Ruta realizada el Domingo 26/03/2023
Participantes: Félix, Mario, Otros
Reproductor audio crónica:
El equipo sigue disperso. Entre los que parece que han perdido la afición, los que tienen reuniones familiares, los lesionados y los que están de vacaciones allende los mares, me encuentro solateras. Así que me uno a Mario y su equipo de Biciglotones para hacer una mini-ruta que tiene su gracia.
A las 9:45 hora oficial, porque esta noche se cambiaron los relojes al horario de verano, nos encontramos en la Plaza de Toros; Mario, JuanMa, María José, Willy y un servidor. Como no estamos adecuadamente vestidos para faenas taurinas y más bien parecemos ciclistas (sólo lo parecemos por los atavíos, que no por la silueta) cogemos nuestras mochilas y demás enseres incluida la MTB y enfilamos por un camino hacia el noreste.
Torres de la Alameda es un pueblo agrícola del este de Madrid al que nunca he visitado ni con bici ni sin ella. No es una maravilla, pero tampoco está mal. Al menos limpio si me lo pareció y es que la zona tampoco da para más. Es una planicie árida donde supuestos arroyos labraron surcos a modo de barranquitos por donde el agua debe correr en muy escasas ocasiones. El terreno es muy similar al de Chinchón, es decir yesos y arcillas que se van turnando y que advierten que en estado húmedo has de esquivar si no quieres quedar atrapado.
La ruta propuesta por Mario es de un tal David 3C que cuelga rutas en Wikiloc y al que debemos seguir a partir de ahora al igual que a Nano Flojo, porque promete.
Nada más salir nos encontramos en procesión a un centenar largo de personas que nos impiden el paso. El coche de apoyo de Protección Civil nos avisa que no podemos adelantarlos si no es a pie. La fila es de más de doscientos metros. Calculo que a pie y con las zapatillas con calas vamos a tardar más de media hora en adelantarlos. Estaba yo pensando en eso. Así que no queda más narices que hacer una de las de Alfredo con la Autoridad Incompetente, o lo que es lo mismo: anda y que te den.
En cuanto veo un resquicio por el lateral avanzo hasta que las tierras de labor lo impiden. Para entonces ya estamos suficientemente lejos del coche de Protección Civil. Avanzamos sorteando paseantes con mucho cuidado y dando los buenos días. Llevan una camiseta con el eslogan de la marcha, pero no me acuerdo que ponía. Sólo que era roja y que iban muy calladitos. Para mi que no era sobre temas de apariciones de vírgenes y otras zarandajas de la multinacional con sede en Roma.
Al fin los adelantamos a todos y nos metemos por un primer barranquito estrecho, pedregoso y seco. Sólo vamos Willy con su E-Bike de Cube y yo. Por cierto, me la ha dejado un rato por los alrededores de la Plaza de Toros y os aseguro que ya estamos perdiendo el tiempo y sufriendo innecesariamente.
(Aviso a navegantes: me quedan ocho meses para los 65 añitos y por lo tanto, para lograr la «Patente de yayo» que me permita la compra de una e-Bike sin que ello represente mofa, retranca, escarnio y recochineo del resto de malandrines de este grupo).
Me llama Mario por el móvil para decirnos que nos demos la vuelta. Y le digo que se peine. !Otra vez vamos a sortear viandantes y cruzarnos con el coche para que nos eche la chapa! Le digo que ya nos encontraremos, si dios quiere. Sin embargo, al poco rato nos cruzamos por el barranquito. Media vuelta, porque nos habíamos columpiado Willy y yo. La ruta va por encima del barranco.
Llegamos a una árida zona con muchos toboganes. Algunos por la sequedad del terreno nos amaga y los bajamos a pinrel. La parranda de senderistas pasan cerca y no es plan de darles un espectáculo gratis.
