Aravaca – Boadilla

Ruta realizada el Sábado 25/03/2023

Dificultad Física
Dificultad Técnica
38.9 km
224 m
7 Km Distancia Madrid
3h32'
2h45'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), sin trialeras, sin obstáculos, sin limitaciones de temperatura

Participantes: Pepe, Otros

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Salimos por dar un paseo, por que se está mejor en la calle que en el gimnasio y el día acompaña: sol y fresco.

Como empezamos tarde, elegimos una ruta conocida y sin sorpresas, con el tiempo medido para ocupar la mañana, pero respetando una hora de comida prudente. Es la vuelta clásica Hasta Boadilla, versión corta.

En la Casa de Campo cruzamos casi directamente, sin rodeos, por las pistas anchas y cómodas hasta el puente de la culebra, sobre el arroyo Meaques, construido por el arquitecto Pedro de Ribera en el s XVIII. Mucho puente para poca agua, que el cauce está casi seco. Es curioso el apelativo de culebra, pues no es que el trazado no sea recto, lo que varía es la anchura, creando espacios como para pararse a contemplar la corriente, sin molestar al resto de viandantes.

Dejamos este parque por la zona de Colonia Jardín y tomamos dirección a la M-40 por amplio campo de retamas con subida suave y vistas despejadas. Llevamos a un lado la ciudad de la imagen y al otro el club militar de la Dehesa.

Nos paramos en el campo de aterrizaje de aeromodelismo. Están volando numerosos aparatos, algunos de bastante porte. Les vemos aterrizar y despegar con maestría. Me sorprende que no hay ruido. Recordaba los motores de explosión con un escándalo de mil diablos, con acelerones brutales y un trepidar irregular que asustaba al acercarse. Ahora no, ahora son eléctricos, me aclara Javier. Más silenciosos, seguramente más fáciles de arrancar y con menos desgaste. Yo creo que aquel ruido tenía su encanto, provocaba tensión, casi miedo. Ahora somos más urbanizados y ecológicos, prudentes, reflexivos, también más limpios.

Retomamos ruta pisando sobre algunos restos de aeronaves que dejan constancia de que no todos los pilotos son igual de diestros.

Nos dirigimos ya al palacio del infante don Luís. Personaje curioso este, que fue encaminado a la vida eclesiástica desde la cuna, alcanzando el capelo cardenalicio siendo niño y con el puesto asegurado de arzobispo de Toledo.

El caso es que al muchacho le tiraban las faldas (mucho) y renegó de su destino, consiguiendo permiso para salir de la Iglesia y casarse.

Al subir al trono Carlos III, le parece que puede suponer un problema dinástico para el derecho al trono de su descendencia y condiciona el permiso de matrimonio (que antes todo debía ser consentido) a que renuncie a título y apellido Borbón, además de que viva alejado de la corte.

De esos líos nos quedó el palacio, soberbio edificio de Ventura Rodríguez, en mitad de la naturaleza, con estilo francés y unos jardines y caballerizas muy exagerados, para la representatividad que se le supone a un desheredado.

Como el marco lo justifica, hoy habían montado un acto oficial del ejército del aire, con dos aviones antiguos, desfile militar y banda de música. Era el broche final a una exposición de aeronáutica promovida por el ejército, que termina mañana domingo (https://www.ayuntamientoboadilladelmonte.org/boadilla-actualidad/noticias/boadilla-acoge-la-exposicion-volar-historia-de-una-aventura-organizada)

Cervecita mirando el espectáculo y continuamos ruta, ya sin pararnos para cumplir horario.

Recorrer el bosque de Boadilla siempre es agradable, aunque lo conozcas de sobra. Diría que tiene un aspecto más agreste que la Casa de Campo, quizá por quedarnos más retirado y que, a la vez, los árboles de gran porte están colocados para lucir, como si se hubiera decidido que crezcan más aquellos que están en los puntos más destacados, con mejor composición paisajística. Es como sí fuera una concesión del mundo para dejarse mejor entender por los humanos (eso es de Schiller, no es mío).

Vamos cerrando el círculo cuando coronamos en Majadahonda, el punto más alto de la ruta, a pesar del nombre. De ahí la vuelta a Pozuelo es muy descansada, prácticamente dejarse caer por los arenales del Monte del Pilar, que con está sequía están totalmente sueltos y hay que prestar atención para que la dirección de la bici no te lleve al suelo.

Enseguida Pozuelo y de inmediato en casa. A tiempo de la comida, con la parte deportiva satisfecha y sin cansarse demasiado. Una vez más, una mañana estupenda.

Pepe Montalvo

Pepe Montalvo

Listo, guapo, deportista y, sobre todo, humilde.