Ruidera Norte

Ruta realizada el Viernes 22/04/2022

Dificultad Física
Dificultad Técnica
48.9 km
584 m
175 Km Distancia Madrid
4h12'
3h14'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), sin trialeras, sin obstáculos, no adecuado para temperaturas altas, con muchas fincas privadas, zona de fotografía interesante

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Pepe, Gustavo

Mas detalle ruta

Temperatura media: 11.6
Descarga ruta: Ruidera-Ruta-Norte-20220422.gpx
Reproductor audio crónica:

Nuestro último día en Ruidera no tenía buenos presagios. El día anterior habíamos sacrificado una cabra y tenía las entrañas negras, con una anotación de la AEMET en su interior que indicaba que lo llevábamos claro.

La noche no hizo más que confirmar tan siniestro pronóstico y el sol salió de su escondite pasado por agua. Sin embargo, durante el desayuno la lluvia se detuvo. Está claro que somos caballeros de fortuna (como los del libro de Luis Landero).

Como siempre, con una puntualidad germánica, quizás pelín exagerada, estábamos a las 9 listos para comenzar nuestra última ruta por estas tierras.

Salimos del pueblo de nuevo por el Hundimiento, en dirección noroeste, hacia unas pequeñas lagunas (la Coladilla, Cueva Morenilla y del Cenagal).

El Hundimiento se refiere a una pared caída que provoca la cascada. En este pueblo son muy exagerados.

Desde el primer momento, en vista del cielo amenazante, le dimos cera a los pedales y comenzamos con un ritmo frenético, difícilmente soportable para cualquier otro mortal (si ya lo sé, parece que somos del universo Marvel, pero da dramatismo a la narración).

Gustavo fotografiado a alta velocidad en plena curva

El recorrido transcurría al principio muy cerca las lagunas, paralelos a un canal, que debido al día gris, no mostraban el precioso color azul que nos cautivó el día anterior. Pronto dejamos la lagunillas y nos topamos con el embalse de Peñarroya.

El camino era sencillo, entre encinares y siempre vigilantes por si podíamos sorprender a alguna grulla o garza. Vimos alguna águila sobrevolando los humedales. Íbamos distraídos en estas cosas cuando, de repente, el track giró 90 grados a la izquierda y nos comimos un bonito cuestón bastante largo. Bueno, quizás no fue para tanto, pero la falta de costumbre…

¡Como nos quedamos después de la subida. Se nos fue la color y tooo!

En lo alto de la cima nos encontramos un extenso páramo, lleno de encinares y fincas explotaciones de almendros, viñedos y algún olivar. El cielo amenazaba lluvia y escuchamos una explosión que supusimos que podría tratarse de un caza de la base de Los Llanos superando la barrera del sonido. Así que volvimos a darle caña para alcanzar nuestro objetivo del día, el castillo de Peñarroya.

Antes de lo que nos esperábamos, llegamos a un punto desde el que había una vista espectacular del castillo objeto de nuestra ruta. Aprovechamos la parada y nos comimos nuestro platanito (lo suyo hubieran sido unas migas pero…).

No nos poníamos de acuerdo. Unos querían entrar al castillo, otros alegaban excesivo desnivel para afrontar semejante gesta, otros querían volver para comer, que nos íbamos a mojar… Al final, alguien tiró para adelante ytodos le seguimos, acabando de rondón dentro del castillo, eso sí, después de una subidita bastante asequible, a pesar de su mal aspecto inicial. Mereció la pena este castillo del siglo XII-XIII, con su virgen y todo.

Después de tomar un refrigerio al lado del castillo, retomamos el camino. Nos pusimos en plan creativo y modificamos el track preestablecido. Incluso intentamos atajar siguiendo el mapa de Oruxmaps Y claro, nos encontramos con una finca que nos cerraba el paso. Al menos lo intentamos, pero en un lugar donde todo es propiedad de alguien, es difícil avanzar porque aquí sí han conseguido ponerle puertas al campo.

Pronto retomamos el track original y volvimos a coger la velocidad «infernal» de siempre.

La cosa es que el tiempo se estaba poniendo de nuevo amenazante. El track nos llevó a una comarcal, la CM-3115, donde nos enfrentamos a un viento de cara de lo más agradable, excelente para el cutis. Ya quedaba poco pero no teníamos todavía claro que no nos fuéramos a mojar. Ya era un tema de orgullo.

Pero estaba claro que estábamos de suerte. Llegamos a Ruidera sin problemas. En nuestro hostal (La Noria) estaba Juan para recibirnos. Limpiamos las bicis, a nosotros mismos, y nos fuimos a comer al restaurante Victoria, donde encontramos sitio de chiripa.

Durante la comida empezó a llover. Ya teníamos los coches cargados y, después de un café, salimos en dirección a la capital. El camino de vuelta lo tuvimos pasado por agua. Mientras conducía, respiraba aliviado. Nos habíamos librado por la campana. Una vez más habíamos desafiado a la AEMET con éxito.

Han sido tres días estupendos en los que las Lagunas de Ruidera nos han sorprendido muy gratamente.

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Escorial – Valmayor en primavera

Ruta realizada el Miércoles 13/04/2022

Dificultad Física
Dificultad Técnica
44.5 km
528 m
41 Km Distancia Madrid
4h48'
3h56'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), 15% de trialeras, con un obstáculo, no adecuado para temperaturas altas, 25 metros no ciclable, con algunas fincas privadas, zona de fotografía interesante, muchas puertas

Participantes: Domingo, Félix

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Descarga ruta: San-Lorenzo-de-el-Escorial-Valmayor-2022-04-13.gpx
Reproductor audio crónica:

Como el jueves es un festivo de gran importancia religiosa donde la mayoría de los componentes del grupo forman parte de alguna cofradía, decidimos adelantar nuestra salida semanal al miércoles. Sin embargo, ni por esas. Debían de estar entrenando con las andas o ensayando saetas (venablos más bien, dada la exigua capacidad cantora de nuestro grupo). La cosa es que esta vez solo nos adscribimos Félix y un servidor.

