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Ruta realizada el Jueves

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El Boalo-Navacerrada-Mataelpino

Ruta realizada el Martes 20/09/2022

Dificultad Física
Dificultad Técnica
31.7 km
759 m
39 Km Distancia Madrid
3h55'
3h02'
Características Terreno Suelo duro (pueden ser de roca o pedregoso), 15% de trialeras, sin obstáculos, no adecuado para temperaturas altas, 50 metros no ciclable, zona de cazadores, zona de fotografía interesante

Participantes: Domingo, Félix

Mas detalle ruta

Descarga ruta: 2022-09-20-El-Boalo-Navacerrada-Mataelpino.gpx
Reproductor audio crónica:

No sabía que hacer, la verdad. Por un lado me apetecía salir pero por otro existía el riesgo de perderme alguno de los fastos del funeral de mi querida Isabel II. Porque si hay alguien que se merece este despliegue es ella. Sin su presencia este mundo habría sido mucho peor. Y no voy a empezar a enumerar la inmensa cantidad de aportaciones que ha regalado a la humanidad porque ya empiezan las lágrimas a fluir, haciendo que vea borroso el monitor. ¡What a loss, Virgin of Beautiful Love!

Pero voy a dejar a un lado mi lado más emotivo y vamos al tema. Nos pusimos en ruta a las 10:35:00 desde el chalet de Felix, atravesando el pueblo del Boalo en dirección a Cerceda. Son curiosos los nombres de los prados de esta zona: el Matasenderos o el Descansadero de la Pamplina.

La salida de Cerceda es una vieja conocida nuestra y transcurre por una pista muy agradable hasta que se joroba con un cuestón de los de antología que nos lleva directos y sin anestesia al Mirador de la Dehesa de Arriba (su propio nombre lo dice, que el pueblo es sabio). Por suerte, las lluvias del día anterior hacían el trazado mucho más agradable y seguro. Con el piso seco, estos caminos se convierten en una pista de patinaje.

Después vino la merecida bajada y la travesía del laberinto que conforman las urbanizaciones de Moralzarzal. Y otra vez a subir, por las laderas de Matarrubia, hacía el pico Martillo. Como siempre, el encuentro con una pista de hormigón no presagiaba nada bueno. Resignación cristiana…

Después de la subida, nos metemos por una estrecha vereda que rodea las laderas de Matarrubia, con una espléndida vista de la Sierra de Hoyo de Manzanares, con Moralzarzal a nuestros pies.

Después de atravesar un bosquecillo, nos dirigimos hacia Navacerrada «disfrutando» de otra agradable ascensión bastante rota y con la duración suficiente para dejarse el bofe. Por suerte, después el camino se hizo más tendido y pronto llegamos al embalse de Navacerrada, que no estaba en sus mejores momentos.

Por esta vez, desechamos la subida que nos llevaría de bajada al Mini-Angliru y nos dirigimos hacia la M-607, que atravesamos y donde cogimos una trialera que nos llevaría hasta Mataelpino.

Esta parte del recorrido es especialmente disfrutona. Me sorprendieron los tramos hasta Mataelpino y desde aquí a El Boalo, preciosos y muy divertidos.

Como es habitual, acabamos comiendo en Don Baco, que no nos defraudo una vez más. Un día estupendo, disfrutando de una ruta preciosa. No se puede pedir más (bueno, si: que no haya cuestas tan cabronas, pero eso…).

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Lozoya-La Horizontal-Puerto de Navafría Esperando el otoño

Ruta realizada el Jueves 08/09/2022

Dificultad Física
Dificultad Técnica
37.4 km
941 m
59 Km Distancia Madrid
5h38'
4h00'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), 15% de trialeras, con dos obstáculos, no adecuado para temperaturas bajas, zona de fotografía interesante

Participantes: Domingo, Félix, Pepe

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Descarga ruta: Lozoya-La-Horizontal-Puerto-de-Navafria-20220908.gpx
Reproductor audio crónica:

Nuestro grupo, cada vez más menguado, se tomó un descanso la semana pasada, escapando a latitudes más frescas. Los más chulos a Islandia y los demás a Cantabria, que sí, que es infinita, pero no tanto. Así que teníamos ganas de empalizarnos otra vez y de llenarnos de bosque. ¡Qué le vamos a hacer si tenemos esa mania tan rara! A otros les da por morder esquinas.

Buscando, buscando, me encontré con esta rutita que transcurría por zonas yo nunca había visitado aunque la mayoría del grupo si había estado anteriormente por estos lares. Pintaba pero que muy bien y parecía ideal para estos momentos en los que todavía uno no se puede fiar mucho del astro rey (en general, no te puedes fiar de ningún rey, pero ese esa es otra historia, jajaja…).

Dejamos los coches en el parking de Lozoya (https://maps.app.goo.gl/axP8ZbYMvyDxMZmM7), gratuito entre semana, pero con un coste de 3 € en festivo o fin de semana, siguiendo el espíritu depredador que se ha extendido por la comarca. La llegada lloviendo enfrió un tanto nuestro ardor guerrero. Como es habitual en nuestras escapadas, salimos forrados del pueblo, para quitarnos ropa en los primeras primeras subidas. Esta ruta tiene la característica de empezar con un ascenso que no se detiene hasta la Horizontal de Navafría, lo que supone una bonita subida de más de una hora del tirón. Como punto positivo, te comes casi todo el desnivel al principio. Curiosamente, el negativo es el mismo. ¡Qué cosas!

