Ruta realizada el Martes 27/05/2025






Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Juanlu
Reproductor audio crónica:
Hoy nos lanzamos a la aventura sobre cuatro ruedas rumbo a Navia para arrancar la tercera ruta del viaje. Eso sí, bien alimentados tras un desayuno de campeonato: tostadas, bizcocho, zumo de naranja y un café de la casa flojo de cafeína, pero aceptable.
Llegamos al parking del puerto. Domingo y yo aparcamos al estilo Fórmula 1: rápido y sin drama. Juanlu, en cambio, desplegó su ritual habitual: inspección del terreno, vueltas estratégicas, análisis de ángulos solares… y finalmente aparcó su Volvo XC en el sitio más insospechado posible. Todo muy suyo.
Comenzamos la ruta siguiendo la desembocadura del río Navia hasta el espigón,

donde caímos en la tentación: foto de postureo nivel youtuber adolescente. Obligatorio.

A partir de ahí empezó lo bueno: el sendero que bordea la costa acantilada de Navia. Primera parada: el mirador del Monolito, con vistas de postal a la playa. Un espectáculo..

El camino era simplemente alucinante: a la izquierda, el mar rompiendo contra los acantilados; a la derecha, el verde asturiano en toda su gloria.
**** ATENCIÓN no existe el video GX010223R.mp4 en el álbum de Google de la crónicaEl sendero tenía su punto técnico, lo justo para mantenernos entretenidos, aunque alguna que otra zona daba un poquito de vértigo (confesamos).

Y, como quien no quiere la cosa, ¡zas! Aparece un santuario budista en medio del trayecto. No pudimos resistirnos a la foto con vídeo incluido. ¿Quién se puede resistir a un buda con vistas?

Seguimos disfrutando de los acantilados —tan espectaculares como exigentes—


hasta que, por fin, llegamos a la playa de Frejulfe. Allí nos reencontramos con una senderista que, entre moñigueo y moñigueo (traducción: parones continuos), nos adelantaba y luego la adelantábamos… al final , llegó antes que nosotros al bar de Puerto de Vega.

En la ruta cambié el sentido de la Gopro para sacar estas espectaculares imagenes.
**** ATENCIÓN no existe el video GX010241R.mp4 en el álbum de Google de la crónica
y llegamos a una cala llamada la Losera donde una señora estaba recogiendo algún tipo de bicho mientras su marido miraba sin mover un dedo (probablemente tenia ciática).

Casi llegando a Puerto de Vega hicimos parada técnica en el mirador de la Ermita de la Atalaya, donde Félix reclamó sin rodeos su foto de postal.

Al llegar al pueblo hicimos dos cosas fundamentales: reservar paella en el restaurante La Marina y mandar a Juanlu —con el hombro dolorido— a la farmacia a por ibuprofeno. Por suerte, nuestra amiga senderista ya estaba allí para hacerle compañía, mientras Félix, Domingo y yo nos lanzábamos a completar la segunda parte de la ruta.

Esta vez tocaba llegar a la playa de Barayo y volver. Con la paella reservada para las 14:00 y solo una hora para hacer 8 km, tocaba activar el modo turbo (eléctrico, eso sí). Apretamos el paso, volamos por las pistas… y sí, lo conseguimos.
Los acantilados de esta zona también merecen mención: preciosos.
Y al llegar a Barayo, el espectáculo visual incluyó varios culos al sol de género indefinido. No hay fotos. Por respeto… y por enfoque difuso.

El track seguía hasta bajar a la mismísima playa y allá que fuimos. Por cierto, vimos a otro ciclista que se disponía a subir las cuestaza que nosotros habíamos bajado y que tras el moñigueo correspondiente mostros también subiríamos

El caso era es que era las 13:40 y nos quedaba todo el camino de vuelta con la paella (y Juanlu) esperándonos a las 14:00. Así que pusimos el modo violeta (eMTB) y subimos la cuesta a toda pastilla. Al pobre ciclista muscular que vimos en la playa le quitamos todas las pegatinas y seguro que todavía se estaba preguntando quienes éramos.
Al llegar al alto y temiendo que Juanlu se zampara la paella decidimos volver por la comarcal a Puerto de Vega llegando puntualmente al restaurante donde nos esperaba una maravillosa paella de chipirones y zamburiñas.

Y además pedimos unas almejas como puños junto con una ensalada de la casa. todo estaba riquísimo. por cierto juanlu pudo comprarse el ibuprofeno y se le calmó el dolor del hombro.
Con el buche lleno y un buen café nos pusimos en marcha para volver a Navia. Como teníamos ganas de siesta y luego teníamos una ruta de senderismo fuimos por la comarcal. A mitad de camino pinché la rueda trasera con una rajita de tres milímetros que el liquido no era capaz de taponar. Creíamos que había que poner cámara, pero saqué un gran invento consistente en un kit de mechas y aguja de inserción. En dos minutos arreglé el pinchazo y pudimos volver a la ruta.
Al llegar a Navia de nuevo y sin cambiarnos, nos desplazamos con el coche hasta Oneta para caminar y ver las cascadas de Oneta

Tras un duro día, volvimos a Tapia, nos duchamos y cenamos en la Sidrería La Terraza.
Otras fotos: Link Álbum
Visionar fotos y videos del Álbum de Google en el mapa: ver fotos
Ruta espectacular y muy divertida. Sin duda yo le habría puesto cinco estrellas por sus vistas, diversidad y sus peculiaridades. Fuimos mucho tiempo por senderos al borde del acantilado y por medio de vegetación selvática que nos llegaba al cuello. Menos mal que estaba muy verde y aun así, algunos raspones y arañazos nos llevamos en piernas y brazos. Y no hablemos de las temidas ortigas que me picaban hasta la noche.
Las cascadas de Oneta fue un buen remate de fiesta. Me sorprendieron su tamaño y el entorno no puede ser más bonito.
En el video que haré más adelante espero recoger muchos momentos espectaculares de esta ruta
Por cierto, la paella tenía zamburiñas, no vieiras. Estaba buenísima. Y las almejas, de las mejores que he comido. Volveré. Puerto de Vega me gusta mucho porque aun tiene algo de ese sabor a pueblo pesquero que han perdido Cudillero, Lastres, Luarca, Tapia… por la masificación del turismo.
Cierto, cambiado a cinco estrellas