normalidad es algo mágico.

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Quijorna, la ruta del cocido

Ruta realizada el Miércoles 25/01/2023

Dificultad Física
Dificultad Técnica
30.1 km
698 m
30 Km Distancia Madrid
3h04'
2h35'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), sin trialeras, sin obstáculos, no adecuado para temperaturas altas

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Pepe, Tomas

Mas detalle ruta

Temperatura media: 9
Descarga ruta: Quijorna-20230125.gpx
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Como nos pasa últimamente, la elección de ruta es todo un proyecto en sí mismo. En su día Alfredo creó una utilidad que nos facilita todos los lunes posibles rutas para hacer durante la semana, teniendo el cuenta el tiempo que llevamos sin repetirla. Pues bien, me parece que no ha sido utilizada todavía. Los motivos son distintos: que si no me viene bien, que vaya rutones que hacíamos antes, que si hace calor, frio,… Por una vez Pepe propone temerariamente una por Torrelodones y tengo que decir que esta vez he sido yo el pijotero. Me daba miedo meterme en trialeras con la rodilla como la tengo y propuse esta de Quijorna que me pareció más sencilla y llevadera. En lo de las trialeras no me equivoqué. En los pendientes si. Tampoco es que tenga un IBP desmesurado (66) ni un gran desnivel (alrededor de 700 m), el problema es cómo son las subidas, con una considerable mala leche.

Quedamos para salir a las 10:30 y así evitar el frio, pero empezamos más tarde porque Tomás se retrasó. Esta es una ruta que no te engaña. Al poco de salir de Quijorna nos recibe con los brazos abiertos y un cuestón largo y pronunciado (se llama la cuesta de Vétago, que será el primero que se la comió doblada…) con un firme muy mejorable.

Cuestón de recibimiento

Durante un rato tenemos un respiro, por jarales, en dirección a la urbanización Cerro Alarcón, no sé si a la fase I, II o III. Muy bonitos los chaletes de la zona, si señor, donde no nos cruzamos con nadie. A la salida aprovechamos para tomarnos el platanito al sol. Intentamos ver por donde iban Pepe y Tomás, que habían salido un poco después, pero las comunicaciones de la zona no daban mucho de sí. Poco después descubrimos, que los muy ladinos nos habían adelantado aprovechándose de la estructura laberíntica de la urbanización. El reencuentro los tuvimos en un lugar emblemático: el puente del Pasadero, un viejo conocido.

A la salida del puente nos espera una «agradable» subida por una pista de firme irregular y piedra suelta que hizo las delicias de los participantes, o sea, nosotros.

Disfrutando a tope

Dejamos Navalagamella a la izquierda y nos adentramos en la parte norte de la urbanización, dejando su embalse a nuestra derecha.

En esta zona estamos continuamente subiendo y bajando, hasta alcanzar una zona de subida tendida que nos lleva hasta el circuito de cross de Valdemorillo. Una vez llegamos a lo más alto de la ruta, con Valdemorillo a nuestra espalda y Navarredonda a nuestra izquierda, comenzamos por fin, a bajar y a bajar y… No sé porqué pero esta fue la parte que más me gustó de la ruta.

Llevaba a Félix y Alfredo delante de mi, pero aquí les perdí de vista. Me imaginé que habían metido velocidad al asunto para coger mesa en el mesón del Águila, con la vista puesta en su célebre cocido. Con Pepe y Tomás detrás, compartí esta parte de la ruta con un milano que se emperró en seguirme, y yo, claro, me piqué con él.

Atravesando la Vega de las Viñas, entre arroyos y barrizales, llegué al pueblo. Afortunadamente Félix y Alfredo habían conseguido mesa aunque el restaurante estaba a reventar.

El cocido estaba bastante bien, sobre todo teniendo en cuenta que su precio era de 8,50 €, lo que ya no se ve en ningún lugar.

Mario no vino, pero tenía buena excusa: su cumple. Aquí le dejamos para siempre nuestras felicitaciones.