Dada nuestra avanzada edad, este tipo de subidas conllevan la continua declamación de historias relacionadas con anteriores expediciones heroicas por la zona, siguiendo el modelo narrativo abuelo Cebolleta. En esta ocasión el tema fue el Nevero, el descenso al pueblo de Navafría y no sé si algún hecho relevante de la Guerra Civil o la Iliada, que ya no tengo la memoria de antes. Mientras tanto, como quien no quiere la cosa, subíamos y subíamos, dejando a un lado el Collado del Aguado, el Sestillón de la Gutierra (a saber que hizo allí la tal Gutierra), la Porqueriza (no sé si tiene relación con la susodicha Gutierra) y el Reajo Sastre. Poco después, alcanzamos la Horizontal, que ya era hora.

Si la subida transcurría por un bosque muy agradable, esta parte del recorrido era aún más bonita, seguramente por motivos subjetivos relacionados en la pendiente y otros aspectos de índole gravitatoria. Para disfrutar del entorno, bajamos nuestra velocidad, que no era cuestión de desplegar todo nuestro potencial con semejante paisaje.

Pero todo llega, y alcanzamos el puerto de Navafría, con sus 1774 m. El descenso lo realizamos por un sendero en dirección a Majalvir. Poco después la pista se transforma en un sendero con bastante pendiente y tramos de piedra suelta, recomendado para gente con elevadas capacidades MTB. Vamos, que los pedregales me los hice a pie, aunque solo fueron unos pocos metros.

Llegamos a una zona recreativa llamaba el Mirador desde la que no se podía mirar nada y desde allí comenzamos una vertiginosa bajada entre bosques de roble, muchos de los cuales ya se habían desprendido de sus hojas, dándole al bosque un aspecto totalmente otoñal.

Atravesamos la M-604 como una exhalación y bordeamos Pinilla del Valle para empezar a rodear el embalse. Esta ruta es una vieja conocida, aunque la solemos hacer en el sentido contrario. Después de dejar la zona arqueológica de los Calveros, nos ceñimos más a la orilla del embalse. Este camino está cada vez más deteriorado pero sigue siendo una gozada ciclar por la margen el pantano, con sus playitas llenas de troncos que le dan un aire de isla de naufrago.

Pintaba mal el cielo, así que en la última parte del recorrido, aumentamos más la velocidad si cabe (que sí que cabía…), no fuese que al final la liáramos.

En Lozoya hicimos un intenso análisis de sus capacidades en restauración y finalmente nos metimos en el restaurante Fernando, con una hermosa terraza y apartado de la carretera, donde comimos bastante bien y disfrutamos de una agradable sobremesa.

Como siempre, un día genial. Una ruta sorprendente, muy agradable y con un paisaje precioso, que te deja ganas de volver a visitar en otoño e invierno.

PD: al gpx le falta un pequeño tramo por un tema de pilas.

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Cercedilla-Ventorrillo-Barranca-Navacerrada, deberes de verano

Ruta realizada el Jueves 11/08/2022

Dificultad Física
Dificultad Técnica
26.5 km
675 m
47 Km Distancia Madrid
Sin datos
Sin datos
Características Terreno Suelo duro (pueden ser de roca o pedregoso), 30% de trialeras, sin obstáculos, no adecuado para temperaturas bajas, zona de fotografía interesante

Participantes: Domingo, Félix, Juanlu, Pepe

Mas detalle ruta

Descarga ruta: cercedilla-ventorrillo-barranca-navacerrada-20220811.gpx
Reproductor audio crónica:

Después de Riaño, no habíamos vuelto a realizar ninguna crónica nueva. Y la verdad es que, montar, lo que se dice montar, lo hemos hecho poco. Félix y yo solitos hemos dado alguna vuelta por el Boalo y el Escorial , pero quizás por eso y porque estas rutas están ampliamente reflejadas en nuestra base de datos, decidimos no darle a la pluma. Y es que el calor de esta canícula (con este nombre parece que el verano es más caluroso) te sumerge de lleno en la pereza y ya ni escribir quieres.

Pero hoy la cosa ha cambiado. Hemos conseguido quedar en Cercedilla nada menos que los «cuatro magníficos», alguno un poco acojonado también es verdad, pero dispuesto a darlo todo. Como siempre que quedamos en el parking del centro del pueblo, cada uno se ha ido por un lado, saliéndose de la media ponderada Juanlu que ha dejado el Volvo bajo tierra con una entrada espectacular por dirección contraria, desafiando a la cámara y a la municipalidad en pleno.

Iniciamos la ruta pasadas las nueve con un calor ya bastante respetable. En mi cabeza estaba evaluando las distintas posibilidades para acortar la ruta si ésta se convertía, como parecía previsible, en una tostadora gigante. Pero hete aquí que allí estaba el bosque salvador (eso sí, lleno de puñeteras moscas).

Saliendo del Cercedilla por el barrio de San Antonio, enfilamos el camino del Calvario, que como su nombre anuncia, no era precisamente llano. Eso sí, el bosque amigo hacía más llevadera la subida continua de 5 kms.

El Pino de la Cadena (https://pequenosplanes.com/ruta-pino-cadena-cercedilla/)

Después de disfrutar del path of Calvary, desembocamos en la M-601 durante unos pocos cientos de metros, en un lugar llamado el Ventorrillo, ya nos podemos suponer por qué. Retomamos la pista (y el ascenso, claro). Dejamos a la izquierda la peña Entorcal con sus 1543 m. Pero este hecho nos da igual y en una actitud casi suicida, seguimos subiendo hasta los 1605 m., el punto más alto de toda la ruta. La faena es que este sitio no tiene nombre y esto desmerece la hazaña, pero así son este tipo de gestas.

Una vez hemos encumbrado, se podría decir que la ruta ya estaba hecha. Pero quedaba lo mejor, nuestro viejo conocido el Camino Ortiz (no puedo dejar de asociarlo con las conocidas magdalenas…). Allí estaba esperándonos con sus raíces y escalones de piedra, que lo hacen tan entrañable. Dada la confianza que tengo con él, de tú a tú, no tuvo a mal los continuos pies a tierra que hice para llegar a buen término.

