Ruta realizada el Lunes 13/05/2002
Participantes: Félix, Juan, Miki, Pepe, Julio
Reproductor audio crónica:
Lunes, 13 de Mayo: EL GATILLAZO
Peñalén, miradores del Tajo, Senda Sardinera, Maribrava, Miradores del Tajo, Fuente de la Teja, Peñalén….¡O eso creíamos nosotros.
Alfredo y Juan se han marchado. Félix se ha quedado con la bici de Alfredo, ya que la suya dice que no anda más. Los demás nos vamos a hacer la ruta 21, que empieza en Peñalén y discurre por el cañón del Tajo.
Está calificada como difícil: aunque sólo son 25 Km, tiene una bajada y subida muy pronunciadas.
Desayunamos en casa Pura, con las bicis ya cargadas en el coche, y nos ponemos en marcha.
El camino en coche hasta Peñalén es lento. Aparcamos en la parte alta del pueblo. Hace mucho aire y la sensación es fría.
Llenamos los botes de agua en la fuente del pueblo y salimos siguiendo las indicaciones del rutómetro del libro. Coronamos en la carretera y nos salimos a una pista que da acceso a una mina de caolín y continua hacia la llanura de pinares que hay sobre el barranco.
El camino es llano y bueno, Las dificultades anunciadas no aparecen.
Félix, Julio y Miguel van adelantados, siguiendo la ruta del GPS. Paramos en una pradera bonita, entre pinos, donde hay un pozo cubierto con una bomba de agua como las del Far West, para llenar unos abrevaderos de ganado.
En este punto nos damos cuenta que la ruta está equivocada y que teníamos grabada en el GPS la versión larga de la ruta, que coincide en algunos tramos con la que queremos hacer.
Desandamos gran parte de lo andado, que es fácil dada la calidad del camino, llegando hasta lo que nosotros creemos que es la Hoya de Miguel: un llamativo hundimiento del terreno de unos 6m. de fondo y un diámetro de 5m.
Ahora creemos haber retomado el desvío correcto, aunque el rutómetro ya nos sirve de poco, porque no podemos situar sobre el terreno los puntos kilométricos a los que se refiere.
Cambiamos repetidas veces de camino, tratando de acercarnos al barranco de Despeñaborricos, pero nuestros intentos son fallidos. Seguimos recorriendo caminos bonitos, pero sin resultado.
También intentamos orientarnos recorriendo un corta-fuegos que creemos haber localizado en el mapa. Por un nuevo camino llegamos finalmente a un precipicio sobre el Tajo.
Encontramos ruinas de lo que puede haber sido una arrastradera de madera (o así lo nombra el rutómetro). Se trata de un canal de piedra muy deteriorado, que también podría haber sido una trinchera.
La seguimos, descendiendo casi campo través, para llegar al borde de un barranco, en el que perdemos pista de cualquier cosa que pueda llamarse camino, sin ver forma alguna de bajar hacia el Tajo.
Desesperados, arañados, con dos pinchazos (Julio y Miguel), decidimos muy sensatamente desistir del intento y volver a Peñalén.
Desandamos lo andado apoyándonos en el GPS y llegamos al pueblo a eso de las 4 de la tarde.
A la entrada del pueblo, a Julio le arrastra la cadena el plato grande, quedando atorada entre el plato y el desviador delantero. Llegamos a la plaza empujando las bicis y pedimos de comer en el único bar del pueblo.
Mientras nos preparan huevos, patatas y jamón; nos ponemos a reparar la bici de Julio, desmontando el desviador delantero para liberar la cadena.
Al soltar la tensión que tenía el desvíador, el pedal me golpea en la frente, haciéndome una pequeña herida. Afortunadamente, no ha sido más que el susto.
Comemos (mucho) y Miguel sale pitanto a Peralejos para recoger sus cosas y emprender el viaje de vuelta. Quiere a toda consta ver a Paula despierta a su llegada.
Nosotros, ya totalmente relajados, hacemos el viaje a Peralejos muy despacio. Paramos en la Cueva del Hierro a echar un vistazo y estirar las piernas.
Ya en Peralejos nos ponemos otra vez de reparaciones: varios pinchazos y quitar un eslabón a la cadena de Julio, para que no nos vuelva a pasar lo mismo.
Se nos acerca Rodrigo, el hijo de Chon, para que le arreglemos su bici, que la tiene destrozada a golpes.
Nos cambiamos de ropa y bajamos al pueblo. Nos encontramos con Domingo Y Chon en el disco-bar. Charlamos, tomamos una cerveza y Domingo nos trae un plato de perrechikos, preparados con natas, pimienta blanca y coñac trufado…están buenísimos.
Son ya casi las 11 cuando nos sentamos a cenar en casa Pura. Y allí mismo es cuando decidimos que nos vamos a desquitar de lo de hoy.
Dejamos todo el equipaje preparado por la noche y nos ponemos el despertador a las 7h.
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