Ruta realizada el Martes 21/11/2023
Participantes: Domingo, Félix, Juanlu
Reproductor audio crónica:
Hacía tiempo que queríamos adentrarnos de nuevo en la Sierra del Rincón después del buen sabor de boca que nos dejó la salida que realizamos en noviembre del 2020. La verdad es que da pereza llegar hasta este lugar tan apartado pero, una vez aquí, te das cuenta que merece mucho la pena.
Se acercaba un frente frío y estaba claro que iba a ser nuestra última oportunidad este año para ver la alfombra de hojas que cubre por estas fechas esta zona de la sierra.
Por suerte, Montejo de la Sierra tiene una zona de aparcamiento una vez pasado el pueblo, porque es de esos pueblos con calles cerradas que te lo pone muy, pero que muy difícil. Llegué tarde, después de un atasco monumental, a pesar del madrugón que me había metido, de un humor de mil demonios.
Pero en cuanto salimos por la carretera y empezamos ruta se me pasó. Tomamos un camino protegido por una puerta cuyo cierre hubiese hecho las delicias de cualquier mago. Después de desentrañar sus misterios, conseguimos pasar, subiendo por un camino inexistente a través de la hierba mojada. Las rodadas desaparecían poco después de nuestro paso, dejando el camino virgen de nuevo.
Antes de empezar a subir, nos encontramos con la agradable sorpresa de una balsa de agua embarrada que nos cerraba el paso. Las fincas colindantes, con sus correspondientes vallas de alambre (como si aquello fuese Gaza), hicieron fracasar la búsqueda de opciones menos húmedas, así que nuestras e-bikes se tuvieron que convertir en navios por un breve pero intenso instante. Por momentos veía que mi montura se quedaba atascada en el barro del fondo pero, finalmente, todos pudimos atravesarla sin incidentes, aunque eso si, mojándonos de lo lindo y perlándonos de barro.
Convenientemente camuflados por el cieno, acabamos de subir la ladera que el mapa denomina La Molilla. Aquí, ya nos encontramos con la primera alfombra de hojas, aunque un viento frío del norte estaba emperrado en levantarla.
Al llegar a la carretera que sube al puerto del Cardoso se suponía que teníamos que pasar por el camping La Dehesilla pero la cancela con candado indicaba lo contrario y tuvimos que dar un rodeo hasta encontrar una forma de adentrarnos por el bosque que nos marcaba el track. Esta zona fue complicada. No se veía camino alguno debido a las hojas. Por otra parte, el número de árboles caídos hacía que tuviésemos que cambiar continuamente de dirección. El ingente número de palos y zarzas que nos encontrábamos tampoco lo ponía muy fácil. Finalmente, este agotador tramo dio paso a unas praderas abiertas. Ahí giramos 180 grados, ascendiendo en dirección al puerto de La Hiruela.
Este tramo es uno de los más agradecidos de la ruta. Transcurre por un bosque de robles y pinos, con zonas abiertas que te permiten disfrutar de un espectacular paisaje.
Después de coronar el puerto de La Hiruela, seguimos por una pista en bajada que nos va acercando al bonito y turístico pueblo de La Hiruela. Otra zona de vistas impresionantes, donde nos paramos a hacer la foto de rigor, esta vez acompañada por un arcoíris.
Una bajada potente pasa rozando un helipuerto. Ya estamos justo encima de La Hiruela pero la senda esta cortada por uno de esos pasos que no lo ponen fácil a los ciclistas. No había manera de soslayar la dichosa puerta, ni siquiera aunque hubieses llevado un patinete. Así que tuvimos que pasar nuestras pesadas bicis por encima del dichoso obstáculo. Sería la primera vez de la 6 ó 7 que tuvimos que hacerlo ese día, porque da la impresión de que , en esa zona, a los ciclistas no se nos ve con buenos ojos. Costó pero al final lo conseguimos hacer volar a nuestras bicis con bastante soltura. Cómo casi en todo, es cuestión de experiencia y maña.
Callejeamos entre las preciosas casas de La Hiruela y nos dirigimos hacia la senda de la Fuente Lugar, cruzándonos en su recorrido con el lavadero. Una zona preciosa llena de verdín, como nos recordó Juanlu.
Después de empujar un buen rato, llegados a una carretera, donde decidimos que íbamos a abreviar el recorrido. Dada la hora, evitamos una zona de trialeras en subida y posterior bajada, dirigiéndonos directamente hacia el Molino de La Hiruela, donde disfrutamos de nuevo de las puertas antibicicletas. En la salida nos encontramos con un equipo de Telemadrid a los que recibí con un gruñido cuando me acercaron el micro, por lo que optaron por entrevistar a Juanlu y a Félix, más sensibles al medio informativo y sus necesidades de carnaza. Atravesamos de nuevo el pueblo y subimos por la carretera M-137 (apenas con tráfico) para coger una pista a la altura del helipuerto en dirección al puerto del Cardoso.
La vuelta transcurrió por pistas muy agradables con bonitas vistas a Pradena y Montejo, amenizada por zonas de pinares cerrados.
Ya nos veíamos en Montejo, pero para evitar otra vez la experiencia acuática con el Arroyo del Valle, decidimos explorar nuevas vías de escape para ir por la carretera. Manías nuestras, que no nos gustan los barrizales. Así fue como nos dimos de bruces con una granja que tuvimos que rodear campo a través, entre zarzas, vacas, puertas, vallas, etc. Hoy era el día de ir por mitad del campo, haciendo camino al andar.
Por fin conseguimos llegar al mesón El Hayedo «on time«. Dejamos las bicis en un almacén a pesar de los morros del hijo del dueño. Comimos estupendamente, como ya pudimos comprobar la primera vez que fuimos por allí. Dejo aquí un botón (bueno, dos) de muestra.
Un día muy agradable a pesar del frio que fue entrando a lo largo del día, con una ruta espectacular. Muy recomendable, especialmente en otoño. Quizás le habría quitado alguna puerta, alguna triscada campo a través y algún empuje de bicicleta entre piedras llenas de verdín, pero el entorno hace que todo eso se olvide pronto. Ahora quedaba la vuelta a Madrid, pero esa es ya otra historia.
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5 comentarios en “Montejo de la Sierra – La Hiruela. El camino de las hojas”
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Muy bien relatada la otra gran ruta otoñal.
Si no es por el motor, quedamos atrapados en el cielo. Es una gozada hacer kilómetros por aquí y que lleguemos sin ese cansancio que te dejaba redolorido toda la tarde y el día siguiente.
El colorido ocre de las hojas en contraste al verde de la hierba y el azul del cielo con nubes blancas, me pone.
Y el solomillo, de cine.
Muy bonito, una pena habérmela perdido.
Menos mal que habíamos quedado en no mojar la bicicleta para no estropear el motor. Llevamos 5 rutas que no paramos de sumergir la bici.
Una gozada si señor. Un dia estupendo, de los que me gustan a mi. Medio llueve medio no. Por lo que he visto en las imagenes, el que mas metio (hundir es el termino mas adecuado) la bici en la piscina, fui yo. El motor como dice Alfredo, salio ileso, no se si deberiamos llevar secadores, jeje, que estoy seguro que alguno se le habra ocurrido. Buena cronica Domingo, mezclada con las imagenes, todo un lujo.
Y el filete tiernisimo y eternisimo, menos mal que me ayudo Domingo, sino no salgo vivo del trance.