Salimos por el parking de la Barranca en dirección a Navacerrada, con sus 2 embalses, a la izquierda justo antes de la barrera de entrada que tenían un preocupante color marrón nunca antes había visto.

En la última parte nos despistamos un poco. Esta zona, Majalzarzal, parece que es nueva para nosotros y el track se hace confuso por los continuos ochos que tiene. Pero no erramos el tiro. Empieza a hacer calor y ya hay ganas de llegar.

A la una menos cinco ya estamos sentados en un sitio que recordaba Pepe. Llega el momento de los tintos de veranos y de las cervezas. Todo pintaba bien pero nos tiramos 3 horas para comer en un lugar que estaba claro que no esperaba la afluencia de turistas que hubo. Esto tampoco fue un problema, como siempre, charlamos de lo divino y lo humano y disfrutamos de un día estupendo, la verdad.

Esta ruta es muy adecuada para días de calor como ha sido éste. Transcurre por pistas y trialeras, alrededor del 75% bajo arbolado y es perfecta para combatir este sol implacable que nos ha tocado en el verano del 22. Esperemos que sea por la actividad solar que se repite cada 11 años y no por el cambio climático, aunque igual es por los dos motivos, quien sabe…

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Boca de Huérgano-Calande-Riaño: en ‘toos’ los morros

Ruta realizada el Martes 07/06/2022

Dificultad Física
Dificultad Técnica
42.4 km
803 m
302 Km Distancia Madrid
8h01'
3h41'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), sin trialeras, con un obstáculo, no adecuado para temperaturas altas, 1000 metros no ciclable, zona de fotografía interesante

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Pepe

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Temperatura media: 25.4
Descarga ruta: Boca-de-Huergano-Calande-Riano-20220607.gpx
Reproductor audio crónica:

El martes era el día de la gran ruta. Estábamos algo mosqueados, después de ver el día anterior cómo se las gastaban los repechos de la zona. El día era espléndido, con una temperatura perfecta. Salimos del hotel motero según la hora prevista después de recoger las bicis en un remoto hangar.

Pronto nos dimos cuenta de que el track rodaba todo el tiempo por una solitaria comarcal pero, por fortuna, había una pista paralela que parecía creada ex-profeso para que los lugareños se dieran paseos.

Íbamos risueños y disfrutones, difuminados los resquemores y convencidos de que esta ruta iba a ser coser y cantar, hasta el punto que, cuando vimos una bifurcación que llevaba a un valle que discurría a la izquierda, no nos lo pensamos dos veces: «Vamos hasta donde se pueda llegar, que hoy vamos sobrados…«

Momentos felices, ignorantes de lo que nos esperaba…

La verdad es que el desvío merecía la pena. El lugar era una delicia pero empezó a cerrarse y nos dimos de cara con una zona embarrada que nos llevaba de cabeza a un bosque cerrado. Dado que la pista que empalmaba con nuestro track original estaba casi 100 m. por encima de nuestras cabezas y no se veía ningún sendero, decidimos sabiamente volver por donde habíamos venido después de un breve conclave.

Retomamos la humilde y solitaria carretera LE-241, que nos recibió de nuevo con una subida larga pero tendida para superar el collado de El Hito.

Subiendo encantados de conocernos, mientras comentábamos lo listísimos que habíamos sido por no picar, como siempre, y habernos metido en un follón de triscada campo a través. Se nos notaba la madurez, y tal y tal…

Entramos en una zona de pinares, rodeando el Cotorro del Burro, que ya con el nombre uno se hace la idea de su pendiente. Por suerte, la carretera transcurría por la única zona accesible disponible, que por estos lares no hay mucho donde elegir.

Entramos en otra pista, intentando repetir el éxito anterior y con idea de tener una vista elevada del pantano, pero una pendiente del 20%, que se metía directamente al bosque, nos hizo renunciar sin mediar palabra.

Con un sube-baja agradable, llegamos a un desvío que incluía el track y que llevaba a orillas del pantano por un pequeño valle llamado Invernales de Salio.

En las orillas había una concentración de cormoranes que salieron disparados al centro del pantano en cuento nos vieron llegar. Con la sensibilidad ecológica que nos caracteriza, no se nos ocurrió otra cosa que mandarles el dron para asustarles. En menos de lo que tardo en contarlo, el dron se lanzó sobre ellos, provocando que salieran todos en estampida, como los flamencos de Memorias de Africa. No lo sabíamos todavía pero nuestra maldad tendría su justo merecido. Las entidades de los bosques leoneses estaban al acecho.

Mientras estábamos en estas lides, nos metimos por una pista continuaba orillando el pantano. Cómo éramos muy listos y muy majos, se nos ocurrió que si la seguíamos, nos evitaríamos un potente cuestón que estaba esperándonos ahi mismo, a la vuelta de la esquina. Pepe ya nos había prevenido de su existencia y estábamos moscas porque aquí te calzan un 20% de pendiente por menos de nada. Miramos en el Orux y vimos que la pista se convertía en un sendero que desembocaba en otra pista que empalmaba con el track. ¡Si es que cuando se es espabilado…!

Así es como llegamos a un sitio infecto que ahora sé que se llama Valle de Pujedo, lleno de caballos y vacas que andaban allí, tan tranquilos. Al salir de un bosque de robles, el sendero se metió en un prado embarrado y desapareció, como nos pasa siempre, por otra parte. Pero no desesperamos. Alfredo encontró una señal de GR que nos confirmó en la idea de que por allí se podía continuar y fue así como dimos con un sendero de vacas que se fue cerrando y cerrando, mientras subíamos y subíamos, hasta que perdimos toda referencia y nos vimos en mitad de monte, rodeados de retama, brezo, zarzas y otras plantas nada acogedoras.