Tenía muchas ganas de salir, y aunque la rodilla me dio alguna guerra, la salida mereció mucho la pena. Un día espléndido con los amigos.

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Colmenar Viejo – Dehesa de Navalvillar, momentos brumosos

Ruta realizada el Jueves 22/12/2022

Dificultad Física
Dificultad Técnica
35.2 km
755 m
26 Km Distancia Madrid
3h29'
3h08'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), sin trialeras, con dos obstáculos, no adecuado para temperaturas altas, con algunas fincas privadas, zona de fotografía interesante

Participantes: Domingo, Félix, Mario

Mas detalle ruta

Descarga ruta: Colmenar-Viejo-dehesa-de-Navalvillar-2022-12-22-1v2.gpx
Reproductor audio crónica:

Como diría Fernando, continuamos con la pertinaz sequía que nos azota desde hace un mes. Hoy no nos enfrentamos a una cortina de agua si no a una niebla que traslada Old Apiary (Colmenar Viejo para los castizos) a Escocia, más exactamente a una de las escenas del «Perro de Baskerville» en medio del páramo de Devonshire. Como viene siendo habitual últimamente, estamos en cuadro y sólo tres solitarios Watsons se atreven a afrontar esta mañana los riegos del camino.

Después de una serie de incidentes eléctricos que afectan a Félix, conseguimos salir bastante cercanos a la hora prevista. Desde las cercanías del cercanías, Mario nos enruta dirigentemente a la ruta. No en balde se trata, una vez más, de una «ruta mariana». Me había prometido que iba a ser un paseo porque temía por mi rodilla que últimamente me ha estado dando guerra. Y más o menos lo cumplió aunque en algunos momento no lo pareció.

Así que, que después de bordear el «polínglono» de Tres Cantos, nos dirigimos hacia el norte por el carril bici para adentrarnos en la niebla, que es lo que vimos durante la mayoría de la ruta.

Se supone que pasamos por sitios tan chulos como el Prado de la Doctora y Navalahija, pero no lo podría jurar. Incluso pasamos al lado de unos antiguos estudios de cine, cerca de la Talanquera de San Pedro, donde se grabaron grandes producciones norteamericanas como Alejandro Magno, Espartaco, Orgullo y Pasión, El Cid y otras superproducciones. Buen sitio para rodar grandes batallas, con el Pico de San Pedro de fondo, haciéndolo pasar por el Vesubio, Los Pirineos o Los Alpes, según las necesidades del rodaje. Tampoco podría asegurar que el Pico San Pedro siguiese allí, porque verlo no lo vimos.

Siguiendo con los aspectos culturares de la ruta, nos encontramos con unos yacimientos de un poblado del siglo VI d.C. porque pasamos a 10 metros, que si no….

Rodeamos el Alto de las Minas por una zona donde perdimos el sendero. El track nos llevaba de cabeza a un muro de piedra, y como somos gente que se deja llevar, ahí que nos ves violando la propiedad privada.

Esta zona fue la más durilla de la ruta. Me empezó a molestar la rodilla pero, siguiendo las sabias indicaciones de Mario (recopiladas en su libro «Como abordar una ruta mariana y no morir en el intento; ediciones Machacantes)», subí ligeramente el sillín y fue mano de santo.

Pasando cerca de una zona llamada El Pecado Mortal, vete a saber porqué, nos llamó Juan Luis, con el que habíamos quedado para comer. Era evidente que ya llegábamos tarde, así que aceleramos un poco el ritmo, más que nada porque era bajada.

Por fin la niebla desapareció (a buenas horas…), mostrándonos Colmenar Viejo en todo su esplendor. Lo atacamos por el sur, paralelos a la M607 hasta llegar de nuevo al «polínglono» donde nos internamos deseando ya llegar. Después de rotondas, avenidas y pasos de cebra llegamos hasta el restaurante donde habiamos quedado con Juanlu, el Lamadrid. En tan señaladas fechas estaba hasta la bola, y como no habíamos tenido la precaución de reservar, nos encontramos compuestos y sin novio. Además Mario no se podía quedar por compromisos de última hora, así que descartamos buscar otro lugar en aquel lugar tan escaso de recursos. Por lo menos vimos a Juanlu, con el que estuvimos un rato, contándonos las últimas novedades, hechos y sucedidos.

