Ruta realizada el Jueves 10/02/2022
Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Pepe
Reproductor audio crónica:
Hoy nos vamos de safari por el sudoeste madrileño. Hace mucho que no paseamos por aquí, así que he rescatado una ruta de hace años que salía de Aldea del Fresno, pero que tenía un tramo desagradable por carretera y he buscado en Cicloide una alternativa saliendo de Villa del Prado. La ruta es cortita y sólo tiene una dificultad física moderada que es la cuesta inicial, pero que nos sirve para ir calentando los motores ya que al llegar al pueblo marca -2º.
El día es fabuloso. Soleado y sin viento, pronto alcanzaremos los 19 grados. Como dice Pepe, esas diferencias térmicas en pocas horas son propias de las zonas desérticas y lleva razón. Este año se presenta caluroso y seco. Estamos en la primera quincena de febrero y lleva sin llover dos meses, pero a pesar de todo el campo está verde, las yemas de los árboles empiezan a asomar y los almendros están en plena flor al menos quince días antes de lo habitual. Verás qué Julio nos espera.
La primera y única cuesta nos llevará una hora sortearla hasta llegar al Cerro Rojo. Nos quitamos el exceso de ropa y vamos admirando la vegetación de pino, algunos ejemplares de tamaño considerable, y encina joven. La pista es ancha y limpia lo que nos facilita su ascenso. El sol nos acaricia en la mayor parte de la trayectoria, lo que agradecemos porque en las umbrías se nota que hace rasca.
En la lenta bajada podemos divisar El Pantano de San Juan que antecede al Embalse de Picadas. Aquí dejo el enlace para quien tenga curiosidad sobre su historia Monasterio de Pelayos que podemos apreciar su estructura en ruinas desde la lejanía.
Al llegar al cruce de la carretera de San Martín de Valdeiglesias nos damos cuenta de lo peligroso que es recorrer el escaso recorrido para ver el monasterio de Pelayos de la Presa y desistimos de visitarlo. Decidimos comer el plátano junto a unas ocas oportunistas que buscan algún trozo de pan que no les ofrecemos por carecer de él.
Recorremos plácidamente el tranquilo y sorprendentemente repleto de agua embalse Picadas haciendo fotos a sus espejadas aguas. Sólo Alfredo parece tener prisa y es que la putansia se le adelanta como la primavera. Enfilamos la última cuesta del día para salir de las cercanías del embalse y tomar una carretera en bajada que nos lleva a las estribaciones del Safari Park.
Allí observamos y fotografiamos a distintos animales que pacen sin más. Sólo los papiones parecen estar más agitados. Doy varios golpes en la valla para que se acerquen y que Alfredo los deleite con el plátano que ha traído de reserva. Enseguida llegan atraídos por la curiosidad y la golosina. Sólo el más fuerte monopoliza el plátano a pesar de que Alfredo lo trocea y trata de distribuirlo entre los asistentes.
Ya sólo queda matar el hambre y tener una charla distendida. Una vez más elogiamos la vida del jubilado y la ordinariez de salir a dar pedales los fines de semana como el resto de los mortales que aún cargan con la maldición bíblica del trabajo. Mientras nos apretamos un cocido muy cumplidor y otras viandas de lo más aconsejables en el Mesón El Molino, con un vinito de la tierra acorde a la calidad de la comida, nos acordamos de Mario y su reciente desgraciada caída. Quedamos en hacerle una videollamada a los postres, pero se nos olvida finalmente.
Pepe propone hablar con Juan y Miki, únicos especímenes laborales del grupo, para que se aclaren si van a salir los findes a montar ya que se alarga su ausencia últimamente. Verdaderamente la propuesta de Pepe de cambiar la salida del finde por otro laborable es muy digna de ser meditada por sus múltiples ventajas.
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2 comentarios en “Un safari por Villa del Prado”
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Que bien comimos , con manteles y servilletas de tela. Y que buena compañía.
Yayada agradable y tranquilita. Mi treck vieja se quedó sin freno delantero y Mijose no sabe cuando lo podrá arreglar. Nos hacemos mayores.
Un día muy agradable en una ruta curiosa. La comida fue un buen colofon, con una buena comida y mejor charla. Y se echó en falta a Mario.