Los Yayos se van a Aranjuez

Ruta realizada el Martes 11/05/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
83.3 km
176 m
8 Km Distancia Madrid
8h53'
5h17'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Domingo, Félix, Pepe, Leo, Paco Díaz

Mas detalle ruta

Descarga ruta: 2021-05-11-Aranjuez.gpx
Reproductor audio crónica:

La primavera está que revienta. Ahora está en pleno esplendor porque se han sucedido lluvias alternadas y ligeras, que no sólo no embarran los caminos; sino que además ayudan a que la floración sea más abundante, exuberante y alargada en el tiempo. Hay que aprovecharla porque apenas dura un mes por el sureste de Madrid.

Desde 2018 andaba Pepe avisando de las posibilidades de esta ruta en primavera y otoño. Y sistemáticamente me resistía a dedicar un día a hacer recorridos por lo que pensaba que sería un secarral sin interés. Sin embargo, el hecho de establecer un tercer día a la semana con perspectivas bastante menos exigentes físicamente, es decir lo que venimos a denominar el día de los Yayos, me ha permitido salir de mi grave error al despreciar esta zona. Después de más de 20 años recorriendo asiduamente la zona norte de la Comunidad, descubro que también hay un sur.

Después de la sorpresa de las anteriores rutas por estos lares, tenía muchas ganas de conocer las lagunas del sureste. En ausencia de mi bici, que parece encontrarse muy confortable en el mecánico y otra vez por culpa de un rodamiento, me presento en casa de Pepe para que me preste la bici de su hijo Carlos. Una Mérida de carbono muy ligera y de tamaño considerable, acorde con el 1,90 del vástago. Me sorprende la buena sensación que me da y por el enorme manillar que porta. Cambiamos el sillín por el mío de Specialized porque preveo que mis posaderas se van a resentir ante el extenso kilometraje que nos espera y por la falta de suspensión trasera. Y no me equivoco. También extraño los puños y la postura de las manos que me produce un dolor en los pulgares.

Bajamos por la Casa de Campo bien abrigados con pantalón largo, guantes largos y windstopper para recoger a Leo que allí está a la hora prevista quejándose de la mala noche que ha pasado por algunos problemas digestivos por lo que a punto ha estado de no venir. Avanzamos por Madrid Río hasta llegar a la Caja Mágica donde encontramos a Domingo. Poco después se incorpora Paco que se había quedado algo más atrás. Tras los correspondientes saludos, salimos de la parte más concurrida de público para adentrarnos en los caminos que nos llevan paralelos al Manzanares.

El esplendor de la flora es descomunal. El día está fresquito. El cielo de azul saturado cuajado de cuantiosas y algodonosas nubes blancas. Los pájaros alborotados por su afán reproductivo, nos obsequian con sus variados trinos. Se alternan los intensos verdes de los cultivos de cereales con los amarillos de los campos extensos de colza, las abundantes amapolas rojas, sus hermanas y más escasas blancas, los cardos morados, las margaritas blancas y amarillas en ramilletes menudos y copiosos, las malvas… y un sinfín de árboles de rivera con sus hojas recién estrenadas de un verde chillón. Ni que decir tiene, la sorprendente cantidad de milanos negros, cigüeñas, patos, conejos… que adornan la jornada. Una explosión de vida.

Después de atravesar un puente y una canalización nos encontramos en las estribaciones del poblado de la Cañada Real. Poco después de pasar cerca de la vivienda de Poli, que recientemente han detenido en Canarias, nos desviamos a la derecha en dirección a la Marañosa. Vemos un espléndido pinar en la lejanía que deberemos investigar en otra ocasión. De nuevo estamos cerca del río Manzanares y de la laguna de Soto de las Juntas, llamada así porque muy cerca se funden el Manzanares y el Jarama. Aquí empieza una sucesión de colinas de extrañas formas erosionadas a nuestra derecha. Son de aspecto arcilloso y numerosos puntos brillan por los rayos de sol que inciden en los cristales de yeso que declaran su formación. De escasa altura, pero muy cercanas al camino parecen a punto de desplomarse sobre nosotros. Numerosas grietas que resquebrajan las rocas amenazan su derrumbe, tal como un cartel anuncia en la entrada del cañón.

