Ruta realizada el Miércoles 09/09/2020






Participantes: Domingo, Pepe
Reproductor audio crónica:
Nos juntamos en El Berrueco a las 9h con una temperatura de 10Cº, muy inferior a lo que prometía la Aemet. Claro, como ellos no se presentan allí en camiseta y pantaloncito corto, como Domingo, pues no ponen cuidado.
Resuelto el apaño de indumentaria, inflada la bici, cargada la ruta y contratado el menú, nos ponemos en marcha con parsimonia. La bajada hasta el Atazar y los primeros kilómetros por su trillado margen no hacen que entremos en calor. El día está muy claro y la visibilidad y los colores parecen más definidos que otras veces.



Así, de charleta y foto, nos pasamos el primer desvío, con lo que nos toca desandar un tramo. Consideramos la posibilidad de hacer la ruta al revés, pero esas cosas se sabe cómo empiezan y… también ¡cómo terminamos!
Nos separamos del agua por un sendero en ascenso que, en menos de 500 mts nos quita el frío y las tonterías. Es cuestión de abrir un par de cancelas más para estirar también brazos y hombros y ya nos sobra todo. Estamos otra vez con el outfit veraniego (camiseta verde que tanto gusta a Félix).

El sendero cruza la carretera y nos lleva a Sieteiglesias. Ya conocéis todos esta fabulosa urbe. No sé si alguna vez hubo siete templos o si el cura se la hizo construir otras tantas veces, para que estuvieran entretenidos. Ni la población lo justifica, ni la Fe creo que lo requiera. Igual son credos distintos los que profesan los aldeanos… Vamos, que me enrollo.
Aun hay que apretar un poquito a la salida del pueblo, para luego dejarnos caer por el camino de las navas, a cruzar el puente sobre el arroyo Recombo, que en cuanto le enchufen el agua va a quedar genial.

Bordeamos las Navas de Buitrago y pasamos por una agrupación de casas que llaman “cinco villas”. Literal, no hay ni una más. A Buitrago entras casi por sorpresa. Desde aquí no habíamos llegado antes, creo.


Es el único pueblo con gente por la calle, estudiantes, viejos, desocupados y magrebíes. Nos tomamos café y bollo en una terraza de la plaza, al sol, dejando correr el tiempo. Intentamos que una señora nos haga una foto juntos, pero dice «sí hombre, voy a tocar yo tu teléfono». La ruta nos lleva por la parte monumental y recorre la margen derecha del Lozoya, aquí embalsado con un color azul piscina total. El abandono del pueblo es por un sendero sorpresa que súbitamente nos pide plato pequeño y golpe duro de riñón. Hubiera subido andando tranquilamente, si no fuera por un grupo de teenager que estaban mirando. Posteriormente Domingo confesaría lo mismo.
A partir del pueblo enlazamos con una pista cómoda junto al pantano, de firme bueno y pendientes suaves. En algún punto más sendero y otros tramos más amplios. No recordamos haberlo hecho antes, como muchos otros tramos de esta ruta. Claro que, puede ser una acuciada demencia senil, que en unos años nos permitirá cubrir la temporada con media docena de recorridos y, aun así, dependiendo del GPS.
Llama la atención una construcción ruinosa en la orilla opuesta, que posteriormente descubro que se trata del “palacio del bosque”, finca de recreo del SXVI (https://es.wikipedia.org/wiki/Casa_del_Bosque_(Buitrago_del_Lozoya)) y que ahora ocupa la ganadería brava de María Antonia de la Serna (https://www.comunidad.madrid/actividades/2019/ganaderia-maria-antonia-serna). Un día que volvamos por ese lado, nos tenemos que acercar a echar un vistazo.

Enfilamos hacia Mangirón, que parece que no llega nunca. Ahora la temperatura ya es más de la época y las moscas y avispas se han activado y quieren acompañarnos.
Aprovecho para romper la cadena en un arranque en subida, al cierre de la enésima cancela. Como no están ni Félix ni Rufi, me toca arreglarlo a mí, con la asistencia de Domingo. Buscamos sombra y quito un eslabón, empalmo de nuevo y nos ponemos en marcha en menos de diez minutos. Nos acordamos del pobre niño de la Pedriza, que tuvo que aguantar a los abuelos más de una hora (https://aquihayquevenirllorao.com/2020/06/30/el-boalo-pedriza-con-muxha-calor/) y encima consentir que le miraran mal…
Pasamos el Gamonal y Prado de las Monjas, nombres que no dicen nada ni se identifican con nada, pero bueno.
Un tramo de la Senda del Genaro nos acerca de nuevo al pantano del Atazar y de ahí ya volvemos al origen por camino conocido, que a estas alturas de ruta nos va sobrando un poco.
Nos gustó mucho el recorrido, las vistas y la cantidad de tramos que no habíamos rodado antes. Es de las de repetir en primavera u otoño, por la variedad de paisajes y vegetación que se recorren.
Otras fotos: Link Álbum
Visionar fotos y videos del Álbum de Google en el mapa: ver fotos
4 comentarios en “Berrueco-Sieteiglesias-Lozoyuela-Mangirón”
Los comentarios están cerrados.
Anda, que lo pasasteis mal ayer ¿eh? Que si el cafelito, que si el cura de las siete Iglesias….Pepe, la bici no se hincha. Basta con que hinches las ruedas, y poquito
Lo de la cadena del rapaz fue culpa de un troncha cadenas que llevaba Félix y que más nos hubiera valido hacerlo con una cuchara sopera, pero de eso no llevábamos
Hicimos una ruta de hace aproximadamente un año, que pasa por los aledaños del Palacio del Bosque. Recuerdo que pasa por las antenas de Telefónica.
En serio una señora dijo «voy a tocar yo tu teléfono»? La gente está muy borde estos dias.
Os voy a regalar un selfie stick para las fotos, será mi contribución al grupo!
Pues una crónica genial. Parece que he vuelto a hacer la ruta, jajaja. Pues como dice Pepe, una ruta muy agradable que en otoño o primavera tiene que ser espectacular. Muy agradable y divertida a pesar de la señora borde y la rotura de cadena, solucionada por un Pepe en sus mejores momentos.