Cabanillas de la Sierra Trialeras

Ruta realizada el Domingo 30/08/2020

Dificultad Física
Dificultad Técnica
30.7 km
540 m
46 Km Distancia Madrid
3h35'
2h43'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Félix, Juan, Rufi

Mas detalle ruta

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Reproductor audio crónica:

Hoy ha empezado el otoño sin avisar. Hemos quedado a las 9:00 de la mañana en el Centro de salud de Cabanillas de la Sierra. El instigador de la salida era Pepe, pero no ha venido porque tenía el culo como el de un mandril. Eso pasa cuando uno se pasa. En concreto cuando uno se pasa de montar y lleva culottes gastados o de mala calidad.

El caso es que hemos ido Félix y yo y… afortunadamente, se nos ha unido a última hora Juan, recien llegado de su retiro playero.

Hemos llegado todos casi a la vez. Juan y yo, de hecho, juntitos. Si es verdad que el radar de la entrada de Venturada funciona, nos ha debido cazar a los tres porque ir a 50Kms/hora en esa recta es muy complicado. El radar está perfectamente señalizado y perfectamente oculto detrás de un árbol donde es imposible verlo cuando vas en el sentido de la marcha.

Por otro lado, aunque hemos llegado o’clock, la bici tiene un poderoso efecto laxante. Te puedes pasar horas sentado en el trono en tu casa y…. nada. Sin embargo, es saber que vas a tener que montarte en la bici y uno se va por las calicatras. No hace falta ni montarse, solo con la saber que te vas a subir a la bici en breve es más que suficiente para que te azote el mal de Surroca, que es aquel que te hace cagar más que la moscarda.

Desgraciadamente, los bares de ahora no son como los de antaño. Ya no hay un bar de pueblo que abra antes de las 10:00 de la mañana. ¿Dónde desayuna esta pobre gente? Un paisano me ha mandado a la panadería (¿tendría cuarto de baño?), pero también estaba cerrada.

En fin que hice lo que pude y, sobre todo, lo que hice fue la ruta apretando el culo y, como consecuencia de la desventura, hemos salido tarde.

La ruta es de las relativamente cortas (unos 30kms) y con poco desnivel, pero lo cierto es que no paras de dar pedales en ningún momento. Y, eso sí, es una ruta muy divertida, con zonas reviradas, trialeras, senderos, subidas y bajadas técnicas y, en las épocas del año que corren, cardos como tigres de bengala que se te agarran al cuerpo como si no hubiera un mañana.

El jefe se había llevado el GPS sin pilas, con lo que los guías de la cosa hoy hemos sido Juan y yo (sobre todo Juan). Esto es un invento que conviene que no repitamos mucho porque, aunque hemos llegado bien y la ruta tenía bastantes derivaciones, hemos dado alguna vuelta de más. De hecho, en un momento hemos estado a punto de desandar todo lo que llevábamos hecho hasta entonces. Menos mal que el error se ha quedado en que nos hemos comido, de gratis, una cuestaca y poco más.

Juan ha venido hecho un jumento porque «solo» ha podido salir 17 días este verano con la bici de carretera. Se ha comprado un culotte Assos y, en la misma tienda, unos gemelacos que da miedo verlos. Cuando haya rutas más exigentes le vamos a tener que sacar una foto para no olvidarnos de él, porque no le vamos a ver el pelo.

Como he tenido que ir muy pendiente del GPS no me he enterado de cuáles son los pueblos por los que hemos pasado, pero los conocemos todos, porque la ruta pasa por muchos sitios de otras rutas que ya hemos hecho otras veces. Yo destacaría la famosa zona trailera de piedras que es consustancial a la ruta de La Cabrera (esa que le mola tanto a Alfredo) y que pasa por la urbanización de los putos pitufos, la cantera de granito y la antigua cárcel de la posguerra, donde estaban confinados los presos que, además de presos, se construyeron una serie de puentes, viaductos y líneas ferreas, según nos ha confirmado un paisano que, además, nos ha sacado unas fotos.

A mi ha habido partes de la ruta que se me han atragantado pero no sé si es por mi bajo estado de forma o por mi sobrepeso. Como engorde dos kilos más voy a pasar a ser especie protegida de Greenpeace. Unos se dedican al Fitness y yo al «Fatness».

Hemos acabado a la una, pero no en la laguna, con lo que no puedo colocar la alegre coplilla que colocó el jefe el otro día en su crónica. Sí puedo decir, sin embargo, que la una son las 13 y que cuanto más me la tocan, más me crece.

A ver si vamos consiguendo que a Pepe se le cure el culo, que Alfredo vuelva del exilio, que Miki deje de entrenar en solitario, que Juanlu se apunte a una de fin de semana y que Domingo se instale definitivamente, donde quiera, pero que se instale y que venga a las rutas de fin de semana. De momento, tres sacos de cemento. Esto no lo digo por los tres que hemos ido hoy, que nos lo hemos pasado de fábula en una ruta que merece mucho la pena.

Es una ruta a tener en cuenta y repetir cuando el terreno esté más húmedo y cuando Pepe tenga su nuevo maquinón y se anime a venir y hacerla.

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Cantocochinos-La Nava-Vuelta a la Pedriza

Ruta realizada el Domingo 23/08/2020

Dificultad Física
Dificultad Técnica
41.2 km
1224 m
41 Km Distancia Madrid
4h29'
3h16'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Pepe, Rufi

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Reproductor audio crónica:

Se nos calienta antes la boca que las piernas y eso que hoy no hacía calor.

