Ruta realizada el Jueves 24/04/2025






Participantes: Alfredo, Domingo, Félix
Reproductor audio crónica:
Empezamos este segundo día toledano desayunando en La Perdición, uno de los pocos sitios de Los Navalucillos que abre lo suficientemente pronto para nuestras prusianas necesidades. Fuimos recibidos por un nutrido grupo de indígenas autóctonos ataviados con diferentes modelos de camuflaje y que se desayunaban con orujos y hasta limonchelo. Nos miraban cómo se mira a los forasteros con mallas que se dedican a ir por ahí, espantando la caza.
Llegamos a Robledo del Buey un poco antes de las nueve y media, comenzando con la siempre grata tarea de volver a montar las 2 Cubes que llevábamos desguazadas en el coche de Félix. Empezamos mal. Una pieza de la rueda trasera se salió y cayó en el hueco de una rejilla de alcantarillado. Por suerte, tras varios intentos, la pudimos recuperar. El segundo problema apareció cuando fuimos a montar la batería de la bici de Félix y se dio cuenta de que la llave del cierre de la misma se la había dejado en el hospedaje, a media hora de donde nos encontrábamos. Probamos varias cosas, pero no había forma. La llave era necesaria para mover un cierre y volver a bloquear la batería.
Estaba claro que el día no había empezado con buen pie. Félix decidió no volver a Los Navalucillos e intentó moverse sin asistencia. En cuanto empezamos la ruta vimos que eso no era viable. La bici en esas condiciones es un tractor, así que decidió quedarse dando una vuelta por los alrededores de Robledo. Al final hizo más de 20 kms, lo que es un gran logro teniendo en cuenta el ladrillo en que se convierte la Cube sin su batería. Intentó ir a ver los Chorros pero estaban hormigonando. Finalmente se tomó una cerveza en el pueblo donde conoció unos argentinos dueños de un bar, que le amenizaron la espera con sus opiniones sobre el Papa difunto.
Mientras tanto Alfredo y yo constatábamos que la ruta empezaba con mala leche, con una subida constante y larga que se puede apreciar perfectamente en el perfil. Los senderos eran más salvaje y el paisaje más variado y variopinto que el del día anterior. Enseguida nos cruzamos con un corzo que Alfredo captó de casualidad al hacer la foto que incluyo a continuación.

En algunas zonas, el camino no estaba muy marcado pero era fácil retomarlo. En eso se notaba que el track de referencia era bastante antiguo (de 2013) lo que siempre es un problema en zonas como ésta, tan solitarias y sin ganado. Íbamos bastante rápidos para no hacer esperar mucho a Félix, así que los kilómetros caían con facilidad.


En la bajada hacia Piedraescrita, al pasar por una zona de monte bajo, nos salieron justo delante, cruzando el camino como dos locomotoras, dos enormes venados, un macho con su cornamenta y una hembra que debía estar más asustada por la delantera que le sacó a su compañero. Menos mal que decidieron hacer la escapada unos segundos antes de que pasáramos porque si nos llegan a pillar nos habrían dejado como un sello.
Detrás del pueblo de Piedraescrita, destacaba el trazado de una prolongada subida con una pendiente que quitaba el hipo. Respiramos aliviados cuando vimos que el track dejaba atrás el pueblo adentrándose en un valle. En esta zona empezamos a encontrarnos con multitud de puertas. De vez en cuando, nos encontrábamos con enormes casas aisladas en mitad de la nada y que suponemos que estaban especializadas en dar cobijo a los amantes de las monterías. De vez en cuando el camino estaba bordeado por una especie de jaulas que suponemos serían para los perros.
Había bastante agua pero el firme era bueno. En alguna ocasión tuvimos que atravesar algún arroyo, como el de la foto y el video (el Lanchero lo llaman).


Abriendo puertas, nos dirigimos velozmente hacia la parte más baja de la ruta, en dirección al pueblo de Los Alares. En el camino nos cruzamos con un hermoso y solitario macho de jabalí, y poco después, les jorobamos el aperitivo a un nutrido grupo de buitres que debían estar dando buena cuenta de alguna carroña y que tuvieron que levantar el vuelo apresuradamente. Dejamos atrás la nube de buitres, que buscaban desesperadamente una térmica, y seguimos con nuestra bajada.


Estábamos ya pensando en avisar a Félix de que íbamos a llegar mucho antes de lo previsto cuando nos encontramos, en mitad de la nada, una estupenda puerta eléctrica, delimitada por una magnífica valla que hubiese hecho las delicias de un campo de concentración. Por más que miramos, no había forma de seguir el track, que se quedó esperándonos al otro lado de la puerta. Estos son los problemas de basarnos en rutas tan antiguas… Por suerte, el nuevo GPS de Alfredo tenía unos mapas muy detallados y empezamos a diseñar una alternativa para salir de aquel trance. Nos preocupaba que esas pistas nos llevaran a otra encerrona pero no quedaban más alternativas. Para hacerlo más interesante, dado que estábamos en la zona más baja de la ruta, tocaba subir y lo hicimos, ya lo creo que lo hicimos. La aparición de una nueva mansión nos hizo temer lo peor pero, por suerte, el pista la rodeaba y finalmente, encontramos un paso abierto en la magnifica valla que nos persiguió varios kilómetros. Daba directamente a un arrollo, con el sendero marcado débilmente al otro lado. Alfredo paso montado pero, como veis, yo no.

Y seguimos subiendo, aunque ya más tranquilos porque parecía que habíamos salido ya del paso sin excesivo retraso. Pronto retomamos el track perdido y continuamos subiendo por una pista cuya mitad se la había llevado las lluvias. Atravesamos un robredal y vimos que pronto íbamos a converger con la carretera que llevaba a Robledo. La pendiente era muy fuerte y utilizamos a fondo el modo MTB. Yo incluso, empleé el Turbo en alguna ocasión en la que el modo morado no me bastaba. Hasta el Collado de la Peña Blanca no tuvimos descanso.


Ya en la carretera nos llamó Félix para indicarnos que nos esperaba a la entrada del pueblo, que ya teníamos a la vista. Llegamos en menos de 10 minutos. Después de desintegrar de nuevo nuestras bicis, volvimos al pueblo, nos duchamos y nos fuimos a comer al Regio, con un menú más que digno.
Así acabamos este día y esta breve salida. Una track duro pero muy bonito e interesante. La salida se empañó por el problema que tuvimos con la dichosa llave de la batería y por la puñetera puerta pero se resolvió cómo se puedo. Otra vez saldrá mejor.
Otras fotos: Link Álbum
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Lástima que me perdí la ruta más interesante 😔 por olvidar la llave. Ya no me pasa más. La llave va en la mochila para los restos. Me vino bien para recordar lo que es dar pedales y sufrir las cuestas. De todas formas disfruté porque en está época el campo está espectacular y aunque por carretera pude aprovechar la mañana.
Buena crónica. Que suerte tuvimos, la última puerta para poder enganchar el camino afortunadamente no tenía candado y pudimos cruzar, la alternativa era dar marcha atrás y tardar 3 horas más. Que casoplones tienen los cazadores y solo para una o dos semanas al año. Y que bien alimentados están los bichos de esta zona.