Venturada-Cabanillas-Cabrera-Redueña

Ruta realizada el Jueves 03/12/2020

Dificultad Física
Dificultad Técnica
33.5 km
568 m
43 Km Distancia Madrid
3h31'
2h43'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Pepe, Mario

Domingo

Mas detalle ruta

2 km
Temperatura media: 8.9
Descarga ruta: Venturada-Cabanillas-Cabrera-Reduena-20201203.gpx
Reproductor audio crónica:

Como el fin de semana anterior nos habíamos metido una ruta de trialeritas fina-fina, este jueves pensamos en hacer una cosa más tranquilita y disfrutona. Y buscando me encontré por esta ruta diseñada por Nano Flojo (que siempre garantiza calidad independientemente de lo cañera que sea). Agradable, divertida, con un bonito paisaje, y no es muy técnica, aunque tiene sus trialeras y sus escalones para no defraudar a los más «echaos pa’lante«.

Aparcamos en Venturada, muy cerca del helipuerto, en la calle de las Viñas, donde hay mucho sitio (y mucho perro de esos que te ladran al oído, la madre que lo parió…). La ruta empieza ahí mismo y salimos en dirección a Cabanillas en un suave ascenso que hicimos rajando, como es habitual y propio de nuestra naturaleza.

A pesar del frio que hacía Pepe iba calentito. Fue ahí cuando nos contó sus cuitas con los hombres de negro de Orbea en relación a su cuadro averiado. Estaba cabreado y decepcionado a partes iguales por el comportamiento cicatero y rastrero que estos señores estaban demostrando. Estuvimos viendo entre todos las diferentes posibilidades para conseguir envainársela a estos individuos. A ver si de este día surge una solución y vemos a Pepe pronto con su bici nueva y flamante. En cualquier caso, creo que le sirvió para desahogarse y sentirse mejor.

Estarán en peligro de extinción pero yo veo de estos por todos lados…

Pronto llegamos a Cabanillas por un camino que hemos hecho multitud de veces, pero dejamos el pueblo, sin meternos, en dirección norte.

Entre dehesas, vistas de la sierra, pastos y pistas se iba pasando la mañana. A pesar de que la primera mitad es subida, era tan tendida y entretenida que ni te enterabas.

En la zona de la Cabrera nos encontramos algunos alguna trialera, con sus canchales y todo. Esta ruta tenía de todo, como en botica.

Pepe dándolo todo.
En algunas zonas, había tantas pistas que había que andarse con ojo.

Poniendo a parir la rejas de este chalet-fortaleza. No nos gustó que estuviesen ancladas con tornillos. Estabamos en modo «jubilatas-criticones de obras»…

En la zona del camino de los Valgallegos, por la cresta del monte de Redueña, tuvimos a nuestra disposición un paisaje espectacular, con vistas hacia el Atazar y a los Collados Altos. Este camino te lleva de cabeza al sifón de San Vicente. Y ahí todos tuvimos que bajarnos durante unos 200 m. Si, todos, hasta Alfredo (¡¡¡nenaza!!!).

Con esta bajadita salimos del monte de Redueña por una pista que pasa por el pueblo del mismo nombre.

Ya quedaba poco para llegar, apenas una subida suave y llegamos al helipuerto donde comienza en track.

En el parque que lo rodea, hay una cartel con una propuesta la mar de interesante. Por supuesto, el próximo jueves nos vamos a hacer los 210 km con los 5000 y pico metros de desnivel.

No pudimos comer en Venturada así que nos dirigimos a Cabanillas, al restaurante donde siempre vamos, El Rincón de Cabanillas. Y tuvimos suerte, había sitio por los pelos. Y como siempre, un día estupendo, con frio y sol, amigos y calor. Una jornada para repetir.

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Montejo de la sierra-Hiruela

Ruta realizada el Jueves 12/11/2020

Dificultad Física
Dificultad Técnica
29.6 km
853 m
73 Km Distancia Madrid
4h40'
3h37'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Alfredo, Domingo, Pepe

Domingo

Mas detalle ruta

1 km
Temperatura media: 14.6
Descarga ruta: Montejo-de-la-sierra-Hiruela-20201112.gpx
Reproductor audio crónica:

Después de la salida del Castañar del Tiemblo íbamos buscando de nuevo encontrarnos cara a cara con el otoño y ya lo creo que lo conseguimos. Teníamos mono de bosque, arroyos, hojas y musgo y lo hemos tenido a raudales. Esta ruta es preciosa y en esta época hasta abruma. Muy recomendable.

El track lo saqué de Wikiloc (https://es.wikiloc.com/rutas-mountain-bike/montejo-de-la-sierra-la-hiruela-senda-del-molino-15548060) después de buscar mucho porque es fácil caer en rutas similares pero con elevada dificultad (cuestones, taludes, barro, cruce de rios,…) y tampoco es cuestión de estar empujando la mitad del tiempo y pasar penalidades.

Aparcamos a las afueras del pueblo, porque Montejo tiene este tema pero que muy complicado. Hay 2 zonas que permiten dejar el coche sin problema.

Empezamos a la hora prevista. Hacía frío y Pepe iba forrado. Pronto se dio cuenta del error. La ruta nos recibía con los brazos abiertos y un repechón 1:1 style, seguido por un bonito paso de barro con heces de vaca que fue una constante de todo el trayecto. Agradezco a nuestras amigas las vacas este bonito detalle que nos dejó las bicis hechas un cromo.

Pronto llegó la primera parada en plan turistón. Había que coger el resuello y quitarse ropa.

