Miraflores-Valdemanco-Navalafuente

Ruta realizada el Domingo 13/03/2005

Dificultad Física
Dificultad Técnica
38.5 km
1008 m
44 Km Distancia Madrid
4h17'
3h39'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Félix, Pepe, Jesús, Gustavo

Mas detalle ruta

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Nos dijeron que iba a llover, pero es mentira. Si bien es cierto que huele a humedad y que hay unas nubes negras hacia el Sur, de donde viene el agua…

Salimos desde la estación, esa estación donde siempre dudo que salgan trenes, pues ell aspecto de abandono es de novela. También hay un restaurante, que siempre vi cerrado, a la ida y a la vuelta. Por vías que no quede, pues hay muchas, con su pátina de óxido sobre el carril y sus traviesas paralelas debajo.

Lo dicho, que empezamos a dar pedales con la vía a nuestra izquierda, para separarnos poco después por un camino que torna en sendero al principio y trialera después. Empezamos a recorrer una zona conocida, pero por veredas nuevas, más bajas, más estrechas, en fin, otra cosa.

Nunca antes estuve en Navalafuente, donde andan hoy de mercadillo. Tampoco creo haber parado en Cabanillas de la Sierra, donde no hay mercadillo, pero si se observa un actividad constructora febril.

Cruzamos un arroyo, también la A-1 por debajo (evidentemente menos romántico) y vamos por un camino de cabras, que parece de ganado, pero también con rastro de motos, que lo han erosionado bastante.

Giramos al Norte y subimos un poco, pero sin exagerar, que hoy el día va de rampas y no de puertos. Cruzamos una dehesa alta y otra vez bajo la A-1, para venir a parar a La Cabrera, bajo el pico de La Miel, que nos va sirviendo de referencia continua.

La Cabrera es un pueblo grande y alto, donde también proliferan las viviendas de solaz descanso, donde vienen los curritos madrileños a deslomarse el fin de semana.

El pueblo le cruzamos entero y seguimos subiendo, a la sombra del Mondalindo, hasta la ermita de San Antonio. Otra vez rampas fuertes, pero con firme de hormigón bastante cómodo.

Junto a la ermita tomamos un sendero en bajada que es ciclable solo a ratos y solo para algunos. La bajada merece la pena, aunque solo sea por los rincones que recorre. Sin darnos cuenta entramos en Valdemanco. Aquí si hemos estado otras veces. Para llegar tenemos otra rampa y, si no fuera por que renunciamos al trazado original, más cuesta todavía. Pero no, esta vez hacemos un poco de carretera, que a mi se me va haciendo tarde y Jesús dice que va justito.

La carretera a Bustarviejo no es un regalo y también quiere que demos pedales con fuerza, antes y después de llegar la pueblo. Aquí me separo del grupo, pues ya si que voy tarde, dejándome caer por carretera. Lo de dejarse caer es un decir, porque hay que subir y bajar.

Me pongo en el coche con 44 kilómetros, habiendo hecho una ruta bonita y con bastante novedad ¡y eso que me he perdido la última parte!

Al día siguiente me contarían que llegaron un poco después, también tuvieron que subir algún repecho y pasaron cerca de los restos de nieve de cuando hacía frío, que lo que es hoy, nos ha sobrado la ropa y el paraguas.


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