Hemos quedado en el aparcamiento de Cantocochinos a las 9:00 de la mañana. Ambos (Pepe y yo, porque hoy ha habido mucho rajado), hemos llegado antes de la hora, pero hemos aparcado en sitios diferentes y nos ha costado encontrarnos (no había cobertura y la localización ha tenido que ser física).

La mañana no ha empezado bien. Pepe tiene rota su gran Orbea (hay que tratar con respeto a los mayores) y hoy venía con la Mérida de su hijo, que no iba fina con el disco delantero. Pepe va sobrado y este incidente no le ha parecido motivo suficiente para dejar de meterse el rutón entre pecho y espalda.

Hemos empezado a dar pedales en el sentido inverso a las agujas del reloj y pronto ha empezado a picar para arriba. Hemos ido de charleta un buen rato, hasta que la pendiente ha aumentado. Ahí yo iba sin el lastre del disco rozando y he podido ir más ligero. Así hemos subido hasta las buitreras. La cosa nos ha llevado una hora, aproximadamente, con lo que, a pesar del rozamiento del disco hemos ido bastante ligeritos.

Y en las buitreras ha llegado el momento culmen. Lo que procedía, teniendo en cuenta todos los factores, era haber seguido la ruta corta para, al final, meternos unos 30 kms y haber hecho así los deberes. Pues no. A Pepe se le ha ocurrido que, ya que estábamos allí ¿por qué no subir a la Nava?. Dicho y hecho, como se nos calienta la boca a la mínima, nos hemos liado y, al tran-tran para arriba. La verdad es que las vistas merecen la pena y, ya que estábamos…..

La subida no ha sido tan pesada como imaginaba. Al llegar hemos tenido la oportunidad de disfrutar de las vistas, que desde allí son excepcionales, y de la agradable conversación que Pepe ha entablado con un colega sobre las Orbeas del Neolítico y los modelos posteriores de la edad del metal.

Una vez hechas las oportunas fotos hemos desandado el camino hasta las buitreras para, esta vez si, seguir la ruta de vuelta. En principio era todo bajada, menos una pequeña subida que ha acabado no siendo tan pequeña. A mi, al menos, se me ha atravesado a base de bien

Antes de empezar la subida que nos llevaría al collado de los pastores nos paramos a ver los dos pinos singulares

El penúltimo tramo, antes de la bajada al aparcamiento, ha sido la subida al collado de los pastores que, como he mencionado, se atraganta de lo lindo, no solo por la propia subida sino porque uno ya lleva paliza en el cuerpo y, además, se tiene que afrontar después de un buen rato de bajada.

A partir de ahí, fue todo bajada hasta el aparcamiento. Es una ruta para machotes y me alegro que a Pepe se le calentara la boca porque, de lo contrario, no habríamos subido a La Nava. Un acierto empezar en Cantocochinos porque el extra hasta el Boalo ya se me habría hecho «boala».

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El Tomillar – Silla Felipe II – Bosque de las Penosillas

Ruta realizada el Domingo 26/07/2020

Dificultad Física
Dificultad Técnica
39.8 km
642 m
42 Km Distancia Madrid
4h17'
2h50'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Domingo, Juanlu, Miki, Pepe, Rufi

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Reproductor audio crónica:

Eres guapa, eres rica ¿qué más quieres Federica? Este sabio dicho popular podría aplicar a la ruta de hoy, tan bien como aquel otro de «sarna con gusto no pica» o «el que algo quiere algo le cuesta». Anunciaban que iba a ser el fin de semana más caluroso de lo que llevamos de verano y que iba a batir marcas pero, con todo y con eso, nos hemos animado a salir a dar pedales por la zona de El Escorial. Y hemos hecho muy bien porque ha sido una jornada súper agradable, entre amigos, ruta divertida y el calor, si bien se ha notado, no ha sido insorportable.

La mayor parte del grupo sale del Tomillar, merendero que está justo enfrente de donde la Hacienda Pública Española guarda todos nuestros datos para darnos «lo nuestro» cada año en la declaración de Renta y Patrimonio. Domingo salio de su casa y yo de la mía, encontrando a todo el grupo ya reunido en la rotonda del Hospital de El Escorial.

Desde allí hemos bajado hacia la estación y hemos enfilado por la carretera de Peralejos. Lo primero que te encuentras en una subida de las que, al menos a mi, se te atraganta. Pepe ha empezado con la filipíca que no ha abandonado en toda la ruta, más por dar por culo que por otra cosa, porque de forma va sobrado. En seguida, en cuanto hemos acabado la cuesta, nos hemos desviado por un camino que terminaba en Peralejos y que es muy divertido. Tiene de todo, sus piedras, sus zonas más rápidas, sus partes técnicas…. Coincide en algunos trozos con la antigua calzada romana, por la que no hemos ido.

Desde Peralejos hemos cogido otra senda, del mismo estilo que la anterior, que nos ha llevado hasta la entrada de Zarzalejo Estación. Ahí hemos parado un rato para observar desde abajo la Machota Mayor y para sacarnos algunas fotos que adornen esta crónica. En ese punto hemos cogido la pista que lleva hasta la antigua carretera de la Silla de Felipe II. Yo recordaba esa pista con bastante reparo porque en alguna otra ocasión, cuando la hemos hecho, se me ha atravesado bastante. Esta vez, sin embargo, debo decir que ha sido bastante llevadera. Esto se ha debido, en gran parte, a que Domingo ha elegido el sentido de la ruta para que las zonas de umbría las recorriéramos a la hora de más calor y, desde luego, se ha notado.

