Ruta realizada el Sábado 05/02/2005
Participantes: Juan, Pepe, Julio
Pues vaya una coña, resulta que unos se ponen malos y otros no se ponen, luego la apretada agenda del presidente. El caso es que nos quedamos solos los tres y los otros dos dicen no haber estado nunca por aquí.
Vamos a intentar repetir la ruta del trébol, que hicimos Félix, Alfredo y yo la temporada pasada. Y al principio parece que lo íbamos a conseguir, pues enlazamos bien el inicio y el mapa iba ajustado al cuenta-kilómetros.
La salida cuesta arriba se agradece, pues hace un frío que pela. El terreno es fácil y el pinar está muy bonito. Acertamos bien con el cambio de sentido y subimos al cerro de las Mucas, que en su último tramo tiene una pendiente jodida, donde rematamos con el 1:1 y unos jadeos que suenan como los mejores orgasmos.
El caso es que coronamos y empezamos la bajada trialera por lado opuesto del cerro. Tiene tramos difíciles, con el firme suelto y mucha pendiente. Yo arriesgo menos que los otros y bajo andando un buen tramo. Salimos hacia la carretera y completamos la primera vuelta del circuito.
La segunda parte es la más agradable, pues es un paseo a lo largo del embalse de Picadas. Aquí se vuelve a notar el frío. Estos tíos alucinan con las vistas y el reflejo de los árboles sobre el pantano. Nos despegamos del agua para subir por un barranco al cerro del Morro y seguir en dirección Navas del Rey.
Hasta aquí el rutómetro va perfecto y ya son más de 26 kilómetros de ruta. Ahora nos desviamos hacia la izquierda, con dirección al cilindro de hormigón que corona el cerro y que se ve desde la carretera, pero ¡a majetes! Aquí es donde aparece el bonito camino a la izquierda que nos lleva por una bajada sinuosa, con la dificultad justa para que se pueda ir montado, pero con mucha técnica, bueno yo con la que tengo, que tampoco es tanta. El caso es que acabamos en la junta de dos arroyos, en un paisaje muy verde y alucinante. Nos llama Jesús y aprovechamos para darle envidia.
Menos mal que no llamó 5 minutos después, par descojonarse de nosotros, pues nos habíamos metido en un barranco impresionante, sin camino a la vista y con una vegetación densa y dura.
Para hacer el pardillo del todo, en lugar de mirar el mapa y reflexionar, sugiero que remontemos el río hacia la carretera. Si hubiésemos ido hacia abajo, en quinientos metros estaríamos en el puente y volveríamos por el camino cómodo que vinimos, pero no, nos metemos un barranco de los que hacen historia. No tiene nada que envidiar ni al de Valdesotos, ni el que nos comimos en la Tejera Negra, ni con ningún otro que yo recuerde. Como dice Julito, seguro que Félix estaría orgulloso de nosotros, comprobando como somos capaces de seguir sus enseñanzas sin parpadear.
Cada vez que avanzas un poco y crees descubrir restos de una senda, aunque sea de jabalí, vas a salir sobre un precipicio de piedra, que te obliga a trepar por la ladera o a descolgarte junto al río. Siempre teniendo que tirar de la bici o incluso tirar la bici y bajar después. En resumen: desde las 12h. que llama el globero, hasta las 13:50h que llegué al coche.
Estos tiraron hacia arriba y tardaron cuarenta minutos más. Julio aprovecha para romper la cadena, luego también se da una hostia, por no privarse de nada.
Pero lo mejor lo encuentro al llegar: me han reventado la puerta del coche y me han robado la cartera y el móvil, que estaba en el maletero. Ya no se si buscar la cartera, o preocuparme por éstos, que no llegan o tumbarme a descansar, pues voy bastante desgastado.
Cuando volvemos en el auto Julito reflexiona profundamente y se cuestiona si a todos los que montan en bici de montaña les pasan estas cosas, con la misma intensidad y la misma frecuencia. Seguro que no. Creo que si seguimos entrenando duro en esta técnica, seremos capaces de perdernos en la Casa de Campo y romper cadena en el Juan Carlos I, todo es proponérselo.
En definitiva, una ruta de las que no merece la pena contar. Todo sea por dejar recuerdo de los hechos por escrito y tratar de borrarlos de la memoria.
3 comentarios en “Pantano de San Juan y embalse de Picadas”
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Imposible olvidar aquello. En serio.
Me ha hecho mucha gracia tus comentarios y Julito es único.
Como bien dice Pepe, es imposible olvidar el infierno de ese día. Recuerdo estar en medio de la jara y las zarzas, sin apenas fuerzas , y unos niños en la otra orilla diciéndonos:» Hola señores, ¿qué hacéis ahí? »
¡Fue una auténtica pesadilla!