A la hora de elegir una ruta por el Escorial pensé en subirnos el puerto del Malagón, Robledondo, Cruz Verde, y Zarzalejo, volviendo por la Silla de Felipe the second. Una ruta preciosa de 40 kms. y casi 950 m. de desnivel. Se lo plantee a Félix y le pareció bien. Y cuando salimos íbamos con esa idea, pero por el camino nos pareció que hacía un espléndido día de primavera y que quizás allí arriba no iban a abundar las florecillas, los pajaritos y las praderas de un verde increíble. Fueron exclusivamente estos aspectos y no otros los que nos hicieron cambiar la ruta sobre la marca, evaluando la situación en 3 segundos. Así que a la altura de la carretera que lleva al Arboreto Luis Ceballos, cambiamos de rumbo y nos dirigimos a la Horizontal atravesando una zona rota cerca del embalse del Infante y entrando en una trialera que nos llevó del rondón. Disfrutando y charlando, vamos haciendo kilómetros.

En este cuestón, con la Machota Mayor al fondo, decidimos que hacía un día estupendísimo para llanear.

No nos equivocamos en la elección. El bosque estaba espectacular y pronto empalmamos con la carretera del puerto de la Cruz Verde, en dirección a la ruta ecológica (antigua carretera de Ávila).

Félix hacía tiempo que no iba a la Silla de Felipe, así que hicimos un poco de turismo, desviándonos ligeramente de nuestra ruta grabada a fuego.

¡Puff, que momento más imperial!. Me están dando ganas de invadir algo, por ejemplo, Ucrania…

Retomamos el camino de nuevo por la pista que conecta la silla con Zarzalejo Estación, una vieja conocida que recorremos velozmente y que nos deja justo al principio del pueblo.

Aquí comienza la divertida pista-trialera de las lagunas de Castrejón, una zona llena de aves con lagunillas por todos lados. Una pista preciosa y muy divertida que, por suerte, no tenía ni barro ni agua.

Ésta acaba en la gran pista que lleva a Fresnedillas de la Oliva. Aprovechamos para tomar el platanito y coger otra trialera de lo más divertida, más metida en bosque que la anterior, y que nos lleva a la zona de fincas de Tres Dehesas, un lugar donde si no tienes 10 hectáreas no eres nadie. Después de subir un ratillo, atravesamos la carretera de Valdemorillo, a la altura del restaurante La Esperanza, y nos metemos en la Vereda de los Vaqueros hasta la ermita de Nuestra Señora de la Esperanza. ¡Agua a la vista! Ya estamos en Valmayor.

Como había agua para aburrir, el atravesar el arroyo que viene de el Escorial para seguir por el lado opuesto del pantano, se nos hizo un poco complicado pero finalmente lo resolvimos sin mojarnos. Este paso siempre es una aventura, nunca sabes como te lo vas a encontrar…

Aquí había de todo, desde águilas y milanos, a patos y cormoranes, pasando por gaviotas y domingueros. Una delicia aunque el camino que te lleva al lado opuesto de esta especie de península te hace subir un pequeño cerro (nos estábamos mal acostumbrando…). Enfilamos el puente que lleva a Galapagar, y pasando por debajo de la M505, nos dirigimos a la presa de los Arroyos.

Ya nos queda poco. Enfilamos paralelos al arroyo Ladrón por otra trialera llena de curvas, revueltas y badenes. Empezamos a estar ya un poco hartos de dar pedales, pero queda poco, aunque se hace pesado por tener que atravesar las dehesas, abriendo y cerrando puertas. De todas maneras, no importa, el campo está espectacular.

En el Escorial todas las vueltas (y curiosamente, también las idas) son cuesta arriba (este fenómeno lo están estudiando en Pasadena). Por fin llegamos a casa. Justo en ese momento llega Raquel y nos vamos a comer al chiringuito de Felipe II. Buena conversación, risas y proyectos es la forma en la que acaba este estupendo día. Misión cumplida.

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Colmenar Viejo – Rutas del Este

Ruta realizada el Jueves 10/03/2022

Dificultad Física
Dificultad Técnica
33.8 km
573 m
26 Km Distancia Madrid
3h06'
2h38'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), 15% de trialeras, sin obstáculos, no adecuado para temperaturas altas

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Mario

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Temperatura media: 16.1
Descarga ruta: Colmenar-Viejo-Este20220310.gpx
Reproductor audio crónica:

Buscando alternativas para hacer alguna ruta que no hubiésemos pisado antes, encontré esta propuesta, que, como después vimos, conocíamos en su mayoría pero que nos sorprendió con algún paraje todavía inexplorado. Cada vez está más complicado descubrir cosas nuevas en nuestra comunidad. Cosas de la edad.

Últimamente el tiempo está primaveral, como debe ser, por otra parte. Por eso, el día anterior no teníamos nada claro si íbamos a poder salir o no. La información meteorológica parecía la sede del PP en estos días, muy confusa. Así que la decisión la tomaríamos el mismo día por la mañana. Dada nuestra formación militar (puta mili), evaluamos riesgos y nos coordinamos a las 8:00:00, con envío de rutas y punto de encuentro a través de un canal seguro.