Detalle de la tontaa, con curvas de nivel y todo, de la triscada ‘by the face’ que nos chupamos

Después de más de una hora de vueltas, idas y venidas, arañazos, raspones, juramentos y búsqueda de culpables, decidimos dirigirnos a la cumbre para buscar una vía de escape, que por suerte, acabamos encontrando. Cómo se puede apreciar en la imagen anterior, acabamos exactamente en el mismo sitio en el que empezamos. El dios de los cormoranes se había vengado y los caballos, en comandilla, se estaban riendo de nosotros, los listos de la ciudad.

Con el rabo entre las piernas (como siempre, esta frase siempre me ha parecido un poco tonta…) volvimos a retomar el track. Como dirían los ingleses «we had eaten humble pie» y ya lo creo que lo hicimos, sin dejar una miga. Ahora, nos habíamos convertido en unos fervientes seguidores del track, unos trackistas de tomo y lomo. Al principio parecía que todo había vuelto a la normalidad pero pronto empezó a subir la pendiente, a empeorar el terreno y al final, otra vez pie a tierra. ¡Qué cruz…! El único que se subió casi entera la Valleja de las Madricas (que es como se llama este agradable lugar) fue, como siempre, Alfroide. Los dioses de la mitología leonesa (un cuélebre, una jana o un trasgo, o todos juntos, vete tú a saber…) no tuvieron piedad de nosotros.

Disfrutando a tope la montaña leonesa

Todo acabó en un preciso mirador, en el que tomamos resuello, mientras disfrutábamos de las vistas.

Ya solo quedaba bajar en dirección a Carande. Ya podíamos respirar aliviados aunque la pendiente era cómo para no andarse descuidando mucho.

Viniendo de Carande, la entrada a Riaño es espectacular.

Esta vez tampoco comimos en el restaurante El Mentidero, que le llamaba la atención a Alfredo. En su lugar fuimos a la parrilla El Molino, donde estuvimos estupendamente un buen rato, porque rápidos no eran.

Íbamos a ir directos al hotel a descansar, pero a la salida del pueblo hubo cambio de planes.

Son menos conocidos que los Amantes de Teruel, pero los de Riaño también tienen su aquél.

Ésta es para resaltar aún más el toque poético de la anterior foto.

Cuando los señores se despertaron continuamos hacia hotel. Mientras los moteros ingleses bebían jarras de cerveza, guardamos nuestras bicis en un hangar a tomar por saco, nos duchamos, nos curamos las heridas de la triscada y bajamos a dar una vuelta. Mientras, los ingleses seguían bebiendo más cerveza, y nosotros nos dimos una vuelta por el rio para ver truchas. Finalmente volvimos para cenar y soportar a los ingleses que teníamos al ladito mismo, con una cogorza como los acantilados de Dover. No entiendo para que ha servido el Brexit. Así acabamos el segundo día de nuestra aventura leonesa.

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Guadarrama-Puerto del León por Los Molinos

Ruta realizada el Jueves 12/05/2022

Dificultad Física
Dificultad Técnica
34.4 km
888 m
43 Km Distancia Madrid
3h57'
3h30'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), sin trialeras, con dos obstáculos, no adecuado para temperaturas altas, 300 metros no ciclable, con algunas fincas privadas, zona de fotografía interesante

Participantes: Domingo, Pepe, Rufi

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Cada vez nos cuesta más decidirnos a la hora de elegir ruta. Se supone que nuestra amplia experiencia en estas lides debería convertirla en una tarea sencilla y fácil. Pues no señor. Alfredo intentó solucionar el problema en base a los requisitos emitidos por sus «clientes«, generando un correo los lunes donde se ofrecían una serie de rutas incluidas en la base de datos que nos se habían realizado en los últimos tiempos. Pero, ¿alguien ha propuesto algunas de estas rutas? Más bien no. Y es que el correo que nos llega cada lunes es un viaje en el tiempo, entrañable e insultante a la par, que te lleva a una época en que te desplazabas más de 100 kms, te hacías 50 sobre el sillín con 1200 m. de desnivel y luego, hasta lo podías contar (bueno, ellos, que yo todavía no estaba en tan exigente grupito).

Pero voy a dejar de divagar y vamos al grano. El día previo, se propuso la ruta de los acebos de Valsaín, la del ingeniero o irnos a la Cabrera, pero finalmente optamos por la de Guadarrama al Alto del León, en la versión saliendo hacia Los Molinos. Así podríamos estar a la sombra a las horas de más sol, que estos días de mayo están dando la razón a ese calentamiento global que algunos dicen que no existe.

La llegada al aparcamiento de Guadarrama, que está cerca de la pseudo-plaza de toros, nos creo inquietud por su ambigua señalización que indicaba que estaba prohibido aparcar pero quizás no, quien sabe… Ya había bastantes coches pero pregunté a un honrado funcionario del ayuntamiento que pasaba por allí y que me respondió de una forma que me dieron ganas de darle un sopapo a mano abierta. Rufi tuvo una mejor idea y llamó directamente al ayuntamiento, donde, tras pasarse la pregunta entre varios funcionarios altamente cualificados, finalmente nos confirmaron que se podía aparcar. Con «total» confianza dejamos los coches y empezamos la ruta.

Atravesando los dominios de Miki, sin su permiso ni na de na. La maldición estaba servida.

Pepe venía afectado por la alergia, porque el aire estaba formado básicamente por polen con algo de oxigeno y nitrógeno, así que no estaba en su mejor día. Nos informó que el estaba encantado con hacer esta ruta pero que tuviésemos bien claro que era de empujar, que había un número elevado de cuestones y que nos íbamos a enterar de lo que vale un peine. La verdad es que, conociendo la memoria de Pepe, sus comentarios sembraron la inquietud en el escueto equipo que formábamos.