Cuando hemos llegado a la antigua carretera de la silla de Felipe II no hemos ido a depositar nuestras posaderas en la misma, sino que hemos enfilado hacia el Puerto de la Cruz Verde. Esta carretera, ya fuera de uso y que, según me ha comentado Domingo, ahora se llama «ruta ecológica» nos ha ofrecido unas magníficas vistas del monasterio, el Monte Abantos y Navacerrada. Pepe ha aprovechado para decir que por qué no hacíamos tres veces esa ruta y nos íbamso a casa. No le hemos hecho ni caso y hemos acertado.

El penúltimo tramo de nuestra ruta ha sido por el camino de la horizontal, que se coge en la intersección con la carretera de Avila y acaba, como su propio nombre indica, en el restaurante de La Horizontal. Ahi nos hemos encontrado con unos globeros que habían reventado la cubierta y habían salido sin cámara. Menos mal que Pepe iba provisto de una cámara de 26» que, por el módico precio de 10€ les ha debido permitir a los globeros seguir su ruta. Otra cosa es dónde habrán acabado, porque no sabían si habían aparcado el coche en Villalba o en Guadarrama.

Desde «globeros point» hemos tirado para arriba hacia la pista que lleva al caracol. Lo han cimentado y lo han dejado como una pista de aterrizaje. Le han quitado parte de la salsa que tenía con las piedras y las raices, pero, hay que decirlo, te aligera unas decenas de pulsaciones que antes te llevabas de regalo subiendo la cuesta. No hemos llegado al caracol, ni mucho menos. En la cancela hemos cogido un camino a la derecha que, despues de mis más de 20 años en el Escorial yo no había cogido nunca, y que nos ha llevado a la carretera que lleva al bosque de las Penosillas y al Arboreto Luis Ceballos. Esa sí que ha sido la última etapa de nuestra ruta.

Algunos «machotes» con el Monasterio al fondo y Juanlu remotando el penúltimo cuestaco. Hoy no ha habido mucho desnivel, pero tampoco ha estado mal y Juanlu se ha defendido como un javato

Bajando hacia el Tomillar Domingo nos ha abandonado porque tenía una comida que seguro que le va a resultar inolvidable y se tenía que volver chutando para el Foro. Los demás hemos seguido hasta el Tomillar donde nos hemos tomado unas magnificas cervezas (bueno, Juanlu y Pepe han tomado agua con gas) a la salud de los globeros y sus 10€. Yo tengo que aprender a pagar con el teléfono, porque unas veces me funciona y otras no y parece que estoy haciendo a mis amigos el truco del perro que fuma y ya estoy empezando a ver caras raras como si no se creyeran que no me funciona el dispositivo.

El remate de fiesta ha sido ver la máquina que se ha agenciado Miki. Un flamante Leon tope de gama que huele a nuevo y que tiene una pintaza cojunuda. Enhorabuena Miki, una «makina total» digna de singular piloto.

Chicos, yo me lo he pasado bomba, lo he disfrutado, no he pasado mucho calor y he estado con la mejor compañía. Por cierto, Pepe ha dicho, al final, eso si, que la ruta había estado estupenda y muy bien trazada por Domingo para evitarnos el Lorenzo.

Moraleja, hay que repetirla.

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Ruta de Entretiempo: Talamanca del Jarama – Patones

Ruta realizada el Domingo 14/06/2020

Dificultad Física
Dificultad Técnica
45.2 km
621 m
40 Km Distancia Madrid
3h39'
3h11'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Alfredo, Pepe, Rufi

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Descarga ruta: 2020-06-14-09-03-10-Talamanca-a-Paracuellos.gpx
Reproductor audio crónica:

La ruta de hoy es de entretiempo. De esas que no puedes hacer en verano porque te quedas frito en una de sus planicies a más de 35 grados a la sombra. Tampoco se puede hacer en época de lluvias porque se te quedan las ruedas como un bloque de hormigón con la tierra arcillosa que, como bien dice Pepe, abunda en la margen izquierda de la carretera de Burgos.

Es, en definitiva, una ruta para hacer en un día como hoy, pudiendo disfrutar de un terreno seco, que permitía rodar muy bien, y con una temperatura muy agradable.

Habíamos quedado a las 8:30, pero yo he llegado tarde. No sé qué manía tiene google de ponerle nombres a calles absurdas y rotondas perdidas en medio de la nada. Con lo fácil que es decir «ahora gira a la derecha». Pues no, la máquina te tiene que decir, a la altura de la fábrica de cervezas El Aguila, que cojas por la Avenida de Tenerife. Moraleja, me he ido hasta el Vellón y he llegado a menos 10, dando oportunidad a mis amigos y compañeros de ruta a que se tomaran un cafelito.

Nada más empezar hemos ido a ver el famoso puente romano de 5 ojos que da idea del caudal que tenía el río Jarama en aquella época pretérita (esto no es cosecha mía. NO es que haya hecho los deberes aprendiéndomes lo más singular de la ruta, sino que me lo ha contado Pepe, que es un pozo de sabiduría)

Dado que el río está desviado (esto también me lo ha contado Pepe), lo único que fluye ahora es un breve arroyo. Desde el puente iniciamos la ruta. Tomamos el camino paralelo al arroyo hasta llegar a la salida del pueblo, donde ya cogemos las pistas que nos llevarán hasta Torremocha del Jarama.