A la hora fijada, con un error de +/- 30 segundo, nos reunimos en el punto acordado. Allí estaba el grupo TTV/TOT (el archiconocido comando de las Tres Treks Viejas, the Three Old-fashioned Treks para la OTAN), listo como siempre para darlo todo. Como premio a nuestra valentía, el día prometía sol y buen tiempo, con una temperatura excelente. Félix indicó que, tras un profundo estudio, era mejor invertir la ruta. Alfredo y yo aceptamos antes las pruebas aportadas, sin tener muy claros los motivos, pero el boss es el boss… Había ganas y buen humor, así que tiramos pa´lante, totalmente invertidos.

Pronto advertimos que la bicicleta de Félix nos iba a amenizar la jornada con un agradable hilo musical. En esta ocasión, fue el concierto para Top Fuel Opus 666, también conocido como «La Serenata de los Somieres«, pieza clave de la dodecafonía del siglo XXI. Y no sólo eso, además, como celebración del fin de ruta, Félix Cano nos ofreció el oratorio «Mi vicio es Mibicio«, pieza de gran sensibilidad dedicada a Mi José .

Empezamos la ruta rodeando Colmenar Viejo por el oeste. Una vez en el norte del pueblo, empleando parques y carriles bici, alcanzamos la afueras y nos empezamos a dirigir hacia el este.

Esta parte nos era desconocida. Dada su sencillez, aprovechamos para que Alfredo nos contara su experiencia en los Emiratos y las Maldivas. Poco después empalmamos con el carril bici paralelo a la M-607 y que pronto dejamos para dirigirnos al este. Después de recorrer algunas trialeras y pistas, llegamos a la conocida zona del cerro Escobar y los Camorchones, donde un pedregal nos hizo poner pie a tierra en varias ocasiones.

Por esa zona nos encontramos con el Canal Bajo de Isabel II. Después de ver la exposición del Canal donde se mostraba con fotos de la época cómo se construyó, ahora valoramos en su auténtica dimensión el esfuerzo que supuso su construcción cuando nos topamos con algún elemento de aquella obra.

Poco hay que añadir. Girando hacia el oeste, la segunda parte de la ruta era una vieja conocida, con continuos sube/baja, atravesando dehesas y prados, con sus caballos, vacas y ovejitas. Este marco bucólico hizo que Alfredo mostrase su faceta más sensible, como se puede apreciar en el vídeo, al ver a un corderito recién parido.

La llegada se nos hizo pesada. Subidas con fuerte desnivel, parajes llenos de chatarra y pasos de tren, que nos hicieron pensar que a lo mejor no había que haber invertido el track, pero vete a saber…

En el restaurante Lamadrid nos esperaba ya Mario, que nos hizo el honor de venir a comer con nosotros. Por eso está incluido en la ruta, porque la charla de la comida y la sobremesa es lo más importante del día.

La comida se salió de lo normal, bien presentada, de calidad y con un arroz con leche muy cercano a lo que ponen en Asturias. Hasta el café era bueno. Y la sobremesa todavía mejor. En definitiva, otro día excelente.

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Valdemorillo-Navalagamella-Zarzalejo

Ruta realizada el Jueves 17/02/2022

Dificultad Física
Dificultad Técnica
40 km
667 m
32 Km Distancia Madrid
3h55'
3h04'
Características Terreno Suelo duro (pueden ser de roca o pedregoso), 30% de trialeras, con tres o mas obstáculos, no adecuado para temperaturas altas, 500 metros no ciclable, zona de fotografía interesante, muchas puertas

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Rufi

Mas detalle ruta

Temperatura media: 14.4
Descarga ruta: Valdemorillo-Navalagamella-Zarzalejo-20220217-1.gpx
Reproductor audio crónica:

Salgo de casa en un día invernal que parece de primavera, con la radio dando noticias del mamoneo Ucrania (me recuerda la película Cortina de humo) y con la buena nueva de las trifulcas internas de PP (esto va a ser nuestro Watergate pero en cutre y sin dimisiones, por supuesto, que esto es España). Todo, unido al coronavirus, que ya va para 2 años, hace que tenga la sensación de vivir en una serie distópica de esas que se han puesto tan de moda. Menos mal que quité la radio y puse a ZZ Top para animarme (de ahí el tema musical de la crónica). Por fin llegué a Valdemorillo con ganas de encontrarme con los amigos y empezar una ruta que, aparentemente, iba a ser una gozada.

Hubo que aparcar en las afueras del pueblo, al lado de un vivero, porque Valdemorillo está bastante concurrido. Alfredo, mientras nos preparábamos, se tomó un café, yo creo que para echar un vistazo al restaurante Vanessa /və nesə/ que estaba al lado y que, desde el momento en que lo propuse, creó una gran expectativa. ¡Ay, que mentes más obscenas!

Salimos en dirección al Escorial, desviándonos muy pronto a la izquierda. Pronto la cosa empieza a ponerse estupenda, con un tramo de fuerte y pedregosa subida por el camino de Robledo de Chavela.

Para empezar, una subida «ekstupenda» que deja patente que ya venía precansado de casa. Puff

Tras coronar este inesperado puerto comenzamos una bajada por el mismo camino buscando a la derecha la Cañada Real Leonesa. Pero pronto se acaba lo bueno y empalmamos con la senda del Río Perales. Al principio es sencillo. El paisaje se va haciendo cada vez más atrayente, cerrándose y con bastante vegetación.

Pero según avanzamos nos vamos encontrando tramos más y más complicados con grandes rocas y escalones que nos hacen poner pie a tierra.

Pronto nos encontramos con los restos de los antiguos molinos hidráulicos que dan nombre a este sendero.

Después de arrastrar la bici un rato volvimos a los senderitos. Ahí es donde nos dimos cuenta que ya habíamos estado anteriormente por parte de esta zona.

