Ruta realizada el Domingo 30/05/2021
Participantes: Pepe, Otros
Reproductor audio crónica:
El domingo se hizo para descansar, ya lo dijo Vuestro Señor. Lo que pasa es que desde el miércoles han pasado tres días sin pedales y ya se puede dar un rulito, aunque no sea con los «pros», que parece que se hubieran comprado todos la eléctrica y están locos por las cuestas.
Buscamos algo sencillo y simple, sin mucho que pensar, lo justo para que protesten el resto, pero no cabe moción de censura: estaba anunciado, éramos dos y hay track y fotos, osea que….
Aparcamos Jose María y yo en Cantocochino a eso de las 8:30h y nos enfrentamos a la de siempre, la vuelta a la Pedriza. Una circular muy socorrida, que te ofrece la sombra de los pinos mientras te muestra los paisajes de roca. Algo ideal para un día como como hoy y que puede convertirse en un suplicio en cuanto avance la estación.
Primero hay una subida de mosqueo, pasar la fuente, espantas las primeras moscas y bajas al puente de los franceses. Vaya, no ha sido nada, un pequeño achuchón y está hecho.
Cuando te has confiado, enfilas la de verdad, la subida a las buitreras con pendiente ininterrumpida. Es verdad que no hay rampas de infarto, pero tampoco hay descanso. Vas cogiendo metros y desarrollando la charla, que si las vacunas, que si el verano, que … lo que sea. Se trata de subir casi tranquilos, muy tranquilos.
Llegas a las buitreras como primera parada emblemática y te haces unas fotos, pegas la hebra con un un grupo de andaluces. No les pregunté por discreción, pero no sé qué coño pintan aquí dando pedales.
Ahora es el momento de la verdad: ¿los pastores o la nava? ¡los dos!
Con eso de que el camino a la nava lo han mejorado mucho, da menos pereza plantearlo. Iniciamos la subida con alegría, sin darle mucha importancia. Lo que pasa es que a partir de este punto, por tranquilo que vayas, ya te quema el ojal. No sabes cómo poner el culo para que no duela y las piernas te avisan de que no andes con mucha broma, que ya llevan su trabajo.
Las vistan son cojonudas. Te muestran hasta tres pantanos a la vez. Hay menos gente, pero no menos moscas. Este año vamos sobrados de dípteros. Por alguna razón, parece que prefieren a José María, de lo cual me alegro y no muestro celos.
Coronamos la Nava y bajamos. Es una bajada larga, como si descendieras un puerto completo, pero no, no terminó la cosa. Después de pasar los pinos singulares, convenientemente señalizados, toca nueva subida. Es una de esas que se te atraviesan todas las veces. No importa que la conozcas o las veces que la hayas hecho, que son muchas. Pasa como la vuelta de la fuente de la Reina, que cada vez que la haces te parece un poco más larga.
Las moscas se encariñan con nosotros en esos kilómetros que ya aprieta el calor y solo en el collado de los pastores, por la brisa que corre, bajan un poco la presión.
Luego esa bajada infinita, con su tramo en medio de dar pedales y su final rápido de asfalto roto hasta el parking. Llegamos tarde, que hemos ido lentos, pero contentos por el deber cumplido. Cargamos bártulos y salimos del un recinto privilegiado que, a estas horas, está cerrado a nuevos visitantes. En este Madrid somos muchos para tan poco campo, por bonito que este sea.
Damos por concluido el relato y lo publicamos, no por disfrutar de ello, que eso fue durante la pedalada, sino para dar pie a que Rufi proteste, que le molan estos piques.