La ruta es cómoda, con pistas que ganan altura poco a poco (de hecho, muy poco a poco), hasta que llegamos a Torremocha

Por Torremocha pasamos rápido porque tampoco hay mucho que hacer, todo sea dicho de paso. Nos da tiempo, eso sí, para inmortalizar el momento con una «instantanea» en la fuente del pueblo

Saliendo de Torremocha y, una vez pasado Patones (de abajo), nos adentramos en la medina de Fez, pudiendo saludar a dos ¿hermosas doncellas? (el interrogante por ambas cosas, lo de hermosas y lo de doncella)

Desde Patones subimos al canal por la archiconocida carretera que lleva a Patones de Arriba. En esta ocasión, a media subida nos desviamos a la izquierda y cogemos una antigua vía de servicio del Canal que corre paralela a la carretera de Patones a Torrelaguna. Ahí nos adelanta un globero que, como dice Alfredo, no merecía la pena ni picarse con él.

Antes de llegar a Torrelaguna pasamos por alguna trialerilla que, sin ser demasido exigente técnicamente, sí nos permitió ir recuperando un poco de la técnica perdida. Hay que joderse con lo de la técnica. Es como la forma físca, lo que cuesta ganarla y lo rápido que se pierde.

Otra curiosidad con la que nos encontramos en la ruta es un grupo realizando labores de desinfección del COVID 19 en medio de la alcarria. Este virus nunca dejará de sorprendernos

Llegamos a la central de transformación eléctrica de Torrelaguna y, desde ahí, cogemos un trozo de carretera hacia Venturada. El trayecto es corto hasta que nos desviamos hacia la izquierda otra vez por pista. A esta altura de la ruta todavía no faltaban unos 15 kilómetros para completarla. Pasamos por una zona en la que ya habíamos estado hace tiempo (vete a saber viniendo desde dónde) y, para recordar el momento, repetimos la foto con parecidos personajes.

De vuelta hacia Talamanca avivamos el ritmo. Los kilómetros se hacen rápido hasta que llegamos al puente colgante que está justo antes de entrar en el pueblo. Da un poco de yuyu cruzarlo porque los remaches parece que son clips que han puesto con pegamento Imedio. A nosotros, como en la mili, el valor se nos supone y lo cruzamos sin dudar. No había otra forma de volver al pueblo que fuera más directa y más segura y más directa.

Y, con esto y un bizcocho….Bueno, un bizcocho y unas cervecitas que nos apretamos en el bar que había justo enfrente del aparcamiento donde Pepe y yo habíamos dejado los coches, que nos supieron a gloria bendita.

Dicho sea, de paso, que de vuelta a Madrid me volví a equivocar. Debo decir en mi descargo que me pareció ver a Pepe enfilando hacia la izquierda, que resultó ser el camino a Guadalajara.

En resumen, una ruta nueva, agradable de hacer en estas fechas, con un desnivel muy asumible y, como siempre, con buenos amigos. A ver si pasamos de fase y nos podemos ver todos, que ya va siendo hora y hay muchas ganas

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Vuelta al Atazar. El resurgir de Pepe

Ruta realizada el Domingo 09/02/2020

Dificultad Física
Dificultad Técnica
40.6 km
865 m
54 Km Distancia Madrid
3h27'
2h46'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Alfredo, Félix, Juan, Pepe, Rufi

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Temperatura media: 4.4
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9 de Febrero de 2020. Hoy celebramos mi cumpleaños. Este año solo cumplo uno, pero me ha pesado como si me hubieran caído 10 de golpe.

Quedamos a las 9:00 en el Berrueco y ahí nos encontramos Alfredo, Pepe, Félix y Juan. Día rarito en el que, como decía Pepe, no hacía nada de calor. Nada más salir ya se vio lo que iba a pasar a lo largo de toda la ruta. Juan y yo nos quedamos retrasados y Pepe salió como si no hubiera un mañana.

Salida desde El Berrueco. Ya casi listos todos, menos Alfredo que llevaba ya media hora preparado.

El primer tramo de la ruta la hacemos en paralelo al camino. En concreto, lo hacemos subiendo por encima del canal de conducción del Canal Isabel II. Son continuas entradas y salidas en un recorrido divertido en el que es conveniente llevar los dedos en los frenos para evitar que una rama te tire al suelo como un bolo.

Al final del camino llegamos a la presa desde donde se ve que el nivel de agua del Atazar es más bien bajo.

Desde la presa ya sí tomamos la pista «normal» y nos dirigimos a la presa del Villar. De momento la jornada va bien, menos por el hecho de que Pepe había salido disparado y todavía no lo habíamos encontrado. El amigo Pepe estaba entrenando para lo que vendría más tarde

Desde la presa nos dirigimos hacia Robledillo (de la Jara, no de la Sierra). Poco antes nos hemos encontrado ya con el fugado Pepe que, para restregarnos la cosa, dice que había ido tocándose los huevos y que le tendríamos que haber alcanzado antes.

En la iglesia de Robledillo hay un debate sobre si era el momento adecuado o no para apretrase el platano. Al Jefe le da lo mismo porque hoy se ha traido dos y está dispuesto a alicatarse uno ahora y otro más tarde. Cómo se nota la gente de plata. Finalmente decidimos que no lo tomábamos ahí sino al final de la bajada.

Desde Robledillo tomamos el camino del Puerto de la Puebla, al que no llegaremos. Nada más salir de la iglesia empieza la subida de la antena. Yo no vi ninguna antena en nigún momento, pero parece que había una. La subidita se las traía y se empezó a notar claramente quién monta dos veces por semana y quién hace más de un mes que no montaba. Pepe hizo el truco del perro que fuma, quedándose con Juan como si le estuviera costando la cosa.