Santo cielo, que pintas…

En fin, cosas de la Navidad. Cada mochuelo volvió a su olivo y yo me metí un cocido casi a las 4 de la tarde que me sentó como un tiro. Pero a pesar de todo valió la pena porque llevaba 3 semanas sin salir, entre unas cosas y otras. Necesitaba sentir el aire y ver a los amigos, y esto lo tuve con creces.

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8 Ways to Open the Registry Editor in Windows 11

Ruta realizada el Jueves

The option «Share between devices» Allows the inclusion of other applications from third-party devices, such as mobile phones or tablets. There is also the option «Everyone nearby» which allows to extend the reach. There are a large number of functions that Windows has added to its catalog throughout its updates.

  • It’s highly advised that you back up the registry keys at first.
  • The driver for vmxnet3 comes up VMware Tools but of late VMware driver updates can also come from Windows Update.
  • Type a few words of “local group policy editor” in the Windows 10 search box.

It’s only a «problem» if you’re interested in having a Microsoft account. I use a local user account to log in, I have no interest in having a live account. Open any of the O365 apps – File – Accounts – confirm you’re signed out of that account here. For me, the 1st and 3rd devices are my Galaxy S9+ – I disabled the 3rd device since it was inactive and was a duplicate. 2- It will show a pop-up window with the text “Shared Experiences has been enabled on your system ” just Click ok button. This method will only work on Windows 10 Pro as Windows 10 Home doesn’t support Group Policy Editor. How do I do these things from a batch file (registry edits, etc.)?

Sometimes when Window’s troubleshooter does not work, you can try to do the process itself. You can accomplish this method by deleting the Windows Update file cache. These are temporary files for your update that you do not need but may use up valuable space when you update Windows OS.

Straightforward Programs Of Dll Revealed

What started off as a 30th birthday celebration for All-Star pitcher Joe Musgrove, has now become a world-record setting attempt. This exhibition features a selection of works from the museum’s Stanton B.

Those keys and values are already there, presumably for a good reason, so make sure whatever advice you’ve gotten that led you to this point is as accurate as possible. For more on registry values and the different types of values, you can choose from. If your registry edits don’t go well and you need to undo your changes, you’ll be very happy you were proactive and chose to back up. The directions work the same way no matterwhich version of Windows you’re using.

An Analysis Of Straightforward Dll Files Products

If you like to dig into the innards of Windows with the Command Prompt, you’ll be happy to know you can customize the tool itself. Open the Command Prompt, right-click on the window’s top bar, and select Properties to personalize your experience. You can then drag any of them over to where it says New desktop, which creates a new virtual desktop. Once you click out of Task View, you can toggle between virtual desktops by d3dcompiler_43.dll pressing the Windows key + Ctrl + right/left arrows.

Senderos de Izki desde Urturi

Ruta realizada el Jueves 27/10/2022

Dificultad Física
Dificultad Técnica
31.2 km
691 m
268 Km Distancia Madrid
3h43'
3h04'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), sin trialeras, con un obstáculo, sin limitaciones de temperatura, 300 metros no ciclable, zona de fotografía interesante

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Pepe

Mas detalle ruta

Temperatura media: 17
Descarga ruta: Urturi-senderos-20221027.gpx
Reproductor audio crónica:

Era nuestro último día en esta zona que los empollones denominan Cuadrilla de la Montaña Alavesa. Lo visto hasta ahora nos había gustado a rabiar así que estábamos dispuesto a realizar una nueva barrida por el interior del desconocido parque natural de Izki, que lleva siéndolo 24 años y yo sin enterarme.

Aparcamos los coches de nuevo en el campo de golf, mirando de reojo al restaurante que tan boludos recuerdos nos traía. Hubo comentarios al respecto relacionados con chipirones y el orto de la encargada, pero no voy a entrar en detalles. Como siempre, tardamos un ratito en acicalarnos mientras Alfredo trazaba orbitales a nuestro alrededor.

