Ruta realizada el Miércoles 08/06/2022
Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Pepe
Reproductor audio crónica:
Hoy vamos a andar, igual que ayer y anteayer, pero hoy no nos llevamos las bicis, nos ahorramos empujarlas.
Desayuno a las 8:30h, horario oficial, que luego tampoco es así exactamente… también es posible adelantarse y tomar posesión de nuestra mesa. Como la señora nos va fichando, lo que hace es que reparte ella el zumo de naranja y las tostadas, limitando la barra libre al bizcocho y la fruta.
Hay un grupo de ciclista de eléctrica, majos, simpáticos, mayores que nosotros. Nos cuentan que han hecho una ruta de 80 Km y 1800 mts de desnivel por picos. A todos se les ponen los dientes largos. A mi no, que sigo obsesionado con el oldway, aunque no pueda ni con mi alma.
Los ingleses también se van dejando ver, algo menos ruidosos que por la noche, pero tampoco es que acusen la espantosa resaca que hubiéramos supuesto después de su copiosa ingesta.
Pues eso, que hoy es senderismo. Un par de paseos de distancia y dificultad moderada, algo que nos deje variar la actividad y siga permitiéndonos disfrutar de maravillosas postales.
Salimos hacia Maraña, con el día algo nublado, que nos dejaría caer algún chaparrón leve, lo justo para jugar a ponerse y quitarse el chubasquero.
Paramos en la plaza, junto al bar que lleva el nombre del aventurero televisivo, un local estupendo en el mejor edificio del pueblo, frente a una plaza muy amplia y bien presentada, sin sabor, pero bonita.
Echamos a andar hacia la laguna de Manpodre, el ascenso nos hace resoplar por la inclinación, ganando metros deprisa. Los primeros 150 mts de desnivel nos los ventilamos ligeritos, cogiendo temperatura. Luego ya subimos más suave (y alguno más ligero de peso) hasta lo que empieza a tomar forma de paisaje glaciar.
Es una altitud muy moderada, ni siquiera llegamos a los 1500 mts, pero el entorno se torna rocoso, con matorral bajo y restos de la morrena del glaciar. Mirando las fotos te puedes tirar le pegote de que estás al doble de altitud. Sorprendente poder observar los restos de un glaciar tan bajo.
Del glaciar queda como resto una pequeña laguna -charco, diría yo- que nos sirve para enredar un rato alrededor y definirlo como meta del recorrido.
En la vuelta variamos un poco el trazado y volvemos hacia el pueblo entre vacas y perros. Unos mastines perezosos hacen amago de acercarse sin ganas, pero yo que no soy de bichos, me alegro de tomar un ligero desvío y azuzarles desde lejos con el dron. Eso sí que los acojona y huyen, ya, pero mejor desde lejos, no vayan a correr hacia el otro lado.
En la entrada al pueblo pegamos la hebra con un señor que sale de un corral de gallinas. Nos habla de la ermita de Riosol, que quedará para otra visita, de que no hay osos allí, pero sí lobos, que por lo que sabe no suelen atacar al ganado, más bien se tiran por las piezas de caza, que hay variedad de rapaces y que esas sí que se animan con las gallinas, si se ponen a tiro.
En la plaza tomamos una cerveza en el bar que ahora regenta Nadia, tinerfeña simpática con la que charlamos y nos hacemos fotos. Nos cuenta que lleva allí poco tiempo, que está cogiendo el pulso a la zona, que tiene mucha ilusión y que con ese local tan bonito y sus recetas seguro que triunfa. Coincidimos todos en deseárselo de corazón. Sabemos hasta sus planes inmediatos, pero no vamos a desvelarlos…de momento respetamos el cartel https://www.lanuevacronica.com/bar-calleja-marana-26422
También visitamos las cabañas patagónicas (sí, en serio, patagónicas). Alojamiento rural puesto con mucho gusto, en un enclave que domina el pueblo y mira a la montaña de enfrente. Nos gustó.
Para romper mañana y tarde, comemos en Burón, restaurante vasco bien decorado y mejor servido. Tanto el menú como el chuletón, que presentan como su especialidad, nos causaron una impresión magnífica. Atención profesional y atenta (a que voy pareciéndome a los de promoción turística de la comarca….)
Cambiamos de zona para la tarde, nos vamos a Lois. Allí está la gran iglesia que llaman la catedral de la montaña. Como soy de creencias diferentes, me reservo la opinión, no sea que en relatando mis impresiones quiera alguno encontrar mi inquina hacia la institución, pero vamos, que allí está cerrado a cal y canto el edificio, “pa quien quiera disfrutarlo”
Subimos por el margen de un arroyo, que a veces lleva agua y a veces no, no sé que hacen con ella en los tramos que falta. El valle magnífico, como todos los visitados. Si por la mañana jugamos con los chubasqueros, por la tarde nos castigó un sol de justicia.
Alcanzamos el collado que limita los valles de Lois y Anciles y bajamos un poco por este último. La pista es amplia, pero el camino se inclina por momentos. Continuamos engañándonos un poco, por ver si llegamos a ver los anunciados bisontes, pero la pendiente continúa tras cada curva y los bóvidos no se presentan. Media vuelta y retorno al coche, que ya hemos cubierto el cupo kilométrico.
Paramos -otra vez- en Riaño. Tomamos cerveza, observamos una clase de baile gimnástico femenino en la plaza ¿zumba?¿aerobic?¿latino?¿bachata?¿gym-hostias? Cualquier coña de esas, que todas me parecen lo mismo. Algún motero, un pardillo con un dron (no era Alfredo) y poco más. No llegamos a sacarle el gusto a este pueblo, es raro, desangelado, con habitantes desangelados, con arquitectura de polígono y un pedazo paisaje alrededor que lo absuelve, lo separa de lo que hubiera sido un barrio dormitorio del sur de Madrid, con factura de los ochenta, cuando aun no se hacían piscinas de comunidad para el proletario.
Venga, que está refrescando y me enredo mucho ¡Vámonos a Huérgamo!
Hoy en la cena arriesgamos. Nuestro hotel está que rebosa de moteros multinacionales de todas las versiones y nos animamos a probar un hostal pequeñajo con bar, con un señor en la barra que anima a huir y una mujer que expresa cualquier cosa menos bienvenida. Pues miren ustedes, la cena correcta, el precio barato y la señora hasta sonrió varias veces, todo estupendo. El puto márketing y la venta de imagen es lo que tiene. La sopa, las judías verdes y la lengua de ternera estofada, cojonudo.
Paseíto corto por el pueblo con el último resplandor del día y a dormir, que mañana remataremos la excusión con otro senderismo, pero nos llevaremos la bici ¡que no se diga!
Otras fotos: Link Álbum
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3 comentarios en “Maraña y Lois”
Los comentarios están cerrados.
Perfectamente contado. Me ha sorprendido que hiciéramos casi 25kms andando entre las dos rutas.
Para ser una etapa de transición y recuperación nos pegamos una buena paliza. Los senderos muy agradables los dos y lo mejor el chuletón que nos comimos Pepe y yo.
Por cierto el dron además de asustar a las aves y perros se podría usar para pastorear desde casa.
Gran cronica Pepe. Me gustaron mucho las rutitas que hicimos. Esta zona es dura para la bici y mucho mas asequible para senderismo, con multiples opciones. Pero incluso asi, hay que pensarselo, como nos paso con la ultima…