Ruta realizada el Miércoles 05/04/2023
Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Pepe
Reproductor audio crónica:
Más de dos meses que hacía que no daba pedales. Y lo echaba de menos. Sentir el aire, la charleta con los amigos, preparar la ruta, todas esas cosas son la sal de la vida. Con todas las «incidencias» que hemos tenido en el grupo, estabamos bajo mínimos. Primero mi menisco, luego la rotura fibrilar de Pepe y ahora Juanlu… Parece que al grupo le ha mirado un tuerto, aunque no sé si esto es políticamente correcto porque empieza a ser complicado determinar si una expresión se adecúa exactamente a todos los protocolos de esta postmodernidad que nos va envolviendo. De todas maneras, se lo he preguntado a ChapGPT y me ha dado su visto bueno, al menos en esta release.
La ruta de hoy es una vieja conocida que realizamos en primavera, cuando no queremos darnos una paliza, ni irnos muy lejos. Es agradable y llevadera, sin más. Ideal para un convaleciente como yo, con la ventaja añadida de que tiene la posibilidad de acortarla drásticamente si las cosas no van como uno espera.
Como siempre salimos de la zona de aparcamiento que se encuentra enfrente del restaurante Senderuela, a la hora prevista, como buenos ciclistas prusianos. En piloto automático, empezamos a preguntar a Alfredo por su aventura nipona, haciéndonos los primeros kilómetros de lo más llevaderos. Pronto nos enfrentamos a los primeros areneros, lo más «peligroso» de esta ruta. No recordaba que tuviera tanta arena pero ésta fue una constante en todo el trazado.
Sin darme ni cuenta, llegamos a orillas del rio Guadarrama. Ahí estaba el punto donde había que decidir si seguía u optaba por acortar la ruta, pero me sentía bien (no voy a decir poderoso porque mentiría…), así que subimos por una linde que nos dirigió hacia la dehesa de Sacedón.
En una zona de arbolado paramos para tomar nuestro habitual piscolabis a base de plátano. Como somos así de sencillos, Pepe planteó la problemática de espacio como concepto, desde un punto de vista conceptual, saliéndose así de los habituales planteamientos constreñidos por los modelos de la física relativista.
Continuamos rodeando la dehesa, sin tener muy claro en que dimensión nos encontrábamos, pero esto no afectó a nuestra evolución en el continuo espacio-tiempo. Por el interior del bosquecillo que dejamos a la derecha transcurre, entre barrancos, el arroyo Brunete que desemboca en el Guadarrama. Y como quien no quiere la cosa, nos acercamos mucho a Villaviciosa de Odón y a la Dehesa del Sotillo, aunque de esto ni nos enteramos, tan enfrascados que estábamos en nuestros pensamientos.
Paralelos al Guadarrama, nos dirigimos hacia el Parque Coímbra. Toda esta zona del camino está atravesada por pequeños arroyos que desembocan en el rio. Me sorprendió que éste llevara agua, a pesar de los meses que llevamos sin lluvia. Incluso en algunas zonas, había zonas embalsadas repletas de vegetación. Así, atravesando trigales echados a perder por la falta de agua, nos encontramos con un precioso y enorme árbol singular, viejo conocido de esta ruta y que nos anunciaba que se acababa lo bueno y empezaba una zona de viviendas y fincas ilegales que me recordaron la cañada Real Galiana.
Pepe se quedó deslumbrado ante una finca que debía ser propiedad de un chatarrero y que lucía unas impresionantes verjas y esculturas hechas con todo tipos de aparatos y elementos de hierro. Otra finca aledaña con los restos de un circo ambulante anunciaba el inminente desvío a la derecha que nos enfilaba directamente a Navalcarnero con una bonita subida que me supo a cuerno quemado.
Poco después llegamos a la dehesa de Marimartín, que ha sustituido los árboles por unos chalets horrorosos. Por suerte las casa no han invadido todo y, continuamos por un parque hasta llegar al barrio de la Dehesa (otra «dehesa», esta vez de bloques de pisos), nuestro destino final en Navalcarnero. Allí esperándonos estaba Juanlu, que nos había hecho el honor de venir para comer con nosotros, a pesar de su rodilla hinchada.
La comida en el Senderuela no nos defraudo, como tampoco lo hizo la sobremesa. La salida me sentó genial. A veces la vuelta a la normalidad es algo mágico.
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4 comentarios en “Navalcarnero-Dehesa de Sacedón”
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Gracias Domingo. Divertida crónica como divertida fue la ruta que tuvo un final triunfal con una sobremesa cordial tras un ágape estupendo. Temperatura fantástica durante la ruta, paseíto fácil y agradable. Y el colofón lo pone el 0-4 que le mete un Real Madrid al Barcelona en el Nou Camp.
Este Madrid parece alcanzar la madurez necesaria para los finales de temporada.
Vamos a ver cómo se da la Champions, que es a lo nosotros jugamos.
Gracias Domingo. Estupendo día, más fresco de lo que cabía esperar, con algo de viento, de ese que siempre viene de frente. Fue llegar al restaurante y nos pusimos a más de 20ºC sin viento ¡Es la maldición del ciclista!
Buena Crónica y buen papeo. Echaba de menos las salidas en bici.
¡Bienvenido de vuelta! ya tenía yo ganas de poder leer una de tus amenas crónicas. Espero que la post-salida no te haya quitado la sonrisa y sigas saliendo para coger tono.
A ver si pronto nos vemos en ruta