Ruta realizada el Domingo 19/06/2005
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RUTA TURISTICA, Domingo 19-06-2005
Nos reunimos todos en torno a la mesa de Maricarmen (cada día que pasa la veo más arrugada) para que nos clave otros cuatro euros a cada uno por el desayuno. Esta vez debió darle vergüenza y nos hace un zumo de naranja. Aun así, es un sablazo impresionante.
Ahora si que hay que tomar una decisión: montamos o no. Todavía estamos todos doloridos del día de ayer y con menos ganas si cabe. Alfredo sigue haciendo gala de su afición a las dos ruedas y se decide a montar en cualquier circunstancia. ¿Quién quiere montar en bici con Alfredo? Nos rajamos todos definitivamente y nos llevamos la lección bien aprendida: el próximo año no hay que exagerar tanto en la primera ruta.
Decidimos dedicar el día al turismo por la zona, que tampoco está mal. Vamos en el coche de Miguel y el de Jesús, que se lo juega a los chinos con Félix. Deberíamos haber llevado el de Félix, pues a estos luego les queda un largo viaje a casa.
Nos vamos a conocer la fábrica de armas de Orbaizeta, que es lo más nombrado que hay por aquí. Se trata de unas ruinas situadas a la entrada de un barranco. La construcción debió ser grande, aunque nunca vistosa, pues los restos permiten identificar un edificio industrial del dieciocho, sin gracia ni arte. No hay restos del techo y solo quedan lo que fueron muros de carga, con los pasos con arcos poco esbeltos que tuvo originalmente.
Quizá el punto más llamativo es que parece que corría un cauce de agua por dentro del edificio, una canalización del pequeño río que viene del barranco que posiblemente se utilizara para servicio de la fábrica, bien como fuente energética para un molino o para enfriar piezas procedentes de la fragua, que para beber seguro que tenían botijo.
La maleza nos impide recorrer el edificio por dentro y la vista desde el exterior nos parece suficiente como para no complicarnos la vida.
Cerca de la fábrica hay una iglesia de porte alto, con mucha capacidad. Parece que estuviera en obras de restauración, pero al acercarnos comprobamos que no, que lo que pasa es que está destinada a cuadra de ovejas y almacén de materiales. La zona la completan unas pocas casas aledañas, donde no hay ningún tipo de información ni establecimiento hostelero ¡joder! Para esto no hacía falta poner carteles desde tan lejos, ni anunciarlo en todas las guías de la zona.
Seguimos viaje por el GR-11, que es una pista de hormigón por la que se circula perfectamente y ahorra un montón de kilómetros en el camino a Saint Jean, que es donde nos dirigimos después.
Es un ascenso agradable que teníamos previsto como ruta alternativa en bici. Está muy bien, con bastante vegetación y todo verde. Al alcanzar la cima vemos un rebaño de ovejas raras, con cuernos, dicen que son mutones (mutton quiere decir cordero en francés, así que seguro que son otra cosa), el caso es que llevan las lanas largas y colgadas del lomo, dando la sensación de un abrigo desabrochado. Hacemos unas fotos al rebaño, pero no se dejan mucho y nos enseñan el culo. Se ve que éstas ya son francesas.
Disfrutamos de las primeras vistas de la cara Norte. Se divisa un mar de niebla que deja intuir un paisaje más verde todavía. Bajamos hasta el río por dentro de un frondoso bosque, de los que impresionan, mientras disfrutamos de unos minutos musicales a cargo de los CDs de Jesús, en concreto de uno que dice Julio que ¡es la polla! Luego pasamos a otros ritmos más clásicos que les sirven a Félix y Jesús para porfiar si el tango que escuchamos lo canta Machín, poniendo acento argentino.
Llegamos a San Juan de Pie del Puerto. Es un pueblo bonito, muy turístico, con un casco antiguo amurallado y cerrado por grandes puertas. Su posición fronteriza debió exigirle una configuración defensiva.
Está bien conservado y totalmente dedicado al turismo. Las tiendas y restaurantes parecen caras, aunque por pasear no cobran –todavía- A Jesús le miran con mala cara por ponerse una boina para hacerse una foto. Vemos algunos peregrinos y aderezos típicos para la excursión turístico-religiosa que pasa por aquí.
