Ruta realizada el Domingo 01/10/2023
Participantes: Félix, Marisa, Pedro
Reproductor audio crónica:
Como dice el encabezado, hoy vamos de estreno. Marisa se ha comprado una pedazo de bici eléctrica de luxe y hay que probar si ambas se llevan bien. Y para ello lo mejor es hacer una ruta por el campo con un recorrido sencillo y a la vez divertido. Así que les cito a las 9:00 en el polígono de El Raso.
A las 9:00 estamos aparcados los dos coches en el sitio acordado. Esto es una norma no escrita de todos aquellos que se suman a este grupo aunque sea esporádicamente. Es que eso de esperar… no lo llevamos bien y Pedro sabe que la puntualidad es una de nuestras características.
Llevo dos rutas en el GPS porque no sé cuanto entusiasmo tiene Marisa por derrochar con la nueva adquisición. Una de 22 kms y poco más de 300 m de desnivel y otra de 42 kms y 530m de desnivel. Pregunta: ¿Cúal os apetece hacer? Marisa responde por los dos interpelados y la respuesta es tan contundente y rápida como innegociable. La de 22. El sillín ya le hizo estragos ayer en un breve paseo. Y es que los sillines de serie son cojonudos, pero no son los más cómodos para entrepiernas profanas y menos aún femeninas.
Descargamos las bicis de ambos coches y nos encaminamos a la senda paralela al río Guadalix hasta llegar a la escalera que nos baja a la cascada de El Hervidero. Pedro decide que se queda al cuidado de nuestras queridas bicis y bajamos Marisa y yo.
No esperaba que llevara tanto agua, pero pensándolo bien es lógico. Al fin y al cabo es un río de pequeño caudal, pero que no es fácil que se seque, y su cascada tampoco es que requiera el caudal del Orinoco. Es pronto y aún no ha salido el grueso del personal dominguero. Nos hacemos unas fotos y descubrimos en un rincón una pareja sentada en unas rocas. Subimos la escalera de piedra para seguir nuestra breve ruta en dirección al Azud del Mesto.
Tras unos breves consejos de como se deben manejar los cambios y las distintas marchas que ofrece en motor Shimano EP8 RS, Marisa descubre el modo correcto de usar el Turbo en una cuesta que pica hacia arriba y se desmelena a toda caña, mientras Pedro y yo nos desgañitamos para avisarle que no es por ahí. Esto nos lo hace en otras dos ocasiones. Y es que se le van las piernas como alma que lleva el diablo en cuanto ve una cuesta donde mojarnos la oreja. Pedro y yo adivinamos la sonrisa que no vemos; pero intuimos que sustituye a una mano elevada con el dedo corazón erecto. Mohínos y con las orejas gachas damos pedales soportando el caloruzo impropio de estas fechas. Son 32 grados y esto ya no hay quien lo pare.
Recorremos el barranco por el camino paralelo al río Guadalix. Su nombre de origen árabe, significa “el río de los alisos” por la abundancia de estos árboles en las inmediaciones de su ribera. Es una delicia. Vamos a la sombra de las rocas, puesto que el sol todavía no está vertical, y con una temperatura suave de alrededor de los 20 grados. El terreno está limpio en su mayor parte y apenas hay dificultad para ciclar. Es la idea principal para que Marisa pueda probar la bici. Sólo en dos puntos nos descabalgamos para pasar un pedregal descarnado que tiene cierta dificultad a la que no queremos tentar.
Llegamos al final del barranco donde el Azud de Mesto nos presta su imagen para unas fotos. Cuento el objetivo y fecha de construcción de la obra según me acuerdo de lo que leí en una exposición que hizo el Canal de YII en su sede de la Plaza de Castilla hará 8 o 10 años. Hay mucha información en internet al respecto para los más cafeteros.
Deshacemos el mismo camino hasta las cercanías de la Cascada de El Hervidero que ya hace honor a su nombre por el número de personas, que ahora sí, nos vamos cruzando. Y es que ya nos acercamos a las 11 de la mañana, la hora del marqués.
Cogemos una de las pistas que se adentra en la dehesa de Moncalvillo. Damos un rulo circular con algunas pendientes sin más dificultad que la moderada física en las que Marisa nos demuestra su superioridad debido al dopaje eléctrico. Más tarde mientras tomamos una cerveza, nos cuenta Pedro que según el monitor del reloj Garmin su corazón se ha puesto a 193 pulsaciones. Y yo le digo que ojalá llegase a esa cantidad con casi 60 tacos. Ha debido sumar las pulsaciones de ambos.
Finalmente llegamos a una barrera que preludia una bajada técnica por pedregal suelto y terreno muy seco. Tras mis pertinentes instrucciones de que sigan mi trazada, observo que no me hacen el menor caso pues a pesar de que voy extremadamente lento, han decidido elegir su trayectoria. Cuando la cosa se pone algo más fea, aconsejo a Marisa que sigan andando. Sólo se baja cuando le digo que esa parte Gustavo se la hace a pata, a lo que me contesta que si se lo llego a decir antes, se habría bajado desde el principio.
Y poco más. Nos dejamos llevar por la gravedad hasta cerca del coche donde nos desviamos hacia La Kedada para tomar una merecida cerveza en la terraza mientras comentamos lo divertido que este deporte y lo contenta que está Marisa con su nueva máquina.
Pedro ya está evaluando si le vale la talla.
Os dejo con Peter Frampton y su Signed Sealed Delivered I’m Yours. Que os guste.
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