Atravesando prados y pradillos. Pepe nos recordaba que no todo iba a ser así…

Así, con sombríos presentimientos, atravesamos los primeros prados (Los Pradillos, Prado Largo, Prado Herrera, del Arroyo,…) en dirección a Los Poyales. Con ese nombre es normal que en ese sitio que nos encontrásemos el primer cuestón de la jornada.

Pepe pidiendo la intercesión de la Virgen del Espino para afrontar con éxito los cuestones apocalípticos que nos esperaban agazapados en la ruta

Para atajar nuestro ascenso, Pepe propuso pasar por debajo de la presa de los Irrios, que ya la teníamos muy vista y tal y tal. Como indica la música elegida para esta crónica, Fernando y yo «nos dejamos llevar» y así fue como nos metimos en un pedregal en subida lleno de agua, barro y piedras, aderezado con raíces y zarzas, que nos empujamos como unos experimentados pringaos. La subida acababa en un túnel inundado por debajo de la vía, llegando finalmente a una zona ciclable.

¡Vaya, una zona donde se puede montar! ¡Y en llano!

Pronto empezamos las subidas. La primera era un 20% muy roto y con poca tracción, que hizo que me bajara de la bici tras 2 intentos por subirla. Fernando, con su poderío y técnica, nos esperaba arriba. En fin…

Luego, llegando a la vertical con Los Molinos, empezó la subida continuada. Ya sabéis como es esto, curva para un lado, subida para otro. Y así hasta que llegas a la zona quasi-horizontal del Camino de los Lomitos, que tiene ese nombre porque te deslomas para llegar.

Las vistas desde esta pista son espectaculares. Después de tomarnos el refrigerio, seguimos en dirección al puerto. Nuestro oráculo particular, Pepe, nos avisó de que muy pronto nos encontraríamos a la derecha con el horror en forma de tremenda pista en subida. Cuando dejamos atrás la Peña del Arcipreste, en las Praderas Gordas (me encantan estos nombres tan poéticos), efectivamente nos encontramos una pista a la derecha, totalmente destrozada (parecía un cortafuegos) que subía sin piedad al Collado y al Cerro de la Sevillana (otro nombre que tiene narices…). Como no era ciclable, una vez más nos la empujamos como campeones. Pero no era mucho y pronto, por un precioso sendero, llegamos al Alto del León.

Ya estábamos arriba, pero la voz en off de Pepe, nos recordaba que todavía nos quedaban dos buenas subidas. Tan acojonados estábamos que pensamos en coger un atajo y escapar del tormento por la vía directa. Pero en algún lugar del subconsciente estaba nuestro pundonor español y, desoyendo los cantos de sirena, decidimos seguir con el track a fuego.

La verdad es que tampoco fue para tanto. Antes de lo que pensábamos, ya estábamos bajando hacia la Jarosa. El bosque estaba precioso y fue un disfrute recorrer esta última parte de la ruta.

La Jarosa estaba petada de gente. Mucho jubilata me parece que hay por ahí. La llegada a Guadarrama la hicimos a toda leche y nos plantamos directamente en el restaurante La Chimenea. Como no tiene menú del día comimos a base de tapas. La sobremesa fue muy agradable, hablando de lo divino y lo humano. La alargamos doblando los cafés y, la verdad, me dio pena que nos tuviéramos que ir. Pero así son las cosas, los días estupendos también tiene su fin.

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Ruidera Norte

Ruta realizada el Viernes 22/04/2022

Dificultad Física
Dificultad Técnica
48.9 km
584 m
175 Km Distancia Madrid
4h12'
3h14'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), sin trialeras, sin obstáculos, no adecuado para temperaturas altas, con muchas fincas privadas, zona de fotografía interesante

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Pepe, Gustavo

Mas detalle ruta

Temperatura media: 11.6
Descarga ruta: Ruidera-Ruta-Norte-20220422.gpx
Reproductor audio crónica:

Nuestro último día en Ruidera no tenía buenos presagios. El día anterior habíamos sacrificado una cabra y tenía las entrañas negras, con una anotación de la AEMET en su interior que indicaba que lo llevábamos claro.

La noche no hizo más que confirmar tan siniestro pronóstico y el sol salió de su escondite pasado por agua. Sin embargo, durante el desayuno la lluvia se detuvo. Está claro que somos caballeros de fortuna (como los del libro de Luis Landero).

Como siempre, con una puntualidad germánica, quizás pelín exagerada, estábamos a las 9 listos para comenzar nuestra última ruta por estas tierras.

Salimos del pueblo de nuevo por el Hundimiento, en dirección noroeste, hacia unas pequeñas lagunas (la Coladilla, Cueva Morenilla y del Cenagal).

El Hundimiento se refiere a una pared caída que provoca la cascada. En este pueblo son muy exagerados.

Desde el primer momento, en vista del cielo amenazante, le dimos cera a los pedales y comenzamos con un ritmo frenético, difícilmente soportable para cualquier otro mortal (si ya lo sé, parece que somos del universo Marvel, pero da dramatismo a la narración).

Gustavo fotografiado a alta velocidad en plena curva

El recorrido transcurría al principio muy cerca las lagunas, paralelos a un canal, que debido al día gris, no mostraban el precioso color azul que nos cautivó el día anterior. Pronto dejamos la lagunillas y nos topamos con el embalse de Peñarroya.

El camino era sencillo, entre encinares y siempre vigilantes por si podíamos sorprender a alguna grulla o garza. Vimos alguna águila sobrevolando los humedales. Íbamos distraídos en estas cosas cuando, de repente, el track giró 90 grados a la izquierda y nos comimos un bonito cuestón bastante largo. Bueno, quizás no fue para tanto, pero la falta de costumbre…

¡Como nos quedamos después de la subida. Se nos fue la color y tooo!

En lo alto de la cima nos encontramos un extenso páramo, lleno de encinares y fincas explotaciones de almendros, viñedos y algún olivar. El cielo amenazaba lluvia y escuchamos una explosión que supusimos que podría tratarse de un caza de la base de Los Llanos superando la barrera del sonido. Así que volvimos a darle caña para alcanzar nuestro objetivo del día, el castillo de Peñarroya.

