Boalo – Cerceda – Manzanares

Ruta realizada el Miércoles 29/03/2023

Dificultad Física
Dificultad Técnica
30.9 km
719 m
38 Km Distancia Madrid
3h46'
2h48'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), sin trialeras, sin obstáculos, sin limitaciones de temperatura

Participantes: Félix, Pepe

Mas detalle ruta

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Ya avanzada la cuaresma, ya sentidos los calores, ya en mitad de la semana. Abandonados de todo y de todos, sin grupo que respalde ni ruta que les sorprenda, los ciclistas no tienen otra que sobreponerse al hastío y la desgana, aunque sea repitiendo trazados y repasando las huellas que tantas veces dejaron.

Y es así que, puestos y dispuestos a salir, optaron por el Boalo como punto de partida, también como punto de destino, pues es su costumbre hacer esos recorridos que no llevan a ninguna parte, que resultarían insustanciales para el viajero práctico, el que se traslada y conoce lo nuevo, o el que desempeña alguna faena, cometido o recado.

Los ciclistas no afrontan ni lo uno ni lo otro, ni siquiera una misión de vigilancia que podría justificar ese rodar en círculo, ellos se mueven así, sin motivo ni razón que pueda explicarse fuera de sus sentimientos, de sus sensaciones.

Salieron con mañana fresca, con pronóstico primaveral y una realidad más cercana a un verano suave.

Su rodar tranquilo y enredón, les saca por el aparcamiento por una senda verde, que no va a la ermita, sino a un murete que hay que saltar.

-ojo a las rodillas-

-cuidado, no te caigas-

Sigue la charla, sin decirse mucho, pero sin cerrar el pico. En uno de los tramos van pasando lista a los ausentes, larga lista de probables. Como testimonio, basta recorrer la lista de whatsapp creada para dar difusión a sus propuestas ciclistas (y para hablar de tetas, culos, moda deportiva, puyas políticas y comentarios futbolísticos). Sí, todos tíos, todos rancios, con pátina de modernidad, tolerancia y puntito snob, pero rancios como lo fueron sus padres, puros carpetovetónicos.

Pues eso, que solo dos salieron y se fueron en dirección a Cerceda, haciendo casi lo de siempre, pero al revés. Les sorprenden algunos tramos, les despista algún punto, pero es camino que se hace sin pérdida ni sofoco, llaneando.

Pasados los núcleos urbanos van subiendo algo, tampoco mucho. Hay un tramo de sendero bonito. Sombreado, que oculta las vistas y de las vistas. Sale a un mirador a media altura, que por no sofocarse, ni siquiera coronaron el clásico sobre el pantano “mejor, no hay necesidad”, dijo uno de ellos.

Hasta ahora también hicieron sus contactos sociales. Algunos saludos corteses, un abuelo de 79 con su eléctrica, otro grupo de puretas que se esperan en un desvío, con los ataques y recriminaciones entre ellos, como en todos los grupos. Cabría enunciar aquí un postulado a estudiar y confirmar por algún físico ¿Alfredo?: La mala leche en los grupos ciclistas es proporcional al número de asistentes y se mantiene constante cualquiera que sea la media de edad.

Llegan a Manzanares sin sorpresa ni comentarios y, en lugar de deleitarse con su estupendo castillo, se paran en las ruinas del viejo, totalmente cegado de tierra, sin visitantes. Ignorado por tik-tokers e instagramers. Observan que han hecho algunas balsas de arena de río, dentro y fuera de la construcción. A falta de indicaciones nunca sabrán si es un parque para niños, un cagadero de perros o una licencia decorativa, que peores cosas se han visto.

Entrando a la Pedriza pasan varios coches, bastantes, más de los deseables. Se preguntan por la razón, y más aún ¡la justificación! para darse un solaz paseo en día laborable.

La bajada les sirve para comprobar que esa cuesta que llega al alto Rompeherraduras es motivo de achuche en todos los grupos, que solo les pasa a ellos cuando van de salida.

Dirigiéndose hacia la sierra de Los Porrones discuten si es más fácil en un sentido u otro. Si esa cuesta que ahora les parece no terminar nunca es más dura que la entrada desde el lado del pueblo. Es igual, no va a venir nadie a subirla por ellos. El más viejo suspira por su futura e-bike y el otro le mira, como diciendo que no, que eso es bajar peldaños. Los peldaños no se bajan, si acaso que te tiren.

Al Boalo se entra por dirección prohibida, es tradición ¡claro que hay camino correcto! Pero es tradición… y ya venían ellos por aquí mucho antes de que el ayuntamiento colocase esas placas.

La sensación de descabalgar en la plaza y sacudirse el polvo a la vista de los paisanos bien podría evocar un buen western. Quedan las monturas atadas e irrumpen ellos en el saloon.

Unas cervezas y un contundente menú a la sombra rematan la jornada y cierran un cumplido compromiso.

El uno irá a pegarse con las arizónicas, el otro, forastero de aquellos pagos, se retirará discretamente con el compromiso de dejar rastro de lo sucedido.

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Pepe Montalvo

Pepe Montalvo

Listo, guapo, deportista y, sobre todo, humilde.


4 comentarios en “Boalo – Cerceda – Manzanares”

  1. Pues estoy leyendo la crónica, al sol después de darme un baño, con el mar de horizonte, y lo que son las cosas, me apetece una barbaridad volver a salir con mi vieja amiga y mis amigos todavía más viejos. Qué difícil es entender el alma humana, o de cualquier otro tipo, que alguna habrá…

  2. Pepe, me gusta la crónica en tercera persona. La calificación de dos estrellas no se ajusta a la verdad. Sólo se explica por ser conocida hasta la saciedad. Un último ajuste: se llama Quebrantaherraduras.
    Chicos, mucho me temo que está primavera va a durar poco. Hoy 28 grados en mi barrio. 24 en El Boalo. En Marzo. Cuando llegue Mayo?
    No quiero pensar que esto va a ser así en lo que nos quede de vida.😩

  3. Aquí desde Japón felicito a los yayos que mantienen viva la llama. Tengo ganas de unirme al grupo y comer esos menús deluxe que encontramos en los mejores restaurantes de la zona.

    La próxima crónica la escribiré con chatGPT a ver que sale y superó a Pepe

    1. Te estoy leyendo desde el hotel Tulip en El Cairo, antes de ducharme, después de venir del museo de El Cairo. Bastantes cansados de ver demasiadas cosas, en poco tiempo, con horarios intempestivos. Mañana nos vamos para Madrid, que ya hemos molestado bastante,por estos pagos. Decía Félix que como sea a si siempre (lo de no llover). Pues vamos a tener que acostumbrarnos. En esta ciudad viven unos 22 millones de almas, y todos quieren una vida mejor, porque la que tienen es miserable.Contaminan lo que no está escrito y sin punto de retorno. También merecen una oportunidad ellos ,pero no se si el planeta nos la dará a todos. Con ganas de salir pronto, en bici, si el dolor de una rodilla que me ha dado de repente, me lo permite, hasta tengo un huevito.Ahora si que si, estoy hecho un yayo..Un rancio con pátina de modernidad.Me va al pelo Pepe, un abrazo.

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