Ruta realizada el Miércoles 17/05/2023
Participantes: Domingo, Félix, Pepe, Mario
Reproductor audio crónica:
Poco hay que contar, es más, podría no contar nada y hacer corta y pega de la ruta del 04/04/2021, pues también me tocó narrarla y no he de pagar derechos de autor.
Esta vez quedamos tarde, hora de yayos prostáticos y convalecientes. Al quedarme cerca de casa, llego pronto y tomo café en el Calleja. Sitio pintón y vetusto, de aspecto exterior pasado, interior antiguo, calidad alta y servicio cortés a la antigua. Uno de esos que odiarían mis hijos y adoraría mi suegra.
Salimos por donde siempre, con fresquito pero sin frío. Algo de lío de coches, camiones y furgonetas en este callejón que vierte alcampo y que entra a Carrefour. Siempre venimos por aquí en domingo y no se aprecia el mismo ajetreo. Creo que hay un atajo para entrar y salir a la autovía, evitando el enlace norte de las Rozas, además se junta la actividad de los talleres de renfe con el centro comercial. Un despropósito hortera-productivo.
Vamos en bajada, aprovechando un cauce que podría llevar agua -arroyo del Bosquillón, pero no. Este año no. En la pequeña laguna, criadero de ranas, dice Mario, una pareja de patos están a lo suyo. Veo que el macho va delante y le sigue la hembra. Eso es que ya va descargado y ahora le están pasando la lista de la compra y amenazándole con acuchillar el parqué, o lo que hagan los patos…
La humedad que acumula el viejo cauce permite algunos árboles de ribera, tampoco muchos, y densifica un poco la retama, con lo que se disimula el paraje estepario y nos hace sentir mejor, más frescos.
Ahora sobre el mapa veo que pasábamos junto al arroyo de Trofa, suyo margen recorre una pista. No sé si queda dentro o fuera del jardín de Felipe (Su Majestad), otro día lo exploramos, que puede estar bien.
Como habíamos bajado, pues toca subir a los Peñascales, tampoco mucho, no te creas, alguna rampa exigente pero corta, sin más.
Llegar al Pendolero también es cuesta arriba. Es un caserón cuadradote sobre una loma, que ostenta la calificación de “palacio”. Se usa para celebraciones, al menos allí no molestará el ruido a los vecinos. En este sitio se rodó “Ana y los lobos”, película un tanto surrealista, de factura curiosa. Es ese tipo de cine raro con voluntad de “intelectual” que se hacía en los setenta, algo así como un complemento a las pelis de destape, para que no sea todo teta, sin más.
Seguimos por la zona, sendereando en las proximidades de Hoyo de Manzanares, coronamos la ruta y nos perdonamos hacerla el moño, no subimos al mirador. No sé que va a ser de nosotros, veo a los muchachos una cara de “eléctrica” que no pueden con ella. Mario no, él va sobrado, tirando, esperando, templando, mandando… vamos, como si triunfara en las Ventas, que estamos en temporada.
Los senderuelos de esta zona y hechos en este sentido nos gustan a todos. Vas dando pedales a tironcitos, con la dificultad justa, jugando entre las retamas como si fueran un laberinto trazado a tal fin. No es que no requieran esfuerzo, es que vas entretenido y se te pasan en na. Sin enterarnos estamos en Torrelodones de ahí a Los Peñascales. Más rollo es la subidita de asfalto para coger la altura de Las Matas, pero ahí estamos, a comer prontito. Yayos, una vez más.
Valoramos alternativas y nos decidimos por uno que ya visitamos, Luisa II, así como con nombre de reina. Lo que hay dentro son cuatro fregonas y un camarero grandote de voz recia. Comemos en una mesa pequeña junto a la barra, ruido abundante, público de faena y borrachines en la puerta: cuadro costumbrista que hubiera compuesto Velázquez.
La comida bien, dentro de lo barato. Vimos tarde la oferta del chuletón y el camarero nos dijo que eso hay que avisarlo, para que atemperen y den el juego que merece. Creo que hay que darle una oportunidad, no lo olvidemos para la próxima.
Menos mal que lo que nos queda por rodar es muy llano, solo dejarse llevar. Casi me da pena que se acabe el camino, pues es cierto que la ruta fue corta y que estirar estos días mola.
Rematamos con un café en el Calleja, cortesía de Félix -gracias-. Tiene una terraza agradable, separada del mundanal ruido, donde comen algunos matrimonios de edad y otros de esos que trabajan con traje, pero que se les quedó pequeño hace años. Los visitantes coordinan perfectamente con el local, no hay engaño. Sin duda, tengo que traer a mi suegra.
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2 comentarios en “Rozas, Peñascales, Torrelodones”
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Crónica muy chula Pepe. Leyéndola parece incluso que hemos hecho algo. De todas formas es una ruta con tramos muy divertidos. Estábamos tan a gusto que ha habido que alargar la comida con un café adicional.
Me ha gustado la ruta porque es exigente técnicamente sin ser peligrosa. El tramo de bajada desde Torrelodones hasta Los Peñascales es muy divertida. Sin gente mola más porque esta zona debe estar los findes como San Lucar en verano.
Bien contados los detalles en la crónica que dan un toque extra y distinto al mero relato aventurero y descriptivo de siempre.