Eso quedó confirmado cuando nos subimos el cuestón que nos llevaba a Navalagamella. Es curioso como nuestra memoria se queda con ciertas cosas, sobre todo cuando son cuestas…

Tras cruzar la M-521 continuamos de nuevo por la Cañada Real Leonesa durante un rato, para desviarnos por el camino de Navalahonda, cruzando unas bonitas dehesas de encinas. Así entramos en una zona de puertas que amablemente nos iba abriendo Alfredo que, como siempre, encabezaba la expedición. Desde un pequeño desvío observamos en la distancia la estación de Seguimiento Espacial de Fresnedilla.

Retomamos el camino y dejamos el pueblo de Fresnedilla a la izquierda. Nos encontramos de frente con una carretera vigilada al otro lado por 2 bunkers que nos recuerdan que tuvimos una guerra civil. Por esta carretera, durante unos 200 m., nos dirigimos por pistas hacia la zona de Pajares. Aquí Félix y yo perdimos de vista a Alfredo y Rufi que iban como alma que les lleva el diablo. Esta zona es de campo abierto, con las Machotas y Zarzalejo en el horizonte, con un sube y baja de los más entretenido por pistas amplias con piedra y arena.

Inesperadamente aparecen Alfredo y Rufi por detrás. Y mira que es difícil perderse aquí, pero es lo que tiene el ansia viva y un gumias. Al cabo de unos minutos, el arroyo de la Moraleja nos advierte que Zarzalejo está ya cerca.

En la encrucijada de Fuentevieja nos desviamos, justo antes de entrar en Zarzalejo, y por allí seguimos hasta toparnos con la carretera que viene de Fresnedillas. Hacemos un tramo por ella, dejando unas instalaciones de piensos y de Central Lechera Asturiana. La abandonamos finalmente para coger la pista que pasa cerca de las Lagunas de Castejón, unas de las predilectas de Pepe por esta zona, sobre todo en primavera.

La verdad es que es muy divertida a pesar de encontrarnos de frente con un capullo en moto. Al terminar, empalmamos con otra pista muy entretenida también que se llama la Vereda de los Caballeros.

Así acabamos llegando a la M600, prácticamente al lado de Valdemorillo. Pero como hay que hacer el track, pues nos vamos en dirección contraria por una pista que conocemos de la vuelta a Valmayor y que nos lleva hasta la Ermita de Nuestra Señora de la Esperanza.

Para llegar aquí hemos tenido que bajar bastante, por lo que inevitablemente nos toca subir de nuevo (este tramo es masoquismo puro). Rodeamos la urbanización El Paraiso y finalmente, después de atravesar de nuevo la M600 por un pequeño túnel, acabamos llegando a Valdemorillo.

Llegó el momento de disfrutar de las especialidades de Vanessa, bueno, de su restaurante. Rufi prefirió declinar la experiencia, así que los 3 nos enfrentamos a lo desconocido. Pero no voy a contaros nada porque somos caballeros y, además, porque lo que pasa en Valdemorillo se queda en Valdemorillo. Sólo decir que, como siempre, un día genial.

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Alcalá – Parque Natural de Los Cerros

Ruta realizada el Jueves 03/02/2022

Dificultad Física
Dificultad Técnica
35 km
650 m
29 Km Distancia Madrid
5h26'
3h05'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Pepe, Mario

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Temperatura media: 12
Descarga ruta: Alcala-Trialeras20220203.gpx
Reproductor audio crónica:

Volvemos de nuevo a este parque en Alcalá que nos sorprendió la primera vez que lo recorrimos. Esta vez la ruta viene avalada por Nano Flojo, lo que siempre es una garantía de divertimento (para unos más que para otros, claro).

Esta ruta tiene el inconveniente de que no se puede hacer en fin de semana debido a las hordas que la invaden, ni tampoco en tiempo de lluvias por su inmisericorde barro (que ladinamente existe aunque estemos en sequía, como se verá más tarde). Tampoco es adecuada para los que no gozan con las trialeras ni si se sufre de vértigo. Cómo se puede ver en el mapa, tampoco es idónea si no te gustan las rutas liosas y tienes problemas con tu GPS o sufres de SADTA (síndrome agudo de desorientación total y absoluta). Vamos, que no sé ni como hemos venido…

Venía dispuesto a hacer el recorrido con un modelito primaveral pero al llegar al parking me encontré que el coche marcaba unos estupendos -1 ºC que me quitaron rápidamente la idea. Allí estaba ya Pepe, abrigado hasta las cachas y poco después llegó el resto de la yayo-expedición.

Con dos de las tres Treks viejas pasadas por boxes (y la tercera a la espera…) empezamos la subidita por el camino de los Catalanes que nos hace entrar pronto en calor. No tiene mucha pendiente pero es larga. Finalmente, subiendo entre árboles, nos lleva hasta un punto denominado La Cañadita donde empieza el sendero de la Zarza. La verdad es que intimida un poco por su fuerte pendiente y porque está bastante peraltado.

Así, como quien no quiere la cosa, llegamos al comienzo del famoso Tubo, la parte más divertida de esta zona. Como estaba todo helado, esta primera bajada la hicimos sin ningún problema y con la pericia y destreza que nos caracteriza.

Al salir del Tubo, empalmamos con el sendero de Los Lagartos y volvemos a subir de nuevo (esto es así, sube, baja…), en dirección a lo que los planos llaman el Alto de los Reventones.

En esta zona de cerros se disfruta de unas vistas espectaculares y aprovechamos el momento para sacarnos fotos, que es en realidad a lo que venimos.

