Ruta realizada el Sábado 14/08/2004
Participantes: Pepe, Jesús, Julio
Empezamos a las 8h. en Cercedilla. Hoy recogemos a Julio de sus vacaciones en la playa, donde dice que no ha usado la bici más que para los recados, aunque no ha perdido forma en absoluto, va igual que antes, puede que sufra un poco más. Jesús se une desde su retiro en Talamanca, buscando el fresco y huyendo de los tábanos que nos acribillaban la semana pasada.
Empezamos por el camino Puricheli, como de costumbre, con sus piedras y sus rampas. La primera parte es muy desigual y vamos desagrupados, con tirones y paradas, estamos con el fine tunning que diría un guiri. Cuando cogemos la pista en el hospital, el ritmo se normaliza y empezamos la subida continua y suave. Jesús va mejor que la semana pasada y se ilusiona, incluso en algún punto aprieta a tope y se pone por delante. Está claro que el coco hace la mayor parte del esfuerzo, las piernas sólo le siguen y el corazón es el que lo sufre en silencio.
Ya bien mediada la subida, Julio y yo apretamos duro con nuestro pique de rigor. Esta vez las paso putas, porque no es lo mismo darle un tirón rápido de 200 metros, que aguantarle su ritmo con el aliento en el cogote. Al final llegamos juntos y con la lengua fuera al Mirador del Poeta. Aquí esperamos a Jesús y comemos algo.
Seguimos subiendo ya más tranquilos, recreándonos en el paisaje, que está con nubes por encima y por debajo de nosotros, nos asomamos en cada mirador y disfrutamos de paseo. En un momento nos piden paso a toque de pito una tropa de globeros, todos vestidos iguales y que se creen que van muy fuertes. Tengo que sujetar a Julio para que no se pique y les pase por encima. La verdad es que, para el tramo de subida que nos quedaba, podíamos haberles puesto las pilas sin despeinarnos, pero Julio no se conforma con saberlo, le hubiera gustado demostrarlo.
No paramos en el puerto, porque vamos frescos y apetece seguir hacia el collado Marichiva. Repostamos agua en el pilón que hay de camino y seguimos.
En la bajada por el pedregal, Jesús lo hace casi todo el camino si poner el pie, Julio baja en plan patinete y yo me quedo el último con mucha parsimonia. Cogemos la pista hacia la derecha, que es un poco más largo, pero creo que tiene mejores perspectivas.
Ya avanzado el recorrido por pista nos encontramos con el guarda forestal, que nos pregunta de dónde venimos y adónde vamos –filosofía pura- Salimos del paso diciendo que vamos hacia el puerto de Los Leones y nos deja continuar, indicando que está prohibido acceder a esta parte del valle durante los tres meses de verano.
El tiempo amenaza lluvia, incluso nos caen algunas gotas. En la bajada pasamos frío, lo que contrasta con el bochornazo madrileño.
Salimos del valle por donde dijimos al guarda que lo haríamos, después de haber disfrutado del paraje casi en solitario, porque vemos a otro pollo que también se ha colado y a un jubilado paseando un perrito por encima del muro del estanque.
Llagamos a la N-VI y tenemos que subir un rato por asfalto. Aquí salimos otra vez Julito y yo a por todas, pero cuando le voy echando el aliento en el cogote, esperando que reviente de un momento a otro, me dice que si esperamos a Jesús, que no es bueno subir separados por carretera ¡ese truco también me lo sé yo! Lo que pasa es que le acepto la propuesta, no sea que me ponga chulo y encima me gane.
Enseguida dejamos el asfalto y cogemos la pista que faldea hasta Los Molinos. Paramos un poco a descansar y nos la hacemos seguidita. Otra vez me pongo vago y me quedo atrás. Julio se emociona en la bajada de piedras y va rápido, eso dice él, que yo llegué más tarde y no lo vi.
Un poco más de camino y llegamos a Cercedilla antes de la una. Se nota un montón el ir poca gente, porque esta es una de las rutas típicas de entretenerse y llegar a casa tarde.
Tomamos un par de cañas frente a la estación y rematamos una jornada veraniega más. Con esto me despido del grupo por una temporada, porque ahora al que le toca desconectar es a mí.