Una vez llegados a la antena (seguro que había una), empezamos una bajada que, en un momento dado, se hacía por un cortafuegos. En plena bajada nos encontramos con dos globeros que, al llegar abajo, nos dijeron que iban a hacer una ruta similar a la nuestra pero más larga. El platano (el primero del Jefe) nos lo tomamos en el puente que está sobre el río de cuyo nombre no estaban seguros ni Pepe ni Félix. Podría ser el ¿Gofio?

La siguente parada la haríamos ya en la presa del Atazar, después de un tramo de carretera con una bajada fuerte en la que se alcanzaban velocidades importantes. En la presa el «segurata» nos llamó la atención porque, al parecer, es un recinto de seguridad donde no te puedes parar ni sacar fotos. Esto no deja de ser curioso porque, un poco más arriba te puedes hartar a sacar todas las fotos que te dé la gana. En fin, algún motivo hay seguro.

Al cruzar la presa empezaba la tostada. Una subida interminable por carretera en la que tenías que ir esquivando Ferraris, Porsches y motos de gran cilindrada que venían en dirección contraria, a toda leche y con el suelo húmedo. En esta subida Pepe demostró que está hecho un coloso. Viniendo desde atrás no solo me levantó los adhesivos sino que, «en dos patás» se puso a la estela de Alfredo que, obviamente, no iba a vender su piel barata. Así llegaron hasta el final de la subida, donde pararon para esperarnos. A Félix no había que esperarle, pero hizo de gregario, tirando de Juan que, como aquí hay que venir llorao, llegó arriba sin decir ni pío.

Hasta llegar al final de la ruta, lo único destacable fue una bajada trialera en la que las 29″ demostraron sus virtudes. Bueno, las 29″ y Alfredo, que es de otro planeta y aunque fuera en triciclo se la bajaría.

Para completar la jugada nos comimos una pequeña subida antes de llegar al Berrueco y, una vez en el pueblo, un jabalí para reponer fuerzas.

Ruta fácil, siempre que estés en forma, que no era mi caso, con mucha carretera y un par de bajadas divertidas. Para desengrasar no está mal

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El Tomillar-Malagón-Robledondo. La ruta del «tarao»

Ruta realizada el Jueves 02/01/2020

Dificultad Física
Dificultad Técnica
31.9 km
920 m
41 Km Distancia Madrid
4h22'
2h38'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Domingo, Félix, Juan, Juanlu, Pepe, Rufi

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Hay una ruta en Cantabria o, para ser más correcto, una prueba de ciclismo de montaña, que se llama «El Soplao». Pues la ruta con la que hemos inaugurado el 2020 la vamos a denominar la ruta del «tarao». Ahora veréis por qué.

Hemos empezado en el merendero del Tomillar a las 10:00 de la mañana. Hemos sido todos puntuales. Bueno, por hacer justicia al dicho popular de que siempre llega tarde el que vive más cerca, hoy el que ha llegado el último Domingo, que venía el tío como un campeón, sin mochila y oliendo todavía a café recién hecho y tostadas con mantequilla y mermelada.

Empezamos la subida al Malagón por la carretera que pasa por el Arboreto Luis Ceballos. Vamos bien hasta llegar a la bifurcación en la que, según el track original, deberíamos haber tomado el camino de la izquierda para ir hacia las zetas. Ya ahí se empezó a vislumbrar que el que había subido el track original tenía pocas luces o se quería marcar un «Alfredo» (dícese de aquel que pretende subir y ganar altura innecesariamente solo por el hecho de ganarla, cuando sabes que la vas a perder de inmediato, para volver a la misma altitud, aproximadamente, que al inicio de la ruta). Como en el grupo hoy todos éramos personas cuerdas y con más de 50 años, decidimos hacer la primera «infracción» al Track y seguir subiendo al Malagón por la carretera (cada vez más deteriorada y con menos asfalto).

En la subida al puerto, Félix y Juan demuestran su tremendo estado de forma, subiendo como si no hubieran pasado por el trance de las Navidades, las cenas en familia ni las comidas pantagruélicas. Cuando les oyes comentar «sus pesos ideales» se te caen los mismísimos a plomo. Yo no he pesado tan poco ni recién nacido.

Una vez reagrupados en el Alto del Malagón proseguimos la ruta por la senda de tierra que nos llevará hasta Robledondo. Tiene una ligera subida y, posteriormente, una bajada donde hay que andarse con ojo para no pasarse de frenada, como le ha ocurrido a nuestro querido Juan, más conocido por «derrape man» y no por las zurraspas que se tira. Bueno, no solo por eso, sino también por el uso que hace de los frenos.

Tramo de bajada hasta Robledondo con la que había que tener tiento y maña

Hasta aquí, la ruta había ido por los derroteros normales, pero pronto empezaría lo bueno. Bajamos mitad por la carretera, mitad por camino, hasta el puerto de la Cruz Verde y, desde ahí, enfilamos por la carretera que lleva a Zarzalejos. Yo recordaba que, hace tiempo, hicimos Félix, Alfredo y yo una ruta que, al poco de empezar esta carretera, tomaba un camino a la izquierda e iba por media ladera hasta salir, casi, a la carretera de la Silla de Felipe II. Pues, en este caso no ha sido así. Hemos bajado el puerto durante bastante tiempo hasta que, casi llegando a Zarzalejos, hemos cogido un camino a la izquierda. Para empezar a hablar, nos hemos comido un «cuestaco» de esos que te hacen preguntarte quién te mandó meterte a ti en el tema de la bici. Era ya el segundo síntoma de la demencia del que ha colgado la ruta en la web.

