Miraflores-Morcuera-Espartal-Pte-Vallito-Pto-Canencia y con suerte

Ruta realizada el Miércoles 18/09/2024

Dificultad Física
Dificultad Técnica
42.9 km
1167 m
44 Km Distancia Madrid
4h11'
2h55'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), 15% de trialeras, con un obstáculo, sin limitaciones de temperatura, 50 metros no ciclable

Participantes: Alfredo, Félix, Juanlu

Mas detalle ruta

Temperatura media: 17.1
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Ruta de jueves que, por el maldito pronóstico de lluvia, adelantamos a miércoles. Además, había que terminarla rápido para que Félix pudiera llegar a tiempo, y en condiciones, al estreno de su clase de filosofía en la universidad.

Propuse la ruta pensando en una clásica «Miraflorada» con la extensión hacia la estación, pero cometí el primer error: me equivoqué de track y acabamos haciendo una machada con zonas de «peeling» para piernas, brazos y manos. Nada adecuado para mi «dentellada de tiburón», souvenir que me traje de Tarifa.

Desde el principio, la ruta parecía maldita. Yo, que siempre llego antes de la hora, esta vez me enfrenté al temido atasco de la M30 y, como era de esperar, llegué tarde, ¡10 minutos tarde! Para colmo, casi me dejo el bidón de agua, claro, es lo que pasa cuando no tocas la bici en tres meses.

Pero la odisea apenas comenzaba. A los 10 minutos de arrancar, ¡zas!, Félix rompe la cadena. Y sin el mecánico del grupo, pasamos 20 largos minutos intentando arreglar el desaguisado. Lo logramos… o eso creímos. Porque, 10 minutos después, la cadena se volvió a romper. Tras una reunión de «expertos», decidimos amputar dos eslabones, como si estuviéramos en una operación de emergencia. ¡Mano de santo! La cadena quedó impecable y pudimos continuar, aunque la sensación de que todo podía ir peor no nos abandonaba.

Fue entonces cuando me di cuenta de otro desastre: mi eslabón de enganche rápido era para la cadena antigua, de cuando la bici era solo muscular. ¡Necesito comprar uno nuevo y una tenaza para cerrarlo, porque claro, ninguno llevábamos!

Tras la segunda reparación, por fin comenzamos a rodar. Una hora más tarde de lo previsto, pero al menos estábamos en marcha. Subir la Morcuera con la eléctrica es una delicia. El camino estaba tranquilo, apenas nos cruzamos con un par de caballos que pastaban libremente bajo el sol de la sierra.

El día era perfecto, con el cielo despejado y el aire fresco. Apenas vimos un alma hasta llegar a Morcuera, donde hicimos una parada rápida para el clásico plátano y continuamos hacia Canencia.

Pero, como si el destino quisiera seguir riéndose de nosotros, decidimos desviarnos por un sendero alternativo hacia el Espartal. Allí nos encontramos otro grupo de caballos, y Juanlu, como si fuera un encantador de animales, se hizo amiguito de un potrillo que lo siguió fielmente hasta que su madre apareció para marcar límites.

Después de alcanzar el monolito, el verdadero calvario comenzó. Nos desviamos hacia el collado de la fuente y allí, entre jaras y matojos que desgarraban nuestras piernas y manos, luchamos por avanzar. Mi herida de tiburón, recién curada, seguramente estaría haciendo que mi médico se retorciera en su consulta. Y como si eso no fuera suficiente, perdimos a Juanlu. Gritamos el nombre de guerra, ¡JUANLUUUU!, pero nada. Ni un rastro. El teléfono, por supuesto, sin respuesta. Félix y yo solo esperábamos que llevara el GPS encendido porque el lugar era un verdadero laberinto.

Finalmente, llegamos a un sendero que nos llevó a la carretera de Canencia. Para la próxima, será mejor seguir por la pista pasada el monolito y evitar el castigo de los matojos. Ahí volvimos a llamar a Juanlu y esta vez contestó. ¡Milagro! Resultó que estaba apenas un kilómetro detrás. Nos reunimos en el puerto de Canencia, él en modo turbo y nosotros en modo eco. La táctica funcionó: cinco minutos después, Juanlu aparecía.

El tiempo se nos había echado encima y Félix ya estaba casi corriendo hacia su clase. Bajamos a Miraflores por la carretera a toda velocidad, con la idea de comer algo rápido en Soto, en La Perola. Pero como si la maldición del día no hubiera terminado, ¡estaba cerrado! Claro, era miércoles. Buscamos otro sitio, pero todo el pueblo parecía haberse puesto de acuerdo para cerrar sus puertas ese día.

Sin más opciones, cancelamos la comida y cada uno se fue a su casa con hambre y cansancio.

P.D. He usado ChatGPT para añadir dramatismo a la crónica.

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2 comentarios en “Miraflores-Morcuera-Espartal-Pte-Vallito-Pto-Canencia y con suerte”

  1. Tal cual lo cuentas, Alfredo. Si ChatGPT te ha ayudado a la redacción, es que funciona sin paliativos.
    El caso es salir de la rutina y respirar aires puros que en la capital escasean.
    Lo echaba de menos después de tanto tiempo sin montar con los amigos.

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