El comienzo de la ruta coincidía con el realizado el martes, pero no nos importó lo más mínimo. De nuevo estábamos sumergidos en ese bosque que tanto habíamos buscado cuando diseñamos este viaje.

Al cabo de un rato, volvimos a salir de la foresta por la misma puerta de la vez anterior, pero ahora nos dirigimos en dirección contraria, hacia el pueblo de Quintanar, que nos recibió con una calurosa cuesta.

Desde aquí, atravesando una zona de dehesas y cultivos, nos metimos de nuevo en el parque.

Sobre el papel, la ruta no tenía especial complicación. Lo que pasa es que no contábamos con los continuos repechos que iban surgiendo, ni con la anormal acumulación de arena que tenían los caminos ni con unas moscas caníbales, especialmente entrenadas para esperarnos en los comienzos de las cuestas.

Las yayadas no podían faltar. Mira que llevábamos todos el track, pues así y todo nos separamos y tuvimos que recurrir a nuestros avanzados conocimiento de GPS para poder reagruparnos. Claro, que viendo el track, con sus innumerables ochos, tampoco era tan difícil despistarse.

Tuvimos también nuestro componente naturalista con la visita de nuevo al Roble Gordo y el encuentro con unos boletus que hicieron a Félix la mar de feliz.

Estábamos llegando al final de la ruta. Salimos de bosque y faltaba lo mejor, la Ermita De San Victor de Obekuri. Aquí Pepe decidió que perdonaba la visita y que en su lugar se iba a meter una coca-cola, una aptitud que nos desoló por la falta de devoción que demostraba. Pero la asumimos y quedamos en llamarnos cuando llegáramos.

Los demás seguimos fieles al track, movidos por la fe, supongo, porque, al menos yo, ya llevaba más que suficiente… La cuestión es que bordeamos la colina donde se encontraba la ermita, esperando encontrar una pista de subida. Pues no, no había pista. Era un sendero minúsculo, protegido por todo tipo de plantas y con una pendiente del 30%. Disfrutando como locos, subimos bici en mano, empujando, a hombros, en fin, cómo se podía. Yo esperaba encontrarme con una ermita tardorománica o protorománica, vamos, algo acabado en románico, pero no fue así. Arriba, después de un ímprobo esfuerzo, nos esperaba como recompensa una especie de parada de autobús absolutamente kitsch. Se nos cayeron las muelas. No nos lo creíamos, pero, por suerte, al lado había un repetidor de televisión super molón lleno de antenas, que nos resarció de semejante decepción.

A la entrada de Urturi nos encontramos con Pepe. Como no estábamos dispuesto a repetir la experiencia del restaurante golfo-golfero-bonaerense, decidimos probar en el restaurante Garimotxea, que estaba cerca. La dueña nos recibió con un entusiasmo que casi nos hizo llorar. Sus monosílabos eran poesía en nuestro oídos. Para ser justos, la mujer se fue soltando y, sin llegar al cachondeo, conseguimos que fuese simpática y todo.

Concurso de calabaza. a ver quien se acerca más a su peso.

Después de la comida, que estuvo más que bien, recogimos y comenzamos la vuelta a casa. Nos tuvimos que desviar de la carretera porque Pepe estaba corto de gasolina, y hasta nos costó encontrar donde tomar café, pero al final dimos con un lugar lleno de real retirees of the place que diría el soplagaitas de Charles III (puff, no he podido evitar esta referencia real). De lo más auténtico.

Y con esto acabó nuestra salida de otoño, que empezó mal y terminó genial. Desde luego, nuestro conocimiento de la España vaciada va en aumento. ¿Qué nuevo páramo nos deparará el futuro? ¿No será que solo estamos «llenos» nosotros?

