Ruta realizada el Jueves 17/02/2022
Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Rufi
Reproductor audio crónica:
Salgo de casa en un día invernal que parece de primavera, con la radio dando noticias del mamoneo Ucrania (me recuerda la película Cortina de humo) y con la buena nueva de las trifulcas internas de PP (esto va a ser nuestro Watergate pero en cutre y sin dimisiones, por supuesto, que esto es España). Todo, unido al coronavirus, que ya va para 2 años, hace que tenga la sensación de vivir en una serie distópica de esas que se han puesto tan de moda. Menos mal que quité la radio y puse a ZZ Top para animarme (de ahí el tema musical de la crónica). Por fin llegué a Valdemorillo con ganas de encontrarme con los amigos y empezar una ruta que, aparentemente, iba a ser una gozada.
Hubo que aparcar en las afueras del pueblo, al lado de un vivero, porque Valdemorillo está bastante concurrido. Alfredo, mientras nos preparábamos, se tomó un café, yo creo que para echar un vistazo al restaurante Vanessa /və nes′ə/ que estaba al lado y que, desde el momento en que lo propuse, creó una gran expectativa. ¡Ay, que mentes más obscenas!
Salimos en dirección al Escorial, desviándonos muy pronto a la izquierda. Pronto la cosa empieza a ponerse estupenda, con un tramo de fuerte y pedregosa subida por el camino de Robledo de Chavela.
Tras coronar este inesperado puerto comenzamos una bajada por el mismo camino buscando a la derecha la Cañada Real Leonesa. Pero pronto se acaba lo bueno y empalmamos con la senda del Río Perales. Al principio es sencillo. El paisaje se va haciendo cada vez más atrayente, cerrándose y con bastante vegetación.
Pero según avanzamos nos vamos encontrando tramos más y más complicados con grandes rocas y escalones que nos hacen poner pie a tierra.
Pronto nos encontramos con los restos de los antiguos molinos hidráulicos que dan nombre a este sendero.
Después de arrastrar la bici un rato volvimos a los senderitos. Ahí es donde nos dimos cuenta que ya habíamos estado anteriormente por parte de esta zona.
Eso quedó confirmado cuando nos subimos el cuestón que nos llevaba a Navalagamella. Es curioso como nuestra memoria se queda con ciertas cosas, sobre todo cuando son cuestas…
Tras cruzar la M-521 continuamos de nuevo por la Cañada Real Leonesa durante un rato, para desviarnos por el camino de Navalahonda, cruzando unas bonitas dehesas de encinas. Así entramos en una zona de puertas que amablemente nos iba abriendo Alfredo que, como siempre, encabezaba la expedición. Desde un pequeño desvío observamos en la distancia la estación de Seguimiento Espacial de Fresnedilla.
Retomamos el camino y dejamos el pueblo de Fresnedilla a la izquierda. Nos encontramos de frente con una carretera vigilada al otro lado por 2 bunkers que nos recuerdan que tuvimos una guerra civil. Por esta carretera, durante unos 200 m., nos dirigimos por pistas hacia la zona de Pajares. Aquí Félix y yo perdimos de vista a Alfredo y Rufi que iban como alma que les lleva el diablo. Esta zona es de campo abierto, con las Machotas y Zarzalejo en el horizonte, con un sube y baja de los más entretenido por pistas amplias con piedra y arena.
Inesperadamente aparecen Alfredo y Rufi por detrás. Y mira que es difícil perderse aquí, pero es lo que tiene el ansia viva y un gumias. Al cabo de unos minutos, el arroyo de la Moraleja nos advierte que Zarzalejo está ya cerca.
En la encrucijada de Fuentevieja nos desviamos, justo antes de entrar en Zarzalejo, y por allí seguimos hasta toparnos con la carretera que viene de Fresnedillas. Hacemos un tramo por ella, dejando unas instalaciones de piensos y de Central Lechera Asturiana. La abandonamos finalmente para coger la pista que pasa cerca de las Lagunas de Castejón, unas de las predilectas de Pepe por esta zona, sobre todo en primavera.
La verdad es que es muy divertida a pesar de encontrarnos de frente con un capullo en moto. Al terminar, empalmamos con otra pista muy entretenida también que se llama la Vereda de los Caballeros.
Así acabamos llegando a la M600, prácticamente al lado de Valdemorillo. Pero como hay que hacer el track, pues nos vamos en dirección contraria por una pista que conocemos de la vuelta a Valmayor y que nos lleva hasta la Ermita de Nuestra Señora de la Esperanza.
Para llegar aquí hemos tenido que bajar bastante, por lo que inevitablemente nos toca subir de nuevo (este tramo es masoquismo puro). Rodeamos la urbanización El Paraiso y finalmente, después de atravesar de nuevo la M600 por un pequeño túnel, acabamos llegando a Valdemorillo.
Llegó el momento de disfrutar de las especialidades de Vanessa, bueno, de su restaurante. Rufi prefirió declinar la experiencia, así que los 3 nos enfrentamos a lo desconocido. Pero no voy a contaros nada porque somos caballeros y, además, porque lo que pasa en Valdemorillo se queda en Valdemorillo. Sólo decir que, como siempre, un día genial.
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5 comentarios en “Valdemorillo-Navalagamella-Zarzalejo”
Los comentarios están cerrados.
Buena crónica Domingo. Pasamos un buen día en una ruta que es recomendable a pesar de los ratitos de triscar.
Me alegro de no ser el único al que las cuestas arriba se le queden grabadas como imprimaciones a fuego.
Por lo que he oído, hice bien en perderme el suculento menú (tres estrellas Firestone 😂😂)
Muy bien. Me lo he leído con el colocón que proporciona el barniz del suelo. Podría haber sido la guerra de las galaxias o Dune fácilmente. Me jodió no estar. Besos
Domingo se te olvidó mencionar el síndrome de Mario que sufristeis Félix y tu con las trialeras complicadas. A la primera de cambio poníais el pie para evitar males mayores.
Lo de Vanessa a lo mejor en épocas pasadas tenía más atractivo pero el menú de batalla que nos tomamos fue difícil de empeorar. Cometí el error de comerme las patatas fritas en su salsa (aceite) y hasta ahora no he podido olvidarlas.
Del resto muy bien entre amigos y la ruta es muy divertida.
Un día estupendo. Echamos de menos a Peperistóteles, Juanlu y a Mario que seguro que está deseando recuperarse. El restaurante es cómodo por la terraza, pero la comida es para olvidar. Seguro que Rufi comió más calidad.
Se me hizo larga a pesar de no ser demasiado exigente. Y es que nos hacemos mayores y tanto pedaleo de sube y baja agota más que cuando se hacen esos desniveles de un tirón. Temperatura de cine y con los colegas echando unas risas, pues fenómeno.
Gracias a estas divertidas crónicas recuerdo que antes montaba en bici… actividad que espero retomar en un par de meses. Hasta entonces a leeros y disfrutar de vuestras rutas.
Alfredo, prefiero el grito de ¡¡NENAZAAAAS!! al aludido «síndrome de Mario», que parece que los desmotivo jajajaja