Pero hay que volver al lio y, por eso, cogemos un sendero que baja de nuevo al bosque para retomar un nuevo ramal del sendero del Lagarto que nos llevó al Tubo de nuevo. Con lo que no contábamos es que, con que el aumento de temperatura, se estaba deshelando. Esto hizo que nuestra segunda bajada fuese absolutamente marron glacé. El dibujo de mis ruedas desaparecieron y tuve dos derrapes gloriosos que acabaron en la hierba y Pepe se quedó bloqueado cuando su rueda trasera se negó a girar.

Ya cubiertos de barro, volvimos a subir de nuevo hasta los Reventones, solo que en vez de bajar, ésta vez seguimos de frente por los cerros hasta salir de la zona boscosa. Por el camino perdimos parte de los kilos de barro que llevábamos encima, devolviendo a la tierra lo que es de la tierra.

Inesperadamente nos metimos por una pista sin mayor gracia que nos llevó por cultivos y explotaciones agropecuarias (no intensivas, eso si), pasando por debajo del AVE. Luego tomamos el camino de Los Hueros que nos llevó de bruces al pueblo de El Viso.

El track pasaba por él tangencialmente pero la cuestión era que, justamente, teníamos previsto comer allí iendo con el coche, para no meternos en Alcalá y repetir el exitazo de la vez anterior. Así que, ya que estábamos allí, cambiamos de planes, como corresponde a unos profesionales flexibles como nosotros, y decidimos comer en ese momento, aunque eso implicase retomar la ruta con la tripa llena.

Había buscado un restaurante llamado Cristy en El Viso que ponían bastante bien aunque no abrigaba muchas esperanzas. La oferta de esta zona es más bien escasa. Pepe se tornó en nuestro guía y, tras un recorrido fascinante por las urbanizaciones del pueblo y cuando ya habíamos perdido la esperanza, encontramos el bar Cristy en mitad de una urbanización con sus vigilantes de seguridad y todo. Mario entró para evaluar el entorno y nos convenció de las virtudes del local, haciendo referencia a la simpatía de la camarera y, en especial, a su ortografía y buena letra. Todos convenimos en que, efectivamente, mostraba unas grandes cualidades que justificaban plenamente el repostar allí.

La comida estuvo bastante bien (pudo deberse al efecto Rufi, pero esa es otra historia) aunque estábamos acojonados porque Pepe nos anunció un desnivel de 100 m. hasta el coche.

La verdad es que no fue para tanto. Pronto convergimos de nuevo con el track de Nano Flojo. La vuelta también tuvo sus trialeritas y bosquecito. Esta zona no deja de sorprender.

Llegamos al coche sin incidentes, después de un día magnifico. Como siempre, no hay como pasar un día dando pedales por un bosque en la mejor de las compañías. Un lujo.

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Colmenar Viejo – Guadalix de la Sierra una vez más

Ruta realizada el Domingo 16/01/2022

Dificultad Física
Dificultad Técnica
39.7 km
739 m
29 Km Distancia Madrid
4h27'
3h06'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Juanlu, Mario

Mas detalle ruta

Temperatura media: 7.8
Descarga ruta: Colmenar-Viejo-Guadalix-de-la-Sierra-20220116.gpx
Reproductor audio crónica:

Hacía tiempo que no salía un domingo en bici con los amigos y la sensación de calles vacías y silencio se me hacía extraña. El coche, camino de Colmenar, marcaba entre 2 y 3 grados bajo cero. ¡Qué planazo!, ¡Quien me mandará! Esas ideas es las que me resonaban en la cabeza mientras me dirigía a la zona de aparcamiento. Cuando llegué, diez minutos antes, ya estaba todo el mundo allí. Estas cosas son las que te hacen darte cuenta de las edades en las que nos movemos. En cuanto le di un abrazo a Juanlu, al que hacía mucho que no veía, se me pasaron las reticencias. Llegaron todos los demás, metiendo prisa, así que acabé de prepararme y salimos de Colmenar dispuestos a darlo todo.

Colmenar estaba petado. Por todos los sitios había gente andando y ciclistas de carretera a tutiplén. La verdad es que la salida del pueblo es bastante desagradable y la próxima vez hay que plantearse aparcar al lado de la base de helicópteros, al menos los domingos.

Como somos así, empezamos la ruta hablando de criptomonedas y de economía, porque somos como los tertulianos de la radio. Antes de lo que tardo en contarlo ya estábamos al lado de las FAMET, con todos sus helicópteros parados, que era día de descanso y de ir a misa.

Dejando atrás la base, entramos a la dehesa de Navalmillar, donde nos enfrentamos a la primera subida, en la que Juanlu, empleando todo su poderío gravitatorio, nos pegó una pasada y empezó a escalar la cuesta como si no hubiera un mañana, dejándonos perplejos y rezagados. Semejante episodio no se volvió a repetir a lo largo de la jornada.

Como siempre, en la base del cancho de Pedrezuela, paramos al lado de la puerta para reagruparnos, que la larga subida tiene la curiosa habilidad de desperdigarnos por el camino.

Empezamos una bajada por pistas llenas de barro donde Juanlu, delante de mí, hizo una espectacular demostración de dominio de conducción en barro, con derrapes de la rueda delantera y trasera de forma alternativa y conjunta.

Y que no falte el agua…

Y así llegamos a trialera de la Camorcha, que ésta vez tenía el aliciente del hielo y el barro congelado. Otra vez que nos desperdigamos, cada uno haciendo lo que podía en este tramos tan técnico y tan c…..

¡No sabiamos como ir a Guadalix! Todos mirando el GPS y los mapas disponibles debido a la absoluta falta de indicaciones durante el recorrido

A la salida de la Camorcha, en una zona llamada El Verdugal, nos reagrupamos para dirigirnos ya hacia Guadalix. Tramo fácil que da lugar a la charla y a la polémica y en la que nos enzarzamos en el tema de moda, la ganadería intensiva, de la que todos en el grupo somos unos grandes expertos.