Concluida la subida enfilamos un sendero que coincide con el que, en su día, hicimos con Félix y Alfredo. Es un camino complicado porque la vegetación y las jaras invaden el trazado y hay veces que las propias ramas tiran del freno y están a punto de tirarte. Y aquí es donde viene el tercer ataque de locura del «tarao». Casi llegando al teórico final del sendero, le da al tío por iniciar una triscada campo través y en subida, como si con ello fuera a alcanzar la salvación eterna. Nadie entendía dónde nos llevaba ese camino, y teníamos nuestras buenas razones, porque dicha escalada no llevaba a ningún lado. Terminaba donde también acababa el sendero que hicimos el día de la ruta mencionada con Alfredo y Félix pero, eso sí, muchos metros más arriba, triscando y después de haber desbrozado media ladera de la montaña.

Pero, como ya he dicho, lo mejor es que ese camino NO LLEVABA A NINGÚN LADO. Después de saltar la valla de piedra y alambre de espinos, a nuestro famoso «tarao» le debió dar el ataque final y se puso, como un poseso, a meterse en medio de todas las zarzas, jaras y ramajes que hay en la sierra de Guadarrama para tratar de llegar vete tú a saber dónde.

Una vez que ya fuimos plenamente conscientes de que el tarao era un cretino que, como mínimo, tenía que haber advertido en la ruta que se había perdido como en la guerra, pasamos de él, deshicimos parte del camino triscado y bajamos la ladera, montados en las bicicletas, hasta llegar a una verja que daba acceso a la finca donde nos encontrábamos.

Prueba objetiva del espesor de las jaras y de las zarzas. «Pabernos matao»

Ahí demostramos cada uno nuestras cualidades. Juan y yo, como buenos Atléticos, dejamos clara nuestra habilidad de salta tapias y atraca-huertos. Félix y, sobre todo Juanlu, demostraron una evidente torpeza, muy propia de los «madrilistas malos vecinos» y, finalmente, el cabrón de Pepe arrancó una de los listones de la puerta y pasaron al otro lado sin jugarse la pellica.

Después de todos los avatares y teniendo en cuenta que ya eran las 14:00 horas, decidimos tirar «by the street of the middle» y volver a los coches por el camino más corto, que es la carretera de San Lorenzo a Avila.

La moraleja de la ruta está clara: Me cago en el cretino que subió la ruta sin aclarar que era un demente o un tarao. Podría haber sido mucho mejor de lo que fue pero, de todos modos, primera del año con un grupo de amigos entrañables. Y, además, qué coño, Aquí hay que venir llorao

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El Molar Trialeras Extremas-No tan extremas, pero ni tan mal

Ruta realizada el Domingo 29/12/2019

Dificultad Física
Dificultad Técnica
32.9 km
801 m
37 Km Distancia Madrid
4h19'
3h25'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Domingo, Félix, Juan, Miki, Rufi

Mas detalle ruta

Descarga ruta: El-Molar-Trialeras-Extremas-2019-12-29-09-1.gpx

El jefe obstenta ese cargo por algo, no es casual. Ayer estuvimos decidiendo qué ruta hacíamos hoy. Hubo varias opciones: Torrelodones, El Boalo-Alpedrete, La Cabrera….., pero, al final, el jefe puso sus genitales encima de la mesa y quedó claro que hoy haríamos las Trialeras Extremas del Molar, siendo ésta la última ruta que el Jefe elige en 2019.

Se trataba de que no vinieran a la ruta ni Miki ni Juan para que yo les pudiera adelantar en el ranking de los coj…. Alfredo estaba ya descartado porque está «descansando» con la familia. Eso le va a costar ser superado por El Jefe. Juan estaba muy malo, a base de bocadillos de antibióticos para curarse un supuesto constipado, del que, esta mañana, no quedaba ni rastro.

Hemos empezado a las 9:00 en el polideportivo del Molar, coincidiendo con la salida de una carrera de la que, por suerte, no hemos tenido ninguna noticia.

La ruta empieza pronto subiendo por una trialera que, a mí, siempre me parece que habría que hacer en sentido contrario. Es una subida bonita pero que, hasta la fecha, no hemos podido hacer en este sentido sin tener que poner el pie en varios momentos (Juan dice que él lo ha hecho, pero como yo no lo he visto….).

Al final de la trialera empiezan los caminos por las dehesas. Hoy, estaban bonitos y sin demasiado barro, a pesar de las recientes lluvias. Estas pistas transitan así hasta llegar a un camino revirado que transcurre a lo largo del arroyo seco. Es un sendero muy bonito, con algunas zonas exigentes y en el que hoy hacía un frío de pelotas, estando todo el campo helado. Juanito ha demostrado, en varios puntos, su pericia con el 1:1 (aunque ya solo tenga un plato tamaño paellera), gestionando, con habilidad, los obstáculos que se le iban presentando. Avanzando por el sendero hemos sorteado tres motos de trail y dos cazadores, hasta llegar al culo de saco donde acaba el camino. Ahí no hay más remedio que empujar la bici para subir el repecho que lleva a la pista principal por la que sigue la ruta.

Retomado el camino, tras el pertinente plátano (barrita de proteínas, galletas cookies, o lo que sea) para reponer fuerzas, empieza una subida que no se atraganta demasiado y que acaba, más o menos, en la ermita de San Blas, donde tenemos por costumbre hacer un breve alto (la verdad es que no sé por qué. Por devoción Mariana seguro que no es).

