Ruta realizada el Jueves 17/04/2025






Participantes: Alfredo, Félix
Reproductor audio crónica:
Tras un mes de lluvias y un estupendo viaje por Australia y Nueva Zelanda (sí, alguien tenía que hacerlo), me reincorporo a la rutina ciclista. Félix, siempre considerado, eligió una ruta que, si llega a ser con la bici muscular, habríamos acabado pidiendo una ambulancia antes del primer kilómetro. Pero para eso están las eléctricas: si no puedes más, subes a modo morado y dejas que la magia fluya. Total, pedalear está sobrevalorado.
Además, tuvimos la suerte de que las borrascas que acechan esta Semana Santa nos dieron una tregua justo el jueves. Sol radiante, casi parecía un guiño del clima para nuestro regreso triunfal.
Quedamos en El Boalo, en un parking que ya no existe (gracias Google Maps), pero descubrimos otro mejor a la salida del pueblo, dirección Mataelpino. A veces perderse tiene sus ventajas.
La ruta comienza por carretera hasta Mataelpino, donde un ciclista de carretera, muy rumboso él, nos adelantó con aires de superioridad. Pero claro, cuesta arriba con eléctricas… no hay héroe que aguante. Lo dejamos atrás justo al entrar en el pueblo, sin despeinarnos. Dura es la vida del ciclista analógico.
A partir de Mataelpino empieza la diversión: destino, el temido Miniangliru. Las trialeras de aproximación ya prometían emociones fuertes; el sendero estaba tan destrozado por las lluvias que parecía un campo de batalla.

En el inicio del Miniangliru, Félix y yo no tardamos ni medio minuto en llegar al acuerdo más sensato del día: pasar al modo morado. Porque, seamos sinceros, ¿para qué sufrir pudiendo ir como señores? Subimos el cuestón sin despeinarnos (otra vez) y sin apenas subir pulsaciones. Está claro: con estas bicis llegamos pedaleando hasta los 80… años.
En la cumbre, la nieve saludaba a lo lejos y, aunque el sol brillaba, el descenso hacia La Barranca nos dejó más tiesos que el palo de una escoba.

Al llegar al parking de La Barranca: lleno completo. Los pocos madrileños que no huyeron a la playa decidieron subir al monte a aprovechar el único día bueno de la semana. Qué originalidad.
La subida al mirador de La Barranca la hicimos con calma, es decir, con motor en modo paseo de reyes. En unos minutos estábamos arriba, como si tal cosa.

La Bola del Mundo lucía su mejor look invernal, eso sí, con ventisca incluida. Muy fotogénica, muy incómoda.

La vuelta fue por la Senda Ortiz, que estaba… interesante. Algunas zonas eran más una pista de obstáculos que un sendero, con raíces al aire como si la montaña hubiera decidido mostrar su esqueleto. Al menos no resbalaban. Algo es algo.
Después bajamos por pista hacia Navacerrada pueblo para enganchar el GR10, por un tramo legendario donde el mítico Globero (en paz descanse) se hundió en el barro hasta la cintura. Esta vez, el agua se había limitado a abrir surcos tan profundos que solo les faltaba señalización.
Ya de vuelta en Mataelpino, y con rumbo a El Boalo, decidimos rematar el día por las trialeras de la ladera de la sierra. A esas alturas, el jet lag me estaba alcanzando sin piedad, y notaba cómo los reflejos se me iban de vacaciones, así que opté por la versión prudente en algunos tramos.

Finalmente, llegamos a El Boalo con un día espectacular en las piernas y la satisfacción de haber vuelto a rodar en buena compañía.
P.D.: Al volver a Madrid, el atasco de coches hacia la sierra era tan monumental que empecé a pensar que no todo Madrid estaba en La Barranca… y nosotros escapando de milagro.
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Muy buena ruta para reiniciar el pedaleo y muy buena crónica.
No coincido en dos apreciaciones: ¿todo es ciclable? Para mi, no. De hecho me tuve que bajar de la bici al menos una docenas de veces. El terreno está muy deteriorado debido a las interminables lluvias. Hay zanjas profundas, pero sobretodo pedruscos y raíces emergidas por doquier, lo que hace peligrosas las trialeras y más aún en la Senda Ortiz. Y eso lleva a la otra apreciación que no comparto: ¿la dificultad técnica es Media? Para la mayoría de nosotros, creo que no. Por lo demás, el día estupendo, la naturaleza exuberante dando paso a la vida y nos quitamos el mono de no montar hacía tanto tiempo.
Hoy es 20 de abril y lo suyo es poner la canción de Celtas Cortos, pero como algunos habéis estado en sitios lejanos de vacaciones, os pongo una canción de No me pises que llevo chanclas, que resume mi pereza compartida con Pepe a emprender aventuras tan lejanas.