Alfredo enternecido por la maternal escena del choto metiéndole a su madre unos viajes en las ubres de no te menes. No interrumpimos el sublime momento y dimos un rodeo, un poco acojonados, todo hay que decirlo.

Seguimos subiendo alegremente por la dehesa Boyal por prados llenos de vacas y de agua. En Prado Sancho doblamos a la derecha para coger un momento la M-139 y llegar al puerto Cardoso, donde nos encontramos una zona de parking con un nutrido grupo de excursionistas que, afortunadamente, se dirigían a otro sitio. Entramos de lleno en una subida contínua a través de un bosque cerrado.

Cada vez nos gustaba más el lugar. Estábamos exultantes (a pesar de la subida, que no cesaba, ¡ay!). Y hasta salió el sol.

En toda esta zona son frecuentes los miradores desde donde se ve el valle que riega el Jarama. Y claro, nosotros nos parábamos a mirar, que para eso están.

Bonito modelo que puerta de acceso que no permite entrar ni a bicicletas ni a gordos. Me gustaría conocer al que la diseñó. Por supuesto, esto no fue freno para nuestro natural ansia descubridora y lo burlamos con grácil donosura. Hasta 5 de estas putas puertas nos encontramos...

Abajo nos esperaba el pueblo de La Hiruela que en su día fue un típico pueblo de la sierra pobre de Madrid.

Hoy es un auténtico centro de turistones y que los fines de semana debe estar bonito, bonito. Un paseo por sus calles nos confirmó que se trataba de un «Pedraza-pueblo» (definición personal con la que me refiero a aquellos pueblos que van de «auténticos» y han sido remodelados por personal especializado de Walt Disney).

Alfredo en misa de 12.

Salimos del pueblo en dirección a una senda que forma parte de un recorrido muy popular de la zona, perfectamente señalizado y mantenido.

La bajada por esta senda está jalonada de escalones de madera que hacen difícil el bajar con la bicicleta. Muy desaconsejable intentarlo, la verdad. Hubo que retener a Alfredo que ya se lo había planteado como un reto. El verdín de Juanlu, las piedras húmedas y sueltas, las raíces y las hojas mojadas, todo ello sazonado con excursionistas/jubilados hacía de que esta gesta fuese extremadamente imprudente. Así que arreamos con nuestras bicis para salir por una de esas puertas que tanto me han gustado.

Al final de la senda hay un rincón idílico a orillas del Jarama donde se encuentra un molino y un montón de jubilados.

Al salir de esta preciosa zona nos enfrentamos de nuevo a una de esas estupendas puertas y a un cuestón que nos lleva directos a la carretera M137 en dirección al puerto de la Hiruela. Hay la opción de ir a orillas del río. Es un camino precioso que transcurre por el bosque pero más adelante, según pude comprobar al mirar fotos de las descripciones de otros aguerridos ciclistas, se convierte en algo parecido a la jungla de Birmania. Así que, prudentemente, empezamos a subir la carretera por una pendiente continua y cansina. El puerto se nos hizo largo y penoso pero finalmente llegamos. Y nos quedaba lo mejor del track.

Empezamos a media ladera pero pronto nos adentramos en una zona boscosa que no hacía más que provocar en nosotros un continuo deseo de decir: ¡Qué bonito! ¡Qué pasada! Parecíamos niñas pijas…

En muchos lugares el sendero se perdía (km 19 de la ruta) y había que estar muy pendientes del track, de que no se te metiera una rama en la transmisión, de los tocones que había por todas partes y de los hoyos ocultos por la vegetación. Se ve que no está muy transitado y las hojas no ayudaban precisamente.

Pepe ya ve el final con cara de satisfacción mientras Alfredo ya huele la comida.
¡A comer! Pepe se viste para la ocasión con su mejor esquijama

Comimos estupendamente en el Mesón el Hayedo. Como se puede apreciar, Alfredo vibraba de satisfacción (por eso sale en la foto desenfocado). Con un café y un chupito acabamos de rematar un estupendo día, disfrutando de lo lindo de una ruta espectacular. Le voy a pedir a Alfredo que meta notificaciones a las rutas para que nos avisen de que hay que hacerlas de nuevo. Ésta, desde luego, debería ser obligatoria todos los Octubres/Noviembres.

PD: A Pepe le hubiera gustado asomarse al Hayedo pero Alfredo tenía prisa y yo tenía que quitar el barro-mierda de la bici antes de volver a Madrid. Para la próxima.

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El Tiemblo – Castañar con despeñadero

Ruta realizada el Jueves 29/10/2020

Dificultad Física
Dificultad Técnica
36.3 km
935 m
67 Km Distancia Madrid
5h20'
3h30'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Pepe

Domingo

Mas detalle ruta

2 km
Temperatura media: 13.5
Descarga ruta: El-Tiemblo-20201029.gpx
Reproductor audio crónica:

Salimos de Madrid con el cielo nublado y una sensación de estar escapando, en plan «la Fuga de Logan». La información confusa del tema de la pandemia no ponía fácil saber si estábamos en una situación legal o éramos de lo peor. Pensabamos que el tráfico no nos lo iba a poner fácil pero resultó más sencillo de lo previsto llegar hasta el hotel Toros de Guisando, donde ya hemos quedado otras veces.

Nada más ver a Pepe le felicitamos efusivamente por su onomástica, tan sólo para descubrir que en nuestra web (a la que seguimos a fuego) estaba la fecha adelantada un día. Poco después llegó Alfredo con cara de haber pasado una mala noche. Problemas de estómago. Se está haciendo mayor. Tenía la esperanza de que ese día disminuyera su fogosidad pero fue en vano…

Esta ruta la he definido como difícil por lo que nos pasó en el km. 28, pero en realidad, la mayoría es por pistas con más o menos inclinación pero asequibles. Que sirva esto para que las futuras generaciones de ciclistas no cometan nuestro error. Con eso doy por buena esta experiencia, globera donde las haya. Y aquí me quedo, no voy a adelantar acontecimientos.