Desde la ermita tomamos la decisión de ajustarnos a la ruta original, siguiendo el track fielmente. Eso nos lleva a una trialera de bajada que es muy bonita y técnica. Lamentablemente las motos y el agua han llenado algunos tramos de roderas que obligan a poner pie a tierra, a riesgo de poner en tierra algo que no sea el pie sino una parte más comprometida de nuestro cuerpo.

Aquí, siguiendo las doctas instrucciones de Félix, Juan y yo pasamos por un escalón que, con las 29″, no era demasiado complicado. En todo caso, gracias al jefe por enseñarnos la trazada correcta.

Otra sorpresa que nos tenía preparada la ruta era una odiosa subida a una torre de observación árabe. El único que se hace la rampa del tirón es Juan que, como he dicho anteriormente, alegaba que tenía un gripazo del 13 y llevaba no sé cuánto tiempo con antibióticos. De verdad que no se le notaba nada.

La ruta tiene, en su parte final, una bajada pronunciada que hoy, a pesar de las lluvias, estaba bastante seca y provocaba derrapes. Solo el Jefe y yo fuimos capaces de bajarla entera sin poner el pinrel, demostrando nuestra pericia.

Para acabar, una vez finalizada la bajada, nos comemos una subida de 1,7 kms que, además de fea, es odiosa e interminable. A mí me sentó como un tiro y, si había aguantado bien con la espalda toda la ruta, la última subida me dio la puntilla.

En resumen, una ruta exigente que obliga al esfuerzo en las subidas y la concentración en las bajadas y que tiene pocos ratos de descanso. Engaña por la distancia y el desnivel acumulado (819 mts), pareciendo una ruta más fácil de lo que es en realidad.

Lo mejor, como siempre, la compañía (aunque Juan y Miki no deberían haber venido, porque el plan era que yo les adelantara en el ranking)

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San Agustín de Guadalix – Dehesa de Moncalvillo

Ruta realizada el Sábado 30/11/2019

Dificultad Física
Dificultad Técnica
30.8 km
548 m
31 Km Distancia Madrid
2h45'
2h14'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Alfredo, Félix, Miki, Pepe, Rufi

Mas detalle ruta

Temperatura media: 11.2
Descarga ruta: Agustin-de-Guadalix-Dehesa-de-Moncalvillo.gpx

Que llueva, que llueva….. Así empieza la ruta de hoy, con la duda de si podríamos hacerla o no. Porque mojarnos estaba claro que nos íbamos a mojar.

Salimos desde el polígono de San Agustín de Guadalix después de muchas dudas y cruce de whatsup. El inicio de la ruta se produce 20 minutos más tarde de lo previsto, pero es que salvo yo, que llegué a mi hora, al resto les habían echado de casa y habían llegado demasiado pronto, con lo que, a las 9:00, ya estaban todos cambiados y montados en la bicicleta.

El clima iba a ser factor decisivo en la ruta y había que elegir bien la indumentaria. Ponte camiseta, quítate la camiseta que te acababas de poner y, de paso, dale la oportunidad al jefe para que te recuerde esas pequeñas lorzas que le dan un tono humano a tu sobrenatural anatomía.

Por fin empezamos a pedalear por el margen del río Guadalix. Es importante decir que Alfredo había quedado hoy a comer, aunque más bien parecía que había quedado a desayunar por el ritmo que le imprimió a toda la ruta. Parecía que nos iban persiguiendo.

Pronto empezamos a meternos en la dehesa y, en el kilómetro 4, más o menos, nos adelanta un personaje, que resultó ser escocés, con una bici del Dechatlon a la que le sonaba todo menos la bocina. El pájaro iba en chándal del Capabro y menos mal que nos encontramos con una cancela, que le toco abrir al Scottish Flyer, porque, si no, nos había levantado los adhesivos. Tanta 29″ y tanta leche y, al final, se ve que el poder del licor de malta es mejor que la mejor tecnología.

Desde ese momento hasta el final de la ruta empezó el frenesí de Alfredo, seguido por Pepe y Félix, que nos llevaron a Miki y a mi por el camino de la agonía y el sufrimiento, solo interrumpidos, momentáneamente, por las pocas (y benditas) paradas para sacar las fotos para esta crónica

En el kilómetro 10 de la ruta, aproximadamente, llegamos a la charca que sirve de abrevadero para las vacas. A pesar de lo que ha llovido estos días, lo cierto es que el nivel de agua que tenía era muy bajo y el color era de un verde intenso.

Si tienes que beber de esta charca…..

A lo largo de la ruta nos llovió, como estaba previsto, pero menos de lo esperado y de una forma muy soportable. Lo que sí que había era bastante barro, como queda de manifiesto en las jetas de los participantes.

Al final y, en resumidas cuentas, una mañana muy bien empleada en lugar de quedarse en casa con el mocho. Una ruta no muy exigente, si no hubiera sido por la cita de Alfredo y el espíritu competitivo de mis colegas que me llevaron a carajo sacado. Alfredo tenía que estar a las 14:00 pero la ruta la habíamos acabado a las 12:00 como unos campeones. Hasta nos dio tiempo a lavar las bicis

Lo único que siento es que con esta ruta no paso al Juan en el ranking. He estado a punto de no meter a Miki para aventajarle en algunos puntos más.

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Patones de Abajo A Pontón de la Oliva por las Cárcavas

Ruta realizada el Sábado 16/11/2019

Dificultad Física
Dificultad Técnica
38.3 km
910 m
52 Km Distancia Madrid
4h22'
3h14'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Alfredo, Félix, Juan, Miki, Rufi

Mas detalle ruta

Descarga ruta: Patones-Pontón-Oliva-por-Cárcavas-2019-11-16.gpx

Ruta recomendada por Pepe que, en una buena parte ya habíamos hecho, pero que nos reservaba una sorpresa final.