Antes de lo que nos esperábamos, llegamos a un punto desde el que había una vista espectacular del castillo objeto de nuestra ruta. Aprovechamos la parada y nos comimos nuestro platanito (lo suyo hubieran sido unas migas pero…).

No nos poníamos de acuerdo. Unos querían entrar al castillo, otros alegaban excesivo desnivel para afrontar semejante gesta, otros querían volver para comer, que nos íbamos a mojar… Al final, alguien tiró para adelante ytodos le seguimos, acabando de rondón dentro del castillo, eso sí, después de una subidita bastante asequible, a pesar de su mal aspecto inicial. Mereció la pena este castillo del siglo XII-XIII, con su virgen y todo.

Después de tomar un refrigerio al lado del castillo, retomamos el camino. Nos pusimos en plan creativo y modificamos el track preestablecido. Incluso intentamos atajar siguiendo el mapa de Oruxmaps Y claro, nos encontramos con una finca que nos cerraba el paso. Al menos lo intentamos, pero en un lugar donde todo es propiedad de alguien, es difícil avanzar porque aquí sí han conseguido ponerle puertas al campo.

Pronto retomamos el track original y volvimos a coger la velocidad «infernal» de siempre.

La cosa es que el tiempo se estaba poniendo de nuevo amenazante. El track nos llevó a una comarcal, la CM-3115, donde nos enfrentamos a un viento de cara de lo más agradable, excelente para el cutis. Ya quedaba poco pero no teníamos todavía claro que no nos fuéramos a mojar. Ya era un tema de orgullo.

Pero estaba claro que estábamos de suerte. Llegamos a Ruidera sin problemas. En nuestro hostal (La Noria) estaba Juan para recibirnos. Limpiamos las bicis, a nosotros mismos, y nos fuimos a comer al restaurante Victoria, donde encontramos sitio de chiripa.

Durante la comida empezó a llover. Ya teníamos los coches cargados y, después de un café, salimos en dirección a la capital. El camino de vuelta lo tuvimos pasado por agua. Mientras conducía, respiraba aliviado. Nos habíamos librado por la campana. Una vez más habíamos desafiado a la AEMET con éxito.

Han sido tres días estupendos en los que las Lagunas de Ruidera nos han sorprendido muy gratamente.

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Escorial – Valmayor en primavera

Ruta realizada el Miércoles 13/04/2022

Dificultad Física
Dificultad Técnica
44.5 km
528 m
41 Km Distancia Madrid
4h48'
3h56'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), 15% de trialeras, con un obstáculo, no adecuado para temperaturas altas, 25 metros no ciclable, con algunas fincas privadas, zona de fotografía interesante, muchas puertas

Participantes: Domingo, Félix

Mas detalle ruta

Descarga ruta: San-Lorenzo-de-el-Escorial-Valmayor-2022-04-13.gpx
Reproductor audio crónica:

Como el jueves es un festivo de gran importancia religiosa donde la mayoría de los componentes del grupo forman parte de alguna cofradía, decidimos adelantar nuestra salida semanal al miércoles. Sin embargo, ni por esas. Debían de estar entrenando con las andas o ensayando saetas (venablos más bien, dada la exigua capacidad cantora de nuestro grupo). La cosa es que esta vez solo nos adscribimos Félix y un servidor.

A la hora de elegir una ruta por el Escorial pensé en subirnos el puerto del Malagón, Robledondo, Cruz Verde, y Zarzalejo, volviendo por la Silla de Felipe the second. Una ruta preciosa de 40 kms. y casi 950 m. de desnivel. Se lo plantee a Félix y le pareció bien. Y cuando salimos íbamos con esa idea, pero por el camino nos pareció que hacía un espléndido día de primavera y que quizás allí arriba no iban a abundar las florecillas, los pajaritos y las praderas de un verde increíble. Fueron exclusivamente estos aspectos y no otros los que nos hicieron cambiar la ruta sobre la marca, evaluando la situación en 3 segundos. Así que a la altura de la carretera que lleva al Arboreto Luis Ceballos, cambiamos de rumbo y nos dirigimos a la Horizontal atravesando una zona rota cerca del embalse del Infante y entrando en una trialera que nos llevó del rondón. Disfrutando y charlando, vamos haciendo kilómetros.

En este cuestón, con la Machota Mayor al fondo, decidimos que hacía un día estupendísimo para llanear.

No nos equivocamos en la elección. El bosque estaba espectacular y pronto empalmamos con la carretera del puerto de la Cruz Verde, en dirección a la ruta ecológica (antigua carretera de Ávila).

Félix hacía tiempo que no iba a la Silla de Felipe, así que hicimos un poco de turismo, desviándonos ligeramente de nuestra ruta grabada a fuego.

¡Puff, que momento más imperial!. Me están dando ganas de invadir algo, por ejemplo, Ucrania…

Retomamos el camino de nuevo por la pista que conecta la silla con Zarzalejo Estación, una vieja conocida que recorremos velozmente y que nos deja justo al principio del pueblo.

Aquí comienza la divertida pista-trialera de las lagunas de Castrejón, una zona llena de aves con lagunillas por todos lados. Una pista preciosa y muy divertida que, por suerte, no tenía ni barro ni agua.

Ésta acaba en la gran pista que lleva a Fresnedillas de la Oliva. Aprovechamos para tomar el platanito y coger otra trialera de lo más divertida, más metida en bosque que la anterior, y que nos lleva a la zona de fincas de Tres Dehesas, un lugar donde si no tienes 10 hectáreas no eres nadie. Después de subir un ratillo, atravesamos la carretera de Valdemorillo, a la altura del restaurante La Esperanza, y nos metemos en la Vereda de los Vaqueros hasta la ermita de Nuestra Señora de la Esperanza. ¡Agua a la vista! Ya estamos en Valmayor.