Unos pocos kilómetros donde dejamos numerosas imágenes. Fantásticos contrastes de colores: ocres de la tierra, verdes, amarillos, morados y rojos en los cultivos, azules en el cielo y blancos grisáceos en las nubes. Estamos extasiados de naturaleza.

Las aguas fluyen por el río con mayor intensidad que en otras épocas del año. La escasa pureza es variable en función de la distancia a las grandes poblaciones y proporcional a la distancia de las múltiples EDAR (Estación depuradora de aguas residuales).

Abandonamos la zona de colinas y avanzamos en paralelo a un canal de riego, cuyo diseño inicial era más ambicioso pues pretendía ser navegable. Nos hacemos unas fotos en una curiosa construcción que Domingo identifica con ayuda del Lens como la Real Acequia del Jarama.

Algún mísero poblacho se intercala por los abundantes maizales que se riegan con las aguas del canal. Entramos en uno de ellos buscando restos de un antiguo reducto del siglo XV del que Pepe nos ilustra. Nada ha quedado. Conversamos brevemente con un agricultor que nos cuenta que son esparragueras lo que cuida, y cuyo fruto alguno de nosotros posteriormente comerá de primer plato en el Real Sitio de Aranjuez.

Poco más adelante la ruta pierde gran arte de su encanto por lo que nos limitamos a dar pedales con tan enconado ímpetu, como ganas de llegar para dejar el insufrible dolor del culo. Empiezo a notar el tormento de la falta de suspensión trasera. Paco va acusando los kilómetros y canturrea irónicamente algo donde se oye reiteradamente la palabra Aranjuez. Como le conozco muy requetebién, sé que masculla maldiciones contra el cansancio y el tiempo que queda de pedaleo. La ruta es llana, pero tantas horas subidos a un sillín cansa las posaderas y también las piernas tras los 80 kms. que llevamos.

Sin más llegamos a eso de las tres de la tarde. Atravesamos la población buscando el restaurante donde Pepe ha decidido llevarnos pues fue una recomendación de mi amigo Juan Carlos y donde comió bien la vez que se vino solo. Está cerrado. Buscamos sin mucho afán donde nos den de comer. Acertamos en un bulevar donde una terraza nos hace guiños. Comemos bien y muy cómodamente hacemos tertulia hasta que una vez descansados y reconfortados decidimos que es hora de acercarse a la estación de tren para volver a Madrid.

Unas fotos en la plaza y en la entrada del Palacio para poner punto y final a una magnífica jornada primaveral. Estos paseos de Yayos nos dejan un regusto muy positivo. No todo van a ser ascensos de 1000m de desnivel acumulado y dificultades técnicas a veces extremas. Sí que tengo claro que el reto que ronda en la cabeza de Juan, Alfredo y Rufi de hacer 120kms y 2500m de desnivel por la Sierra de Guadarrama no va conmigo.

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3 comentarios en “Los Yayos se van a Aranjuez”

  1. Una crónica muy descriptiva y con estupendas fotos. Dan ganas de hacer la ruta otra vez. La verdad es que me lo pasé muy bien, sorprendido por el paisaje y por el hecho de que haya estos lugares tan cerca de Madrid. Un día realmente genial.

  2. Espectacular Félix la crónica, lo que indica lo que te ha expoleado esa profusión de colores, de matices primaverales, que te hacen expresar lo que sientes ante tanta belleza. Envidia sana lo que siento y como diria Maribel me debeis una. Me quedaré esta primavera sin ir, espero que para el otoño, que seré mas yayo si cabe, realicemos otra. Me alegro que lo disfrutarais

  3. El sur también existe.
    Me alegro de vuestra decisión y espero que volváis por mi real pueblo.
    Habéis escogido la época más explosiva, como bien narra es quizá la más espectacular.
    Aquí seréis bien recibidos.
    Un abrazo.
    Juan Carlos
    Aranjuez.

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