Empezamos rezongones la subida hacia el Castañar (es lo que tiene saber la subida que te espera), abrigados como para ir al frente ruso. En cuanto enfrentamos la primeras cuestas (o sea, enseguida) hubo que aligerarse de ropa. Tampoco llevábamos la rutas muy claras. Yo directamente me equivoqué de track y Félix creía que el que llevaba nos conducía a otro sitio. Pero daba igual. El sitio era precioso.

Durante la primera parte del recorrido vimos a gente recogiendo níscalos, con sus cestas bien llenas. Me pasó por la cabeza un atisbo de remordimiento por dedicarnos a esto de desafiar a la gravedad, en vez de ir recogiendo tranquilamente los frutos del bosque pero ibamos a lo que ibamos, charlando para olvidar la pendiente. Pepe estaba encantado con su nueva adquisición, una Maxxis High Roller y estaba como niño con cubierta nueva. Además le había metido un repaso a la bici que lo situaba cerca del título de «mecánico del año». Debo reconocer que, entre unas cosas y otras, nos plantamos en el Castañar casi sin darme cuenta (bueno, quizás esté exagerando un poco…).

Aquí más vale una imagen que mil palabras. Llegamos en el momento justo. El bosque estaba en su punto.

Y el platanito que no falte. Estrenando el nuevo gadget de Félix, su palo/trípode, con Pepe mostrando su nueva estética «La chaqueta metálica».
Eran momentos deliciosos, antes de cagarla…
Félix ajeno a lo que se nos venía encima.
Directo al desastre
Justo antes de la «iluminación de Pepe»

La foto superior la tomó Félix en el km. 28 de la ruta, kilómetro fatídico. Si estuviese escribiendo la Ilíada, pondría que un dios cabroncete decidió en ese mismo momento alumbrar la mente de Pepe con una «brillante» idea para complicar la vida a los mortales. Pero esto no es la Ilíada. De repente Pepe, mirando el Orux de su móvil, propone tirar por un camino fuera de track, que sin duda, nos llevaría muchísimo más rectos a la carretera del Tiemblo. Nos extrañó mucho esta propuesta por la hostilidad manifiesta de Pepe a trialeras y caminos de mal asiento. Hubo tímidas propuestas de mirar desniveles, curvas, barrancos y demás mariconadas. Y nos hubiese bastado cargar el mapa on-line en el mismo Orux, pero decidimos arrostrar riesgos y asumir nuestro destino como en «Elegidos para la gloria» y los cuatro nos lanzamos hacia lo desconocido.

La cosa empezó bien pero, poco a poco, las jaras se iban cerrando más y más. Por otra parte la inclinación iba en aumento y cuando llevábamos más de un kilómetro la cosa ya no tenía vuelta a atrás (y con muchas dudas hacia delante…).

Alfredo empieza a no ver la cosa clara. Ya no le está gustando…
Definitivamente Alfredo ha dejado de disfrutar.

Cuando ya no hacíamos más que tragarnos jaras, la pendiente aumentó y el camino se convirtió en una zanja. Jurando en arameo, a pie y con la bici en vilo, bajamos por esa especie de torrentera a dura penas.

Perfil de la «tontaa gorda» en violeta. Disfrutando de 200 m. de desnivel. La flecha roja indica por donde estaba la salvación.

Pepe, en un momento dado, enganchó en alguna rama la sujección de su rueda trasera que se soltó. Al intentar controlar la bici, tocó el freno que, por supuesto, se pinzó. En mitad del barranco tuvo que arreglar el desaguisado. Pero no todo iban a ser desgracias. La suerte le recompensó con unos bonitos cuernos.

El cuerno de Pepe con el que podrá realizar un montón de manualidades y pretecnología.

Pero todo tiene su fin y conseguimos llegar sanos y salvos a orillas del embalse del Burguillo, aunque hechos unos zorros, rozados por las jaras y llenos de barro.

Pepe decidió ir por carretera al Tiemblo después de que Félix se diera cuenta que se iba a clavar el cuerno en la nuca, triste fin para nuestro querido amigo. Nosotros tres tiramos por una trialera rápida y muy divertida que nos llevó en un tris tras al pueblo.

Llegando por fin, en la presa del embalse del Charco del Cura

Cuando llegamos al Tiemblo, Pepe nos estaba esperando en casa Mariano. No llegamos para el menú (lo cierran a las tres; no llegamos por 5 minutos). Comimos razonablemente bien. No conseguí tentar a Alfredo con los postres, lo que demuestra que autocontrol considerable. Dos cafetitos y un licor dieron por finalizado un día espléndido, en un paraje espectacular y con la mejor compañía del mundo.

¡¡¡Y muchas felicidades para Pepe en el trigésimo día de octavo mes de la pandemia!!!

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Despeñaperros: Cascada de la Cimbarra

Ruta realizada el Lunes 05/10/2020

Dificultad Física
Dificultad Técnica
7.1 km
41 m
225 Km Distancia Madrid
2h23'
1h41'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Pepe

Domingo

Mas detalle ruta

500 m
Temperatura media: 28.2
Descarga ruta: Senderismo-Aldeaquemada-Cascada-la-Cimbarra-.gpx
Reproductor audio crónica:

Nada más salir del Mirador del Jardín de Despeñaperros (Castañar de Valdeazores), nos detuvimos en el mirador de Despeñaperros, donde tuvimos otra sesión de fotos, con buitres incorporados.

