Ruta realizada el Jueves 25/01/2024
Participantes: Alfredo, Domingo
Reproductor audio crónica:
Esta ruta la realizó el grupo en mayo del 22 y, vista la satisfacción general que había suscitado, pensé en proponerla para este jueves. Tampoco es que fuera muy complicado llegar a un acuerdo ya que en esta cita solo nos postulamos Alfredo y yo. Y ya sabemos que nuestro Alfredo es un entusiasta de Torrelodones y sus trialeras, así que era una propuesta segura.
Nos recibió un día de abril en el mes de enero. Quedamos en el campo de futbol (polideportivo Julián Ariza), donde había muchas plazas libres para aparcar. Nada más bajar del coche, me cambié el culote de invierno por el corto sin dudarlo. El día era totalmente primaveral. Prueba de ello es que Alfredo iba goteando por la nariz debido a su alergia, dejando un rastro húmedo como Alien, el octavo pasajero.
Salimos de Torrelodones rodeando su cementerio y pronto nos metimos en dirección al Prado de la Solana y el Enebral por un vericueto de sendas y trialeras entre jaras y carrascas la mar de divertidas. Nos sorprendieron el barro, los charcos y el agua que nos encontramos y que fue una constante en todo el track. Llevaba bastante tiempo sin llover, pero allí estaba, para fastidiarnos. Así que, como empieza a ser tradición, desde el minuto uno ya estábamos embarrados como unos auténticos cerdos. Por suerte, este barro era del normalito, nada que ver con el que nos encontramos en Colmenar de Oreja, que debía ser para hacer botijos.
Al llegar al Enebral, seguimos paralelos al cauce de un arroyo. Rodeados de chalets, la temperatura bajó repentinamente, de forma extraña, cómo en la habitación de la niña de El Exorcista. Culebrando por estos caminos, Alfredo me contó sus últimos avances en temas de IA, así que es muy probable que veamos pronto una nueva versión de nuestra web con track diseñados por ChatGPT u otra IA. Igual también se lía a escribir las crónicas y monta por nosotros…
Rodeamos durante un buen rato la zona de chalets de los Peñascales, sin meternos nunca en la urbanización, con algún tramo de escalones de madera haciendo la puñeta. Terminamos dejando el sendero de circunvalación, en dirección al norte, directos al Cancho de las Cruces. Otra zona bien servida de arroyos, charcos y barrizales a los que ya están acostumbrados nuestras bicis, cual si de tritones se trataran.
Llegamos a los Altos de la Solana, donde decidimos tomarnos el platanito, igual que hizo la primera expedición. Allí estábamos tan tranquilos, disfrutando de la vista, cuando apareció de repente un abuelete que se había venido andando desde Hoyo. El buen hombre nos demostró su conocimiento de la zona, enumerando y describiendo todos los accidentes que se abarcaban con la vista. Ya estábamos dando picotazos, a punto de perder la conciencia mientras nos preguntábamos que habíamos hecho para merecer aquello, cuando el hombre se despidió de nosotros, que ya se le hacía tarde para el vermut.
Repuestos del encuentro, continuamos con la ruta, en dirección a los Canchos, cuyo nombre no presagiaba nada bueno, como efectivamente así ocurrió. Esta zona estaba llena de rampones que, con una bici convencional, te haría preguntarte que demonios haces allí. Posiblemente sea la más complicada del recorrido, pero no es excesivamente larga.
Bordeamos la academia de Ingenieros de Hoyo de Manzanares (Ohio, para los que tuvimos que perder el tiempo allí, «sirviendo a la patria») y, adentrándonos por pistas de sobra conocidas, enseguida llegamos al pueblo de Hoyo, atravesándole velozmente, que no era cuestión de tontear por zonas urbanas.
Ya se olía el fin del recorrido y aceleramos esta parte que transcurre bastante cerca de la carretera. Lo único destacable es una antigua cantera abandonada y llena de agua, cómo es frecuente en esta zona. Las más famosas son las de Moralzarzal y Villalba.
Incluso, ya casi llegando nos encontramos agua para aburrir. La entrada en Torrelodones la realizamos por la carretera M-618, pasando de un lado a otro, siempre buscando un triste sendero por el que evitar el asfalto.
Así acabamos esta preciosa ruta, divertida y sorprendente, porque no te imaginas tanta naturaleza en una zona tan urbanizada. El día fue un lujo y nos lo pasamos como enanos zigzagueando por estos senderos. En esta ocasión no nos quedamos a comer, que Alfredo está limitando su contacto social en prevención de su viaje al Kilimanjaro.
Y así se acaba este relato, a la espera de qué el próximo jueves, este extraño invierno nos permita salir de nuevo.
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3 comentarios en “Torrelodones-Hoyo Trialeras”
Los comentarios están cerrados.
Amos anda, perder el tiempo sirviendo a la patria.Di la verdad te hizo un hombre hecho y derecho. Nenazas, que sois unos nenazas. Buena crónica 👍
Sabía que ibas a saltar Juanlu, jajaja
Todavia no soy un hombre hecho y derecho, sobre todo eso último. Muuuaccc
Buena crónica y buena ruta, llegar a venir Félix y la conversación entre el vejete y Félix hubiera durado dos horas. La ruta divertida como siempre y mas con la eléctrica que no se te atragantaba los cuestones.
Menos mal que con la eléctrica íbamos a evitar mojarla.