Las Médulas, estos romanos están locos

Ruta realizada el Jueves 29/05/2025

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Todo llega y, por supuesto, llegó el último día de nuestra aventura por el oeste de Asturias. Nos levantamos un poco antes y nos metimos en el cuerpo la consabida ración de tostadas, bizcocho de manzana y pseudo-café. Al ritmo de los tambores de los Tercios, recogimos todo, sacamos las bicis del local donde se encontraban y las metimos en el coche. Ya lo hacemos con los ojos cerrados. Después de despedirnos del personal del hotel La Ruta donde estuvimos alojados estos días, partimos raudos y veloces según el horario previsto. Parecemos un comando israelí…

En el camino nos encontramos con nieblas, pero poco a poco, el cielo se fue despejando y la temperatura subiendo. A la hora prevista (cómo no…) paramos en el parking del pueblo de Las Médulas. Nada más llegar me di cuenta de que ya no está cómo cuando fui la primera vez. Ahora no se puede pasar al pueblo en coche, como si fuese un pueblo suizo, un Zermatt cualquiera. Estaba lleno de visitantes, mayormente jubiletas en busca de los orígenes de la civilización occidental, y toda la calle era un puro restaurante.

Hacemos un amago de reservar pero no nos hacen ni caso, así que decidimos probar a la vuelta y no esperar a que haga más calor.

El track que llevábamos era un follón considerable (no hay más que verlo), así que había que estar muy pendiente de los GPS para no hacer 2 veces lo mismo o acabar en 10 minutos. La primera parte consistía en ver los alrededores del pueblo, comprobando que había bastante vegetación e incluso, una pequeña laguna (lo llaman el «lago» Sumido) repleta de los «famosísimos» nenúfares de Las Médulas.

Después de atravesar el pueblo (perdí la cuenta de las veces que pasamos, creo que fueron tres), cogimos un ramal que empezó a subir como si no hubiese un mañana. Y así estuvimos un buen rato, en dirección al mirador.

Cuando no sabíamos ya por donde andábamos, nos encontramos de cara con el famoso mirador, que lo recordaba en una colina y ahora está montado a lo grande. Allí dejamos las bicis en un lateral y nos liamos a hacer fotos y sacar el dron, para deleite de los jubilados que por allí andaban.

**** ATENCIÓN no existe el video DJI_20250529123839_0130_D.MP4 en el álbum de Google de la crónica

Un grupo de los mismos se encaprichó de nosotros y una señora se emperró en hacernos fotografías donde nunca salía como fondo Las Médulas. Félix intentó darle un curso rápido de composición fotográfica con el resultado que se puede apreciar (hemos filtrado las 29 fotos restantes).

Después de que finalmente nos dejaran en paz, huimos raudos y veloces en la búsqueda de nuevas experiencias.

El resto del recorrido era todo bajada, rodeando la zona del mirador hasta llegar de nuevo al pueblo.

**** ATENCIÓN no existe el video GX010263R.mp4 en el álbum de Google de la crónica

Entramos en el pueblo como una exhalación. Alfredo ya estaba en modo rastreo, detectando cualquier cosa que fuese un restaurante. Fuimos al que teniamos seleccionado a priori, pero allí estaba el Imserso en pleno, con sus gritos y requiebros, creando un ambientazo inolvidable. Así que optamos por alejarnos y dirigirnos a un hotel que estaba cerca del parking, el Hotel La Medulio, muy tranquilo. Como había que conducir después unas cuantas horas hasta Madrid, Alfredo y yo nos metidos unos garbanzos con callos y un botillo, que no había que dejar que la anemia hiciera estragos en nuestro metabolismo.

De nuevo cargamos las bicis y Alfredo salió disparado. Nosotros tardamos un poco más y fuimos bajando poco a poco hacia Madrid, mientras veíamos como iba subiendo la temperatura. A 200 kms. de Madrid paramos a tomar un café y darle a Alfredo el dron que llevaba en mi mochila y que había olvidado sacar.

Nos las dábamos muy felices. A la altura del Escorial íbamos geniales de tráfico, pero hete aquí que en Las Rozas nos quedamos clavados en un atascazo de esos a los que ya no estamos acostumbrados. Pero al final llegamos sin problemas, después de un viaje estupendo, en lo que todo ha salido la mar de bien. En nuestra retina se han quedado unos paisajes de ensueño y eso es lo que cuenta. Repetiremos sin duda.

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