Como había agua para aburrir, el atravesar el arroyo que viene de el Escorial para seguir por el lado opuesto del pantano, se nos hizo un poco complicado pero finalmente lo resolvimos sin mojarnos. Este paso siempre es una aventura, nunca sabes como te lo vas a encontrar…

Aquí había de todo, desde águilas y milanos, a patos y cormoranes, pasando por gaviotas y domingueros. Una delicia aunque el camino que te lleva al lado opuesto de esta especie de península te hace subir un pequeño cerro (nos estábamos mal acostumbrando…). Enfilamos el puente que lleva a Galapagar, y pasando por debajo de la M505, nos dirigimos a la presa de los Arroyos.

Ya nos queda poco. Enfilamos paralelos al arroyo Ladrón por otra trialera llena de curvas, revueltas y badenes. Empezamos a estar ya un poco hartos de dar pedales, pero queda poco, aunque se hace pesado por tener que atravesar las dehesas, abriendo y cerrando puertas. De todas maneras, no importa, el campo está espectacular.

En el Escorial todas las vueltas (y curiosamente, también las idas) son cuesta arriba (este fenómeno lo están estudiando en Pasadena). Por fin llegamos a casa. Justo en ese momento llega Raquel y nos vamos a comer al chiringuito de Felipe II. Buena conversación, risas y proyectos es la forma en la que acaba este estupendo día. Misión cumplida.

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Colmenar Viejo – Rutas del Este

Ruta realizada el Jueves 10/03/2022

Dificultad Física
Dificultad Técnica
33.8 km
573 m
26 Km Distancia Madrid
3h06'
2h38'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), 15% de trialeras, sin obstáculos, no adecuado para temperaturas altas

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Mario

Mas detalle ruta

Temperatura media: 16.1
Descarga ruta: Colmenar-Viejo-Este20220310.gpx
Reproductor audio crónica:

Buscando alternativas para hacer alguna ruta que no hubiésemos pisado antes, encontré esta propuesta, que, como después vimos, conocíamos en su mayoría pero que nos sorprendió con algún paraje todavía inexplorado. Cada vez está más complicado descubrir cosas nuevas en nuestra comunidad. Cosas de la edad.

Últimamente el tiempo está primaveral, como debe ser, por otra parte. Por eso, el día anterior no teníamos nada claro si íbamos a poder salir o no. La información meteorológica parecía la sede del PP en estos días, muy confusa. Así que la decisión la tomaríamos el mismo día por la mañana. Dada nuestra formación militar (puta mili), evaluamos riesgos y nos coordinamos a las 8:00:00, con envío de rutas y punto de encuentro a través de un canal seguro.

A la hora fijada, con un error de +/- 30 segundo, nos reunimos en el punto acordado. Allí estaba el grupo TTV/TOT (el archiconocido comando de las Tres Treks Viejas, the Three Old-fashioned Treks para la OTAN), listo como siempre para darlo todo. Como premio a nuestra valentía, el día prometía sol y buen tiempo, con una temperatura excelente. Félix indicó que, tras un profundo estudio, era mejor invertir la ruta. Alfredo y yo aceptamos antes las pruebas aportadas, sin tener muy claros los motivos, pero el boss es el boss… Había ganas y buen humor, así que tiramos pa´lante, totalmente invertidos.

Pronto advertimos que la bicicleta de Félix nos iba a amenizar la jornada con un agradable hilo musical. En esta ocasión, fue el concierto para Top Fuel Opus 666, también conocido como «La Serenata de los Somieres«, pieza clave de la dodecafonía del siglo XXI. Y no sólo eso, además, como celebración del fin de ruta, Félix Cano nos ofreció el oratorio «Mi vicio es Mibicio«, pieza de gran sensibilidad dedicada a Mi José .

Empezamos la ruta rodeando Colmenar Viejo por el oeste. Una vez en el norte del pueblo, empleando parques y carriles bici, alcanzamos la afueras y nos empezamos a dirigir hacia el este.

Esta parte nos era desconocida. Dada su sencillez, aprovechamos para que Alfredo nos contara su experiencia en los Emiratos y las Maldivas. Poco después empalmamos con el carril bici paralelo a la M-607 y que pronto dejamos para dirigirnos al este. Después de recorrer algunas trialeras y pistas, llegamos a la conocida zona del cerro Escobar y los Camorchones, donde un pedregal nos hizo poner pie a tierra en varias ocasiones.

Por esa zona nos encontramos con el Canal Bajo de Isabel II. Después de ver la exposición del Canal donde se mostraba con fotos de la época cómo se construyó, ahora valoramos en su auténtica dimensión el esfuerzo que supuso su construcción cuando nos topamos con algún elemento de aquella obra.

Poco hay que añadir. Girando hacia el oeste, la segunda parte de la ruta era una vieja conocida, con continuos sube/baja, atravesando dehesas y prados, con sus caballos, vacas y ovejitas. Este marco bucólico hizo que Alfredo mostrase su faceta más sensible, como se puede apreciar en el vídeo, al ver a un corderito recién parido.

La llegada se nos hizo pesada. Subidas con fuerte desnivel, parajes llenos de chatarra y pasos de tren, que nos hicieron pensar que a lo mejor no había que haber invertido el track, pero vete a saber…

En el restaurante Lamadrid nos esperaba ya Mario, que nos hizo el honor de venir a comer con nosotros. Por eso está incluido en la ruta, porque la charla de la comida y la sobremesa es lo más importante del día.

La comida se salió de lo normal, bien presentada, de calidad y con un arroz con leche muy cercano a lo que ponen en Asturias. Hasta el café era bueno. Y la sobremesa todavía mejor. En definitiva, otro día excelente.

