Hoyo de Pinares-Emb Beceas-Valdemaqueda

Ruta realizada el Domingo 16/01/2005

Dificultad Física
Dificultad Técnica
38.3 km
946 m
62 Km Distancia Madrid
4h14'
2h54'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Félix, Juan, Miki, Pepe, Jesús, Julio

Mas detalle ruta

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Hoy toca ruta nueva y en zona nueva. El equipo al completo acusa el cambio y nos perdemos por el camino como pardillos. Hemos llegado todos con media hora de retraso sobre el horario previsto.

El Hoyo de Pinares es un pueblo bastante grande, más de lo que me imaginaba. Está encajado entre dos barrancos y sus casas y calles se disponen en cuesta. No se puede ir a ningún sitio sin subir o bajar.

Hace frío, a pesar de que el día está claro, aquí hace frío y tenemos que abrigarnos bien nada más salir del coche.

Salimos por carretera y en subida, lo que no nos viene nada mal para ir cogiendo un poco de temperatura. A poco más de 2 kilómetros nos salimos de la carretera por la izquierda y tomamos una pista ancha. Hay una zona curiosa, con un pequeño arco, un altar y un púlpito al aire libre, ideado para misas de campaña.

Piadosos

La explanada y el mástil vacío sugieren un campamento de la OJE, donde se venían los chavales a fomentar el Espíritu Nacional y los valores cristianos. Hacemos unas cuantas fotos irreverentes y recordamos por un momento lo que fue la juventud de los sesenta, con un peso político y religioso que debía calar hasta los huesos. Probablemente nos encontramos en “zona nacional”, que todavía guarda reminiscencias de los que fue y las expresa mediante símbolos fascistas y algún que otro mensaje xenófobo que vemos en las paredes de este pueblo y en el anterior, Valdemaqueda.

Bueno, nosotros a lo nuestro, que se me está viendo el plumero. Para enlazar con la señal del gps nos vemos obligados a triscar un poco hasta salir a mejor camino, afortunadamente no es mucho y enseguida estamos otra vez sobre nuestras cabalgaduras.

Cruzamos por segunda vez el río Beceas, la primera fue junto a la presa, y nos dirigimos en línea recta hacia el oeste, por un camino sube y baja, de esos rompe-piernas, que no te permiten quejarte del puerto, pero van consumiendo energía.

El paisaje es bonito, todo pino eso si, pero para esta época del año es el único que te permite pasar por un bosque poblado. La hoja caduca, ahora es un desfile de fantasmas. Tampoco viene mal para cruzar esta zona el tiempo seco que llevamos este inverno pues aun así, por aquí se conserva el suelo bastante verde y tiene pinta de encharcarse con facilidad en cuanto la climatología sea un poco más lluviosa.

Pasamos junto a una zona de granja, donde nos ladran unos perros. Afortunadamente están detrás de una cerca, pero hacen ruido suficiente para alertar a su compañero, que sale de la finca al lado opuesto del camino por debajo de la alambrada y se emociona con Julio , al que asusta un rato. Se ve que elige bien el bocado.

Cruzamos un arroyo y damos la vuelta al cerro de Yuste, para salir al río Sotillo de las Palizas ¡vaya nombre! En esta zona hay algunas casas dispersas,  de esas que se hacen los alondras en ratos libres, aprovechando los ladrillos variados que distraen de la obra en la que están currando. En fin, una muestra de mal gusto y falta de control que tiene como resultado un paisaje precioso salpicado de chapuzas, porque la verdad es que el río y la vega que forma en este punto está muy bien. Nos hacemos una ida y vuelta por ambas márgenes antes de continuar un poco más hacia el Oeste.

Poco a poco vamos trazando un semicírculo, cruzando la carretera y cambiando de sentido, para ir dando forma a la ruta circular que hemos pintado. Vamos acompañando durante u tramo el desfiladero del arroyo de los Hornillos y luego el margen del río Sotillo. El paisaje está resultado variado en su configuración, aunque la vegetación sea todo pino.

Nos separamos del río, lo que supone subir un poco, pero nunca mucho, lo justo para facilitar algún pique en el que Miguel demuestra que viene fuertecito y Julio que está intratable. Félix se defiende de los ataques a duras penas.

Bajamos, paramos y nos distraemos hasta salir a la carretera de Cebreros, pero solo por un momento, porque en el mismo sitio volvemos a abandonarla formando una V. Ahora cogemos un desvío con firme de hormigón y quitamiedos, totalmente una carretera, salvo por el asfalto, que no tardarán en echar. No nos lo esperábamos, pero es un camino que se hace cómodo y al final se agradece, aunque le quite emoción al trazado.

Con subidas y bajadas alternativas –más de las primeras- nos vamos acercando a Hoyo de Pinares, pero por la parte de abajo. Con los últimos piques entramos bastante espaciados en el casco urbano y nos encontramos con una cómo calle que nos lleva casi en línea recta al coche, claro que recta no quiere decir llana. Tiene una pendiente que debe superar fácilmente el 20% y nos obliga a apretar los riñones y subir sollozando, para que no se diga que llegamos fríos.

Sin conocerlo nos ha salido una ruta maja, variada, con buenos paisajes y con claras diferencias a las zonas por las que montamos habitualmente. Creo que se nos abren nuevas posibilidades y que tendremos ocasión de volver, a ver si así nos aprendemos el camino y no nos volvemos a perder todos

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