Guadarrama-Puerto del León por Los Molinos

Ruta realizada el Jueves 12/05/2022

Dificultad Física
Dificultad Técnica
34.4 km
888 m
43 Km Distancia Madrid
3h57'
3h30'
Características Terreno Suelo normal (tierra con alguna piedra), sin trialeras, con dos obstáculos, no adecuado para temperaturas altas, 300 metros no ciclable, con algunas fincas privadas, zona de fotografía interesante

Participantes: Domingo, Pepe, Rufi

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Cada vez nos cuesta más decidirnos a la hora de elegir ruta. Se supone que nuestra amplia experiencia en estas lides debería convertirla en una tarea sencilla y fácil. Pues no señor. Alfredo intentó solucionar el problema en base a los requisitos emitidos por sus «clientes«, generando un correo los lunes donde se ofrecían una serie de rutas incluidas en la base de datos que nos se habían realizado en los últimos tiempos. Pero, ¿alguien ha propuesto algunas de estas rutas? Más bien no. Y es que el correo que nos llega cada lunes es un viaje en el tiempo, entrañable e insultante a la par, que te lleva a una época en que te desplazabas más de 100 kms, te hacías 50 sobre el sillín con 1200 m. de desnivel y luego, hasta lo podías contar (bueno, ellos, que yo todavía no estaba en tan exigente grupito).

Pero voy a dejar de divagar y vamos al grano. El día previo, se propuso la ruta de los acebos de Valsaín, la del ingeniero o irnos a la Cabrera, pero finalmente optamos por la de Guadarrama al Alto del León, en la versión saliendo hacia Los Molinos. Así podríamos estar a la sombra a las horas de más sol, que estos días de mayo están dando la razón a ese calentamiento global que algunos dicen que no existe.

La llegada al aparcamiento de Guadarrama, que está cerca de la pseudo-plaza de toros, nos creo inquietud por su ambigua señalización que indicaba que estaba prohibido aparcar pero quizás no, quien sabe… Ya había bastantes coches pero pregunté a un honrado funcionario del ayuntamiento que pasaba por allí y que me respondió de una forma que me dieron ganas de darle un sopapo a mano abierta. Rufi tuvo una mejor idea y llamó directamente al ayuntamiento, donde, tras pasarse la pregunta entre varios funcionarios altamente cualificados, finalmente nos confirmaron que se podía aparcar. Con «total» confianza dejamos los coches y empezamos la ruta.

Atravesando los dominios de Miki, sin su permiso ni na de na. La maldición estaba servida.

Pepe venía afectado por la alergia, porque el aire estaba formado básicamente por polen con algo de oxigeno y nitrógeno, así que no estaba en su mejor día. Nos informó que el estaba encantado con hacer esta ruta pero que tuviésemos bien claro que era de empujar, que había un número elevado de cuestones y que nos íbamos a enterar de lo que vale un peine. La verdad es que, conociendo la memoria de Pepe, sus comentarios sembraron la inquietud en el escueto equipo que formábamos.

Atravesando prados y pradillos. Pepe nos recordaba que no todo iba a ser así…

Así, con sombríos presentimientos, atravesamos los primeros prados (Los Pradillos, Prado Largo, Prado Herrera, del Arroyo,…) en dirección a Los Poyales. Con ese nombre es normal que en ese sitio que nos encontrásemos el primer cuestón de la jornada.

Pepe pidiendo la intercesión de la Virgen del Espino para afrontar con éxito los cuestones apocalípticos que nos esperaban agazapados en la ruta

Para atajar nuestro ascenso, Pepe propuso pasar por debajo de la presa de los Irrios, que ya la teníamos muy vista y tal y tal. Como indica la música elegida para esta crónica, Fernando y yo «nos dejamos llevar» y así fue como nos metimos en un pedregal en subida lleno de agua, barro y piedras, aderezado con raíces y zarzas, que nos empujamos como unos experimentados pringaos. La subida acababa en un túnel inundado por debajo de la vía, llegando finalmente a una zona ciclable.

¡Vaya, una zona donde se puede montar! ¡Y en llano!

Pronto empezamos las subidas. La primera era un 20% muy roto y con poca tracción, que hizo que me bajara de la bici tras 2 intentos por subirla. Fernando, con su poderío y técnica, nos esperaba arriba. En fin…

Luego, llegando a la vertical con Los Molinos, empezó la subida continuada. Ya sabéis como es esto, curva para un lado, subida para otro. Y así hasta que llegas a la zona quasi-horizontal del Camino de los Lomitos, que tiene ese nombre porque te deslomas para llegar.

Las vistas desde esta pista son espectaculares. Después de tomarnos el refrigerio, seguimos en dirección al puerto. Nuestro oráculo particular, Pepe, nos avisó de que muy pronto nos encontraríamos a la derecha con el horror en forma de tremenda pista en subida. Cuando dejamos atrás la Peña del Arcipreste, en las Praderas Gordas (me encantan estos nombres tan poéticos), efectivamente nos encontramos una pista a la derecha, totalmente destrozada (parecía un cortafuegos) que subía sin piedad al Collado y al Cerro de la Sevillana (otro nombre que tiene narices…). Como no era ciclable, una vez más nos la empujamos como campeones. Pero no era mucho y pronto, por un precioso sendero, llegamos al Alto del León.

Ya estábamos arriba, pero la voz en off de Pepe, nos recordaba que todavía nos quedaban dos buenas subidas. Tan acojonados estábamos que pensamos en coger un atajo y escapar del tormento por la vía directa. Pero en algún lugar del subconsciente estaba nuestro pundonor español y, desoyendo los cantos de sirena, decidimos seguir con el track a fuego.

La verdad es que tampoco fue para tanto. Antes de lo que pensábamos, ya estábamos bajando hacia la Jarosa. El bosque estaba precioso y fue un disfrute recorrer esta última parte de la ruta.

La Jarosa estaba petada de gente. Mucho jubilata me parece que hay por ahí. La llegada a Guadarrama la hicimos a toda leche y nos plantamos directamente en el restaurante La Chimenea. Como no tiene menú del día comimos a base de tapas. La sobremesa fue muy agradable, hablando de lo divino y lo humano. La alargamos doblando los cafés y, la verdad, me dio pena que nos tuviéramos que ir. Pero así son las cosas, los días estupendos también tiene su fin.

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2 comentarios en “Guadarrama-Puerto del León por Los Molinos”

  1. Magnífica descripción Domingo. Lo pasé muy bien, una temperatura estupenda, una brisa suave, unas cuestas de cojones… pero está claro que sabes a lo que vas, te resignas y lo disfrutas (casi).

  2. Muy buena crónica Domingo. Qué bien escribís los que escribís bien. Una buena jornada aderezada por una magnífica y mocosa (en el caso de Pepe) compañía.
    Efectivamente había tramos no ciclables pero, en general, se podía con la ruta.

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