Ruta realizada el Jueves 27/02/2020
Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Juanlu
Reproductor audio crónica:
Esta rutita por el Parque Natural de los Cerros, al lado de Alcalá de Henares, la encontré por pura casualidad buscando algo que no hubiésemos hecho por los alrededores de Madrid, en dirección a Guadalajara. Nunca había oído hablar de este parque, aunque parece que es bastante famoso. Y es que a Alcalá solo voy de tapas…
Nos amaneció un día estupendo, no muy frío. Dude en ir de corto, pero tampoco era cuestión de pasarse. El Waze me llevó por Mejorada del Campo. Fue un gran acierto ya que pude disfrutar de un amplio abanico de modelos de furgonetas de Amazon que amenizaron mi viaje llevándome a 60 kms/h durante gran parte del recorrido. Al final llegué unos minutos tarde al aparcamiento, porque sí, este sitio tiene hasta aparcamiento.
En cuanto nos pusimos en marcha, el lugar nos sorprendió. Era un bosque de pinos en toda regla, entre colinas escarpadas, repleto de veredas y caminos. Enseguida empezamos una agradable subida por pistas anchas donde Alfredo nos contó cosas de su reciente viaje a la India y Nepal. La cuesta terminó alargándose lo suyo y dejó de ser agradable, claro. Allí sólo hablaba Alfredo. El camino se volvió de nuevo razonable en el Alto de los Reventones (en este sitio los nombres lo dicen todo…).
Una vez aquí, tiramos por un senderito de los que no ves hasta que estás encima, el de Los Lagartos, y nos metimos de lleno en un tobogán superdivertido, estrecho y limpio de obstáculos, repleto de giros con sus peraltes y todo. Una fiplada de sitio, donde Alfredo, el Tigre del Rajastán, se vino arriba, perdiéndole de vista (como siempre, por otra parte). Como la ruta pasa varias veces por este lugar, le vas cogiendo el puntillo y al final parece que estás haciendo bobsleigh, esos trineos que se lanzan a lo loco por un tubo de hielo.
Llegamos encantados, con una sonrisa tonta en la cara. Habíamos encontrado un parque de atracciones para bicis. Pero no es oro todo lo que reluce. Al llegar al final, doblamos en uno de sus múltiples giros 180 grados. Y ahí nos estaba esperando el sendero que nos llevaría al Barranco de la Zarza. Aquí la cosa cambió drásticamente. De repente la ruta se volvió muy técnica, sin tolerar ni un despiste, con subidones explosivos de 1:1, continuos badenes, senderos estrechos con peralte negativo y bastante expuestos. Un lugar nada recomendable para tener vértigo o miedo a la altura. Nuestro amigo Juanlu tuvo un pequeño incidente en esta zona, aunque su experiencia le protegió y salió victorioso y triunfal, sin apenas un rasguño e inmaculado como es su costumbre. La subida no acababa nunca, los senderos dieron paso a una pista más ancha pero llena de piedras. Siempre deslomados (al menos un servidor), nos dimos de cara con unos cuestones que me acabaron convenciendo de poner pie a tierra. Así es como llegamos al “Banana Point”, el alto llamado el Ecce Homo, con unas vistas que merecen la pena (después de la paliza lo valoras más, eso ya te lo digo yo).
La bajada por pista en medio del bosque es gozosa. Nos desviamos por un sendero y al final del mismo, nos metimos por un pequeño túnel que pronto nos hará subir de nuevo. Otro palizón por sendas estrechas nos lleva de nuevo hasta arriba para, inmediatamente, bajar por otro barranco, más abierto esta vez, que se llama Salogre, vaya usted a saber por qué.
Cuando finalizamos ya sabíamos lo que nos esperaba. Con paciencia, iniciamos una nueva subida, esta vez por por pista. En la parte alta retomamos el camino que hicimos la primera vez. Aquí, en la 3ª subida, fuimos conscientes de dos cosas: que estábamos follados (bueno, fatigados) y que se nos iba la hora de la comida si tratábamos de finalizar el track marcado, que constaba de 5 subidas y bajadas. Fue en ese momento en el que, ¡oh providencia!, el Tigre del Rajastán tuvo una avería en el desviador trasero (se rompió el muelle de recuperación; a mí me pasó lo mismo hace menos de un año, tanto XTR y tanta hostia pa’ na…). Así que, con gran dolor de nuestro corazón, tuvimos que volvernos al parking, prácticamente todo el tiempo cuesta abajo.
Para comer, intentamos ir a una pulpería que estaba a escasos 250 m. del parking sin éxito porque sólo abrían fines de semana. El restaurante donde había reservado Juanlu estaba en el mismo Alcalá de Henares y fue imposible aparcar, así que decidimos dirigirnos de vuelta a Madrid y ver si encontrábamos algún lugar en el camino. Misión imposible, todo era un polígono industrial. Sólo encontré un lugar lleno de camiones en la via de servicio, pero como no llevaba un calendario con una tía en pelotas detrás del asiento del conductor (imprescindible para integrarse en este hábitat), decidí seguir camino a casa, donde me esperaban las sobras del día anterior.
Así acabamos esta ruta, llena de sorpresas, muy recomendable y divertida, aunque exigente y técnica. Y para acabar con esta brasa, queridos niños, voy a incluir algunas recomendaciones:
- Las múltiples vueltas de que consta el recorrido hacen que haya que estar muy pendiente del GPS y de los waypoints. Al menor despiste, ya te has salido y estás en otro barranco.
- Posiblemente no es buena idea ir en fin de semana, porque debe haber una gran afluencia de gente al estar tan cerca de Alcalá. Y en los toboganes es fácil empotrarte con alguien…
- Tampoco es recomendable acercarse por allí después de que haya habido lluvias. El terreno arcilloso y los peraltes negativos no lo hacen nada recomendable. Acabarás perlado, seguro.
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Una respuesta a “Parque Natural de los Cerros – Alcalá de Henares”
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Tantos años montando y hay rincones cercanos por conocer ¡muy bien!