Normalmente nos tomamos el plátano rendiendo pleitesía a la estatua del alcalde de «Bienvenido Mr. Marshall» pero ésta vez nos dieron envidia otros ciclistas que se estaban metiendo un café con churritos y, claro, no íbamos a ser menos.

Como ya es norma, no dejamos que Félix pidiera. Sin embargo, dejándose llevar por su legendaria afición por las camareras, no pudo evitar sorprenderse por el atuendo de la que nos atendía, que iba con una escueta camiseta de manga corta, mientras nosotros íbamos forrados. Cuando Félix se lo comentó, ella nos miró con conmiseración, aduciendo que era serrana y que aquello ni era frio ni na. Como siempre, algunos casi se quedan sin churros, mientras alguno luce los dos papos llenos, que aquí quien no corre, vuela. Ya nos conocemos.

Salimos del pueblo, rodeados de coches y ciclistas de carretera (un grupo de 4 chicas, para variar) por una zona que se llaman las Cumbres con toda la razón, por el imponente cuestón que hay que superar para llegar al camino.

Esta parte me encanta. El camino está bordeado por una valla que demarca fincas con ganado, creo que de lidia.

Más tarde, en la peña de Gato, salimos a campo abierto, con continuas subidas y bajadas, arroyos y puertas.

Esta zona es de llaneo pero pronto cambió la cosa. Empezamos con una subida tendida, atravesando una zona llamada los Rancajales y que. rápidamente, nos llevó de nuevo a la dehesa de Navalvillar.

En la entrada de la misma nos reagrupamos de nuevo y, mientras esperábamos a Juanlu, nos dio por montar una sesión fotográfica.

Y con esto acabo esta crónica. La llegada fue como la salida, gente por todos lados. Juanlu y yo tuvimos problemas hasta para sacar los coches, rodeados como estábamos de ciclistas y vehículos de apoyo por todos lados, lo que impidió que nos pudiéramos despedir. Pero eso es lo de menos, fue un día espléndido, por el tiempo, la ruta y la compañía.

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Miraflores-Morcuera-Canencia

Ruta realizada el Domingo 12/12/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
32 km
732 m
44 Km Distancia Madrid
3h24'
2h19'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Alfredo, Domingo, Pepe, Rufi

Mas detalle ruta

Temperatura media: 12.4
Descarga ruta: Miraflores-Morcuera-Canencia-20211212.gpx
Reproductor audio crónica:

Si algo tengo claro es que hay que escapar de la Navidad en Madrid pero sin perder el «espíritu navideño». Supongo que por eso Alfredo, transido por el sentimentalismo de esta época, se le ocurrió ir a ver la nieve. y nos propuso una ruta realizada ya en otras ocasiones (la que se dirige a la hoya). Sin embargo, en cuanto la analizó, Pepe la rechazó por meterse por pistas expresamente prohibidas, y adronadas con unos hermosísimos carteles que complicaban cualquier alegación de ignorancia/falta de mala fe/yo creí-yo pensé. Y es que jugársela en esta zona en fin de semana no es buena idea desde hace tiempo. Los alcaldes de Soto y Miraflores la han tomado con los ciclistas de montaña (les estorbamos mucho a los cazadores, claro), abriendo la veda los sábados y domingos. Así que, mostrando un gran talante democrático y tal y tal, la cambiamos por la clasicorra de toda la vida.

Como siempre, algunos llegamos a la hora, mientras que otros parecen que han pasado allí la noche. También tenemos nuestras bajas («nenazas«, en el argot del grupo) producidas por el insomnio (supuestamente, farfullan algunos, que somos como un pueblo). Cualquier cosa nos pasa ya, cualquiera menos poluciones nocturnas…

En el encuentro nos comportamos como lo que somos, amigos en periodo prejubilatorio, deseando verse y enrollándose a charlar de cualquier tontada. Como resultado, salimos con cierto retraso a pesar de los requiebros de Alfredo…

Poco hay que decir de la subida que tantas veces hemos hecho. A pesar de que, al venir, el coche ha llegado a marcar 1 º, la mañana nos mostraba su mejor cara y pronto tuvimos que quitarnos la primera capa. Y cómo siempre, nos paramos en la peña desde la que vislumbra Madrid al fondo.

La subida la fuimos amenizando con diversas conversaciones que variaban desde nuestras opiniones sobre series y películas, pasando por la vida de nuestros padres, abuelos y afines (donde Rufi no deja de sorprendernos), sin olvidarnos de comentarios sobre el golf y hasta de nuestras afinidades políticas, que ya nos conocemos y sabemos de que pie cojea cada uno (alguno con pata de palo). La cosa es que llegamos al asfalto en un pis-pas.

La carretera ya es otra cosa. No sé porqué pero siempre se m’atraganta. Pronto Rufi y Alfredo son sólo un recuerdo en lontananza mientras Pepe y yo subimos tranquilamente charlando. Pero la realidad es terca y los coches pasando a t.h., las bicicletas de carretera humillando y el % nos hacen callar. Y así, en «silencio radio» llegamos hasta la Morcuera donde nuestros compañeros nos esperan, ya fríos y resignados por ir con semejantes paquetes. Durante el platanito tuvimos una de nuestras conversaciones de alto nivel, irreproducible en medio escrito por sus posibles implicaciones en redes sociales y en la que participaron incluso elementos ajenos al grupo.

