Ruta realizada el Viernes 25/10/2019
Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Juanlu, Pepe
El último día de la excursión a la Sierra de Gata más que el de “cuidado con el verdín” de Juanlu se podría resumir como el de las cinco cagadas.
Vayamos al tajo; la primera cagada es la que hice para liberar los 5 platos de judías que me tomé el día anterior y dejar espacio para la comida del día. Félix agradeció especialmente el gesto, porque tuvimos que abrir las ventanas de su cuarto durante el desayuno para neutralizar la contaminación NBQ.
La segunda cagada fue el desayuno. Nuestro lugar habitual para desayunar estaba cerrado y tuvimos que cambiar la media barra de pan con jamón y tomate por una magdalena envasada.
Finalmente cogimos el coche y fuimos a Valverde del Fresno para empezar la ruta. Aquí nos dimos cuenta de la tercera cagada; Pepe vino con los calcetines de lunares de dudoso gusto que rompía la armonía del grupo,
Antes de salir nos visitó un ciclista de 65 años con su bici eléctrica y como suele ser habituales con los ciclistas eléctricos nos intentó convencer de que ellos también dan pedales.
La ruta empezó subiendo como es habitual y Pepe decidió dejar a su extraña pareja (Juanlu) para escaparse del pelotón aprovechando su entrenamiento de spinning. Yo no tuve más remedio que neutralizarle. Cuando prácticamente llegamos a la cima decidimos esperar al resto del grupo no fueran a pensar que no queríamos estar juntos (o que Pepe había cambiado de pareja).
A partir de este momento empezamos a ver los madroños con sus frutos rojos a lo largo del camino.
Justo cuando se iniciaba el segundo ascenso tuvimos la cuarta cagada. La ruta seguía por un sendero que no se veía y nos liamos por pistas erróneas. Finalmente nos tocó subir por un cortafuego empujando la bici como en los viejos tiempos.
Al final conectamos con el camino y visitamos un puesto de vigilancia donde Félix nos contó la anécdota de que el vigilante daba de comer a los jabalíes por la noche y un día invitó a un amigo cazador que se puso ciego a matar jabalíes desde el puesto de vigilancia.
Tras una última subida el resto de la ruta era prácticamente de bajada sin problemas, pero se produjo la última cagada. Nuestro amigo Pepe que lleva el GPS en un móvil chino desfasado se perdió porque el móvil no re arrancaba. Tras algunas llamadas y envío de localizaciones erróneas pudimos volver a contactar gracias a que al final tomó el desvío adecuado.
La ruta terminó según horario previsto y nos dio tiempo a volver a casa, ducharnos, recoger y comer donde el primer día. La comida estaba estupenda y sólo echamos en falta el famoso postre de serradura.
Tranquilamente después del café cogimos el coche y volvimos a Madrid.
Otra semana maravillosa que recordaremos todos con agrado pero sobre todo no olvidéis; ¡Cuidado con el verdín!.
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