Ruta realizada el Lunes 26/05/2025






Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Juanlu
Reproductor audio crónica:
Este era nuestro primer día dando pedales en Asturias. El día amaneció nublado, muy gallegiño, dando la impresión de que íbamos a conocer de primera mano lo que era el orbayo. Después de un potente desayuno a base de tostadas y bizcocho de manzana, salimos a la hora prevista, como mandan los cánones prusianos.
Esta ruta sale de Tapia en dirección al oeste, dándonos de bruces con la playa de Aguileiro, donde ya había gente haciendo surf.


Encantados de habernos conocido, empezamos a bordear un piélago de playas en dirección a un castro, del que no vimos ni rastro.


Cuando llegamos a la zona de punta Calonga, se suponía que íbamos a seguir en dirección a las playas de las Poleas y los Serantes por un sendero que bordeaba el mar. Pero que si quieres arroz (asturiano) Catalina, no hubo forma de encontrar el dichoso sendero, devorado seguramente por una vegetación que nos acompañó (y arañó…) en todo el viaje.

Finalmente optamos por la vía sencilla, tiramos por una carreterita que nos llevó al parking de Serantes.
**** ATENCIÓN no existe el video 20250526_103029.mp4 en el álbum de Google de la crónicaPasamos por Santa Gadea casi sin enterarnos y enfilamos hacia Peñarronda donde hicimos otra paradita fotográfica y dronera.




Después rodeamos un pequeño aeródromo de ultraligeros del que sólo vi el cartel. Justo antes de entrar en la Ensenada de Arnao y dirigirnos al interior, estuvimos recorriendo una zona de costa impresionante llena de cabos, aunque aquí los llaman puntas, no sé si para liar al personal o porque consideran que no tienen suficiente entidad.
Según entrabamos en la ensenada en dirección a Figueras, a nuestra derecha empezó a asomar Ribadeo, con su mastodóntico skyline. Pasamos muy cerca del Puente de los Santos, atravesando por un paso inferior la N-634, dándonos de bruces con una «bonita» ermita-castillo que enmarca la entrada de Figueras. La podéis encontrar en el álbum fotográfico. Yo me niego a contribuir a la difusión de su silueta.
Allí se encontraba un hotelito que recordaba Félix de tiempos inmemoriales y que resultó ser un complejo de 2 casoplones convertidos en hoteles con encanto.

Figueras está lleno de caserones y grandes chalets. Se trata de un pueblo muy turístico que no le falta de nada. Hasta tiene un estupendo astillero que cotilleamos curiosos.
A la salida del pueblo, la ensenada se convierte en la Ria de Eo (les dio pereza poner un nombre más largo) y la orilla está bordeada por un bosque de eucaliptos que nos abrió los pulmones a base de bien.
**** ATENCIÓN no existe el video GX010210R.mp4 en el álbum de Google de la crónicaCerca del pueblo de Castropol, el track nos metió sorpresiva e inopinadamente por un camino lleno de un continuo sube-baja de escaleras que hizo que nos acordásemos de la familia del diseñador de la ruta de una forma harto efusiva.
**** ATENCIÓN no existe el video GX010214.MP4 en el álbum de Google de la crónicaLa entrada al pueblo de Castropol nos recibió con un pequeño parque donde reinaba uno de esos bancos con vistas que hay en la costa gallega y asturiana, y que despertó momentos de amistad y fraternidad en algunos componentes de la expedición, en línea con la gama cromática del susodicho banco.

En Castropol buscamos incesantemente el hotel que recordaba Félix (por el que ya habíamos pasado en Figueras…) sin éxito, claro. Lo que si encontramos casualmente fueron unos vermuts en el puerto y, luego, una excelente comida en el restaurante elegido fenomenalmente por Alfredo, el Complejo Peñamar.

A la vuelta, evitamos cuidadosamente la zona de escaleras y volvimos aproximadamente por el mismo camino por el que hicimos la venida, abreviando en donde se podía.
Después una relajante ducha y un poco de descanso, nos dirigimos hacia la playa de las Catedrales donde habíamos quedado con Carolina y Pepe, que andaban por allí, de negocios. Resulta que han ampliado su emporio inmobiliario con la adquisición de una vivienda de veraneo en un pueblo de Galicia, a una hora, más o menos, de dónde nos encontrábamos. Fue un alegrón encontrarnos de nuevo en ese marco incomparable (además, y para mi sorpresa, casi vacío).





Esa noche cenamos de nuevo estupendamente en Ribadeo, en un lugar recomendado por Pepe, el restaurante Pulpería Casa Villaronta. Definitivamente, como dirían los Cohen, éste no es país para gordos. En el hotel caí redondo después de este intenso día. Y no habíamos hecho más que empezar…
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En la playa de las catedrales bajó la marea y pudimos ir a todos los rincones, y encima sin gente. Una pena que me dejara a retortijón en casa.
Fue estupendo poder quedar con Pepe a ver si repetimos , pero con bici.
Buena ruta y muy sorprendente por la variedad de paisajes. Lástima no tener tomas de Las Catedrales con el dron, que además estaba en bajamar (lo que no fue casual).
Buena crónica. A ver si vuelve Alfredo y arregla el fallo de Google porque no se pueden ver los videos