La carretera a Aldeaquemada es de las de antes, estrechita, curva va curva viene. Vamos, que nos tiramos un rato ascendiendo a un pinar inabarcable, para luego bajarlo. En mitad de curveteo, nos encontramos un ciervo que se quedó mirándonos, extrañado de ver a alguien por allí.

**** ATENCIÓN no existe el video VID_20201005_133513.mp4 en el álbum de Google de la crónica

En Aldeaquemada entramos a saco, ya con ganas de comer. Metimos el coche en la plaza, solo para comprobar que no tenía salida. Al dar marcha atrás, el hondita se dio un golpe en los bajos con un escalón. Todos los del pueblo miraban y en un momento nos hicimos famosos. Salimos de la puñetera plaza, aparcamos y volvimos, dispuestos a comer, en línea y en cámara lenta, como en «Elegidos para la gloria».

Putos escalones…


Al dueño de «La Cruz» le jorobamos el lunes. Pensaba que no iba a tener clientes y le llegan 4 gansos de Madrid de repente. De primero unas alubias y los segundos diversos y más flojitos, en especial los boquerones a la andaluza de Félix, que parecían de otra comunidad. Después de unos cafés emprendimos rumbo al nuestro último objetivo.
Por si quieres culturizarte
Para todavía más detalle y dártelas de geólogo.

El camino muy normalito. En 45 minutos llegas a la cascada. Todo muy bien señalizado. El paisaje cambia radicalmente y, desde luego, no te esperas que haya ese cortado.

A la vuelta no vimos ni ciervos, ni jabalíes ni a nadie. Llegamos a Santa Elena y Alfredo nos dejó porque prefería jugar al golf y a las obras.

Pensamos en irnos a la Carolina pero finalmente nos quedamos en el pueblo, dando un paseito por su casco antiguo con monumentos (tiene sus cositas muy realzadas) iluminados por luces de colores, al más puro estilo «local de carretera». Además esto permitió a Pepe meterse entre pecho y espalda un purito, que ya tenía ganas.

Decidimos cenar algo ligero en el otro sitio que había en el pueblo, aparte del hotel. Por supuesto, no lo conseguimos y nos pusimos ciegos. Después de un licor, nos retiramos a nuestras habitaciones de alto standing dispuestos a pedalear nuestro último día en Despeñaperros.

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Despeñaperros: Castañar de Valdeazores

Ruta realizada el Lunes 05/10/2020

Dificultad Física
Dificultad Técnica
6.9 km
301 m
225 Km Distancia Madrid
2h14'
1h53'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Pepe

Domingo

Mas detalle ruta

300 m
Temperatura media: 22.1
Descarga ruta: Senderismo-Barranco-de-Valdeazores-por-sendero-y-pista.gpx
Reproductor audio crónica:

Está claro que hacer turismo un lunes es un lujo. Lo notamos desde el primer momento. En el hotel no había nadie. Mejores habitaciones, un camarero para cada unos, en fin, solo se podía mejorar algún aspecto sexual, pero eso no un tema para abordar en una crónica como ésta.

Después de los dos julepes del sábado y del domingo decidimos sabiamente hacer una de turismo-senderismo, (turismo a secas parece que no sabemos hacerlo). Así que tirando de los rutas que había buscado Pepe decidimos dirigirnos hacia el Castañar de Valdeazores, a los pies de los Órganos.

Salimos del hotel por la antigua N-IV que el día anterior habíamos empleado para volver. Constatamos que la subida era tan cansina como nos había parecido, comprobando que en coche se va muchisimo mejor. En 10 minutos llegamos al Mirador del Jardín de Despeñaperros donde aparcamos.

Como observamos en las rutas en bici, vimos que estos bosques tienen una variedad enorme de árboles, desde madroños a arizónicas, pasando por diversos tipos de pinos, robles, alcornoques y encinas.

Pepe acabando de resolver el problema de agua del castañar

Había algunos castaños incluso mayores que nosotros

Al final, después de una subidita bastante larga, llegamos a una zona que era una vieja conocida nuestra (el día anterior habíamos estado por allí dando pedales).

La ruta volvía por una amplia pista por donde nos dejamos caer charlando, que tampoco hay que estar buscando siempre las vueltas…

Después de los riesgos y esfuerzos de tamaña hazaña, dimos gracias a una virgen que había por allí, de las cientos que andan por todos lados.

Había que descansar y nos metimos de rondón en el Mirador del Jardín de Despeñaperros, que para eso lo teníamos a mano.

Los lunes al sol

Alfredo sacó el dron porque era un sitio ideal para volarlo (no en vano se llama el mirador…)

Entre unas cosas y otras, allí tomando el sol, se nos acercaba la hora de comer. Así que salimos en dirección a Aldeaquemada, donde nos esperaba la segunda parte de la ruta, la cascada de la Cimbarra.

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El Vellon-La Cabrera

Ruta realizada el Jueves 01/10/2020

Dificultad Física
Dificultad Técnica
40.9 km
633 m
40 Km Distancia Madrid
3h46'
3h14'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Pepe, Santiago

Domingo

Mas detalle ruta

2 km
Descarga ruta: El-Vellon-2020-10-01.gpx
Reproductor audio crónica:

Empezamos esta ruta entre los rumores de confinamiento y el lamentable espectáculo ofrecido por nuestros ilustres políticos. Mal entorno, sin duda. Menos mal que somos animados y pasamos de estas historias que si no… Lo bueno del día es que Alfredo volvía de las colonias y el sobrino de Pepe nos regaló con su presencia. Una estrella este Santi, que hizo su llegada triunfal con su 2 CV y vestido elegantemente para la ocasión, con su malla y calcetines conjuntados, dandonos en los morros con su gravel.