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Prádena del Rincón-Puerto del Cardoso-Collado Mosquito-Horcajuelo. Viendo como va la hoja

Ruta realizada el Jueves 20/10/2022

Dificultad Física
Dificultad Técnica
36.3 km
920 m
71 Km Distancia Madrid
3h41'
3h05'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), sin trialeras, sin obstáculos, no adecuado para temperaturas bajas, zona de fotografía interesante

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Mario

Mas detalle ruta

Temperatura media: 10
Descarga ruta: Pradena-20221020.gpx
Reproductor audio crónica:

Esta ruta ya nos la planteó Mario (si, otra ruta mariana) la semana pasada y como tenía una pinta estupenda, no la echamos en olvido. Era el momento de comprobar el «estado de la hoja«, termino acuñado por el naturalista del grupo, Félix. Y es que a la semana siguiente emprenderemos la exploración del ignoto Parque Natural de Izki y no sea que la hoja no esté todo lo bien que fuese de esperar. ¡Menudo disgustazo!

La cosa es que no parecía el momento más adecuado. Se nos venía encima la borrasca Armand, con un nombre ideal para imaginarse una sucesión interminable de hechos apocalípticos. Quizás por eso la mitad del grupo se ha rajado (si, ya sé, no es eso, es que estaban sumamente ocupados…). La cuestión es que me puse en carretera con un cielo que no presagiaba nada bueno. La llegada a Pradena fue apoteósica, con los limpias del coche echando agua a los lados sin freno. Pero con mi característica sangre fría, atravesé la cortina de agua y me tomé un café en el Bar El Rincón, mientras esperaba a los componentes de la expedición. La verdad es que confiaba ciegamente en las gestiones de Mario para asegurarnos una ventana de tranquilidad climática entre las 10 y las 14 horas. Seguro que ya había hablado con sus ñuberus, esos geniecillos cántabros que montados en los nubarrones de las tormentas, las guían a su antojo. Y además, MeteoBlue nos daba la razón. Así que pa’lante.

La cosa es que a las 10 en punto estábamos los 4 en Pradena y ya no llovía. Empezamos a bajar por la carretera que nos llevaba directamente a Montejo de la Sierra. A la salida del pueblo cogimos una pista que, amablemente, nos llevaba en dirección al Cerro los Cotoruelos, por lo que os podéis imaginar que empezamos a subir.

Dejamos atrás una de las innumerables Dehesas Boyal que hay en nuestra comunidad, rodeando el Hayedo de Montejo.

Seguíamos subiendo, porque esta ruta tiene esa característica, que la mitad es subida. Íbamos a buen ritmo, con alguna cuesta de las que te hacen sudar pero sin dejar de ser llevadero. Todo el recorrido se hace a través de un precioso bosque y la pista está en bastante buen estado. Iba a decir que casi no cuesta subir, pero mentiría…

A los 500 m. de desnivel Alfredo planteó el momento canario y dejamos de ascender para tomar algo y quedarnos helados. Así que comimos en un santiamén y vuelta a subir.

Picha española no mea sola. Momento prostático

Al final llegamos al Puerto del Cardoso, con unas increíbles vistas (eso decía el waypoint) que veremos en otra ocasión, porque esta vez, nos metimos en una nube de cabeza.

Después, llegar al Collado del Mosquito que con sus 1836 m. es el punto más alto de la ruta, fue coser y cantar. Allí el bosque deja paso a un monte bajo, salpicado de vez en cuando con pinos. Nos abrigamos porque el viento y una potente cuesta abajo, así lo recomendaban. Alfredo se puso un elegante conjunto asimétrico de perneras que hizo furor entre los excursionistas que nos encontramos (o sea, nadie).

La bajada empezó discurriendo por una zona de monte bajo donde los helechos destacaban por estar totalmente secos. Dejamos a la derecha el Alto de la Pinilla, entrando de nuevo en el bosque.

