Ruta realizada el Martes 24/11/2020
Participantes: Ana
En el capítulo de hoy os enseño mi camino al trabajo en bicicleta, ese recorrido que normalmente dejo para el verano pero que hoy me he atrevido a hacer a menos dos grados. En realidad casi mejor así, porque al menos no sudo, que han cerrado las duchas de la oficina desde que empezó la pandemia. Tranquilos, no voy a subir esta ruta a diario, que os desbanco a todos de todos los pódium antes que grazna un cuervo.
El camino empieza en el jardín de mi casa y el primer tramo es un carril bici agradable a lo largo del río Isar. En esta zona es importante ir concentrada porque en hora punta se llena de ciclistas que llegan tarde a sus reuniones de las ocho y hay mucho imbécil que adelanta en curva. Lo que sí se agradece es el mantenimiento del carril bici, a los que les echan sal para que no se hielen por las noches.
A la altura del zoo hay que tomar una decisión, seguir a lo largo del río por el camino planito y agradable pero enfrentarse a una cuesta de las que se suben en el 1:1 al llegar a la altura de Pullach o desviarse a la derecha y cruzar el parque, esto significa cambiar el carril bici por un camino de tierra ancho y cómodo con una pendiente constante pero llevadera. Como mi bici sólo tiene cambios en un manillar, elegí la segunda opción, de otro modo acabo siempre empujando la bici cuesta arriba; además el parque cruza la zona pija de la ciudad, donde viven los cirujanos plásticos y los futbolistas, es entretenido ir mirando las mansiones y jugando a elegir dónde me gustaría vivir, como con el catálogo de Toys R’Us antes de las navidades.
Al empezar la pendiente bajo un poquito la velocidad, paso por un campo de golf, me entretengo mirando a las amas de casa que salen a pasear al perro con el abrigo encima del pijama y saludo al resto de pringados en bicicleta que llevan el ordenador colgando del hombro como yo.
Ya cansadita de tanta cuesta arriba y con la chaqueta desabrochada, llego a destino, donde me espera un edificio prácticamente vacío pero con la cafetera encendida.
La vuelta es exactamente el mismo camino pero al revés y cuesta abajo, de nuevo descarto la opción de asumir la cuesta corta con mucha pendiente porque me dejo los frenos de la bicicleta y aun no sé cambiarlos (papá ya me ha ensenado a cambiar ruedas por Skype, pero las pastillas de freno son todo un misterio). Mejor bajo despacito, dejándome caer, mirando a las amas de casa que ya se han vestido y maquillado y ahora suben y bajan de sus Porche con bolsas de tiendas caras.
Llego a casa con las piernas un poco cansadas, pero contenta de haber tenido ocasión de pasear en bicicleta, se agradece el ratito fuera de casa.
Disclaimer: Una vez leídos los estatutos y reglas del grupo, he comprobado que las regulaciones se aplican sólo a varones. Eso quiere decir que nada de meterse con mi bici sin homologar y con mis rutas sin acompañante (o me chivo a mi padre!)
Una respuesta a “Munich – Pullach”
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¡Me salió brava la chava!