Lo primero es ponerle el adjetivo que defina la ruta. Ya sea por la orografía o por mi estado de forma, si no llega a ser por la parte final, le hubiera llamado la ruta incomprensible. ¿Como es posible que un trazado que empieza en un sitio y es circular, terminando en el mismo sitio donde empezaba, solo suba y suba y nunca baje? Pues así es durante bastantes kilómetros.

Empezamos en Patones de Abajo a las 9:20 (aunque quedamos a las 9:00, siempre nos tomamos algo de tiempo para acicalarnos antes de empezar a dar pedales) con una temperatura que alegra la cara pero que se soporta bien y, como empezamos a subir (cosa que no sorprenderá a nadie a estas alturas), pronto la temperatura corporal es muy razonable.

Entre subidas y… más subidas, llegamos a la presa de la Parra, por la que pasa el Lozoya antes de cruzarse con el Jarama. Las pocas bajadas que hay son para preparar la siguiente subida.

Juan señalado por el rayo divino

Desde la presa de la Parra tomamos un camino paralelo un río seco y, cruzándolo, afrontamos otro subidaco que nos lleva hasta “la ferretería”. Esta es la casa en ruinas que supone el punto donde Alfredo, “ajustando un poco los tirantes de su cuadro de la bici” consiguió un upgrade de Trek por todo el morro, como había sido el que le permitió dar el paso del aluminio al carbono.

Continuamos la ruta hasta llegar a Alpedrete. Las subidas no han acabado y, al acabar una de ellas el grupo se detiene mientras yo sigo para sacar unas magníficas instantáneas que solo desde aquella colina se podían sacar. Vamos, entre nosotros que, estando hasta los “guevos” de dar pedales, sigo el camino mientras el resto se para y me pierdo como en la guerra.

Panorámica que bien merecía que me comiera 2 kms y 100 mts más de desnivel

Por fin llegamos a las Cárcavas de Alpedrete que son Las Médulas en pequeño y que merecen realmente la pena. Pepe, bien elegida la ruta porque lo que hemos visto mola mazo. Desde ahí y, sugerido por Alfredo, nos salimos del track original y nos hacemos una bajada que, por sí sola, justifica todas las subidas que nos hemos comido. Oír a Juan derraparte en la nuca y pensar que lo vas a tener subido a la chepa al próximo frenazo no tiene precio.

Desde ahí iniciamos los dos kilómetros vallas por el canal de Isabel II desde el Pontón de la Oliva hasta Patones y me tocas los cojones. Perdón, no he resistido toda la crónica sin soltarlo

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Tres Cantos para Currantes

Ruta realizada el Sábado 19/10/2019

Dificultad Física
Dificultad Técnica
45 km
882 m
20 Km Distancia Madrid
3h39'
2h55'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Juan, Miki, Rufi

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Descarga ruta: Tres-Cantos-para-Currantes.gpx

Empieza el día con una pinta rarita. No sabemos si nos caerá agua o nos libraremos. Juan insiste, repetidamente, en que, a partir de las 12:00 nos mojaremos. Ya veremos.

Los jubilatas se han ido rajando progresivamente y solo quedamos los 29″ currantes para dar pedales esta mañana. Como se nota que los «subvencionados» se van de excursión este martes a la Sierra de Gata.

Empezamos bajando, por variar, hasta el cauce del arroyo seco. La bajada, que antes era muy divertida, hay que tomársela con calma porque tiene unas grietas que como se te meta ahí la rueda delantera la ruta nos iba a durar poco.

Desde el arroyo, subida tendida y bajada divertida que nos va acercando al puente de la Marmota. La trialera de bajada sigue siendo muy divertida y con las 29″ uno va más confiado, tanto que mi primo Juan casi sale por las orejas en un badén.

En el puente de la Marmota un pobre desgraciado había dado un llantazo y estaba en las suelas. Miki, más conocido por «el alma cándida», le regaló su cartucho de aire, cuando aquello no se hinchaba ni con un camión de butano.

La trialera de subida desde el puente es divertidísima, aunque exigente. Juan demuestra que sigue siendo el rey del 1:1 (aunque ya solo tenga un plato) y lo hace sin poner «ni un pinrel». Tras este tramo nos comemos el odioso «sube y baja» y las rectas interminables. Por cierto, a todo esto, se nos han hecho las 12:00 y no ha llovido. ¡Juan, pide que te devuelvan el dinero!

A mi ya me van sobrando algunos kilómetros pero, por fin, llegamos al puente medieval de Colmenar, que, por cierto, se llama Puente del Batán. Estaba más petado que la vía Laietana en día de jornada independentista. Nos hacemos las fotos que acompañan esta redacción y enfilamos hacia Colmenar por la trialera de la izquierda. No nos metemos por el cauce del río porque ya andamos justitos de fuerza y no queremos tentar a la suerte y que, finalmente, llueva (yo acabo de lavar el coche y me jodería un huevo que se me ensuacise)

La trialera es muy divertida y se patea menos que por la otra alternativa. Nos adelantan tres «asistidas» que nos hace pensar si hemos acertado al cambiar a las 29″ o deberíamos haber dado el siguiente paso.

Una vez en Colmenar no nos liamos más y tiramos para enganchar el carril bici que nos lleva hasta Tres Cantos. Como somos unos «quemaos», en lugar de ir placidamente, comentando la jornada, vamos como si hubiérmos robado algo y nos vinieran persiguiendo. En fin, como dice aquel «si es que no escarmentamos».

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