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Después del piscolabis, nos dirigimos hacia el Raso de los Toros, pasando al lado del refugio. Mientras Rufi y Pepe tenían una interesante conversación de coaching, Alfredo y yo sufrimos el acoso de un Porche rojo que se creía que estaba en Lemans y que, después de pitarnos, nos pasó a toda velocidad para frenar a 50 metros. Mucho tonto anda por ahí suelto.

Atravesando al zona de los Altos de la Morcuera, ya empezamos a encontrarnos con algo de nieve y, sobre todo, hielo. La subidita del cerro del Cuclillo tenía bastantes placas pero se podían pasar sin mucho problema.

Después de la prolongada aunque bien llevada subida, llegamos de nuevo al bosque donde perdimos de nuevo a Rufi y Alfredo, mientras Pepe y yo íbamos disfrutando del precioso paisaje, haciendo apreciaciones de carácter estético y espiritual mientras evitábamos el hielo. La cuestión es que, justo al llegar a Canencia, en la misma valla, nos encontramos nuestros compis enfrascados en la tarea de arreglar un inesperado pinchazo de la rueda delantera de Alfredo. Pepe se lanzó en plancha porque no hay cosa que le guste más que enguarrarse las manos y cacharrear con herramientas. Estuvimos un buen rato hasta que la cámara accedió a ser introducida en la cubierta. Quedó patente que Alfredo no hace caso a la web cuando le avisa de que recargue el líquido antipinchazo porque la cubierta estaba más seca que «el ojo de la Inés» (esto lo dice mucho mi madre y, después de muchos años, sigo sin saber quien era esta buena mujer ni lo que le ocurría a su ojo). Las consecuencias de todo esto fueron dos: primera, allí algunos pisamos una mierda, y dos, ya no nos daba tiempo a hacer la variante por el robledal de la Dehesa del Valle.

Así que bajamos directos por la carretera entre descapotables antiguos que iban por allí a darse una glamurosa vuelta y tontolavas que se creían que estaban en un rallie. Cada vez me gusta menos ir por carretera pero tampoco es que hubiese muchas más alternativas para llegar a una hora razonable.

Ya en el pueblo, Alfredo, para celebrar el pinchazo, bueno, sobre todo su arreglo, nos invitó a una cervecita y a un pincho de tortilla que vimos de pasada porque duró menos que lo que se tarda en leer esto. Menos mal que unos ciclistas de carretera que estaban al lado nos regalaron su ración de torreznos, lo que no evitó que les criticáramos verdes de envidia por lo jovencitos, delgados y en lo buena forma física que que estaban. Que arpías estamos hechos…

Un día precioso y muy agradable. Me lo pasé genial charlando y hasta dando pedales, jajaja. Como colofón, ya en casa me metí unas migas que hizo mi hija, que no tenían nada que envidiar a las que me hubiese comido en Almagro. Y a tomar por saco lo que quemé en la subida al puerto.

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Ezcaray – Ermita de Santa Bárbara – dia 1: senderismo

Ruta realizada el Lunes 25/10/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
7.5 km
235 m
220 Km Distancia Madrid
2h58'
2h03'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix

Mas detalle ruta

Temperatura media: 25.1
Descarga ruta: 20211025-dia1-Ezcaray-Ermita-Senderismo.gpx
Reproductor audio crónica:

Después del café en casa Masip, nos dimos una vuelta por el pueblo y, antes de que nos diéramos cuenta, ya nos habíamos salido.

Santa María la Mayor, con el mismo nombre que otras 800 iglesias en España

El terror de los caparrones fuera de control

Atravesamos algunos campos y pronto empezamos, como no, una subida que nos fue llevando poco a poco hacia la ermita, que estaba en obras y sin tejado. Desde allí había unas vistas espectaculares de la zona. Menos mal porque lo que es la ermita…

Después de esto ya si que volvimos al hotel, para descansar un rato. Creo que fueron 45 min. porque había que salir a cenar. Nos fuimos a la plaza del Quiosco y allí tomamos algo ligero (incluso Alfredo). Nos acostamos pronto que mañana sonaba diana a las 8:30. Esto es un sin dios …

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Ezcaray – Bonicaparra – dia 1: cuando todo iba bien

Ruta realizada el Lunes 25/10/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
17.8 km
500 m
221 Km Distancia Madrid
2h21'
1h52'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix

Mas detalle ruta

Temperatura media: 12.6
Descarga ruta: 20211025-dia1-Ezcaray-Bonicaparra-.gpx
Reproductor audio crónica:

Por fin había llegado el día de la gran escapada Esta salida ha sido costosa. Una vez más no hemos ido a Cantabria, a la zona de Bárcena Mayor, como habíamos previsto en un principio. Está claro que está gafada. Y por distintas causas sólo éramos tres los integrantes del equipo los que nos habíamos apuntado al evento.

En cualquier caso, como siempre con puntualidad prusiana, empezamos nuestra aventura a las 6:30 del lunes, la mar de animados. Salimos de Madrid sin problemas. Los problemas los tuvimos para encontrar un sitio donde desayunar porque las gasolineras estaban, o lejos de la autopista, o cerradas. Por fin dimos con un sitio de nuestro gusto. Valió la pena esperar porque nos metimos un pincho de tortilla king-size que nos duró todo el día. Alfredo lloraba de la emoción.

Alrededor de las 10:30 llegamos a Ezcaray. Juan, el dueño del hotel del Trueno donde nos hospedamos, se quedó sorprendido cuando nos vio llegar tan pronto. También se esperaba unos tíos más mayores y decrépitos, por sus comentarios (pensaría que éramos jubilados al uso). Amablemente, al vernos tan hermosos y atléticos, decidió cambiarnos las habitaciones sencillas por unas dobles sin sobrecoste, porque «no íbamos a caber» bien en las otras. Después de este subidón de moral, no le íbamos a decepcionar y nos cambiamos a toda pastilla, listos para iniciar la primera ruta.