El cielo empezaba a cubrirse, señal de que la ventana de oportunidad que había creado Mario con sus hechizos se estaba cerrando. Por suerte no quedaba mucho. Atravesamos Horcajuelo, con sus bonitas casa de piedra, y cogimos de nuevo la carretera para volver a Prádena. Después de alguna cuesta de última hora llegamos a las 14:00 al restaurante que, eficientemente, había reservado Mario (este chico vale un montón, te lo digo yo). Empezaba a chispear, se acababa la tregua. La ventana definitivamente se estaba cerrando.

Nos lanzamos a la la mesa, dispuestos a comernos lo que fuera, pero la señora del restaurante-bar El Rincón nos dijo que, cómo habíamos reservado a las 14:30, no íbamos a comer hasta las 14:30:00. Alfredo la miraba con ojos glaucos, sin entender el motivo de tanta maldad. A Félix le tuvimos que poner cinta americana en la boca. Mi teoría es que esta gente son descendientes de colonos alemanes que trajo Carlos III para repoblar esta zona. O bien, otra posibilidad, se trata de huidos de la caída del III Reich que se habían refugiado en los 40 en la sierra pobre de Madrid (como en Los pacientes del doctor Garcia de la gran Almudena Grandes). Vete tú a saber, pero esa falta de flexibilidad es netamente germánica, lo mires por donde lo mires. En cualquier caso, nada que unas cervezas (y el pan de la comida) no acabasen arreglando.

Pero la mujer tenía su corazoncito y, viendo como deglutía pan Alfredo a dos manos, nos atendió a las 14:21:37 como deferencia a lo majos que éramos. Comimos bastante bien, menos Félix que pidió sus famosos boquerones serranos, con el éxito habitual. Mario intentó pedir una sopa de cocido y cordero de segundo, pero eso era demasiado para la señora, que no concebía semejante desbarajuste. Dass, wenn nicht, ich nicht so ein Durcheinander zugeben! ¡Si se pide sopa de cocido, se come cocido, leñe! ¡Qué es eso de mezclar! Así que Mario se metió un cocido integral, que además, tenía muy buena pinta, con su relleno y todo.

Cuando salimos, llovía a mares. Esperamos a que calmara un poco para cargar las bicis. La vuelta la hice lloviendo a manta, con viento para aderezar la cosa. En la autopista, los camiones amenizaban el cotarro dejándote sin visibilidad cuando los adelantabas. Pero eso fue lo de menos, porque habíamos pasado un día estupendo, disfrutando de la naturaleza y los amigos (y sin mojarnos), como siempre.

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San Lorenzo de el Escorial-Robledondo-Zarzalejo Cumbres borrascosas

Ruta realizada el Jueves 29/09/2022

Dificultad Física
Dificultad Técnica
42.1 km
952 m
41 Km Distancia Madrid
5h23'
3h14'
Características Terreno Suelo duro (pueden ser de roca o pedregoso), 15% de trialeras, sin obstáculos, no adecuado para temperaturas altas, zona de fotografía interesante

Participantes: Domingo, Pepe, Rufi, Raquel

Mas detalle ruta

Temperatura media: 10.3
Descarga ruta: San-Lorenzo-de-el-Escorial-Robledondo-Zarzalejo-2022-09-29.gpx
Reproductor audio crónica:

Llevábamos una semana con un tiempo espectacular, soleado y con la temperatura justa, cuando, hete aquí, que el pronostico nos pinta un jueves apocalíptico. Pero no nos arredramos, que para eso hemos hecho la mili (más o menos…). Mi e-wife tenía fiesta en su trabajo y aprovechando que teníamos que acercarnos al Escorial, plantee al grupo una ruta por la zona. Así de paso Raquel, que lo estaba deseando, se podía venir con nosotros en su montura eléctrica. Buscando, buscando elegí una vieja conocida para disfrutar de las vistas desde el Malagón. La última vez que el grupo abordó esta zona fue un desastre porque triscamos lo que no está escrito gracias al track de un tipo al que pusimos como nombre en clave «el tarado» y que nos llevó por todas las tapias y vallas que había en la zona de Zarzalejo. Por eso, para evitar hacer salto de vallas, he optado por tirar hacia Robledo.

