Ruta realizada el Sábado 30/05/2020
Participantes: Alfredo, Pepe
Reproductor audio crónica:
Más de lo mismo, otra Casa de Campo ¡y en sábado! Esto va a ser como el día de la bici, pero quedarse en casa es peor (creo).
Ayer en la sesión de video no se veían muchos ánimos. Las limitaciones en las salidas invitan a la pereza y la pereza es la simiente de una mala leche interna que no puede traer nada bueno ¡hay que salir! Si me quedo en cada estoy irritable, tristón, no me aguanto y ni yo. A que os suena…
Pues eso, que a las 7:30 estábamos en el Lago Alfredo y yo, para hacernos una ruta improvisada, tratando que el parque nos parezca más grande de lo que es en realidad. Ya viene desbravado, porque me dice que se picó con uno de carretera subiendo Gran Vía y coronó a 30 km/h (no me lo creo).
Empezamos la ruta paralelos a la L10, el antiguo “surbano”, que se construyó en medio del campo para dar servicio a barrios que no existían o estaban sin desarrollar. Claro que, no debe olvidarse que Metro tuvo una promotora inmobiliaria enorme que nació con el ferrocarril urbano de principios del XX y después bebía del desarrollismo de Madrid en los 50 y 60 ¿a que si digo Metrovacesa os suena más? (https://es.wikipedia.org/wiki/Metrovacesa)
Bueno, pues eso, que nos subimos hasta Batán y aprovechamos para dar una vuelta por la plaza de toros y los corrales que hospedan a los morlacos durante la feria del Santo. Este año los chiqueros se quedarían vacíos –también-.
De ahí tiramos en dirección Aluche, para dejarnos caer junto al zoo. Hacemos los senderitos pegados al arroyo Meaques y pasamos por el puente de piedra o Puente de la culebra, uno de los históricos del parque.
Dando la vuelta a la casa de las fieras, vemos los monos, escuchamos los ruidos de la jungla y olemos el pestazo de los ungulados, pero no aparecen los tigres. Se ve que no son horas para sus señorías.
Otra bajadita hacia el corazón más turístico del parque nos muestra cómo se va llenando de público. Llegan con coche, aparcan y se ponen en marcha desde allí. Coincidimos con un paisano que lleva unas alforjas de esparto que se ha hecho el mismo. Alucinante el trabajito del menda. Allí va todo orgulloso, con su muestra de artesanía carpetovetónica.
En la segunda vuelta recorremos el histórico pinar de las Siete hermanas. Usamos un sendero a media altura que nos separa un poco den gentío, pero no es que vayamos solos tampoco.
Esta vez sí, esta vez nos vamos derechitos a ver le jardín del Sagrado Corazón, con su Cristo y los obuses de la guerra rindiendo homenaje. Una mezcla de devoción, entretenimiento de jubilao y colección de chatarras reaprovechadas. Desde bidones de agua a una exposición de fotos o la valla perimetral, construida aprovechando cualquier cosa. La historia del sitio parte de una compañía sevillana que estuvo allí durante la guerra y cuyos descendientes visitan el lugar anualmente y celebran una misa de campaña.
Un poco más de mamoneo por el parque, que ya se pone imposible. Propongo escaparnos un poco y girar una visita a “la feria del campo”. Increíble la arquitectura de los pabellones antiguos. Algunos son preciosos. Todo muy abandonado, ruinoso. Es una pena que no se haya sabido comercializar bien. Quizá una suerte, para dar un descanso al parque, que ya tiene bastante soportando el zoo y Parques Reunidos ¿os imagináis que se hubiera desarrollado ahí “Rozas Village”? Más cerca, más bonito, más grande. Bueno es lo que es y abandonado también tiene su encanto.
Senderito sorpresa de vuelta, corto pero intenso, con la vegetación cerrada que nos engulle según bajamos y subidita a carajo sacao, por la pista del puente rojo. Ya solo queda compartir camino hasta otro arroyo y separarnos, que el tiempo se ha consumido (las ganas no). Llego a casa a las 10 “sharp” y estoy seguro que Alfredo tocó la media. Menos mal que hay tolerancia.
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