Ruta realizada el Jueves 18/04/2024
Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Juanlu
Reproductor audio crónica:
Hoy es el último día y se me ha hecho corto el viaje, pensaba en la duermevela. Se acerca la hora de levantarse pero me resisto. La leve luz que entra por las ranuras de la persiana me invita a levantarme pero las sábanas me retienen. Quizás el canto del gallo o el sonido de los pájaros me saquen de este estado pero no, es el berrido de Juanlu, cantando a voz en grito «Cómo no te voy a querer«, lo que me hace dar un bote en el cama y lanzar un exabrupto que no voy a reproducir. Es una vuelta a la realidad que me hace recordar que ayer se celebró el Real Madrid-Manchester y, cómo me fui en el descanso (descastado que es uno…), no sabía nada del resultado. Hasta ese momento.
La euforia indefinida invadía a nuestro equipo ciclista. La hazaña del R. Madrid era épica (¿?), aunque la parte que vi me pareció una castaña. Pero yo no entiendo de futbol, así que no me hagáis caso. Todo el desayuno giró en torno a este evento mientras dábamos buena cuenta del jamón que compramos el día anterior en La Alberca. Las láminas eran tan finas que demostraban bien a las claras el nivel tecnológico que han desarrollado en estos pueblos. Me rio yo de los 7 nm de los chips de Intel.
Cargamos las bicis, proceso en el que consumimos aproximadamente un 25% de nuestra energía, y nos dirigimos hacía el punto de salida, cerca de Miranda del Castañar, en el restaurante El Molino, una cucada de sitio que nos seleccionó Alfredo para celebrar el fin de nuestro viaje.
Descargar las bicicletas consume otro 25% de nuestras reservas. En esta situación iniciamos la ruta para descansar un poco, con la esperanza de no comernos un pedregal como viene siendo habitual.
La primera parte transcurre por una senda estrecha y rodeada de vegetación de lo más pintona. Al cabo de un rato se abre en una pista que va subiendo de manera sostenida y nos lleva hasta Villanueva del Conde. Lo atravesamos limpiamente y saltamos al siguiente pueblo, Sequeros, donde tonteamos un poco en el mirador de la Cabezuela, en su plaza de toros y en su laberinto de callejuelas.
La Ermita del Humilladero nos confirma que vamos por el camino correcto, zambulléndonos de cabeza en un pequeño hayedo que se ve continuado por un robledal.
En poco tiempo llegamos a un nuevo pueblo, San Miguel del Robledo, que nos sorprende con un mural precioso.
Desde San Miguel comienza la ascensión al Codorro que, poco a poco, va cogiendo pendiente. Finalmente llegamos a este pico, defendido por un nutrido grupo de antenas. Desde aquí las vistas son kilométricas: la Sierra de Tamames, las Sierras de Béjar y Candelario, Sierra de Francia y Parque Nacional de las Batuecas, todo a nuestro alcance.
Dejando atrás el Codorro, empezamos un descenso largo con algo de terreno suelto. Esta zona del track nos sorprende por sus espectaculares panorámicas durante la bajada.
Acabando el descenso en Garcibuey, pasamos por el estanque donde se encuentra el famoso mural del Tritón Miguelón, pero el estado del agua impedía disfrutarlo, así que tuvimos que confórmanos en verlo en la red.
Y ya estábamos muy cerca del fin del recorrido. En lontananza, Miranda del Castañar, un pueblo con bastante encanto, la verdad. Ya a la entrada del pueblo anuncian que es uno de los más bellos de España, uno de los 6000, claro. En su muralla, Alfredo nos dio una nueva master-class sobre el arte de subir escaleras con bici, que una vez más nos puso en nuestro lugar (gobleros forever).
La llegada al lugar donde estaban los coches fue coser y cantar, excepto por una caída tonta que tuvo Juanlu a 200 m. del restaurante y que, por suerte, no tuvo mayores consecuencias que un aterrizaje en ortigas (buenísimas para la piel) y unos rayoncillos en su Moustache y en su honra.
El restaurante El Molino fue un auténtico acierto por parte de Alfredo, unos de esos sitios a recomendar a tus amigos y a ocultar a tus enemigos. Pedimos todos carne (Félix evitó esta vez los boquerones), en especial Alfredo que se debió meter un kilo entre pecho y espalda. Un magnifico colofón para este viaje que nos ha mostrado una zona realmente preciosa, sobre todo si le quitaran tanto pedrolo suelto.
Subir las bicicletas al coche acabó con nuestras reservas, pero en la casa nos esperaba una reconfortante ducha que nos hizo más agradable el viaje de vuelta. De estas salidas hay que hacer más, leñe.
Otras fotos: Link Álbum
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3 comentarios en “Sierra de Francia desde Sequeros: San Miguel de Robledo – Garcibuey -Miranda del Castañar”
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Muy bien relatado. Como no te voy a querer….
Menos mal que no tomamos postre porque a mi no me cabía mas. Sólo juanlu se atrevió porque se dejo un trozo del pedazo de solomillo.
Por cierto, retortijón hizo el clásico de vuelta por debajo del puente.
Me gustó muchísimo la bajada por pista del Codorro. Estaban los bosques que no podían estar más guapos. Los pueblos con sus tejados marrones escondidos entre las verdes hojas de los árboles, el cielo azul con nubes blancas, los márgenes del camino tupidos de amarillas y moradas flores variadas… Una primavera 🌼🌼🌼😍 de 10.
Buena crónica para un pedazo de ruta cómoda con ebike, que me ha dejado un grato sabor y con ganas de más. Se me ha hecho muy corto este viaje. En un mes, otro
Para mi la ruta, que yo denomino aerea , fue preciosa, en cuanto a horizontes infinitos, disfrutona a tope. Si que es verdad que veníamos de tres días de zurra la burra eléctrica, que como decís al final dices: Ya está, se nos ha acabado, y te quedas con ganas de más. El paisaje de 10, el acompañamiento de 10, el sitio del restaurante de 10 y la crónica que pinta Dimanche, fiel a la realidad, de 10. Como en la vida todo se acaba, lástima, y como diría nuestro amado líder «ESTA YA NO, NOS LA CUENTAN»