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Valdemorillo-Navalagamella-Zarzalejo

Ruta realizada el Jueves 17/02/2022

Dificultad Física
Dificultad Técnica
40 km
667 m
32 Km Distancia Madrid
3h55'
3h04'
Características Terreno Suelo duro (pueden ser de roca o pedregoso), 30% de trialeras, con tres o mas obstáculos, no adecuado para temperaturas altas, 500 metros no ciclable, zona de fotografía interesante, muchas puertas

Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Rufi

Mas detalle ruta

Temperatura media: 14.4
Descarga ruta: Valdemorillo-Navalagamella-Zarzalejo-20220217-1.gpx
Reproductor audio crónica:

Salgo de casa en un día invernal que parece de primavera, con la radio dando noticias del mamoneo Ucrania (me recuerda la película Cortina de humo) y con la buena nueva de las trifulcas internas de PP (esto va a ser nuestro Watergate pero en cutre y sin dimisiones, por supuesto, que esto es España). Todo, unido al coronavirus, que ya va para 2 años, hace que tenga la sensación de vivir en una serie distópica de esas que se han puesto tan de moda. Menos mal que quité la radio y puse a ZZ Top para animarme (de ahí el tema musical de la crónica). Por fin llegué a Valdemorillo con ganas de encontrarme con los amigos y empezar una ruta que, aparentemente, iba a ser una gozada.

Hubo que aparcar en las afueras del pueblo, al lado de un vivero, porque Valdemorillo está bastante concurrido. Alfredo, mientras nos preparábamos, se tomó un café, yo creo que para echar un vistazo al restaurante Vanessa /və nesə/ que estaba al lado y que, desde el momento en que lo propuse, creó una gran expectativa. ¡Ay, que mentes más obscenas!

Salimos en dirección al Escorial, desviándonos muy pronto a la izquierda. Pronto la cosa empieza a ponerse estupenda, con un tramo de fuerte y pedregosa subida por el camino de Robledo de Chavela.

Para empezar, una subida «ekstupenda» que deja patente que ya venía precansado de casa. Puff

Tras coronar este inesperado puerto comenzamos una bajada por el mismo camino buscando a la derecha la Cañada Real Leonesa. Pero pronto se acaba lo bueno y empalmamos con la senda del Río Perales. Al principio es sencillo. El paisaje se va haciendo cada vez más atrayente, cerrándose y con bastante vegetación.

Pero según avanzamos nos vamos encontrando tramos más y más complicados con grandes rocas y escalones que nos hacen poner pie a tierra.

Pronto nos encontramos con los restos de los antiguos molinos hidráulicos que dan nombre a este sendero.

Después de arrastrar la bici un rato volvimos a los senderitos. Ahí es donde nos dimos cuenta que ya habíamos estado anteriormente por parte de esta zona.

Eso quedó confirmado cuando nos subimos el cuestón que nos llevaba a Navalagamella. Es curioso como nuestra memoria se queda con ciertas cosas, sobre todo cuando son cuestas…

Tras cruzar la M-521 continuamos de nuevo por la Cañada Real Leonesa durante un rato, para desviarnos por el camino de Navalahonda, cruzando unas bonitas dehesas de encinas. Así entramos en una zona de puertas que amablemente nos iba abriendo Alfredo que, como siempre, encabezaba la expedición. Desde un pequeño desvío observamos en la distancia la estación de Seguimiento Espacial de Fresnedilla.

Retomamos el camino y dejamos el pueblo de Fresnedilla a la izquierda. Nos encontramos de frente con una carretera vigilada al otro lado por 2 bunkers que nos recuerdan que tuvimos una guerra civil. Por esta carretera, durante unos 200 m., nos dirigimos por pistas hacia la zona de Pajares. Aquí Félix y yo perdimos de vista a Alfredo y Rufi que iban como alma que les lleva el diablo. Esta zona es de campo abierto, con las Machotas y Zarzalejo en el horizonte, con un sube y baja de los más entretenido por pistas amplias con piedra y arena.

Inesperadamente aparecen Alfredo y Rufi por detrás. Y mira que es difícil perderse aquí, pero es lo que tiene el ansia viva y un gumias. Al cabo de unos minutos, el arroyo de la Moraleja nos advierte que Zarzalejo está ya cerca.

En la encrucijada de Fuentevieja nos desviamos, justo antes de entrar en Zarzalejo, y por allí seguimos hasta toparnos con la carretera que viene de Fresnedillas. Hacemos un tramo por ella, dejando unas instalaciones de piensos y de Central Lechera Asturiana. La abandonamos finalmente para coger la pista que pasa cerca de las Lagunas de Castejón, unas de las predilectas de Pepe por esta zona, sobre todo en primavera.

La verdad es que es muy divertida a pesar de encontrarnos de frente con un capullo en moto. Al terminar, empalmamos con otra pista muy entretenida también que se llama la Vereda de los Caballeros.

Así acabamos llegando a la M600, prácticamente al lado de Valdemorillo. Pero como hay que hacer el track, pues nos vamos en dirección contraria por una pista que conocemos de la vuelta a Valmayor y que nos lleva hasta la Ermita de Nuestra Señora de la Esperanza.

Para llegar aquí hemos tenido que bajar bastante, por lo que inevitablemente nos toca subir de nuevo (este tramo es masoquismo puro). Rodeamos la urbanización El Paraiso y finalmente, después de atravesar de nuevo la M600 por un pequeño túnel, acabamos llegando a Valdemorillo.

Llegó el momento de disfrutar de las especialidades de Vanessa, bueno, de su restaurante. Rufi prefirió declinar la experiencia, así que los 3 nos enfrentamos a lo desconocido. Pero no voy a contaros nada porque somos caballeros y, además, porque lo que pasa en Valdemorillo se queda en Valdemorillo. Sólo decir que, como siempre, un día genial.

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