Y así, en paralelo los tres, moviéndonos a cámara lenta y con una luz refulgiendo sobre nosotros (igualito que en «Elegidos para la gloria«), salimos del hotel a las 11:15. Empezaba nuestra primera andadura.

El recorrido lo había elegido Félix con la idea de hacer una cosa suave para ir habituándonos al terreno y no acabar descojonados el primer día. Salimos del pueblo por el puente Canto, medieval pero muy restaurado, que pasa sobre un rio Oja, decepcionantemente seco.

Apenas nos mantenemos 100 m. por la carretera, desviándonos hacia la izquierda por un camino asfaltado al que no se puede llamar carretera y que lleva al pueblo de Turza. Ya empezamos con el 1:1 que no nos abandonó durante un buen rato. Muy pronto nos encontramos sumergidos en un bosque precioso, justo lo que andábamos buscando.

Y subiendo, dejamos a un lado el desvió de Turza, al que no nos planteamos visitar en ningún momento porque no era cuestión de hacer cuestones gratis y abandonamos el asfalto, metiéndonos de lleno en un precioso hayedo. Al cabo de un rato, llegamos a nuestro destino, el cerro de Bonicaparra, en donde había un refugio tomado por las vacas. Allí hicimos demostración de nuestra habilidades taurinas y aprovechamos para deshacernos de nuestros platanitos.

Realizamos el descenso por el otro lado del monte, un poco más abierto al principio, pero que luego se cerró en un hayedo repleto de colores.

La pista iba a dar de nuevo al puente que nos metía de nuevo en el pueblo. Nos duchamos y cambiamos para hacer senderismo (todo del tirón, que anochece pronto) y nos fuimos a comer a la casa Masip, en la plaza de la Verdura, donde Alfredo tuvo su primer encuentro con los caparrones, la alubias rojas de la zona. Félix y yo fuimos más conservadores y pedimos bacalao a la vizcaína. La idea era compartir pero a la perola de alubias apenas llegamos con unas tristes cucharadas. Alfredo arrasó. ¡Qué tarde nos esperaba…!

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Colmenar Viejo – Dehesa de Moncalvillo

Ruta realizada el Martes 28/09/2021

Dificultad Física
Dificultad Técnica
41.2 km
828 m
29 Km Distancia Madrid
4h36'
3h45'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Domingo, Félix

Mas detalle ruta

Descarga ruta: 2021-09-28-Colmenar-Viejo-Dehesa-Moncalvillo.gpx
Reproductor audio crónica:

Después de tener planeado un día sin mayor aliciente que dar una vuelta rutinaria al Pardo, lo cambiamos en el último momento por esta ruta diseñada por Félix. Había que aprovechar el espléndido día e ir a un sitio con algo especial. Y desde luego que lo fue. Parecía más primavera que otoño.

A las 10:30 empezamos en el aparcamiento habitual que está al lado del restaurante La Cabaña de Vetton, cerca del polideportivo Martín Colmenarejo. Siempre es incómodo salir de Colmenar por el tráfico pero en 5 minutos ya estábamos en el campo.

Pronto, a unos 3 kms, llegamos a la meca del cine en Colmenar Viejo, los estudios Aroztegui, donde se rodaron, entre otras, «La muerte tenía un precio» (1965) y «El bueno, el feo y el malo» (1966). Si queréis saber más sobre este lugar, aquí tenéis un enlace donde cuenta su historia: https://www.colmenarviejo.estudiosaroztegui.com/index.php/historia.

Por una agradable bajada llegamos hasta una bifurcación que nos mete en una subida que nos lleva de cabeza a un pedregal que no se lo salta un galgo. Por suerte es corto y acabamos en una pista que tiene el pequeño inconveniente de tener ondulaciones, lo que hace que Félix pruebe a fondo su mallot nuevo «made in France».

En las Cercas de Barajas cogemos la Calleja del Cabrero (desde luego el entorno es de lo más rural) y por el camino Bajo de Pedrezuela acabamos de morros en la entrada de la Dehesa de Moncalvillo.

La verdad es que esta dehesa es un espectáculo. Estaba impresionante. No sé que va a dejar para la primavera, la verdad.

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Ciclista sin GPS

El descanso del guerrero lo hicimos en nuestra lagunita preferida que ahora estaba sin flores (hubiese sido ya la leche).

Iniciamos desde este punto la vuelta. En cuanto salimos de la dehesa se empezó a complicar la cosa. Hacia el kilómetro 25 (cerca del cerro Confiteras, que tiene narices el nombre porque está de dulce…) entramos en una senda con subida fuerte y llena de piedras intratables que nos hicimos a pie como está mandado. En una de estas rampas Félix se cayó pero por suerte solo se hizo unos raspones en el codo.

Finalmente salimos de tan inhóspito sendero en el cerro de la Carmocha, retomando la pista ondulada. Esta parte del camino es coincidente con la ida por lo que nos volvimos a encontrar con las piedras que nos hicieron bajarnos la primera vez y que allí estaban esperándonos, sin moverse ni un ápice.

Poco después se me averió mi desviador trasero. Y ya van 2 veces con el jodido XTR (también se le ha jorobado una vez a Alfredo, lo que me hace dudar de su fama). Por suerte, con el plato mediano y el piñón grande conseguimos llegar a Colmenar sin problema, porque todavía nos quedaban unos kilómetros…

Comimos regulín en La Cabaña del Vetton y así acabamos este día estupendo a pesar de estos problemillas. Por supuesto, le levó la bici directamente a Jose, que se alegro de ver de nuevo a una de las viejas Trek.

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