El día se mostraba espectacular, el último del veranillo de San Miguel. Un poco de fresco al principio que fue remitiendo a lo largo del día. La ruta propuesta por Pepe está formada tramos que ya hemos hecho repartidos en varias rutas, pero nunca juntos. Después de recorrerla está claro que no es la indicada para momentos lluviosos porque en muchos tramos se pueden formar unos barrizales que, sin duda, darán al traste con la excursión. Pepe le vendió la moto a Alfredo de que se trataba de track repleto de trialeras y senderos rápidos, con lo que éste estaba más contento que unos castañuelas.

Aunque la ruta original sale de Pedrezuela, Pepe, con buen criterio, pensó que no aportaba nada, y nos convocó en el Vellón, pasándonos el punto de encuentro en coordenadas en formato decimal (como en las pelis americanas de guerra), lo que creo confusión entre algunos.

Nada más salir del pueblo enfilamos un sendero en dirección a Cotos de Monterrey. Senderos y bajadas rápidas por un paisaje de monte bajo. Codornices para parar un tren en un terreno de monte bajo, con cultivos preparados para recibir el invierno.

Somos unos culturetas, no lo podemos evitar. Es ver una iglesia y ya nos estamos haciendo fotos con ella.
Santi luciendo un conjunto a juego en lycra italiana gravel style presentado en Milano hace pocas semanas. Siempre marcando estilo y tendencia.

Continuamos nuestra ruta por una zona bastante rápida, con algún repecho, hasta llegar a la N230. Ahí la cosa cambió, para empezar a encadenar subida tras subida. A ver, no todo va a ser …

Dos generaciones

Entramos en Redueña, donde habíamos estado no hacía mucho, y seguimos subiendo por carretera hasta una zona llamada el Portachuelo donde entramos de nuevo en pista, camino de la Cabrera. En la cercanía de los Riscales, otra batería de rapas y rampones. Ya lo avisaba el nombre.

En la Rabusera, una zona de explotación, las cosas vuelven a su cauce. Zona llanita llena de ganado bravo. Ahí nos tomamos el platanito y seguimos, ya la cosa mucho más plana. Alfredo reclama sus trialeras y Pepe se aleja silbando.

Yo pensaba que estos tractores con pinchos solo existían en las películas de miedo.
Pepe no se lo esperaba… Muerte natural, decían. No sé yo.

Como siempre, cuando uno enfila el final de etapa, le empiezan a sobrar kilómetros y cuestas. Pensabamos que ya todo iba a ser llano hasta el Vellón, pero no, claro.

En el pueblo buscamos un local ajustado a nuestro nivel. Fue arduo elegir entre la amplia oferta que presentaba el Vellón. Pepe, exasperado, hasta rompió un cenicero. Después de controlarle para que la cosa no fuese a más(quería que comiésemos en una panadería…) nos decidimos por uno en la plaza del pueblo. Un acierto, con una camarera de la costa oeste de Ecuador de lo más simpática, que encajaba los vaciles de Pepe con alegría.

Allí planificamos nuestra salida a Despeñaperros para el viernes. Las noticias del confinamiento aconsejaban escapar lo antes posible de Madrid, adelantando la salida. Pepe realizó una brillante negociación con el alojamiento y comimos tranquilamente, con todo ya arreglado.

Después de la comida, los jubilatas recibimos una master class de mecánica impartida por Santi, que ajustó sucesivamente los radios de Alfredo, mi suspensión trasera y diagnosticó también la de Félix. Y la tarde, ya en Madrid, la dedicó a la Merida de su tío. La leche este Santi. Un MAQUINA con mayúsculas.

Como siempre, un día genial, sobre todo por el contraste con todo lo que nos rodeaba.

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Tres Cantos-Cascada del Hervidero-S. Agustín de Guadalix

Ruta realizada el Martes 15/09/2020

Dificultad Física
Dificultad Técnica
42.8 km
498 m
20 Km Distancia Madrid
4h15'
3h32'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Domingo, Pepe

Pepe

Mas detalle ruta

2 km
Descarga ruta: Tres-Cantos-Cascada2020-09-15.gpx
Reproductor audio crónica:

Cuando elegí esta ruta, me llamó la atención lo de la Cascada del Hervidero. Era una zona por la que habíamos rodado frecuentemente y no esperaba sorpresas. Como decían en el Wikiloc (https://es.wikiloc.com/rutas-mountain-bike/tres-cantos-cascada-del-hervidero-s-agustin-de-guadalix-tres-cantos-9075626) es ideal para invierno por el tipo de terreno que drena bien y donde no hay apenas arcilla.

La noche anterior había caído una buena tormenta y se notaba en los grandes charcos que había por todos lados. El día era perfecto para darte una buena vuelta por estos páramos, aunque Pepe y yo pronto empezamos a notar que «el terreno nos llamaba». En cuanto pasamos la depuradora del Bodonal y empezamos a subir la primera cuesta importante con el Soto de Viñuelas a la izquierda, por lo que llaman el camino del Soto, nos dimos cuenta que, o la gravedad terrestre había aumentado, o que estabamos en fatal forma física, o, definitivamente, la arena mojada es un cabronada. Optamos por la tercera por parecernos la más plausible y la que mejor nos dejaba como ciclistas.

