Ruta realizada el Jueves 24/10/2024
Participantes: Alfredo, Félix, Juanlu
¡La Patrulla Canina se lanza de nuevo a la aventura! Esta vez, el reto es una de las rutas más salvajes de la Sierra: El Camino del Ingeniero. Y, como era de esperarse, esta patrulla no tarda en meterse en líos… ¡las cosas no salen como estaban planeadas!
La historia empieza con Juanlu apareciendo con un trancazo/gripe/COVID que hace que tanto Félix como yo nos sintamos como en una película de terror, esperando un contagio inminente. Mientras tanto, Félix llega media hora antes, pero no para preparar nada, ¡sino porque le ha dado un apretón histórico! Acabó buscando rincones estratégicos en San Rafael para aliviarse, como si fuera un perrito perdido. Pero lo mejor estaba por venir: justo cuando nos disponíamos a salir, el cambio de la bici de Félix decide decir “¡Hasta aquí llegué!”. Por un momento pensamos que todo se iba a la porra, pero después de mucho bregar, conseguimos arreglarlo sin la ayuda de Pepe, al que echamos de menos, ¡y de qué manera!
Contra todo pronóstico, ¡logramos salir! Esta vez, decidimos partir directamente desde el restaurante Volvereta, atravesando San Rafael (por cierto, qué casas más bonitas tiene este pueblo) y subiendo al Collado del Hornillo. Ese primer tramo es técnico, con una pendiente que en bici normal haría que vieras pasar tu vida frente a tus ojos, pero gracias a nuestras bicis eléctricas, subíamos como si nada, casi con estilo.
A partir de cierta altura el tiempo se volvió nuboso y húmedo con un paisaje bucólico.
A medida que subíamos, el clima empezó a ponerse nuboso y húmedo, dándonos un paisaje bucólico, de esos que salen en las películas, donde solo faltaba el pastorcillo tocando una flauta para completar la postal. Pero, como todo lo bueno, la paz no duró mucho. Cuando parecía que rodábamos como campeones, Juanlu nos mostró cómo besar el suelo sin siquiera bajarse de la bicicleta. ¡Menudo espectáculo! Eso sí, dejó sus gafas tiradas por ahí, como ofrenda a la fauna local. He visto el vídeo mil veces y sigo sin entender qué demonios hizo para caerse así. Pero bueno, el suelo y él se conocieron de una manera muy íntima.
Después del susto, seguimos avanzando por los senderos que serpentean junto a los arroyos del Prado y del Collado de Hornillos, cuando de repente… ¡crack! Félix decide demostrarnos cómo romper una cadena de la forma más dramática posible. Tras algunas rutas recientes, Pepe Gotera y Otilio (es decir, nosotros) ya tenemos algo de experiencia en estas situaciones, así que nos pusimos manos a la obra. ¡Pero qué show! Nos llevó 10 minutos colocar el manillar de la bici sobre la mochila de Félix, solo para darnos cuenta de que las herramientas estaban dentro de la dichosa mochila. ¡Muy bien pensado! Pero no pasa nada, repetimos todo el proceso y, esta vez, descubrimos que Félix había traído el eslabón rápido adecuado (¡milagro!), aunque encajarlo fue una odisea. Al final, un poquito de aceite hizo el truco y conseguimos arreglar la cadena. Vamos, que ya tenemos el máster (teórico y práctico) en reparaciones improvisadas de cadenas.
Afortunadamente, después de todo esto, pudimos seguir hasta el Camping Peregrinos, aunque antes Félix se zampó una paletilla que, por la forma en que la devoró, parecía que no había comido en una semana.
Subimos por la Sierra de Malagón, hasta llegar a la frontera entre Ávila y Segovia en la Boca del Infierno (¡solo el nombre ya impone respeto!). Después de cruzar la puerta, nos enfrentamos a una bajadita que se las trae. Por cierto, tuve un pequeño percance allí, pero ¡nada que me detuviera! Tras un tramo empujando la bici, conseguimos acceder al tan esperado Camino del Ingeniero.
Y qué camino! Un verdadero paraíso para los que nos gusta ratonear con la bici de montaña. Aprovechamos para sacar a Retortijin y también para probar la nueva GoPro con HyperSmooth Pro; todo grabado como si fuera una película de acción.
Aunque cueste creerlo, después de tantas aventuras y desventuras, llegamos justo a tiempo para disfrutar de un menú deluxe en Volvereta, coronado con un pudding de chocolate que, sinceramente, fue la mejor forma de terminar la jornada.
Así concluye otra épica aventura de la Patrulla Canina. Y si esta semana a Juanlu, a Félix, o al cronista (¡yo!) nos duele la garganta… bueno, sabremos exactamente de quién fue la culpa. ¡Hasta la próxima!
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2 comentarios en “La Patrulla Canina en el Camino del Ingeniero”
Los comentarios están cerrados.
Que envidia!!! A pesar de todos los líos me hubiera gustado empezar ls temporada de una puta vez pero en fin, a ver si el próximo jueves es posible.
La ruta se las trae porque la mayor parte del recorrido es por sendero y muchas partes con raíces y piedras sueltas o con pasos comprometidos que no te dejan un momento de distracción. Hay zonas de empuja-bike que te dejan maltrecho y como es un subibaja continuo sales dolorido de cuello y brazos. Hasta el maestro Alfredo besó el suelo en uno de sus alardes entre rocas que esta vez le salió mal aunque afortunadamente sin consecuencias.
La verdad es que la zona es muy disfrutona por la dificultad técnica. Y no vimos a ni un ciclista en toda la mañana.