Después de un intercambio de mensajes en la mañana del jueves, llenos de desconfianza sobre las nubes que cubrían la sierra norte de Madrid, quedamos a las 10 en la urbanización Felipe II. Salimos con un ligero retraso y pronto abordamos las cuestas del Tomillar. Ya sabíamos que nos íbamos a tirar así la próxima hora y media. Pepe y yo con calma, Fernando y Raquel, charlando de lo divino y lo humano y cada vez más por delante de nosotros.

Pepe recargó pilas en la Penosilla gracias a una llamada relacionada con la obra que está acometiendo en su casa. Este tipo de comunicaciones generalmente te ponen de una mala lecha que viene muy bien para subir cuestas. De esta guisa, una vez pasado el Arboreto, nos enfrentamos con la parte más desafiante y disruptiva de la ruta, como se diría ahora en cualquier reunión de trabajo. Siguiendo con la nueva nomenclatura, yo diría que, claramente estábamos saliendo de nuestra zona de confort.

Pero todo lo bueno se acaba y finalmente llegamos al Alto de Malagón, unos antes y otros después. Allí nos tomamos el refrigerio, escondidos detrás de unos arbustos, que corría un aire que se llevaba hasta los pensamientos (sólo los buenos, que los malos pesan más). Vagos por naturaleza como somos, aprovechamos que unos cazadores abrían la valla para seguir subiendo, que lo anterior nos había sabido a poco. Cuando llegamos a lo alto del Cerro de la Cabeza se acabó definitivamente el disfrute. ¡Qué faena, ahora todo era bajada!

Esta zona tiene unas vistas espectaculares que hacen la bajada muy disfrutona aunque había que tener cuidado porque el estado el terreno la hacía bastante resbaladiza. En Robledondo tomamos la carretera M-505 para llegar al Puerto de la Cruz Verde que atravesamos en dirección a Zarzalejo por la M-533, dejando el teatro de la Mina a la derecha. Dejamos la carretera y giramos a la derecha para bajar por el Barranco del Santo. Con el nombre está todo dicho. Podría decirse que es una pista, aunque no puede estar más rota y llena de escalones, con un terreno muy resbaladizo. Vamos, el trazado que le gusta a Fernando, que se perdió rápidamente en lontananza. La cosa no mejoró hasta un poco más abajo, que por algo se llama La Quebrada. Cómo esta pista enfila hacia Robledo, se puede apreciar perfectamente el desastre del último incendio en las laderas que se encuentran enfrente.

A la altura del Prado Pellejero (cuanta poesía hay en estos campos…) volvemos a hacer un quiebro para dirigirnos directos a Zarzalejo. Aquí se puede coger el de la izquierda, que nos lleva paralelo al tren por una trialera derrampante estrecha, o por la derecha, que baja a tumba abierta a la pista que une Robledo con Zarzalejo. Nosotros, como somos así, cogimos la de la izquierda y cambiamos de opinión 200 m. después, porque nos gusta el campo a través.

Al salir de Zarzalejo-estación, nos desviamos hacia la izquierda por la pista que lleva a la Silla de Felipe II. A la altura de la Colada (una zona con mucha piedra, donde se ve el origen de una calzada) nos desviamos a la derecha, rodando por senderos entre arboles de lo más agradable.

Después de un canchal, tras un sendero entre vallas, desembocamos a la conocida bajada con escalones de piedras, donde Fernando nos hizo una master class mientras nosotros bajamos a pata. Aún recuperándonos de semejante humillación, tomamos el camino a la Herrería. Nos resistimos pero al final nos tuvimos que poner los chubasqueros aunque la cosa tampoco fue a más.

Estábamos a menos de un kilómetro del final cuando pasamos al lado del restaurante El Tomillar y decidimos que era un buen sitio para comer. La sobremesa la hicimos en la terraza de mi casa, con cafés y tés a discreción. Como siempre, un día estupendo con gente estupenda. Mereció la pena jugárnosla con el tiempo. Luego por la tarde, cayó la del pulpo, pero ésa les pillaría a otros.

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