Pepe había cambiado la cadena y en las subidas llevábamos un acompañamiento musical de derrape de piñones y cadena en do mayor que nos amenizó la ruta a la largo de todo el trazado. Pepe mostraba dudas sobre la honestidad del vendedor que le había dado una de 3×8 asegurando que eran la mismas que las de 3×9. Y así nos entreteníamos, hablando de estas cosas sin tener ni puta idea, mientras los kilómetros iban cayendo por lugares que nos sonaban de otras veces, sobre todo los repechos, que eran más frecuentes de lo que deseábamos.

A pesar de que el camino era de cabras, pasaban más coches de lo que hubiese sido deseable. Comprendimos el motivo cuando llegamos a una especie de urbanización en mitad de la nada, la Finca el Rondelo, donde nos dimos una vuelta, más que nada por cotillear.

Ibamos a asaltar el camión, cuando apareció el conductor… Por lo menos nos hizo la foto.
Momento platanito

Finalmente llegamos al desvío que nos llevaba a las cascadas del Hervidero. Había que salirse del camino para tomar una pista que nos recordaba a otro azur que recorremos frecuentemente. Nos costó encontrar una bajada al río por una escalera de piedra. Y la verdad, es que nos llevamos una sorpresa. Un paraje singular, sin duda. Además con ninfas y todo (bueno, también había un ninfo, pero mi atención selectiva lo eliminó)

Pepe en pleno trance místico.
A mi me dió por hacer macarradas

Después de tan agradable sorpresa, volvimos a nuestra ruta que se fue cerrando hacía el río Guadalix, entrando en otra zona preciosa, con una pista muy divertida.

Por desgracia, después de esto, te metes de lleno de San Agustín de Guadalix, atravesándolo de cabo a rabo. Finalmente, volvimos a salir a la estepa, subiendo y bajando, como es menester. Llegando otra vez cerca de la urbanización fantasma decidimos modificar la ruta para no volver a pasar por el mismo sitio, tomando una vía alternativa a la izquierda. Esto generalmente, suele acabar en desastre, pero esta vez dimos en el clavo.

Como siempre, en la etapa final ya te sobran kilómetros. Aceleramos y entramos en Tres Cantos del tirón. Metimos las bicis en el coche y nos fuimos a comer a un sitio que conocía Pepe de su etapa bankintera. En un restaurante que se llama la Churrasquita la comida tenía que ser eminentemente carnívora, claro. Y la tertulia, larga, como debe ser. Pepe estaba lanzado a cambiarle todo a la Mérida de su hijo. Y esa misma tarde se pilló un extractor. Eso es eficacia.

Otro día divertido y muy agradable. El descubrimiento de la cascadita nos dejó buen sabor de boca.

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Tomillar-Abantos-Carretera Peguerinos-2020-09-06

Ruta realizada el Domingo 06/09/2020

Dificultad Física
Dificultad Técnica
33.8 km
956 m
41 Km Distancia Madrid
3h59'
3h02'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Domingo, Miki, Pepe, Rufi

Miki

Mas detalle ruta

1 km
Descarga ruta: Tomillar-Abantos-Carretera-Peguerinos-2020-09-06.gpx
Reproductor audio crónica:

Todo empezó con un mensaje de Fernando: «Os he mandado por correo una ruta que es un clásico de El Escorial. No muy larga y no mucho desnivel. Ya me decís«. Tal como lo decía, por una parte daba la impresión que ya Heródoto había hablado de esta ruta en sus famosos Los nueve libros de la historia, y por otra, que iba a ser una cosa de coser y cantar. Esta impresión la reforzó el acusado, digo Fernando, con un «a las 12:30 estamos en casa» que dijo nada más vernos.

Pero no adelantemos acontecimientos. A las 9 estaba con Pepe y Miki esperando a que Fernando aclarase sus entuertos en la gasolinera que hay cerca del camping del Escorial por unos problemillas con su tarjeta. Esto nos tenía que haber puesto sobre aviso pero somos de natural confiados y buena gente.

Finalmente conseguimos arrancar, subiendo desde el Tomillar por la carretera que lleva al Arboreto. Fernando insistió en las bondades de esta «clásica ruta» pero el desnivel nada más empezar creaba reticencias. Para suavizar la cuestión ofrecí dos alternativas para subir: tirar directamente para arriba por las revueltas que llevan a la Penosilla o seguir por la carretera, que es la ruta más tendida. Hizo gracia lo de tendida (debieron pensar que era una ironía), así que esta ruta quedará para los anales como la ruta clásica y tendida. Por supuesto, tiramos por la más tendida, que Abantos siempre infunde respeto.

Siempre subiendo, llegamos al primer mirador, justo al lado de la barrera y allí nos hicimos la primera foto. Miki todavía sonreía y Pepe iba mohíno y calladito.

El saber que, después de la Penosilla, nos quedaba 2/3 de la subida no anima pero seguimos a lo nuestro. Había muchas bicicletas y bastante gente andando. Esta ruta, de lo clásica y tendida que es, se está convirtiendo en una romería.

Justo antes de la salida al albergue de Los Llanillos se encuentra una curva con dos ejemplares de secuoyas. Éste es el principio de la subida de verdad. Un kilómetro después empiezan los rampones y hay que resignarse a poner el 1:3, el 1:2 o, puff, el 1:1. Fernando, demostrando una forma física envidiable, se perdió entre las curvas consiguiendo evitar que una criança lo adelantara (por más que lo intentó el chaval, pobriño), mientras que nuestro pelotón se estiraba y se estiraba…

En el Malagón nos reagrupamos e hicimos la parada platanera de rigor.