Una alambrada de gallinero de apenas 80 cms nos impide ir por un senderito y nos obliga a ir por terreno labrado. El chusquero del dueño de la parcela, ha arado y sembrado un metro más de lo que le pertenece para después vallar el camino, con tan mala leche de arar otro metro más y evitar que circulemos cerca de la inservible alambrada. Se ha dejado unos cuartos porque la alambrada gallinera tiene muchos metros. Finalmente en vista de que nos va alejando de la ruta original, decidimos aplastar la alambrada y saltarla para seguir nuestra dirección.
Apenas llevamos 12 kms y dos horas desde que salimos del pueblo. Un pinar por la derecha nos permite ver algo de arbolado y lo recorremos bordeándolo hasta que nos internamos en la única subida de apenas kilómetro y medio. Arriba oímos las motos de un circuito cercano donde practican motocross mientras nosotros nos apretamos el plátano.
Al salir del pinar nos adentramos en la tundra. Esto es un secarral que en Julio puede derretir la sesera de los camellos que sin duda por aquí deberían sustituir a los asnos de antaño. Ahora tiene un pase porque estamos en el principio de la primavera y hay atisbos de verde. Me temo que las cosechas de cereales por aquí tienen pocas posibilidades de granar como no se encadenen unas improbables lluvias de aquí a Mayo.
De nuevo nos adentramos en otra interesante zona: el barranco de la Fuentecilla. Un estrecho sendero pedregoso; pero fácil de ciclar. Aun así, has de estar atento para no comerte alguna piedra con un pedal y dar con los huesos en el pedregal. Son las 13:15h y aquí surge la pregunta: ¿y si acortamos? Mario ha previsto dos atajos porque su experiencia le decía que en estos terrenos se enreda más de la cuenta. Yo lo tengo muy claro y no quiero llegar a casa a la hora de la merienda, así que mientras los demás piensan lo mismo que yo y no lo dicen, propongo ir al pueblo por el sitio más cercano para tomar una cerveza. Vítores y aplausos contenidos. Enfilamos para Torres de la Alameda en busca de una terraza. Después del primer intento fallido por estar al completo, nos acercamos a otra terraza cerca de los coches que resulta ser un Kebad. No hay nadie. Por algo será. El olor a esas carnes de dudosa procedencia, me repele. Un señor de aspecto moruno se afana en limpiarse los dientes junto a la puerta del local. Me recuerda el mercado de Marrakech y se me quita hasta la sed. Más aún cuando me asomo por la ventana y veo el interior de la cocina. Atufa a especias para disimular la veteranía de las carnes «sabe dios» que forman ese rulo tan peculiar. Pregunto con desgana si podemos tomar una cerveza y me contesta que sin alcohol. De puta madre, ya tengo la excusa para salir de allí pitando.
Callejeando llegamos a la plaza del Chalet del Cura que luce muy aparente y bien apañado recientemente. Allí nos invita Willy a una cerveza mientras establecemos una tertulia hasta las dos y media. A él le dedico la música de AC/DC «Highway to Hell» que seguro que lleva en su peculiar radio que monta en su manillar.
Por cierto, ¿sabéis por qué se llama el conjunto AC/DC? Buscadlo que es una anécdota curiosa.
Ha sido un placer conocer a estos Biciglotones a los que invito a que se acerquen a nuestra web y que escarben en ella para recorrer sus entresijos. Nos vemos.
Otras fotos: Link Álbum
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Una respuesta a “Barranquismo por Torres de la Alameda”
Los comentarios están cerrados.
Las dos legiones de «pateantes» que atiborraban la ancha pista nos mataron, Félix se metió por lo «sembrao» pero yo me paseé mas de un kilómetro. Pardillo de mí.
La ruta chula pero lenta, tengo que darle una vuelta para quitar el inicio y rodar solo las partes disfrutonas. Le metimos un buen tijeretazo y le quitamos 14 km, habrá que volver para ver el resto, que promete.