Nos encontramos con el matrimonio ciclista, los que estaban en el alto de Tapla. Esta vez se enrollan mucho más y nos tienen un buen rato contándonos sus andanzas. Son de San Sebastián y casi se disculpan al decirlo. Se ve que son parte de la ciudadanía pija de aquella plaza. Ella va tan estupenda como siempre y flirtea con nosotros a su gusto, que si qué fuertes sois, que si que rutas tan largas, que yo también puedo… le lanza miraditas a Juan y se deja impresionar por su porte gallardo. El marido pasa, debe estar acostumbrado. ¿Os acordáis del año pasado? ¿Cuando se nos enrollaba una piba con mantón delante de su marido en el alto de la Farrapona?
Ya conocemos el pueblo, así que nos volvemos por Roncesvalles. Desde el coche preguntamos a una por la carretera de vuelta, pero no nos enteramos mucho, pues todos la miramos al escote.
Llegamos a la basílica y damos una vueltecita por allí. Está bien esto, también muy turístico, con buenas vistas y algunos bares. Visitando la iglesia, Félix se fija en un cochecito de gemelos y en una imagen cabezona de Santiago apóstol. ¡Coño!, vamos a llamar a Santi. Efectivamente, ha sido toda una premonición. Su mujer acaba de parir hace media hora. Todo ha ido bien y los niños están perfectos. Recibe nuestra enhorabuena y también las primeras ofertas para comprarle la Merida, que ya no la va a usar mucho.
Para comer entramos en Burguete, en el hostal Loizu. Ocupamos una mesa redonda, que nos viene muy bien para vernos todos y charlar, pero colocan enfrente a una parejita, ella con un pronunciado escote, que deja ver su piel nívea e intuir sus magníficas tetas. Poco a poco vamos desplazándonos por la mesa redonda para quedar todos en el mismo semicírculo, de frente a la moza. La situación es embarazosa, el pobre novio no sabe donde meterse y evita cruzar la mirada con nosotros, ella no lo evita pues se está divirtiendo un montón, nosotros hacemos fotos aumentando progresivamente el descaro.
Desde el restaurante hablamos con Alfredo. Va todo bien, está a punto de terminar la ruta prevista sin incidentes. Parece ser que es una ruta bonita, que Félix y yo nos guardamos para mañana.
Volvemos por Garralda sin mayor novedad. Alfredo ya se marchó, nos le cruzamos por la carretera. Los demás preparan sus bártulos y emprenden vuelta. Los que se quedan no les queda más remedio que dormir la siesta.
Cuando nos despertamos encontramos la cámara de fotos de Julio, que se la ha dejado en el portal. Cuando hablamos con él, le vacilamos un poco antes de reconocer que la teníamos a buen recaudo.
Nos damos un paseo andando por la pista de esquí de fondo de Pikatua. Ayer pasamos por el mismo punto en bici, aunque con otro recorrido. Después subimos en coche el puerto de Larrau. Hace aire. El atardecer por el lado Norte está muy bien, se ve cómo las nubes se arrastran por debajo de nosotros, pasando de una vertiente a otra, pegadas a las lomas próximas. Hay puesto de caza de palomas por toda la cuerda. Justo en el puerto hay unos montañeros preparándose para pasar la noche en pequeñas tiendas unipersonales, en un camino en cuesta bastante ingrato.
Ya de vuelta, pero muy cerca de la cumbre, recogemos a un caminante en manga corta, que se dirige a Ochagavía. Es maestro en el instituto del pueblo y salio a andar esta mañana a las seis. Se apegado una buena paliza, creo que se ha despistado, pues está atardeciendo y le quedarían cerca de quince kilómetros de vuelta por carretera. EL dice que no, que conoce muy bien la zona.
Nos cuenta algunos detalles del pueblo y de la historia de la zona, también nos indica algunas rutas y sitios pintorescos para visitar ¡lastima no tener más tiempo! Nos despedimos en el pueblo habiéndole salvado a este hombre de una noche casi segura al raso, pues por allí no pasa nadie y en cuanto se vaya la luz, el que pasa no para.
Arreglo el pinchazo de la bici que tenía pendiente y nos vamos a cenar. La sidrería está cerrada, el otro restaurante es un carero, así que nos vamos a Auñamendi. Esta noche el local está desangelado, solo hay una pareja de guiris enrollándose con el camarero y atufando todo con humo de pipa. Después de cenar tomamos un whisky.
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Una respuesta a “Selva de Irati: Orbaizeta-Rocesvalles-Saint Jean de Pied de Port”
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Estábamos tan cansados que pasamos de bici. Alfredo se marchó sólo a hacer la ruta prevista, que Pepe y yo haríamos la día siguiente cuando todos estaban en Madrid.