Después de un breve descanso, seguimos subiendo, claro, hacía Abantos. El canchal de entrada al último tramo hacia la cumbre estaba lleno de ciclistas. Nos dio pereza y decidimos acercamos al mirador que hay pasada la Fuente del Cervunal, en dirección al puesto de forestales. Desde allí , despuéss de disfrutar de la vista, optamos por ir por una pequeña pista directos a Abantos, con dos narices. Los últimos 100 metros tuvimos que empujar como unos campeones porque era muy empinado y el terreno tampoco estaba para hacer grandes virguerías.

Allí estaba todo el mundo, pero a pesar de la gente, no hay duda de que es un sitio magnifico.

Crucifijo con culo garbancero. Foto dedicada especialmente a Alfredo

Arrepentimiento después de tan soez pose

Salimos de allí por un pequeño sendero. Aquí empezaba la zona que desconocía totalmente y que nos llevaba hacia el refugio de la Naranjera, siguiendo la valla que rodea el Valle de los Caídos, delimitando Cuelgamuros. El terreno se complicaba con piedras, tierra y arena, con un continuo sube y baja.

**** ATENCIÓN no existe el video IMG_5999.MOV en el álbum de Google de la crónica

Algunas bajadas fueron de narices pero se pudieron hacer más o menos, pero finalmente, a la salida del refugio, tuvimos que poner pie a tierra durante una centena de metros. Pronto alcanzamos un sendero precioso por el bosque que nos llevó hasta la carretera que conduce a Peguerinos. Desde allí, el Malagón estaba a tiro de piedra.

La bajada fue rápida. La hicimos por la carretera porque la trialera que indica el track está muy frecuentada los fines de semana y, además, los forestales están muy activos últimamente. En menos de 20 minutos estabamos tomando una cerveza en la Tomillar.

Otro día genial, sin mucho calor, en buena compañía y disfrutando de la naturaleza. ¡¡¡Vivan las rutas clásicas!!!

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Miraflores-Alto de la Genciana

Ruta realizada el Jueves 13/08/2020

Dificultad Física
Dificultad Técnica
41 km
1098 m
44 Km Distancia Madrid
5h19'
3h30'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Domingo, Félix, Pepe

Félix

Mas detalle ruta

2 km
Descarga ruta: 2020-08-13-Miraflores-Alto-de-la-Genciana.gpx
Reproductor audio crónica:

Después del tormentón caído el martes, nos dirigimos a Miraflores aprovechando la bonanza de las temperaturas. Tenía mono de ruta y amigos después de una semana de vacaciones. Como siempre en hora, empezamos la consabida ruta cuando empezaron los primeros problemas con la orbeita de Pepe. El pensó que era el buje de la rueda trasera, lo cual no auguraba nada bueno. Lo ajustó como buenamente pudo pero el problema continuaba, así que ya me imaginaba una mañana de cañas, cuando se nos ocurrió que igual eran simplemente los frenos. Eso era, así que mis fantasías volaron y emprendimos el ascenso.

Chino-chano que diría mi madre, fuimos ganando altura a través del monte de la Raya y los pinares de los Cuarteles y del Umbrión. Esta ruta es una vieja conocida aunque siempre se te olvida algún repecho que te pilla desprevenido.

La bici de Félix
Si, otra vez la bici de Félix

Y así nos fuimos acercando a la carretera. A este tramo por M-611 le tengo una especial manía, vete a saber porqué. Había mogollón de ciclistas de carretera que nos pegaban la consiguiente pasada, aunque nos lanzamos a la caza de dos que iban más suaves y que vete a saber de donde venían, sin alcanzarlos, por supuesto. Ya estábamos en la Morcuera

Aquí nos metimos nuestro platanito de rigor, viendo pasar a los rebaños de bicletas de carretera. Pronto empezamos a bajar, dejando el refugio a la izquierda, y el Raso de los Toros a la derecha (llenito de ellos, un nombre bien puesto, si señor). Nos cruzamos con un tandem en dirección contraria que más tarde nos encontraríamos en el alto de Canencia. Eso si que es afición.

La temperatura era agradable, un poco fresca quizá, pero sabiamos que venían unas cuestas que nos iban a poner a tono, así que empezamos a dirigirnos hacia el bosque que nos llevaba a Canencia.

Fue en el Collado del Hontanar donde Pepe se puso nostálgico y nos dijo con lágrimas en los ojos que quería ir a la Genciana, que la echaba de menos. Nosotros, personas sensibles donde las haya, no pudimos negarnos, a pesar del amenazante cuestón en formato cortafuegos que nos llevaba al dichoso cerro .

Pero después de este hubo otro. Y no fue el único. Pero valió la pena por ver a Pepe contento.

Pepe, henchido de gozo por ver su sueño cumplido

A la altura de Los Tres Mojones, nos pidió otro favor con voz trémula. «¿Podríamos ir al Pico Perdiguera?». Por supuesto, dijimos Félix y yo, que nobleza obliga. Sin dudarlo nos lanzamos a una desenfrenada subida por una sendero para coronar dicho pico.

La bici de Félix y Félix en segundo plano.
Félix y mi bici
Félix recortando silueta
Disfrutando de la Peña Perdiguera

La verdad es que hay que agradecer a Pepe que nos llevara a este lugar. Tenía unas vistas preciosas. Lo aprovechamos bien, estuvimos un buen rato disfrutando del espectacular paisaje y sobre todo, intentando bajar a Félix del hito…

Ahora teníamos que volver a retomar el camino que nos llevaba a Canencia. Nos encontramos las pistas bastante frecuentadas por paseantes accidentales. En cuanto hay una carretera cerca, ya se sabe.

La bajada desde Canencia fue rápida, desviándonos a la izquierda en el lugar que llaman La Cotilleja para meternos en un bosque de robles. Ahí tuvimos que intentar ir a más de 15 kms/h para evitar la puñetera mosca del roble, que nos comía vivos.

Con ritmo rápido, atravesamos la M610, bajando por las pistas habituales paralelas a la carretera, hasta que decidimos en Cabeza Rasa ir por la carretera para evitar la subida de la llegada a Miraflores. Probamos al opción de ir por pista, pero era necesario entrar en una finca que nos avisaba que «había un perro trabajando«. Optamos por ir por asfalto, aunque en un intento de atajar, nos chupamos dos cuestones en la odiada urbanización Las Encinas. En fin, nunca nos libramos…

En Miraflores estaba esperando nuestro restaurante de referencia, en el que nos tomamos los tres un pisto y una caldereta de ternera. Y como siempre bromeamos con la camarera sobre su moto y nos fuimos antes de que nos metiera una hostia, haciendo gala de un humor y gracejo encomiable, como siempre. Criatura.

Una gozada de día, como viene siendo habitual. Naturaleza, amigos y bici, ahí es na.

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Cercedilla-Fuenfría-Acebeda-Cruz-Gallega-Matabueyes-Fte-Reina

Ruta realizada el Miércoles 15/07/2020

Dificultad Física
Dificultad Técnica
46.9 km
1158 m
50 Km Distancia Madrid
5h42'
3h50'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Domingo, Félix, Juanlu, Pepe, Rufi

Félix

Mas detalle ruta

2 km
Descarga ruta: 2020-07-15-Cercedilla-Acebos-1.gpx
Reproductor audio crónica:

En esta época del año hay que aprovechar los días fresquitos y eso hicimos. Como siempre que intentamos ir al Bosque del Acebal, tenemos problemas. Hay una especie de maldición. En la anterior salida desde Valsaín no conseguimos llegar, y en esta ocasión, casi la liamos. Todo empezó en los mensajes en el grupo. Primero subí un track que comenzaba en Valsaín pero vi que había una alternativa en nuestra Rutateca que empezaba desde Cercedilla y lo comenté. Todos estuvimos de acuerdo en elegir la que comenzaba en Cercedilla. La mayoría pensó que era la misma ruta con otro comienzo y yo supuse que la descargarían de la Rutateca. Incluso Rufi estuvo a un tris de irse hacia Valsaín. Total, que empezamos la ruta con la mayoría llevando un track que no era. ¡Y nos dimos cuenta ya pasada la Fuenfría! También hubo confusión en el lugar de quedada que Pepe definió como «el parking enfrente de la Casa Hilario-Cirilo-Agapito«. La edad…

Bueno, puestos ya en camino y saliendo de las dehesas, nos enfrentamos al consabido subidón por la Carretera de La República y el pelotón (por llamarlo así) se estiró de lo lindo. Esta vez no paramos en el Mirador del Poeta ni en el de la Reina. Nos agrupamos en la Fuenfría y bajamos por la accidentada calzada romana en dirección a la Fuente de la Reina.

Para hacer esta foto hubo que echar a «otro» con Orbea

Dejamos a la derecha el Cerro de la Camorca y nos adentramos en Monte de Valsaín. Prácticamente solos, entre helechos y con bastante agua, montar por allí fue un auténtico lujazo.

Ya sabíamos que nos esperaba el consabido cuestón en zona pedregosa, donde nos dejamos el bofe. Encima, nada más empezar nos pasaron unos juveniles y una eléctrica (estoy enchufado, decía el gracioso…) sin mayores problemas. Y claro, arriba nos tomamos el platanito, aunque yo me habría metido un filete.

A partir de aquí vino la parte mejor de la ruta, el bosque en dirección a los acebos.

Caminando entre acebos…
Parece que les han echado cera, de lo que brillan.

Pronto empezamos a descender como posesos hasta llegar a una pista ancha. Allí estabamos tranquilamente consultando la ruta cuando apareció un todoterreno de los forestales y se metió por el camino por el que habíamos venido. No sabemos que habría pasado si nos lo hubiésemos encontrado de cara tan solo un minuto antes. Igual nos habían calzado un multón por circular fuera de pistas forestales.

Poco a poco fuimos saliendo a una zona más abierta hasta llegar a hasta la Cruz de la Gallega, donde empezamos a meternos de nuevo en el bosque, ya en dirección a la Fuente de la Reina.

Poco antes de perder a Juanlu.

Estuvimos esperando a Juanlu, que cogió otro camino a la Fuenfría (como he dicho al principio, aquí cada uno llevaba un track diferente; lo raro es que no acabasemos cada uno en un lado), pero finalmente nos dirigimos a la Fuente de la Reina donde nos esperaba el mallot rosa, Pepe.

Se haría 4 kms más, como un campeón. Es del Atleti.

Como Juanlu tardaba, Rufi se tuvo que ir solo. Tenía una conference call a las 4 p.m. en Madrid. Así que partió sin saber que se equivocaría en las Dehesas y se haría 4 kms. de más (2 de ellos en subida), que sientan muy bien después de la paliza que llevabamos.

Ya solo nos quedaba nuestra amiga la subida desde Fuente la Reina. Me encanta este tramo. Por eso lo hice a toda hostia, para que durara lo menos posible.

Lo bueno de esta ruta es que la última parte es todo bajada. Y no dejas de preguntarte como te has subido todo eso…

Para comer recurrimos a Casa Hilario-Cirilo-Agapito, como no. Una pena que no pudiera estar Rufi, pero la sorpresa nos la dio Miki que vino un rato a saludarnos desde Guadarrama.

Como siempre, un día de lujo y esplendor, si señor.

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